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Seguridad Nacional en Nuestramérica

por Diana Hamra

1) Algunos Conceptos

Golpe de Estado

Según el Diccionario de la Real Academia Española, un golpe de Estado es una


“actuación violenta y rápida, realizada generalmente por fuerzas militares o
rebeldes, por la que un grupo determinado se apodera o intenta apoderarse de
los resortes del gobierno de un Estado, desplazando a las autoridades
existentes”. Ese gobierno tiene un origen no estipulado por las normas legales
del Estado, expresadas en la Constitución o en leyes especiales.

En la Argentina, la Constitución Nacional desde 1853 -y sus sucesivas


modificaciones- establece que los gobernantes del país serán elegidos por el
pueblo a través del sufragio. Durante el siglo XX, en seis ocasiones, este
principio fue vulnerado por las fuerzas armadas, cuyos miembros -al estar
respaldados por el monopolio del manejo de las armas- se sentían superiores a
los gobernantes civiles elegidos por el pueblo y en condiciones de “resolver”
todos los problemas que aquellos no podían solucionar. Si bien los golpes de
Estado estuvieron encabezados por sectores militares,
quienes incitaban, presionaban, acompañaban y
formaban parte del gobierno de facto, fueron sectores de
la civilidad, grupos económicos internos e internacionales.

Las fuerzas armadas tienen como función proteger y


garantizar los intereses vitales de la Nación frente a las
agresiones de origen externo, y sus integrantes están Golpe de Estado del 6
de septiembre de 1930.
subordinados al gobierno civil. La Constitución Nacional José F. Uriburu,
presidente de facto.
(art. 99 inc. 12) establece que el Presidente de la Nación
es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, es decir, su autoridad
máxima. En el caso de la Argentina y de otros países de América Latina, las
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Fuerzas Armadas asumieron poder de policía; irrumpieron en el manejo de la


política interna del Estado.

Se entiende que el poder de policía es la potestad y funciones desarrolladas


por los organismos del Estado tendientes a asegurar la protección de la
libertad y la seguridad de los habitantes del país y que faculta a esos
organismos a utilizar su poder coaccionador y ordenador sólo con la finalidad
de dar cumplimiento a tales objetivos.
Las Fuerzas Armadas, cuando se hicieron ilegalmente cargo del gobierno del
país, utilizaron el poder de policía para lograr un control absoluto de la
sociedad y para disciplinar y/o acallar a los opositores a su proyecto.

Habiendo irrumpido de manera ilegal, quienes conformaban los gobiernos de


facto buscaron alternativas para obtener la legalidad y la legitimidad de sus
decisiones.

A pesar de que la Corte Suprema no tiene competencia en decisiones de


carácter político –las que, según el art. 116 de la C.N. quedan reservadas a los
poderes ejecutivo y legislativo, un documento emitido por el Alto Tribunal de la
Nación el 10 de septiembre de 1930 la acordada que dio origen a la doctrina de
los gobiernos de facto y que sería utilizada para legalizar a todos los golpes
militares del siglo XX.

Esta doctrina establecía que los gobiernos de facto se encontraban en posesión


de las fuerzas militares y policiales “necesarias para asegurar la paz y el orden
de la nación”; habilitaba al gobierno a realizar “válidamente los actos
necesarios para el cumplimiento de los fines perseguidos por él”; los
habitantes no pueden impugnar a un gobierno impuesto por la fuerza en razón
de “orden y seguridad social”. Esto habilitaba a que los actos jurídicos de los
gobiernos de facto tuvieran la misma validez que los de un gobierno de
derecho. Es decir, podían crear su propia legislación y reglas de juego a través
de los llamados decretos-leyes.

El primer considerando de la Acordada mencionaba que la Corte se ponía en


conocimiento oficial de la “[...] constitución de un gobierno provisional
emanado de la revolución triunfante el 6 de septiembre [...]”. A pesar de que
muchos de los movimientos que depusieron gobiernos legalmente constituidos
en la Argentina del siglo XX, se autodenominaron “revolucionarios” no fueron
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más que cuartelazos o motines que se encuentran caracterizados como


“sedición” por el art. 22 de la C.N.

Si la ruptura se realiza sólo en términos del aparato político, cambiando a las


personas que manejan la cosa pública en contra o sin el apoyo del pueblo se
está ante un golpe de Estado. Sus integrantes sólo intentan generar reformas
económicas, políticas y sociales. Una revolución es un proceso profundo que
genera la toma del poder con apoyo de la mayoría del pueblo, se hace contra
el orden social establecido y provoca cambios estructurales, totales, en las
formas económicas, políticas, sociales e institucionales del país.

Las autodenominadas Revolución de 1930, Revolución Libertadora de 1955,


Revolución Argentina 1966 no fueron más que golpes de Estado a cargo de
usurpadores de la autoridad.

El 2 de abril de 1976 -diez días después de


perpetrado el golpe de Estado- fueron designados
los nuevos miembros de la Corte Suprema, quienes
tomaron posesión de su cargo luego de exigir que
se modificara la fórmula de juramento que exigía
aceptar la Constitución en tanto no se opusiera a
Golpe de Estado del 24 de marzo de los Objetivos Básicos fijados por el Estatuto del
1976. Massera, Videla y Agosti,
miembros de la primera junta militar.
Proceso de Reorganización Nacional –nombre que
los golpistas habían dado a su gobierno-.

Los jueces juraron acatar la Constitución Nacional quedando así “garantizada”


la primacía constitucional. Luego, un pronunciamiento de los integrantes de la
Corte Suprema del 10 de noviembre de 1977 estableció que:

"[...] las Actas lnstitucionales y el Estatuto para el proceso de reorganización


nacional son normas que se integran a la Constitución Nacional, en la medida
que subsistan las causas que han dado legitimidad aquéllas, fundadas en un
verdadero estado de necesidad que obligó a adoptar medidas de excepción
[...]".

Adolfo R, Gabrielli. La Corte Suprema de Justicia y la opinión pública (1976-


1983). Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1986, p. 25.
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Así, el Alto Tribunal reconocía al nuevo gobierno amplias atribuciones


legislativas y constituyentes, sin perjuicio de que los derechos reglamentados
guarden razonable y adecuada relación con ese fundamento.

La legitimidad de un gobierno está dada en función del consenso que la


población brinda al mismo. Por un lado, la legitimidad está dada en función de
la creencia en el valor social de las instituciones, en el respeto a las formas
legales de acceso a los cargos gubernamentales (soberanía y sufragio
popular). Por otro, la conformación de una opinión pública que entienda que
las decisiones tomadas por sus representantes son justas, lícitas, conformes a
la moral y a la defensa de los intereses del pueblo. En el caso de las rupturas
institucionales, golpes de Estado.

Las primeras medidas tomadas por los


gobernantes de facto, fueron la suspensión de la
vigencia de la Constitución Nacional –aunque los
integrantes de estos gobiernos siempre evocaban
su defensa-; disolución del Parlamento; la
proscripción de los partidos políticos; intervención
de las provincias y dictado de un “Estatuto”;
declaración del Estado de sitio (éste fue ratificado
La suspensión de las garantías porque ya había sido declarado durante el
implicó un dominio irrestricto de la
población por parte de los gobierno de María Estela Martínez de Perón en
gobernantes de facto.
consonancia con lo establecido por el art. 23 de
C.N.), dejando suspendidas las garantías constitucionales para los habitantes
del país. Esto último implica que el poder de los gobernantes sobre los
gobernados no conoce ninguna restricción; “ninguna” implica que la vida y la
muerte de las personas se encuentran en sus manos.

Cuando en 1994 se reformó el texto de la Constitución Nacional, se puso en


discusión la doctrina de los gobiernos de facto y se trató de generar un
remedio para que esta doctrina no pudiera aplicarse ante nuevos golpes de
Estado,. Resultado de ese intercambio fue la inclusión del llamado artículo de
defensa del orden constitucional. El artículo 36 establece que:

“Esta Constitución mantendrá su imperio aun cuando se interrumpiere su


observancia por actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema
democrático. Estos actos serán insanablemente nulos [...]”.
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Esta cláusula de autodefensa de la Constitución proclama la necesidad del


mantenimiento del orden constitucional y el sistema democrático luego de la
larga zaga de golpes de Estado vivida por los argentinos entre los años 1930 y
1983. Esta proclama es importante, pero para no llegar a que este artículo
tenga que ponerse en acto, es necesario que cada uno de los hombres y
mujeres que habitan la República Argentina defendamos la vigencia de la
Constitución y profundicemos nuestro compromiso cotidiano de participación
social y política para asegurar que la democracia impregne no sólo el aspecto
político sino todo el quehacer social.

Terrorismo de Estado

El terrorismo de Estado implica la utilización sistemática de la violencia del


aparato estatal con el fin de aplicar a todos los habitantes de un país -en forma
difusa y clandestina- medidas coactivas prohibidas por el ordenamiento jurídico
pautado por la Constitución Nacional. El terrorismo de Estado obstaculiza y/o
anula la actividad judicial y los organismos de gobierno se constituyen en
agentes activos de la lucha por el mantenimiento de un control social estricto.

La Justicia Federal Argentina en el orden interno y luego ante la Comisión


Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados
Americanos (en la Causa "Birt" en Expediente 32-B-84 Justicia Federal de
Córdoba y en los Casos 10.288, 10.310, 10.436, 10.496, 10.631 y 10.771)
describió los siguientes componentes del terrorismo de Estado:

- No reconocimiento de los derechos y garantías constitucionales, lo que brinda


al gobierno un poder irrestricto sobre las personas:

“Se ha comprobado [...] que las personas aprehendidas no eran puestas a


disposición de la justicia civil ni militar, salvo en contados casos, que no debía
darse información sobre las detenciones, ni siquiera a los jueces [...]”

Sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional


Federal de 9 de diciembre de 1985, en el juicio a los ex comandantes de las
Juntas Militares.
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- Concentración del gobierno en pocas personas


—en el caso del golpe de Estado de 1976, a
cargo de la Junta de Comandantes de las
Fuerzas Armadas—. No se respetó la división
de poderes, se cerró el Parlamento
- -Poder Legislativo- y se subordinó al poder
Judicial, impidiendo su independencia y la
Escuela de Mecánica de la Armada funcionó posibilidad de que controle los abusos de la
como un centro clandestino de detención.
Hoy se ha convertido en el Museo de la autoridad.
Memoria.

- Puesta en marcha de un plan para la instauración del terror en la sociedad a


través de la utilización de una metodología clandestina -secuestros,
desaparición masiva de personas, torturas, homicidios- prohibida por el orden
jurídico oficialmente proclamado:

“Se ha demostrado que, pese a contar los comandantes de las Fuerzas


Armadas que tomaron el poder el 24 de marzo de 1976 con todos los
instrumentos legales para llevar a cabo la represión de modo lícito, sin
desmedro de su eficacia, optaron por la puesta en marcha de procedimientos
clandestinos e ilegales, sobre la base de órdenes que impartieron los
enjuiciados”.

Sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional


Federal de 9 de diciembre de 1985, en el juicio a los ex comandantes de las
Juntas Militares.

- Existencia de una legalidad represiva


dictada desde el gobierno y afirmada en la
existencia de una “guerra vertical” contra un
enemigo que participa de una confabulación
internacional y, cuyo objetivo, era tomar el
poder y modificar el ordenamiento social y
Las fuerzas militares en las calles de la
los valores aceptados socialmente hasta el ciudad vigilan y controlan a los habitantes y
momento. Este enemigo se encontraba tratan de detectar enemigos.

infiltrado en todos los niveles de la sociedad y por eso era necesario combatirlo
en todas las formas y lugares donde se encontrara:
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“La guerra vertical se libra dentro de cada pueblo, en la entraña de cada


nación, con propósitos políticos, y cuyo objetivo final es el del convertir a un
determinado país en satélite de otro o de cambiar la esfera de influencia
internacional en la que se encuentre”.

Alegato de Roberto Eduardo Viola ante la Cámara Nacional de Apelaciones en


lo Criminal y Correccional Federal, el 12 de octubre de 1985 en El Diario del
Juicio, N°. 22, 22 de octubre de 1985.

- El manejo del aparato ideológico del Estado –


medios de comunicación, escuelas, universidades,
sindicatos, asociaciones profesionales, etc.- permite
el desarrollo de una planificada acción cultural,
periodística y propagandística que busca mostrar
los conflictos en términos de la dialéctica amigo-
Excavación en el lugar donde
funcionara el centro clandestino de
enemigo, es decir, como parte de una guerra. La
detención llamado Club Atlético, en finalidad de esta acción es la:
Paseo Colón 1200 de la Ciudad de
Buenos Aires

“Emocionalización de la propia concepción y


estigmatización moral del adversario. A través de la institución se refuerza lo
más posible el matiz emocional de la convicción y se dota a las opiniones
opuestas de un estigma moral negativo. Quien piensa de otra manera es
convertido en una persona negativa, portadora del mal”.

Grabner-Haider, Antón, Weinberger, Ota y Weinke, Kurt (comp.). Sociedad y


fanatismo. Leykam, 1987, p. 21.

Además, los grupos dominantes tratan de construir una imagen propia,


presentándose como defensores de la legalidad constitucional, de los valores y
la moral —occidental y cristiana— que son mostrados como valores absolutos
para la concreción del bien común y la justicia infinita.

A pesar de ello, gran parte de la población tiene indicios de las atrocidades que
se cometen, pero el terror instalado socialmente genera la necesidad de
mantener en secreto los actos de violencia, por temor a ser considerado
“enemigo”. Estas situaciones permiten a los sectores dominantes manejarse
con absoluta impunidad.
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El terrorismo de Estado concreta sus objetivos por vía del terror


institucionalizado; manipulando los ámbitos más relevantes de la vida
cotidiana para mantener el control y homogeneizar a los integrantes de una
sociedad plural y diversa en aras de la instalación de un proyecto económico y
político que beneficia a un sector minoritario de la población y coloca y
mantiene a la mayoría, en situación de exclusión y miseria.

Crímenes de lesa humanidad

Durante el curso del siglo XX y como consecuencia de los conflictos


internacionales conocidos como Primera y Segunda Guerra Mundial, los
gobiernos de los países directamente afectados y también de aquellos que no
intervinieron directamente, vieron la necesidad de conformar organismos
internacionales que regularan las relaciones entre los diferentes Estados.

Así, luego de la Primera Guerra se conformó


la Sociedad de las Naciones con la
finalidad de conservar la paz por medio de
una acción colectiva y prevenir una
repetición de los horrores de la guerra de
1914 a 1918 en Europa.

Las controversias se remitirían al Consejo de


Sesión de apertura de la Liga de Naciones la Sociedad con fines de arbitraje y
Ginebra, Suiza.
15 de noviembre de 1920. conciliación. De ser necesario, se usarían
sanciones económicas y luego militares. La
Sociedad deseaba además, promover la cooperación internacional en asuntos
económicos y sociales. Además, elaboró una primera lista de tales crímenes
que se consideraban de “de lesa humanidad”, aunque no quedaron recogidos
en un instrumento internacional. Los fines de la Sociedad no pudieron
concretarse y en 1939, se desató la Segunda Guerra Mundial.

En 1945, ante el inminente colapso de la Alemania nazi, representantes de


países involucrados discutían la posibilidad de formar una organización
internacional después de la guerra. Entre abril y junio de 1945, representantes
de 50 países se reunieron en San Francisco (EE.UU.) para dar nacimiento a
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Carta de las Naciones Unidas, que sería la base de la cooperación


internacional.

Entre el 20 de noviembre y el 1 de octubre de 1946, se celebró, en el Palacio


de Justicia de la ciudad de Nuremberg, el proceso contra los principales
acusados nazis de crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes
contra la humanidad.

El Tribunal se componía de jueces británicos, soviéticos, estadounidenses y


franceses en la proporción de dos por cada uno de los países vencedores de la
guerra. Las sentencias del tribunal fueron recogidas en la llamada Carta del
Tribunal de Nuremberg. En ella se establecían cuáles eran los crímenes que se
considerarían delitos contra la humanidad. Éstos fueron reconocidos al año
siguiente como parte del Derecho Internacional por la Asamblea General de las
Naciones Unidas –organismo creado en 1948, del cual formaba parte el
Tribunal Penal Internacional- y se incluyeron en posteriores instrumentos
internacionales, como los estatutos de los tribunales penales internacionales
para la ex Yugoslavia y Ruanda.

El 17 de julio de 1998, el Estatuto de Roma de


la Corte Penal Internacional, un tratado
internacional definió, por primera vez, los
crímenes de lesa humanidad, considerando los
11 tipos de actos siguientes:

 Asesinato: homicidio intencionado. El sucesor oficial de Hitler, mariscal


Hermann Göering, ante el Tribunal de
 Exterminio: homicidio intencionado y en Nuremberg

gran escala de miembros de un grupo,


incluida la privación de alimentos o medicinas con intención de provocar
la destrucción de parte de la población.
 Esclavitud: ejercicio de derechos de propiedad sobre una persona,
incluido el tráfico de personas, en particular de mujeres y niños.
 Deportación o traslado forzoso de población: expulsión de personas de la
zona donde están presentes legítimamente sin motivos autorizados por
el derecho internacional, entendiéndose que la deportación supone
cruzar fronteras nacionales y que el traslado forzoso, no.
 Encarcelamiento u otra privación grave de la libertad física en violación
de normas fundamentales de derecho internacional.
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 Tortura: dolor o sufrimientos graves, físicos o mentales, causados


intencionadamente a una persona que el acusado tenía bajo su custodia
o control.
 Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado,
esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable:
la violación y otros abusos sexuales pueden constituir también otros
crímenes de la competencia de la Corte, como tortura en tanto que
crimen de lesa humanidad o crimen de guerra.
 Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia por motivos
políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o de género
o por otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con
arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier crimen
comprendido en el Estatuto: privación intencionada y grave de derechos
fundamentales en contra del derecho internacional debido a la identidad
de un grupo o colectividad y relacionada con otro acto que constituya un
crimen de lesa humanidad, un crimen de guerra o genocidio.
 Desaparición forzada de personas: detención o secuestro de personas
por un Estado o una organización política o con su autorización,
consentimiento o aquiescencia, junto con la negativa a reconocer la
privación de libertad o a proporcionar información sobre la suerte que
han corrido los «desaparecidos» con la intención de privarlos de la
protección de la ley durante un largo periodo.
 El crimen de apartheid: actos inhumanos cometidos en el contexto de un
régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un
grupo racial por otro con la intención de mantener ese régimen.
 Otros actos inhumanos de carácter similar que causen
intencionadamente grandes sufrimientos o atenten contra la integridad
física o la salud mental o física: actos inhumanos de gravedad similar a
otros crímenes contra la humanidad.

Para que un delito no sea considerado ordinario sino crimen de lesa


humanidad, tiene que:

- haber sido cometido “como parte de un ataque generalizado o sistemático”.


El término “ataque” denota no sólo una agresión militar, sino que es aplicable a
leyes y medidas administrativas como deportación o traslado forzoso de
población. Las fuerzas armadas y de seguridad argentinas que usurparon el
poder entre 1976 y 1983 llevaron a cabo una serie de actos, enmarcados en
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un plan común con fines delictivos, esto es, un plan sistemático con finalidad
criminal, consistente en la concepción, diseño y ejecución de actividades
delictivas encaminadas a la eliminación de aquellas personas percibidas como
“subversivas”, opositoras al régimen.

- estar dirigido “contra una población civil”. Para el derecho internacional


humanitario, el concepto de población civil hace referencia a todos los
individuos y comunidades que no forman parte de un conflicto armado y una
obligación de los Estados defender la vida de esas personas-comunidades. La
presencia de soldados entre la población civil no basta para privar a ésta de su
carácter civil. Las violaciones a los derechos humanos perpetradas por el
Proceso de Reorganización Nacional, se enmarcan en el contexto del ataque
generalizado y sistemático contra la población civil.

- haberse cometido de conformidad con “la política de un Estado”. Pueden


cometerlos agentes del Estado (militares, policías, gendarmes, etc.) o personas
que actúen a instigación suya o con su consentimiento, como los “grupos
paramilitares”. Los grupos paramilitares son organizaciones civiles que adoptan
la organización, disciplina y distintivos de los cuerpos militares.
Su organización revela un proceso de privatización de ejercicio de la fuerza, la
ley y la justicia por sectores afines a los propósitos y razones de Estado ante la
incapacidad del mismo de operar en ciertos contextos en el marco de los
parámetros institucionales existentes.
El fenómeno paramilitar se dio en la Argentina como una práctica del
terrorismo de Estado y las acciones de estos grupos estuvieron dirigidas
básicamente contra la población civil mediante el asesinato selectivo, la
masacre, la desaparición y el desplazamiento forzado, la expropiación, entre
otros crímenes.

2) Seguridad Nacional

Estados Unidos
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, los gobernantes de los países
vencedores desarrollaron la llamada Guerra Fría a través de sus centros de
poder militar. Sus objetivos eran:

1. integrar política y económicamente la mayor cantidad de áreas y


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territorios en el mundo -en lo posible- sin derramamiento de sangre.


2. mantener a la comunidad internacional en permanente inquietud.
3. desprestigiar al enemigo exacerbando sus flaquezas y deficiencias.
4. desarrollar acciones proselitistas y propagandísticas continuas,
tendientes a cimentar en la población pensamientos acordes a la
concreción de los intereses enunciados
precedentemente.

En los EEUU, tales objetivos enlazaban con el


concepto de “guerra total” –que ya había sido
considerado por Hitler- según el cual los aspectos
militar, económico, político, psicológico, ideológico,
tecnológico, científico y financiero debían ser
concebidos en forma integral. La guerra se hacía
“total y permanente”, basándose en la concepción
de que los ejércitos nacionales debían integrarse a
los dispositivos internacionales de defensa creados
y controlados por los EE.UU. para luchar contra la
Unión Soviética y el comunismo.
La defensa de las fronteras ideológicas era más importante que las fronteras
territoriales, y se había transformado en la principal hipótesis de conflicto. La
idea de fronteras ideológicas refería al enfrentamiento entre dos sistemas, dos
cosmovisiones: de un lado, el Occidente cristiano y del otro, la subversión
comunista.

La DSN planteaba la existencia no sólo de enemigos externos, también


enemigos internos y enemigos externo-interno, como es el caso de la
“subversión comunista”; ante ésta la lucha no debía ser sólo en el frente
militar:

“La guerra de hoy es el choque de una serie de sistemas - político económicos,


psicológicos y militares - que tienden a derrocar al gobierno existente en un
país para sustituirlo por otro [...] Tenemos que empezar a darnos cuenta de
que en la guerra moderna no estamos luchando frente a un determinado
enemigo esparcido en un determinado territorio, sino frente a una peligrosa y
bien armada organización clandestina cuyo papel principal es imponer su
voluntad a una población".

Herrera, Genaro Arriagada; Mons. Santos, José Manuel; Orrego Vicuña,


Francisco; López W., Evaristo; Orrega Vicuña, Claudia. Seguridad Nacional y
Bien Común. Santiago (Chile): Talleres Gráficos Corporación, 1976, p. 54.

Según esta concepción, el enemigo era de difícil identificación, lo que hacía


necesario que el control, el trabajo de las organizaciones de inteligencia, el
diseño de planes de represión se hicieran cada vez más sofisticados, quedando
la actividad política subordinada a la actividad militar, a la guerra y a una
concepción de lucha permanente donde no se distinguía entre lo civil y lo
militar, entre la paz y la guerra.
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Al interior de cada Estado, se trataron de privilegiar las cuestiones ligadas a la


seguridad nacional en lugar de dar solución a las problemáticas estructurales
de las sociedades latinoamericanas. La DSN propiciaba una estrecha relación
entre las fuerzas armadas y el sistema político con la finalidad de restar o,
directamente, excluir a la población de la actividad y participación política. Por
eso, la vigilancia de toda actividad considerada subversiva implicaba la
atención sobre las actividades políticas de la ciudadanía. Así, los miembros de
las fuerzas armadas intervenían y se hacían cargo de la vida institucional de
los países latinoamericanos, adjudicándose la capacidad de interpretar y
representar el sentir de los pueblos.
Para las cúpulas gobernantes y los sectores de poder de cada país, las
sociedades capitalistas desarrolladas representaban un modelo a imitar o a
alcanzar; por ende, la relación militar con los EEUU era entendida también
como una asociación
económica altamente
provechosa.

La expansión y estabilidad
económica estadounidense
requería una puerta abierta al
mundo, es decir, libre acceso a
los mercados mundiales,
libertad de comercio y libertad de acceso a las fuentes de materia prima y de
mano de obra barata.

Los hombres de negocios norteamericanos estaban convencidos del


crecimiento indefinido como condición de equilibrio económico y que el
comercio mundial, era una condición imprescindible para el crecimiento. Los
representantes de las grandes corporaciones tenían la convicción de que,
defender la libre empresa era luchar contra el comunismo, ya que la paz
mundial y la libertad de comercio eran inseparables.

Así, los sectores de poder de los Estados Unidos se atribuyeron la misión de


defender el “mundo libre” contra el comunismo y para ello, diseñaron la
llamada Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), un verdadero plan de acción
que adquirió auge en Latinoamérica a partir del triunfo de la Revolución
Cubana en 1959.

¿Qué instrumentos utilizó EE.UU. para poner en práctica la DSN en América


Latina?

Tratados,como el Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado en


1947. Fue el primer pacto militar de la guerra fría. Invocaba la seguridad
colectiva y la solidaridad hemisférica para prevenir y reprimir la agresión extra
e intracontinental y para ello, preveía respuestas hemisféricas de carácter
político, militar, diplomático, comercial, etc. Con la firma del Tratado, se
lograba que, en caso de que alguno de los firmantes fuera agredido en su
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propio territorio o en zonas que se encontraban bajo su control, los demás


países quedaban obligados a cooperar con él y a sancionar al agresor. Lo
mismo sucedía si cualquiera de los signatarios se involucraba en un conflicto.
Además, se subordinaba el principio de la “no intervención” a los principios de
“seguridad colectiva y hemisférica”, quedando los firmantes en condiciones de
entrometerse en los asuntos internos de
cualquiera de los países firmantes.

También, mediante acuerdos bilaterales, se


instrumentó el Programa de Asistencia Militar
(PAM) desde el año 1952, por el cual se
suministraba a los países latinoamericanos
armamento, equipos y servicios de defensa, a
cambio de los cuales debían participar en
misiones importantes para la defensa del
hemisferio occidental.

Cursos para militares latinoamericanos en


escuelas especializadas, como la Escuela
Militar de las Américas (US Army Scholl of the
Americas, USARSA), ubicada en Ford Gulick,
zona del Canal de Panamá, para impartir capacitación y alcanzar mejores
niveles de profesionalismo en el mantenimiento de la seguridad interna, mayor
colaboración militar en el desarrollo de cada país, manejo de operaciones de
contrainsurgencia, compartir los informes de inteligencia. Hacia 1975, los
graduados ascendían a 33.147, muchos de los cuales fueron jefes de gobierno,
ministros, comandantes, directores de centros de inteligencia de los países
latinoamericanos. Los cursos impartían una ideología anticomunista y
contrarrevolucionaria; algunos de los cursos se titulaban Comunismo vs.
Democracia, Ideología comunista y objetivos nacionales, Introducción a la
guerra especial, Conquista y colonización comunista. La Escuela utilizó en sus
programas de enseñanza un Manual de Torturas publicado por la Agencia
Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA, según la sigla en inglés).
En la Escuela de las Américas, los militares latinoamericanos también
aprendían a amar el american way of life, el modo de vida americano.

Presión y dependencia económica llevada a cabo a través de diferentes


medios: Estados Unidos usaría su posición predominante en instituciones
financieras internacionales (por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional)
para permitir o congelar el flujo de créditos u otras ayudas financieras a
Latinoamérica; exigencia de una apertura económica ilimitada que atentaba
contra las industrias nacionales; atraso tecnológico, los países
latinoamericanos adquirían la chatarra descartada por EE.UU.

Soporte financiero, logístico y bélico a los civiles y militares que derribaban a


través de golpes de Estados a los gobiernos latinoamericanos nacidos
constitucionalmente pero que no respondían a los intereses de las
corporaciones y la política internacional estadounidense.
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Elementos de propaganda como el cine, utilizado para la transmisión de


ideologías y para combatir al comunismo y a los movimientos revolucionarios
en el frente interno, en la propia sociedad norteamericana y latinoamericana.

Elaboradas como forma de entretenimiento en las películas, series de televisión


y dibujos animados, el mensaje se estructuraba a través de elementos que
aportaban a la construcción de un fuerte
anticomunismo. Estos elementos se presentaban en
forma oculta, a través de recursos unas veces sutiles,
otras no tanto, solían escapar al ojo del espectador
común, pero iban lentamente imprimiendo a éste el
respeto por el ordenamiento occidental y cristiano y el
rechazo y temor hacia el comunismo. Así, películas,
series, dibujos animados no sólo eran modos de
entretenimiento, sino también, difusores y defensores
del sistema. Difusores porque junto a los filmes se
enseña a amar el american way of life y se vendía
turismo, hamburguesas, modas, tecnología, gaseosas,
etc. En tal sentido, el control de los medios de
comunicación era capital.

Escudado en la lucha contra el comunismo EE.UU.


diseñó y ejecutó -con el beneplácito de los gobiernos de
facto, instruidos en la Escuela de las Américas- un plan de acción que iba más
allá de lo ideológico-político y abarcaba la defensa de intereses económicos de
sus corporaciones. ¿Contra quién se luchaba entonces? Estaba bien estudiado
que para la aplicación de los planes económicos que tenían como finalidad la
destrucción de la industria nacional, la colocación usuraria de capitales
extranjeros, el endeudamiento externo y el manejo de los demás resortes del
poder, era necesario mantener un estricto control social, ya que se preveía que
tales políticas conllevaban pérdida de fuentes de trabajo, crecimiento de la
pobreza y la marginalidad social. Subversivo era entonces, cualquier persona,
independientemente de su ideología, militancia partidaria, participación social
que, alertara o se opusiera contra este plan.

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En el año 1963, fue redactado por integrantes de la Central de Inteligencia


Estadounidense (CIA) el primer manual de conducta interrogatoria. Fue
utilizado durante el entrenamiento que se daba a los militares latinoamericanos
en la Escuela de las Américas. Se trataba de una guía que explicaba los
diferentes métodos a utilizar para sacar información a los subversivos. Este
material sirvió de base a un nuevo manual llamado “Human Resource
Exploitation Training Manual – 1983” (Manual de Entrenamiento para la
Explotación de Recursos Humanos), este material era conocido por las fuerzas
de seguridad latinoamericanas y puesto en práctica por muchos de sus
integrantes. Lo invitamos a leer algunas de sus páginas.
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Manual de Entrenamiento para la Explotación de Recursos Humanos –


1983 (versión español)

MANUAL DE ENTRENAMIENTO
PARA LA EXPLOTACIÓN DE RECURSOS HUMANOS – 1983 (FRAGMENTO)

LA TEORÍA DE COERCIÓN
El propósito de toda técnicas coercitivas es inducir la regresión psicológica en
el sujeto mediante la presencia de una fuerza superior externa que afecte su
deseo de resistirse. La regresión es básicamente una pérdida de autonomía,
una reversa a un nivel conductual más infantil. Cuando los sujetos retroceden,
sus aprendidos rasgos de personalidad se desploman el orden cronológico
inverso. Comienza a perder la capacidad de llevar a cabo actividades creativas
superiores, tratar con situaciones complejas o para hacerse cargo de las
relaciones interpersonales estresantes o repetidas frustraciones.

LAS TÉCNICAS COERCITIVAS

El arresto
La forma y los tiempos del arresto del sujeto deben planearse para lograr
sorpresa y la cantidad máxima de incomodidad mental. Debe ser arrestado por
consiguiente, en el momento cuando él menor lo espera y cuando su
resistencia mental y física está en su nivel más bajo -- idealmente, en horas
tempranas de la mañana. Cuando se arresta en este momento, la mayoría de
los sujetos experimenta intensos sentimientos de shock, inseguridad, tensión
psicológica y tiene gran dificultad para ajustarse a la situación.

La detención
El sentido de identidad de una persona depende sobretodo de la continuidad de
su medio ambiente, hábitos, apariencia, relaciones con otros, etc. La detención
le permite a los interrogadores cortar todos estos eslabones y volver el sujeto
atrás, hacia los recursos interiores propios, solo. La detención debe planificarse
para aumentar la sensación de los sujetos de estar apartado bruscamente de
cualquier cosa conocida y tranquilizadora.

La suspensión de estímulos sensoriales


El encierro solitario actúa en la mayoría de las personas como una poderosa
tensión. Los síntomas más comunes provocados por el con finamiento solitario
son: superstición, intenso amor por cualquier otra cosa viviente, percepción de
los objetos inanimados como vivos, alucinaciones y desilusión.

Las amenazas y el miedo


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La amenaza de coerción normalmente debilita o destruye la resistencia más e


Ficazmente que la coerción misma. Por ejemplo, la amenaza de infligir dolor
puede activar el temor que es más perjudicial que la sensación inmediata del
dolor. La amenaza de muerte ha sido encontrada ser mucho peor que inútil. La
razón principal es que induce a menudo a la desesperanza; el sujeto siente que
él probablemente está condenado tanto después de la complacencia como
antes.
Algunos sujetos reconocen que la amenaza es una fanfarronada y que
silenciándolos para siempre fracasarían los propósitos del interrogador. Si un
sujeto se niega a acceder después que ha recibido una amenaza, esta debe
llevarse a cabo. De otra manera, las siguientes amenazas también
demostrarán ineficacia.

El dolor
La situación de la tortura es una contienda entre el sujeto y su torturador. El
dolor que se está infligiendo sobre el sujeto desde fuera de si mismo puede
intensificar realmente su deseo de resistir. Por otro lado, el dolor que él siente
que él mismo se está infligiendo más probablemente le hará extraer la savia de
su resistencia. Por ejemplo, si le exigen que mantenga una posición rígida
como estar de pie como al llamado de atención, o sentarse en un taburete por
largos períodos de tiempo, la fuente inmediata de incomodidad no es el
interrogador sino el sujeto mismo. Después de un rato, el sujeto
probablemente agotará su fuerza motivadora interior.
El intenso dolor bastante probablemente producirá falsas confesiones,
fabricadas para evitar castigo adicional. Este resultado produce un retraso en
el tiempo perdido mientras se dirige la investigación y se prueba que las
confesiones son falsas. Durante esta tregua, el sujeto puede rearmarse a si
mismo y puede incluso usar el tiempo en inventar una confesión más compleja
que tomará aún más tiempo en comprobar.
La hipnosis y la sugestión sublimada Las respuestas obtenidas del sujeto bajo
la influencia de hipnosis son altamente sospechosas, ya que ha menudo están
basadas en las sugerencias del interrogador y están distorsionadas o
fabricadas. Sin embargo, el fuerte deseo del sujeto de escapar de la estresante
situación, puede crear un estado mental llamado “sugestión sublimada”. El
interrogador puede aprovecharse de este estado mental, creando una situación
en que el sujeto cooperará porque él cree que ha sido hipnotizado. Esta
situación hipnótica puede crearse usando la técnica del “cuarto mágico”.
Por ejemplo, al sujeto se le da una sugerencia hipnótica que su mano está
aumentando su temperatura. Sin embargo, su mano se calienta realmente con
la ayuda de una disimulada máquina de diatermia. Se le puede entregar una
sugerencia de que un cigarrillo tendrá un sabor amargo y podría dársele un
cigarrillo preparado para tener un leve pero notorio sabor amargo.

Narcosis
No existe ninguna droga que pueda forzar a cada uno de los sujetos a divulgar
toda la información que él tiene, pero es posible crear una errónea creencia
que un sujeto ha sido narcotizado usando la técnica del “placebo.” Al sujeto se
le da un placebo (una píldora de azúcar) y después se le dice que recibió un
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suero de la verdad que lo hará querer hablar y que también evitará las
mentiras. Su deseo de encontrar una excusa para complacer, lo cual es la
única vía de escape de su deprimente situación puede hacer que el sujeto
desee creer que ha sido narcotizado y que nadie podrá ahora culparlo de
entregar información. Esto le proporciona la racionalización que él necesita
para cooperar.

Sudamérica
El cono sur del continente americano entre los
años ‘70 y ’80 se encontraba plagado de
dictaduras militares basadas ideológicamente en
la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN). Su
función era combatir a los enemigos internos que
actuaban dentro de las respectivas fronteras
nacionales y favorecer el establecimiento de una
economía propicia a los intereses de las grandes
corporaciones internacionales y de los grupos
económicos locales.

Estas dictaduras fueron el resultado de la decisión de las FF.AA. -apoyadas por


civiles- de tomar por asalto los resortes del Estado, reemplazando a los
gobernantes civiles y presentándose como el único camino para
la recuperación de la democracia.

La zaga de dictaduras latinoamericanas se inició con la brasileña, cuando en


1964 derrocaron a Joao Goulart; ésta se extendió por veintiún años hasta
1985. Luego, se produjo la autodenominada Revolución Argentina que duró
desde 1966 a 1973. En la década del ´70, se sucedieron golpes de Estado en
Chile (1973-1990), Uruguay (1973-1984), Argentina (1976-1983) y Bolivia
(1980-1982).

Los gobiernos de facto tenían como finalidad la restauración del orden


económico conservador, destruyendo la estructura sustitutiva de
importaciones. La puesta en marcha de la política económica del período
generó una imbricación entre gobernantes militares y técnicos civiles para la
toma de decisiones.

En los primeros años de la década del ‘80,


entre las importaciones latinoamericanas se
encontraba todo tipo de producciones, incluso
figuraban muchos artículos que eran, más que
complementarios, competitivos de la
producción nacional. Es decir, que se produjo
un avance en el grado de apertura de la
economía. En esta época, se alcanzó una
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importante retracción del comercio intralatinoamericano; se acumuló una


deuda exterior cuyos acreedores eran unos cientos de bancos y los gobiernos
hicieron esfuerzos denodados para mantener puntualmente el pago de
intereses y devolver el capital principal sin importar el costo social.

En vigencia de los gobiernos dictatoriales, las relaciones laborales estuvieron


seriamente conmocionadas debido a la dura represión hacia los trabajadores
ejercida desde el Estado con la connivencia de los sectores patronales. Así se
logró la desarticulación de las organizaciones gremiales, desaparecieron los
mecanismos de negociación colectiva pudiendo empresarios y Estado manejar
a su antojo los niveles salariales que por cierto, descendieron bruscamente
durante todo el período, tanto en el sector público como en el privado.

¿Cómo pudo llevarse adelante este proyecto? A través de la implementación


del terrorismo de Estado, utilizando medios como el asesinato, la tortura, la
desaparición de personas, el encarcelamiento arbitrario, el exilio, la censura, la
militarización de la sociedad, la instauración del terror. En definitiva, los
mecanismos pautados por la DSN.

La participación de representantes de los EE.UU., impulsando la concreción de


estos golpes de Estado, fue comprobada en los últimos años a partir de los
documentos que el Departamento de Estado desclasificó y también por
declaraciones realizadas por funcionarios estadounidenses. En el caso de
Brasil, el historiador Carlos Fico de la Universidad Federal de Río, accedió a
documentos que confirman el accionar de la embajada estadounidense y del
Departamento de Estado norteamericano en el golpe que derrocó al presidente
brasileño Joao Goulart en 1964. Tales documentos consisten en informes
enviados por el entonces embajador de los EE. UU. en Brasil, Lincoln Gordon,
al consejero de seguridad de la Casa Blanca, cuatro meses antes del golpe,
entre otros (Diario Página 12, martes 21 de noviembre de 2006). La viuda de
Goulart inició una denuncia contra Washington por otorgar "soporte financiero,
logístico y bélico" a los militares que derrocaron a su esposo.

Según documentos de la Agencia Central de Inteligencia, el Departamento de


Estado y Defensa y el Consejo de Seguridad Nacional estadounidenses y por
testimonios de oficiales se conocieron datos de una situación que se suponía:
la participación del gobierno y de corporaciones empresariales en el Golpe de
Estado de 1973, que derrocó al presidente de Chile, Salvador Allende. Durante
el gobierno de Allende, los EE.UU. mantuvieron estrechos contactos con las
fuerzas armadas Chilenas, a través de la CIA y de agregados militares con el
propósito de ejercer influencia en esos sectores para generar el golpe. Esta
acción encubierta fue un elemento clave de la política exterior de los EU.UU.
hacia Chile.

Entre las fuerzas armadas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y


Uruguay existieron mecanismos de coordinación de la represión. Para ello, los
jefes de inteligencia militar diseñaron el llamado Operativo Cóndor en 1975,
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que consistía en crear un banco de datos unificado -como el de la Interpol en


términos criminales- dedicado al combate a la subversión.

Entre las víctimas más conocidas de esta coordinación represiva, se


encontraron ex-parlamentarios uruguayos Zelmar
Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, el ex-presidente
boliviano Juan José Torres asesinados en 1976 en
Buenos Aires. Ese mismo año, explotó el automóvil
del chileno Orlando Letellier, ex–canciller del
gobierno de Allende- en Washington.

En los últimos años, la familia de Goulart impulsó la


apertura de una investigación judicial sobre la
muerte del ex-presidente en 1976 durante su exilio
en Argentina, ante la evidencia de pruebas y
testimonios que dan cuenta -según declaraciones
del ex agente uruguayo Mario Ronald Barreiro Neira, detenido en una prisión
de Porto Alegre- la denominada "Operación Escorpión" en la que se planificó el
homicidio de Joao Goulart.

Centroamérica
La revolución desatada en Cuba en 1959 se transformó en una seria amenaza
para el capitalismo y los ideales occidentales defendidos por los EE.UU., sus
gobernantes sintieron que el enemigo se instalaba cerca de casa. Por tal
razón, los países de América Central, importantes geoestratégica y
económicamente, estuvieron controlados de cerca por Washington y los
gobiernos locales aplicaron fielmente los postulados de la Doctrina de la
Seguridad Nacional.

En 1977, fue electo presidente de El Salvador, el General


Carlos Humberto Romero, representante del Partido de
Conciliación Nacional que gobernaba el país desde 1962 –año
en que se había aprobado una Constitución que prohibía las
doctrinas anárquicas y contrarias a la democracia-.

Las fuerzas opositoras, que venían organizándose y bregando


por mejoras en la calidad de vida de la población y también
por el cese de la represión, denunciaron fraude electoral y
convocaron a una concentración popular en la plaza principal
de San Salvador. Para disolver esta manifestación, las fuerzas
de seguridad utilizaron la violencia, dejando como resultado
decenas de muertos y desaparecidos. A partir de ese
momento, recrudeció una represión inusitada.

Se persiguió a campesinos, obreros, intelectuales y sacerdotes. Integrantes de


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la Iglesia católica –de gran predicamento en la población- fueron expulsados


del país. Algunos de los que pudieron quedarse, manifestaban públicamente su
solidaridad y defensa hacia las víctimas de la violencia política y económica. El
arzobispo Oscar Romero –asesinado en 1980 por un escuadrón de la muerte
formado por civiles y militares de ultraderecha llamado Unión Guerrera Blanca,
comandado por el Mayor Roberto d’Abuisson- manifestó en una entrevista que:

“El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social
como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su
misión en la política de bien común”.

(La Prensa Gráfica, 10 de febrero de 1977 en Brokman, James R. La palabra


queda: vida de Monseñor Oscar A. Romero. San Salvador: UCA/Lima, Centro
de Estudios y Publicaciones, 1985, p. 13).

Los hechos de violencia eran cometidos por las fuerzas de seguridad y por
escuadrones de la muerte. Esta represión era correlato de la situación
económica por la que atravesaba gran parte de la población salvadoreña,
sumida en la pobreza debido a los altos niveles de endeudamiento externo -
EE.UU. había otorgado innumerables préstamos con la finalidad de modernizar
la vieja infraestructura del país-, elevados gastos militares -una proporción
considerable de su población estaba adscrita a organizaciones militares y
paramilitares que proporcionaban apoyo político al régimen- y de armamento
y salarios de explotación.

Este plan económico era compartido con Guatemala.


Los gastos militares generaban importantes costos
sociales: brusco descenso del PBI, marcada
desigualdad social, imposibilidad de los campesinos de
acceso a la propiedad de la tierra, y no inversión en
salud y educación. El país se hallaba inmerso en
problemas políticos y económicos que los gobernantes
pretendían resolver ayudados por la violencia.

En Guatemala, fueron considerados subversivos


también los sectores indígenas de la población, como
los quiché. Los militares a cargo del gobierno encontraban vinculaciones entre
ellos y los movimientos sociales y, los percibían como una amenaza directa a
su posición privilegiada. Es decir, que había temor por a una posible “guerra de
castas” que pudiera desatarse. De ahí la ferocidad con la que el Estado
guatemalteco respondió ante estos movimientos.

El terrorismo de Estado amparaba el accionar de


bandas de paramilitares -Nueva Organización
Anticomunista, Mano Blanca- que operaban sin
uniforme, en vehículos sin identificar. 450.000
pobres y desprotegidos se vieron obligados a
buscar refugio en México.

Desde 1914, los EE.UU. dominaban la región de


Panamá donde se halla el canal interoceánico. Esta zona fue incorporada en los
años ’60 al plan de erradicación del comunismo en América. Allí instalaron la
Escuela de las Américas, en la que se adiestraban militares latinoamericanos
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Plan Cóndor
Desde octubre de 1975, se gestó la coordinación represiva entre las dictaduras
del Cono Sur, conocida generalmente como Plan Cóndor. La misma significó la
creación de una “oficina de coordinación y seguridad”–que funcionó en las
décadas del ’70 y el ’80- que estuvo integrada por los servicios de inteligencia
y organismos de seguridad de varios países sudamericanos con la finalidad
de “enfrentar la acción de la
guerrilla”, utilizando métodos
de represión ilegal.

En noviembre, durante la
clausura de la 1º Reunión
Interamericana de Inteligencia
Nacional, se firmó en Chile un
acta que establecía la
conformación de un organismo llamado Cóndor. A partir de 1978, se
incorporaron a él Ecuador y Perú.

El "Plan Cóndor" formó parte de la instauración de la Doctrina de Seguridad


Nacional en América Latina cobijada por los Estados Unidos. ¿Cuáles eran los
objetivos del plan? Compartir información obtenida por los respectivos
servicios de inteligencia; eliminar la actividad armada de las guerrillas
comunistas; vigilar las fronteras para evitar que quienes estaban perseguidos
pudieran exiliarse en los países vecinos; formar cuadros de las fuerzas de
seguridad para operar en toda Latinoamérica o en otras partes del
mundo. Adiestrarlos para detectar opositores, secuestrarlos, torturarlos; y
luchar para mantener en las sociedades la vigencia de valores “occidentales,
humanistas y cristianos”.

Los opositores políticos –militantes sociales, religiosos, profesionales,


docentes, trabajadores, estudiantes considerados "zurdos"- eran detenidos en
cualquier país. El seguimiento y secuestro estuvo a cargo de grupos de
policías, militares de civil, paramilitares que se trasladaban en vehículos sin
identificación; recorrían los barrios, las ciudades, los pueblos, buscando
guerrilleros, activistas, “zurdos”. Una vez secuestrados, eran llevados a
prisiones clandestinas, donde policías, militares y/o paramilitares realizaban
operaciones para obtener información: tortura física y psicológica. Todo este
proceso no quedaba oficialmente registrado, incluso cuando había que llevar a
algún detenido al hospital se contaba con colaboradores que no registraban
ese ingreso.

Si los detenidos
eran extranjeros y
eran reclamados
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por las autoridades represivas de su país de origen, eran trasladados


clandestinamente hacia allí. En ocasiones, se llegaron a realizar ejecuciones de
detenidos a pedido de las autoridades represivas de su país natal. Un ejemplo
de ello es el asesinato del general Carlos Prats, ex-comandante en jefe del
ejército en tiempos del gobierno de Salvador Allende. En septiembre de 1974,
miembros de la Dirección de Inteligencia Nacional chilena (DINA) viajaron a
Buenos Aires y, en colaboración con agentes de seguridad argentinos,
concretaron el crimen del general.

En Washington, fueron divulgadas una serie de comunicaciones del


Departamento de Estado que dan cuenta de la forma en que las fuerzas de
seguridad uruguayas persiguieron, torturaron y asesinaron a exiliados políticos
uruguayos en Argentina, con el apoyo de la Secretaría de Inteligencia del
Estado (SIDE) y con el consentimiento y entrenamiento de los Estados Unidos.

Según esta documentación, el Organismo Coordinador de Operaciones


Antisubversivas de Uruguay (OCOA) y uno de sus líderes, el comisario Hugo
Campos Hermida, desarrollaron operaciones de inteligencia de manera
sistemática en Argentina desde junio de 1976. Campos Hermida había sido
entrenado por la Oficina de Seguridad Pública de Estados Unidos -
departamento vinculado a la CIA- que tenía a Dan Mitrione como director en
Uruguay.

Dan Mitrione actuó como asesor de seguridad de los Estados Unidos en


Latinoamérica. Antes de “trabajar” en Uruguay, lo hizo en Brasil. Allí entrenaba
a la policía en la aplicación de técnicas de tortura para lo cual utilizaba como
conejillo de indias a vagabundos a quienes nadie reclamaría. Inventó una la
silla para choques eléctricos, bautizada por la policía brasileña como la silla del
dragón; investigó y desarrolló una técnica para producir la disociación entre el
cuerpo del detenido y su mente, utilizando una descarga eléctrica precisa en
un lugar vulnerable del ser humano; generó un método para lograr la rendición
y sumisión de los detenidos y conseguir la información solicitada.

La dictadura brasileña y sus colaboradores tuvieron una participación especial


en todo este plan. Tratando de ser un buen alumno de los Estados Unidos y de
transformarse en la potencia hegemónica de América del Sur, colaboró desde
Escola Superior de Guerra y luego, desde la Escuela Nacional de Informaciones
en la formación de agentes de inteligencia y seguridad. Además, promovió la
realización de intercambio de materiales e información producidos por los
aparatos de represión de los diferentes países. Los servicios de inteligencia
brasileros participaron de la gestación de los golpes militares en Chile y
Uruguay.

Esta información se conoció y se pudo reconstruir a través del relato de


sobrevivientes; también porque a principios de la década del ´90, se
descubrieron en Paraguay documentos secretos de la policía paraguaya que
fueron denominados "Archivos del terror" y a partir de la desclasificación de
documentos del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
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En Paraguay, tal vez por error, tal vez porque se sentían intocables e impunes,
las fuerzas de seguridad de ese país registraron su accionar y el de sus socios
cóndores de los países vecinos. En 1992, algunos sobrevivientes y militantes
por los derechos humanos encontraron documentos reveladores de la
represión en Paraguay como parte del Plan Cóndor, conocido e incentivado por
el gobierno de Estados Unidos.

Los archivos del terror también muestran redes represivas más allá del Cono
Sur. Redes tendidas por medio de grupos anticomunistas –militares y
paramilitares- que daban apoyo a los regímenes militares, participaban de ellas
delegaciones de México y de varios países centroamericanos.

Archivos similares fueron descubiertos en los sótanos del Ministerio de


Gobierno en La Paz - Bolivia. Los documentos ponen al descubierto los actos
de tortura, vejámenes y humillación llevados a cabo por la dictadura de Hugo
Bánzer y sus socios del Cono Sur.

Los documentos del Departamento de Estado estadounidense, implican al ex-


secretario de Estado, Henry Kissinger, y a otros altos funcionarios en la
represión llevada a cabo en América Latina. Mucha documentación muestra los
fluidos intercambios entre la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires y el
Departamento de Estado en Washington. Estos escritos dan cuenta de que las
administraciones estadounidenses de Ford, Carter y Reagan, estaban
informados y conectados con la represión que se estaba llevando a cabo en
Argentina y que, pese a reclamos formales en defensa de los derechos
humanos, consideraban el plan de exterminio que se estaba llevando a cabo en
Latinoamérica como indispensable para defender los intereses económicos y
políticos de los Estados Unidos y sus colaboradores locales.

OPERATIVO CÓNDOR (Ver documento que se incorpora por


separado en otro archivo

El 5 y 6 de abril de 1977, la Dirección de Investigaciones del


Paraguay organizó una de tantas sesiones de interrogatorios. Esta
sesión duró dos días y participaron de ella cinco capturados.
Presenciaron los interrogatorios miembros del Servicio de
Inteligencia de la República Uruguay y, en el segundo día se
incorporó personal perteneciente a la SIDE (Servicio de Inteligencia
del Estado de Argentina).
25

Carlos Osorio y Mariana Enamoneta. “Es mi informe”, National Security Archive


Electronic Briefing Book N° 239, diciembre 2007 en
http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB239b/index.htm

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