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IMPORTANCIA

DE LA VÍA
INTRAÓSEA
EN SOPORTE
VITAL

MARÍA GARCÍA PACHECO


IMPORTANCIA DE LA VÍA INTRAÓSEA EN SOPORTE VITAL:

El acceso vascular, conjuntamente con la permeabilización de la vía aérea


y la ventilación, es uno de los procedimientos más importantes en los
servicios de urgencias, sin embargo, en determinadas situaciones, es muy
frecuente encontrar dificultad técnica en la inserción de catéteres
vasculares, pudiendo resultar tardío y frustrante.

El propósito de éste estudio, es poner de manifiesto la importancia del


uso de la vía intraósea, en el manejo del paciente crítico, ante una situación
de emergencia vital, para que el profesional sanitario de enfermería, tenga
presente ésta vía , como una alternativa rápida y fácil de acceso vascular,
sobre todo en urgencias pediátricas, ya que permite la administración de
fármacos y líquidos de forma comparable a la vía venosa, así como dar a
conocer los aspectos más relevantes de éste acceso, como son: indicaciones,
contraindicaciones y complicaciones de ésta vía, técnica de inserción,
dispositivos de punción intraósea, diagnósticos de enfermería y cuidados
asociados a su uso.
INTRODUCCIÓN:

De la bibliografía revisada, se deduce que, ante la necesidad de obtener


con rapidez un acceso venoso, en una situación de urgencia vital, sobre todo
en el ámbito extrahospitalario, la vía intraósea, se convierte en un acceso
venoso periférico de interés y una opción adecuada para el manejo inicial
de muchos tipos de pacientes, con una utilización creciente en las últimas
dos décadas, ya que es una técnica rápida, eficaz y muy versátil, permite la
infusión de gran variedad de medicamentos, y además, los dispositivos de
punción son sencillos de usar.

El conseguir un acceso vascular periférico, en un paciente pediátrico, ante


determinadas situaciones clínicas, como shock, parada cardiorrespiratoria,
politrauma, o estatus convulsivo, con las técnicas tradicionales de
canalización de vía venosa, puede llegar a plantear dificultades importantes;
sin embargo, la vía intraósea resulta una alternativa sencilla y eficaz, que
permite un acceso rápido al lecho vascular, con muchas posibilidades de
éxito, mediante una vía no colapsable, segura y de sencilla colocación.

La importancia de ésta vía radica en que:

• Éstas venas no se colapsan en situaciones de shock, ni siquiera en una


parada cardiocirculatoria, ya que la médula ósea de la metáfisis de los huesos
largos y la parte central de los cortos, está constituida por una rica red de
capilares sinusoides, que desembocan en un canal venoso central, y a través
de las venas nutricias y emisarias, drenan en el sistema venoso general; por
tanto, podríamos considerar a la médula ósea, como una vena rígida, que no
se colapsa en situaciones de shock.

• Su acceso es rápido, estableciéndose la infusión en menos de un minuto.

• Es una vía venosa válida para la administración de fármacos y líquidos,


e incluso sangre, que llegarán a la circulación general prácticamente con la
misma rapidez con la que lo harían por cualquier otra vena.

• Su utilidad está justificada cuando resulta imposible canalizar una vía


periférica en un corto espacio de tiempo (menos de 90 segundos) o tras tres
intentos fallidos, en pacientes críticos e inestables. Debemos tener en cuenta
que se trata de un acceso vascular de urgencia, pues no es recomendable
que permanezca colocada más de 24 horas, por tanto, cuando se realice una
reposición de volumen adecuada, se debe canalizar otro acceso venoso,
mediante una vía periférica o central.

Sin embargo, a pesar de las múltiples ventajas con que cuenta la vía
intraósea, quizás sea una de las vías de administración de medicamentos más
desconocida por los profesionales sanitarios, puede que por su utilización en
contadas ocasiones, o por miedo y/o desconocimiento, tanto de la técnica de
punción intraósea, como del funcionamiento de los dispositivos existentes.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS:

Los primeros estudios sobre la vía intraósea se realizaron en 1922.


Drinker y Doan fueron los primeros en describir la circulación intraósea del
esternón, definiéndola como “vía no colapsable”, y la propusieron como una
vía alternativa de aplicación de fármacos.

El primer caso aplicado en seres humanos, lo describió Josefson en 1934,


que administró transfusiones de sangre por vía esternal, para tratar la
anemia perniciosa. Ésta técnica fue bien aceptada en Europa, mientras que
en EE.UU , se comenzó a aplicar en 1940.

En 1941, Tocantis y O’Neill, la utilizaron para perfusiones intraóseas de


sangre, glucosa, y soluciones salinas, demostrando la rápida absorción de
ésta vía y su equivalencia a la perfusión intravenosa.

Entre 1950 y 1960, la vía intraósea se ve ensombrecida por el desarrollo


de los catéteres intravenosos. La aparición de las cánulas venosas de plástico
polifluoroeno, facilitó las perfusiones intravenosas prolongadas, y las nuevas
técnicas de acceso intratecal, intracardiaca, intraperitoneal, y sublingual se
volvieron populares, haciendo disminuir el interés por la vía intraósea.

En 1977, vuelve a despertar interés, tras la publicación de trabajos de


venografía intraósea, sobre la administración de líquidos y medicamentos
que no se habían infundido por ésta vía con anterioridad, como Ringer
Lactato, Glucosa, Dexametasona, Atropina, Lidocaína, Heparina y Diazóxido.
En 1984, alcanza su máximo desarrollo con Orlowski, e una revista de
cuidados pediátricos, en su editorial, “Mi reino por un acceso venoso”,
recomienda que en una situación crítica, el primer procedimiento sea
administrar fármacos, bien por vía endotraqueal o bien por vía intraósea,
apoyando así, el resurgimiento de ésta técnica.

Entre 1985 y 1990, numerosos estudios de Rosetti y de sus colaboradores,


cuantificaron el tiempo empleado en canalizar un acceso intraóseo, poniendo
de manifiesto, que la vía intraósea es una alternativa rápida, cuando es
imposible una vía intravenosa, y que tiene una complicaciones mínimas, que
se pueden evitar cuando la técnica se realiza de manera escrupulosa, y se
retira antes de 24 horas.
INDICACIONES:

Hoy en día, la vía intraósea, es un acceso venoso alternativo, no sólo


usado en pediatría y en casos de parada cardiorrespiratoria, sino que se usa
en pacientes de cualquier edad, y ante cualquier tipo de situación de riesgo
vital, en la que se requiera una rápida obtención de un acceso vascular o en
la que la canalización de una vía venosa no sea posible.

Desde el años 2000, está avalada y recomendada por el Grupo Español


de Reanimación Cardiopulmonar Pediátrica y Neonatal, por el Consejo
Europeo de Resucitación (ERC), por la American Heart Association (AHA), y
por los protocolos de Advanced Trauma Life Suport (ATLS) y Pediatric
Advanced Life Suport (PALS), como acceso venoso de segunda elección a la
vía venosa periférica.

Entre sus principales indicaciones, se encuentran:

• Pacientes en Parada Cardiorrespiratoria.

• Pacientes con Politraumatismo Severo.


• Atrapados.

• Grandes Quemados.

• Pacientes en Estatus Epiléptico.

• Shock.

• Anafilaxia.

• Pacientes con Deshidratación Severa.

• Casos en los que no hay posibilidad de obtener un acceso venoso por


colapso circulatorio, bien sea de origen médico o traumático.

• Pacientes Críticos e Inestables, que precisan rápidamente un acceso


vascular, o tras varios intentos fallidos de canalización de vía venosa
periférica.

• Recién Nacidos en Asistolia.

• Vía de elección segura en niños de 0 a 6 años, que puede ser


recomendable hasta niños de 12 años.

Como se ha mencionado anteriormente, por ésta vía se pueden


administrar cualquier tipo de sueros, tanto cristaloides como coloides, así
como sangre y fármacos. En caso de administración de éstos últimos, se
aconseja administrar un bolo de 5 ml de solución salina, para asegurar la
llegada de éstos a la circulación sanguínea.
CONTRAINDICACIONES:

No existen contraindicaciones absolutas para el uso de la vía intraósea,


aunque sí hay situaciones en las que ésta se desaconseja, como:

• Fractura Ósea. No se debe canalizar una vía de éste tipo en un hueso


fracturado, o que tengamos sospecha de que pudiera estarlo. Por tanto,
siempre nos aseguraremos que el hueso está en perfecto estado antes de
pincharlo; de no ser así, elegiremos otra estructura ósea del paciente.

• Infección en el área de inserción o presencia de quemaduras locales en


la zona de punción. Normalmente se trata de infecciones localizadas en la
dermis del paciente, y son fácilmente identificables.

• Tejido adiposo excesivo, lo que dificulta la localización de referencias


anatómicas adecuadas.

• Traumatismo abdominal grave. En éstos casos nunca elegiremos para la


punción estructuras óseas de las extremidades inferiores, pudiendo elegir,
sin problemas, zonas para la punción por encima de la región abdominal.

• Osteoporosis, por la reducción de densidad ósea que conlleva.


• Intentos previos de canalización de acceso intraóseo, en ese mismo
hueso, en las 24 horas anteriores, ya que parte de los fármacos
administrados se perderían a través del orificio de punción.

• Procedimientos ortopédicos importantes en la estructura ósea elegida,


como prótesis.

• Osteopetrosis, conocida también como enfermedad de los huesos de


mármol. En éste caso, el aumento de los osteoblastos, provoca que se
acumulen minerales en exceso, lo que hace al hueso demasiado denso.

• Osteogénesis imperfecta, o enfermedad de los huesos de cristal, lo que


hace que el hueso sea demasiado frágil.
COMPLICACIONES:

Las complicaciones son superadas con creces por los beneficios que
aporta el uso de la vía intraósea.

Según la documentación existente hasta el momento, el índice de


complicaciones de ésta técnica invasiva es muy bajo, y suelen ocurrir a
consecuencia de la impericia e inexperiencia del profesional sanitario.

Los estudios realizados, tanto en animales como en humanos, han


demostrado, que los efectos a largo plazo, sobre la médula y sobre el
crecimiento óseo, son mínimos, siempre que no se lesione la epífisis.

De manera global, menos del 1% de los pacientes portadores de vía


intraósea, presentan complicaciones importantes (rara vez, aparece como
complicación la muerte del paciente, secundaria a la perforación del
esternón, mediastinitis, hidrotórax, o a la perforación de los grandes vasos).
Por tanto, se puede considerar la vía intraósea, como una vía segura.

Aun así, conviene insistir, en que no es una vía de elección sobre la vía
intravenosa, ya que sólo la usaremos ante la imposibilidad de canalizar una
vía intravenosa, en una situación de urgencia vital para el paciente.

Las complicaciones derivadas de ésta técnica, las podríamos clasificar en:


mecánicas, infecciosas, embolismos, e histológicas.
MECANICAS:

• Extravasación o Infiltración Subcutánea, como resultado de una mala


colocación de la aguja, al no haber mantenido la perpendicularidad de la
aguja durante la técnica de inserción o al haber permitido que cabecee al
manipularla, por eso, es necesario que éste zona permanezca visible en todo
momento. También puede ocurrir en pacientes en los que se han infundido
líquidos mediante un sistema de alta presión.

Ésta complicación puede derivar en un Síndrome Compartimental, al


haber perforado de forma inadvertida la cortical contraria, bien por no haber
colocado el tope con los dedos, o por haberlo hecho demasiado alejado de la
piel.

La correcta elección de la aguja y de la zona de inserción, el correcto


anclaje del catéter, así como el diagnóstico precoz del Síndrome
Compartimental, mediante la vigilancia de los pulsos, el color, la
temperatura, el relleno capilar y el diámetro de la extremidad, junto con el
uso de la radiografía seriada de la zona para valorar posibles cambios
radiológicos en la zona de punción del hueso, son las medidas
recomendadas para la prevención y la detección precoz del extravase de
líquidos y del Síndrome Compartimental.

• Fractura del hueso puncionado, tras varias tentativas de colocación, o al


puncionar en la diáfisis en lugar de la metáfisis del hueso, sobre todo en los
niños muy pequeños. Se debe observar si hay deformidad, dolor o
inflamación, y ante la duda hacer una radiografía.

• Perforación completa del hueso.


• Lesiones de los grandes vasos o del Corazón, en el caso de punción a
nivel esternal.

• Punción articular.

INFECCIOSAS:

• Celulitis.

• Abscesos Subcutáneos.

• Osteomielitis, comúnmente provocada por el Staphylococcus Aureus,


pudiéndose deber la infección a una mala asepsia durante la técnica, a un
mal cuidado del catéter y del equipo de infusión, o por tratarse de pacientes
que presentaban bacteriemia en el momento de la inserción del catéter.
También está relacionada su aparición, con infusiones prolongadas (más de
24 horas), especialmente si se administran sustancias esclerosantes e
hipertónicas; por tanto, el riesgo de sufrir osteomielitis, disminuye si
minimizamos el tiempo de infusión, debiéndose canalizar, lo antes posible,
una vía venosa.

EMBOLISMOS:

• Embolia grasa, a pesar de que, según algunos estudios, aparecen en casi


todos los animales sometidos a RCP y perfusión intraósea de fármacos de
reanimación, nunca se ha podido demostrar, que sea consecuencia exclusiva
de la punción intraósea, ni tampoco que tenga gran repercusión clínica.

HISTOLÓGICOS:

• Se puede producir una hipocelularidad con edema celular, necrosis


celular y adelgazamiento del periostio, en los casos de administración de
soluciones hipertónicas. En cualquier caso, la suspensión en la
administración de estas soluciones, sería suficiente para la regresión de los
síntomas, y en un tiempo relativamente corto, la médula se regeneraría.

• La afectación del cartílago de crecimiento, es un riesgo teórico, que no


parece probable, a raíz de estudios con animales. En estudios realizados con
pacientes que habían recibido tratamiento a través de una vía intraósea, se
llego a la conclusión de que no existían, diferencias clínicas ni estadísticas,
significativas, en las longitudes tibiales entre los miembros.
MATERIAL NECESARIO PARA LA PUNCIÓN INTRAÓSEA:

Los materiales que vamos a necesitar son los siguientes:

• Desinfectante o solución antiséptica.

• Gasas, paños y guantes estériles.

• Anestésico local sin adrenalina: lidocaína al 1%.


• Jeringas de 5, 10, y 20 ml, así como agujas convencionales.

• Suero fisiológico.

• Llave de tres paso con alargadera, para no movilizar la aguja sobre el


hueso.

• Sistema de perfusión.
• Esparadrapo.

• Pinza tipo Kocher.

• Dispositivos de punción intraósea, éstos pueden se manuales o


automáticos.

1. Dispositivos manuales, son los de menor coste económico, pero los que
mayor dolor generan al paciente, por insertarse de forma lenta. Son agujas
intraóseas especiales, con estilete, bisel corto y multiperforadas de 14G -
18G. Comercialmente, se disponen de varios modelos: AGUJA COOK,
JAMSHIDI, SUSSMANE-RAZYNSKI, y FAST.

- Aguja COOK DIECKMAN, también conocida como seta. Se trata del


dispositivo manual más usado. Dispone de una amplia empuñadura, que nos
facilita la tarea de ejercer la presión necesaria para penetrar en el hueso.
Posee un fuerte trócar, terminado en una punta piramidal, y unas aletas
laterales, que son de gran ayuda para extraer el fijador, y dar estabilidad al
catéter. Su calibre varía entre los 14G y los 18G. No dispone de sistema de
rosca, por lo que la profundidad de penetración, dependerá de la presión
ejercida. El ángulo de penetración de la aguja, estaría entre los 45º y los 90º
si se trata de la tibia proximal, y en los 90º si se trata de la tibia distal.

- Aguja JAMSHIDI, aguja compuesta de un trócar con tirador, de eje corto,


para evitar falsos movimientos y controlar la penetración de la aguja.
Actualmente, éste tipo de aguja está en desuso.

- Aguja SUSSMANE-RAZYNSKI, consta de un asa más un trócar con


pequeñas roscas. Tiene un centro de gravedad alto, por lo que resulta más
difícil de insertar, y la estabilidad de la aguja es pésima. Su uso, también se
encuentra muy limitado.
- Aguja FAST, diseñado para acceso esternal solamente. Consiste en un
conjunto de agujas, alrededor de una aguja central, que se une a un conector
tipo Luer-lock. Es un dispositivo de un solo uso, que consta de un introductor,
sistema alargadera de vía, parche adhesivo, cúpula protectora, y apósito para
desinfección de la piel.

El parche blanco adhesivo, se coloca a 15 mm de la horquilla esternal y en


el centro de éste, se coloca el introductor, que dispara, a presión, un
conjunto de agujas, que llegan hasta el periostio del esternón, y una aguja
central, que perfora 5 mm más abajo, llegando a la cavidad medular del
esternón.

La aguja central, termina en una conexión Luer-lock, que se conecta a un


sistema alargadera, para facilitar la infusión de líquidos.

No está indicado en niños.

Puede interferir en las maniobras de RCP, por su inserción esternal.


2. Dispositivos automáticos, en éste grupo, encontramos:

- Pistola de inyección ósea, comercializada como BIG (Bone Injection


Gun). Se trata de un dispositivo de inserción rápida, mediante auto
inyectores con control de la profundidad de inserción.

Es quizás, el dispositivo más rápido, sencillo, y menos doloroso.

No requiere de nuestra fuerza física, ya que el trócar se inserta


rápidamente, (0,02 seg.), al accionar el dispositivo que libera el muelle
tensor.

Se comercializa en dos versiones: para pacientes adultos (color azul y


calibre 15G) y pediátrico hasta 12 años (color rojo y calibre 18G).

Para proceder a canalizar la vía, elegiremos primero la profundidad de


penetración, según la edad del paciente (en el dispositivo pediátrico hay tres
marcas según la edad: 0-3 años, 3-6 años y 6-12 años), o según la estructura
ósea elegida.
- Taladro de infusión intraósea, patentado bajo el nombre de EZ-iO. Se
trata de un pequeño taladro, al que se conecta una aguja-broca estéril con
un catéter. El taladro es reutilizable, no estéril, fabricado de una sola pieza de
policarbonato, recargable mediante una batería de litio, y dispone de un
gatillo, con un capuchón de seguridad.

Las agujas, son de un grosor único (15G), pero con diferentes longitudes:
15mm (rosa), para pacientes pediátricos; 25 mm (azul), para pacientes
adultos normales; y de 45mm, para adultos obesos o de gran tamaño.

Éste dispositivo, permite inserciones intraóseas, a pacientes cuyo acceso


es difícil.

Para su inserción, no hay que ejercer mucha presión, por lo que su


dificultad es mínima, y confiere más estabilidad a la aguja, una vez insertada,
que usando otros dispositivos.

Su versatilidad y su tiempo de inserción, lo hacen preferible frente al resto


de los dispositivos, pero tiene un elevado coste.
ZONAS DE PUNCIÓN:

Según la bibliografía revisada, se puede afirmar que cualquier hueso, que


no presente ninguna de las contraindicaciones mencionadas anteriormente,
y que tenga una zona plana y bien definida, puede ser susceptible de ser
pinchado con un dispositivo de vía intraósea.

Sin embargo, existen estructuras más adecuadas que otras, dependiendo


de la composición que tengan éstas, y la edad del paciente, ya que en los
niños a medida que se va produciendo el crecimiento, la médula ósea roja
cambia a médula amarilla, que está menos vascularizada y más infiltrada por
células de grasa, por tanto, muchas zonas de punción que son propicias para
practicar ésta técnica en los niños, desaparecen en el adulto.
Atendiendo a éstos criterios, las zonas de elección para la punción
intraósea, son:

A. En neonatos y en niños menores de 6 años:

• Se recomienda pinchar en el extremo proximal de la tibia, en su cara


anterior e interna, entre 1 y 3 cms por debajo de la tuberosidad tibial.

La correcta inserción de la aguja, debe de realizarse con una inclinación de


20º- 30º, con respecto a la vertical, y en dirección al pie del paciente,
evitando así lesionar el cartílago de crecimiento.

Algunos autores, no obstante, recomiendan introducir la aguja


perpendicularmente o en ángulo de 90º con respecto al eje de la pierna,
evitándose el posible desplazamiento de la aguja a lo largo del hueso. En esa
localización, la cavidad medular es grande, y la posibilidad de lesión de los
tejidos adyacentes es mínima.
• Otras zonas de punción, alternativas para éste grupo de edad, son:

1. La cara posterior de la metáfisis del radio.

2. La cara anterior de la epífisis proximal del húmero.

3. El fémur distal, cuando se elije la porción distal del fémur, el lugar de


inserción, se encuentra situado a 2-3 cms del cóndilo externo. La aguja debe
seguir una dirección hacia la cabeza del niño, formando un ángulo de 10º-20º
con respecto a la vertical, y con el propósito de evitar el cartílago de
crecimiento.

4. El esternón, aunque es un lugar recomendado para la punción


intraósea, debería desestimarse en el niño, dado el poco espesor del mismo,
y las relaciones anatómicas próximas del corazón y los grandes vasos.

5. Y la cresta ilíaca, en la cara inferior de la espina ilíaca.


B. En niños mayores de 6 años y en adultos:

• El lugar de elección para la punción intraósea, es la tibia distal, 1 o 2


cms por encima del maléolo interno, en su unión a la diáfisis tibial, y por
detrás de la safena externa.

En éste lugar, la cortical del hueso es más fina, y la punción resulta más fácil.

La inserción de la aguja, debe tener una cierta inclinación, con dirección


cefálica.
• Cuando por las circunstancias, hubiera que elegir otro lugar de
punción, otras posibles estructuras son:

1. La tibia proximal, que junto a la tibia distal, son las localizaciones


que resultan más asequibles para el profesional, ya que la piel se encuentra
adherida al periostio, y sin presencia de grasa intermedia. Éste dato, se debe
tener en cuenta, sobre todo en pacientes obesos.

2. La cresta ilíaca, en las zonas antero-superiores de las espinas ilíacas.

3. El esternón, el punto elegido es entre el segundo y el tercer espacio


intercostal, a un centímetro de la línea media del esternón. Es una buena
estructura de punción para los adultos, ya que se disminuye notablemente el
riesgo de embolismo, justificándose en base a la tardía conversión de la
médula esternal en médula grasa. Sin embargo, sólo se recomienda en ésta
localización, el uso del dispositivo FAST, ya que con el uso de otros
dispositivos hay riesgo de lesionar las estructuras del mediastino. No se
recomienda si existe riesgo de que el paciente entre en parada
cardiorrespiratoria, ya que interfiere con las maniobras de RCP (masaje
cardiaco).

4. La clavícula, en su extremo proximal.

5. La apófisis estiloides del cúbito.

6. La metáfisis distal del radio.

7. El calcáneo.
TÉCNICA DE INSERCIÓN:

• Localizar el punto de inserción.

• Colocar al paciente en decúbito supino, con la extremidad


semiflexionada, en rotación externa, y apoyada sobre una superficie dura.

• Lavado de manos.

• Limpieza y desinfección de la piel con una solución antiséptica


(povidona yodada, clorhexidina, o similar).

• En caso de estar el paciente consciente, sería recomendable anestesiar


la zona, infiltrando una pequeña cantidad de lidocaína al 1%, en los tejidos
blandos y en el periostio, antes de insertar la aguja.

• Colocarse guantes estériles.

• Según el dispositivo a usar:

1. Si el dispositivo de punción, es tipo aguja, trócar o seta:

- Agarrar firmemente la aguja con la palma de la mano dominante, de


manera que su empuñadura se sitúe en el talón externo, y pinzarla con los
dedos pulgar e índice, a una distancia de 0,5-1 cms, para evitar profundizar
mucho, y que haga la función de tope o freno.

- Insertar la aguja, perpendicularmente a la superficie antero-interna de


la tibia, con un ángulo de 60º-75º, pero con la punta de la aguja, en dirección
opuesta a donde se encuentran los cartílagos de crecimiento, y comenzar a
presionar el manubrio.

- Después de haber perforado la piel, se nota un aumento de la


resistencia, que indica que la punta está tocando la cortical del hueso.

- Avanzar la aguja a través de la cortical ósea, con un movimiento


semirotatorio en ambos sentidos, suave pero firme, para ir rompiendo poco
a poco las trabéculas óseas, hasta notar una brusca pérdida de la resistencia,
o en ocasiones oír un “plop”, que indica que la cortical ha sido perforada, y
estamos en la cavidad de la médula ósea.

Se considera que la aguja se encuentra en la cavidad medular, cuando ésta


se mantiene firme sin soporte, cuando al aspirar con una jeringa, se obtiene
médula ósea, y cuando al administrar soluciones a través de la vía, éstas
fluyen sin resistencia y en ausencia de infiltración de la zona.
- Desenroscar el extremo posterior de la aguja, girando el trócar de la
base, y se retira el estilete.

2. Si el dispositivo intraóseo es tipo pistola BIG:

- Se regula la profundidad de inserción, dependiendo de la edad del


paciente, y de la estructura ósea elegida.

- Se coloca la pistola de forma perpendicular, sobre el punto de inserción,


de manera que la flecha dibujada en el dispositivo, coincida con el punto de
punción.

- Sujetamos el dispositivo por la base, y con la otra mano, retiramos el


pestillo de seguridad.

- Presionar, con el talón de la mano, la parte trasera del dispositivo, para


accionarlo.

- Retirar la pistola, y extraer el trócar del catéter, ya que el muelle hace


que la aguja se desinserte automáticamente.

3. En el caso de usar el taladro intraóseo EZ-iO:

- Se insertará la aguja, en un ángulo de 90º, respecto al hueso, con una


sujeción suave, hasta que la última marca de la aguja, sea visible a 5 mm de
la piel.

- Se estabiliza la aguja, con los dedos de una mano, mientras se


desconecta con la otra mano, y se retira la aguja.

- Confirmar que la punción se ha realizado correctamente, observando


que la aguja se mantiene firme e inmóvil, que se obtiene sangre o médula al
aspirar con una jeringa cargada con suero (aunque esto no siempre sucede),
y que al inyectar suero, éste entra con facilidad y no se extravasa alrededor
del punto de inserción. Si el paciente está consciente, antes de empezar a
infundir volumen, se debe administrar, a través del catéter, 2-3 cc de
lidocaína al 1%, para evitar el dolor que produce la distensión de la médula
ósea al infundirle líquidos.

Todas estas maniobras se deben hacer con sumo cuidado, sujetando la aguja
por su platillo basal, para evitar que ésta cabecee, se introduzca demasiado,
o se salga.

- Fijación del dispositivo al miembro, usando un anillo de Moldar con


abrazadera, que se sujeta a la pierna con tiras de esparadrapo, o mediante
una pinza tipo Kocher, que luego se adhiere a la pierna con esparadrapo.

- Conexión al sistema de perfusión, mediante una llave de tres vías con


alargadera, y fijación de éste, a la pierna del paciente.

- Retirada del acceso vascular intraóseo, cuando se logre un acceso


intravenoso seguro.
MEDICAMENTOS ADMINISTRADOS POR VIA INTRAÓSEA:

Según los distintos autores, la vía intraósea, se puede emplear para


expandir volemia, así como para administrar diversos fármacos, entre ellos:

• Medicamentos de uso habitual en reanimación y cuidados intensivos.

• Antiarrítmicos: Adrenalina, Atropina, Bretilio, Digoxina, Dobutamina,


Dopamina, Isoproterenol, Lidocaína, Noradrenalina, Propanolol.

• Soluciones Cristaloides para expansión volumétrica, como: Dextrosa,


Manitol, Ringer Lactato, Suero Salino Hipertónico, Sangre y productos
derivados.

• Soluciones Coloides, como la Albúmina.

• Contrastes Radiológicos Yodados.

• Analgésicos: Fentanilo, Sulfato de Morfina.

• Antihipertensivos: Diazóxido, Nitroprusiato.

• Antibióticos: Ampicilina, Cefotaxima, Cefuroxima, Gentamicina,


Penicilina.
• Relajantes Musculares: Atracurio, Pancuronio, Succinilcolina, Vecuronio.

• Anticonvulsionantes: Diazepan, Fenitoína, Fenobarbital, Midazolam,


Tiopental.

• Otros fármacos: Antitoxinas, Adenosina, Cloruro Cálcico, Dexametasona,


Furosemida, Gluconato Cálcico, Heparina, Insulina, Naloxona, Sulfonamida,
Vitamina B, Vitamina C, Vitamina K.
CUIDADOS DE ENFERMERÍA:

Los cuidados de enfermería que debemos proporcionar al catéter, no


difieren demasiado de los cuidados de otros tipos de vías, aunque sí se deben
tener en cuenta, algunos matices.

• Cuidados de la aguja y del lugar de punción:

Una vez insertada la aguja, y tras comprobar su buen funcionamiento, se


colocará un apósito estéril y seco alrededor de al aguja. Cambiaremos el
apósito si se moja o se mancha de sangre.

Si la vía se mantuviera durante varias horas, para evitar infecciones, se


debe desinfectar la zona de punción periódicamente, cada 4-6 horas, con
povidona yodada, colocando un nuevo apósito seco y estéril.

Se debe inspeccionar los tejidos cincurdantes al lugar de punción.

No se debe cubrir la zona de punción con apósitos oclusivos


transparentes, ya que favorecen la maceración de la piel, así como la
penetración de gérmenes en la zona.

Es fundamental, una adecuada inmovilización del miembro donde se


encuentra insertada la vía intraósea.

La adecuada posición de la aguja, y la integridad de la estructura ósea,


se revisarán mediante radiografías periódicas, según el tiempo de
permanencia de la vía.
• Valoración y observación de signos que indiquen la aparición de
complicaciones:

Para detectar la aparición de Síndrome Compartimental, debe vigilarse,


periódicamente, el aspecto de la piel y el volumen de las masas
musculares,midiendo el miembro puncionado, y comparando las
dimensiones con las de la otra extremidad.

Se deberá confirmar la presencia constante de pulsos distales, así como


vigilar el relleno capilar.

Vigilar la temperatura y color del miembro, para detectar precozmente la


aparición de celulitis o absceso subcutáneo.

Mantener la alarma de presión de la bomba de perfusión, en su límite


inferior, para prevenir la extravasación de líquidos en la zona.

Retirar la vía intraósea en cuanto se disponga de otro acceso vascular.

• Cuidados de la vía intraósea:

Tras la administración de fármacos, se debe infundir un bolo de 5cc-10cc


de suero fisiológico, para limpiar la vía intraósea, así como para conseguir
unos niveles séricos, similares a los obtenidos por vía endovenosa.

Regular los flujos de infusión, para evitar la extravasación y la aparición


del Síndrome Compartimental: en pacientes pediátricos, se recomienda la
administración de fluidos mediante bolos lentos con jeringa, y en pacientes
adultos, se pueden administrar flujos de 50-100 ml/min, mediante bomba de
infusión.

Heparinizar la vía, si se mantiene durante el traslado.


• Cuidados en la retirada de la aguja:

Cuando se retire la vía, se desinfectará la zona con povidona yodada, y se


presionará el punto de inserción, con un apósito estéril, durante 5 minutos.

Posteriormente, colocaremos un apósito seco y estéril, en la zona de


punción, y la vigilaremos periódicamente (cada 8 horas, durante las
siguientes 48 horas).

• Cuidados generales y Registro en la Hoja de Enfermería:

La presencia de dolor a nivel de la punción, indicará que el flujo de líquidos


es elevado.

Si a pesar de reducir el flujo, el dolor persiste, y/o aparece parestesia en el


miembro puncionado, se deberá retirar la aguja.

Si el paciente está consciente, se le debe informar de la finalidad de la vía


intraósea, usando para ello, un lenguaje comprensible y adecuado a su edad.

Hacer constar en la hoja de registro de enfermería, además de todos los


cuidados realizados al paciente, la fecha y hora de inserción de la vía
intraósea, tipo de catéter, lugar de inserción, y medicación administrada.
DIAGNÓSTICOS DE ENFERMERÍA, INTERVENCIONES (NIC), Y
CRITERIOS DE RESULTADO (NOC):

• 00046 Deterioro de la integridad cutánea, relacionado con la


inserción del catéter intraóseo.

NIC 3590: Vigilancia de la piel.

NIC 4070: Precauciones circulatoria.

NIC 3541: Prevención de úlceras por presión.

NOC 1101: Integridad tisular: piel y membranas mucosas.

NOC 0407: Perfusión tisular: periférica.

• 00004 Riesgo de infección, relacionado con la técnica invasiva de


punción intraósea.

NIC 6550: Prevención de las infecciones.

NIC 6540: Control de infecciones.

NIC 1870: Cuidado del catéter.

NOC 1908: Detección del riesgo.

NOC 1902: Control del riesgo.


• 00091 Deterioro de la movilidad en la cama, relacionado con la
inserción del dispositivo intraósea.

NIC 3590: Vigilancia de la piel.

NIC 0740: Cuidado en el reposo en cama.

NIC 0940: Cuidado de la inmovilización.

NIC 3541: Prevención de úlceras por presión.

NOC 1101: Integridad tisular: piel y membranas mucosas.

• 00132 Dolor, relacionado con la perfusión de líquidos por vía


intraósea.

NIC 1400: Manejo del dolor.

NIC 2210: Administración de analgésicos.

NIC 2303: Administración de medicamentos: intraósea.

NIC 4120: Gestión de líquidos.

NOC 1605: Control del dolor.

NOC 2102: Nivel de dolor


• 00148 Temor, (si el paciente está consciente), relacionado con el
desconocimiento del proceso de canalización intraósea, y manifestado por
nerviosismo e inquietud.

NIC 5230: Aumentar el afrontamiento.

NIC 5380: Potenciación de la seguridad.

NIC 5510: Educación sanitaria.

NIC 5602: Enseñanza: proceso de enfermedad.

NOC 1404: Autocontrol del miedo.

• 00146 Ansiedad, relacionado con la situación clínica del paciente.

NIC 5270: Apoyo emocional.

NIC 5400: Mejorar la autoestima.

NIC 5820: Reducción de la ansiedad.

NOC 1205: Autoestima.

NOC 1402: Control de la ansiedad.


• 00035 Riesgo de lesión, relacionado con el manejo inadecuado del
dispositivo intraóseo.

NIC 5510: Educación sanitaria.

NIC 5520: Facilitar el aprendizaje.

NOC 1104: Curación ósea.

NOC 1806: Conocimientos y recursos sanitarios.

• 00108 Déficit de autocuidado: baño.

NIC 1801: Ayuda en el autocuidado: baño/higiene.

NOC 0301: Autocuidado: baño.

• 00109 Déficit de autocuidado: vestido.

NIC 1800: Ayuda en el autocuidado: vestido/arreglo personal.

NOC 0302: Autocuidado: vestirse.

NOC 0304: Autocuidado: arreglarse.


• 00214 Disconfort.

NIC 6482: Gestión del entorno: comodidad

NIC 6480: manejo ambiental: confort.

NOC 2100: Nivel de bienestar.


CONCLUSIÓN:

En situaciones de emergencia, el tiempo es vida, por tanto resulta muy


útil, conocer ésta técnica y formar al personal de enfermería, en
fundamentos que mejoren la calidad asistencial.

El manejo de los distintos dispositivos, el adiestramiento en la punción


intraósea, y los cuidados necesarios para su mantenimiento, minimizan al
máximo el riesgo de posibles complicaciones, por todo ello, hacen de la vía
intraósea, una opción muy válida y a tener en cuenta, en el tratamiento del
paciente crítico, ante una situación de urgencia.
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