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ANALIZAR LA EVOLUCION DE LOS CAMBIOS CULTURALES EN LA VENEZUELA ACTUAL

vivimos en Venezuela, un país donde pensar es una tontería y un acto banal. Hemos deliberado,
claro está, sobre "la democracia del siglo XXI", y hemos llegado a algunas conclusiones. La
primera, obviamente, es que no se puede seguir hablando de democracia pensando que es un
sistema donde se vota o donde hay representatividad o participación

En eso andamos en "La sociedad de las ideas". Diagnosticando la oferta del adversario y
tratando de preparar la propia. El que se quiera sumar bienvenido será: la única condición es
saber pensar.

Se debe tener en cuenta, que la sociedad se encuentra


siempre en un continuo cambio, al igual que los individuos,
sus necesidades, sus instituciones, las familias. Esta
evolución, es una consecuencia de estos procesos y su éxito
o fracaso dependerá de las políticas, programas, del nivel de
la economía, del estilo democrático, de los paradigmas, de la
innovación. En este sentido, los individuos se envuelven en
este contexto y deben manifestar acciones, pues el cambio
social depende de la evolución en todos sus ámbitos,
incluyendo el aspecto cultural. A su vez, esta transformación
implica adaptaciones como los avances tecnológicos y así se
van agregando muchos elementos que se acumulan en el
tiempo, pues consiste en un proceso paulatino.
Hoy en día, los cambios culturales y sociales son influidos por
los avances dinámicos que se perciben a través de los
medios masivos de comunicación tradicionales, de la
influencia de los recursos tecnológicos como el Internet, o de
las redes sociales, en donde la trascendencia es global e
inmediata, difundiendo situaciones que impactan al mundo
rápidamente.
La cultura y el cambio social, van de la mano y se
acompañan en el proceso de transformación necesario para
para hacer avanzar a la sociedad, junto a esa energía que
motoriza todos los niveles y que se van consolidando en
una evolución social, que promueven los aspectos culturales.
Por esa razón, los individuos deben tomar las acciones
necesarias para entender y defender aquellos cambios
culturales positivos para evolucionar.

La cultura es universal en la experiencia del hombre, siendo cada una de sus manifestaciones
locales o regionales, única. La cultura es estable y dinámica porque manifiesta un constante y
continuo cambio; también se dice que la cultura impacta y determina efectivamente el curso de
nuestras vidas; y no se entromete en el pensamiento consciente pocas veces.
Cada cultura es el resultado de las experiencias particulares de la población, pasada y presente,
que vive de acuerdo con ella siendo única.

¿Cómo defender nuestra propia cultura venezolana?


 Lee y estudia sobre la Historia de Venezuela y analiza sus contenidos.
 Escucha y baila música venezolana y sus géneros musicales regionales (galerón, polo,
joropo, fulía, gaita, calipso, tambores, etc.)
 Escudriña sobre tu idioma castellano, preocúpate por dominarlo, hablarlo
correctamente y difundirlo.
 Participa con entusiasmo en toda actividad cultural porque así das a conocer nuestra
propia esencia como pueblo libre y soberano.
 Prepara y come nuestros platos típicos y postres, conoce sus ingredientes y dalos a
conocer.
 Visita lugares naturales de Venezuela y conoce sus
características: suelo, clima, hidrografía, vegetación, fauna.
Ningún otro país tiene nuestra rica y variada herencia cultural y ninguno defenderá lo que
somos, solo nosotros tenemos la responsabilidad de hacerlo y de hacerlos respetar ante la
imposición silenciosa de otras costumbres extrañas que se vienen introduciendo en nuestro
país ya sea por su música, su comida, sus costumbres, sus vocablos; siendo los medios de
comunicación privados y públicos, parte de los responsables de esto, al introducirse en nuestra
sociedad formas de vida extranjeras que no nos corresponden y que a veces denigran nuestra
propia esencia, tal es el caso de telenovelas y programas de variedades que menosprecian a
nuestro país y que tienen ninguno o poco control legal. ¡Venezuela es primero!

Cambios culturales en Venezuela


Situación de Venezuela en el Siglo XXI Causas y Consecuencias en el Aspecto
Cultural hasta la Actualidad
La globalización no es algo que únicamente tiene efectos sobre las economías. Los tiene
también sobre las culturas. Por esto, para que afloren tensiones interculturales ya no es
necesario que exista una proximidad geográfica porque ahora tienen lugar con
independencia de las distancias geográficas que separan a los pueblos. En ningún otro
momento de la historia había existido tanta diversidad cultural ni tampoco fricciones tan
profundas, masivas e inmediatas con efectos que ya no son locales sino globales

El gran cambio del siglo XXI se fragua como resultado de las transformaciones
económicas, tecnológicas y científicas pero sobre todo esta caracterizado
fundamentalmente por el hecho de que las distancias físicas se habrán volatilizado,
creando un nuevo escenario en el que deberán cohabitar cada vez más estrechamente
todas las culturas.

Actualmente, las poblaciones que habitan en estos ámbitos culturales están a


salvo de influencias exteriores y conservan todavía las formas más antiguas de actividad
económica.

CAZA, RECOLECCIÓN DE ALIMENTOS SILVESTRES, VIDA NOMADA


Las culturas del tipo 2 son también muy rígidas frente al cambio y a la
novedad, pero durante los últimos 50 años han recibido ciertas influencias
superficiales procedentes de otras culturas. Estas son causas están algo más
abiertas a la novedad y exhiben una cierta capacidad para llevar a cabo algunos
cambios importantes. Sin embargo, mantienen axiomas y postulados considerados
muy esenciales que evolucionan todavía con extremada lentitud. Corresponden a
las sociedades en proceso incipiente de industrialización y urbanización o las
sociedades relativamente industrializadas de evolución más lenta.
Entre las consecuencias se encuentran las sociedades que han
evolucionado bajo su influjo, han logrado alcanzar plenamente el estadio
postindutrial. Sin embargo, en su evolución más reciente dan muestras cada vez
más palpables de un cierto estancamiento que les impide abandonar las
coordenadas del estado del bienestar postindustrial y parecen incapaces de
abandonarlo.
Las culturas de las sociedades más abiertas a la novedad serán las que
aumentarán de una manera más substancial su capacidad para encajar y sacar
provecho de los efectos de los cambios. Sin embargo, el incremento de la
novedad se producirá a mayor velocidad que el incremento de su capacidad para
asimilarla incremento exponencial de la aparición de novedad.
Evolución de la capacidad de las culturas para hacer frente a la aparición de
novedad. La dificultad de la absorción de novedad se deriva, en última instancia,
de las relaciones que cada cual mantiene con su propia cultura. Cuanto más
rígidas son esas relaciones, menor resulta la capacidad para afrontar la novedad.
Así la constitución de 1961 recogerá la aspiración de los actores culturales,
ligados tanto a la socialdemocracia como a la izquierda, de democratizar la cultura
y de garantizar a toda la población “el acceso a la educación y a la cultura”. Este
precepto constitucional constituirá el preámbulo para lo que podría definirse como
los inicios de la política cultural del Estado democrático en Venezuela. Respecto a
la posición de los sectores de izquierda, es importante hacer un paréntesis para
agregar que dichas posiciones pueden comprenderse si se toma en cuenta que en
los inicios de la democracia están aún muy apegadas a la concepción ortodoxa del
marxismo.
La discusión sobre la cultura en los momentos iniciales de la etapa
democrática no tiene mayor importancia para estos sectores debido a que la
cultura sigue siendo pensada como el reflejo de las condiciones económicas, por
lo que lo fundamental era transformar esas condiciones para que se produjera el
cambio hacia una cultura socialista y un arte socialista.

Crisis, censura, protestas, polarización política. Por si fuera poco, esta es


también la época más oscura para la cultura en toda la historia del país
latinoamericano.

Para analizar la cultura en Venezuela se debe partir de dos polos


claramente diferenciados: oposición y chavismo. La oposición lucha
porque la cultura no muera a pesar de los pocos espacios y el escaso
apoyo del Estado. En estos meses su lema ha sido “Cultura en
resistencia”. En las últimas semanas, todos los gremios han publicado
manifiestos a favor de la democracia y en contra del gobierno Maduro.
También han renunciado a reconocimientos. Tal es el caso de las
películas Desde allá, de Lorenzo Vigas, y Tamara, de Elia K. Schneider.
Ambos directores se negaron a participar en los Premios Municipales de
Caracas.

Hace unas décadas, Venezuela era un referente artístico


en América Latina, pero hoy enfrenta no solo la escasez de comida
y medicinas; también la escasez cultural. El control cambiario y la
inflación han aislado al país desde algo tan banal como un
concierto de cualquier artista pop hasta la visita de un premio
Nobel.

Si bien en 2005 se creó el Ministerio del Poder Popular para la


Cultura, su gestión ha sido un total fracaso, si se tiene en
consideración la perdida de los pilares culturales democráticos:
Biblioteca Ayacucho, Editorial Monte Ávila, Museo de Arte
Contemporáneo (antiguamente Sofía Ímber), El Ateneo de Caracas
(cuya sede fue arrebatada para crear la Universidad Nacional
Experimental de las Artes Unearte).

“La gestión del Ministerio de la Cultura ha sido mediocre en los


aspectos prácticos, manipuladora en los aspectos teóricos y
pseudoideológicos, y sobre todo incapaz de crear –como habría
podido esperarse de un gobierno tan sospechosamente interesado
en el pueblo– una verdadera y sana cultura para ese pueblo”, dice
María Elena Ramos, ex directora del Museo de Bellas Artes de
Caracas, quien ha estudiado en profundidad el tema para escribir
su libro La cultura bajo acoso.

Balance negativo

En los últimos meses, los gestores culturales de la oposición han


usado sus espacios para la reflexión y la resistencia ciudadana. Al
respecto Gisela Kozak, escritora y profesora jubilada de la
Universidad Central de Venezuela UCV, afirmó: “Estoy de acuerdo
con la idea de cultura en resistencia, ser capaz de convertir en
imagen, sonido, movimiento, en representación los horrores que
está viviendo Venezuela. Se ha comprobado en estos dieciocho
años de revolución Bolivariana que la cultura no necesita del
Estado. Fíjate todo el movimiento plástico, literario, teatral y
musical que se ha producido al margen de la ayuda estatal. Eso es
una extraordinaria experiencia de cara al futuro. Las editoriales
privadas producen libros, las galerías privadas presentan a los
nuevos artistas, la gente como Basilio Álvarez, Héctor Manrique y
Diana Volpe, producen teatro”. Para la escritora este contexto
potencia la creatividad e invita al creador a pensar en la auto-
sostenibilidad de sus proyectos y conservar su independencia
artística.

Aunque la visión de Kozak plantea una cara positiva para los artistas,
Ramos dice que el balance general no es bueno: “El actual gobierno se
dedicó a desmontar lo que eran reconocidos logros de las áreas de
especialidad, pero no fue capaz de crear sus propios y nuevos logros.
Muy al contrario, no desmontó para mejorar hacia presente y futuro, sino
para debilitar y destruir la calidad que se había alcanzado por décadas.
La cultura no avanzó. Al contrario, emprendió un oscuro camino de
retroceso”.

Del lado oficialista Roberto Hernández Montoya, presidente del Centro de


Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos Celarg, defiende la labor
que en materia cultural ha realizado el gobierno en estos años: “El
gobierno revolucionario ha hecho importantes esfuerzos en la difusión de
la cultura. Una de las primeras cosas que hicimos fue repartir un millón
de ejemplares del Quijote en las plazas Bolívar de todo el país, y también
de Los Miserables, de Víctor Hugo. Se creó la Imprenta Cultural,
apareció la Editorial El perro y la rana. Habrá cosas criticables, porque
no somos ángeles”.

Si algo se le ha criticado al gobierno es precisamente la politización de


los espacios culturales. Cualquier ciudadano que visite hoy una galería o
teatro verá afiches de Chávez o Maduro en las instalaciones. También se
podrá encontrar con museos que han servido de refugios para los
damnificados por las lluvias y desde el año pasado el Ministerio de la
Cultura cumple funciones de mercado. Sobre esto fue interpelado en un
foro Freddy Ñáñez, quien en ese momento era el ministro, y él se limitó a
responder: “La gente de la cultura también come”.

Luchar contra la adversidad

Las alcaldías opositoras de Chacao, Baruta y El Hatillo


pertenecientes a la Gran Caracas han consolidado lugares
culturales alternativos. En dieciocho años se abrieron el Trasnocho
Cultural de Caracas, el Centro de Arte Los Galpones y el Centro
Cultural Chacao. De este último, Claudia Urdaneta, dice que “En su
momento fue una buena noticia para la ciudad. El gobierno desde
que llegó invadió todos los espacios, había que recuperar el
sentido de un centro cultural, desvincularlo de la política, Para
que todo el mundo fuera libre de llegar ahí, independientemente de
su ideología.”

A pesar de las marchas y las dificultades que enfrentan los


empleados y artistas para cumplir con sus compromisos, los
centros culturales tanto del oficialismo como de la oposición,
siguen trabajando, en muchas ocasiones ofreciendo sus
espectáculos de forma gratuita: “El país no está en una situación
normal, nadie lo puede ocultar. Cada quien en la sociedad tiene
una posición y misión como ciudadano en la actividad que realiza.
El ser humano debe buscar un equilibro entre cuerpo y espíritu, si
nosotros de alguna forma logramos dárselo con estos espacios,
que más bien apelan al alma, debemos seguir haciéndolo”, dijo
José Pisano, Director de Programación del Trasnocho Cultural.

Hasta la fecha según la empresa encuestadora Datanálisis, el


venezolano ha recortado en un 30% los gastos destinados al
entretenimiento. Los números no mienten. En lo que va de año la taquilla
del cine venezolano se redujo en u 6,3%, y el año pasado en un 30,25%,
de acuerdo con la información de la Asociación de la Industria del Cine
Asoinci.

El cine venezolano tuvo un importante auge a partir de la reforma


de la Ley de Cinematografía (2005), realizado con el apoyo de toda
la comunidad cinematográfica, independientemente de sus
posturas políticas. Luego el presidente Hugo Chávez creó la Villa
de Cine (2006), la productora del Estado, que lamentablemente
sigue los parámetros propagandísticos del gobierno. En la
actualidad la industria del cine venezolano se enfrenta al éxodo
del talento técnico y artístico, las dificultades de filmar en esta
crisis económica, y la suspensión de estrenos nacionales.

En cuanto a los cineastas, Aldrina Valenzuela, Hernán Jabes y


Carlos Caridad han decidido salir con sus cámaras y filmar las
marchas, material que han publicado en sus canales de YouTube.
En los últimos años, Valenzuela ha enfocado la temática de su
arte en la mujer y la maternidad. Sintió la necesidad de retratar las
protestas desde esa visión: “A diferencia de otras rebeliones y
movimientos políticos de esta última década, aquí en Venezuela
las madres y las mujeres tienen un fuerte protagonismo. Como
mamá uno siente mucho dolor cuando ve tantos muchachos que
han sido asesinados o heridos”. Piensa seguir realizando
documentales mientras dure esta coyuntura política del país: “El
artista tiene la responsabilidad de transmitir a través de sus
herramientas sus sentimientos o su opinión sobre cualquier cosa
que esté pasando y cómo afecta su realidad. En nuestro caso
como cineastas, tenemos la responsabilidad histórica de registrar
esto de alguna manera”.
Estos cineastas son una prueba de la lucha contra la autocensura
que se ha criticado tanto en el cine venezolano en los últimos
años, aspecto que confirma por Kozak cuando señala que en estos
momentos hace falta el cine político y crítico que se hacía antes,
más comprometido con su realidad.

En cuanto a la literatura, si algo afectó el control cambiario fue la


industria del libro en Venezuela. Las librerías están cerrando, no
llegan novedades, las grandes editoriales se han ido, solo queda
Planeta. El costo de un libro en Venezuela equivale a un salario
mínimo (ocho dólares aproximadamente), convirtiéndose el libro
en un artículo de lujo. Las editoriales independientes tratan de
sobrevivir y de alguna manera han permitido que el público
venezolano al menos lea a sus autores, asunto que no han podido
conseguir las editoriales del Estado. Vale destacar la labor
realizada por Madera Fina, Eclepsidra, Letra Muerta, Kalathos, Bid
& Co, Oscar Todtmann, Libros del Fuego.

El panorama literario del lado oficialista tampoco es alentador. Se


suspendió La Feria Internacional del Libro de Venezuela Filven y
los premios literarios Rómulo Gallegos (novela), Víctor Valera Mora
(poesía), Mariano Picón Salas (ensayo), según Hernández Montoya,
Presidente del Celarg, por falta de presupuesto. También el
Festival Mundial de Poesía, que en los últimos años ha sido
polémico especialmente cuando se homenajeó al actual Defensor
del Pueblo Tarek William Saab. De parte de la oposición se
suspendió el Festival de la Lectura que realiza la Alcaldía de
Chacao. Ni hablar de la ausencia de Venezuela en las grandes
ferias internaciones del libro y las dificultades en la difusión de la
literatura nacional fuera de sus fronteras.

Por el lado de la música, la cosa tampoco es mejor. En las marchas es


habitual ver a los jóvenes músicos protestando. Muchos de ellos forman
parte del Sistema Nacional de Orquestas. Dos son los casos más
emblemáticos. El primero, el asesinato de Armando Cañizales, joven de
17 años y violinista, ocurrido el 4 de mayo. Este hecho provocó que
Gustavo Dudamel, director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y la
Filarmónica de Los Ángeles, rompiera su silencio y solicitara al
presidente Maduro a través de una carta pública el cese de la violencia:
“Levanto mi voz en contra de la violencia y la represión. Nada puede
justificar el derramamiento de sangre. Ya basta de desatender el justo
clamor de un pueblo sofocado por una intolerable crisis”. Días después
los artistas realizaron una marcha en Caracas repudiando este
asesinato. El segundo caso fue el Willy Arteaga, mientras tocaba el
himno nacional en una protesta la Guardia Nacional rompió su violín.

“Nuestro país necesita urgentemente sentar las bases de un orden


democrático que garantice la paz social, la seguridad, el bienestar
y el futuro próspero de nuestros niños, niñas y jóvenes”.

A la par, la cantante Laura Guevara puso voz y letra a la protesta


con su tema “Queremos vivir en paz”: “En un país donde la gente
no puede acceder a los productos de la cesta básica es muy difícil
que pueda acceder a un concierto, comprar un disco o asistir a
cualquier evento cultural, además del tema económico también
está la seguridad. Cuando escribí la canción me costó mucho
terminarla, yo misma no consigo medicinas para mis padres. Ha
sido durísimo como nuestra calidad de vida se ha deteriorado”.

El futuro de la cultura en Venezuela es incierto, cada día se suman


a la lucha democrática artistas que antes apoyaban al gobierno y
la revolución. Las grandes preguntas son si se podrán recuperar
los espacios perdidos, si los creadores serán capaces de retratar
los días de horror en su arte, de contar esta historia que no debe
ser ignorada para las futuras generaciones en Venezuela ni
Latinoamérica.

La comprensión de la cultura política es importante no solo porque ella define


las expectativas de la gente en relación al sistema político en el que viven, sino
además porque las ideas terminan por definir la realidad y por el impacto que,
en consecuencia, ésta tiene sobre la evolución del mismo sistema político. En
este sentido, autores tales como Seymour Martin Lipset (1963) y Samuel
Huntington (1986; 1991), entre otros, han destacado la importancia que los
niveles de alfabetización, educación, ingresos, salud, desplazamiento de la
población del campo a la ciudad, de la mano de obra del sector primario de la
economía al secundario y terciario, y el sistema de valores, tienen sobre la
consolidación del sistema político democrático, aunque en la práctica haya
habido importantes excepciones a la supuesta relación directa entre lo que
denominamos desarrollo y democracia. Es así como nos encontramos con que
países como Singapur y Malasia, que ocupan los primeros lugares en los
índices de desarrollo humano[1], no cuentan con sistemas de gobierno
democráticos. En este sentido, la dinámica política no puede explicarse desde
la formula desarrollo-democracia, sino que por el contrario existen condiciones
culturales, previas o generadas, que pueden tener un peso muy importante en
la definición del régimen político, y de aquí la importancia de comprender la
cultura política de un país a los fines de poder explicar la forma en que se
define y evoluciona su realidad política.

Los estudios realizados sobre cultura política y sobre otros aspectos


relacionados, sin excepción, coinciden en que el venezolano considera que la
democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, e incluso más
importante que el desarrollo económico y la justicia social. Es común que el
discurso normativo y principista esté siempre presente al buscar opiniones
sobre el valor de la democracia, aunque después nos encontremos con
importantes contradicciones en lo actitudinal e incluso en las concepciones
mismas sobre lo que debe entenderse como democracia, siendo aquí en
donde los efectos de la polarización política comienzan a hacerse presentes.

Para quienes se sienten más cercanos a la posición oficialista las


características más importantes de la democracia incluyen la garantía de todos
los derechos, la forma pacífica de llegar a acuerdos, la posibilidad de votar en
elecciones, y el poder en manos del pueblo. Este orden de prioridades es muy
similar entre los diferentes niveles socio-económicos mientras que,
curiosamente, otras características que podrían considerarse como esenciales,
tales como garantizar la igualdad de oportunidades, elecciones, respeto al
derecho de las minorías, participación en el gobierno, la existencia de partidos
políticos, de un poder legislativo y judicial independientes, e incluso de la
libertad son mucho menos valorados por la mayoría, independientemente de
su nivel económico y su posición política. Tal como consta en el trabajo
realizado por la Universidad de Vanderbilt, a través del Proyecto de Opinión
Pública de América Latina –LAPOP- (Boidi y Briceño, 2010: 167-168)[3], al
revisar el concepto de democracia en el oficialismo se evidencia una alta
disparidad entre un ideario político democrático altamente apreciado y los
valores reales que lo sustentan.

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