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PODER REAL E IGLESIA EN LA ESPAÑA DE LOS

REYES CATOLICOS
Quintín Aldea

Es difícil decir algo nuevo sobre una época que se vea automáticamente reaparecer la ener­
que ha sido ya profundamente estudiada por gía secesionista de los grupos adheridos»2.
eminentes historiadores, uno de los cuales Y este sigue siendo hoy el gran problema na­
—sin duda el primero— preside este acto: Luis cional. La fuerza centrípeta de Castilla y la cen­
Suárez Fernández. Pero es a la vez un gran es­ trífuga de la periferia forman un sistema en
tímulo tener tales interlocutores presentes, por­ permanente equilibrio inestable, como todo lo
que sólo en el círculo de los grandes vital, y éste no se podrá mantener más que
especialistas se genera el progreso de nuestros mientras Castilla permanezca fuerte y vigoro­
conocimientos históricos. sa para atender no sólo al bien de las partes,
Dos son las tesis que hoy voy a exponer y sino al del todo. Cuando se exalta y se magni­
que quisiera formular de esta manera: fica lo diferencial y se olvida o se desprecia lo
Primera, la Iglesia de España de finales del común, se está promoviendo una nefasta polí­
siglo XV colaboró eficazmente en la recons­ tica de desintegración. Si Castilla se vacía y se
trucción de España y en la unificación nacio­ desertiza, es decir si se despuebla, se desindus­
nal e incluso prestó muchos de sus cuadros de trializa y se empobrece, automáticamente ce­
mando para la ejecución de esa tarea renova­ sa el vínculo de cohesión, cesa esa noble
dora. Responde esta tesis a la gran pregunta que función unificadora, que en el siglo XV elevó
hace 73 años planteó un gran pensador espa­ a España a su máxima empinación histórica.
ñol: ¿Cuándo ha latido el corazón de la Iglesia Estas breves reflexiones preliminares son el
española por los destinos hondamente na­ marco indispensable o el horizonte histórico
cionales?1. en el que hay que entender el gran esfuerzo
Segunda, que es complementaria de la pri­ que hizo Castilla en el siglo XV por estar a la
mera: Castilla, es decir lo que entonces se en­ altura de los tiempos y la parte alícuota que
tendía por los Reinos de Castilla y de León y correspondió a la Iglesia española.
de los que nuestra Comunidad es sólo uno de La Historia —hay que repetirlo hoy más que
los fragmentos más sustantivos, fue el factor nunca— tiene no sólo una función catártica en
principal de cohesión de la unidad nacional y el ánimo del que la contempla y estudia sino
la que por su universalismo —de origen en gran también y principalmente una función peda­
parte religioso y por su posición hegemònica gógica en orden a resolver los problemas de
—mantuvo el equilibrio entre el Centro y la la realidad actual. «Todo intento de descubrir
periferia. Por eso se ha dicho con razón que un pasado (dice acertadamente Ortega) que no
Castilla hizo a España y España deshizo a repercuta en descubrimiento de nuestro pre­
Castilla. sente, es no sólo estéril, sino científicamente
«Basta que la fuerza central, escultora de la errado»3.
nación —Castilla en España— amengüe, para
2 Ibidem, p. 54.
1 J. ORTEGA y Gasset, España invertebrada: Obras Comple­ 3 J. Ortega y Gasset, Obras Completas, tomo IX, p. 601:
tas, tomo III, Revista de Occidente, p. 70. Alrededor de Goethe.

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Esto supuesto, tenemos ya abierta la senda estados en ellas ovo, que ninguno bastará en­
para entrar en nuestro tema. teramente a lo explicar como pasó»4.
Religión y Política e Iglesia y Estado son dos El punto de partida de ese cambio —el rei­
dimensiones de la colaboración entre el mun­ nado de Enrique IV— nos lo pinta con som­
do de lo espiritual y el mundo de lo temporal: bríos colores otro contemporáneo, el
dos componentes básicos del hombre. extremeño Andrés Bernáldez, el Cura de los
El binomio Religión-Política mira más a la Palacios, al describirnos Castilla «llena de mu­
acción religiosa del político sobre los súbditos cha soberbia e de mucha heregía e de mucha
de su territorio. Mientras que el binomio blasfemia e avaricia e rapiña e de muchas gue­
Iglesia-Estado se suele referir directa y prima­ rras e bandos e parcialidades, e de muchos la­
riamente a las relaciones entre los dos poderes drones, de salteadores e rufianes e matadores
supremos: el Estado español y la Santa Sede. e tahúres e tableros públicos que andaban por
De ambas dimensiones, aunque de manera renta, donde muchas veces el nombre de Nues­
breve, nos vamos a ocupar aquí. tro Señor Dios e de Nuestra Señora la glorio­
sa Virgen María eran muchas veces blasfemados
e renegados de los malos hombres tahúres, y
I. RELIGION Y POLITICA las grandes muertes y estragos y resgates que
los moros hacían en los cristianos»5.
¿Qué papel desempeñó la Iglesia española en E insiste aún más sobre lo mismo Fernando
la restauración, transformación social y unifi­ del Pulgar en carta al obispo de Coria escrita
cación política de la España de los Reyes Ca­ en 1473, penúltimo año de la vida de Enri­
tólicos? que IV: «Me he asentado con propósito de es­
Que hubo un cambio radical en todos los cribir particularmente las muertes, robos, que­
sentidos, es un hecho que nadie discute. Pero mas, injurias, asonadas, desafios, fuerzas,
desde un punto de vista sociológico es siem­ juntamiento de gentes, roturas que cada día se
pre muy interesante conocer qué conciencia facen abundanter en diversas partes del reino
tuvieron de ese cambio los contemporáneos de e son por nuestros pecados de tan mala cali­
aquellos hechos. No es raro que el hombre vi­ dad e tantas en cantidad que Trogo Pompeo
va inmerso en la corriente de la Historia sin ternía asaz que facer en recontar solamente las
caer en la cuenta de que el mundo va cambian­ acaescidas en un mes»6.
do incesantemente y de que a veces ese cam­ La impresión del lector de hoy y del obser­
bio se produce con inusitada rapidez, como vador de entonces —aunque demos por supues­
sucedió entonces. Pues bien, sobre el hecho del to alguna concesión a la retórica— era la de un
cambio vamos a escoger algunos autores cu­ caos total.
yos textos son más significativos, aunque a pos­ No vamos a mencionar los juicios del cro­
teriori lleven siempre una cierta carga de nista Alfonso Fernández de Palència en su Cró­
mitificación. nica de Enrique IV, que, aunque adversario
Lorenzo Galíndez de Carvajal (Plasència declarado de este Rey y decidido partidario de
1472 - ibidem 1525/1530), catedrático de Le­ su hermana Doña Isabel, era un conocedor pri­
yes de la Universidad de Salamanca, aunque vilegiado, por razón de sus cargos, de los ma­
parece que no llegó nunca a ejercer por haber­ les que padecía España7. Nos bastan estos
lo reclamado los Reyes Católicos para el Con­ significativos testimonios como ejemplo del la­
sejo Real, nos informa con sorprendente mentable cuadro social que se presenta como
sensibilidad historiológica. punto de partida.
En cuanto al punto de llegada, o sea el re­
En el prólogo que escribe a la Crónica de
sultado del cambio, es obligado repetir el tes-
Juan II (padre de Isabel la Católica, nacido en
Toro) justo al comienzo del reinado de Car­
los V, nos da su visión del cambio que él ha 4 Crónicas de los Reyes de Castilla: BAE, tomo 68, Madrid
1877, p. 273.
percibido en Castilla en los últimos 50 años: 5 Andrés Bernáldez, Memorias del Reinado de los Reyes
«Y puédese decir que desde allí [desde el final Católicos, ed. M. Gómez-Moreno y Juan de la Mata Carriazo,
del reinado de Juan II], se comenzó en estos CSIC, Madrid 1962, p. 21 (cap. VII).
6 Epistolario Español: BAE, tomo XIII, p. 56.
vuestros Reinos una nueva manera de mundo, 7 Alfonso Fernández de Palència, Crónica de Enri­
según las mudanzas y novedades de hechos y que IV: BAE, tomo 257 y 258, Madrid 1973-1975.

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timonio del mismo Andrés Barnáldez, nando y de la reina doña Isabel, por lo cual
probablemente el texto más clásico y llamati­ se juntaron tanta multitud de reinos y seño­
vo, que por darlo siempre por conocido deja­ ríos como dice el dicho su título, los que tru-
mos de prestarle la consideración que merece. xieron al matrimonio e los que ellos ganaron,
Es el capítulo 202 de sus Memorias en que na­ mediante Dios que siempre les ayudó. Y ansí
rra la muerte de Doña Isabel y al mismo tiem­ fueron infinitamente poderosos y floresció por
po recapitula los méritos de su reinado y en ellos España infinitamente en su tiempo y fué
él se percibe el aura bonancible de los tiem­ en mucha paz y concordia y justicia. Y ellos
pos nuevos: «¿Quién podrá contar las excelen­ fueron los más altos e más poderosos que nunca
cias desta cristianísima y bienaventurada reina, en ellos fueron reyes.
muy digna de loada por siempre? Allende de ¿Quién podrá contar la grandeza, el concierto
ella ser castiza y de tan noblísima y excelentí­ de su Corte y los prelados y los letrados e altí­
sima progenie de mujeres reinas de España, co­ simo Consejo que siempre le acompañaron, los
mo por las corónicas se magnifiesta, tuvo ella predicadores, los cantores, las músicas acorda­
otras muchas excelencias de que Nuestro Se­ das de la honra del culto divino, la solemni­
ñor la adornó, en que excedió e traspasó a to­ dad de las misas y horas que continuamente
das las reinas, ansí cristianas como de otra ley en su palacio se cantaban, la caballería de los
que antes della fueron, no digo tan solamente nobles de toda España, duques, maestres, mar­
en España, más en todo el mundo, de aquellas queses, condes e ricos hombres; los galanes, las
por quien por sus virtudes o por sus gracias damas, las juntas, los torneos, la multitud de
o por su saber o poder, su memoria e fama vi­ poetas e trobadores e músicos de todas artes,
ve, segund vemos por escripturas —y muchas la gente de armas e guerra contra los moros
de aquellas por sola una cosa que tuvieron o que nunca cesaban; las artillerías e engenios de
fizieron— vive y vivirá su memoria; pues infinitas maneras?
¿cuánto más ha de vivir la memoria y fama de
Ansí como Roma en su Imperio floresció en
reina tan cristianísima, que tantas excelencias
tiempos del emperador Otaviano Augusto, que
tuvo y tantas maravillas Nuestro Señor, rei­
fué en tiempo del nascimiento de Nuestro Re­
nando ella en sus reinos, por ella obró e fizo?
dentor, que poco menos fué señor de todo el
Por ella fué librada Castilla de ladrones y ro­ mundo, e fueron numeradas e obedientes a su
badores y bandos y salteadores de los caminos, Imperio en aquel tiempo noventa mil y trecien­
de lo cual era llena cuando comenzó de reinar. tas y ochenta ciudades, dejando los otros lu­
Por ella fué destruida la soberbia de los malos gares, e lo tuvo todo en paz e obediencia de
caballeros, que eran traidores e desobedientes Roma e suya el tiempo que vivió, e Roma fué
a la Corona real. Por ella fué quemada y des­ estonce más triunfante que antes ni después,
truida la pésima y aborrecible herejía musai- ansí España fué en tiempo destos bienaventu­
ca, talmudista, judaica, que poco menos toda rados rey e reina don Fernando e doña Isabel,
España tenía inficionada y trabada, y con tan­ durante el tiempo de su matrimonio, más triun­
ta osadía que en cada parte se magnifestaba. Fué fante e más sublimada, poderosa, temida y hon­
muy prudentísima reina, muy católica en la rada que nunca fué. Ansí desta muy noble e
santa fe, sicut Elena mater Constantini. Fué bienaventura reina vivirá su fama por siempre
muy devotísima y muy obediente a la santa ma­ en España»8.
dre Iglesia, contemplativa e muy amiga e de­ Como hemos podido observar, espectacular
vota de la sancta e linpia religión»... fue a los ojos de nuestros cronistas, la trans­
«Reinó esta muy noble y muy bienaventu­ mutación de la España de aquel tiempo.
rada reina con el rey don Fernando, su mari­ ¿Qué es lo que en realidad provocó el de­
do, en Castilla veinte e nueve años e diez meses, rrumbamiento del mundo anterior —nos pre­
en los tiempos de los Papas Sixto IV, Inocen­ guntamos nosotros ahora— e hizo entrar en
cio VIII, Alexandre VI, Pió III, Jullio II. En el gran teatro de la Historia esa «nueva mane­
el cual tiempo fué en España la mayor inpina- ra de mundo», como con frase genial dice Ga-
ción, triunfo e honra e prosperidad que nun­ líndez de Carvajal? ¿Quiénes fueron sus
ca España tuvo después de convertida a la fe promotores? ¿Cómo se produjo ese cambio ra­
católica ni antes. La cual prosperidad alcanzó
por el precioso matrimonio del rey don Fer­ 8 Andrés BernáLDEZ, Memorias, pp. 485 y 489-490.

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dical de la vida española pasando de la profunda vera canónigo de Granada y prior de su cabil­
inquietud social, de la lucha por los particula­ do y más tarde pasó a la Corte llamado por
rismos feroces, de las banderías aniquiladoras, Doña Isabel para educar a los jóvenes de la no­
de las intrigas palaciegas y del desenfreno mo­ bleza española en el renaciente Humanismo,
ral del pueblo castellano, a aquel vigoroso des­ y fue el primer cronista de Indias.
pegue espiritual y político que asombra tanto El toresano Diego de Deza (1443-1525), con­
a los contemporáneos —nacionales y extran­ discípulo en Salamanca de Antonio de Nebri-
jeros (Maquiavelo es uno de ellos)— como a ja y de Alfonso de Madrigal (El Tostado),
los que estamos a cinco siglos de distancia? No catedrático de Prima de Teología en la Uni­
hace falta decir que no queremos incurrir en versidad salmantina; admirado por Colón, que
el ingenuo maniqueísmo de pensar que en una de él dijo «que fué causa que sus Altezas mo­
parte estaban sólo los buenos y en la otra sólo viesen las Indias»; maestro y capellán mayor
los malos. Cuando hablamos de buenos y ma­ del príncipe Don Juan, primogénito de los Re­
los lo entendemos refiriéndonos al predomi­ yes Católicos, con cuya prematura muerte se
nio de los comportamientos sociales. torcieron los destinos de España; obispo de Za­
A tres grandes figuras estimamos que se de­ mora en 1494 (hace 5 siglos), y luego de Sala­
be principalmente la restauración religiosa de manca y de Sevilla e Inquisidor General; y uno
Castilla: de los hombres más influyentes de su tiempo.
Antonio de Nebrija (1441-1522), el rey de los
1) A Isabel la Católica —que a los 24 años
Humanistas españoles honra y prez de las Es-
da muestras ya de una gran madurez humana
pañas, como lo saludaba Pedro Mártir de An­
y espiritual— hay que atribuirle en gran parte
glería, que en el año estelar de 1492, convencido
la política interior de Castilla en virtud de la
de que la lengua ha sido siempre compañera
Concordia de Segovia, particularmente en el
del Imperio, publicó su famosa Gramática Cas­
terreno religioso, lo mismo que a Don Fernan­
tellana, como antes lo había hecho con la La­
do se le atribuye la primacía de la política ex­
tina, «para desterrar la barbarie de los hombres
terior.
de nuestra nación». Nebrija miraba a la Reina
2) A Fr. Hernando de Talavera, Prior de
como a «la más esclarecida de todas las hem­
los jerónimos del Monasterio de Nuestra Se­
bras e asi de los varones». Diego Ramírez de
ñora de Prado de Valladolid, antes catedráti­
Villaescusa (1459-1537), escogido por Talave­
co de Filosofía Moral de la Universidad
ra para primer Deán del cabildo de Granada,
salmantina, obispo primero de Avila y después
hecho más tarde sucesivamente obispo de As-
de Granada y promotor de la última Cruzada
torga, Málaga y Cuenca, había sido alumno del
llevada a cabo en suelo peninsular: la de la con­
Colegio Mayor de San Bartolomé, de Salaman­
quista del último reino moro de Granada.
ca (Anaya), de donde la Reina sacaba a los hom­
3) Por fin, al franciscano Francisco Jimé­
bres para el gobierno —los llamaba
nez de Cisneros, Primado de España y Regen­
«bartolomicos»; y luego fue fundador del se­
te del Reino, que consolidó las reformas
gundo Colegio Mayor de Salamanca, en 1500,
anteriores, salvó en momentos críticos la uni­
llamado de Cuenca por el obispo fundador. Fue
dad de España y la entregó intacta en manos
también capellán mayor y maestro de Doña
de aquel joven flamenco que iba a ser, además
Juana la Loca. De Villaescusa de Haro (Cuen­
de Rey de España, el último Emperador de Oc­
ca) y de la misma familia y apellido Ramírez
cidente: Carlos V.
salieron en poco más de 50 años siete grandes
prelados9.
En torno a estas tres figuras giraba una cons­
telación de hombres y mujeres eminentes que
difundieron aquel espíritu renovador: El mi­
9 FÉLIX G. Olmedo, Diego Ramírez de Villaescusa
lanès Pedro Mártir de Anglería, secretario del (1459-1537), Editora Nacional, Madrid 1944. No podemos omitir
exiliado, a consecuencia de la invasión turca la figura renacentista del Cardenal Pedro González de Mendo­
za (1428-1494), llamado el Tercer Rey de España, hijo dél fa­
de Constantinopla, Cardenal Bessarión, arzo­
moso poeta el Marqués de Santillana, Iñigo López de Mendoza.
bispo de Nicea, que a los rumores de Cruzada El fue el soporte político principal de la causa de Isabel y com­
contra los moros de Granada, oídos en Roma, pensó con creces la actitud adversa del arzobispo de Toledo Al­
fonso Carrillo de Acuña (1410-1482). En la batalla de
quiso enrolarse como soldado en las tropas de
Peleagonzalo entró en liz vestido de roquete sobre el arnés de
los Reyes Católicos; fue nombrado por Tala- caballero.

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Y para cerrar este cuadro de época quiero Los teóricos de las mentalidades llaman la
mencionar a tres mujeres de extraordinaria va­ atención sobre la fuerza mágica de los mode­
lía espiritual, que vivieron en el entorno más los en la difusión de las modas, de las maneras
íntimo de Isabel la Católica: 1) La salmantina de pensar y de comportarse, en el cambio de
Beatriz Galindo (1475-1534), llamada la Lati­ los sistemas de vigencias y, por consiguiente,
na, maestra de latín de la misma Isabel la Ca­ en la adopción de los nuevos valores. «Una so­
tólica y de sus cuatro hijas. Viuda ya, se recogió ciedad, dice uno de ellos (Gabril Tarde), es un
en el convento de la Concepción jerónima de grupo de hombres que se imitan». Y señala una
Madrid. 2) La portuguesa, Beatriz de Silva, hoy de las principales leyes del comportamiento hu­
Santa (Ceuta 1425 + Toledo 1491), dama de mano, fundada en la jerarquía: «La imitación
honor de la madre de Doña Isabel (llamada va de superior a inferior»11.
también Isabel), fue fundadora de la Orden de Esta ley ya la había formulado la filosofía po­
la Inmaculada Concepción o franciscanas con- pular clásica en aquel célebre aforismo: «Ver­
cepcionistas, cuando ya Isabel la Católica co­ ba movent, exempla trahunt» (las palabras
menzaba a reinar. 3) Y, por fin, la vallisoletana mueven, los ejemplos arrastran).
Teresa Enriquez (Valladolid c. 1456 + Torri­ En nuestro caso, los tres modelos, con su cor­
jos [Toledo] 1528), llamada por el Papa Ju­ tejo de colaboradores, fueron muy por delan­
lio II «La loca del Sacramento» por su devo­ te en la renovación espiritual de la corte desde
ción a la Eucaristía, prima de Fernando el Ca­ donde se difundió el Renacimiento religioso
tólico y compañera inseparable de Doña Isabel a toda España.
en la Guerra de Granada, donde atendía incan­ De la Reina se ha escrito mucho y su fama
sable a los enfermos, heridos y necesitados, fun­ ha llegado a todos los confines. Vicente Ro­
dadora de conventos reformados (tres, entre dríguez Valencia ha recogido en tres volúme­
otros, de los de Beatriz de Silva). Era esposa nes los juicios que españoles y extranjeros han
de Gutierre de Cárdenas, Comendador Mayor emitido sobre ella12. Como botón de muestra
de León y pieza clave del reinado como Con­ quiero recordar sólo el de Juan de Palafox y
tador Mayor y Tesorero y como hombre de Mendoza, obispo de Puebla de los Angeles (Mé­
armas en la guerra de Zamora y de Granada. xico) y después de Burgo de Osma. Palafox
A él le cupo el honor en la memorable jorna­ quedó fuertemente impresionado precisamente
da de la rendición de Granada, el 2 de enero por la exquisita finura espiritual que se trans­
de 1492, de clavar en la Torre de la Alhambra parenta en las cartas de conciencia que la Rei­
el pendón de la Orden de Santiago, mientras
na escribió a su confesor: «Yo confieso que
Talavera colocaba la Cruz y el Conde de Ten-
cuando las leí, habrá como seis años, hice con­
dilla, Iñigo López de Mendoza, el estandarte
cepto de que eran tan parecidos estos dos na­
de los Reyes de Castilla.
turales entendimientos y espíritus de la Señora
Con estos hombres y mujeres que hemos Reina y de Santa Teresa, que me pareció que
mencionado como más representativos y otros si la Santa hubiera sido Reina, fuera otra Ca­
muchos que se movían en su órbita de influen­ tólica doña Isabel; y si esta esclarecida Prince­
cia se hizo el milagro de la España de los Re­ sa fuese Religiosa, que bien lo fué en las
yes Católicos. virtudes, fuera otra Santa Teresa. Y, habien­
La ejemplaridad y al mismo tiempo el ejer­ do vuelto ahora a leerlas por si me he engaña­
cicio de la autoridad, es decir la sugestión mo­ do, me he confirmado en el mismo dic­
ral y la imposición material se fundieron tamen»13.
íntimamente en el acto de imperar. Pero siem­ También Cisneros ha tenido buenos histo­
pre fue por delante el modelo. Esto lo expre­ riadores debido en parte a haber ocupado la
só con gran acierto Juan de Lucena, autor de Regencia de España. En cambio, Hernando de
la Vita Beata, impresa en Zamora en 1483, en
su Epístola exhortatoria a las letras, cuando di­ 10 Juan DE Lucena, Epístola exhortatoria a las Letras: Opús­
culos literarios de los siglos xiv a xvi, ed. A. Paz y Meliá, Bi­
ce: «Lo que los Reyes facen, bueno o malo, to­ bliófilos Españoles, Madrid 1892.
dos ensayamos de lo facer. ¿Jugaba el Rey? 11 Gaston Bouthoul, Las mentalidades, Barcelona 1970, p.
[Enrique IV]. Eramos todos tahúres. ¿Estudia 123.
12 Vicente Rodríguez Valencia, Isabel la Católica en la
la Reina? [Isabel la Católica], Somos agora es­ opinión de españoles y extranjeros, 3 tomos, Valladolid 1970.
tudiantes» 10. 13 Ibidem, tomo II, p. 11.

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Talavera, verdadera Eminencia gris durante la lebres monasterios de Valparaíso, Moreruela
primera mitad del reinado de los Reyes Cató­ y San Martín de Castañeda, unidos a la Ob­
licos, ha quedado siempre en una discreta pe­ servancia el primero en 1485, el segundo en
numbra historiogràfica y es poco conocido aun 1494 y el tercero tardíamente en 1541: las mo­
en los ambientes cultos. Sin embargo, en mi numentales ruinas de Moreruela son todavía
opinión, a él se debe el primer impulso reno­ hoy una permanente acusación a la incuria es­
vador de España por su activa intervención en pañola, mientras que las del de Valparaíso
los momentos más decisivos de su tiempo, co­ —lugar del nacimiento del Rey San Fernando—
mo veremos después. Fue voluntad de Isabel ni siquiera pueden levantar su muda voz las
la Católica desde el primer momento el rete­ piedras desaparecidas, porque ya no existen.
nerlo junto a sí, porque, como dice Jerónimo En las dos poderosas Ordenes mendicantes
de Madrid, «creía [ella] que con su presencia —franciscanos y dominicos— sonó muy pronto
el Reino sería bien regido y, por consiguien­ la hora de la reforma. De tal manera que ya
te, de su estada en la Corte Nuestro Señor mu­ en 1477 cuenta la Observancia franciscana con
cho servido»14. más de 70 conventos sólo en Castilla. El con­
Pero en aquel Renacimiento espiritual no se vento de San Francisco de Zamora que se ha­
partía de cero. Ya hacia 1470 estaba práctica­ bía agregado a la reforma en 1444, fue la cabeza
mente asentada en España y sobre todo en Cas­ de la Observancia de Castilla como el de San
tilla la reforma de las Ordenes religiosas, de Lorenzo de Santiago lo fue de Galicia.
donde se iban a difundir al resto de la socie­ Los dominicos encuentran su valedor más
dad española. Unas corrientes habían venido autorizado en el vallisoletano Fr. Juan de Tor-
de Europa como la de la Devotio moderna, quemada (1388-1468), quien desde el cardena­
otras tuvieron su origen en España. En este lato hizo que el convento de San Pablo de
proceso de la reforma de la Iglesia se comprue­ Valladolid se convirtiera en el foco irradiador
ba una vez más la constante histórica de que de la renovada espiritualidad, apoyándose en
toda la renovación espiritual ha partido gene­ el impulso benedictino de San Benito de Va­
ralmente de abajo arriba. Raramente de arri­ lladolid y luego, a partir de 1475, en el favor
ba abajo. Después con el tiempo se obtiene el de Isabel la Católica. Desde allí logra conquis­
refrendo, unas veces de la autoridad real, otras tar para la reforma el baluarte más decisivo de
de la jerarquía eclesiástica, aunque ésta termi­ la Provincia de España, San Esteban de Sala­
na siempre por confirmarla. Así sucede con los manca, plantel de la intelectualidad dominica­
jerónimos una de las Ordenes hispánicas más na. Los Reyes y la nobleza española no se
influyentes de aquel tiempo, cuya edad de oro sintieron ajenos a estas corrientes espirituales
se alcanzó en los siglos XV y XVI para desapa­ que especialmente con el clima favorable de los
recer después prácticamente con la Desamor­ Reyes Católicos alcanzaron las cotas más al­
tización. Y lo mismo sucede con las demás tas de su espiritualidad15.
Ordenes religiosas.
Para Marcel Bataillon, «aquí, en la reforma
La Observancia benedictina de la Congrega­ del clero regular, está una de las causas del pro­
ción de San Benito de Valladolid logró dar ci­ digioso empuje de las Ordenes monásticas y
ma a su colosal empresa restauradora a mitad especialmente de las mendicantes: a los ojos de
del siglo XV bajo la protección de la Corona. una sociedad en que la preocupación por la sal­
También los monjes del Cister consiguen dar vación es más viva que nunca, aparecen estos
con firmeza sus primeros pasos en Toledo con frailes como los verdaderos representantes del
Fr. Martín de Vargas, quien en 1434 obtiene ideal cristiano»16. *
la bula Ad decorem de Eugenio IV para después Queda, pues, patente que, «el más formida­
extender la reforma por España bajo la depen­ ble empuje del espíritu evangélico desde la
dencia del abad de Poblet, cuna de la Obser­ constitución de la Iglesia» se había ido prepa­
vancia del Cister en España. Esta Orden tuvo
en Zamora una espléndida representación en 15 JOSÉ García Oro, Conventualismo y Observancia. La re­
el famoso triángulo cisterciense de los tres cé- forma de las Ordenes religiosas en los siglos XV y XVl: Historia
de la Iglesia en España, dir. por R. García Villoslada, tomo III,
l.°, BAC, Madrid 1980, pp. 234-267.
14 JERÓNIMO DE Madrid, Breve summa de la sancta vida del 16 MARCEL Bataillon, Erasmo y España, Fondo de Cultu­
religiosísimo Fr. Hernando de Talavera: B.N. Madrid, MS 2042. ra Económica, México 1950, pp. 4 y 2.

32
rando a lo largo de todo el siglo XV. Esa fue No olvidemos que Juan se llamó su padre, Juan
la gran reforma de la Iglesia que encuentran y Juana se llamaron sus hijos y a San Juan ha­
los Reyes Católicos. bía de dedicar como exvoto la iglesia de San
Juan de los Reyes de Toledo por la victoria de
Peleagonzalo.
n. LOS PRIMEROS PASOS DEL CAMBIO Retocó Talavera los textos de ambas piezas
y se los envió inmediatamente a Doña Isabel.
Sobre ese sólido fundamento espiritual se El primero se titulaba: Collación muy pro­
construyó la España nueva de Isabel, de Tala- vechosa de cómo se deben renovar en las ánimas
vera y de Cisneros. El gran acierto de Isabel todos los fieles cristianos en el santo tiempo del
y de su equipo consistió en haber sabido aglu­ Aviento, que es llamado tiempo de renova­
tinar todas esas energías latentes que ya exis­ ción... 18. Y el segundo Breve tratado de loores
tían en el seno de la sociedad y en haberlas del bienaventurado Sant Juan Evangelista... abo­
orientado hacia un mismo fin identificando su gado de Doña Isabel, que quedó «engolosina­
propio proyecto con las profundas aspiracio­ da, dice Fr. Hernando al comienzo de la parte
nes de la sociedad. Aquí se descubrió su indis­ tercera, del buen sabor y suavidad que vues­
cutible talento político: saber sumar y no tro real y sano paladar sintió y halló en la Co­
restar; saber sintonizar con los valores positi­ llation del Aviento de cómo a manera de águila
vos de su tiempo y no con los desvalores ne­ [símbolo de San Juan] nos avernos de
gativos que la despedazaban, entendiendo que renovar»19.
los pueblos progresan por las virtudes, no por La palabra renovación tenía en el alma de Isa­
los vicios. bel, en aquellos momentos aurórales, una re­
Aquí se cumplió una de las leyes fundamen­ sonancia completamente inédita.
tales de la Historia que tan magistralmente for­ Talavera es consciente —y naturalmente la
muló Ranke y tan lamentablemente ignoran Reina también— de que esta renovación espi­
los políticos mediocres: «Lo más grande, dice ritual había que incorporarla necesariamente
él en la Historia de Inglaterra, que le puede al gobierno político de la nación. Por eso dice
acontecer al hombre, es sin duda defender en él: «Bien veo yo que es de hacer muchas gra­
sus propios intereses los intereses generales. En­ cias a Nuestro Señor, que, como a su vicaria
tonces se engrandece la existencia personal con­ y grand comisaria, vos da spiritu de devoción
virtiéndose en un momento de la Historia con que por esta via gostés cuán suave es ese
universal»17. mesmo Señor. Lo cual es mucho menester pa­
La necesidad de un cambio en aquella socie­ ra bien ejecutar sus veces y cumplir su comi­
dad, cansada de tanto desgobierno, coincidió sión»20. Es la primera vez que en tiempos de
con el espíritu renovador que animó a Doña los Reyes Católicos se empleó aplicándolo al
Isabel, perteneciente a una generación joven en Rey el título de «vicario» de Dios en la tierra,
su fase ascendente, desde el primer momento que ya antes lo habían afirmado las Cortes de
de su reinado. Y aquí es donde comienza a in­ Olmedo de 1441 y antes las leyes de las Parti­
tervenir decisivamente la persona de Hernan­ das, en el sentido de que todo poder temporal
do de Talavera. viene indirectamente de Dios, pero no de que
En el primer domingo de Adviento de 1475, sea de derecho divino21.
3 de diciembre, el Prior de Prado había teni­ Así, pues, la renovación interior tenía que
do un sermón a los monjes de su monasterio ser el motor, como en efecto lo fue, de la re­
sobre la renovación espiritual exigida por aquel novación exterior. Un tratado espiritual de Ta­
tiempo litúrgico. En cuanto se enteró la Rei­ lavera se convertía así en el código de gobierno
na (que entonces lo acababa de escoger por con­ de la nación española.
fesor) de tal sermón, le pidió inmediatamente
18 JOSÉ Amador DE los Ríos, Historia crítica de la Litera­
una copia tanto de dicho sermón como de un
tura española, tomo Vil, Madrid 1865, pp. 541-561.
tratado que acababa de componer en loor del 19 Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdeano, Ms 332,
Apóstol San Juan, patrono y abogado de la Rei­ fol. 1.
20 Ibidem, fol. 30.
na, cuya fiesta se celebra el 27 de diciembre.
20 José Antonio Maravall, Estado moderno y mentalidad
social, Rev. de Occidente, tomo I, Madrid 1972, pp. 259-261;
17 FRIEDRICH MEINECKE, El historicismo y su génesis, Fondo Idem, Teoría española del Estado en el siglo XVII, Madrid 1944,
de Cultura Económica, México 1983, p. 502. pp. 196-200.

33
Otro ejemplo del influjo de las ideas reno­ cas. Mandar al Comendador Mayor que dé
vadoras de Talavera sobre el estilo de gobier­ libre audiencia, a lo menos martes y y viernes,
no de la Reina lo tenemos en un Memorial que etc. Mandar que él y el doctor de Villalón y
le dio el Prior de Prado sobre el modo de des­ Hernán Dálvarez se junten lunes y miércoles
pachar los asuntos. y sábado a las tres horas a despachar peticio­
Fr. Hernando, profesor de Filosofía Moral, nes. Mandar a los fiscales que juntamente vean
con un acusado sentido ético de la conducta las pesquisas y hagan la relación y persiguan
humana, del valor del tiempo, del orden, de lo que se hallare que ha menester emienda y
la limpieza, del modo de vestir y de calzar, de castigo. Oir las consultas del Consejo martes
la prudencia en las palabras y, en general, de a las cuatro. Oir las consultas del contador ma­
las virtudes morales, sabía perfectamente cuá­ yor el miércoles a esa hora. Oir las consultas
les eran los puntales de una reforma eficaz de de los memoriales el jueves a la hora. Oir al
la Administración: la selección de las personas Prior de Prado el lunes a la hora. Oir a los fis­
más idóneas en los mayores cargos de gobier­ cales el viernes a la hora. Firmar, martes y jue­
no; la organización y distribución del trabajo ves y sábado una hora. Ver cada noche la
bajo la supervisión constante de la Reina; y la manga y distribuir las cartas y peticiones, las
dedicación abnegada a las tareas cotidianas del de Roma, las del Andalucía, las de Navarra y
gobierno. de Galicia a Hernán Dálvarez de Toledo. Las
Pero mejor será oír el texto de Talavera sin de la Inquisición e la de limosnas y mercedes
omitir la introducción, en donde condensa en a Alonso Dávila. Otras a Diego de Santander.
pocas líneas toda una teoría del arte de reinar. Otras al Doctor Rodrigo Maldonado. Haya ca­
«Aunque nuestro glorioso Padre Sant Geró­ da uno dellos lugar de consultar una palabra
nimo dice que la habla tiene más fuerza que cada que fuere necesario»22.
la escriptura, y es así verdad que imprime y Talavera por razón de su cátedra de moral
mueve más y aun más lo que se ve que lo que y por su oficio como Prior y Visitador Gene­
ral de los jerónimos, era teórica y prácticamen­
se oye, pero, porque la habla pasa y la escrip­
tura permanece y dura, pensé presentar a Vra. te un hombre pragmático y ejecutivo y, en
Alt. por escrito mi pobre parecer de la orden aquellas circunstancias extraordinarias en que
y manera que podría tener en el despacho de le tocó actuar, estaba seducido por el ideal de
una España renovada, porque sin ideal, sin ese
los negocios para que su muy excelente alma
viviese leda y descansada y su serenísima con­ órgano constitutivo de la vida, no se puede vi­
ciencia descargada y su real persona aliviada vir ni obrar, y tenía afortunadamente unas
y espedida para tomar las recreaciones y pasa­ ideas muy claras sobre lo que debía ser una ad­
ministración eficaz, responsable y justa: una
tiempos necesarios a la vida humana y aun para
burocracia mínima que fuera medio y no fin;
más libremente vacar a las arduas ocupaciones
rapidez y no pereza; ayuda y no rémora. To­
que de necesidad vuestra muy alta inteligen­
do eso se vislumbra en el Memorial. En su Or­
cia y real mano han muchas veces de expedir.
den fue organizador y reformador y a la
Pues, hablando con la humildad y reverencia
administración pública aplicó los mismos cri­
debida a Vuestra Real Majestad, me parece que
terios de eficacia organizadora y reformadora.
para lo susodicho aprovecharían cuatro cosas:
Se ha dicho que los grandes reformadores han
distribuir y encomendar los negocios a perso­
sido hombres tímidos23. *No sé si esta tesis
nas idóneas; mandarles que se desvelen en la
puede aguantar una crítica seria al hacer un aná­
expedición de ellos; fiar osadamente délias; y
lisis de cada uno de los grandes reformadores
que tenga V. M. constancia insuperable, como
de la Historia. Yo diría, fijándome en nuestro
la tiene en otras cosas, bendito él que ge la dió,
caso, que para ser reformador se requieren tres
en guardar las pocas y breves horas que, para
cosas: una fina sensibilidad para captar los de­
echar el sello a todo V. A., ha de ocupar cada
sajustes y disfunciones de una sociedad o de
semana.
Dígolo más particularmente. Mandar a los 22 Copia de un Memorial de Hernando de Talavera para
del Consejo de la justicia que despachen libre­ la Reina cerca de la orden que debía tener en el despacho de
mente y sin consultar las cosas que no fueren los negocios: CODOIN, tomo 36, Madrid 1860, pp. 566-567,
(AG. Simancas, Estado, Leg. 1, 2.°).
arduas, o por V. A., para que con ella se con­ 23 ERNST Kretschmer, Hombres geniales, Ed. Labor, Barce­
sulten reservadas; y éstas debrían ser muy po­ lona 1961, p. 141.

34
una institución en función de su tiempo; una tando así dispuestas las cosas de la Monarquía
personalidad segura de sí misma e independien- ' y todas presentes a S. M., se gobiernan con tan­
te; y una gran energía de carácter. Pero de nin­ ta prudencia y quietud que, en más de cien años
guna manera, en mi opinión, el ser tímido es que se levantó, apenas se ha visto un descon­
un requisito del gran reformador. cierto grande, con ser un cuerpo ocasionado
En todo caso, no considero tímido a Fr. Her­ a él por la desunión de las partes»25.
nando de Talavera. Sensible, sí. Tampoco fue Lo que entonces necesitaba la Administra­
ambicioso ni se encumbró al tablado de la po­ ción española era una reorganización a fondo.
lítica por vocación ni por el placer demonía­ Y Talavera era ciertamente un buen organiza­
co por ese juego de azar que es el mando, sino dor. La guerra civil —que como todas las gue­
a requerimiento insistente de la soberana. Por rras fue uno de los grandes motores del
eso, cuando pudo, que fué después de la toma cambio— y la difícil postguerra con las graví­
de Granada, se retiró prácticamente de la es­ simas secuelas de la carestía de recursos mate­
cena política y se dedicó exclusivamente a la riales impusieron un ritmo y un estilo de vida
difícil tarea pastoral de velar por la conversión más tenso, a que no podían responder las an­
y adoctrinamiento de la población mora y mo­ teriores estructuras. Además con la victoria mi­
risca de aquel reino moro granadino. litar se había logrado un fortalecimiento del
Tal vez la anécdota, si no es leyenda —da poder real que consiguientemente propiciaba
igual— que mejor defina su espíritu indepen­ todos los cambios necesarios.
diente y su temperamento firme y tranquilo Talavera de una manera callada y casi anó­
—nada tímido— sea la primera confesión que nima atendió con acierto a los centros neurál­
tuvo la Reina con su confesor. Por lo visto, gicos de la Administración sobre todo en la fase
era costumbre que, al confesarse los Reyes, se tan problemática y decisiva del despegue ini­
pusieran de rodillas tanto el confesor como el cial (un buen comienzo, es la mitad del todo),
regio penitente. El nuevo confesor, en cambio, a saber: la selección de las personas, tanto pa­
se sentó en el banquillo para oír a la Reina y ra la Corte como para fuera de ella; la activa­
ésta le advirtió el estilo diciendo: «Entrambos ción de la Cruzada contra los moros que había
hemos de estar de rodillas». A lo que respon­ de galbanizar las energías nacionales y liqui­
dió el confesor: «No, señora. Yo, sentado y dar las luchas intestinas; el saneamiento de la
V. A. de rodillas, que éste es el tribunal de Dios Hacienda pública especialmente con la ejecu­
y yo hago aquí sus veces». La Reina calló y obe­ ción de las Declaratorias sobre reducción de ju­
deció. Y cuentan que después dijo: «Este es el ros y mercedes —una de las operaciones más
confesor que yo buscaba»24. Se non é vero, é espinosas de todo el reinado—; y, por fin, la
bene trovato. reforma del clero secular a partir del Concilio
Saber escoger a los hombres más capaces e de Sevilla de 1478 que, aunque lenta, había de
incorruptos para los niveles más altos del go­ llegar a los tejidos más alejados del organismo
bierno y después, bajo la vigilante mirada del nacional.
príncipe, fiarse de ellos «osadamente», es el se­ Así se comenzó a abrir, por entre dificulta­
creto de los grandes hombres de Estado. To­ des sin cuento, el anchuroso camino de la Mo­
dos nuestros estadistas políticos han conside­ dernidad.
rado este punto como la clave del buen gobier­
no y lo que le había de dar su clásica consis­
tencia administrativa a España durante siglo y III. ZAMORA, ESCENARIO DE
medio. Desde la perspectiva del siglo XVII, Saa­ LA ACCION DE TALAVERA
vedra Fajardo enjuiciaba así ese período: «Es-
Son conocidas de todos las alternancias de
24 Pedro DE A. Suárez, Vida del venerable D. Fray Hernan­ la guerra de sucesión que asoló a Castilla y par­
do de Talavera, Madrid 1866, pp. 57-58. Sigüenza describe así
el carácter de Talavera: «Tenía una condición suave, amorosa ticularmente a Zamora, a la muerte de Enri­
y no le era esta natural (porque era colérico), sino adquirida con que IV (11 diciembre 1474).
grande estudio y cuidado de domar sus pasiones. Así jamás se A favor de Doña Juana de Castilla (Madrid
enojaba ni apresuraba ni perdía aquel reposo y madureza que
es don propio de los santos. Con esto llevaba a sus súbditos con 28 febrero 1462 + Lisboa 1530), hija de la Reina
suavidad a todo lo que quería...» (JOSÉ DE SlGÜENZA, Historia
de la Orden de San Jerónimo: Nueva BAE, tomo I, Madrid 1907, 25 D. Saavedra Fajardo, Empresas Políticas, ed. Q. Aldea,
p. 293). tomo II, Madrid 1976, p. 562. (Empresa 57).

35
y de Enrique IV, llamada la Beltraneja por su­ los despojarían de sus víveres y enseres para
ponerla hija de Don Beltrán de la Cueva y no el terrible menester de la guerra.
del Rey, estaban su tío el Rey Alfonso V de El Rey de Portugal volvió de nuevo a Za­
Portugal y, juntamente con otros nobles cas­ mora el 19 de febrero de 1476 y estableció su
tellanos, el belicoso arzobispo de Toledo, Al­ campamento, no dentro de la ciudad, sino en
fonso Carrillo de Acuña, antes decidido el convento de San Francisco, que estaba y es­
partidario de Doña Isabel. tá en la margen izquierda del río, en el barrio
Por Doña Isabel estaba la mayoría de las ciu­ de Cabañales, frontero al famoso puente de pie­
dades y de la nobleza, a la cabeza de las cuales dra. Este antiguo convento de franciscanos
figuraba el Cardenal de España Don Pedro donde entonces se fabricaba el paño para to­
González de Mendoza, hijo del famoso poeta, dos los frailes de la Orden en Castilla, se ha
el Marqués de Santillana. convertido hoy, por una de esas querencias sub­
conscientes de la Historia, en sede de un Insti­
El desenlace cruento de ese drama iba a te­
tuto hispano-portugués, donde afortunada­
ner lugar en la verdegueante y pintoresca ri­
mente vamos a tener la oportunidad de poder
bera Sur del Duero, entre Zamora y Toro. Un
estrechar más los lazos fraternos de nuestros
monumento celebra la fecha memorable del 1
dos pueblos hermanos28.
de marzo de 1476.
Pues bien, de las tres intervenciones de Ta­
El 5 de diciembre de 1475 Don Fernando ha­ lavera relacionadas con aquella guerra, dos tie­
bía logrado entrar en Zamora tras la ocupación nen lugar en esta nuestra tierra de Zamora,
del puente, gracias a una hábil estratagema. En razón por la cual me permito detenerme en
el Castillo, cercado desde el 4 de diciembre ellas por esa misteriosa afinidad que tienen la
de 1475 hasta el 19 de marzo de 1476, resis­ geografía y la historia. Saber ver es uno de los
tían, sin embargo, algunas tropas del Rey Al­ sentidos más exquisitos del hombre. Contem­
fonso V, que aquel mismo día por la mañana
plar el extraño dramatismo del paisaje, la red
había juzgado más seguro refugiarse en Toro. de sus caminos y puentes, que forman el siste­
Don Fernando se alojaría probablemente en ma venoso por donde ha circulado la vida de
el palacio de su pariente el Conde de Alba y tantas generaciones, las ciudades abigarradas co­
Aliste, hoy Parador Nacional. mo las de Zamora y Toro con su silueta que­
Doña Isabel, dando muestras de ese «aliento brada sobre la línea mansa del horizonte vista
viril, que por uno de esos trastrueques tan fre­ desde el mediodía, los monumentos antiguos...,
cuentes en el misterio de la herencia faltó a su contemplar todo eso a través del prisma de la
mísero hermano Don Enrique»26, se había historia, tiene un encanto indefinible y le da
trasladado de Valladolid a Tordesillas para es­ al historiador o al turista la clave para enten­
tar más cerca del teatro de operaciones, a la es­ der muchas veces el alma de las cosas y de los
pera impaciente de las noticias que le llegasen
de todas las posiciones comprometidas, y to­ 28 He querido comprobar la versión de los hechos que da
mar las medidas más urgentes sobre la marcha. Gonzalo de Illescas, el primer historiador español de la Histo­
ria de los Papas, por haber sido abad de la iglesia de San Fron­
Desde allí dio orden al Duque de Villahermo- tis, próxima al convento de San Francisco. Pero sólo alude a
sa, hermano de su esposo, y al Conde de Tre- la situación geográfica del alojamiento de Alfonso V, cuando
viño, Pedro Manrique, «que luego fuesen con dice: «El camino que el Rey Don Alonso debiera tomar (si te­
nía gana de socorrer a sus cercados y de venir a batalla) era por
1.000 hombres de a caballo a se aposentar a la este cabo de Duero hacia Valladolid, porque allí está la fortale­
villa de la Fuente el Saúco, que es a cinco le­ za [el Castillo de Zamora] y junto a ella estaba alojado nuestro
guas de do estaba el Rey de Portugal, para la campo, aunque lo más dél estaba dentro de la ciudad. Pero él
tomó el camino de la otra parte del río, hacia Sayago, tan im­
guerrear e quitar los mantenimientos que vi­ pertinentemente que ni podía socorrer a los suyos ni necesitar
niesen a su real»27. Todos los caminos que a los nuestros a pelear» (GONZALO DE ILLESCAS, Historia Pon­
unían Fuentesaúco con Zamora y con Toro tifical y Católica, Segunda Parte, 5.a edición, Madrid 1652, p.
193). El escribía en Dueñas (Palència), donde imprimió la Pri­
y las villas y pueblos circunvecinos de la capi­ mera Parte de su Historia en 1565. La Segunda, que es ésta, en
tal por donde pasaban estarían infestados por Salamanca en 1573. Al escribir en su pueblo natal, Dueñas, donde
vivanderos y tropas de una y otra parte que tenía también un beneficio eclesiástico, la margen izquierda del
Duero le quedaba «de la otra parte del río, hacia Sayago». Por
junto a San Frontis sale en efecto el camino de Sayago. Sobre
26 Gregorio MaraÑón, Ensayo biológico sobre Enrique IV Gonzalo de Illescas véase la primera biografía en español que
de Castilla y su tiempo, Espasa-Calpe, Madrid 1934, pp. 202-203. le dediqué en el Diccionario de Historia Eclesiástica de España,
27 F. del Pulgar, Crónica, I, p. 198. CSIC, tomo II, Madrid 1972, pp. 1190-1191.

36
pueblos. Por eso me detengo en esas tres in­ de paz a dar «una suma de oro que fuese razo­
tervenciones del confesor de la Reina que fue­ nable e aun sufriría que fuese excesiva por re­
ron las siguientes: dimir estos reinos de las guerras y trabajos en
que el Rey de Portugal injustamente los había
1. Un intento de concordia entre los Reyes
puesto»30. Pero «ni un solo palmo de tierra»,
de Portugal y de España.
de lo que su padre le había dejado, consentiría
2. La recogida de la plata de las iglesias pa­
ella enajenar.
ra hacer frente a los gastos de la guerra.
Pasadas las fiestas de Navidad se repitieron
3. Y, por fin, el Tratado de las Tercerías
de nuevo los intentos de paz y en el mes de
(1479), que ponía fin a la guerra de sucesión
febrero, cuando Alfonso V estaba ya en el con­
resolviendo el destino final de la infeliz Doña
vento de San Francisco, se pactó un plan para
Juana a sus 17 años de edad.
entrevistarse en secreto Don Alfonso V y Don
Fernando a altas horas de la noche teniendo
1. Intento de concordia entre los sólo como testigos dos acompañantes cada uno,
dos Reyes el frío intenso del invierno y las rumorosas
aguas del río.
Uno de los principios que regían las relacio­ Oigamos cómo nos lo cuenta Fernando del
nes internacionales de la Cristiandad en aquel Pulgar: «Estando el rey de Portugal en aquel
tiempo, era el de mantener la paz entre los prín­ lugar, tratóse muy secretamente que el Rey y
cipes cristianos y emprender juntos la guerra él se viesen, por ver si se pudiese hallar entre­
contra el Turco y el Islam. dós algunas formas de paz e de concordia. Pa­
En esa noble empresa de pacificación tuvo ra lo cual el Rey de Portugal fiase su persona
parte activa Hernando de Talavera. Varias ve­ en el seguro que el Rey le fiziese e pasase el
ces desde el principio de la guerra se había in­ rio en un barco con dos omes solos, y el Rey
tentado llevar el pleito sucesorio por la vía le esperase en la otra parte con otros dos, e que
jurídica de la negociación. Pero este propósi­ allí se hablasen e concordasen; porque cada uno
to siempre había fracasado. En algunas tomó dellos entendía que le venía bien la concordia,
la iniciativa el gran Cardenal de España, sobre por las grandes necesidades que de la discor­
todo cuando vio el descontento que reinaba dia a cada uno cada día nascían. En este trato
entre los seguidores del Rey de Portugal. «El entendió don Enrique Enriquez, tío del Rey,
Cardenal de España, dice Pulgar, que fué in­ e su mayordomo mayor.
formado destas cosas que pasaban entre el Rey E acaesció que el Rey de Portugal, la noche
de Portugal e aquellos caballeros [castellanos], señalada para las vistas, entró en un barco con
pensó que sería tiempo conveniente de fablar dos ornes solos. E, como movió para pasar pa­
en alguna concordia. E envió su mensajero se­ ra la otra parte del río, donde el Rey le espera­
cretamente a hablar con el Rey de Portugal pa­ ba, el barco donde iba se finchió de agua.
ra le atraer a algún trato de concordia. El cual, Constreñido por el peligro que vido, se tornó
considerando que las cosas que veía presentes e no osó ir más adelante fasta aver otro barco.
no correspondían a las que pensó al tiempo de E envió otro día a decir al Rey, con una per­
su entrada en Castilla, respondió al Cardenal sona religiosa que trataba aquella vista, el im­
que le placía de venir en partido de concordia, pedimento que aquella noche ovo, por el cual
si le dejasen las ciudades de Toro e de Zamora no pudo pasar a verse con él. E quedó asenta­
que él tenía e le diesen el reino de Galicia para da la vista para la otra noche siguiente, la cual
juntar con su reino. E así mismo demandaba se asentó para la una ora después de media no­
una gran suma de dineros, porque se dejase de che. El Rey, según fué acordado, vino al lugar
aquella recuesta»29. de la ribera do avía de esperar al Rey de Por­
Con esto Portugal alargaría su territorio por tugal e estándole esperando a la ora entre ellos
el Norte hasta el Mar Cantábrico y se exten­ asentada, el reloj de la ciudad que estaba erra­
dería por el Este hacia la fértil vega del Due­ do, dió las tres oras deviendo dar la una. E co­
ro. La Reina Isabel estaba dispuesta por bien mo el Rey pensó que se avía tardado e,
considerando que el Rey de Portugal devría ser
29 Fernando DEL Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, venido e que se avría vuelto porque no le avía
ed. de Juan de Mata Carriazo, tomo I, Espasa-Calpe, Madrid
1943, p. 149. 30 L. c.

37
fallado, acordó de se volver luego a su palacio, más, no parece que ésta hubiera sido la prime­
porque sus guardas no le sintiesen andar a aque­ ra vez que Talavera dialogaba con la Corte por­
lla hora por aquellos lugares do andaba. El Rey tuguesa, a juzgar por las últimas palabras de
de Porgutal, a la hora asentada, pasó en el bar­ Pulgar que acabamos de citar.
co a la parte de la ciudad, al lugar de la ribera Esto supuesto, de la curiosa relación de Pul­
do pensó hallar al Rey. E, visto que no estaba gar sobre la frustrada entrevista, se deducen tres
allí a la hora ni en el lugar entre ellos asenta­ cosas: primera, que Zamora tenía un reloj pú­
do, volvió para su real. E acordó de no volver blico, instalado probablemente en la torre de
tercera vez, considerando que aquellos estor­ la catedral; segunda, que el latido de ese cora­
bos eran por algún misterio. zón metálico del tiempo andaba bastante des­
Muchas cosas que se fablaron e trataron en­ concertado; y tercera, que la paz y la concordia
tre estos dos reyes sobre esta materia se dejan entre ambos contendientes fracasaron por causa
de poner en esta Corónica, porque no ovieron del reloj de Zamora. Pulgar vio en esto la ma­
efecto»31. no de la Providencia, porque el pleito aquel
¿Quién fue esa «persona religiosa» que orga­ no se iba a dirimir con la negociación pacífi­
nizó la entrevista de los dos soberanos? Sos­ ca, sino con el choque de las armas. Unos días
pecha con razón Francisco Márquez Villanueva después de este intento, a la media noche de
—y yo estoy de acuerdo con él— que se trata aquel lluvioso 1 de marzo de 1476, terminaría
del Prior del Monasterio de Prado, ya que co­ la batalla de Peleagonzalo. De allí, dice Andrés
mo dice Pedro de Baeza, Talavera «entonces Bernáldez, volvió el Rey Don Fernando con
era el principal en todos los negocios del Rei­ mucha honra vencedor e fizo cuenta que en
no»32. Y Jerónimo de Madrid añade que «no aquella noche Nuestro Señor le había dado a
se meneaba ni hacia cosa de peso sin su conse­ toda Castilla»35. Aunque militarmente no fue
jo y parecer»33. Y este negocio era de gran una victoria completa, sí fue una gran victo­
trascendencia. ria política, porque desde entonces todos los
A esa misma persona y en los mismos tér­ rivales de Doña Isabel comenzaron a ceder.
minos crípticos, habituales en Pulgar, alude éste
cuando refiere la ida secretísima de Fernando
el Católico desde Burgos hacia Zamora en los 2. Recogida de la plata
primeros días de diciembre de 1475. «Y esto,
dice Pulgar, se trató tan secretamente que nin­ La segunda intervención de Talavera en tie­
guno entendió en ello sino solamente el Rey rras zamoranas fue con ocasión de la recogida
e la Reina y el Cardenal Mendoza y una per­ de la plata de las iglesias. Tarsicio de Azcona
sona religiosa que lo trataba»34. Es muy difí­ ha sido el primero en descubrir este precioso
cil que esta persona religiosa sea otra que filón de la contribución económica de las igle­
Talavera, que estaba en todo. sias de Castilla al sostenimiento de la guerra
Por otra parte como Visitador General de de sucesión. Es una parte episódica, pero muy
los Jerónimos tenía Talavera jurisdicción so­ significativa en el modo y en la forma de cola­
bre todos los monasterios de la Orden y pre­ boración de la Iglesia a la unificación nacional.
cisamente a pocos kilómetros al Norte de Las guerras, todas las guerras necesitan tres
Zamora se hallaba el famoso monasterio de cosas: dinero, dinero y dinero. También aquella
Montamarta, donde bajo su supervisión se al­
macenó la plata de las iglesias recogida para la 35 Andrés Bernáldez, Memorias del reinado de los Reyes
guerra. Sin duda él iría de un lugar a otro sin Católicos, ed. M. Gómez-Moreno, Madrid 1962, p. 59, cap. 23.
ninguna dificultad, primero por razón de su Termina la relación Bernáldez con un curioso dato hagiográfi-
co: «Fué este día de este vencimiento día de San Albín [S. Albi­
hábito, respetado por ambas partes, y después no de Anjou], confesor, del cual se hacía en Castilla fiesta menor
porque entonces no existían frentes estables de de tres lecciones. E el Rey y la Reina mandaron desde este día
guerra, como en los tiempos modernos. Es honrar su fiesta e facer fiesta mayor de nueve lecciones e segun­
da dignidad, como se faze hoy». También dice que el Cardenal
de España peleó con el roquete sobre el arnés. Don Fernando
31 F. DEL Pulgar, Crónica, I, pp. 199-200. se retiró a Zamora, donde llegó a la una de la noche. Al día
32 Francisco Márquez Villanueva, Investigaciones sobre siguiente, 2 de marzo, sábado, escribió desde Zamora la famosa
Juan Alvarez Gato, Madrid 1960, p. 106; Memorial Histórico Es­ carta en que anunciaba su victoria (FERNÁNDEZ Duro, Memo­
pañol, V, p. 507. rias Históricas de la ciudad de Zamora, tomo II, Madrid 1882,
33 Jerónimo de Madrid, Breve Suma, fol. 143. pp. 79-82; Luís Suárez Fernández, Los Reyes Católicos. La
34 F. del Pulgar, Crónica, I, p. 167. Conquista del Trono, Rialp, Madrid 1989, p. 178, nota 61.

38
lo necesitaba y mucho, porque los nuevos Mo­ La Iglesia de Zamora, a pesar de las devasta­
narcas se encontraron con un tesoro comple­ ciones sufridas por la guerra, contribuyó ge­
tamente exhausto y un territorio parcialmente nerosamente a la empresa nacional40.
ocupado por el enemigo. No había, pues, re­ No consta, que yo sepa, la suma total con
cursos económicos para continuar la guerra. que contribuyeron las demás diócesis de Cas­
Por eso se echó mano de una solución extre­ tilla que entonces eran 29. Ciertamente la Igle­
ma. También de esto nos informa Pulgar. «E sia de Toledo, con mucho la más rica, no
porque no tenían dinero para pagar sueldo a contribuyó con nada porque su arzobispo se
la gente de armas que con ellos estaban, pen­ encontraba en el bando contrario. El cabildo
saron por muchas maneras dónde lo podiese de Burgos entregó 400.000 maravedíes, de los
haber, porque les convenía sostener la guerra cuales 100.000 fueron en concepto de donati­
comenzada»36. Sometido este asunto a delibe­ vo gracioso41. Y los monasterios jerónimos de
ración de los miembros del Consejo «e cono­ Prado (Valladolid), es decir el de Fr. Hernan­
cido que a los perlados e clerecía placería dello», do, y el de Fresdelval (Burgos) entregaron
propuso éste que los Reyes pidieran la mitad 1.200.000 y 1.174.962 maravedíes respectiva­
de la plata de las iglesias con la condición de mente42, que se les devolvieron en 1487, a los
restituirla después en la misma o mayor canti­ doce años.
dad. «E toda la clerecía, dice Pulgar, conside­ Hay hechos que son más elocuentes que mu­
rada la necesidad de la guerra, de su voluntad chas palabras. Y aquí hay que reconocer que,
dieron la mitad de la plata que había en cada aun con todo lo que suponga de presión mo­
una iglesia»37. ¡Magnífico ejemplo de solidari­ ral la demanda de los Reyes, la Iglesia de Cas­
dad por el bien común! tilla en su conjunto estuvo a la altura de las
Al parecer el que hizo la propuesta en el circunstancias.
Consejo fue el mismo Hernando de Talavera
a juzgar por el estilo del razonamiento que hi­
zo a los Reyes y que reproduce Pulgar y so­ 3. Tratado de las Tercerías de Moura,
bre todo porque lo insinúa el mismo Talavera, 4 de septiembre de 1479
urgiendo a la Reina, dos años después, la resti­
tución de la plata recogida, en carta de 15 de A pesar del desmoronamiento del frente de
septiembre de 1477, en que le dice textualmen­ los partidarios de Doña Juana, la guerra no se
te. «Las iglesias claman por la paga de la plata. liquidaría mientras no se firmase un tratado de
Es mucho a mi cargo, porque sabe V. A., que paz y se resolviese jurídicamente el pleito su­
fui el primero que firmó que podrían pres­ cesorio de la rival de Doña Isabel, que, como
tarlo y aun de cuya firma mucho todos cre­ decía ésta, «era el todo de esta negociación»43.
yeron»38. Esto último se pactó en el Tratado de las Ter­
Tarsicio de Azcona ha logrado recoger los cerías o Tercerías de Moura (llamado así por
datos numéricos de las aportaciones de varias la villa donde tuvo lugar), firmado el mismo
diócesis castellanas y particularmente de las pa­ día que el Tratado de Paz de Alcaçovas, 4 de
rroquias de la ciudad de Zamora (26 iglesias), septiembre de 1479. En el Tratado de las Ter­
más las de siete pueblos circunvecinos, la pri­ cerías se trazó el destino de Doña Juana, a sa­
mera de las cuales es la parroquia de San Juan ber: régimen de tercería bajo la infanta Doña
de Gema que dio un marco, una onza y siete Beatriz, cuñada de Alfonso V y tía, por tanto,
ochavos de plata39. de Isabel; matrimonio con el príncipe herede­
El total de la aportación de Zamora, según ro de Castilla; y tercería también, a su vez, de
dicho autor, traducido en maravedíes, fue de la infanta Doña Isabel, hija de los Reyes Cató­
1.306.166 mrs. licos. En adelante Doña Juana debía dejar la
pretensión y el título de reina de Castilla; de­
36 Pulgar, p. 143 (cap. 45).
bía entrar en tercería a partir del 26 de octu-
37 Ibidem, p. 145.
38 PEDRO de Alcántara, del venerable D. Fray Her­ 40 Ibidem, pp. 262-266.
nando de Talavera, Madrid 1866: T. DE Azcona, Isabel la Ca­ 41 LUCIANO Serrano, Los Reyes Católicos y la ciudad de Bur­
tólica, p. 263, la da por desconocida. gos, CSIC, Madrid 1943, pp. 150-151.
39 T. DE Azcona, Isabel la Católica, p. 265. Por una errata 42 Tarsicio de Azcona, Isabel la Católica, p. 266.
el libro cita «San Juan de Perna» en lugar de «San Juan de Ge­ 43 Luis SUÁREZ Fernández, Documentos referentes a las re­
ma», como consta en el Archivo de Simancas. laciones con Portugal, volumen I, Valladolid 1958, p. 222.

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bre de 1479 y elegir o el matrimonio con el Y para colmo de irrisión y símbolo de la hu­
príncipe Don Juan de Castilla o un convento millación de Europa, el mismo Mohamed en­
como religiosa profesa, a no ser que prefiriese tró a caballo en la maravillosa basílica
continuar en tercería. Doña Juana se decidió constantiniana de Santa Sofía pateando cadá­
por hacerse clarisa en el convento de Coim­ veres. Hoy se quiere ingenuamente rectificar
bra. Comenzó el noviciado el 15 de noviem­ en un año sobre el territorio de los Balcanes
bre de 1479. Y, un año después, el 15 de los errores culposos cometidos durante varios
noviembre de 1480, cumplidos todos los requi­ siglos.
sitos canónicos, emitió la profesión religiosa Entonces un papa español Calixto III
ante los plenipotenciarios de Doña Isabel, Fray (1455-1458) convocó a Cruzada a toda la Cris­
Hernando de Talavera y el Doctor Alonso Ma­ tiandad fijando la fecha del 1 de marzo de 1456
nuel, ambos del Consejo de los Reyes Ca­ para la partida de las tropas. Los pueblos cris­
tólicos. tianos de Europa, salvo excepciones, respon­
Tanto de haber cumplido el año canónico dieron con la apatía y la indiferencia. Sin em­
de noviciado, como de querer hacer la profe­ bargo, había que actuar con rapidez, porque
sión religiosa con entera libertad y de haberla Mohamed II con 100.000 hombres y 300 pie­
emitido en efecto en presencia de dichos em­ zas de artillería atravesaba la Servia y ponía si­
bajadores y procuradores de los Reyes Católi­ tio a Belgrado, antemural de Hungría. Sólo un
cos, se levantó acta notarial. Fray Hernando puñado de valientes se alistó en la Cruzada.
de Talavera con una plática de circunstancias Tres Juanes fueron los hombres del momen­
cerró el acto, que sellaba definitivamente la paz to: el español Juan de Carvajal, legado ponti­
perpetua entre ambas Coronas. La guerra ha­ ficio; el predicador de la Cruzada San Juan de
bía terminado44. Capistrano; y el antiguo regente de Hungría,
Juan de Hunyadi, jefe supremo del ejército.
Dios les concedió la famosa victoria de Belgra­
IV. LA CRUZADA DE GRANADA do, el 22 de julio de 1456. Pero una sola victo­
ria no resolvía el problema.
De la feliz conjunción del espíritu de Cru­ Occidente, Europa, la Cristiandad —esos tres
zada de la Iglesia y de la enérgica voluntad de términos que expresan un mismo concepto—
los Reyes Católicos de llevar hasta el final la siguió tan insolidaria como siempre.
guerra contra los moros se hizo realidad aquel
Se ha magnificado la unidad plural de Euro­
sueño largo tiempo acariciado: la culminación
pa durante la Edad Media contraponiéndola a
de la Reconquista española. No había sido es­
los particularismos nacionales de la Edad Mo­
téril soñar a aquellos hombres, porque en úl­
derna, sobre todo a la realidad «naciones» del
timo término, como decía Shakespeare,
siglo XVII. Existen ciertamente en cada una de
«estamos hechos de la materia de los sueños».
nuestras naciones desde un principio dos di­
En España se logró lo que había fracasado en
mensiones fundamentales. Por una de ellas cada
Europa: la unión y convergencia de todas las
nación vive en la sociedad europea constitui­
fuerzas para la recuperación de la integridad
da por el gran sistema de usos europeos que
del territorio nacional.
solemos llamar Cultura Occidental.
El horizonte histórico en que sucede la to­
ma de Granada, a nivel europeo, fue fundamen- Por la otra, procede cada una comportándose
telamente el de la invasión turca por los según el repertorio de usos particulares, es de­
Balcanes, esa zona eternamente conflictiva y cir diferenciales. Pero, en mi opinión no se pue­
sin posible solución desde que Europa, vícti­ de decir que en los siglos pasados haya
ma de sus particularismos y carente de senti­ pendulado alternativamente entre lo europeo
do de su propia identidad, permitió que y lo nacional predominando unas veces la fa­
Constantinopla, la capital del Imperio de se europeista y otras la fase nacional. Europa
Oriente, la segunda Roma, la llave de Europa ha caminado siempre, desde la caída del Impe­
sucumbiera, aquel fatídico 29 de mayo de 1453, rio Romano hasta nuestros días, por una pen­
ante el asalto de los ejércitos de Mohamed II. diente progresivamente particularista. Y,
cuando la Iglesia, la única fuerza universal de
44 Luis Suárez Fernández, Documentos... volumen II, cohesión que entonces existía, trató repetida­
pp. 90, 93, 112, 120, 130, 131, 158, 259, 261, 268, 273... mente de unirla, fracasó en sus intentos. Y pa­

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ra colmo los antagonismos nacionalistas se posesión de su diócesis, tuvo que volver junto
acentuaron con el cisma religioso del siglo XVI a la reina, porque, según nos informa Jeróni­
cuando importantes bloques del Continente mo de Madrid, «como entonces andaba la gue­
europeo se separaron de la Iglesia católica. rra muy recia del reino de Granada, cuasi todo
Por fortuna, en España se hizo realidad lo se hacía y regía por su mano»47.
que en Europa no fue posible. La perspectiva de la próxima conquista del
La convocatoria de la Cruzada contra el tur­ reino moro estimuló a los Reyes Católicos a
co y el Islam, a que antes se había sustraído firmar un Concordato con la Santa Sede, seis
Castilla por tener en casa el peligro islámico, años antes de la toma de la ciudad, para asegu­
encontró inmenso eco dentro del territorio es­ rar de una vez para siempre el Patronato uni­
pañol e incluso no pocos voluntarios europeos, versal de los Reyes de España y el derecho de
atraídos e ilusionados por el ideal que no po­ presentación de todos los beneficios eclesiás­
dían realizar en sus patrias, se alistaron en las ticos de Granada, Canarias y Puerto Real. Es­
filas de los cruzados. Uno de ellos fue Pedro to se consiguió con la bula Ortodoxae Fidei, de
Mártir de Anglería, que rechazó, al llegar de 13 de diciembre de 1486. La larga historia de
Italia, el sueldo que le ofrecía Hernando de Ta­ esta institución patronal que había de regir la
lavera, en nombre de la Reina, para quedarse Iglesia española hasta nuestros días, pasando
en la Corte enseñando a los jóvenes, y esco­ desde el derecho de elección, de asentimiento
gió el duro oficio de soldado «mientras dure y de suplicación al de presentación llegó tam­
esta laudable guerra que préparais», como es­ bién a su culminación con la conquista de
cribía él a la Reina45. Granada.
Sixto IV firmó, el 13 de noviembre de 1479, De ahí se extendería a la Iglesia de Indias con
la primera bula de Cruzada a favor de la gue­ el mismo carácter universal y en el siglo XVIII
rra granadina, a poco de concluir las paces con se implantaría en toda España con el Concor­
Portugal, concediendo indulgencia plenaria a dato 1753. La Iglesia y el Estado se compro­
cuantos cooperasen a la guerra. metían de esta manera a elegir a las personas
Pero esto no bastaba. Hacía falta dinero. Por más dignas e idóneas para la administración de
eso, tres años más tarde, el 3 de junio de 1482, la Iglesia. Los Reyes cristianos de España con
los Reyes de España y el representante ponti­ esto se obligaban a una cierta espiritualización
ficio convinieron en desencadenar una ofensi­ y la Iglesia se sometía a una cierta
va combinada contra los infieles: el Papa tempor alización 48.
atacaría a los turcos en el Mediterráneo con una En conclusión, con Don Fernando y Doña
escuadra y los Reyes Católicos, a los moros en Isabel, a los que el Papa Alejandro VI con la
Granada. Una décima sobre los ingresos de los bula «Si convenit» de 19 de diciembree de 1496,
eclesiásticos de Castilla, Aragón y Sicilia con­ concedía por primera vez el título de «Reyes
tribuiría a pagar los gastos. Católicos»49, de manera parecida a como el de
Después con la bula del mismo Sixto IV, de Francia usaba el de «Cristianísimo», llegó la
10 de agosto de 1482, que ha de ser el modelo Iglesia a la máxima colaboración en la gran em­
para en adelante, y las de sus sucesores se ex­ presa de la regeneración política y de la recons­
tienden a todos los cristianos. trucción nacional.
Fueron nombrados Comisarios Generales y La cuestión puesta al principio de cuándo ha
Colectores del dinero de la bula Fr. Hernan­ latido el corazón de la Iglesia española por los
do de Talavera y Pedro Ximénez de Préxamo, destinos hondamente nacionales, queda clara­
deán de Toledo y futuro obispo de Badajoz46. mente respondida.
Con esto Talavera seguía en la vanguardia de
n Jerónimo DE Madrid, Breve suma de la santa vida...
la tutela de los intereses nacionales: la recon­ cap. VII.
quista de Granada. 48 QUINTÍN Aldea, Iglesia y Estado en el siglo XVII, Santan­

A pesar de haber sido nombrado obispo de der 1961, pp. 64-105; CONSTANCIO GUTIÉRREZ, La política re­
ligiosa de los Reyes Católicos; Miscelánea Comillas 18 (1952)
Avila el 26 de agosto de 1485, una vez tomada 227-269; ANTONIO Garrido Aranda, Organización de la Igle­
sia en el Reino de Granada y su proyección en Indias, CSIC, Se­
45 Pedro Mártir de Anglería, Epistolario, ed. J. López de villa 1979; Jesús Suberbiola Martínez, Real Patronato de
Toro: Documentos inéditos para la Historia de España, tomo Granada. El Arzobispo Talavera, la Iglesia y el Estado moderno
IX, Madrid 1953, p. 20. (1486-1516), Granada 1985.
46 JOSÉ Goni GaztambiDE, Historia de la bula de la Cruza­ 45 Eusebio Rey, La bula de Alejandro VI otorgando el títu­
da en España, Vitoria 1958, pp. 370-403. Es una obra indispen­ lo de «Católicos» a Femando e Isabel: Razón y Fe, 146 (1952) 59-75,
sable de consulta. 324-347.

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