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2 LA CONTAMINACIÓN POR NITRÓGENO

Y FÓSFORO EN SINALOA:
FLUJOS, FUENTES, EFECTOS
Y OPCIONES DE MANEJO

LA CONTAMINACIÓN POR NITRÓGENO Y FÓSFORO EN SINALOA:


FLUJOS, FUENTES, EFECTOS Y OPCIONES DE MANEJO
Federico Páez Osuna
Germán Ramírez Reséndiz
Ana Carolina Ruiz Fernández
Martín Federico Soto Jiménez

Serie
Lagunas Costeras de Sinaloa
Editor: Federico Páez Osuna

ISBN: 970-32-4958-9

9 789703 249589

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NO
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SECRETARÍA DE
Instituto de Ciencias MEDIO AMBIENTE Y
Universidad Nacional del Mar y Limnol ogía RECURSOS NATURALES
Autónoma de México
LA CONTAMINACIÓN POR NITRÓGENO Y
FÓSFORO EN SINALOA: FLUJOS, FUENTES,
EFECTOS Y OPCIONES DE MANEJO

Serie
Lagunas Costeras de Sinaloa

2
Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Nacional Autónoma de
México. Serie Lagunas Costeras de Sinaloa.
LA CONTAMINACIÓN POR NITRÓGENO Y
FÓSFORO EN SINALOA: FLUJOS, FUENTES,
EFECTOS Y OPCIONES DE MANEJO

Serie
Lagunas Costeras de Sinaloa

Federico Páez Osuna


Germán Ramírez Reséndiz
Ana Carolina Ruiz Fernández
Martín Federico Soto Jiménez
Universidad Nacional Autónoma de México
Dr. Juan Ramón de la Fuente Ramírez
Rector
Dr. Adolfo Gracia Gasca
Director del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología

El Colegio de Sinaloa
Dr. Jaime Labastida Ochoa
Presidente

Editor general de la serie


Lagunas Costeras de Sinaloa
Dr. Federico Páez Osuna

SEMARNAT-CONACyT
Proyecto: 2002-C01-0161
Responsable: Dr. Federico Páez Osuna

Primera edición, 2007


© Universidad Nacional Autónoma de México
Av. Universidad 3000, Coyoacán, México
Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Unidad Académica Mazatlán
Joel Montes Camarena s/n, Playa Sur, Mazatlán, Sinaloa, México.
ISBN: 970-32-4958-9
D.R. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización
escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Impreso y hecho en México
CONTENIDO
PREFACIO DE LOS AUTORES iii
1. Las cuencas y los recursos hídricos 1
1.1. Los recursos hídricos 1
1.2. El concepto de cuenca 7
1.3. El ciclo del nitrógeno 13
1.4. El ciclo del fósforo 20
1.5. Los humedales 24
1.7. Bibliografía 39
2. Las fuentes de contaminación 45
2.1. La contaminación puntual y no-puntual 45
2.2. La contaminación difusa como criterio para el manejo de las
cuencas 47
2.3. Bibliografía 52
3. Contaminación por nutrientes de las aguas costeras 55
3.1. Daños provocados por la contaminación de nutrientes 56
3.2. Procedencia de los nutrientes aportados a las aguas
costeras 61
3.3. Bibliografía 67
4. Caracterización de las cuencas de Sinaloa 71
4.1. Rasgos generales 71
4.2. El clima 72
4.3. Caracterización de las cuencas de Sinaloa 75
4.4. Bibliografía 80
5. Las lagunas costeras de Sinaloa como cuerpos de agua
receptores 83
5.1. Sistema lagunar Agiabampo 84
5.2. Sistema lagunar El Colorado 86
5.3. Sistema lagunar Ohuira-Topolobampo-Santa María 88
5.4. Sistema lagunar Navachiste-San Ignacio-El Macapule 91
5.5. Sistema lagunar Santa María-La Reforma 93
5.6. Sistema lagunar Altata-Ensenada del Pabellón 95
5.7. Sistema lagunar Ceuta 99

i
5.8. Sistema lagunar Estero de Urías 102
5.9. Sistema lagunar Huizache y Caimanero 105
5.10. Sistema lagunar Teacapán 107
5.11. Bibliografía 109
6. Metodología 113
6.1. Fuentes de información 113
6.2. Estimación de las cargas de nutrientes 116
6.3. Bibliografía 118
7. Flujos de nutrientes 121
7.1. Acuacultura 121
7.2. Agricultura 130
7.3. Aguas municipales 155
7.4. Ganadería 178
7.5. Atmósfera 187
7.6. Suelos 199
7.7. Comparativo de los flujos de las diferentes fuentes de
nutrientes 207
7.8. Flujos y estequiometría de nutrientes bajo condiciones
prístinas 227
7.9. Bibliografía 240
8. Opciones de manejo de las cuencas para reducir la carga
de nutrientes 255
8.1. Modificación de las prácticas de manejo agrícola y
ganadero 255
8.2. Estrategias de manejo y sustentabilidad de la
camaronicultura 263
8.3. Los humedales y zonas riparias como alternativa para
tratar los efluentes 268
8.4. Control de las fuentes urbanas y suburbanas 278
8.5. Otros beneficios de la reducción de la carga de nutrientes 281
8.6. Bibliografía 283
9. Glosario 289
10. Indice 305

ii
PREFACIO DE LOS AUTORES

En los últimos veinte años, los problemas ambientales se han


convertido en un tópico recurrente de discusión en la vida cotidiana;
desafortunadamente no es raro observar que el tema de la degrada-
ción ambiental relacionada con las actividades humanas sea aborda-
do a la ligera, con una profunda ignorancia o indiferencia, tanto a nivel
científico como coloquial. En el otro extremo puede también observar-
se la «postura alarmista» cada vez más frecuente entre los grupos
ambientalistas, con las que a veces simpatizamos algunos de noso-
tros, ya que la experiencia a lo largo de los años ha demostrado que la
argumentación exagerada es un eficaz mecanismo para forzar la in-
tervención de los tomadores de decisión sobre problemas ambienta-
les, largamente ignorados, que afectan a la población. Sin embargo,
entre estos dos extremos, es importante reconocer que las acciones
correctivas encaminadas a la resolución de la problemática ambiental
deben estar sustentadas sobre bases científicas encaminadas a iden-
tificar medidas que permitan mitigar al máximo el daño ambiental. Ta-
les alternativas, pudieran servir para conservar espacios y escenarios
más limpios y bellos, al mismo tiempo que se constituyen en opciones
económicamente redituables.
Es importante destacar que, a diferencia de lo que ocurría hace
apenas unos cuantos años, en la actualidad nuestros representantes
gubernamentales han incluido en su discurso la problemática ambien-
tal; algunos de ellos reconocen los graves problemas que aquejan a

iii
diversos ecosistemas de México, así como también manifiestan su
acuerdo en que los actuales ritmos de consumo de energía y de des-
trucción de los ecosistemas terrestres y costeros son indeseables e
insostenibles. En su retórica señalan que las tasas de deforestación,
la contaminación del agua, suelo y aire, así como la pérdida de la
biodiversidad ponen en riesgo cualquier proyecto nacional de desa-
rrollo amigable para el medio ambiente y que garantice el bienestar de
las futuras generaciones de mexicanos.
Sinaloa, siendo uno de los estados más económicamente desa-
rrollados del país -por su agricultura, las pesquerías, la acuacultura, la
ganadería y el turismo- experimenta ya un conjunto de problemas
ambientales reconocidos tanto a nivel global como local, como es el
caso del cambio climático y la contaminación por nutrientes, proble-
mas a los que contribuye y de los cuales sufre también las consecuen-
cias.
Sinaloa se ha fortalecido cada vez más como líder en la activi-
dad agrícola y en la acuacultura, en el ámbito nacional sobresale como
el estado con la mayor infraestructura hidroagrícola y acuícola, y la
más amplia superficie irrigable y de estanquerías de cultivo de cama-
rón del país. Sus niveles de producción de maíz, hortalizas y el cama-
rón hacen a Sinaloa el estado líder en la producción de alimentos en
México. Bajo este escenario, en el que las distintas actividades eco-
nómicas desarrolladas en Sinaloa tienen una enorme importancia para
México y tomando en cuenta el gran potencial que todavía tienen para
expandirse, resulta más que indispensable examinar los impactos que

iv
ocasionan y explorar sus posibles alternativas de mitigación, con mi-
ras a que tales actividades se desarrollen de manera sustentable, com-
partiendo espacios y sin detrimento de los recursos naturales.
En esta obra estamos presentando un panorama de la contami-
nación por nutrientes en Sinaloa mediante una estimación cuantitativa
de los flujos, la identificación de las principales fuentes, los distintos
efectos que provocan las adiciones y las opciones de manejo viables
para reducir o mitigar tales adiciones. En el primer capítulo se abor-
dan los términos básicos relacionados con el recurso hídrico, los ci-
clos del nitrógeno y fósforo y se introducen los conceptos de cuenca y
humedales. El capítulo dos trata de las fuentes y los conceptos de
contaminación puntual y difusa. En el capítulo tres se hace una breve
descripción de los daños provocados por la contaminación de nutrientes
en el contexto internacional y se revisan los posibles orígenes de es-
tos compuestos en las aguas costeras. Los capítulos cuatro y el cinco
contienen una descripción de las cuencas y de las lagunas costeras
de Sinaloa, respectivamente. El capítulo seis resume los métodos
empleados para los cálculos de los flujos y el capítulo siete incluye
una evaluación de cada uno de los flujos asociados a las principales
actividades que se desarrollan en el estado, en la que se hace al final
una comparación de los flujos de las diversas fuentes y se discuten
también aquellos bajo condiciones prístinas. En el capítulo ocho se
presentan las opciones de estrategias de manejo para reducir la car-
ga de nutrientes y se señalan los beneficios ligados con su aplicación.
Finalmente, en el capítulo nueve se incluye un glosario que contiene

v
los principales términos empleados a lo largo del texto.
Aunque la idea de hacer este libro surge muchos años atrás, no
es sino hasta que inicia el proyecto SEMARNAT-CONACYT 2002-C01-
0161 titulado «Dinámica de los nutrientes en las lagunas costeras de
Sinaloa: flujos, transporte, interacciones con sedimentos y organis-
mos» que realmente comenzó a tomar forma el primer borrador, y
gracias al apoyo de este, es que se logra concretar.
Este libro fue posible gracias al esfuerzo de muchas personas y
a instituciones que ayudaron en las distintas fases de preparación del
mismo. Por ello agradecemos al Director del Instituto de Ciencias del
Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México, Dr.
Adolfo Gracia Gasca y al Presidente de El Colegio de Sinaloa Dr. Jai-
me Labastida Ochoa por su apoyo y confianza. Agradecemos también
al personal del Comité Estatal de Sanidad Acuícola de Sinaloa por
proporcionarnos su valiosa información para el desarrollo de una sec-
ción de este trabajo.
Reconocemos y apreciamos enormemente el esfuerzo de los
revisores, los comentarios del M. en C. José I. Osuna López, del M. en
C. Tomás Díaz Valdés y la revisión gramatical de la M en C. Ada Velarde;
y finalmente, se agradece la ayuda del personal de la Unidad Acadé-
mica Mazatlán, A Pedro Allende Rosales y en especial a María Clara
Ramírez Jáuregui, quien eficientemente revisó la bibliografía y a Natalia
Medina Barba, quién nos apoyó con muchos de los trámites relaciona-
dos con el trabajo de edición.

vi
1. Las cuencas y los recursos hídricos

1.1. Los recursos hídricos

Antes de describir las cuencas es importante presentar algunos


aspectos básicos de hidrología, que van a permitir comprender mejor
los procesos y los flujos de los contaminantes en las cuencas. La pre-
cipitación pluvial ocurre en diversas formas que incluyen desde la llu-
via como tal, la llovizna, la neblina, el sereno o rocío, el granizo, el
agua nieve y la nieve. El rocío consiste de gotas menores a los 0.5
mm de diámetro, mientras que las gotas de la lluvia oscilan entre los
0.5 y 7 mm. La relación entre humedad atmosférica, temperatura y la
presión de vapor determinan la ocurrencia y cantidades de precipita-
ción. La precipitación se presenta cuando ocurren las siguientes con-
diciones (Eagleson, 1970): (1) se tienen condiciones de saturación en
la atmósfera, (2) el agua pasa del estado gaseoso a líquido o a sólido
y (3) se da un crecimiento de las pequeñas gotas de agua o de los
cristales de hielo hasta un tamaño precipitable. La lluvia es la forma de
mayor importancia para la distribución y transportación de la contami-
nación no-puntual y ésta varía espacial y estacionalmente.
La precipitación tiene un gran efecto en el tiempo de respuesta
de la exportación de nitrógeno desde los campos de cultivo agrícolas,
particularmente en el caso de los nitratos que son descargados a tra-
vés de los drenes subsuperficiales. Los años de sequías se caracteri-
zan por descargas muy bajas de nitratos; mientras que los años hú-

1
medos o lluviosos, sobretodo cuando siguen de uno o dos años de
sequías, dan lugar a descargas elevadas de nitratos a través de los
espacios subsuperficiales. Entre los periodos de lluvias los nitratos se
acumulan en el suelo debido a la fertilización, y a la reducida captura
y asimilación de las plantas, y por la mineralización, para ser luego
liberados durante los periodos de lluvias intensas (Mitsch et al. 2001).
Los escurrimientos superficiales ocurren cuando la capacidad de
infiltración del suelo es excedida por las tasas de precipitación lluviosa.
La lluvia en exceso se acumula sobre la superficie del suelo y entonces
se mueve a velocidades y en direcciones que dependen de la topografía,
vegetación, rugosidad y otras características superficiales. Una parte del
agua que escurre se puede infiltrar en la medida que ésta fluye y también
una parte del agua infiltrada puede re-emerger para unirse con el flujo
superficial. La cantidad de escurrimientos depende de otros componentes
del ciclo hidrológico tales como la tasa de infiltración, la intercepción, la
tasa de evapotranspiración y la capacidad de retención del suelo. Sí la
cantidad de lluvia no excede la tasa de infiltración, no ocurre el
escurrimiento. La intercepción depende del estadio de crecimiento de la
vegetación y de la velocidad del viento. Hay poca información sobre la
cantidad de intercepción en los campos agrícolas, en cambio sobre los
bosques existen varios trabajos al respecto; por ejemplo, se sabe que un
bosque bien desarrollado puede retener hasta un 10-20% de la lluvia
anual (Linsley et al., 1988).
La infiltración es definida como la entrada o penetración del agua
desde la superficie hacia dentro del perfil del suelo (Wolfe, 2001). Desde

2
un cuerpo de agua o bien en un evento de lluvia, la tasa de infiltración
decrece en el tiempo hasta una tasa asintótica final y depende de la
capacidad de infiltración del suelo y de la disponibilidad de agua. En este
sentido se tiene que suelos con tamaño de grano más grueso del tipo
arenosos poseen mayores tasas de infiltración que suelos con tamaño
de grano más fino.
A lo largo del perfil del suelo y sobre la parte subsuperficial se
localizan una serie de espacios a través de las cuales se mueve el agua.
La zona vadosa esta compuesta de las zonas de la raíz y de la zona
insaturada que se extiende hasta la zona saturada. La sección de las
raíces de las plantas generalmente es insaturada, excepto en aquellos
períodos de alta tasa de infiltración de lluvia o de irrigación que rebasa la
capacidad de almacenamiento del suelo. El espesor de la franja insaturada
varía debido a la geología, estación del año y otros factores propios de la
cuenca. Por debajo del área vadosa está la zona saturada o de las aguas
subterráneas, en las cuales todos los poros del suelo están llenos de
agua. El límite superior de la sección saturada es lo que se conoce como
nivel del agua o nivel superior del agua.
Existen diferentes tipos de formaciones geológicas que pueden
contener agua. Un acuífero es una formación geológica saturada la cual
produce cantidades apreciables de agua que puede ser económicamente
explotada. Si la parte superior del límite del acuífero coincide con el nivel
del agua, éste es clasificado como no-confinado o freático. Los confinados
son también conocidos como acuíferos presurizados o artesianos, y están
limitados por arriba y por abajo por formaciones con una conductividad

3
hidráulica menor. Otro tipo de formación geológica, es aquella que no es
lo suficientemente permeable para su desarrollo económico como una
fuente de aguas subterráneas (Shaw, 1994; Serrano, 1997). El flujo en
las aguas subterráneas es usualmente bajo, las velocidades típicas pueden
oscilar desde menos de 1 cm/año en suelos arcillosos a más de 100 m/
año en arenas permeables y gravas (Novotny y Olem, 1994). Todd (1980)
señala que el intervalo normal de velocidades es de 1.5 m/año a 1.5 m/
día.
Las aguas superficiales y subterráneas están interrelacionadas vía
la recarga y descarga, que son altamente variables. Los sistemas de
aguas subterráneas son recargados a partir del movimiento de la humedad
del suelo a través de la zona vadosa hasta la zona saturada o a través de
áreas donde la formación del acuífero es expuesto a la atmósfera. La
recarga también ocurre en los cuerpos de agua superficiales.
La descarga natural de las aguas subterráneas ocurre a través de
los manantiales, lagos, humedales, esteros, ríos, arroyos, estuarios,
lagunas y el océano mismo. El flujo relativamente lento de las aguas
subterráneas y su largo tiempo de residencia produce una descarga
continua hacia los arroyos y lagos, de esta manera se mantiene un nivel
de agua mínimo en tales cuerpos de agua y un flujo mínimo de agua
llamado el gasto base en los ríos y arroyos durante los períodos del estiaje.
Este gasto base puede permanecer por periodos de días o meses.
Toledo (2003) identifica a las aguas azules y aguas verdes. Las
primeras son aquellas aguas superficiales dentro de las cuencas que se
almacenan en los acuíferos, así como los volúmenes almacenados en

4
los cuerpos litorales y marinos que se utilizan directa e indirectamente
para satisfacer las diferentes necesidades humanas (aprovechamiento
de energía, cultivos de alimentos y materias primas agroindustriales, usos
públicos-urbanos, industriales, vías de comunicación, pesca y acuacultura,
etc). Las segundas, son las aguas usadas por los ecosistemas para cumplir
con sus diferentes funciones y servicios ambientales. Como sistemas
complejos, vivos y dinámicos, los ecosistemas modifican y redistribuyen
las aguas azules, convirtiéndolas en aguas verdes cargadas de materia
orgánica y nutrientes que sostienen a los seres vivos.
En este contexto, las funciones de los ecosistemas se refieren a
una amplia gama de propiedades y procesos entre los que destacan la
regulación del clima, la regulación de los flujos hidrológicos, el
almacenamiento y la retención del agua y el reciclaje de nutrientes. En
tanto que los servicios de los ecosistemas, consisten de los flujos de
materiales, energía e información que contribuyen a la generación y
conservación de la productividad biológica de los ecosistemas y que,
combinados directa o indirectamente con el trabajo humano, hacen posible
la producción de bienes y servicios para satisfacer las necesidades
humanas. En suma, los servicios ecológicos y las funciones de los
ecosistemas son, en alta proporción, los responsables de la producción y
la reproducción de la vida en una región hidrológica (Toledo, 2003).
Debido a la interconexión agua-tierra, un recurso hídrico puede ser
la cuenca de un río, incluyendo el área o región desde la cual toda el
agua superficial escurre a través de una secuencia de arroyos, ríos,
represas, lagos, boca de ríos, lagunas, un estuario o delta.

5
Consecuentemente, el uso del recurso hídrico puede también referirse al
uso de la cuenca. Sobre esta base se han enlistado los diferentes usos y
funciones del agua, las cuales pueden ser clasificadas como sigue
(Bresser y Kuks, 2004):
-para los seres vivos (plantas y animales)
-para el consumo y suministro de agua potable (uso doméstico)
-para uso agropecuario (riego y ganadería)
-para uso industrial, la cual se utiliza para la producción directa o
indirecta de bienes y servicios
-para la producción de energía
-como un medio para la descarga y asimilación de contaminantes
-como un recurso e infraestructura para el turismo, recreación,
deporte o uso medicinal
-como infraestructura para la navegación comercial, pesca,
extracción de arena, grava, minería y otros usos comerciales
-como infraestructura para el uso del suelo (uso de planicies de
inundación y de almacenamiento de agua, desarrollo de paisajes,
desarrollo urbano, etc.).

Si un cierto uso del agua -como puede ser el de las pesquerías o


bien para riego agrícola- no es regulado o considerado por ninguno de
los elementos del régimen completo, necesariamente se van a presentar
conflictos entre los diferentes usuarios. Por ello, cada vez más, los países
han entendido y adoptado un esquema integral con una administración
óptima del recurso hídrico, la cual está basada en el manejo integral que

6
toma en cuenta todas las necesidades y a los diferentes usuarios de la
región en cuestión.

1.2. El concepto de cuenca

En las ciencias de la tierra, cuenca se refiere al área superficial


en la cual drena un escurrimiento o bien el territorio cuyas aguas con-
fluyen a un mismo río, lago, laguna, estuario o mar. Cruz-Bello (2006)
define a la cuenca como un área donde toda el agua de lluvia o de
deshielo drena hacia un mismo punto, que puede ser un río, un lago,
un acuífero o el mar. La cuenca es una unidad fundamental en el estu-
dio de los procesos de escurrimiento en la hidrología y en cualquier
práctica de manejo del agua que se pretenda implementar (Fig. 1.1).
El INE (2006) hace una diferenciación entre cuenca hidrográfica
y cuenca hidrológica, refiriéndose a la primera, como la unidad natural
definida por la existencia de la divisoria de las aguas en un territorio
dado. Sus límites quedan establecidos por la divisoria geográfica prin-
cipal de las aguas de las precipitaciones; también conocido como
parteaguas. Éste, teóricamente, es una línea imaginaria que une los
puntos de máximo valor de altura relativa entre dos laderas adyacen-
tes pero de exposición opuesta; desde la parte más alta de la cuenca
hasta su punto de emisión, en la zona hipsométricamente más baja. Al
interior de las cuencas se pueden delimitar subcuencas o cuencas de
orden inferior y microcuencas. Las divisorias que delimitan las
subcuencas se conocen como parteaguas secundarios.

7
Depositación atmosférica

Fertilización

Acuacultura
Agricultura

Ganadería Humedales
Municipal Industria
y rural
Zona Costera

Acuifero

Cuenca de
drenaje

Cuenca de
recepción

Fig. 1.1. Representación de los elementos que componen a la cuenca


hidrológica.

La definición de cuenca hidrológica se refiere a unidades


morfológicas integrales y además de incluir todo el concepto de cuen-
ca hidrográfica, abarcan toda la estructura hidrogeológica subterrá-
nea del acuífero como un todo. Las cuencas se pueden dividir en va-
rias zonas de funcionamiento hídrico: (1) la parte alta o zona de cabe-

8
cera, donde generalmente está la sierra y el pie de sierra, (2) la zona
de captación-transporte, que sería la llanura o planicie costera y (3) la
zona de emisión o de descarga que es la que entrega los escurrimientos
superficiales o subterráneos a las cuencas receptoras, siendo gene-
ralmente este último, un lago, una o varias lagunas costeras, un es-
tuario o el mar. Los procesos en las partes altas o medias de las cuen-
cas invariablemente tienen implicaciones en la parte baja y en la cuen-
ca receptora dado el flujo unidireccional del agua, por ello es que
muchos países están tendiendo a administrar a toda la cuenca como
una sola unidad de planeación; en México actualmente se les denomi-
na consejos de cuenca.
En una región hidrológica existen dos zonas de importancia
ecológica y social críticas y estrechamente interconectadas: la terrestre y
la marina. La primera de ellas está integrada como se mencionó en el
párrafo anterior, por la cuenca alta, las planicies costeras y la zona
intermareal. La segunda, por el litoral costero y la zona marina (Ray,
1991). En la zona terrestre de las cuencas hidrológicas complejas se
reconocen tres unidades funcionales básicas (Toledo, 2003): (1) la cuenca
alta o zona de producción, que es una auténtica «caja negra» que controla
los insumos primarios del ecosistema fluvial y donde el agua, los
sedimentos, la materia orgánica suspendida, los materiales y minerales
fluyen de las montañas hacia los arroyos y ríos, al valle aluvial y a la
desembocadura; (2) la zona de transferencia o transporte integrada por
la red de arroyos y ríos que la constituyen, a través de la cual se transportan
los diversos materiales, minerales y nutrientes; y, finalmente, (3) la zona

9
de almacenamiento, en la que juega un papel de importancia vital, por su
alta productividad biológica la zona costera, donde los materiales se
depositan, se retienen y resultan disponibles en forma de nutrientes y
alimento para los numerosos seres vivos que la habitan, incluidas las
sociedades humanas (Petts y Amoros, 1996).
La zona costera, por su parte, es un área cubierta de agua
permanentemente y sujeta a condiciones cambiantes por el flujo de
mareas y los escurrimientos terrestres. En esta franja podemos encontrar
desde la región litoral marina, delimitada por el borde externo de la
plataforma continental, los estuarios como cuerpos de agua que resultan
de la mezcla de las aguas dulces con las marinas y/o las lagunas costeras
como cuerpos de agua semicerrados protegidos del mar por una barrera
natural o artificial, cuyas aguas pueden o no tener un régimen halino
altamente variable.
Los ambientes costeros, estuarinos y lagunares poseen las mayores
diversidades de formas de vida del planeta. Ellos albergan la más alta
diversidad de vertebrados de todos los niveles taxonómicos: 50 órdenes,
445 familias y aproximadamente 22,000 especies (Ray, 1991; Toledo,
2003).
El reto de comprender a este hidrosistema plantea a científicos y
planificadores la necesidad de un nuevo paradigma basado en un enfoque
holístico, que permita conocer como funcionan juntos, cómo sistemas
acoplados, complejos e integrados, la planicie costera, los ríos y los
cuerpos de agua receptores; y de qué naturaleza son las funciones
ecológicas y los servicios ambientales que prestan, en conjunto, a la

10
sostenibilidad del sistema terrestre y a las sociedades humanas (Folke,
1997, Constanza, 1999). Se trata de una tarea formidable que requiere
de la comprensión de cómo, diferentes procesos a distintas escalas
espaciales y temporales, pueden mantener la diversidad y la productividad
de este conglomerado ecológico. Se requiere por ello de una auténtica
revolución en nuestras concepciones de cuenca hidrológica y las diferentes
regiones de la zona costera, las que han sido estudiadas hasta ahora de
manera separada y no de manera interconectada como sistemas
complejos y dinámicos. Toledo (2003) señala que este cambio de
paradigma enfrenta a los científicos de las distintas disciplinas naturales
(geoquímicas, oceanológos y limnológos) y a los científicos sociales
(especialmente a los historiadores, antropólogos, sociólogos y
economistas) al reto de hacer una ciencia diferente a la que hasta ahora
han practicado: transdisciplinaria y auténticamente comprometida con el
sostenimiento de las bases biofísicas de la vida en nuestro planeta.
Idealmente, la caracterización y evaluación de las cuencas deben
de incorporar descriptores de recursos, infraestructura, demografía, y las
principales actividades humanas dentro del área de manejo, tendencias
en el pasado y presente de la calidad del agua, y el status actual y las
proyecciones futuras de las cuencas. Claramente, deben de ser
consideradas las dos fuentes de contaminación, las puntuales y las no-
puntuales. Generalmente, los problemas de calidad del agua que exhiben
los estuarios reflejan los impactos combinados de los múltiples usos del
suelo y de las aguas (Kennish, 2000).
La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (USEPA

11
por sus siglas en inglés) ha desarrollado un índice de las cuencas, para
recolectar, organizar, y evaluar las múltiples fuentes de información
ambiental de las cuencas de drenaje (USEPA, 1997). Este índice
caracteriza la condición y vulnerabilidad de los sistemas acuáticos en
cada una de las 2111 cuencas de los Estados Unidos. Los objetivos
primarios del índice de las cuencas son:
(1) caracterizar la condición y vulnerabilidad a la contaminación de
las cuencas;
(2) proveer las bases para dialogar entre los manejadores de la
calidad del agua;
(3) dimensionar o medir los progresos que conducen a la meta
para que todas las cuencas sean saludables y productivas;
(4) habilitar a los ciudadanos para aprender más acerca de sus
cuencas y para proteger a las mismas.

En este contexto, el manejo integrado de cuencas se ha visualizado


como un proceso iterativo de decisiones sobre los usos y las
modificaciones de los recursos naturales dentro de una cuenca. Este
proceso busca hacer un balance equlibrado entre los diferentes usos
que se les puede dar a los recursos naturales y los impactos que estos
tienen para la sustentabilidad. Implica la formulación y desarrollo de
actividades que involucran a los recursos naturales y humanos de la
cuenca. Asimismo, conlleva la participación de la población en los procesos
de planificación, concertación y toma de decisiones. El objetivo de los
planes de manejo integral es el de conducir el desarrollo de la cuenca a

12
partir de un uso sustentable de los recursos naturales; se pretende generar
mecanismos que permitan ordenar y guiar los patrones de uso de suelo
y uso de los recursos naturales de manera tal que la sociedad pueda
satisfacer su demanda sin comprometer el deterioro del medio ambiente.
Si se pretenden establecer mecanismos de ordenamiento y de
sustentabilidad para garantizar la conservación de los recursos y el
bienestar de la población en las cuencas, se tiene que comenzar por
establecer las características y funcionamiento de éstas en cuanto a las
diferentes actividades socioeconómicas que en ellas se realizan, su
densidad poblacional, y los rasgos físicos y dinámicos de los ríos y de las
lagunas costeras, que vienen a ser las que finalmente reciben los aportes
de los diversos materiales que se desechan en las zonas altas y medias
de las cuencas de drenaje. Bajo este contexto, en el presente estudio
pretendemos generar información útil para la gestión ambiental de Sinaloa.
En este trabajo se hace un análisis de los impactos de las principales
actividades económicas por cuenca en términos de la carga de nitrógeno
y fósforo que liberan y que finalmente alcanzan las áreas receptoras, que
en este caso, predominantemente son los sistemas lagunares costeros.

1.3. El ciclo del nitrógeno

El nitrógeno es uno de los nutrientes más importantes para los


seres vivos y uno de los elementos clave que limitan los cultivos agrícolas
y acuícolas y la cría y engorda de animales. Consecuentemente, se ha
generado una considerable información a lo largo de los años para elucidar

13
todos los procesos que controlan el ciclaje del nitrógeno en los
ecosistemas. El ciclo del nitrógeno es ciertamente complejo por la
presencia de las diversas formas químicas del nitrógeno que ocurren en
varios estados de valencia dependiendo del potencial redox (Tabla 1.1).
Por otra parte, tenemos que ocurren ciertos procesos en condiciones
aeróbicas y anaeróbicas, regulados o mediados por procesos microbianos
(Fig. 1.2).
En esta sección se presentan algunos de los aspectos relevan-
tes que ayudan a entender mejor el comportamiento de los nutrientes
en las cuencas de drenaje. Se abarcan sobre todo aquellos aspectos
relacionados con el ciclaje del nitrógeno en el suelo y su relación con
las principales actividades económicas abordadas en este trabajo y
que predominan en el estado de Sinaloa.

Tabla 1.1. Estados de valencia de las especies del N.

Grupo Valencia/estado de Especies


oxidación
N inorgánico 5 NO-3, HNO3
oxidado 4 NO2
3 NO-2
2 NO

N diatómico 0 N2

N inorgánico -3 NH3, NH+4


reducido

N orgánico reducido -3 R-NH2


R es un radical orgánico

14
Fig. 1.2. El ciclo del nitrógeno en el suelo.

15
Dada su importancia para la agricultura, enormes cantidades de
nitrógeno son suministradas a los suelos y en cantidades moderadas
es añadido en la acuicultura. Como se menciona en los capítulos 3 y
7 esto acarrea diversos problemas ambientales que repercuten en la
salud de los cuerpos de agua interiores y costeros. Ligado con estos
problemas se han desarrollado prácticas agrícolas y acuícolas para
mitigar las emisiones excesivas de nitrógeno. Sin embargo, para que
tales prácticas sean completamente exitosas, es indispensable enten-
der no solamente los procesos de transformación del nitrógeno, sino
también las interacciones entre los diversos componentes del ciclo del
nitrógeno.
La mineralización del nitrógeno es el proceso a través del cual el
nitrógeno orgánico, el cual es el mayor componente en los sistemas
continentales, es convertido en nitrógeno amoniacal. Este proceso es
mediado principalmente por los microorganismos. El subsecuente destino
del N-amoniacal en los suelos y en los cuerpos de agua depende de
diversos factores bióticos y abióticos, así como de diversos procesos que
compiten por el amonio disponible, como son la captura o asimilación por
las plantas y la nitrificación. Esta competencia da como resultado
generalmente una baja cantidad de N-amoniacal en los suelos agrícolas
y también en muchos cuerpos de agua, y en este sentido en muchos
casos las concentraciones de N-amoniacal se presentan por debajo de 5
mg N/kg de suelo (Ritter y Bergstrom, 2001) y por debajo de 0.5 mg N/L
en las aguas de las lagunas costeras (López Aguiar, 2006).
La lixiviación y escurrimiento del nitrógeno a través de las aguas

16
superficiales –como se explica más adelante- han llamado la atención
recientemente, debido a los efectos negativos que han provocado en
ríos, lagos, y las aguas costeras, así como en las aguas de uso humano.
La principal forma química del lixiviado que se produce en los suelos
agrícolas es el nitrato (NO3-). Ahora bien, para que tenga lugar la lixiviación
se requiere de dos condiciones (Ritter y Bergstrom, 2001): la primera,
que los niveles de nitratos en la solución intersticial del suelo sea lo
suficientemente alta, y la segunda, que el movimiento del agua hacia
abajo sea suficiente como para desplazar el nitrato disponible por debajo
de las raíces de la planta. El primer criterio o condición es encontrado en
la mayoría de los suelos agrícolas, excepto durante la época de crecimiento
cuando la captura de N por el cultivo es alta. La segunda condición es
más comúnmente encontrada en las regiones húmedas y subhúmedas,
donde la precipitación claramente excede a la evapotranspiración; en
tales áreas, considerables cantidades de nitratos pueden ser lixiviados a
través del suelo, después de la época de cosecha, dependiendo del tipo
de suelo, de las cantidades de fertilizantes utilizados, de las condiciones
hidrogeológicas y de las prácticas de manejo (Gustafson, 1983). En
términos del tipo de suelo, los suelos arenosos son generalmente más
susceptibles para que la lixiviación de nitratos sea mayor que en los suelos
arcillosos (Bergstrom y Johansson, 1991).
En adición al nitrógeno lixiviado, el nitrógeno puede alcanzar los
ríos y aguas costeras a través de los escurrimientos superficiales cuando
la tasa de precipitación excede la capacidad de infiltración o percolación
de los suelos. Este mecanismo está fuertemente ligado con la intensidad

17
y duración de las lluvias, así como por las propiedades hidráulicas de los
suelos, la topografía y grado de cobertura vegetal en las cuencas de
drenaje (Ritter y Bergstrom, 2001). Debido a la gran importancia de la
cantidad e intensidad que las lluvias tienen como mecanismo disparador
de los escurrimientos superficiales, los problemas con este tipo de pérdidas
son especialmente amplios y variables en las áreas tropicales y
subtropicales. Sin embargo, los problemas de los escurrimientos en estas
regiones están asociados mayormente con las elevadas tasas de pérdidas
del suelo mismo, más que con las concentraciones y aplicaciones del
nitrógeno (Kussow et al., 1982). Al igual que para los lixiviados del
nitrógeno, se han desarrollado diversas prácticas de manejo para reducir
las pérdidas de nitrógeno asociadas con los escurrimientos superficiales.
La importancia del tipo de cobertura del suelo en el transporte del nitrógeno
por medio de los escurrimientos superficiales ha sido demostrada por
Burwell et al. (1975). Por ejemplo, en predios dónde las pendientes son
abruptas, se pueden obtener grandes reducciones asociadas a los
escurrimientos por medio de prácticas de labranza donde se combinan
contornos y terrazas (Schuman et al. 1973). Adicionalmente, para proteger
el suelo contra el impacto directo de las lluvias se han diseñado sistemas
de cultivo con estructuras múltiples que pueden disminuir
significativamente las pérdidas de nitrógeno (Lal, 1982).
Los compuestos del nitrógeno más importantes que se emiten como
gases a partir de los sistemas agrícolas y acuícolas son el amoniaco
(NH3), el óxido nitroso (N2O), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el nitrógeno
diatómico (N2). La volatilización de amonio a la atmósfera es un proceso

18
complejo controlado por una combinación de factores biológicos, químicos
y físicos (Freney et al., 1981). Ejemplos de tales factores son el balance
entre el NH3 y el NH4+, el cual es afectado por el pH; la presencia o ausencia
de plantas, velocidad del viento, y la concentración del amonio en el aire
adyacente a la superficie del suelo o de las aguas, entre otros. La principal
fuente de volatilización del amonio procede de la agricultura y de la excreta
de los animales. En promedio, aproximadamente un 50% del nitrógeno
excretado por los animales de las granjas, que se utiliza en la agricultura
intensiva, es liberado a la atmósfera directamente desde los establos,
durante su almacenamiento y después de su aplicación como abono en
los suelos (Kirchmann et al., 1998). Sin embargo, en los suelos agrícolas
cantidades substanciales de amonio son emitidas a la atmósfera a partir
de la descomposición microbiana de los aminoácidos y de las proteínas
en los residuos de las plantas muertas, la fauna del suelo y los
microorganismos. Algo semejante ocurre en los estanques de acuacultura.
Debido a que el amonio emitido es altamente soluble en el agua, éste es
rápidamente lavado en la atmósfera por las moléculas del agua y por ello
es retornado a los suelos de las cuencas como parte de la precipitación
húmeda y seca.
La denitrificación es otra de las grandes rutas por las que el nitrógeno
es pérdido hacia la atmósfera; se refiere al proceso mediante el cual el
nitrato y el nitrito son reducidos a formas gaseosas del nitrógeno, tales
como el NO, N2O, y el N2. La denitrificación biológica es efectuada bajo
condiciones anaeróbicas por el grupo heterogéneo de bacterias autótrofas
y heterótrofas. En general, los productos finales principales de la

19
denitrificación son el óxido nitroso y el nitrógeno diatómico, mientras que
el NO es cuantitativamente menos importante. Las bacterias denitrificantes
además de ser responsables de las pérdidas de este nutriente esencial,
frecuentemente limitante para el crecimiento de las plantas, contribuyen
en la regulación de las concentraciones del óxido nitroso en la atmósfera
(Ritter y Bergstrom, 2001).

1.4. El ciclo del fósforo

El fósforo es uno de los nutrientes que, al igual que el nitrógeno,


tiene numerosas funciones esenciales para los seres vivos y también
influye en la producción agrícola y en los sistemas naturales. Es un
elemento clave para el desarrollo de las plantas y en variables cantidades
resulta óptimo para su crecimiento y la producción. Es importante entender
el destino y ciclaje del fósforo en el ambiente si pretendemos conocer los
impactos asociados con este elemento en las cuencas de drenaje. El
destino y transporte del fósforo dependen en gran parte de la conducta
del sistema hidrológico en las cuencas.
El fósforo es un elemento que ocurre de manera natural en los
suelos y está presente en numerosas formas, muchas de las cuales no
están disponibles para las plantas. Estas formas pueden ser clasificadas
como fracciones disueltas o particuladas. El fósforo de los suelos se origina
a partir del intemperismo de los minerales de las rocas. Tanto las lluvias,
los residuos de plantas, los fertilizantes comerciales, los abonos de
animales, los desechos industriales, domésticos, y agrícolas son todas

20
vías de introducción adicionales del fósforo a los ecosistemas, que se
suma a los procesos naturales del intemperismo. El tipo de uso del suelo
y su manejo determinan cuál de estas fuentes es la más importante en
cada localidad y cada región. En la medida que el fósforo es solubilizado
por los procesos de intemperismo químico y físico, o que es suministrado
por cualesquiera de las distintas fuentes, éste es acumulado por las plantas
y animales, revirtiéndose en formas estables dentro de los ecosistemas,
o bien es transportado por el agua a los sistemas acuáticos, donde está
disponible para la biota, o depositado en los sedimentos.
El ciclo del fósforo incluye interacciones y transformaciones que
ocurren a través de una variedad de procesos físicos, químicos y
microbiológicos que determinan las formas del fósforo, su disponibilidad
para las plantas y su transporte a través de los escurrimientos, así como
su lixiviación. Estos procesos y los principales reservorios donde el fósforo
está involucrado son ilustrados en la Fig. 1.3. El fósforo existe en el suelo
en la forma inorgánica y orgánica, su fraccionamiento describe su
biodisponibilidad relativa y su viabilidad de transportarse a través del agua.
Las formas orgánicas se mineralizan y reemplazan por el fósforo
inorgánico a través de la actividad microbiana. A través de los procesos
de inmovilización, el fósforo inorgánico puede ser convertido a fósforo
orgánico bajo ciertas condiciones, y el fósforo inorgánico a partir de las
formas minerales es convertido en formas solubles y disponibles por la
disolución a través del intemperismo.
A diferencia del nitrógeno, las pérdidas del fósforo no ocurren en la
forma gaseosa; ciertas fracciones menores del fósforo que se asocian

21
Fig. 1.3. El ciclo del fósforo en el suelo.

22
con el polvo o los sedimentos finos se movilizan a través de la atmósfera,
pero la mayoría de estas retorna rápidamente al suelo debido a que son
removidas por medio de las plantas y el agua.
A través de una variedad de reacciones colectivamente referidas
como fijación o precipitación, las formas solubles o disponibles del fósforo
pueden ser mantenidas en los suelos. La presencia de determinado tipo
de arcillas, óxidos, carbonatos y materia orgánica en los suelos afecta la
porción disponible y soluble del fósforo. El fósforo en solución en los
suelos es fácilmente disponible para ser capturado por las plantas y para
ser transportado por los escurrimientos superficiales y subsuperficiales;
parte del fósforo que es capturado por la planta es removido durante la
cosecha, y otra parte es reciclada en el suelo mismo, como desecho
animal; una parte puede retornar al suelo como residuo de las plantas
permaneciendo sobre la superficie y como masa de descomposición de
las raíces. El fósforo transportado desde los suelos en su forma soluble o
adsorbida puede ser atrapado temporal o permanentemente en alguno
de los diversos reservorios que componen el ciclo o bien descargado en
los ríos, lagos, embalses, humedales o sistemas acuáticos costeros.
Las salidas potenciales del fósforo de su reciclamiento en los suelos
se dan a través de la fijación de éste en los suelos, o por medio de su
depósito en los sedimentos de las áreas bajas, en donde los humedales
funcionan como plantas de tratamiento o zonas de amortiguamiento. Sin
embargo, estos ecosistemas poseen un límite superior de la cantidad de
fósforo que puede ser retenida y cuya capacidad puede ser más o menos
efectiva dependiendo de un determinado tipo de condiciones.

23
La dinámica de las entradas y salidas del fósforo en una cuenca en
particular son factores determinantes para que se produzcan los impactos
ambientales en una localidad dada. También, por otra parte, el potencial
del fósforo para transportarse desde las fuentes a los ecosistemas
acuáticos es otro factor clave que influye directamente en la magnitud de
los impactos adversos. Una de las metas primordiales en el manejo del
fósforo es identificar áreas con elevado potencial como fuentes y transporte
para poder implementar prácticas que minimizan los impactos negativos.
Existe actualmente una amplia información que se está generando sobre
este tipo de estrategias y métodos que puede ser consultada en la literatura
internacional (e.g., Campbell y Edwards, 2001; Addiscott, 2005).
Las estrategias de control efectivo del fósforo dependen del
entendimiento del destino y transporte del fósforo en la cuenca. El manejo
óptimo del fósforo para mejorar la calidad del agua involucra dos
estrategias fundamentales (Campbell y Edwards, 2001): uno, la reducción
de los aportes de fósforo a los ecosistemas a través de un uso más
eficiente; y dos, minimizar el transporte del fósforo por medio de técnicas
de manejo más adecuadas, frecuentemente llamadas buenas prácticas
de manejo, que permitan reducir la cantidad de fósforo transferida a los
cuerpos de agua.

1.5. Los humedales

Los humedales se definen como aquellas áreas que son inundadas


o saturadas por las aguas superficiales o subterráneas con una frecuencia

24
y duración suficientes para soportar una vegetación típica y dominante
adaptada para vivir en condiciones de suelos saturados (Kennish, 2000).
El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS por
sus siglas en inglés), define a los humedales como aquellas tierras bajas
cubiertas permanentemente por aguas someras y algunas veces temporal
o intermitentemente. Esto comprende a los pantanos, marismas, ciénegas,
fangales, turbas, esteros, etc. Se incluyen en la definición también a los
lagos y las lagunas someras usualmente con vegetación emergente como
característica distintiva, pero no así a las aguas permanentes de arroyos,
presas y aguas profundas de los lagos. Tampoco se incorporan las zonas
inundables que son temporales, que tienen poco o nada de efecto en el
desarrollo de suelos húmedos.
Evidentemente existe un gran número de definiciones y ello está
ligado al propósito y a las características de los humedales de una región
o país. La Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (IUCN
por sus siglas en inglés) en la primera reunión de la Convención sobre
los Humedales de Importancia Internacional especialmente como hábitat
de aves acuáticas, mejor conocida como Convención Ramsar (1996),
adoptó una propuesta extremadamente amplia para definir a los
humedales como: «…extensiones de marismas, pantanos, turberas o
superficies cubiertas por agua, ya sea de régimen natural o artificial,
permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces o saladas,
incluyendo las extensiones de aguas marinas, cuya profundidad en marea
baja no excede los seis metros» (Carrera González y de la Fuente de
León, 2003).

25
Sin embargo, entre las definiciones más aceptadas por los
manejadores y los científicos está la revisada por los científicos de la
USFWS, quienes definen a los humedales como áreas en donde la
saturación con agua es el factor dominante que determina la naturaleza
del desarrollo del suelo y del tipo de comunidades de plantas y animales
que viven en el suelo o en su superficie. La característica que todos los
humedales comparten, es que el suelo o el sustrato están al menos
periódicamente saturados o cubiertos con agua. Los humedales son áreas
de transición entre los sistemas acuáticos y terrestres, en donde el nivel
freático usualmente está a nivel de la superficie o cerca de ésta, o la
superficie está cubierta por aguas someras. Esta definición se considera
que es amplia, flexible y comprensible e incluye descripciones de
vegetación, hidrología y suelos (Carrera González y de la Fuente de León,
2003).
Los humedales exhiben uno o más de los siguientes atributos
(Kennish, 2000):
(1) presentan hidrófitas (vegetación que vive en las aguas) que
habitan todo el tiempo o una gran parte del año;
(2) poseen sustratos que consisten principalmente de suelos bien
saturados de agua;
(3) incluyen sustratos compuestos predominantemente de otros
materiales distintos a los suelos, pero saturados de agua o
cubiertos por aguas someras en alguno de los periodos del año.

De aquí que todos estos hábitats no son ni terrestres ni acuáticos,

26
sino que poseen características de ambos. Típicamente, se localizan en
las áreas bajas o en las depresiones someras adyacentes a las bahías,
arroyos, ríos, estuarios o lagunas costeras.
Existen cinco tipos de sistemas de humedales; los marinos,
estuarinos, fluviales, lacustres y palustres. Sin embargo, Carrera
González y de la Fuente León (2003) proponen para México también
a los humedales de las tierras altas, donde están incluidos los terre-
nos agrícolas, sin vegetación, de desarrollo y los de vegetación natu-
ral (Tabla 1.2).
Diversos factores controlan el establecimiento y mantenimiento de
los humedales, entre los principales están la hidrología del área, la cual
influencia fuertemente los tipos específicos de hábitats; el relieve, el rango
de mareas, el recambio de agua y la tasa de precipitación, que son también
todos factores clave determinantes del tipo de vegetación y de hábitats,
así como su funcionamiento.
Los humedales tienen una amplia variedad de atributos funcionales
debido a que ellos varían ampliamente en sus dimensiones, forma, química
del agua, suelos, vegetación, etc. (Tabla 1.3). Como áreas que drenan
en los cuerpos de agua superficiales (lagos, ríos, lagunas y estuarios),
los humedales son entidades vitales que no pueden ser desacopladas
de tales ecosistemas acuáticos. Son importantes hábitats de
reproducción, crianza y de alimentación de una gran variedad de
organismos, incluidas las aves, reptiles, peces, crustáceos y moluscos
(Fig. 1.4 y 1.5); para establecer su valor se debe considerar su flora
(cobertura, riqueza y diversidad de especies) y fauna (especies, riqueza

27
Tabla 1.2. Esquema general de clasificación de humedales en México
(modificado de Carrera-González y de la Fuente León, 2003).

Sistema Subsistema Clase


Marino Submareal Aguas marinas
Intermareal Playa
Estuarino Submareal Aguas estuarinas
Vegetación acuática
Intermareal Vegetación acuática
Llanura costera Inundable
Vegetación emergente bajo litoral
Vegetación emergente alto litoral
Manglar
Llanura costera inundable
modificada
Lacustre Limnético Aguas lacustres
Vegetación acuática
Litoral Agua lacustres
Vegetación acuática
Palustre Aguas palustres
Vegetación acuática
Vegetación emergente
Emergente modificado
Fluvial Fluvial
Fluvial con vegetación
Artificial/excavado
Tierra Alta Agricultura
Sin vegetación
Desarrollo
Vegetación natural

28
Tabla 1.3. Resumen de las funciones y valores importantes de los
humedales naturales.

Funciones:
-Son áreas de almacenamiento de agua
-Sirven de protección contra tormentas y como áreas de
mitigación de inundaciones
-Son estabilizadores de la línea de costa y controlan la erosión
-Recargan los acuíferos subterráneos
-Sirven de descarga de acuíferos
-Mejoran la calidad del agua natural
-Remueven y retienen nutrientes (N y P)
-Remueven y retienen contaminantes (metales y compuestos
orgánicos persistentes)
-Estabilizan las condiciones climáticas locales, particularmente
lluvia y temperatura

Valores:
-Suministran agua y son hábitats de organismos
-Son zonas de pesquerías
-Sirven para la agricultura
-Son zonas de pastoreo
-Producen madera
-Poseen recursos de flora y fauna silvestre
-Son un medio de transporte
-Son sitios de recreación y turismo

29
y diversidad) y los beneficios que como santuario de peces, aves y
otras especies brindan. Uno de los aspectos que resultan de
trascendental importancia de los humedales, es el rol que juegan en
la producción de alimentos para la trama trófica y su capacidad de
exportación de materiales y energía para los ecosistemas adyacentes,
de allí que se les haya llamado a estos ecosistemas como el
«supermercado biológico» (Mitsch y Gosselink, 1993). Entre las
funciones físicas representativas están el control o amortiguamiento
durante las inundaciones y como trampas de sedimentos, son
reconocidos por ser estabilizadores de la línea de costa y en la recarga
de las aguas subterráneas.
La pérdida y degradación de los humedales tiene profundas y graves
consecuencias ecológicas, siendo quizás las más importantes aquellas
asociadas con los impactos, que inevitablemente provocan una reducción
en la biodiversidad debido a la pérdida de especies (Kennish, 2000).
Claramente, aquellos humedales no perturbados que son ricos en hábitats
para peces, invertebrados y fauna silvestre, juegan un rol significativo de
aquí que sean un factor clave también para evitar el deterioro de la calidad
del agua de los ecosistemas acuáticos asociados a ellos.
Davis (1995) describe otros efectos adversos derivados de la
destrucción de los humedales:
-Se incrementa el flujo de los escurrimientos y se pierde la capacidad
de almacenamiento natural del agua en las cuencas, provocando
una serie de áreas bajas inundables, creando con ello la
necesidad de desarrollar proyectos de control que requieren una

30
Fig. 1.4. Parvada de gallinetas (Fulica americana) en la laguna de
Chiricahueto

Fig. 1.4. Atardecer en la laguna de Chiricahueto

31
posterior canalización de los escurrimientos.
-Se reduce la recarga de las aguas subterráneas contribuyendo
con ello a la pérdida de flujos estables de escurrimientos y a
una disminución del nivel del agua en los acuíferos.
-Debido a la reducida capacidad de almacenamiento de agua, se
construyen presas, creando así un conjunto nuevo de problemas
que requieren a su vez de nuevas medidas de control.

Se estima que en los Estados Unidos se ha eliminado el 30% de


los humedales originales, algo así como 47 millones de hectáreas en los
últimos cien años (Kent, 1994). En México, en los últimos treinta años se
ha venido dando una evidente tendencia de transformar a los humedales
en áreas agrícolas, estanques de acuacultura y poblados rurales y
urbanos. Berlanga Robles (2006) señala que los humedales costeros
cubren el 7% del espacio costero de Sinaloa y en términos generales, la
extensión de los esteros, lagunas y manglares se ha mantenido constante
en los últimos 30 años, contrastando con las marismas que presentan
tendencias de cambio negativas, dada la presión que la agricultura y la
camaronicultura ejercen sobre estos ambientes. Ruiz Luna y Berlanga
Robles (2006) haciendo un análisis comparativo de varias de las cuencas
de Sinaloa con imágenes satelitales de 1973 y de 2005 concluyen que la
estanquería camaronícola ha tenido un impacto sobre una extensión de
manglar equivalente a menos del 2.0% de la cobertura estimada para
fechas previas al asentamiento de las granjas camaronícolas.
Carrera González y de la Fuente León (2003) establecen para

32
Sinaloa un área total de 5,254,410 ha de humedales, incluyendo a las
tierras altas, -o sea 1,352,665 ha, sin incluir las tierras altas- siendo el
estado con el mayor área de humedales, entre los estados del norte del
país examinados por los autores (Nayarit, Baja California, Sonora,
Durango, Chihuahua).
En la zona costera de México, se halla presente uno de los
ecosistemas más productivos y que se reconoce como un tipo de hu-
medal costero estuarino característico: el manglar, cuyo término se
refiere a las especies de árboles y arbustos capaces de sobrevivir en
diferentes salinidades y/o comunidades de plantas desde especies
individuales hasta de otros vegetales asociados a los bosques (Tovilla-
Hernández, 1994). La importancia del manglar estriba en que sostie-
ne a una diversidad de comunidades de consumidores fundamental-
mente detritívoros. La mayoría de los manglares son halofítos faculta-
tivos y la salinidad no es un requerimiento físico estricto; algunas es-
pecies –como Rhizophora mangle- pueden fácilmente desarrollarse
en agua dulce o -como Conocarpus erectus- en ambientes netamente
marinos.
En el caso particular de los manglares, se estima que a nivel
mundial la tasa anual de pérdidas de área de manglar es del orden de
2,834 km2/año, mientras que para América es de 2,251 km2/año. Las
pérdidas de manglar se han asociado con distintas actividades entre
las que se incluyen de mayor a menor extensión a la camaronicultura,
la explotación maderera, la piscicultura, modificaciones al patrón
hidrológico, reclamo de tierras para la agricultura, estanques salinos,

33
y el desarrollo costero. Valiela (2006) ha estimado que la
camaronicultura ha contribuido a la destrucción de un 38% del total de
área eliminada, lo que representa aproximadamente 14,000 km2. Sin
embargo, esta generalización está fundamentada por la desaparición
de grandes extensiones de manglar en Asia y Sudamérica.
Agraz-Hernández et al. (2001) y Páez-Osuna et al. (2003) han
examinado los diversos efectos que provoca la acuacultura sobre los
ecosistemas de manglar en Sinaloa. Los principales impactos de la
camaronicultura sobre los manglares tienen que ver con los cambios
en el patrón hidrológico, la hipersalinidad, y la eutrofización. Los bordos
de los estanques modifican el patrón de los escurrimientos y algunas
veces interrumpen los escurrimientos estacionales. En el caso de los
canales de marea, los manglares se afectan ya que durante los perio-
dos de inundación se altera la disponibilidad de agua. Estas alteracio-
nes son particularmente críticas en regiones semiáridas como Sinaloa
y pueden inducir vastas zonas de manglares, sobretodo de aquellas
especies bajo estrés ambiental. La tasa de evaporación en los estan-
ques de cultivo de camarón se ha observado que se incrementa hasta
en un 50% en comparación con los humedales naturales (Twilley, 1991).
Esto provoca que las descargas de los efluentes camaronícolas sean
hipersalinos afectando a algunas especies de mangle con afinidad
por aguas dulces como el mangle blanco (Laguncularia racemosa).
Aunque la eutrofización tiene un efecto menor sobre los manglares,
las comunidades que viven asociadas a sus raíces sufren grandes cambios
en su estructura y distribución. El mayor aporte de nutrientes que se

34
asocia con la descarga de los efluentes de los estanques de cultivo de
camarón produce una respuesta en los productores primarios, incluidos
el fitoplancton y las macroalgas. Cuando ocurren excesivos florecimientos
de las macroalgas, eventualmente éstas son transportadas por las
corrientes de marea hacia los manglares y afectan los procesos de
colonización del manglar, debido a que cuando se acumulan las
macroalgas sobre las plántulas de manglar impiden el acceso de la luz, y
se incrementa el efecto abrasivo de las corrientes de marea, provocando
la remoción de los propágulos.
En México, prácticamente no existen trabajos sobre los procesos
de captura y de asimilación de nutrientes en los humedales. Soto-Jiménez
et al. (2003) examinaron la capacidad de un humedal de Sinaloa para
acumular y transformar el nitrógeno y fósforo procedentes de la agricultura.
Ellos encontraron que el humedal de Chiricahueto remueve efectivamente
ambos nutrientes de las aguas superficiales y estimaron que este sistema
retiene anualmente una carga de aproximadamente 260 y 90 ton de
nitrógeno y fósforo, respectivamente.
En las Figuras 1.6 y 1.7 se describen los flujos anuales estimados
de ambos nutrientes en la interfase agua-sedimentos; los balances de
masas fueron efectuados considerando que el sistema opera en estado
estable en los 50 cm superiores de la columna sedimentaria. El balance
de masas mostró una acumulación neta de aproximadamente 11.3 g/m2/
año de nitrógeno total, principalmente asociado a la materia orgánica y
en una menor extensión a los nitratos. La tasa de acumulación de fósforo
fue estimada en 3.9 g/m2/año, donde dos terceras partes fueron asociadas

35
a la fracción inorgánica adsorbidos a los óxidos de hierro y el resto asociado
a la materia orgánica.
Se estimó una alta tasa de descomposición para el carbono,
nitrógeno y fósforo en la interfase agua-sedimentos, con 12.5, 1.7 y
0.89 g/m2/año, respectivamente. Estas tasas de regeneración se de-
ben a las condiciones óxicas en la interfase agua-sedimento y a la
cantidad relativamente alta de material fácilmente degradable recien-
temente depositado. A partir de los perfiles del agua intersticial de
NH4+ y PO4-3, respectivamente, se estimó que la tasa de regeneración
de nitrógeno y fósforo en las capas subóxicas y anóxicas tuvo un valor
de 6.4 g N/m2/año y 1.1 g P/m2/año. Adicionalmente, hay una libera-
ción de 0.15 g N/m2/año vía la denitrificación.
El flujo de enterramiento burial en los sedimentos más profun-
dos se estimó en 1.5 g N/m2/año y 0.4 g P/m2/año. Por otra parte, el
pool o inventario de nitrógeno y fósforo en los estratos sedimentarios
debajo de los 10 y 50 cm de la interfase sedimento-agua, que fueron
calculados por integración mediante las ecuaciones de primer orden,
son equivalentes a una masa acumulada de 120 g N/m2 y 53 g P/
m2 hasta los 10 cm, y 450 g N/m2 y 53 g P/m2 hasta los 50 cm de
profundidad de la columna sedimentaria.
La influencia de la comunidad de macrófitas, que en este caso
consisten de Thypha angustifolia, Salicornia pacifica y Batys maritima,
sobre el ciclaje de nitrógeno y fósforo en los sedimentos de Chiricahueto
constituye una ruta importante de transferencia de nutrientes desde
los sedimentos. Las capturas anuales de ambos nutrientes por las

36
Demanda de N
productividad primaria
N Total 42.7 a 110
depositado
11.3 Removido por
las raíces de las plantas
+
Interface N-NH4
Sedimento-agua 1.5
Columna sedimentaria
+ +
N-NH4 N-NH4
1.7 6.4
N orgánico N-NO3- N2
10.7 0.6 0.2

Agua
Sedimento
10 cm
profundidad
-2
Inventario de N (g N m )
120 hasta la capa de 10 cm
450 hasta la capa de 50 cm

>50 cm profundidad

Flujo burial Regeneración diagenética


1.5 Residual o refractario
Especies en solución

Fig. 1.6. Representación de los procesos y flujos de nitrógeno que ocurren


en la interfase agua-sedimentos del humedal de Chiricahueto
(modificado de Soto-Jiménez et al. 2003).

plantas se estimaron en 1.5 g N/m2 y 1.6 g P/m2. Si la demanda de


ambos nutrientes de los productores primarios en el humedal de
Chiricahueto varió de 42.7 a 110 g/m2/año para nitrógeno y de 5.9 a
15.1 g/m2/año para fósforo, la contribución de los sedimentos que es
asimilada por las plantas fluctúa de 9 a 23% del total de la demanda
para el nitrógeno, y para el fósforo, la regeneración en la columna

37
Demanda de P
productividad primaria
P Total 5.9 a 15.1
depositado
3.9 Removido por
las raíces de las plantas
-3
Interface P-PO4
sedimento-agua 1.6
-3 Columna sedimentaria
P-PO4 -3
0.8 P-PO4
1.1
P inorgánico P orgánico
2.6 1.3

Agua
Sedimento
10 cm
profundidad
-2
Inventario de P (g P m )
53 hasta la capa de 10 cm
160 hasta la capa de 50 cm

>50 cm profundidad

Flujo burial Regeneración diagenética


0.4 Residual o refractario
Especies en solución

Fig. 1.7. Representación de los procesos y flujos de fóforo que ocurren


en la interfase agua-sedimentos del humedal de Chiricahueto
(modificado de Soto-Jiménez et al. 2003).

sedimentaria proporciona entre un 23 y un 59% de los requerimien-


tos.

38
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