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Comunicación

Juntamente con la expresión del pensamiento (e indisociablemente unida a ella), la


comunicación es la función primordial del lenguaje y objeto de estudio de múltiples disciplinas:
la Lingüística teórica, la Lingüística aplicada a la didáctica de la LE, la Psicolingüística, la
Sociolingüística, la Filosofía del lenguaje, las Ciencias de la información, las Tecnologías de la
comunicación, la Cibernética, etc. Cada una de ellas se ocupa de una faceta del fenómeno que
se produce ya no sólo entre seres vivos, sino ahora también entre éstos y las máquinas. La
comunicación humana es un acto en el que dos o más personas comparten informaciones,
opiniones, experiencias, sentimientos, etc., e interactúan entre sí.

El modelo ya clásico de comunicación verbal propuesto por R. Jakobson es éste: el emisor—el


hablante o el escritor—envía un mensaje al receptor —el lector o el oyente— expresado en un
código común —la lengua, el dialecto, el registro, etc.—, ubicado en un contexto
extralingüístico, denominado referente, y a través de un canal físico —el aire en la lengua oral,
un folio en la lengua escrita, etc.—.

A lo largo del acto comunicativo, es habitual que los participantes se turnen en los papeles de
emisor y receptor. El emisor es quien concibe y codifica unas ideas y usa la lengua con una
intención determinada; el receptor, por su parte, descodifica, recodifica e interpreta el
mensaje, reconstruyéndolo en su mente, aportándole sus propias asociaciones de ideas y
valoraciones para darle sentido. Como resultado, el mensaje configurado por el receptor se
aproximará en mayor o menor medida al formulado por el emisor, pero difícilmente llegará a
coincidir exactamente con él, por lo que el efecto producido por el mensaje en el receptor no
siempre se corresponderá plenamente con la intención del emisor.

El éxito en la comunicación viene condicionado por varios factores. En primer lugar, el


conocimiento del código en que están codificados los signos del mensaje (básicamente, el
código verbal, pero también los demás sistemas de signos acústicos, visuales, etc.). En segundo
lugar, la familiaridad con los marcos de conocimiento y modos de organizar el discurso en la
comunidad lingüística; ello le ayuda al emisor a planificar y al receptor a predecir la evolución y
desenlace del discurso. En tercer lugar, las experiencias comunicativas compartidas por los
interlocutores; estas experiencias ayudan a desarrollar unos procesos de inferencia que
permiten emplear y captar implicaturas conversacionales, es decir, comunicar ideas sin
necesidad de explicitarlas, por mera asociación con alguna experiencia compartida
anteriormente. En la medida en que confluyen estos factores, se logra transmitir y captar hasta
los más mínimos detalles y matices, al tiempo que disminuye el riesgo de deficiencias y
malentendidos en la comunicación.

Es cierto que la transmisión de información es uno de los objetivos principales de la


comunicación humana. Ahora bien, el lenguaje humano cumple otras funciones no menos
importantes, según el tipo de acto de habla de que se trate: asertivos (p. ej., afirmar, explicar),
directivos (p. ej., ordenar, rogar), compromisivos (p. ej., prometer, ofrecer), expresivos (p. ej.,
felicitar, perdonar), declarativos (p. ej., inaugurar, contratar) (Searle, 1969).

Para llegar a comunicarse en una LE, además de lograr un cierto dominio del léxico, de la
gramática, de la pronunciación (competencia lingüística), es preciso aprender las normas
socioculturales, sociolingüísticas y discursivas de la comunidad lingüística. P. ej., en chino un
modo habitual de rechazar una invitación de un amigo es declarar que uno tiene un asunto que
resolver el día y a la hora en cuestión, sin añadir nada más. Así, cuando un estudiante de esta
cultura aprende ELE necesita que se le explique que en español ese proceder es habitual más
bien en una situación formal, p. ej., al pedir una cita para el dentista. Sin embargo, cuando la
conversación transcurre entre amigos, lo más común es añadir alguna aclaración sobre el tipo
de compromiso, aunque no se entre en detalles concretos, p. ej., [Lo siento pero el viernes por
la noche no puedo. Es que ya he quedado con unos amigos para cenar.]. Otro ejemplo
interesante es el de la fórmula [¿cómo estás?], empleada tras un saludo como [¡Hola!]. Con la
pregunta —prácticamente una fórmula de cortesía— el hablante no espera que se le informe
del estado de salud de su interlocutor, sino que simplemente bastará con que se le conteste
con una o dos palabras, como, p. ej., [Bien], [Muy bien], [regular], [Vamos tirando], etc.

Otra cuestión presente en la comunicación es la proximidad o distancia entre los interlocutores,


que puede ser de diversos tipos: de grado de confianza o familiaridad, jerárquica, social, etc.
Una repercusión práctica de esta cuestión en la didáctica del ELE es el tratamiento de la
cortesía, p. ej., el empleo de «tú» o de «usted» con la forma verbal correspondiente.
Ciertamente, muchas otras lenguas cuentan con pronombres con significado equiparable; sin
embargo, su uso puede diferir sensiblemente de las normas españolas, de modo que pueden
darse casos de interferencia pragmática.
Paralelamente a la comunicación verbal, la que se sirve de palabras orales o escritas, existe la
comunicación no verbal, la que se sirve de gestos, muecas, miradas, posturas, etc. Es habitual
emplearlas de modo simultáneo, p. ej., acompañar unos enunciados de gestos, o bien sucesivo,
p. ej., alguien pregunta la hora y su interlocutor se limita a mostrarle el reloj.

El estudio de la comunicación humana desde diversas disciplinas y perspectivas ha repercutido


considerablemente en la didáctica de las lenguas extranjeras. Prueba de ello (patente en la
terminología) es que en las últimas décadas los modelos didácticos —Enfoque comunicativo,
Enfoque por tareas, etc.— se vienen orientando fundamentalmente hacia la comunicación, con
el propósito de dotar al alumno de una auténtica competencia comunicativa.

Otros términos relacionados

Actividad comunicativa; Análisis del discurso; Contexto discursivo; Cortesía; Discurso; Error
pragmático; Evento comunicativo; Tácticas y estrategias pragmáticas.

Bibliografía básica

Escandell, M. V. (1996). Introducción a la pragmática. Barcelona: Ariel.

Jakobson, R. (1963). Ensayos de lingüística general. Barcelona: Seix Barral, 1975.

Searle, J. (1969). Actos de habla. Madrid: Cátedra, 1980.

Bibliografía especializada

Bravo, D: y Briz, A (eds.) (2004). Pragmática sociocultural: estudios sobre el discurso de cortesía
en español. Barcelona, Ariel Lingüística.

Lenvinson S, (1983). Pragmática. Barcelona, Teide (1989)

Llobera, M. (ed.) (1995). Competencia comunicativa. Documentos básicos en la enseñanza de


lenguas extranjeras. Madrid: Edelsa.
Yule, G. (1996). Pragmatics. Oxford: O. U. P.

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Competencia comunicativa

La competencia comunicativa es la capacidad de una persona para comportarse de manera


eficaz y adecuada en una determinada comunidad de habla; ello implica respetar un conjunto
de reglas que incluye tanto las de la gramática y los otros niveles de la descripción lingüística
(léxico, fonética, semántica) como las reglas de uso de la lengua, relacionadas con el contexto
socio-histórico y cultural en el que tiene lugar la comunicación.

En palabras de D. Hymes, la competencia comunicativa se relaciona con saber «cuándo hablar,


cuándo no, y de qué hablar, con quién, cuándo, dónde, en qué forma»; es decir, se trata de la
capacidad de formar enunciados que no solo sean gramaticalmente correctos sino también
socialmente apropiados. Es este autor quien formula la primera definición del concepto, en los
años 70 del siglo XX, en sus estudios de sociolingüística y de etnografía de la comunicación en
EE.UU. En un conocido artículo (Hymes, 1971) cuestiona el concepto de competencia lingüística
desarrollado por la gramática generativa, por cuanto en él se hace abstracción de los rasgos
socioculturales de la situación de uso. Con el propósito de desarrollar una teoría adecuada del
uso de la lengua, y de integrar la teoría lingüística y una teoría de la comunicación y la cultura,
propone cuatro criterios para describir las formas de comunicación, cuya aplicación a una
determinada expresión ha de permitir establecer si esta:

• es formalmente posible (y en qué medida lo es); es decir, si se ha emitido siguiendo unas


determinadas reglas, relacionadas tanto con la gramática de la lengua como con la cultura de la
comunidad de habla;

•es factible (y en qué medida lo es) en virtud de los medios de actuación disponibles; es decir,
si las condiciones normales de una persona (en cuanto a memoria, percepción, etc.) permiten
emitirla, recibirla y procesarla satisfactoriamente;

•es apropiada (y en qué medida lo es) en relación con la situación en la que se utiliza; es decir,
si se adecua a las variables que pueden darse en las distintas situaciones de comunicación;

•se da en la realidad (y en qué medida se da); es decir, si una expresión que resulta posible
formalmente, factible y apropiada, es efectivamente usada por los miembros de la comunidad
de habla; en efecto, según Hymes, «puede que algo resulte posible, factible, apropiado y que
no llegue a ocurrir».

De ese modo, la competencia gramatical (primero de los cuatro criterios) queda integrada en
una competencia más amplia.

En la didáctica de segundas lenguas, S. Savignon (1972) utilizó la expresión competencia


comunicativa para referirse a la capacidad de los aprendientes de lengua para comunicarse con
otros compañeros de clase; distinguía así esta capacidad, que les permite un uso significativo de
la lengua, de aquella otra que les permite -por ejemplo- repetir los diálogos de las lecciones o
responder correctamente a una prueba de opciones múltiples.

Posteriormente, otros autores dedicados al estudio de la metodología y la didáctica de


segundas lenguas han profundizado en el concepto. M. Canale (1983) describe la competencia
comunicativa como un conjunto de cuatro competencias interrelacionadas:

• La competencia lingüística

•La competencia sociolingüística

•La competencia discursiva

•La competencia estratégica

A estas cuatro competencias, J. Van Ek (1986) añade la competencia sociocultural y la


competencia social.

El Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas habla de competencias comunicativas
de la lengua, que incluyen competencias lingüísticas, sociolingüísticas y pragmáticas, y que -a su
vez- se integran en las competencias generales del individuo, que son las siguientes: el saber
(conocimiento general del mundo, conocimiento sociocultural, consciencia intercultural); el
saber hacer (las destrezas y las habilidades); el saber ser (la competencia existencial: relativa a
las actitudes, las motivaciones, los valores, las creencias...); y el saber aprender.
El modelo de L. Bachman (1990) es, hasta el momento, el último que ha sido propuesto en el
campo de la enseñanza de segundas lenguas. Toma muchos de los conceptos de los modelos
anteriores, pero presenta de manera diferente los componentes de la competencia
comunicativa, que se organizan en una estructura jerárquica de distintos rangos. La diferencia
más notable de este modelo frente a los otros es que no considera la competencia estratégica
como un componente propio de la competencia comunicativa, sino como una capacidad más
general de las personas para desarrollar determinados comportamientos; en el caso del
comportamiento lingüístico, la competencia estratégica actúa, según Bachman, al mismo nivel
que los mecanismos psicofisiológicos; tales mecanismos, junto a la competencia estratégica,
confluyen con el conocimiento del mundo y la competencia comunicativa (llamada en su
modelo competencia lingüística) para producir interacción y comunicación.

En la enseñanza de lenguas, el concepto de competencia comunicativa ha tenido una influencia


muy amplia y muy profunda, tanto en lo que atañe a la fijación de objetivos de los programas
como a las prácticas de enseñanza en el aula, así como en la concepción y elaboración de
exámenes. La enseñanza de la primera lengua ha experimentado igualmente el influjo de los
estudios sobre la competencia comunicativa; para el caso del español pueden consultarse los
trabajos de Lomas, Osoro y Tusón.

Otros términos relacionados

Actividad comunicativa; Competencia intercultural; Competencia plurilingüe; Comunicación;


Conocimiento lingüístico; Destrezas lingüísticas; Enfoque comunicativo; Estrategias de
comunicación; Evento comunicativo; Negociación del significado.

Bibliografía básica

Consejo de Europa (2001). Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas: aprendizaje,
enseñanza, evaluación. (http://cvc.cervantes.es/obref/marco). Madrid: Instituto Cervantes-
Ministerio de Educación Cultura y Deporte, Anaya, 2002.

Llobera, M. et al. (1995). Competencia comunicativa. Documentos básicos en la enseñanza de


lenguas extranjeras. Madrid: Edelsa.
Lomas, C., Osoro, A. y Tusón, A. (1993). El enfoque comunicativo de la enseñanza de la lengua.
Barcelona: Paidós.

Bibliografía especializada

Bachman, L. (1990). «Habilidad lingüística comunicativa». En Llobera et al. 1995. Competencia


comunicativa. Documentos básicos en la enseñanza de lenguas extranjeras. Madrid: Edelsa. pp.
105-129.

Canale, M. (1983). «De la competencia comunicativa a la pedagogía comunicativa del


lenguaje». En Llobera et al. (1995). Competencia comunicativa. Documentos básicos en la
enseñanza de lenguas extranjeras. Madrid: Edelsa, pp. 63-83.

Canale, M. y Swain, M. (1980). «Theoretical Bases of Communicative Approaches to Second


Language Teaching and Testing». Applied Linguistics, 1, pp. 1-47. Versión en español:
«Fundamentos teóricos de los enfoques comunicativos», Signos, 17 (pp. 56-61) y 18 (pp. 78-91),
1996.

Gumperz, J. J. y D. Hymes (1964). «The Ethnography of Communication» en American


Anthropologist, vol. 66, n.º 6, part 2.

Hymes, D. H. (1971). «Acerca de la competencia comunicativa». En Llobera et al. (1995).


Competencia comunicativa. Documentos básicos en la enseñanza de lenguas extranjeras.
Madrid: Edelsa, pp. 27-47.

Van Ek, J. (1986). Objectives for Foreign Language Learning (Vol I.). Estrasburgo: Council of
Europe.

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