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Ana Romero de Pablos

LaS primeraS centrales


nucleares españolas
actores, políticas y tecnologías
Cubierta: dibujo de Antonio Fernández Alba
de la Central Nuclear de Zorita.
Servicio Histórico COAM.
Fondo Fernández Alba.
Ana Romero de Pablos

LaS primeraS centrales


nucleares españolas
actores, políticas y tecnologías

SOCIEDAD NUCLEAR ESPAÑOLA


2

CRÉDITOS
© Ana Romero de Pablos
Edita: Sociedad Nuclear Española (SNE)
Diseño y maquetación: Grupo SENDA
ISBN: 978-84-09-08497-5
Déposito Legal: M-6080-2019

NOTA
Las opiniones expresadas en este libro son responsabilidad única del autor.
3

Presentación

L a Sociedad Nuclear Española dedica esta tercera publicación de su Plan de publicaciones


históricas iniciado en 2016, a narrar la gestión de los proyectos de las centrales de
José Cabrera, Santa María de Garoña y Vandellós 1 hasta su puesta en marcha. Confío en
que su lectura y análisis que se debe siempre encuadrar en la época en que sucedió y en
sus condicionantes, pueda servir de referencia útil y enriquecedora a nuestros socios y
resto de lectores.
Fueron proyectos de la máxima dificultad marcados por la incertidumbre de utilizar una
tecnología naciente, en la cima del saber científico y tecnológico, que afrontaban el día
a día en una España con muchas limitaciones, pero también con una gran esperanza y
deseo de superación.
La gestión fue un éxito, las tres centrales comenzaron su operación comercial y por la
magnitud de sus proyectos fueron auténticas escuelas de formación de profesionales
que aplicarían los conocimientos adquiridos en la industria, universidades e instituciones.
La experiencia obtenida impulsó la expansión de una industria nacional acreditada
en tecnología y calidad que hoy sostiene 30.000 puestos de trabajo y compite en el
mercado mundial.
Podemos extender este éxito a la economía y a la sociedad española de esa época y para
entenderlo debemos conocer el largo camino recorrido.
Con la creación de la Junta de Energía Nuclear en 1951 logramos disponer de una
base científica y técnica que administró el conocimiento nuclear y formó un cuadro
de profesionales capaces de integrarse en los foros internacionales abiertos tras la
incorporación de España a la Organización Internacional de Energía Atómica y otras,
y de beneficiarse de la política de «ÁTOMOS PARA LA PAZ» del presidente Eisenhower,
participando en la conferencia de Ginebra de 1955 y posteriores.
Fue determinante el firme emprendimiento de la empresa y la industria española y su
visión estratégica que arriesgó en la decisión tecnológica, su financiación y al elegir los
contratos «llave en mano» para su ejecución incorporando la exigencia administrativa
4 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

de maximizar la «participación nacional» que siendo del 25 por ciento en su comienzo


alcanzaría el 85 por ciento en las centrales de Vandellós 2 y Trillo, en los años 80.
Y fue posible porque la Administración española respondió a este desafío desarrollando
un marco normativo propio, a partir del aplicado en los países de origen de las tecnologías
utilizadas.
El relato hace una extensa cita de profesionales, pero no ha podido incluir a tantos otros
que en sus puestos de trabajo y responsabilidad cumplieron con su deber con esfuerzo,
sacrificio y dedicación y que también formaron parte de esta historia y son merecedores
de este reconocimiento.

José Antonio Gago Badenas


Presidente de la SNE
5
6 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS
7

Sumario
Presentación 5
Introducción 11
Capítulo 1. Escenarios para un programa nuclear 15
Energía nuclear y diplomacia
La primera Conferencia de Ginebra
Necesidades energéticas en España
Reactores nucleares y nuevo espacio industrial
Reactores nucleares y nuevo marco legal
Capítulo 2. Zorita 41
El proyecto
El concurso
Las ofertas
La construcción
Capítulo 3. Santa María de Garoña 69
El viaje de 1957
El proyecto de la central
El concurso
La construcción
Inauguración
Capítulo 4. Vandellòs 101
HIFRENSA
El concurso
Una nueva tecnología
El Poblado
Un mundo de gigantes
Epílogo 127
Bibliografía 131
8 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS
9

Introducción

C uando en 1972 La Vanguardia calificaba de «un mundo de gigantes construido por gigan-
tes» el escenario donde se produjo la primera reacción en cadena el 11 de febrero en Van-
dellòs, tan solo había transcurrido una década desde que en 1962 Unión Eléctrica Madrileña
solicitara al Ministerio de Industria autorización para construir Zorita. Diez años en los que
crecieron y maduraron en España tres proyectos tecnológicos distintos –Zorita, Garoña y Van-
dellòs– que acotan, con algún paso atrás para contextualizar el programa nuclear español, los
tiempos recogidos en este libro1.
Dos ideas articulan y cohesionan tres proyectos que no solo fueron diferentes por la tecnología
que incorporaron. La primera es que el programa nuclear español fue producto de una compleja
combinación de factores geopolíticos, científicos, tecnológicos, económicos y financieros, ade-
más del impulso de las relaciones internacionales, particularmente con el gobierno de Estados
Unidos. Los distintos actores que participaron y construyeron las vidas de las centrales, por lo
menos hasta sus conexiones a la red –los expertos, científicos, militares, promotores, ingenie-
ros, consultores, y también los consumidores de energía, españoles, norteamericanos, ingleses
y franceses– muestran que Zorita, Garoña y Vandellòs fueron unos proyectos colectivos, públi-
cos y privados, que tienen difícil explicación si no los conectamos al contexto internacional. Por
ello el libro está escrito desde la historia de la ciencia y la tecnología pero en constante diálogo
con la historia política, económica e industrial, no solo española, de los años cincuenta, sesenta
y setenta del pasado siglo XX.
Y la segunda idea es que Zorita, Garoña y Vandellòs fueron algo más que soluciones tecno-
lógicas para solventar las necesidades energéticas de un país. Sus construcciones y puestas
en marcha crearon disciplinas, cambiaron paisajes, dibujaron nuevas cartografías industriales
y administrativas e influyeron en el imaginario colectivo al mostrar que podía ser posible un
nuevo modelo de país. Zorita, Garoña y Vandellòs fueron tres grandes laboratorios donde
se ensayaron y pusieron en marcha nuevas tecnologías y también se desarrollaron nuevas
alianzas políticas y nuevos modelos económicos, administrativos e industriales. Sus historias

1
José Cabrera, Santa María de Garoña y Vandellòs, fueron los nombres oficiales de las centrales nucleares que
conocemos como Zorita, Garoña y Vandellòs. Vandellòs pasó a ser Vandellòs 1 cuando comenzó el proyecto de
Vandellòs 2, que fue conectada a la red en 1988.
10 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

muestran que estas tres primeras centrales nucleares fueron laboratorios experienciales -sir-
vieron de escuelas de formación humana, científica, técnica, legal y empresarial-, que hicieron
de puente entre la investigación y la industria, entre la Junta de Energía Nuclear (JEN) y las
compañías eléctricas. Con los viajes -de personas, tecnologías, libros y también de los mine-
rales uranio-, se introdujeron en España modelos, metodologías y prácticas experimentales,
que repercutieron también en la acomodación de las políticas científicas, económicas, legales
e industriales españolas.
Cuando la Sociedad Nuclear Española (SNE) me propuso, a través de Juan Bros, Alfonso de la
Torre y Agustín Alonso, escribir la historia de la construcción de estas tres primeras insta-
laciones nucleares, el proyecto me interesó porque, si bien conocemos cada vez mejor la
historia del papel desempeñado por la JEN en la promoción de la investigación nuclear en
España, sabemos menos de cómo se produjo el desarrollo de la industria nuclear y el com-
portamiento que tuvieron las empresas eléctricas en el proceso.
Las gestiones que realizaron desde la SNE para facilitarme el acceso a los distintos archivos
de las empresas propietarias de las centrales, añadieron al proyecto un nuevo aliciente: tra-
bajar con una documentación hasta ahora inédita. Sumaba así al material que ya conocía
de los archivos públicos españoles –el Archivo del Ministerio de Presidencia de Gobierno
(APG), el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores y el Archivo General de la Ad-
ministración (AGA)–, el custodiado por los archivos privados de las empresas eléctricas: el
Archivo Histórico de Tecnatom que conserva la documentación que generó la construcción
de Zorita, el de NUCLENOR que custodia la de Santa María de Garoña, y el centro documental
Asociación Nuclear Ascó-Vandellòs (ANAV) que guarda los contratos que se firmaron para la
construcción de la central nuclear de Vandellòs.
Por ello quiero agradecer en primer lugar a Alfonso de la Torre y a Agustín Alonso –Presiden-
te y vocal de la Comisión de Terminología de la SNE–, y a Juan Bros –Presidente de la Comi-
sión Técnica–, no solo el que me invitaran a participar en esta colección donde se publica el
libro, sino también el que me abrieran las puertas de esos espacios tan fascinantes que cus-
todian una parte importante del legado de la ciencia y la tecnología recientes. La cercanía de
los tres durante este tiempo, Juan Bros incluso me acompañó en los desplazamientos a mis
primeras visitas a Garoña y Vandellòs, sus conocimientos y las rigurosas precisiones que han
hecho a versiones previas de este libro, han mejorado y sin duda enriquecido su contenido.
Quiero también destacar las detenidas lecturas y comentarios que Leopoldo Antolín, José
Cobián, Luis Palacios y Ramón Revuelta, hicieron del manuscrito. Sin el apoyo, paciencia y
generosidad de todos ellos el resultado no hubiera sido el mismo.
Hago extensivo este agradecimiento a Javier Guerra, Director General de Tecnatom. A Pe-
dro Ortega, jefe del departamento de Combustible y Tecnología Nuclear de Naturgy.
INTRODUCCIÓN 11

A José Ramón Torralbo, Presidente de NUCLENOR. Y a José Antonio Gago, Director General
de ANAV. Sin el consentimiento y ayuda de todos ellos no hubiera sido posible acceder a la
documentación que custodian.
David Rivas en Tecnatom, Fernando Fernández de la Gala en Garoña y Francesc González
Tardiú en Vandellòs me facilitaron enormemente el trabajo en los archivos como también
lo hizo Amparo Bartolomé Biot en el Archivo del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Las
conversaciones con Elías Fernández Centellas en Garoña me ayudaron a humanizar la docu-
mentación y poner nombre propio a muchas de las iniciales que figuraban en ella.
Gracias a la generosidad de Esther Sánchez, tuve acceso a parte del material que guarda
Electricité de France (EDF) de Vandellòs en su archivo de Blois y al material gráfico custodia-
do por el Arxiu Municipal de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant. Quiero agradecer también a
mi colega María Jesús Santesmases las múltiples conversaciones mantenidas tras las visitas
a los archivos y lo cerca que ha estado de este proyecto. Carlos Gonzalvo, un arquitecto
que está investigando los poblados de las centrales nucleares, me facilitó la colección de la
revista HIFRENSA, con sus relatos pormenorizados de la construcción de Vandellòs, y me
llamó la atención sobre el legado de Antonio Fernández Alba en el Archivo del Colegio de
Arquitectos de Madrid (COAM). Los dibujos que Fernández Alba realizó de la central de Zo-
rita –uno de ellos en la portada de este volumen– junto al resto del material que he tenido
la suerte de consultar, son buenos ejemplos de ese bien patrimonial, que debemos cuidar y
proteger, que es la cultura material de la ciencia y la tecnología.
En las páginas que siguen el lector encontrará, tras un primer capítulo centrado en los con-
textos nacionales e internacionales en los que comenzó el desarrollo nuclear español, las
historias de la construcción de las tres primeras centrales nucleares españolas; desde que
comenzaron a pensarse como proyecto hasta su conexión a la red eléctrica. Historias narra-
das desde ese espacio donde la ciencia y la tecnología interactúan con la política y la sociedad,
porque los temas científicos y tecnológicos son asuntos sociales y políticos de primera mag-
nitud. Por ello la lectura de este libro tiene interés no solo para conocer una parte de nuestra
historia, también para generar narraciones más ricas y complejas de un tema controvertido
y de plena actualidad, aunque queden todavía preguntas sin responder, archivos por abrir y
proyectos truncados por investigar y conocer.
12 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS
13

Capítulo 1. Escenarios para un programa


nuclear

L a historiografía reciente sobre la institucionalización de la energía nuclear en España nos ha


enseñado que junto a factores científicos y técnicos también fueron importantes para la in-
corporación y el desarrollo de esta nueva forma de energía los políticos, económicos, sociales
y culturales (Ordóñez y Sánchez Ron, 1996; Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001; Presas,
2005 y 2008; Herrán y Roqué, 2012; Rubio-Varas y de la Torre, 2017).
Un rápido repaso por los distintos organismos del estado que fueron creados para dirigir, re-
gular y controlar el desarrollo nuclear en España, las personas que en ellos participaron y los
contextos en los que surgieron, permitirá una mejor comprensión del objeto de este libro:
saber más sobre cuáles fueron las razones y cómo se produjo la llegada de las tres primeras
centrales nucleares de potencia que fueron instaladas en España. Una historia que ha sido
contada ya en parte (Caro et al. 1995; Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001; Romero de
Pablos, 2012; Rubio-Varas y de la Torre, 2017) y que ahora se enriquece con información cus-
todiada en los archivos de las empresas propietarias de las centrales.
La Junta de Investigaciones Atómicas (JIA) fue el primer organismo que creó el gobierno de
Franco para canalizar las políticas encaminadas a diseñar el desarrollo nuclear en España. Aun-
que este organismo fue creado en 1948, permaneció oculto hasta 1951 tras una empresa co-
mercial llamada Estudios y Patentes de Aleaciones Especiales (EPALE). La posible explotación
de minas de uranio en el sur de España y la idea de emplear este material como moneda de
cambio para obtener formación e información técnica del extranjero, fueron algunas de las
razones que impulsaron la puesta en marcha de esa sociedad comercial2.
La adscripción de la JIA al Ministerio de la Presidencia muestra que los responsables políticos
del primer franquismo asumieron el desarrollo nuclear como un asunto de Estado. El Almiran-
te Luis Carrero Blanco, Ministro de la Presidencia, confió a José María Otero Navascués la pre-
sidencia de esta institución. En Otero Navascués confluían dos condiciones que le destacaban
como la persona idónea: era desde 1945 Ingeniero de la Armada además de persona de con-
fianza de Carrero Blanco, y era ya un científico que había destacado por sus investigaciones en

2
Decreto Reservado por el que se crea la JIA. Firmado por Franco en San Sebastián el 6 de septiembre de 1948. El
documento original se encuentra en el Archivo de Presidencia de Gobierno (APG).
14 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

el campo de la óptica3. Se había formado en difracción de rayos


X con Julio Palacios en el Laboratorio de Investigaciones Físicas
en Madrid entre 1928 y 1929, en el Instituto de Física de la Es-
cuela Politécnica Federal de Zúrich con el profesor Paul Sche-
rrer en 1929, en el Instituto de Óptica de Berlín con el profesor
Weidert y en el Laboratorio de vidrios de la Escuela Politécnica
de Berlín. A su vuelta a Madrid había fundado, en 1934, el Labo-
ratorio de Óptica en el Ministerio de la Marina para fomentar la
industria óptica en España. Tras la guerra civil, ya como Capitán
Ingeniero, fue destinado al Taller de recuperación de material
de guerra, núcleo de lo que sería después el Laboratorio y Taller
de Investigación del Estado Mayor de la Armada (LTIEMA). Des-
de allí recobró el equipo del antiguo Laboratorio de la Marina,
germen del Instituto de Óptica, que instaló en el Instituto de
José María Otero Navascués. Química Física «Rocasolano» del Consejo Superior de Investi-
Ciemat gaciones Científicas (CSIC). El Instituto de Óptica del CSIC y el
LTIEMA –Otero dirigió el primero entre 1946 y 1967, y el segundo entre 1948 y 1955–, fueron
los organismos donde comenzaron a formarse investigadores en física nuclear y a ponerse
en marcha las políticas para el fomento del desarrollo nuclear español (para una biografía de
Otero Navascués ver Pérez Fernández-Turégano, 2012 y 2016).
Apenas un mes después de la constitución de la JIA, el 8 de octubre de 1948 José María Otero
Navascués, como Presidente, reunía en el LTIEMA a los vocales que habían sido elegidos para
formar parte de la primera dirección de este organismo creado por el Gobierno con carácter
reservado: Manuel Lora Tamayo, catedrático de química orgánica de la Universidad de Ma-
drid, Armando Durán, catedrático de óptica de la misma Universidad, y el Oficial del Cuerpo
de Intendencia de la Armada y miembro del Cuerpo Diplomático, José Ramón Sobredo que
desempeñaría los trabajos de secretario. A este grupo inicial se incorporaron después el físico
Ramón Ortíz Fornaguera, que llegaría a ser Jefe de la División de Física Teórica y Cálculo de
Reactores de la JEN, y los Ingenieros de Minas José María Ríos y Demetrio Santana Pérez, que
se harían cargo de las investigaciones geológicas.
Con la creación en 1951 de la JEN –lo «atómico» fue remplazado por lo «nuclear»– se acabó en
parte con el carácter reservado que había regido inicialmente la política nuclear franquista4.
Creada como organismo técnico la JEN debía asesorar en todos los temas relacionados con la

3
José María Otero Navascués. Expediente Personal. Archivo Central del Cuartel General de la Marina, Madrid.
Nota sobre los honores y distinciones recibidos por el capitán de navío ingeniero D. José María Otero Navascués.
Archivo Central del Cuartel General de la Marina, Madrid.
4
Decreto Ley de 22 octubre de 1951. Boletín Oficial del Estado (BOE) de 24 de octubre de 1951.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 15

energía nuclear e impulsar, mediante la investi-


gación y el desarrollo, las distintas aplicaciones
posibles que se pudieran dar en ese campo. Esta
institución desempeñó, hasta 1986, año en que
la Ley de la Ciencia la convirtió en Centro de In-
vestigaciones Energéticas, Medioambientales y
Tecnológicas (Ciemat)5, un papel regulador y de
control sobre la investigación y los procesos de
desarrollo y aplicación de la energía nuclear en
España (para una historia de esta institución ver
Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001).
Las investigaciones que la JEN fue poniendo en
marcha marcaron la estructura que articuló este
organismo. La prospección de mineral de uranio
con la que la JEN, en colaboración con el Institu-
to Geológico y Minero, iniciaría la línea de inves-
tigación en metalurgia dio lugar en 1956 al Ser- Inauguración del Cento «Juan Vigón»,
vicio de Investigación Geológica y a la División noviembre de 1958. Ciemat
de Investigación y Explotación Minera; ambos quedarían, a partir de los 60, agrupados bajo
la Dirección de Geología y Minería. Los trabajos ocupados del tratamiento de los minerales de
uranio y los centrados en conseguir agua pesada como moderador neutrónico y grafito de
alta pureza, dieron lugar a la División de Materiales y a la Sección de Plantas Piloto; en 1954
la Junta inauguró una primera planta para producir barras de uranio a escala semindustrial, y
otra dedicada al tratamiento de minerales pobres. Estas dos instalaciones fueron el origen de
la planta que se inauguró en 1955 para producir, a escala industrial, uranio metálico y óxido de
uranio. La investigación sobre el agua pesada la inició la JEN en 1962, en una planta que montó
en la empresa Energía e Industrias Aragonesas (EIASA) en Sabiñánigo (Huesca), y la continuaría
después en una planta piloto construida y explotada en sus propias instalaciones en Madrid
(Otero de la Gándara y Gispert Benach, 1964).
Los trabajos desarrollados por los grupos de prospección y minería y los de las plantas piloto,
dieron también lugar a la creación de la División de Química. En los primeros años esta Divi-
sión se ocupó de realizar los análisis químicos de las muestras geológicas de las prospecciones
mineras y de los procesos de las plantas piloto de tratamiento y beneficio de los minerales
uraníferos. Más tarde con la llegada del reactor JEN-1 su actividad prioritaria fue la producción,
utilización y control de isótopos radiactivos.

5
Ley 13/1986, de 14 de abril, de Fomento y Coordinación General de la Investigación Científica y Técnica. BOE de
18 de abril de 1986, 93: 13767 a 13771.
16 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

La División de Reactores –en más de un senti-


do la parte más importante de la JEN– comen-
zó en la práctica con la adquisición a la empre-
sa estadounidense General Electric, dentro
del programa «Átomos para la Paz» al que me
referiré más adelante, de un reactor de in-
vestigación, el JEN-1, que quedó instalado en
1958 en el entonces recién inaugurado Cen-
tro Nacional de Energía Nuclear «Juan Vigón».
Este primer reactor permitió que la Junta ini-
ciara sus investigaciones en la producción de
isótopos radiactivos, y fomentara sus posi-
bles aplicaciones a la medicina, la agricultura
y la industria. Su producción y distribución,
así como el asesoramiento a las instituciones
o personas interesadas en la utilización de
los mismos, fueron tareas realizadas desde la
Sección de Isótopos de la JEN. Con la llegada
Dibujo del nucleo del reactor JEN-1. Ciemat del JEN-1 la JEN comenzó a ocuparse también
de las condiciones de seguridad que debían
cumplir las instalaciones nucleares. Esta línea de investigación que comenzó sus trabajos li-
gada inicialmente a los problemas de seguridad relacionados con el funcionamiento y el uso
de los reactores de investigación –además del JEN-1 la Junta diseñó y construyó el ARGOS y
el ARBI, dos reactores de investigación para las Escuelas de Industriales de Barcelona y Bil-
bao, y más tarde el CORAL para la propia JEN–, tuvo un recorrido importante ligado después
a la puesta en marcha de las centrales nucleares de potencia.
Por último la División de Física, estrechamente relacionada con la de Reactores y con la División
de Medicina y Protección (que se encargaba de la vigilancia médica del personal de la Junta), fue
la única que desarrolló exclusivamente trabajos de investigación básica. Buena parte de ellos
estuvieron inicialmente dirigidos a nacionalizar técnicas instrumentales. Las primeras salidas de
los becarios españoles a Italia y Alemania tuvieron entre sus objetivos prioritarios el aprendizaje
de esas técnicas (Romero de Pablos, 2017; Romero de Pablos, en prensa).
Pero como veremos en los siguientes capítulos, el poder e influencia de la JEN fue disminu-
yendo a partir de mediados de los sesenta. En esa pérdida de liderazgo tuvo que ver la deci-
sión del gobierno, amparada en el Plan de Estabilización de 1959, de apoyar a las compañías
eléctricas en su apuesta por la energía nuclear. Esta apuesta que se concretó en la compra
llave en mano («turnkey») de los reactores de potencia –los dos primeros fueron adquiri-
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 17

dos a empresas norteamericanas y


el tercero a un consorcio de empre-
sas francesas–, dejó en un segundo
plano las políticas de José María Ote-
ro Navascués y de la JEN, que bus-
caban, en diálogo con los discursos
autárquicos del primer franquismo,
priorizar el uso del uranio natural
de origen nacional frente al uranio
enriquecido y fomentar la industria
nacional: el proyecto DON, un pro-
totipo de reactor de potencia de
uranio natural, moderado por agua
pesada y refrigerado por un líqui-
do orgánico, fue un buen ejemplo
de estas políticas. Esta decisión del
gobierno situó a las empresas eléc-
tricas españolas en un espacio que
hasta entonces solo había ocupado Reactor ARBI. AGA
la JEN. A partir de entonces este or-
ganismo aunque siguió siendo el centro de investigación de referencia y mantuvo su poder de
regulación y control –la Ley de Energía Nuclear de 1964 es buen reflejo de ello–, vio mermado
su poder político que pasó a compartir con las eléctricas. A partir de entonces la JEN tuvo que
consensuar y acordar con ellas muchas de las decisiones que hasta entonces había tomado en
solitario.

Energía nuclear y diplomacia


El apoyo de Franco a Hitler y Mussolini había dejado a España tras la segunda guerra mun-
dial fuera de los foros internacionales: en junio de 1945 Naciones Unidas vetó su pertenen-
cia a este organismo y recomendó a todos los estados miembros que sus representantes
abandonaran suelo español.
Esta situación llevó al gobierno español a tratar de aprovechar las pocas oportunidades que
iban surgiendo para conectarse al exterior. Los espacios de investigación que se estaban
organizando en torno a la física nuclear en Italia, Alemania y Francia, fueron una de las
primeras oportunidades utilizadas para (re)construir las relaciones políticas y diplomáticas
18 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

españolas (Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001: 25-40; Romero de Pablos, 2017; Rome-
ro de Pablos, 2018b; Romero de Pablos, en prensa).
El 27 de septiembre de 1949 el New York Herald Tribune en su edición de París publicaba un
artículo titulado «Descubrimiento de ricos yacimientos de uranio en los Pirineos españo-
les». Que la noticia de este hallazgo tuviera hueco en la prensa norteamericana mostraba
no solo el interés que el gobierno de Estados Unidos tenía por conocer y controlar los ya-
cimientos de este mineral, también el significado estratégico y diplomático que el uranio
adquirió tras la segunda guerra mundial (Adamson, Camprubí, Turchetti, 2014). El uranio
español constituía, a juicio del periodista, «un codiciado triunfo» que llevaría a las potencias
del pacto Atlántico a modificar su actitud frente al régimen de Franco6.
El interés que desde finales de los años treinta había despertado el descubrimiento al sur de
España de los yacimientos de uranio en la Sierra Albarrana (Córdoba), y las optimistas cifras que
había puesto en circulación la empresa Berilio y Radio Español S.A. que de forma privada los ex-
plotaba desde 1942 propiciaron que, durante algún tiempo, España figurara entre los países con
importantes reservas de uranio (Carbonell, 1945). A estos resultados obtenidos en la Sierra Al-
barrana se sumaron también las expectativas creadas por las formaciones geológicas existentes
en las provincias de Coruña, Pontevedra, Orense, Zamora, Salamanca, Cáceres, Badajoz, Jaén,
Madrid, Toledo, Guadalajara, Segovia, Huesca, Lérida y Barcelona.
El entusiasmo desatado por las posibles nuevas reservas de uranio unido al incremento de
registros de explotaciones privadas, españolas y extranjeras, que se venía produciendo desde
mediados de los cuarenta (la ley de Minas de 1944 ya trataba de dar respuesta a esta situación)
preocupó y alertó al gobierno. Por ello el Ministerio de Industria y Comercio buscó la forma de
proteger ese mineral y decretó la reserva provisional, a favor del Estado, de las zonas uranífe-
ras que se encontraban en estas provincias7.
Las buenas expectativas unidas a la protección por parte del estado del mineral estuvieron
en el origen del acuerdo que el gobierno de Franco estableció con el Centro de Informazioni
Studi ed Esperienze (CISE) italiano para, entre otras cosas, realizar prospecciones sistemáticas
en España, y la creación, en el Instituto Geológico y Minero español, de una comisión para car-
tografiar y estudiar posibles yacimientos de uranio y su posterior explotación8. Los intereses
y anhelos del Gobierno plasmados en esta comisión y también los problemas a los que se en-
frentaron, como el desconocimiento de técnicas y la falta de tecnología, quedaron recogidos
en la publicación de un volumen colectivo titulado Uranio: curso de conferencias (1946), que

6
New York Herald Tribune, edición de París de 27 de septiembre de 1949.
7
Decreto del Ministerio de Industria y Comercio de 29 de diciembre de 1948.
8
Convenio entre el Centro Informazioni Studi Esperienze (CISE) de Milán y la Junta de Investigaciones Atómicas,
1948. APG, Madrid.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 19

fue editado por el propio Instituto Geológico y Minero. Las prácticas y experiencias de pros-
pección que comenzaron en Sierra Albarrana continuaron después en otros lugares de España
(Cáceres, Salamanca, Coruña y Zamora) con la esperanza de ampliar posibles nuevos espacios
de extracción del mineral (Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001: 98-108).
Las posibilidades que ofrecían los yacimientos de uranio llevaron a que las autoridades políti-
cas apostaran por tratar de nacionalizar la producción de combustibles nucleares. A mediados
de los años cincuenta, como ya he mencionado, la JEN comenzó a estudiar la metalografía del
uranio en la División de Metalurgia. A partir de los sesenta, esta línea de investigación quedó
incorporada, junto con las desarrolladas en la División de Materiales, a la Dirección de Plantas
piloto y Plantas industriales del entonces recién inaugurado centro «Juan Vigón». El objetivo era
fomentar el uso de uranio natural nacional frente al uranio enriquecido.
En noviembre de 1950 Naciones Unidas levantó el veto (Lleonart y Castiella, 1989) y a partir de
entonces España comenzó a participar en diferentes organismos internacionales: en 1951 entró
en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); en 1953
en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); en
1956 en la Organización Internacional del Trabajo (ILO); y en 1958 lo hizo en el Fondo Monetario
Internacional (IMF).
Pero la integración definitiva de España en el bloque occidental se produjo en 1953 con la firma
entre Estados Unidos y España, de los llamados Pactos de Madrid.
En ese contexto en el que el gobierno español apelaba a la internacionalización de la ciencia y de
sus científicos y aprovechaba las oportunidades que le ofrecían algunos gobiernos e institucio-
nes políticas y científicas internacionales, el uranio primero y los reactores nucleares después, se
convirtieron en objetos diplomáticos claves para las relaciones internacionales.

La primera Conferencia de Ginebra


Aunque la falta de información sobre energía y políticas atómicas tras la segunda guerra mundial
fue común a muchos países, para España asistir a la primera Conferencia de Ginebra tuvo un
significado especial. Al acceso de conocimiento e información se sumó la posibilidad de estable-
cer contactos internacionales y tratar de mejorar la economía del país, tal y como expresó Otero
Navascués en la memoria que escribió a su regreso de esta reunión9.
La presencia de una delegación española en la primera Conferencia internacional de usos pa-
cíficos de la energía atómica celebrada en Ginebra en agosto de 1955 fue el resultado de la

9
Memoria de la Conferencia de Ginebra sobre usos pacíficos de la Energía Nuclear. Septiembre de 1955. Archivo
General de la Administración, Madrid (AGA).
20 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

combinación de intereses políticos, científicos, tecnológicos y también económicos y sociales.


Tras la firma de los acuerdos con Estados Unidos en 1953, a los que ya me he referido, Franco
y su gobierno vieron en el encuentro de Ginebra un nuevo foro donde exhibir las intenciones
de cambio en sus políticas y el deseo de integración en el bloque occidental. Por ello esta reu-
nión resultó ser un evento político sustancial para España, donde, al igual que en otros países, la
energía nuclear fue considerada una cuestión de Estado. Mientras que hasta mediada la década
de los cincuenta la energía nuclear había sido utilizada para reforzar las políticas autárquicas del
franquismo, la conferencia de Ginebra sirvió a los responsables de las políticas científicas y econó-

Sesión inaugural de la primera Conferencia de Ginebra, agosto 1955. Ciemat


ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 21

micas para hacer de esta nueva tecnología bandera de las oportunidades que ofrecía la apertura
al exterior.
La Conferencia de Ginebra es un acontecimiento que está ya muy estudiado y forma parte de la
historiografía de la historia de la ciencia (Krige, 2006 y 2010; Creager, 2002 y 2013; Zachmann,
2011 y 2013; Mateos y Suárez-Díaz, 2015a y 2015b; Ordóñez y Sánchez Ron, 1996). Y como pri-
mer éxito que fue del programa «Átomos para la Paz», esta iniciativa puesta en marcha por el
presidente Eisenhower, ha sido también objeto de estudio desde la historia política, la historia
de la diplomacia y la historia de la comunicación (Drogan, 2016; Osgood, 2006; Medhurst , 1997).
La primera Conferencia internacional sobre usos pacíficos de la energía atómica fue un aconteci-
miento internacional como ya he mencionado de iniciativa norteamericana en plena guerra fría:
un gobierno, el norteamericano, que tan solo unos años antes había utilizado esta tecnología
como potente arma bélica, promovía ahora su uso para la paz y el desarrollo, y convocaba para
compartir conocimientos y tecnologías. Por ello esta reunión trascendió los espacios científicos
y tecnológicos, despertó el interés de los poderes políticos –asistieron delegaciones de sesen-
ta países– y también atrajo a los poderes económicos e industriales. Esta Conferencia dotó de
soporte político internacional al uso de la energía atómica y puso en circulación tres mensajes
claves: a los posibles usos civiles de la energía nuclear, añadieron las ideas de apertura y demo-
cratización de la información científica y tecnológica relacionada con lo nuclear y sus posibles –y
deseados– intercambios.
Esta primera Conferencia marcó un antes y un después en la política atómica internacional. Aun-
que los usos pacíficos de la energía nuclear se venían anunciando en Estados Unidos desde me-
diados de los cuarenta, la Conferencia aportó una forma de gestionar y comunicar los beneficios
civiles de la energía nuclear –relacionada sobre todo con el interés de Estados Unidos por apro-
vechar su situación de liderazgo en la ciencia y tecnologías atómicas y controlar el mercado nu-
clear–, que tuvo gran influencia en la importancia que adquirieron, tras la segunda guerra mun-
dial, la ciencia y la tecnología en las relaciones internacionales (Krige, 2006). Los usos pacíficos
–médicos e industriales– que habían sido puestos en marcha en Estados Unidos en 1946 con los
programas de distribución y exportación de radioisótopos para usos médicos y de investigación y
para la irradiación de alimentos, fueron ocupando cada vez mayor espacio y estuvieron en el ini-
cio del cambio de la percepción pública de la energía nuclear (Creager, 2002 y 2013; Krige, 2006;
Zachmann, 2011 y 2013; Santesmases, 2006 y 2009).
Nada de la organización de la Conferencia fue casual: para los norteamericanos sobre todo,
pero también para el resto de los participantes, era importante que la reunión fuera perci-
bida, interna y externamente, como un éxito. La presencia de científicos Nobel como Niels
Bohr y otros representantes del panorama científico mundial, la elección de los temas a
tratar, la organización de las sesiones plenarias, la exhibición de grandes instalaciones (las
22 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

más visitadas fueron el reactor tipo


piscina «swimming pool» que ha-
bían transportado los norteamerica-
nos desde Knoxville (Tennessee), en
dos aviones militares, y la maqueta
de una fábrica rusa), fueron asuntos
que habían sido previamente pacta-
dos. Pero sobre todo hacer capital
atómica a la ciudad de Ginebra, sede
de la Asamblea de Naciones Unidas
y utilizar el Palacio de las Naciones
para mostrar al mundo el poder de
las grandes potencias surgidas del
Exposición comercial. Primera Conferencia de Ginebra, Tratado de Yalta (1945), contribuyó
agosto 1955. Ciemat a que se consiguieran los objetivos
marcados: legitimar científicamente
la campaña «Átomos para la Paz». Hasta 1946 el Palacio de las Naciones había albergado a la So-
ciedad de Naciones, organismo creado tras la primera guerra mundial para establecer las bases
para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales. Era por ello un lugar cargado de
simbolismo. Suiza, un país neutral, tuvo su importancia, según Bruno Strasser, en la construc-
ción de la «neutralidad» de la ciencia (Strasser, 2009).
La conferencia de Ginebra jugó un papel importante en el proceso de la reinserción diplomática
de España: la presencia de una delegación española significó el reconocimiento de un nuevo
estatus a la dictadura franquista que a partir de entonces pudo entrar a formar parte de la diplo-
macia nuclear (Krige, 2006). Hasta entonces, los foros internacionales donde España era bien-
venida, eran escasos. Y las autoridades franquistas vieron en la Conferencia la oportunidad para
continuar con el acercamiento a los Estados Unidos.
El ministro de asuntos exteriores Alberto Martín-Artajo y su equipo habían sido los principales
actores de los acuerdos que habían comenzado a revertir el aislamiento de los primeros años
de la dictadura; había firmado los acuerdos hispano-norteamericanos de septiembre de 1953 y
también el ingreso de España en la ONU en diciembre de 1955, tan solo cuatro meses después
de que se celebrara la reunión de Ginebra.
Una orden suya de 29 de julio de 1955 designaba los miembros que formarían la delegación
española10: José María Otero Navascués vicepresidente de la JEN, fue el encargado de presidir la
delegación. En calidad de delegados viajaron Pedro Cortina Mauri director de Organismos In-

10
Orden de 29 de julio de 1955 por la que se designa la Delegación española en la Conferencia Internacional sobre
usos pacíficos de la energía atómica. BOE de 6 de agosto de 1955, 218: 4850 a 4851.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 23

ternacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores; Armando Durán Miranda vocal de la JEN; José
Antonio Artigas Sanz, director del Instituto de Ampliación de Estudios e Investigaciones Indus-
triales, fue como representante del Ministerio de Industria y José Manuel Aniel Quiroga director
de Asuntos Políticos de Europa del Ministerio de Asuntos Exteriores. En calidad de expertos de la
JEN lo hicieron Carlos Sánchez del Río jefe de la Sección de Física Experimental; Ricardo Fernán-
dez Cellini jefe de la Sección de Química Analítica; Eduardo Ramos Rodríguez jefe de la Sección
de Medicina; Joaquín Catalá Alemany jefe de la Sección de Física; Miguel Ángel Gamboa Loyarte
secretario de la Comisión de Biología Vegetal y Aplicaciones Industriales. Como representante
del Instituto Nacional de Industria (INI) viajaron Victoriano Muñoz Oms director gerente de la
Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana, posteriormente propietaria con Electricité de
France (EDF) de Vandellòs, y Rogelio Segovia Torres que como personal del INI trabajaba desta-
cado en la Sección de Física de la JEN. Los otros expertos del mundo de la industria que también
recibieron el permiso del Ministro para viajar fueron Gabriel Torres Gost director gerente de la
Empresa Nacional de Electricidad, Leandro José de Torróntegui director de la Escuela de Inge-
nieros de Bilbao y director gerente de la Sociedad de Construcciones Babcock Wilcox, Alberto
Caso Montaner asesor técnico e ingeniero de la Sociedad Hidronitro española, Federico Goded
Echeverría ingeniero de la Sociedad General Eléctrica Española y Ángel García Vinuesa vocal del
Consejo de Administración de la Compañía Sevillana de Electricidad.
A esta delegación se sumaron también los dos representantes permanentes en Ginebra: Luis
García de Llera, Ministro plenipotenciario, y Luis de Villegas y Urzaiz, Secretario de Embajada.
Posteriormente y debido a la fuerte campaña de prensa fueron llegando a Ginebra otros re-
presentantes de la industria eléctrica española como Manuel Gutiérrez-Cortines subdirector
de Iberduero, una de las personas claves de la historia de Garoña; y también representantes
del mundo académico como el profesor Enrique Freixa de la Escuela de Ingenieros Indus-
triales de Barcelona. Además la delegación española se vio apoyada por la visita de políticos
como Juan Antonio Suanzes, entonces Presidente del INI, y del Subsecretario de Industria,
Alejandro Suárez11.
Fue una delegación formada por políticos, militares, científicos y representantes del sector
industrial, que tuvo la oportunidad de introducirse, a su llegada a Ginebra, en nuevos esti-
los de hacer política científica e industrial. La energía nuclear reveló, no solo a los españoles,
nuevas formas de cooperación: abrió espacios para la investigación científica y la innovación
industrial hasta entonces poco conocidos por los representantes españoles. La conferencia de
Ginebra les dio la posibilidad de formar parte de la diplomacia nuclear.
En 1956, un año después de la Conferencia de Ginebra, la JEN fue admitida en la Sociedad Eu-
ropea de Energía Atómica (SEEA), organismo no gubernamental que se había constituido en

11
Memoria de la Conferencia de Ginebra sobre usos pacíficos de la Energía Nuclear. Septiembre de 1955. AGA.
24 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Londres en junio de 1954 con repre-


sentantes de las organizaciones nu-
cleares de Bélgica, Francia, Holanda,
Inglaterra, Italia, Noruega, Suecia y
Suiza. La relación que establecieron
en la Conferencia de Ginebra Ber-
trand Goldschmidt, entonces recién
nombrado presidente de la SEEA, y
Otero Navascués facilitó la entrada
del organismo nuclear español. Ote-
ro llegó a ser vicepresidente ejecu-
tivo de la Sociedad y presidente de
su Consejo. Carlos Sánchez del Río,
director de investigación de la JEN,
fue miembro permanente del Grupo
El General Hernández Vidal en la sede de Naciones Unidas de Trabajo de esta Sociedad.
con motivo de la entrada de España en la OIEA. Ciemat
Este fue el inicio de una nueva red de
relaciones: en 1959 España fue admitida en el Organismo Internacional de Energía Atómica
(OIEA) y en la Agencia Europea de Energía Nuclear (ENEA) de la OCDE, y en enero de 1961 en el
Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire (CERN). Las nuevas conexiones internacionales
intensificaron la diplomacia española y supusieron un cambio en las políticas con respecto a
los primeros años del franquismo. La dictadura y la respuesta internacional que habían gene-
rado el aislamiento cambiaron cuando España se convirtió en un espacio geográfico de interés
militar para Estados Unidos.
La relación de personas vinculadas a la industria eléctrica que viajaron a Ginebra resultó parti-
cularmente relevante. De las diecisiete que conformaron la delegación, diez trabajaban para
compañías eléctricas. Según el informe que redactó José María Otero Navascués, todos ellos
volvieron convencidos de las posibilidades que la energía nuclear podía brindar al sector eléc-
trico. En este mismo sentido Manuel Calvo Hernando, el corresponsal de Ya, titulaba una de
sus crónicas «Varias empresas eléctricas españolas, dispuestas a utilizar la nueva fuerza»12.
Diez años después de la primera Conferencia de Ginebra se comenzaba a construir la primera
central nuclear española en Almonacid de Zorita (Guadalajara) (Romero de Pablos, 2012)13.

12
Ya, 16 de agosto de 1955: 2.
13
Cuando el Ministerio de Industria hizo el anuncio oficial del emplazamiento, erróneamente comunicó que la
central nuclear se encontraba en el término municipal de Zorita de los Canes, cuando en realidad el lugar pertenecía
al municipio de Almonacid de Zorita. Este ayuntamiento recurrió y consiguió que se enmendara el error.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 25

Si bien es cierto que la Conferencia de Ginebra sirvió para terminar de convencer a los respon-
sables de las eléctricas de la opción de la energía nuclear, también lo es que muchos de ellos
llevaban tiempo barajando esa posibilidad. Otero Navascués conocía bien esas aspiraciones;
no solo las compartía, también contó con ellas para introducir y desarrollar la tecnología y
prácticas nucleares en España, pero no quería dejar de tener el control sobre ellas. Por ello
impulsó la Comisión Asesora de Reactores Industriales (CADRI). Creada por Presidencia del
Gobierno el 19 de julio de 1955, y reorganizada posteriormente por Orden de 24 de febrero
de 1957, buscaba centralizar bajo la dirección de la JEN, los diferentes trabajos e iniciativas
que desde otros organismos del Estado y grupos industriales privados se estaban poniendo
en marcha. El argumento que se hizo explicito, era evitar posibles duplicidades que pudie-
ran resultar costosas y contraproducentes. Pero tras esta iniciativa estaba también el deseo
de la JEN de controlar y tratar de contrarrestar el protagonismo que estaban adquiriendo
las empresas eléctricas.
En un documento dirigido a Luis Carrero Blanco, Ministro Subsecretario de la Presidencia del
Gobierno, Otero Navascués expresaba la conveniencia de que «Para calmar las impaciencias
y para seguir día a día el desarrollo de los acontecimientos, sería tal vez conveniente que,
en analogía a lo hecho para Biología Animal y Medicina por una parte, y para Usos Industria-
les de los Radioisótopos por otra, la Junta de Energía Nuclear crease un Comité Asesor de
Reactores de Potencia, en el cual podrían estar representados todos los organismos intere-
sados»14. La Comisión Asesora de Medicina y Biología Animal y la de Usos Industriales de los
Radioisótopos habían sido creadas en enero de 1955 para, de forma coordinada, controlar
y asesorar en el empleo de isótopos radiactivos y fuentes de radiaciones ionizantes en los
campos de la medicina y la biología animal, en el caso de la primera, y en aplicaciones de
isótopos radiactivos y fuentes ionizantes a la biología vegetal y a la industria, en el caso de
la segunda. Los modelos a seguir estaban por tanto claros y próximos.
El amplio grupo de entidades, sobre todo privadas, interesadas en las aplicaciones energéti-
cas de la fisión nuclear que entraron a formar parte de esta Comisión, sugiere la importancia
de las decisiones y acuerdos que estaban pendientes de adoptar; ninguna empresa quiso
quedarse al margen de este nuevo espacio de discusión. Aunque la CADRI se creó fundamen-
talmente para trabajos de asesoría y control, la JEN también la utilizó como órgano de enlace
entre el Gobierno y los distintos intereses que se estaban generando fundamentalmente en el
entorno de la industria eléctrica. El Presidente de la Comisión fue José María Otero Navascués.
Antonio Colino López –Ingeniero Industrial y Presidente de Marconi–, José Antonio Artigas
Sanz –Director del Instituto de Ampliación de Estudios e Investigaciones Industriales– y Luis
Pelayo Hore –Ingeniero jefe de la Delegación de Industria de Madrid–, fueron los represen-
tantes del Ministerio de Industria en la Comisión. Gabriel Torres Gost –Director Gerente de

14
Nota para el Excmo. Sr. Ministro Subsecretario de la Presidencia del Gobierno. AGA.
26 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

la Empresa Nacional de Electricidad– y José María Gaztelu Jácome –Consejero Director del
departamento eléctrico de AUXINI–, los representantes del INI. José María de Oriol y Urquijo
–Presidente de Hidroeléctrica Española–15, José Luis Redonet Maura –Director primero y Ase-
sor Técnico después, de UNESA–, Leandro José de Torróntegui –director gerente y después
Presidente de la Sociedad Española de Construcciones Babcock & Wilcox–, Manuel Gortázar
Landecho –Consejero Delegado de General Eléctrica Española–, Felipe Lafita Babio –primer
director general del Instituto Nacional de Técnicas Aeronáuticas y Director General Adjunto
de FECSA–, Joaquín Cervera Abreu –Presidente de Electrificaciones Nacionales–, Ricardo Rubio
Sacristán –Director General de Iberduero–, Ignacio Herrero Garralda –Presidente del Consejo de
Administración de Unión Española de Explosivos–, Daniel Suárez Candeira –Presidente del Sindi-
cato de Agua, Gas y Electricidad–, y Jaime Mac-Veigh Alfós –Consejero Delegado de Tecnatom–,
fueron los vocales. El secretario de esta Comisión fue Francisco Pascual Martínez.
A tenor de los distintos informes, los temas que ocuparon y preocuparon a esta Comisión fue-
ron el ritmo de crecimiento de las necesidades energéticas, qué podía aportar la energía nuclear
y la potencia ideal que, para dar respuesta a ese crecimiento, debería ser instalada. Si bien había
acuerdo sobre las necesidades energéticas de España no lo había tanto en cuanto a los medios
para solventarlas.
La conferencia de Ginebra, una eficaz herramienta de diplomacia puesta en marcha por Estados
Unidos, se convirtió en escenario de la posible convivencia en paz entre el Este y el Oeste. Y las
delegaciones de los países allí representados formaron parte de esa escenificación. El uso civil
de la energía atómica promocionó no solo las políticas de desarrollo industrial del franquismo;
la apelación a la internacionalización de la ciencia, de sus científicos y de su sector industrial vin-
culado a lo nuclear, articuló una serie de políticas internas que reforzaron y dieron credibilidad
al Estado.
La Conferencia de Ginebra tuvo un impacto político, económico y social enorme, también en
España, a pesar de que las autoridades estadounidenses no dejaran de expresar su carácter ex-
clusivamente científico. El gobierno de Franco hizo un claro uso político de la reunión; para ellos
fue fácil y extremadamente útil adoptar sin apenas necesidad de adaptar los mensajes nortea-
mericanos que fueron dados en Ginebra y distribuidos por los corresponsales de prensa espa-
ñoles (Romero de Pablos, 2018). Bastó con exhibir que el régimen español compartía con ellos, y
con el pensamiento predominante en occidente, las oportunidades y promesas que anunciaban
los usos civiles de la energía nuclear. Políticos, científicos y responsables de la industria eléctrica
española asumieron el riesgo que suponía apuntarse a una tecnología todavía incipiente inde-
pendientemente del reto que suponía la inversión de capital.

15
Cuando en 1959 Gaztelu y Oriol fueron nombrados Consejeros de la JEN, fueron sustituidos respectivamente
por Áureo Fernández de Ávila, Presidente de ENSIDESA y Manuel Gutiérrez Cortines, Vicepresidente y Consejero
Delegado de NUCLENOR.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 27

Necesidades energéticas en España


El interés de la industria eléctrica por la energía nuclear hay que entenderlo en un contexto,
donde el consumo de energía en España a finales de los cincuenta y comienzos de los sesen-
ta no hacía más que crecer. El fuerte incremento de la demanda unido al cambio de usos de
los consumidores puso pronto de manifiesto la necesidad de introducir cambios también en
la política energética (Catalán, 1995; Sudrià, 1987)16.
Los cálculos e hipótesis que a partir de mediados de los cincuenta visibilizaron el agota-
miento de las fuentes de energía en España, coincidían en destacar que la energía hidráulica
procedente de los ríos y la térmica generada con el carbón de las cuencas mineras, no iba
a ser suficiente para abastecer la demanda. Pero no había tanto acuerdo en el cálculo del
capital total que iba a necesitar España en el futuro para hacer frente a los servicios que
dependían de la electricidad.
Esta situación generó dos opiniones encontradas: los partidarios de no hacer inversiones
que exigieran grandes gastos y los que apostaban por invertir y asegurar un margen dispo-
nible que evitara la escasez energética y garantizara el desarrollo industrial. Dos posturas
que reflejaban la incertidumbre de la economía que comenzaba a liberalizarse y a abando-
nar la protección del Estado; cambios que se concretarían en las disposiciones liberalizado-
ras del Plan de Estabilización de 1959.
Es en este contexto donde hay que entender el llamado «Pacto de Olaveaga». En 1956, un
año después de la Conferencia de Ginebra, se reunieron en esa localidad bilbaína José María
de Oriol, Leandro José de Torróntegui y José María Otero Na-
vascués, en representación del sector eléctrico, la industria y
la administración respectivamente. José María de Oriol había
sido en 1944 el promotor e impulsor de UNESA (Unidad Eléc-
trica S.A.), una sociedad que coordinó a dieciocho empresas
nacionales del sector eléctrico para hacer frente a las difíciles
circunstancias por las que atravesaba el abastecimiento eléctri-
co español tras la guerra civil. Leandro José de Torróntegui era
en ese momento, como ya se ha mencionado, el director de la
Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, –lo fue desde 1954
hasta 1957– y director gerente de Babcock & Wilcox en España,
vinculada con una de las empresas de construcción de equipos
generadores de energía eléctrica que, como veremos, compitió José María de Oriol y Urquijo.
para que su tecnología fuera elegida en la central nuclear de Ciemat

16
Un histórico del consumo eléctrico desde 1940 en https://www.foronuclear.org/es/energia/2018.
28 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Santa María de Garoña17. El tercer convocado a la reunión fue José María Otero Navascués, en-
tonces vicepresidente ejecutivo y director general de la JEN, institución que como ya se ha dicho
era la encargada de dirigir y potenciar la investigación nuclear en España.
Esta reunión es considerada por algunos como el punto de partida del desarrollo nuclear indus-
trial en España (Caro, 1995: 173-174).
Los altos costes que suponía para cualquier empresa eléctrica abordar la construcción de una
central nuclear en solitario llevaron en 1957, a que una de las primeras iniciativas del sector eléc-
trico, seguramente pactada en la reunión de Olaveaga, fuera unir esfuerzos y crear tres socieda-
des: Centrales Nucleares S.A. (CENUSA) en la que participaron Hidroeléctrica Española, la Compa-
ñía Sevillana de Electricidad y Unión Eléctrica Madrileña (UEM); Centrales Nucleares del Norte S.A.
(NUCLENOR) donde se agruparon Electra de Viesgo e Iberduero; y la empresa de ingeniería para
estudios de técnicas atómicas Tecnatom, creada por el Banco Urquijo y en la que se incluyeron
también otras empresas asociadas a este grupo bancario. Casi diez años después, en 1966, se
creó la Sociedad Hispano-Francesa de Energía Nuclear (HIFRENSA) que agrupó a Eléctricité de
France (EDF) y a cuatro empresas catalanas, la Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorza-
na (ENHER), Fuerzas Eléctricas de Cataluña (FECSA), Hidroeléctrica de Cataluña (HEC) y Fuerzas
Hidroeléctricas del Segre (FHS). UEM fue la responsable de la puesta en marcha el proyecto de
Zorita, NUCLENOR de Santa María de Garoña e HIFRENSA de Vandellòs.
Las empresas eléctricas que se agruparon en torno a CENUSA y NUCLENOR se habían adelantado
casi un año a las políticas del Gobierno. En el discurso que pronunció el Ministro de Industria Joa-
quín Planell el 14 de julio de 1958 ante el pleno de las Cortes, con motivo de la presentación de la
nueva Ley sobre Investigación y Explotación de Materiales Radiactivos, el Gobierno apostaba por
invertir, evitar la escasez energética y garantizar el desarrollo industrial.
«Si admitimos [decía el Ministro] que en el próximo futuro el aumento del consumo de energía
eléctrica será del diez por ciento anual acumulado, estimación quizá algo excesiva, pero pru-
dente, según se deduce de nuestra experiencia, para el año 1970 se habrá triplicado el consumo
actual, nuestras posibilidades hidráulicas estarán ya casi totalmente aprovechadas y la pro-
ducción de energía termo-eléctrica necesaria para cubrir el déficit durante los estiajes y años
secos exigiría un consumo de los combustibles tradicionales –carbón y fueloil– muy superior, no

17
La Sociedad Española de Construcción Babcock & Wilcox había sido fundada en 1918 a iniciativa de un grupo
financiero vizcaíno, ligado a compañías eléctricas y siderúrgicas, y a la colaboración de la empresa inglesa Babcock
& Wilcox Ltd., que cedió a la nueva sociedad sus patentes de invención. Esta sociedad se dedicó a la fabricación de
bienes de equipo, entre los que destacaban calderas de vapor y diversos equipos industriales; fue pionera en la
fabricación de tubos de acero sin soldadura (para la historia de Babcock & Wilcox en España ver Abarrategui, 2000:
16-35; Saiz, 2016). Leandro José de Torróntegui fue director gerente de Babcock Wilcox Española desde 1926 hasta
1962 y Presidente desde el 1962. Ese año Gregorio Millán Barbany fue nombrado director general y consejero
delegado.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 29

sólo a nuestra capacidad de producción, sino también a nuestras posibilidades de importación


al menos que descubriéramos en los próximos años importantes yacimientos de petróleo, o de
gas natural en nuestros territorios».
«A partir del año 1970, es muy probable que la casi totalidad del aumento del consumo habrá
de ser satisfecha con energía termo-eléctrica y, en su mayor parte, de origen nuclear; pero ya
para el año 1964 el consumo de combustibles tradicionales alcanzará un nivel tan elevado que
sería conveniente poder iniciar en ese año, o en 1965, la producción de energía nuclear en una
primera central con un mínimo de 150.000 kW de potencia»18.
Las palabras del Ministro al tiempo que indicaban preocupación por las escasas reservas de car-
bón y el elevado gasto en divisas del fueloil al tener que ser importado, definían también unas
políticas que llamaban a participar a la industria nacional y a las empresas del sector eléctrico.
CENUSA, NUCLENOR y Tecnatom estaban ya preparándose para ello.
El diez por ciento del que hablaba el ministro, como cifra de crecimiento del consumo de ener-
gía eléctrica, significaba que en España en 1965 se iban a consumir aproximadamente 32 TWh;
en 1966, 35 TWh; y diez años más tarde, en 1976, el consumo español estaría en torno a los 90
TWh19. Finalmente, en 1975 el consumo de energía eléctrica fue de 82 TWh y en 1980 de 110
TWh (fuente https://www.foronuclear.org/es/energia/2018).
Las previsiones y el agotamiento de las otras fuentes de energía situaron la energía nuclear como
una fuente indispensable, según políticos y algunos responsables del sector eléctrico español,
en un plazo breve de tiempo. Consideraban que un mercado eléctrico como el español muy de-
pendiente de la energía hidráulica, podría prever y modular mejor la producción si conseguían
armonizar y poner en diálogo los distintos sistemas –atómico, térmico e hidráulico–.
En este contexto, a comienzos de los sesenta, la JEN se propuso desarrollar un pequeño re-
actor de potencia que sirviese de prototipo para acometer un programa de construcción de
centrales nucleares en España, acorde con la estructura industrial y las necesidades del sector
eléctrico del país. Aunque se pensó en un reactor de potencia reducida debía, de acuerdo con
las políticas autárquicas, utilizar uranio natural y disponer de un canal independiente que per-
mitiera ensayar la fabricación de elementos combustibles nacionales. Un comité de expertos
de la JEN y de la industria, asesorado por Stuart MacLain, investigador del Laboratorio Nacional
de Argonne, seleccionó el reactor propuesto por la empresa norteamericana Atomics Interna-
tional. Este fue el origen del llamado proyecto DON (iniciales de deuterio-orgánico-natural):

18
Las palabras del Ministro las reproduce Manuel Gutiérrez-Cortines, vicepresidente y consejero delegado de
NUCLENOR, en una conferencia que pronunció en la Escuela de Ingenieros de Bilbao, ver Gutiérrez-Cortines, 1959: 2.
19
A pesar de que en la documentación histórica se utiliza, para indicar el consumo de energía eléctrica la unidad
de kWh, se ha optado por usar TWh para actualizar su lectura. Solo se mantendrá la unidad de kWh en las citas
textuales.
30 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

el modelo utilizaría como combustible carburo de uranio natural, tendría unos 20 MWe de
potencia, estaría moderado por agua pesada y refrigerado por un líquido orgánico. El inge-
niero Luis Palacios, como director del grupo de la JEN que puso en marcha el proyecto viajó
en 1961, junto a Guillermo Velarde, Agustín Alonso y otros expertos, a las instalaciones que
Atomics International tenía en California. Les interesaba estudiar la física del núcleo del reac-
tor y conocer cuestiones de seguridad nuclear. Reactores de este tipo se estaban entonces
desarrollando en Ispra, (Italia), Canadá (WR-1, en Whiteshell, Manitoba) y en Estados Unidos
(HWOCR); y estaba ya en construcción un reactor refrigerado por líquido orgánico en Piqua
(Ohio). Pero el proyecto DON aunque supuso un notable esfuerzo industrial e institucional –la
JEN llegó a seleccionar posibles emplazamientos (estudiaron primero el Rompido en Málaga
y después el Valle del Alberche), a edificar una nave donde albergar la construcción de un
conjunto exponencial (la llamada nave de Ingeniería) e incluso a alquilar agua pesada a los
canadienses–, nunca llegó a materializarse. Problemas con la polimerización de los terfenilos
usados como refrigerante y, sobre todo, el rápido desarrollo de la tecnología que permitió, a
nivel industrial, la construcción de reactores de uranio enriquecido y de gas-grafito con ura-
nio natural, truncaron, al igual que ocurrió en otros países, el proyecto (Caro, 1995: 99 y 121;
Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001: 171 y ss.; Cerrolaza, 2002:11).
Louis Armand, Franz Etzel y Francesco Giordini los llamados «tres sabios» del Euratom, el
organismo público europeo creado en 1957 para coordinar los programas de investigación
en energía nuclear, habían insistido también en su informe en que en Europa era necesario
construir centrales atómicas tan rápidamente como fuera posible porque, decían, cada año
de retraso, significaba la construcción de otras centrales alimentadas por combustibles tra-
dicionales que después continuarían consumiendo carbón y petróleo durante los siguientes
20 ó 30 años20.
Los acuerdos de Olaveaga unidos al apoyo que les llegaba desde el Ministerio de Industria lleva-
ron a que las empresas eléctricas no tardaran mucho en hacer públicos sus proyectos21. En 1958
NUCLENOR y CENUSA manifestaron su deseo de construir cada una de ellas su central nuclear,
NUCLENOR para abastecer el norte y CENUSA para el sur de España; la idea era que entraran en
servicio en 1965. Cuatro años después, en 1962, fue UEM la que anunció su proyecto de cons-
truir otra central, pero esta vez en el centro de la Península. Este último proyecto fue el primero
en hacerse realidad. A razones de mercado, de política empresarial y de liderazgo se sumaron

20
El origen de este informe «A Target for EURATOM» realizado por Louis Armand, Franz Etzel y Francesco Giordini,
conocidos como los tres sabios de EURATOM, estuvo en la voluntad de los gobiernos de Bélgica, Francia, la
República Federal de Alemania, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos, por conocer la cantidad de energía atómica
que podían llegar a producir y los medios que tendrían que emplear para ello. Informe completo en https://core.
ac.uk/download/pdf/7434607.pdf
21
Para un estudio detenido sobre cada una de las centrales que fueron conectadas a la red eléctrica ver Las
Centrales..., 1993.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 31

razones políticas que priorizaron una instalación que iba a abastecer el consumo energético
del centro peninsular; también pesaron las económicas que aconsejaron comenzar el programa
nuclear español con una central económicamente más asumible.
Las compañías eléctricas, con independencia de que su propiedad fuera pública o privada, se
repartieron así, gracias a la concesión del Estado, la construcción en exclusiva del parque nuclear
español (Rubio-Varas; de la Torre, 2017:101-112).
Las empresas eléctricas conocían y estaban informadas de lo que se estaba produciendo en otros
países. Además de asistir a la citada Conferencia de Ginebra de 1955, algunos de sus responsables
también asistieron a otras dos reuniones internacionales que influyeron en la configuración del
mapa nuclear industrial español: la Conferencia de Stresa (Italia) organizada en mayo de 1959 por
la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE) y la Asamblea Anual del Atomic
Industrial Forum celebrada en Washington en noviembre de ese mismo año. Esta última coinci-
dió, por vez primera, con la Asamblea Anual de la American Nuclear Society. Esta coincidencia
tuvo su importancia porque hasta entonces la American Nuclear Society había convocado a cien-
tíficos y técnicos de la investigación nuclear, pero había dejado fuera a los representantes de la
industria. La convocatoria conjunta de esta reunión despertó por ello gran interés.
Los temas que preocuparon y articularon estos primeros foros nucleares fueron los costes de
la energía nuclear y su financiación; la elección del tamaño y el tipo de reactor; y el papel que
la industria privada debía asumir en cada uno de los proyectos. Todos estos asuntos como ve-
remos estuvieron presentes en los procesos de construcción de las tres centrales de potencia
de primera generación en España.
Pero a pesar de la apuesta clara del Gobierno a través de su Ministro de Industria y de los
planes de construcción de las centrales que las distintas empresas habían ido desvelan-
do, en los foros españoles de discusión seguía sin haber acuerdo sobre los cálculos de la
demanda energética y sobre el posible abastecimiento con energía de origen nuclear. En
una reunión de la CADRI celebrada en 1962 se cuestionó, en línea con lo planteado en el
Congreso FORATOM celebrado en París en ese mismo año, hablar de «necesidad de energía
nuclear»22. Distintas comunicaciones del congreso habían defendido que únicamente debía te-
nerse en cuenta esta nueva forma de energía si el precio de su obtención resultaba competitivo.
Aunque las conclusiones finales del congreso en su conjunto expresaban su confianza en que
la energía nuclear llegaría a ser competitiva y por ello merecía ser apoyada su investigación y
experimentación por los estados y por la industria privada, los expertos también recomendaban
obrar con la máxima prudencia por las incógnitas que estaban todavía pendientes por resolver23.

22
FORATOM es la asociación comercial creada por la industria de la energía nuclear europea en 1960.
23
Intervención de José María de Gaztelu en la Reunión de la Subcomisión de la CADRI, celebrada el 18 de septiembre
de 1962. Archivo Garoña.
32 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

En este congreso organizado por FORATOM, como en tantos otros foros, se vio claro que no
solo eran cuestiones técnicas las que estaban en juego, había también otras relacionadas con
estrategias industriales y políticas que los distintos países debían discutir y acordar. En ese
espacio la CADRI adquirió un protagonismo importante. Sus miembros tuvieron que pensar y
consensuar una hoja de ruta que iba desde el año en que debía ponerse en funcionamiento la
primera central nuclear en España; la zona donde debía ser ubicada; si su instalación y posterior
explotación debía realizarse por una única empresa o por varias; si era conveniente promover
la colaboración entre el Estado y la empresa privada; incluso en el seno de la CADRI valoraron la
conveniencia de buscar asesorías para estudiar y diseñar un modelo de concurso que facilitara,
en función de la estructura administrativa española y los intereses de las distintas empresas, la
selección del tipo de central. Todo resultaba nuevo y estaba todo por hacer.

Reactores nucleares y nuevo espacio industrial


Aunque en los años sesenta del pasado siglo XX estaban en estudio y proyecto distintos
tipos de reactores (ver Mac-Veigh, 1957: 34-38) y otros, basados en el uso del uranio natural
ya estaban en ejecución como los modelos RBMK soviéticos y el CANDU canadiense, solo
dos tecnologías habían alcanzado a nivel mundial un grado de desarrollo óptimo para la
producción a gran escala de energía eléctrica de origen nuclear. La primera desarrollada en
Estados Unidos estaba basada en dos modalidades de reactores de agua ligera: los de agua
a presión (pressurized water reactor, PWR) y los de agua en ebullición (boiling water reactor,
BWR). Aunque ambos usan uranio ligeramente enriquecido como combustible y están re-
frigerados y moderados con agua24, tienen una diferencia importante de diseño: en los pri-
meros el circuito de refrigeración del reactor (primario) se separa del circuito de agua-vapor
(secundario) por los generadores de vapor. Esta disposición, aunque es más costosa, evita
que los calentadores y el condensador estén dentro de la zona de exposición a la radiación.
Y la segunda tecnología impulsada por Gran Bretaña y Francia utilizaba uranio natural como
combustible, grafito como moderador y dióxido de carbono como gas refrigerante; eran los
reactores de uranio natural-grafito-gas, llamados UNGG en Francia y MAGNOX en Inglaterra.
En las dos primeras centrales instaladas en España se optó como veremos por la tecnología
norteamericana, la de Zorita en la modalidad PWR y la de Garoña en la de BWR, y en la terce-
ra, Vandellòs se apostó por la tecnología francesa.
En 1964 comenzó en España la construcción de la primera central de potencia y en 1972 se
conectaba a la red la tercera. En menos de diez años las tres centrales de la primera gene-

24
Aunque en la documentación histórica figura el término de «agua ligera» para distinguirla de los modelos que
usaban «agua pesada», se ha optado por eliminar el adjetivo, siempre que no sea una cita textual.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 33

ración estaban funcionando. La construcción y puesta en marcha de estas instalaciones no


solo generaron energía eléctrica, también abrieron espacios nuevos para pensar, consensuar y
regular respuestas a cuestiones diversas que las nuevas instalaciones planteaban.
Uno de esos nuevos espacios fue la Comisión Asesora de Equipo Industrial (CAEI). Creada
por el Ministerio de Industria el 13 de febrero de 1962 tuvo como objeto lograr una cola-
boración eficaz de la industria española con la JEN en todo lo relacionado con el diseño y la
construcción de instalaciones piloto e industriales. Dado el rápido desarrollo que a comien-
zos de los 60 habían alcanzado los reactores nucleares comerciales, esta Comisión también
tuvo bajo su control la fabricación de bienes de equipo. Para conformarla buscaron perso-
nas que facilitaran el contacto con los más amplios sectores industriales; interesaba unifi-
car criterios y promover iniciativas que impulsaran la fabricación de equipos por parte de
la industria española, para las instalaciones nucleares. El vicepresidente de la JEN Antonio
Colino López, fue el Presidente de la Comisión. Se incorporaron como vocales José María
Aguirre Gonzalo, Presidente y Director Gerente de AGROMAN; Eduardo Angulo Otaolaurru-
chi, Consejero Director General de la Empresa Nacional «Calvo Sotelo»; Javier Benjumea Pui-
gcerver, Presidente del Consejo de EPESA; Cayetano Cabanyes Mata, Director de la Oficina
de Ingeniería CAL ; Rafael Calvo Rodés, Presidente del INTA; Clemente Cebrián Martínez,
Consejero Director Gerente de ISOLUX, S.A.; Antonio Cumella Pau, Catedrático de la Escuela
Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona; Áureo Fernández de Ávila, Presi-
dente Gerente de la Empresa Nacional Siderúrgica; Manuel Gortázar Landecho, Consejero
Delegado de General Eléctrica Española; Ignacio Herrero Garralda, Presidente de la Unión
Española de Explosivos; Manuel Junoy Cornet, Director de Maquinista Terrestre y Marítima;
Antonio Martínez Cattaneo, Consejero Director del Departamento de Construcción de AU-
XINI; Gregorio Millán Barbany, Director General de la Sociedad Española de Construcciones
Babcock & Wilcox; Augusto Miranda Maristany, Vicepresidente de la Sociedad Española de
Construcción Naval; Javier Prado Urquijo, Consejero Delegado de Eduardo K.L. Earle, S.A.;
Jacinto Ruiz Ayllón, Ingeniero jefe de Fabricación de BRESSEL, S.A. Como secretario de la
Comisión, Francisco Pascual Martínez, Secretario General Técnico de la JEN.
La creación del Foro Atómico Español en 1962, la aprobación del Reglamento sobre Insta-
laciones Nucleares y Radiactivas en 1972, la aparición de las organizaciones profesionales
y el desplazamiento, como consecuencia del amplio programa nuclear, de las actividades
nucleares a la industria, hizo que la CAEI, al igual que la CADRI, cubiertos los fines para los
que habían sido creadas, fueran consideradas innecesarias. A comienzos de los años 70 se
procedió a su disolución.
34 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Reactores nucleares y nuevo marco legal


La ley 25/1964, de 29 de abril25 que estableció el régimen jurídico para el desarrollo y puesta en
práctica de las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear, incorporaba el camino que, ausente
prácticamente de regulación, se había recorrido desde 1951 con la creación de la JEN y también el
que quedaba por recorrer. Aunque en 1959, como consecuencia de las recomendaciones que
había hecho la Organización Europea para la Cooperación Económica (OECE) a todos los esta-
dos miembros –España había entrado a formar parte de este organismo en enero de 1958–,
Luis Carrero Blanco desde Presidencia de Gobierno había dictado una orden con las normas
para la protección contra las radiaciones ionizantes (Orden de 22 de diciembre de 1959, pu-
blicada en el BOE de 28 de diciembre de ese año), esta ley de 1964 ampliaba la protección
además de a personas y «cosas» también al medio ambiente. Pero además la Ley de Energía
Nuclear puso en un primer plano cuatro cuestiones que tiene interés destacar por las realida-
des que sugieren. La primera de ellas es que se contempló por primera vez la regulación y el
control de los compromisos internacionales que el Estado español había ya adquirido o tenía
en mente adquirir en materia nuclear. En segundo lugar se normalizaron las investigaciones
y enseñanzas nucleares con la creación del Instituto de Estudios Nucleares (IEN). Este centro,
dependiente de la JEN, tuvo un papel relevante en la formación científica y técnica de las per-
sonas que trabajaron en el desarrollo, construcción y explotación de las centrales nucleares
no solo de la primera generación, también de las que vinieron después. La tercera realidad
que evidenció la Ley fue la relevancia que adquirió, no sólo en España, la seguridad nuclear.
Veremos cómo esto repercutió primero en la organización y estructura del grupo que dentro
de la JEN se ocupó de estos temas, y después en su notable crecimiento. Y por último la Ley
de 1964 fue reflejo del desarrollo y el impulso industrial que se produjo con la construcción y
posterior puesta en marcha de las centrales nucleares. El conjunto de normativas que incor-
poró la Ley relacionadas con el ordenamiento y control de esa nueva fuente de energía, rea-
firmaron a la JEN como organismo regulador en un también nuevo escenario industrial. Esta
ley introdujo cambios en las políticas, y también, como veremos, nuevos agentes y nuevos
espacios de actuación y de influencia de esas políticas.
El crecimiento de la demanda energética que desde finales de los cincuenta se venía produciendo
en España, se vio favorecido primero por el Plan de Estabilización de 1959, por los Planes de De-
sarrollo y por el Plan Eléctrico Nacional de 1969. Aunque estas políticas no tuvieron una influencia
directa en el desarrollo tecnológico nuclear español, sí influyeron de forma indirecta al disparar
una demanda energética que justificó la instalación de las centrales. El Plan Eléctrico Nacional, con-
cebido como un «sistema de objetivos progresivos», buscaba sobre todo promover el crecimiento
de la industria eléctrica española. Fue el instrumento que utilizó el Ministerio de Industria para

25
Ley 25/1964 sobre Energía Nuclear, BOE, 4 de mayo de 1964, 107: 7544.
ESCENARIOS PARA UN PROGRAMA NUCLEAR 35

tratar de proyectar y estimar la demanda energética entre enero de 1972 y diciembre de 1975,
periodo de duración del Plan; estudiar la máxima optimización, a nivel nacional, de la potencia que
debía ser instalada para responder a la demanda; prever las plantas que debían ser construidas; y
establecer y evaluar los sistemas necesarios para el transporte y distribución de la energía26.
No fue en 1965 como había anunciado el Ministro Planell en su discurso en las Cortes antes
mencionado, pero sí en 1968 cuando la primera central de potencia fue conectada a la red
eléctrica española. A Zorita le siguieron, como veremos, Santa María de Garoña y Vandellòs.
Aunque la JEN perdió capacidad política con la ley del 64, ganó fuerza como organismo su-
pervisor. Con la construcción de las tres centrales la seguridad ocupó un espacio que no había
tenido hasta entonces y adquirió en este campo una prioridad casi absoluta. El Grupo de Segu-
ridad que había sido creado en 1958 con la llegada del JEN-1, y donde se habían incorporado
Agustín Alonso Santos y Antonio Sevilla Benito tras realizar el curso de «Análisis de riesgos
nucleares» en la Oak Ridge School of Reactor Technology ubicada en el Laboratorio Nacional
de Oak Ridge (Tennessee), creció de forma exponencial debido al trabajo que generaron no
solo los proyectos y la construcción de Zorita, Garoña y Vandellòs, también las nuevas solici-
tudes que debían informar para autorizar las instalaciones radiactivas que a partir de enton-
ces comenzaron a proyectarse así como los transportes de materiales nucleares y sustancias
radiactivas. En poco tiempo se añadieron al grupo una treintena de personas, tanto de otros
departamentos de la JEN como del exterior, que se distribuyeron en tres unidades de trabajo:
Grupo de Evaluación, dirigido por Pedro Trueba Bellido, que en 1969, después de participar en
un curso sobre seguridad nuclear en el Penn State College, participó, durante medio año, en
los experimentos termohidráulicos que General Electric realizaba en sus instalaciones de Va-
llecitos (California); Grupo de Inspección dirigido por Luis Álvarez de Buergo, que previamen-
te había participado en la construcción de los reactores ARGOS y ARBI, y el Grupo de Normas,
dirigido por Manual Perelló Palop, que procedía de la División de Física. Más tarde, a la vista de
las numerosas peticiones de emplazamientos se creó el Grupo de Emplazamientos que dirigió
Luis Santomá Juncadella, que procedía de la División de Geología.
La estrecha conexión que se estableció entre la elección de posibles emplazamientos para las
instalaciones nucleares y la seguridad de las mismas, llevó a que desde comienzos de los años
sesenta la seguridad, convertida en objeto de estudio, pusiera en marcha nuevas líneas de
investigación que fueron convirtiéndose en espacios académicos y disciplinares.
En 1963 el OIEA organizó un primer simposio en Bombay en el que ya se identificaron y discutie-
ron algunos de los problemas que podían presentarse con la ubicación tanto de reactores nuclea-

26
Orden de 31 de julio de 1969 por la que se aprueba el Plan Eléctrico Nacional. BOE, 20 de agosto de 1969, 199:
13193 a 13194.
36 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

res como de centros de investiga-


ción nuclear (International Atomic
Energy Agency, 1963). Este foro
además de visibilizar la estrecha
interrelación entre la selección del
emplazamiento y el diseño de la
seguridad, puso en un primer pla-
no la necesidad de acordar y con-
sensuar criterios hasta entonces
ni siquiera planteados.
Cuatro años después, en 1967,
el emplazamiento de reactores y
centros de investigación cedía su
protagonismo al de las centrales
nucleares de potencia que en-
tonces ya habían irrumpido con
fuerza. El OIEA convocó un segun-
do simposio para tratar, de forma
conjunta e interrelacionada, la
Instalación del reactor ARGOS en la Escuela de Ingenieros selección de emplazamientos de
Industriales de Barcelona. AGA centrales nucleares y las barreras
de contención (International Ato-
mic Energy Agency, 1967). Las complejas particularidades que la construcción de las plantas
nucleares añadían a lo que ya se conocía sobre emplazamientos de reactores de investigación,
requería a juicio del OIEA, abrir nuevos espacios de investigación donde acordar y exhibir con-
sensos.
En el momento de la celebración de ese simposio, en abril de 1967, faltaban pocos meses
para que la central nuclear de Zorita fuera conectada a la red eléctrica española, Santa María
de Garoña llevaba ya un año construyéndose y, desde 1965, una comisión estaba pensan-
do las condiciones técnicas, económicas y financieras más adecuadas para desarrollar un
proyecto hispano-francés de central nuclear en la zona catalana, la que sería Vandellòs. Por
ello en este foro hubo representación española. Agustín Alonso y Antonio Sevilla presenta-
ron un trabajo, firmado también por Francisco Pascual y Santiago Noreña, sobre los empla-
zamientos de estas tres primeras centrales nucleares españolas. En ese trabajo figura por
primera vez el concepto «central de referencia» aplicado al proyecto de una central nuclear
con diseño no nacional. En él además de estimarse los efectos radiológicos de distintos
tipos de accidentes verosímiles, quedaba clara la importancia que, para los diseñadores de
37

los sistemas de contención, tenían la geología, la meteorología y la demografía (Pascual,


Alonso, Noreña y Sevilla, 1967).
La central de Zorita, y después las de Garoña y Vandellòs, fueron contratos «llave en mano»
lo que significaba que sus proyectos replicaban en origen las exigencias existentes en los
países de procedencia de esas tecnologías. Por ello junto a la tecnología viajaron también
los sistemas y normas de seguridad acordados por la US AEC y las empresas constructoras
de los reactores. Para cada caso hubo que encontrar un emplazamiento idóneo que cum-
pliera con los requisitos de seguridad nuclear que cada tecnología tenía regulados en el
país de orígen.
Los ejemplos de Zorita, Garoña y Vandellòs muestran que establecer criterios que determinaran
la idoneidad de los emplazamientos, fue un problema complejo que no llegó a normalizarse del
todo; por ello cada central precisó, como veremos, de una evaluación específica de la seguri-
dad27.
Las historias de la construcción de Zorita, Garoña y Vandellòs son buenos ejemplos de que la
apuesta por el desarrollo nuclear en España fue el resultado de una compleja combinación de
factores geopolíticos, científicos, tecnológicos, económicos, industriales, legales y financieros,
y del impulso de las relaciones internacionales, particularmente con el gobierno de Estados Uni-
dos. Las centrales fueron producto de nuevas políticas –científicas, tecnológicas, económicas e
industriales–, que a partir de los sesenta buscaron sustituir los principios autárquicos que habían
caracterizado los primeros años del franquismo por la liberalización y la libertad empresarial. Las
empresas españolas pudieron así acceder a tecnologías y a fondos internacionales que marca-
rían la historia del desarrollo nuclear español.

27
Para el caso de las centrales de Zorita y Garoña se utilizaron los procedimientos establecidos por la US AEC. Para
el caso de Vandellòs, al no estar formalizada todavía una normativa francesa, se optó por un método que había
establecido la Autoridad de Seguridad del Reino Unido donde se estaban construyendo centrales de la misma
tecnología grafito-gas que en Francia.
38 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS
39

Capítulo 2. Zorita

E l 26 de febrero de 1962 la dirección de Unión Eléctrica Madrileña (UEM) tomaba la decisión de


solicitar al Ministerio de Industria autorización para construir una central nuclear. La empresa
utilizaba dos argumentos para justificar esta petición: el agotamiento de los recursos hidráulicos
y el previsible aumento de la demanda energética para 1967-1968.
UEM había sido fundada en Madrid en 1912 como resultado de la fusión de varias empresas
dedicadas a la generación y distribución de energía eléctrica. Hasta entonces la producción de
electricidad para abastecer la importante demanda de Madrid y sus alrededores había estado re-
partida entre distintas firmas que gestionaban pequeñas centrales termoeléctricas e hidroeléc-
tricas. Tras un largo proceso de negociación algunas de ellas, como la Sociedad de Gasificación
Industrial, la Compañía del Salto de Bolarque y la Compañía Madrileña de Electricidad se fusio-
naron y crearon UEM, compañía que desde sus comienzos estuvo participada de forma casi ma-
yoritaria por el Banco Urquijo.
Las fuentes de producción de energía eléctrica que tenía UEM a comienzos de la década de los
sesenta del pasado siglo XX eran todas ellas de origen hidráulico y la construcción de la central
hidroeléctrica de Castrejón, que había comenzado en 1958 y no se terminaría hasta 1968, pre-
visiblemente agotaría los recursos de agua de su sistema. Fue entonces cuando UEM se planteó
construir una nueva central; la duda estaba entre optar por una central térmica clásica, de fueloil
o carbón, o por una central nuclear.
La decisión que en 1958 había tomado la empresa norteamericana Pacific Gas & Electric
de ampliar su central térmica en Humboldt Bay (San Francisco) con una tercera unidad de 60
MW alimentada esta vez por un reactor nuclear de agua en ebullición (BWR), despertó el interés
de UEM. Este cambio, según expresó la empresa norteamericana, se debía a que resultaba más
económico construir un tercer grupo nuclear que otro de fueloil, a pesar de que los dos grupos
previos de Humboldt Bay estaban alimentados con ese combustible.
En este contexto UEM encargó a Tecnatom (Técnicas Atómicas, S.A.), una empresa de estudios
de ingeniería nuclear que el propio Banco Urquijo había creado en abril de 1957, que estudiara
cuál de las dos opciones era la más adecuada.
Al cargo de esta empresa estuvo desde sus comienzos Jaime Mac-Veigh Alfós un ingeniero in-
dustrial de origen irlandés al que el Urquijo había confiado el estudio de la puesta en marcha de
40 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

TALGO (Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol)28. Este encargo le llevó, entre 1948 y 1950, a
viajar por Estados Unidos para conocer y gestionar con la compañía norteamericana American
Car & Foundry su posible construcción. A su regreso a España Jaime Mac-Veigh informó a los res-
ponsables del mayor banco industrial español de que en Norteamérica la atención de la industria
estaba focalizada en la aplicación de la energía generada por la fisión del uranio para obtener
energía eléctrica. Convencido de las posibilidades que esta nueva fuente de energía podía tener
en España, propició que en el seno del Banco se creara un primer grupo de técnicos que estu-
vieran atentos e informaran de los desarrollos que se estaban produciendo en esos países sobre
esta nueva forma de energía (de la Torre y Rubio Varas, 2016: 4-5; de la Torre, 2017: 41-42). Este
equipo, germen de lo que luego fue Tecnatom, comenzó a frecuentar los foros internacionales
–por ejemplo en diciembre de 1956 Jaime Mac-Veigh formó parte de la delegación española que
asistió en Nueva York a la Second International Conference of European Industries en la que los
aspectos sociales y técnicos del uso de la energía nuclear fueron el centro de atención–, y que
pronto se erigió en una de las empresas fundamentales para el desarrollo industrial nuclear es-
pañol.
Convencido de que el aprovechamiento industrial de la energía nuclear debía considerarse en
España, Jaime Mac-Veigh puso en marcha un estudio para valorar el posible impacto económico
que podía suponer su desarrollo. Aunque era consciente de que faltaba todavía mucha experien-
cia, teórica y práctica, en la construcción de centrales nucleares –el estudio se publicó en 1957–,
consideraba que el crecimiento del consumo de energía hacía imposible esperar pasivamente
a que los problemas, no solo técnicos, estuvieran resueltos: las estimaciones del Servicio de Es-
tudios del Banco Urquijo que utilizó, anunciaban que antes de 1970 España se enfrentaría a un
déficit importante de energía de origen convencional y calculaban que la potencia nuclear que
debería tener España instalada para dar respuesta a ese déficit en ese año tendría que ser de 350
MW (Mac-Veigh, 1957:93). Finalmente estas predicciones se cumplirían en 1971 con la puesta en
marcha de Garoña.
El interés de UEM por el reactor nuclear con el que la central térmica de Humboldt Bay
quería ampliar su potencia llevó, a que a partir de noviembre de 1960, ingenieros y res-
ponsables de Tecnatom se desplazaran en distintas ocasiones a San Francisco –uno de
los viajes se prolongó durante un mes y medio–, para conocer con detalle las características
técnicas e industriales de esa central29. Establecieron contactos con la dirección de Pacific Gas
& Electric, con el contratista principal, la empresa Bechtel Co., y con General Electric, provee-
dores del equipo nuclear. En estos viajes conocieron también otras firmas norteamericanas

28
Alejandro Goicoechea (1895-1984) fue el ingeniero responsable del diseño del tren y José Luis de Oriol (1877-
1972) el financiero que apoyó las investigaciones y la fabricación de los primeros trenes que fueron construidos
con ese diseño.
29
Sentido económico de la Central Nuclear solicitada por UEM. Abril 1962. Archivo Histórico de Tecnatom.
ZORITA 41

capaces de exportar técnicas y suministrar equipos para construir centrales análogas. Los
viajes sirvieron para que los técnicos españoles comprobaran que Humboldt Bay no era un
caso aislado y que varias empresas estaban en condiciones de hacer ofertas competitivas.
Estos encuentros convencieron a los responsables de UEM y de Tecnatom de las posibilida-
des que ofrecía una central nuclear de potencia y del interés de su construcción en España.
Los viajes a Estados Unidos se completaron con visitas a otras instalaciones. La de Calder
Hall en Reino Unido fue una de ellas; a los técnicos de Tecnatom les interesó también va-
lorar los reactores de grafito-gas que habían sido conectados a la red eléctrica inglesa en
1954 (para una historia de Calder-Hall, Jay, 1956).
Tras los viajes y estudios comparativos Tecnatom aconsejó a UEM la construcción de una
central nuclear.
Fue a partir de entonces, aunque en ese momento la compañía eléctrica española todavía
no tenía claro qué tipo de reactor instalar, cuando UEM se concentró en el estudio de un
reactor de agua en ebullición de 60 MW, siguiendo el modelo desarrollado por Pacific Gas &
Electric para Humboldt Bay.
Cuando en 1962 los técnicos de Tecnatom redactaron el proyecto preliminar de la cen-
tral, que incluía amplios informes que justificaban el posible emplazamiento y las espe-
cificaciones de las necesidades técnicas que consideraban debía cumplir, en el mundo
funcionaban veintidós reactores de los cuales solamente cuatro estaban refrigerados con
agua30. Una de las primeras decisiones que tuvieron que tomar los responsables de UEM
fue elegir el tipo de combustible que querían utilizar. La elección entre uranio natural o
uranio enriquecido introducía un asunto que llevaba tiempo preocupando a los responsa-
bles de la política nuclear y de la JEN: usar uranio natural permitiría el empleo del mineral
nacional, mientras que si se optaba por usar uranio enriquecido como combustible, obli-
gaba a depender de la US AEC único organismo autorizado para enriquecer el uranio natu-
ral. A partir de enero de 1969 esta situación comenzó a cambiar cuando la US AEC decidió
ofrecer sus instalaciones para el enriquecimiento del uranio (Walker, 1992). Aunque Zorita
no pudo beneficiarse de este cambio para la carga de su primer núcleo, veremos cómo las
negociaciones que establecieron la JEN y UEM con la AEC norteamericana, llevaron a una
solución intermedia.

30
En Estados Unidos estaban en marcha los reactores de Shippingport (1957), Dresden-1 (1959), Yankee (1960),
Saxton (1962), Indian Point (1962), Big Rock Point (1962) y ERR (1962). En Canadá, NPD (1962). En Francia G2 y
G3 (1958-1959), y Chinon 1 (1962). En Italia, funcionaba Latina (1962). Reino unido tenía en marcha Calder Hall
(1956-1959), Chapelcross (1958-1959), DFR (1959), Berkeley (1961-1962), Bradwell (1961-1962) y WAGR (1962). En
Alemania estaba en marcha Kahl (1960). En Bélgica, BR-S (1962). Y en la Unión Soviética APS (1954), Átomos sobre
Ruedas (1961) y Siberian (1958-1962).
42 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

El 23 de febrero de 1962 el consejo de administración de UEM aprobaba por unanimidad el


proyecto de construir una planta nuclear capaz de generar una potencia de 60 MW y acor-
daba presentarlo a la Dirección General de la Energía del Ministerio de Industria para solicitar la
autorización para su construcción.

El proyecto
El lugar elegido por UEM para instalar la primera central en España fue Almonacid de Zorita (Gua-
dalajara), en la orilla izquierda del río Tajo y al borde del embalse de Zorita. Era una zona con
suficiente disponibilidad de agua para refrigerar la central y bien comunicada por carretera
y ferrocarril. Estaba a tan solo 65 km de Madrid, gran centro de consumo por su población e
industria, y distaba 40 km de Guadalajara y 70 km de Cuenca. La zona central de la Península
representaba una parte importante del mercado de UEM; era un espacio con un elevado ritmo
de crecimiento y todos los datos apuntaban a que la demanda energética de esta zona iba a
resultar muy difícil de abastecer al no disponer de combustibles fósiles y al haber agotado prác-
ticamente los recursos hidráulicos de los que disponían.
El hecho de que no existieran poblaciones importantes en un diámetro de 30 km –la población se
hallaba concentrada en pequeños pueblos–, fue un factor determinante. Pero además de crite-
rios demográficos y de necesidades de consumo hubo otros –hidrológicos, geológicos, y meteo-
rológicos– que fueron también tenidos en cuenta a la hora de elegir un emplazamiento seguro
para la central nuclear.
En diciembre de 1962 Tecnatom se dirigió al Instituto Geológico y Minero de España para solicitar
un estudio hidrogeológico de la zona. El objeto principal del encargo era conocer la trayectoria
que podrían seguir en profundidad las aguas radiactivas que se pudieran infiltrar en el terreno
en caso de que se produjera un accidente y se rompieran los depósitos de la central. Tras realizar
sondeos a 40 metros de calado y en algún caso de hasta de 60 metros, medir la capacidad de
cambio iónico de los terrenos más característicos de la zona y hacer ensayos de permeabilidad
de los mismos, los ingenieros de minas Carlos Felgueroso y Juan Coma, autores del informe, re-
comendaron a Tecnatom que tanto la vasija del reactor como los depósitos de desecho de aguas
radiactivas, debían quedar instalados siempre por debajo de la cota del fondo del cauce del río.
De esta forma, concluían, se eliminaba el riesgo de que las aguas radiactivas de la central fueran
a parar al río Tajo31.
Junto al estudio geológico, los registros y medidas de temperatura del aire, velocidad y dirección
del viento, también fueron contemplados para la selección del emplazamiento de la central. El

31
Estudio hidrogeológico para la futura central nuclear de Zorita. Instituto Geológico y Minero de España. Marzo
1963. Archivo Histórico de Tecnatom.
ZORITA 43

Fotografías y dibujos para el estudio hidrogeológico de Zorita, 1963. Archivo Histórico de Tecnatom

informe encargado por Tecnatom a EPTISA (Estudios y Proyectos Técnicos Industriales S.A.) y
realizado por el meteorólogo Jaime Castejón Chacón, incorporaba datos de los observatorios
de Barajas entre 1950 y 1954, de Alcalá de Henares de 1958 a 1960, del Instituto meteorológico
de Guadalajara de 1951 a 1960 y de la base aérea de Getafe de 1958 a 1962. A partir de ellos hizo
una predicción del comportamiento en la atmósfera de los gases radiactivos liberados durante
el funcionamiento normal de la central y también hizo un pronóstico de cómo afectarían en
caso de accidente. El informe concluyó que el emplazamiento elegido no presentaba proble-
mas, desde el punto de vista meteorológico, para la colocación de un reactor de la potencia
proyectada32.

Registros de la dirección y velocidad del viento recogidos en la base aérea de Getafe, 1958-1962.
Archivo Histórico de Tecnatom

32
informe meteorológico de difusión en Zorita. EPTISA (Estudios y Proyectos Técnicos Industriales S.A.). Noviembre
1963. H2513/31-2, Archivo Histórico de Tecnatom.
44 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

El 27 de marzo de 1963, un año después de que el consejo de administración de UEM aprobara


la construcción de la central y visto el proyecto preliminar preparado por Tecnatom, el Ministerio
de Industria autorizaba a UEM de forma provisional la construcción de una central nuclear33. Y,
a pesar de que en estos años todavía no era preceptivo la emisión de un informe por parte de
la JEN, su autoridad era reconocida tanto por las empresas eléctricas como por el Ministerio.
Por ello, a petición del Ministerio de Industria, la JEN emitió un informe favorable tanto sobre la
elección de la tecnología como sobre el emplazamiento; y la noticia tuvo una amplia repercu-
sión social34. Pero la autorización del Ministerio quedaba pendiente de que UEM presentara, en
el plazo máximo de un año, un proyecto completo con una relación clara de los elementos que
debían ser importados, planos, presupuestos y procedimientos de funcionamiento de la nueva
instalación.
Tras valorar distintos datos técnicos y económicos, y conseguir el respaldo del Ministerio y de
la JEN, UEM decidió que la tecnología que más le convenía era la de un reactor refrigerado por
agua ligera y alimentado por uranio ligeramente enriquecido. Esto limitaba la tecnología a dos
opciones, el reactor de agua a presión (PWR) y el de agua en ebullición (BWR). Con estos datos
Tecnatom comenzó a preparar las especificaciones técnicas para poner en marcha la petición de
ofertas.

El concurso
El 15 de abril de 1963, dieciocho días después de la publicación de la autorización provisional del
Ministerio, Félix Yagüe, director general de UEM, ponía en marcha un concurso con el envío de
una carta de invitación a cuatro empresas norteamericanas: Allis Chalmers Manufacturing Com-
pany, Combustion Engineering, Westinghouse y General Electric35. Junto a una breve historia en
la que presentaba a la empresa, Félix Yagüe informaba a las posibles firmas licitadoras sobre el
emplazamiento elegido, las especificaciones técnicas que debían cumplir las ofertas y la forma y
plazos en que estas debían ser presentadas.

33
Orden de 27 de mayo de 1963 por la que se autoriza en principio a Unión Eléctrica Madrileña para la instalación
de una central nuclear para la generación de energía eléctrica. BOE, 3 de abril 1963, 80: 5657.
Como hasta la ley de 1964 no hubo una reglamentación específica sobre instalaciones de energía nuclear, hay que
advertir que la «autorización en principio» o previa que el Ministerio de Industria concedió a Zorita respondía solo
el reconocimiento de la tecnología elegida, la potencia propuesta y el emplazamiento seleccionado.
34
«Se autoriza la primera central eléctrica termonuclear. Se instalará en Zorita de los Canes (Guadalajara)». Diario
Ya, 28 de marzo de 1963. Ver nota 13.
«La central eléctrica nuclear de Zorita consumirá uranio nacional». Informaciones, 3 de abril de 1963.
35
Transmital letter. Invitation to bid for the Zorita Nuclear Power Plant. April 15, 1963, Archivo Histórico de
Tecnatom.
ZORITA 45

UEM buscaba propuestas para construir una


central nuclear alimentada por un reactor mo-
derado y refrigerado por agua. El objetivo inicial
era construir una planta capaz de generar una
potencia de 60 MWe. Entre las especificaciones
técnicas que debían cumplir las ofertas, la eléc-
trica española destacaba de forma clara dos
cuestiones que venían condicionadas por las
directrices políticas del Ministerio: la participa-
ción de empresas españolas en los proyectos y
el compromiso de permitir el acceso al diseño,
fabricación, montaje, construcción, pruebas y
operación de la planta a personal de UEM, de
Tecnatom y de la JEN. Esto último se debería
concretar en un acuerdo de colaboración entre
la JEN, UEM y la empresa que resultara elegida.
Aunque el 15 de septiembre de 1963 vencía el
plazo para presentar las ofertas, este fue am-
pliado dos meses más, por un cambio de pla-
nes de UEM con respecto a la potencia del re- Jaime Mac-Veigh. SNE
actor.
La idea de construir una central con una potencia instalada de 60 MWe había estado motivada
por el modelo que se pretendía reproducir, el que Pacific Gas & Electric estaba construyendo en
Humboldt Bay, más que por las propias necesidades de adaptación al crecimiento de la deman-
da energética que tenía UEM. Estudios sobre el crecimiento de su mercado y de su programa de
construcciones de centrales no nucleares indicaban un grave déficit de energía que era impres-
cindible cubrir36.
A esta circunstancia se sumaron el hecho de que la JEN siempre había aconsejado adoptar para
Zorita un tamaño mayor que el de Humboldt Bay, y que las noticias que llegaban de la central
de Estados Unidos sobre los costes de producción, eran más optimistas con centrales de mayor
tamaño: los datos que manejaba UEM del coste de una central nuclear de 120 MWe eran infe-
riores, por kW instalado, al de una central de 60 MWe37. Además los estudios económicos que

36
Necesidades del mercado de UEM y avance de un plan de construcciones. Estudio de Enrique Becerril. Junio
1961. Archivo Histórico Tecnatom.
37
Consideraciones sobre el tamaño de la Central Nuclear de Zorita y el programa de construcciones de UEM.
Septiembre, 1963. Archivo Histórico de Tecnatom.
46 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

UEM había encargado para comparar el coste de una central nuclear de 140 MW con centrales
térmicas alimentadas por carbón o fueloil de la misma potencia, también concluían que «el kWh
recibido en Madrid procedente de la central nuclear de Zorita de 140 MWe, resulta por lo menos
5 céntimos más barato que en cualquier otro caso». El coste de producción y transporte del kWh
en centrales de fueloil como las de Guadiana, Añover y Valencia, o las de carbón de Langreo,
Aranjuez y Añover, resultaba entre un 10 y un 25 por ciento más caro que el procedente de una
central nuclear como la que se pensaba construir en Zorita38.
Por todo ello UEM decidió ampliar, casi duplicar, la potencia de la central. El 9 de agosto de 1963,
la eléctrica española contactaba de nuevo con las empresas norteamericanas para pedirles que
presentaran, además de la oferta de 60 MW, otra alternativa que duplicara la potencia. La com-
pañía eléctrica recibió un total de ocho ofertas, cuatro de 60 y otras cuatro de 120 MWe de cada
una de las empresas39.

Las ofertas
El 12 de noviembre de 1963 está fechada la primera oferta enviada a las oficinas de UEM. Fue
la de Allis-Chalmers Manufacturing Company. En el momento de realizarla este fabricante nor-
teamericano participaba de la construcción, dentro del programa «Átomos para la Paz», de un
reactor de investigación, el SAFARI-1, como resultado de los acuerdos que el gobierno de Esta-
dos Unidos había establecido con el de Sudáfrica. La oferta presentada en dos volúmenes, el
primero con datos técnicos y el segundo con costes y datos comerciales, proponía el modelo
del reactor de agua en ebullición (BWR) que estaban construyendo en la central de La Crosse en
Wisconsin40. Para los trabajos de arquitectura e ingeniería de la central, Allis-Chalmers sugería
subcontratar los servicios de la empresa norteamericana H.K. Ferguson Company de Ohio. Y

38
Central Nuclear de Zorita de 140 MWe. Estudio económico comparativo. Tecnatom S.A. Octubre. 1963. Archivo
Histórico de Tecnatom.
Estos datos también están recogidos en uno de los informes enviado al Export Import Bank para justificar la solicitud
del crédito que fue solicitado al banco norteamericano. Zorita Nuclear Power Plant. Appendix to “Economic
Study Presented To The Export-Import Bank Of Washington D.C., Comparing The Planned Nuclear Solution With
Numerous Alternate Possibilities”. Septiembre, 1963. Archivo Histórico de Tecnatom.
39
Proposal for the Zorita 130 MWe Nuclear Power Plant by Allis Chalmers Manufacturing Company, noviembre de
1963. Archivo Histórico de Tecnatom. A Proposal to Union Eléctrica Madrileña S.A. for the Zorita Nuclear Power
Plant by Combustion Engineering Inc, noviembre de 1963. Archivo Histórico de Tecnatom. Zorita Nuclear-Electric
Plant. Zorita Spain. Alternative Proposal by Westinghouse, noviembre de 1963. Archivo Histórico de Tecnatom.
Zorita Nuclear Electric Power Plant to Union Eléctrica Madrileña, General Electric, Vol. I Technical Specifications vol.
II: Economic Data. Vol. III: Hazards Report; Addendum n. 1, noviembre 1963 Archivo Histórico de Tecnatom.
40
Esta central puesta en marcha en 1967 fue financiada conjuntamente por la US AEC y Dairyland Power Cooperative.
Fue cerrada en 1987 porque el pequeño tamaño de la planta (50 MW) no la hacía económicamente viable.
ZORITA 47

para responder a la condición de UEM de contar con empresas españolas en el proyecto, pro-
puso a Wat Company (Madrid) para realizar la instalación eléctrica y a Construcción Naval de Ma-
drid (sic) para realizar trabajos de montaje mecánico, instalación de tuberías y fabricar algunos
componentes para el sistema nuclear. Añadían también que tal y como se requería en las bases
del concurso, sumarían al proyecto otras subcontratas y usarían materiales y mano de obra es-
pañoles. Con esta falta de concreción y desconocimiento del panorama español (las plantas de
Construcción Naval estaban en Reinosa, San Carlos y Sestao, pero no en Madrid), Allis-Chalmers
respondía a la petición de UEM.
De un día después data la oferta de Combustion Engineering. Una carta firmada por su vicepre-
sidente Walter H. Zinn –un físico y consultor nuclear que como veremos tuvo una participación
activa en la construcción de Garoña–, encabezaba una propuesta que, ordenada en cuatro volú-
menes, ofertaba tres posibilidades distintas utilizando también reactores de agua en ebullición.
La primera de ellas, que respondía a la petición inicial de la eléctrica española, consistía en un
reactor BWR de 60 MW de potencia. La segunda y la tercera contemplaban dos formas de abor-
dar el deseo de UEM de ampliar la potencia a 150 MW: una con la instalación de dos reactores
BWR de 75 MW cada uno, y la otra con un reactor PWR de 125 MW potencia.
La estrategia de Combustion Engineering de presentar en su oferta reactores con distintas po-
tencias no solo trataba de ampliar sus posibilidades en el concurso, también exhibía su amplia
experiencia y protagonismo en el desarrollo de centrales nucleares de potencia. Esta empresa
contaba además, y así lo destacaba en su oferta, con instalaciones para diseñar y fabricar los
distintos componentes que pudiera precisar la central, lo que les permitía ofrecer sistemas inte-
grados a un coste menor.
A las capacidades técnicas presentadas por estas dos compañías General Electric, que envió
su oferta en cuatro volúmenes el 15 de noviembre de 1963, sumaba dos ventajas sobre sus
competidores: era la única empresa de las que concursaban por Zorita que había conseguido ya
introducir su tecnología en España y además era el fabricante del reactor de Humboldt Bay, la
central en la que se habían inspirado los ingenieros de UEM y de Tecnatom para pensar su pro-
yecto. El JEN-1, un reactor experimental heterogéneo, moderado y refrigerado por agua ligera,
con grafito como material reflector y con uranio enriquecido al 20 por ciento como combustible,
funcionaba en la JEN desde 1958 (para una descripción del diseño, construcción, operación,
seguridad y aplicaciones del reactor JEN-1 ver el monográfico que le dedicó la revista Energía
Nuclear, 1958). Había sido comprado a General Electric por el Estado español tras la firma en 1955
de un acuerdo de cooperación nuclear con los Estados Unidos en el marco del programa «Áto-
mos para la Paz»41 (Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001: 127-135; Romero de Pablos, 2012).

41
Contrato de compra-venta (IGE-3140) de un reactor de 3000 kW para investigación nuclear suscrito por la
International General Electric Company y la Junta de Energía Nuclear. 21 de diciembre de 1956. AGA.
48 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

General Electric conocía a los responsables de la política nuclear española y el estado de


desarrollo de sus instalaciones y así lo hizo constar en su oferta: «Zorita will be an extension
of the line of development starting from the two Argonaut-type reactors at Barcelona and
Bilbao and the swimming pool type experimental reactor which was supplied by IGE (Inter-
national General Electric) located at the Junta de Energía Nuclear laboratories in Madrid»42.
Los dos reactores tipo Argonaut que los técnicos de General Electric mencionaban en su
propuesta eran los reactores Arbi y Argos que habían sido construidos por encargo por la
JEN uno para el Laboratorio de Ensayos e Investigaciones Industriales «Leandro José de To-
rrontegui» de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, y el otro para la Escuela de In-
genieros Industriales de Barcelona, respectivamente. El ARGONAUT era uno de los rectores
de investigación –el otro era el tipo AEROJET–, que había sido desarrollado en el Laboratorio
Nacional de Argonne en Chicago. La publicación por la US AEC de una edición simplificada de
sus planos facilitó a los técnicos de la JEN su reproducción (Fernández Palomero et al., 1959:
18-37)43. Pero el conocimiento no solo viajó en forma de libro; uno de los investigadores que
participó en ambos proyectos, el ingeniero Francisco Albisu, había tenido la oportunidad,
como veremos al hablar de Garoña, de visitar las instalaciones de Argonne en 1957 y de co-
nocer de primera mano los modelos de reactores que estaban desarrollando44. En julio de
1961 los dos reactores estaban ya funcionando en sus respectivas Escuelas45 (Barca Salom,
2000a; Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001: 164-169).
General Electric al igual que habían hecho Allis-Chalmers Manufacturing Company y Combus-
tion Engineering basó su oferta en un reactor BWR de 60 MWe de potencia. Y para responder al
deseo de UEM de duplicar la potencia ofrecieron instalar dos reactores de 60 MW cada uno. Ge-
neral Electric destacaba que los reactores propuestos estaban suficientemente contrastados al
seguir el modelo de los ya instalados en Humboldt Bay y que una instalación dual como la que
sugerían permitiría a UEM mantener una potencia de 60 MWe, incluso cuando se tuvieran que
realizar tareas de mantenimiento o de recarga del reactor: una programación adecuada de las
paradas de cada uno de los reactores evitaría una interrupción completa del funcionamiento
de la instalación. General Electric ofrecía además su competencia para desarrollar técnicas ca-
paces de reducir los costes del ciclo de combustible. Este ofrecimiento respondía a una situa-
ción que conocían bien: con motivo de la compra en 1956 del JEN-1 habían participado de las
negociaciones que, sobre el uranio y su enriquecimiento, habían mantenido los responsables

42
Zorita Nuclear Power Plant.General Electric to Unión Eléctrica Madrileña, November, 1963, vol 1, p.2. Archivo
Histórico de Tecnatom.
43
Atomic Energy Commission. Report AML-5704. ARGONAUT, Argonne’s Nuclear Assembly for University Training.
44
Viaje del Sr. Cortines a los EEUU y a Canadá acompañado del Sr. Albisu. Bilbao, diciembre de 1957. Archivo Garoña.
45
«El Ministro de Industria inauguró ayer un reactor nuclear en Bilbao», ABC, 4 de julio de 1962, 41.
ZORITA 49

de las políticas nuclea-


res españolas con la US
AEC46 (Romero de Pablos
y Sánchez Ron, 2001:
127-135 y 137).
Pero a pesar de la am-
plia pericia exhibida por
General Electric en su
oferta –además de Hum-
boldt Bay su tecnología
estaba ya funcionando
en las centrales nuclea-
res de Big Rock Point
(Michigan, EEUU), Kahl
(Alemania) y Dresden
(Illinois, EEUU)– y del co- Entrega del proyecto de Zorita a UEM. Archivo Histórico de Tecnatom
nocimiento que tenían
del desarrollo nuclear español, la oferta que presentó Westinghouse se impuso al resto.
A diferencia de los otros tres concursantes, Westinghouse fue la única que planteó a UEM cons-
truir una central nuclear alimentada por un reactor de agua a presión (PWR), de ciclo cerrado con
una potencia neta de 153,2 MWe. La oferta inspirada en la central de Yankee Rowe que la Yankee
Atomic Electric Company había puesto en marcha en 1960 convenció, sobre todo, por la seguri-
dad que ofrecía su funcionamiento y por su economía.
Manson Benedict, profesor de Ingeniería Nuclear del Massachusetts Institute of Technology, fue
quien dirigió el proceso de selección. Su elección no solo se debió a sus conocimientos como in-
geniero nuclear; en el momento de la evaluación desempeñaba la presidencia del comité asesor
de la US AEC, cargo para el que había sido nombrado en 1958 y donde permaneció hasta 1968.
Manson Benedict estuvo acompañado en este proceso, que se prologó de noviembre de 1963
a febrero de 1964, por técnicos de UEM, de Tecnatom, de la consultora norteamericana Bechtel
Corporation y de la JEN.
Tras un rápido vistazo a las ofertas todos ellos estuvieron de acuerdo en las ventajas econó-
micas que tendría para UEM optar por construir una central grande; desecharon las ofertas
que contemplaban la idea inicial de construir una central de 60 MWe de potencia y centraron
su atención en las otras propuestas.

46
El contrato de compraventa del JEN-1 se firmó el 21 de diciembre de 1956 y el acuerdo con la US AEC para el
arriendo del uranio enriquecido el 9 de abril de 1957.
50 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Entre las ventajas que los evaluadores destacaron de la oferta de Westinghouse y del tipo de
reactor que proponía fue la completa separación que establecía entre el reactor nuclear y la
planta de la turbina o del turbogenerador. Esta característica propia de los reactores de agua
de ciclo cerrado, no solo dotaba a la instalación de una mayor seguridad; también permitía
optimizar el reactor y el sistema secundario de forma independiente. Esto no solo disminui-
ría los costes, también permitiría a UEM poder seleccionar el combustible sin las limitaciones
impuestas por el sistema de control del reactor. Otro factor que inclinó la balanza hacia el
proyecto de Westinghouse fue la posibilidad que ofrecían estos reactores de poder detec-
tar la existencia de isotopos radiactivos de fisión, principalmente isótopos radiactivos del
yodo, en el agua del sistema primario de refrigeración; su presencia o ausencia indicaban
la integridad o rotura de las vainas del combustible. Además la experiencia aportada por la
central de Yankee Rowe mostraba que se podía operar con procedimientos sencillos y que
su mantenimiento no presentaba excesivas complicaciones.
El 18 de febrero de 1964 UEM enviaba una «carta de intención» a Westinghouse comunicán-
dole que su oferta había sido la elegida; una carta de intención que estaba naturalmente
condicionada a que la compañía eléctrica recibiera las autorizaciones formales correspon-
dientes de la Administración del Estado. En abril de 1964 UEM presentaba el proyecto y el
24 de junio de ese mismo año el Ministerio de industria autorizaba a esta empresa a llevar a
cabo la construcción de una
central nuclear de 150 a 160
MWe de potencia alimenta-
da por un reactor de agua a
presión (PWR) y uranio en-
riquecido como combusti-
ble47. Como la autorización
de construcción de Zorita
fue emitida un mes después
de la promulgación de la ley
sobre energía nuclear, la JEN
como organismo regulador,
a través de su Departamen-
to de Seguridad, tuvo que
inspeccionar y controlar la
construcción de la central e
López Bravo en la inauguración de las obras de Zorita, 6 de intervenir en distintos proce-
julio de 1965. Archivo Histórico de Tecnatom sos legales.

47
Orden de 24 de junio de 1964 por la que se autoriza a «Unión Eléctrica Madrileña» para instalar una central
nuclear de 150 MWe en la provincia de Guadalajara. BOE, 26 de junio de 1964, 153: 8318.
ZORITA 51

En paralelo a las peticiones


internas se producían las
externas. El 3 de marzo de
1964 el Director General de
UEM se volvía a poner en
contacto con el Export-Im-
port Bank de Washington
para solicitar un crédito de
19 millones de dólares para
construir Zorita. A esta car-
ta le habían precedido tres
informes donde UEM, para
justificar su petición, había
informado ampliamente al López Bravo y Felix Yagüe el dia de la inauguracion de las obras
Banco norteamericano so- de Zorita, 6 de julio de 1965. Archivo Histórico de Tecnatom
bre la historia y trayectoria de la compañía, y las características técnicas de la central que
querían construir48. A comienzos de julio de 1964 UEM volvía a contactar con ellos para anunciar
su intención de solicitar un segundo préstamo para el núcleo del reactor. Tenía pensado hacerlo
tan pronto tuvieran la autorización de la US AEC para utilizar sus servicios de enriquecimiento
del uranio49. En 1964 Zorita, recibiría uno de los primeros créditos que el Export-Import Bank
concedió a una central nuclear. Este banco, que había sido creado en 1934 para apoyar las ex-
portaciones de productos y servicios estadounidenses, fue el origen del 80 por ciento del capital
extranjero que se invirtió en Zorita. Este crédito se dedicó, sobre todo, a comprar equipos y a la
conversión, enriquecimiento y fabricación de la primera carga del combustible. El resto del ca-
pital extranjero vino del Chase Manhattan Bank y fue empleado para realizar compras en España
(Rubio Varas y de la Torre, 2017: 126). Un tercer crédito en este caso de procedencia española,
fue otorgado por el Instituto del Crédito Oficial, permitió la compra del uranio natural español
para enriquecerlo en Estados Unidos.

48
Report submitted by Unión Eléctrica Madrileña (UEM) to the Export Import Bank of Washington, In support of
its Loan Request for the Construction of a 60 MW Nuclear Power Plant to be built at the Zorita (Guadalajara) site.
Madrid, January 1963. Archivo Histórico de Tecnatom.
Loa Application to Export-Import Bank Washington DC for 60 MW Zorita Nuclear Power Plant, Madrid, April, 1963.
Archivo Histórico de Tecnatom.
Zorita Nuclear Power Plant. Unión Eléctrica Madrileña Financial Operating Forecasts, in relation to the Repayment of
the Loan Requested from the Export-Import Bank of Washington D.C. Madrid, September, 1963. Archivo Histórico
de Tecnatom.
49
Carta del Consejero y Director General de UEM al Export-Import Bank of Washington. Zorita Nuclear Power Plant.
Loan application for the first core. 8 de Julio de 1964. Archivo Histórico Tecnatom.
52 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

La construcción
Como ya he mencionado Westinghouse, en el momento del encargo, había suministrado su
tecnología a tres centrales que estaban ya entonces en explotación: Shippingport y Yankee
Rowe en Estados Unidos, y Selni en Italia; y era la suministradora también de la central de
Sena –un proyecto conjunto franco-belga– en Francia, San Onofre y Connecticut en Estados
Unidos, entonces todavía en construcción.
El 31 de diciembre de 1964 UEM y Westinghouse firmaban el contrato y en mayo de 1965 co-
menzaba la obra civil con la explanación de los terrenos, las primeras excavaciones y la instala-
ción de los servicios de agua, energía y oficinas de obra. Un comienzo que, tras la acostumbrada
bendición en este caso del Obispo de Sigüenza, quedó oficializado el 6 de julio de 1965 con dos
imágenes; en una el Ministro de Industria Gregorio López Bravo accionaba un interruptor para
provocar una primera cimentación de la obra y en la otra firmaba en el libro de honor acompa-
ñado, entre otros por Angier Biddle Duke, embajador norteamericano, José Cabrera presidente
de UEM –uno de los grandes impulsores del proyecto a pesar de los 80 años que tenía cuando
se inauguró Zorita–, Jaime Mac-Veigh y José María Otero Navascués. La prensa de ese día desta-
caba que, desde aquel instante, España se incorporaba al uso pacífico de la energía nuclear, «la
energía del futuro» como la calificó López Bravo50.
Pero hasta llegar a ese día
UEM y Tecnatom habían
tenido que recorrer un ca-
mino donde resultó fun-
damental la compañía y
los saberes de empresas
consultoras de ingeniería
fundamentalmente nortea-
mericanas. Esta conexión
favoreció que las firmas na-
cionales, y un buen ejemplo
de ello fue Tecnatom, inter-
nalizaran unas prácticas que
les permitirían poder com-
petir años después en los
mercados internacionales
Edificios del reactor y de la turbina, enero 1966. Archivo Histórico de (Álvaro-Moya, 2014).
Tecnatom

50
«La central nuclear de Zorita producirá más de mil millones de kilovatios/hora al año». ABC, 6 de julio de 1965,
50.
ZORITA 53

Siguiendo recomendaciones
de la Comisión Asesora de Re-
actores Nucleares (CADRI) UEM
pidió expresamente a las dis-
tintas compañías invitadas a
concursar, que contaran en sus
ofertas con participación de
empresas españolas. Por ello
unos meses antes de poner
en marcha el concurso, UEM
encargó a la consultora Bech-
tel Nuclear Corporation que
estudiara las posibilidades que
había en España para fabricar
los distintos componentes que Descarga del generador de vapor en el puerto de Cartagena,
precisaba una planta nuclear. agosto 1966. Archivo Histórico de Tecnatom
UEM quería estimar y cuantifi-
car, en la medida de lo posible, cuál podría ser la aportación española al proyecto de la central;
una mayor participación de la industria nacional podía servir a la compañía eléctrica para encon-
trar un mayor apoyo por parte del gobierno.
Entre el 21 de enero y el 3 de febrero de 1963 un grupo de ingenieros de Bechtel Nuclear Cor-
poration, General Electric, Tecnatom y la JEN viajaron por España y examinaron nueve fábricas
localizadas en Madrid (Canzler Ibérica, Experiencias Industriales, Marconi España y Worthington),
Cádiz (Sociedad Española de Construcción Naval de San Carlos), Bilbao (Babcock & Wilcox S.A.;
General Eléctrica Española y Sociedad Española de Construcción Naval de Sestao) y Reinosa (So-
ciedad Española de Construcción Naval de Reinosa). También visitaron dos empresas consulto-
ras de ingeniería de Madrid (EPTISA, que Tecnatom conocía bien pues había intermediado para la
petición de los informes meteorológicos para el emplazamiento de la central; y Lummus espa-
ñola S.A.)51. Como cuando los técnicos hicieron este recorrido UEM no tenía decidido qué tipo de
reactor instalar, solo contemplaron las fábricas capaces de construir piezas que sirvieran tanto
para una central de agua en ebullición como para una de agua a presión de por lo menos 60 MWe
de potencia. UEM quería conocer la cualificación y capacitación de estas firmas españolas para
construir piezas especiales para centrales nucleares y ver si contaban con la infraestructura ne-
cesaria para entregar las piezas a tiempo –el informe menciona un plazo de 48 meses–. Por ello
prestaron atención a las capacidades de producción y las maquinarias de las fábricas. También

Report on Spanish manufacturing capability for Zorita nuclear plant components. Prepared by Bechtel Nuclear
51

Corporation, March 1963. Archivo Histórico de Tecnatom.


54 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

valoraron la organización,
los métodos de control de
calidad y producción, las
instalaciones para el mane-
jo y envío de productos, los
tiempos de construcción y
los planes futuros de desa-
rrollo y expansión de las em-
presas.
Para ordenar la informa-
ción que fueron obtenien-
do de cada uno de los luga-
res visitados, los técnicos
Dibujo de la central de Antonio Fernández Alba. Servicio Histórico
de Bechtel Nuclear Corpo-
COAM, Fondo Fernández Alba ration, General Electric, Tec-
natom y la JEN, especialistas
en soldaduras, metalurgia, equipamiento, inspección e instrumentación de centrales nucleares,
hicieron una lista con las «piezas tipo» tomando de nuevo como referencia la central de Hum-
boldt Bay y su reactor de agua en ebullición de 65 MWe.
El informe concluyó que el conjunto de las plantas visitadas disponían de modernos méto-
dos de fabricación e incluso, algunas de ellas, como la planta española de General Eléctric
en Bilbao podían ser comparables por tamaño, capacidad y diversidad de producción, con
plantas similares norteamericanas y europeas. Pero lo que sí quedó destacado como problema
en el informe, fue la ausencia de métodos de inspección y control de las calidades de pro-
ducción.
Con el objetivo de cuantificar la aportación de cada una de las empresas los responsables del
informe establecieron cuatro grupos: los dos primeros lo formaron las firmas que podrían llegar
a aportar hasta un 19 por ciento del coste total de la planta; eran los fabricantes de condensado-
res, calentadores alimentados por agua, bombas de refrigeración, motores eléctricos, transfor-
madores, interruptores y demás elementos eléctricos, tanques y compresores de aire. El tercer
grupo que podrían llegar a alcanzar hasta el 25 por ciento del coste estimado de construcción,
lo componían los fabricantes de tubos para los condensadores, intercambiadores de calor y alta
presión de acero inoxidable, turbinas y generadores de alta presión, válvulas y cabezales. Bab-
cock & Wilcox, S.A. (Bilbao), Canzler Ibérica y la planta española de General Electric en Bilbao
fueron destacadas por los técnicos como las más adecuadas para construir los componentes
de estos tres primeros grupos. En el grupo cuatro, que suponía el 56 por ciento del total del
coste estimado de la central, quedaron incluidos la vasija del reactor, los rotores de la turbina,
ZORITA 55

el generador y la instrumentación para el control de la planta. El nivel necesario, a juicio de


los ingenieros que realizaron el informe, para construir estos últimos componentes solo lo
encontraron en las plantas navales de Reinosa, San Carlos y Sestao. Y aunque en el informe
fueron sugeridas como apropiadas para construir los rotores de la turbina y la vasija del reactor,
finalmente estas piezas fueron importadas.
Por otro lado las visitas que realizaron los técnicos de Bechtel Nuclear Corporation, General
Electric, Tecnatom y la JEN a las dos empresas de ingeniería, EPTISA y Lummus española S.A.,
confirmaron la idea de que una parte sustancial del trabajo de ingeniería –que estimaron en un
39 por ciento– podía ser realizado en España. Por ello la construcción civil de la planta quedó
finalmente fuera del concurso.
Pero aunque la obra civil quedó formalmente fuera del concurso, no quedó fuera de la supervi-
sión de Westinghouse, que mantuvo a un grupo de técnicos e ingenieros para controlar y vigilar
la construcción; era la empresa contratista principal de Zorita y tenía que tener la certeza de que
las distintas firmas que iban a incorporarse al proyecto a través de subcontratas actuaran bajo
su control. Por ello en agosto 1964 encargó a Gibbs & Hill, consultora especializada en la inge-
niería de centrales nucleares, una relación de los compromisos y especificaciones técnicas que
tendrían que cumplir todas las empresas que acometieran la construcción civil de la central52.
Pero Zorita no tuvo solo el control de Westinghouse. La US AEC ejerció también el suyo a través
de sus representantes que, desde sus oficinas de París, vigilaban la construcción –y después
también la operación– de las centrales que de origen americano estaban en esos momentos
instalándose en Europa.
La relación de las firmas, no solo nacionales, que participaron en la construcción de la central –el
edificio de contención, el de la turbina y el edificio auxiliar– confirma esa necesidad de control
y coordinación que preocupaba a Westinghouse. Zachiry fue la empresa elegida para dirigir la
obra civil y el montaje de Zorita. Gibbs&Hill se ocupó de estudiar todos los proyectos y planos
estrechamente relacionados con la ingeniería de la central. Westinghouse encargó a la filial de
Lummus en España la gestión administrativa de todos los equipos que fueron adquiridos en
España; tenían que tramitar los pedidos, comparar las ofertas y realizar las reclamaciones que
resultaran pertinentes. Entrecanales y Tavora fue contratada para la obra civil. Nervión y Spie
fue el principal contratista para cuestiones mecánicas y Abengoa para las eléctricas. La empresa
Framatome fue la firma encargada de la fabricación y montaje de la contención metálica y de la
cúpula de la central. Y CEFISA se ocupó de montar las tuberías de agua para la refrigeración53.

52
Zorita Nuclear Power Plant. Specification No. 1603-CS-1 Civil Construction. Gibbs&Hill, June, 1964. Archivo
Histórico de Tecnatom.
53
Programa general de intervención en la futura Central Nuclear de Zorita. Sofemasa para Tecnatom, abril, 1966.
Archivo Histórico de Tecnatom.
56 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Generador de vapor sobre el vagón articulado tipo «schnabel», agosto 1966. Archivo Histórico de Tecnatom

Los primeros trabajos de la obra civil se concentraron en la construcción del edificio de la turbina
–donde se convertiría la energía térmica procedente del reactor en energía eléctrica a través del
turbogrupo–, y en la cimentación de los terrenos donde se instalaría el recinto de contención.
Formado por una cúpula semiesférica de acero de 31 metros de diámetro que descansaba sobre
un muro cilíndrico de hormigón armado de 34 metros de altura y casi un metro de espesor que
se apoyaba, a su vez, en una profunda cimentación de hormigón. Este espacio construido para
alojar la vasija del reactor, la caldera o generador de vapor, la bomba principal y la piscina para
almacenar el combustible gastado, estructuró, junto al edificio de la turbina y al edificio auxiliar,
el conjunto de la central.
En 1965 coincidiendo con el inicio de la construcción de la central, UEM encargó al arquitec-
to Antonio Fernández Alba que diseñara un poblado para que los técnicos y especialistas que
iban a trabajar en Zorita pudieran vivir en las proximidades de la central. Aunque este encargo
coincidió en el tiempo con los años finales de construcción de los poblados de colonización en
los que el propio Fernández Alba participó, y puede de alguna forma evocar la idea de aquellos
pueblos aislados y cerrados sobre ellos mismos, los motivos que pusieron en marcha aquellos
en nada se asemejaban a la idea que dio lugar al poblado de Zorita. Ya he mencionado que una
ZORITA 57

de las condiciones exigidas por las


normas de seguridad para ubicar una
instalación nuclear, obligaba a man-
tener una distancia de seguridad con
las poblaciones de alrededor. Y Zori-
ta estaba a 40 km de Guadalajara, la
población más cercana. UEM conocía
bien lo que esta circunstancia dificul-
taba la llegada diaria de los trabajado-
res a la central; lo había experimenta-
do con la construcción y explotación
de hidroeléctricas situadas en saltos
de agua de difícil acceso. Pero llevar a
los trabajadores con sus familias exi-
Transporte por carretera del generador de vapor y de la vasija gió también pensar en niños y muje-
del reactor, agosto 1966. Archivo Histórico de Tecnatom res y en espacios e infraestructuras
para ellos.
La ordenación singularizada de las viviendas del poblado, que fue construido entre 1966 y 1967,
respondió tal y como expresó su autor «a una premisa sociológica requerida por la Empresa
coordinadora» (Fernández Alba, 1958:7). Tecnatom encargó construir unas viviendas unifamilia-
res exentas de una sola planta y otras adosadas de una y dos plantas respectivamente, para alo-
jar, en función de las categorías,
a los trabajadores y sus familias.
El proyecto también contempló
la construcción de un edificio
que sirviera de residencia para
los trabajadores solteros don-
de, junto a las habitaciones in-
dividuales, se añadieron tres
apartamentos pequeños. En
este edificio UEM ubicó la es-
cuela y abrió otros espacios co-
munes para que las familias de
Zorita pudieran reunirse y reali-
zar actividades colectivas.
Con las protecciones para el sol Transporte por carretera del generador de vapor y de la vasija
que diseñó para preservar las del reactor, agosto 1966. Archivo Histórico de Tecnatom
58 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

viviendas de la fuerte luminosidad


de la zona de la Alcarria y los patios
abiertos a mediodía que constru-
yó para resguardarlas de los fuer-
tes vientos de la zona, Fernández
Alba buscó crear un microclima y
englobar al conjunto del poblado
en un entorno de paisaje común.
Y a tenor de lo que le transmitiría
Jaime Mac-Veigh al final de la obra,
parece que lo consiguió: «Aquello
ha quedado estupendamente bien
y los visitantes se quedan muy im-
presionados con lo que allí has rea-
lizado. El personal de Zorita está
encantado y todos te felicitamos
muy efusivamente»54.
Junto a la construcción de la cen-
tral y su poblado, Zorita puso a
prueba también la ingeniería de
transportes especiales en España
con el traslado de la vasija del reac-
tor, el generador de vapor (la pieza
Poblado de Zorita diseñado por Antonio Fernández Alba.
más grande y pesada) y el gene-
Fuente: Revista Arquitectura, 115, julio 1968 rador eléctrico, todos ellos proce-
dentes de Estados Unidos.
Los detallados estudios para encontrar las soluciones más seguras y económicas para estos
traslados habían comenzado en 1962 en paralelo a los trabajos realizados para el antepro-
yecto de la central. Jaime Mac-Veigh y Enrique Ugedo, presidente e ingeniero de Tecnatom
respectivamente fueron, junto a Leslie Leigh de Westinghouse quienes se encargaron de pen-
sar, coordinar y supervisar tan complejo transporte (Mac-Veigh, Ugedo, 1968). Pronto vieron
que el puerto de llegada no iba a ser un problema: España contaba con numerosas dársenas
capaces de recibir grandes barcos. Pero lo que sí planteó dificultades desde el inicio fue como
descargar unas piezas para las que se requería una infraestructura inexistente entonces en
España. Tras barajar distintas posibilidades los técnicos de Tecnatom optaron por alquilar una

54
Carta de Jaime Mac-Veigh a Antonio Fernández Alba. 9 de mayo de 1968. Servicio Histórico COAM. Fondo
Fernández Alba. Agradezco a Carlos Gonzalvo su llamada de atención sobre este fondo.
ZORITA 59

Gregorio López Bravo, Jaime Mac-Veigh, Julio Hernández López Bravo y José Cabrera el día de la puesta en marcha
Rubio y Félix Yagüe en las instalaciones de la central el día de su de Zorita, julio 1968. Archivo Histórico de Tecnatom
puesta en marcha, julio 1968. Archivo Histórico de Tecnatom

grúa que había sido construida en Holanda y que era propiedad de Brodospas, una empresa
yugoslava de salvamento marítimo.
Después tuvieron que buscar un trayecto amplio, con pocos obstáculos, pequeñas pendientes
y a ser posibles escasos puentes que uniera el puerto del desembarco con el emplazamiento
de la central. Los estudios de los posibles itinerarios desde los puertos de Bilbao, Santander,
Barcelona, Valencia, Alicante, Cartagena, Málaga, Algeciras, Cádiz y Huelva concluyeron que el
trayecto por carretera más viable era el que unía Alicante, Albacete, Ocaña, Tarancón, Huelves
y Almonacid de Zorita (Mac-Veigh, Ugedo, 1968: 206). Pero un estudio posterior y más detalla-
do del trayecto destacó las numerosas modificaciones que era preciso hacer para solventar las
dificultades que ofrecían las curvas, los pontones, los puentes, las barreras de ferrocarril y las
líneas de telégrafos y teléfonos. Los técnicos de Tecnatom consideraron entonces la posibilidad
de transportar las piezas por tren hasta la estación de Tarancón. Pero esta idea tampoco estaba
exenta de problemas: las piezas excedían, en altura y anchura el gálibo de Renfe y además no
había ningún vagón en España capaz de portar esas piezas. La solución la encontraron, par-
cialmente, en los modelos que en Francia llamaban «a becs» y en Alemania y Estados Unidos
«schnabel»: unos vagones construidos en dos mitades que, enganchados a cada extremo de las
piezas a transportar, constituían un gran vagón articulado. Las piezas transportadas soportaban
su propio esfuerzo y eran arrastradas a pocos centímetros del suelo evitando tener que cons-
truir una «cama». Esto aunque disminuía la altura, no terminaba de solucionar el problema:
el extraordinario volumen del conjunto impedía su normal circulación por las vías de Renfe.
60 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Vasija del reactor sobre el vagón articulado tipo «schnabel», agosto 1966. Archivo Histórico de Tecnatom

Finalmente los ingenieros de Tecnatom introdujeron un factor que resultó clave para dar luz
verde al proyecto: la posibilidad de que una vez enganchada la pieza a cada uno de los vago-
nes pudiera ser desplazada lateral o verticalmente, hasta 30 y 25 centímetros respectivamente,
sobre el eje de la vía cuando el recorrido lo requiriera. Tras varios ensayos –en 1963 hicieron el
recorrido de Cartagena a Tarancón para probarlo– y ver que era posible, UEM asociada con la
empresa CENEMESA –preocupada entonces por el transporte de transformadores eléctricos– y
en colaboración con los Herederos de Ramón Múgica, encargó finalmente la construcción de un
«schnabel» de 20 ejes que cumpliera con esta nueva característica, a la empresa francesa Bone-
hill. El vagón que fue entregado a principios de 1966, fue puesto a prueba entre el 11 y el 14 de
junio de ese año con el transporte de una voluminosa estructura que reproducía las piezas que
se iban a transportar. El recorrido entre Cartagena, Albacete, Alcázar de San Juan, Villacañas y
Tarancón se realizó sin problemas.
Aunque era la segunda vez –la primera había sido con el JEN-1– que España importaba tecno-
logía nuclear y material radiactivo, la lista de los equipos incluidos en el arancel vigente en 1965
no contemplaba nada que pudiera equipararse a las piezas que se habían adquirido para Zorita.
ZORITA 61

Su difícil clasificación llevó a Tecna-


tom a solicitar a la Unión Comercial
Marítima (UCOMAR) que estudiara
cómo acomodar a la ley entonces
vigente, esa importación. UEM con-
fiaba que, tratándose de la primera
central nuclear que se iba a instalar
en España, fuera calificada como
industria de interés preferente de
acuerdo con la Ley 152/1963 de 2
de diciembre55 y obtener así, tal y
como ocurrió, ventajas fiscales y
arancelarias56.
El 10 de agosto de 1966 llegaba al Generador de vapor y vasija en el emplazamiento,
puerto de Cartagena el barco nor- septiembre 1966. Archivo Histórico de Tecnatom
teamericano «Steel Scientist» con
la vasija del reactor, de 230 toneladas de peso y más de 10 metros de longitud. Entre el 12 y
el 14 de agosto el convoy recorrió los 463 km que separaban Cartagena de Tarancón por fe-
rrocarril. Allí la vasija fue trasladada al remolque que la empresa española Transportes Modernos
había construido para realizar por carretera el tramo de 56 km que restaba hasta Zorita57.
El estudio e inspección de las obras de acondicionamiento de ese último tramo lo había reali-
zado Tecnatom en colaboración con la empresa consultora EPTISA. Doce días después llegaban
el generador de vapor (de 250 toneladas y 16 metros de longitud) y el alternador eléctrico (de
230 toneladas y 9 metros de longitud).
Pero no solo viajó el reactor, también lo hizo el combustible con que alimentarlo.
Las distintas negociaciones entre UEM, la JEN, la US AEC y la empresa norteamericana Allied Che-
mical que tuvieron como objeto el uranio y su enriquecimiento para ser usado en Zorita, co-
menzaron a tomar forma en julio de 1966. El primero de los acuerdos lo firmaron la JEN y UEM
para utilizar concentrados de uranio de origen español. Después la JEN firmó otro contrato con

55
Ley 152/1963 sobre industrias de interés preferente, BOE de 5 de diciembre de 1963, 291: 16984-16985.
56
Informe preliminar Central Nuclear de Zorita para TECNATOM, S.A. UCOMAR, 1 de junio de 1965. Archivo Histórico
de Tecnatom.
57
Logistic Study on Transportation of Trailers and Customs Costs Evaluation (Zorita R&D Program). Informe de
Tecnatom para Westinghouse, julio, 1970. Archivo Histórico de Tecnatom. Además de la oferta de Transportes
Modernos el informe incluye también ofertas de otras dos empresas: Transhara, S.A. que como veremos participó
en el transporte de Garoña, y Transportes Especiales.
62 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

la compañía Allied Chemical para la conversión de los concentrados españoles en hexafluoruro


de uranio natural. En paralelo la US AEC y la JEN dispusieron otro acuerdo con las condiciones
en las que se debía producir el enriquecimiento del uranio, y las bases que regularían el inter-
cambio con el uranio español. Y por último UEM y Westinghouse firmaron un quinto acuerdo
con los compromisos de ambos relacionados con la de fabricación del combustible58. La «fór-
mula de trueque» que se acordó, quedó planteada en los siguientes términos: la US AEC recibiría
el uranio natural de origen español en una cantidad equivalente al necesario para producir el
uranio enriquecido de la primera carga del reactor. La US AEC suministraría a UEM el uranio en-
riquecido al precio vigente en el mercado. Para ello la agencia norteamericana abriría un crédito
a favor de UEM por el precio total del uranio natural español, fijado de acuerdo con los precios
estadounidenses en vigor en el momento del envío del material.
Los contratos que firmaron estas entidades muestran un viaje del uranio de ida y vuelta –Andú-
jar-Pensilvania-Zorita– que evoca intereses políticos, industriales y empresariales, y capacidades

Envases del combustible en el muelle de Santurce, noviembre 1967. Archivo Histórico de Tecnatom

58
Zorita Nuclear Power Plant. First Core Procurement Contracts. July, 1966. Archivo Histórico de Tecnatom.
ZORITA 63

técnicas. Fueron 137 las toneladas de uranio español que llegaron al puerto de Nueva Orleáns
procedentes de Cádiz, originarias de las minas de Andújar. El uranio fue transportado por ferro-
carril hasta la estación de muestreo que el departamento de energía de Estados Unidos tenía en
Grand Junction en Colorado; allí se comprobó y calibró su pureza. En las dependencias de Allied
Chemical se realizó la conversión de los concentrados a hexafluoruro de uranio y en las de la US
AEC se procedió al enriquecimiento isotópico del mismo. La fabricación de los elementos com-
bustibles tuvo lugar en la fábrica que Westinghouse tenía en Cheswick, en Pensilvania.
El uranio enriquecido volvió a España por barco en forma de 71 elementos combustibles, 69
para la carga inicial del nucleo de Zorita y dos de repuesto, en dos tandas. La primera llegó al
puerto de Bilbao a principios de noviembre de 1967 con 48 elementos combustibles y la segun-
da, con los 21 restantes, no lo hizo hasta mediados de diciembre. Desde Bilbao, bajo la super-
visión conjunta de la JEN, de UEM y de Tecnatom, y siguiendo la normativa que el OIEA había
establecido para el transporte de combustible, los elementos fueron transportados por Renfe
hasta Tarancón y por carretera hasta un almacenamiento provisional que UEM había establecido
en Bolarque y que había sido analizado con detalle por los expertos de la JEN. En febrero de 1968
llegó finalmente el combustible a la central59.
Un viaje el del uranio de ida y vuelta que tuvo una repercusión mediática similar al viaje, solo de
ida, del reactor60. Los medios de comunicación exhibieron estos traslados como otro gran éxito
tecnológico. Solo hubo una voz que se mostró crítica y rompió esa unanimidad, la del periodista
Emilio Romero. A su juicio las distintas noticias, reportajes y entrevistas que circularon «a bombo
y platillo» sometían a la ciudadanía a una «verdadera ofensiva nuclear» y ocultaban el problema
del coste del enriquecimiento del uranio y la «hipoteca» que, en su opinión, suponía quedar
bajo el control y la estricta vigilancia de los Estados Unidos61. El artículo de Emilio Romero traía
de nuevo a un primer plano la discusión sobre la rentabilidad del uso del uranio natural frente al
enriquecido. Sabemos, por una carta de Jaime Mac-Veigh que iba dirigida al director del periódi-
co pero que nunca llegó a enviar, que estos comentarios no fueron bien recibidos ni en UEM ni
en Tecnatom62.

59
Documentación sobre el transporte y almacenamiento del combustible para la Central Nuclear de Zorita,
septiembre 1967. Archivo Histórico de Tecnatom.
60
«La primera carga de combustible nuclear para la Central Nuclear de Zorita», Informaciones, 27 de noviembre
de 1967.
«Llegada del combustible a Zorita», Arriba, 28 de noviembre de 1967.
«Llegada a Bilbao de parte del combustible nuclear para la central de Zorita de los Canes», Diario de Burgos, 9, de
noviembre de 1967.
«Zorita. Llegó el uranio», Tiempo, 16 de noviembre de 1967.
61
Emilio Romero, «Cocina Nuclear», Pueblo, 17 de noviembre de 1967.
62
Carta que en el primer momento pensé dirigir al Director de PUEBLO con motivo del artículo aparecido el 17 de
noviembre «Cocina Nuclear», 20 de noviembre de 1967. Archivo Histórico de Tecnatom.
64 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

La primera prueba hidrostá-


tica del circuito de refrigera-
ción del reactor, en frío, se
había producido en diciem-
bre de 1967, el 31 de marzo
de 1968 se realizaba la prue-
ba hidroatática en caliente y
dos meses y medio después
tuvo lugar la carga del núcleo.
En el informe de esa prime-
ra carga, quedó registrado el
daño irreparable que sufrió
uno de los elementos com-
bustibles al desprenderse de
forma accidental de la máqui-
na que lo manipulaba. Como
consecuencia del incidente la
configuración del núcleo tuvo
que ser variada ya que los dos
elementos combustibles que
había de reserva eran de alto
enriquecimiento y no de bajo
enriquecimiento como el da-
ñado63. El informe, que fue
preparado por el ingeniero de
Westinghouse N. Hamilton,
contó con la aprobación de
J. López Cotarelo –el ingenie-
ro del reactor– y de Giacomo
Tapa de la vasija del reactor y mecanismos para accionar las barras Bertolotti el director de la cen-
de control, noviembre 1967. Archivo Histórico de Tecnatom tral. Este último había llegado

63
Informes de Pruebas Nucleares. Informe de Prueba Nuclear n.1. Carga inicial del núcleo. Agosto 1968, p. 2 y 3.
Archivo Histórico de Tecnatom.
«17 de julio en Zorita. En marcha el primer reactor nuclear de España. El ministro de Industria pone en marcha
oficialmente el reactor nuclear de Zorita», ABC, 18 de julio de 1968.
«La Central Nuclear de Zorita, en marcha», Ya, 18 de julio de1968.
«Entra en marcha el primer reactor de la central nuclear de Zorita», La Voz de Castilla, 18 de julio de 1968.
ZORITA 65

a Zorita en 1965 recomendado por


Westinghouse; graduado en opera-
ción en la Oak Ridge School of Reactor
Technology, su formación durante cua-
tro años en la central de Yankee Rowe
y su experiencia después como director
de la central de Selni, le convirtieron en
el perfil adecuado para capitanear la pri-
mera central nuclear española.
El 30 de junio de 1968 el reactor de Zori-
ta alcanzaba la primera criticidad y el 17
de julio, tres años después del comien-
zo de las obras y cumpliendo con el ca-
lendario previsto, se producía la prime-
ra sincronización con la red eléctrica.
Ese mismo día el Ministro de Industria
Gregorio López Bravo visitaba la central
y escenificaba para la opinión pública el
estreno de la instalación64. Pero la inau-
guración oficial no se produjo hasta el
12 de diciembre de ese año con la lle-
gada a Zorita de Francisco Franco. El re-
corrido que realizó por las instalaciones
acompañado por el entonces vicepresi-
dente del Gobierno Luis Carrero Blanco, Sala de control de Zorita, junio 1968. Archivo Histórico
de Tecnatom
por el ministro de Industria Gregorio
López Bravo y por Julio Hernández Rubio, presidente del Consejo de Administración de UEM,
quedó ampliamente recogido por los medios de comunicación65. Mientras que el ABC hablaba
de «luz atómica» el No-Do ponía la atención en la procedencia española del uranio utilizado66.

64
«La Central Nuclear de Zorita va a empezar a enviar electricidad. La inauguración será el 17 de julio», El Progreso
de Lugo, 2 de julio de 1968.
«José Cabrera, nombre de la Central Nuclear de Zorita, es el de un joven ingeniero de 80 años», Ya, 14 de julio de
1968.
65
«Franco ha inaugurado ayer la primera central nuclear española», ABC, 13 de diciembre de 1968, 55. «El Jefe del
Estado inauguró ayer la central nuclear de Almonacid de Zorita», La Vanguardia, 13 de diciembre de 1968.
66
No-Do, 1375B, proyectado el 23 de diciembre de 1968, http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-1355/1486662/
66 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

El 17 de julio de 1968 entraba la central en servicio. De las instalaciones «llave en mano» exporta-
das por Estados Unidos, Zorita fue la primera en ser conectada a la red (Rubio-Varas y de la Torre,
2017: 126)67.
La puesta en marcha de la central de Zorita tuvo otra consecuencia: la firma en 1969 de un pro-
grama de investigación entre la JEN, UEM y Westinghouse68. La firma de este acuerdo respondía
a una petición que el Ministerio de Industria había expresado a la compañía eléctrica y hecho
público por lo menos en dos ocasiones (BOE, 3 de abril 1963, 80:5657 y BOE de 26 de junio
de 1964, 153:8318). El Ministerio quería que UEM y la JEN sentaran las bases de un acuerdo de
investigación para que Zorita pudiera servir como fuente de experiencias y enseñanzas para la
construcción y explotación de futuras instalaciones nucleares. Se eligió un proyecto en el que
se irradiaron varillas de combustible hasta valores muy elevados con objeto de conocer su com-
portamiento. El proyecto obligó a la JEN a construir la llamada «Celda Caliente de los Mil Curios»
para recibir las varillas y preparar muestras para ensayos concretos en los laboratorios nortea-
mericanos. La voluntad del Ministerio de Industria por establecer este acuerdo hay que poner-
lo en diálogo, como ya he mencionado en el capítulo anterior, con la aspiración y el deseo del
gobierno español de tener en funcionamiento en 1972 tres centrales nucleares que pudieran
dar respuesta al crecimiento de la demanda energética que las centrales hidráulicas y térmicas
españolas no podían cubrir.
Este acuerdo posibilitó a la JEN investigar sobre la física del primer ciclo del reactor, conocer
el comportamiento de los elementos combustibles para poder introducir mejoras y estudiar la
gestión de los residuos y su posible reelaboración. Además, el trabajo con los técnicos de Wes-
tinghouse permitió a la JEN actualizar el ordenador UNIVAC (Universal Automatic Computer) que
había adquirido en 1959, al incorporar los nuevos programas que la firma norteamericana había
desarrollado para sus ordenadores.
Este acuerdo no solo recoge intereses y evidencia consensos, también muestra las prácticas y
técnicas que circularon y conectaron a las tres partes implicadas: un centro de investigación, un
espacio industrial y el mundo de la empresa.
Los treinta y ocho años de actividad de Zorita la convirtieron en un laboratorio de ensayos de
materiales y en el lugar de entrenamiento y aprendizaje de ingenieros y técnicos para futuras
centrales. En 1968 cuando se inauguró Zorita ya estaba previsto construir las centrales de Alma-
raz, Lemóniz y Ascó.

67
La central de Tarapur en India que también había sido adquirida «llave en mano», no entró en funcionamiento
hasta 1969.
68
Programa de Investigación y desarrollo de Zorita. Acuerdo tripartito entre Unión Eléctrica Madrileña, Junta de
Energía Nuclear y Westinghouse International Corporation. Junio 1969. AGA.
67

Capítulo 3. Santa María de Garoña

E l 2 de marzo de 1957 se constituía la sociedad anónima Centrales Nucleares del Norte (NU-
CLENOR), participada a partes iguales por Iberduero y Electra del Viesgo y con un capital social
de cinco millones de pesetas69.
Iberduero había sido fundada en Bilbao en 1944 como resultado de la fusión de Hidroeléctrica
Ibérica y Saltos del Duero. Propietaria de una red de más de cien plantas hidroeléctricas y opera-
dora de una docena de plantas térmicas, mantuvo una posición de mercado dominante sobre
todo en el norte de España (Garrués, 2006: 497-573). A finales de los cincuenta y comienzos de
los sesenta del pasado siglo XX apostó, además de por la construcción de centrales nucleares,
también por las centrales termoeléctricas. Para acometer estos últimos proyectos Iberduero y
Electra del Viesgo fundaron en 1958, TERMINOR. Por su parte el origen de Electra del Viesgo se
remonta a 1906 y a la Sociedad General de Centrales Eléctricas, la empresa encargada del sumi-
nistro de energía a Santander.
Estudios sobre el crecimiento de los mercados de ambas empresas localizados en el País Vas-
co, Santander, Burgos, Palencia, Logroño y Navarra, advertían de un incremento de la demanda
energética para la década de los sesenta y setenta, que no iba a ser posible abastecer. El elevado
consumo, sobre todo en el País Vasco, que la industria, la densidad de población y el alto nivel
de vida que esta zona demandaba, obligaba a las empresas a proveer las zonas deficitarias con
energía procedente de centrales localizadas lejos de los lugares de consumo; lo que conllevaba
un gasto adicional para el transporte. El volumen de energía que los informes de los expertos
–técnicos de las propias compañías y del Ministerio de Industria– estimaban necesario generar
por medios no hidráulicos para abastecer aquella demanda, exigía poner en marcha un pro-
grama de construcción de centrales térmicas convencionales –carbón, fueloil– muy superior al
proyectado por ambas empresas.
Fue en ese contexto cuando ambas compañías comenzaron a valorar añadir al programa previs-
to, la construcción de una central nuclear de potencia. Esta opción aunque solucionaba el pro-
blema del abastecimiento energético suponía un esfuerzo técnico y financiero que Iberduero y
Electra del Viesgo decidieron acometer de forma conjunta, tal y como habían hecho y estaban
haciendo otras empresas españolas del sector. Integraron sus proyectos y crearon NUCLENOR.

69
Proyecto de la central Bilbao-Ebro en Santa María de Garoña (Burgos). Bilbao, 21 de octubre de 1958. Archivo
Garoña.
68 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Iberduero y Electra del Viesgo fueron las primeras empresas eléctricas españolas que hicieron
público su deseo de apostar por la energía nuclear. Una apuesta pionera que, aunque hay que
ponerla en diálogo con el clima generado por la primera Conferencia de Ginebra –recordemos
que Manuel Gutiérrez-Cortines, entonces director gerente de Electra del Viesgo, había sido
uno de los representantes de la industria española que había participado de ese encuentro
internacional–, no hay que restarle atrevimiento. A su vuelta de Ginebra Gutiérrez-Cortines
transmitió y contagió su entusiasmo a Ricardo Rubio Sacristán, director general de Iberduero,
y ambos a sus presidentes respectivos, Julio Arteche y Pablo Garnica, quienes no dudaron en
comenzar a pensar cómo establecer las bases para un proyecto conjunto.
Cuando NUCLENOR hizo público su plan todavía falta-
ban unos meses para que el Consejo Económico Sindical
Nacional llamara la atención, en su reunión anual de di-
ciembre de 1957, sobre la urgente necesidad de explotar
industrialmente en España la energía nuclear como fuen-
te productora de energía eléctrica. Y faltaba algo más de
un año para que el Ministro de Industria Joaquín Planell
hablara de este asunto en las Cortes Generales en su dis-
curso de presentación de la Ley de Investigación y Explo-
tación de Minerales Radiactivos70.
Pero la trayectoria profesional de Manuel Gutiérrez-Corti-
nes (1901-1980), uno de los puntales de la iniciativa, do-
taba de credibilidad y garantías al proyecto. Tras formar-
se en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid, en
1925 obtuvo su primer trabajo en la fábrica de cables que
Manuel Gutiérrez-Cortines. SNE Standard Eléctrica tenía en su ciudad natal, Santander. Allí
permaneció hasta 1931. Su traslado a Madrid favoreció un
rápido reconocimiento dentro de la empresa: Cortines fue nombrado director de la fábrica en
1931, director técnico en 1933 y director general y presidente de la filial portuguesa de Stan-
dard Eléctrica en 1935. Tras la guerra civil volvió a Santander y se incorporó a Electra del Viesgo
como director gerente. Cuando en 1957 Iberduero y Electra del Viesgo decidieron unirse y
constituir NUCLENOR, Manuel Gutiérrez-Cortines fue nombrado vicepresidente y consejero
delegado de esa nueva entidad.

70
Minerales radiactivos. Ley de 17 de julio de 1958, por la que se modifica el apartado b) del artículo segundo del
Decreto-ley de 22 de octubre de 1951 y se fijan normas para la investigación y explotación de los mismos. BOE de
18 de julio de 1958, 171: 1274 -1275.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 69

Cuando en 1957 los responsables de NUCLENOR decidieron apostar por el proyecto de la cen-
tral nuclear, lo primero que hicieron fue centrar su atención, de forma casi simultánea, en la
elección del tipo de reactor y en la búsqueda del emplazamiento más adecuado para insta-
larlo. Estos trabajos técnicos eran también necesarios para convencer a los distintos agentes
políticos, financieros –públicos y privados–, y sociales de la oportunidad de construir una cen-
tral como la que proponía NUCLENOR. Era una tecnología nueva que, aunque había irrumpido
con fuerza, suscitaba todavía muchas dudas sobre su funcionamiento y sobre todo, sobre su
rentabilidad.
Para empezar a pensar cómo abordar ese ambicioso proyecto y elegir el tipo de reactor que
más se adecuara a las necesidades energéticas y económicas de NUCLENOR, Manuel Gutié-
rrez-Cortines tuvo claro que debía viajar y conocer in situ distintos ensayos y proyectos que
ya se habían puesto en marcha en otros países. Por ello el 30 de octubre de 1957, pocos meses
después de constituir la sociedad, acompañado de Francisco Albisu, emprendía un viaje de un
mes a Estados Unidos y Canadá.

El viaje de 1957
La compañía de Francisco Albisu no era una compañía cualquiera. Ingeniero industrial como
Cortines, se había formado en la Escuela de Ingenieros de Bilbao. Tras finalizar sus estudios
comenzó a trabajar en el Laboratorio de Ensayos e Investigación Industrial (LABEIN) que Lean-
dro José de Torróntegui, uno de los industriales presentes en la Conferencia de Ginebra, ha-
bía promovido en 1955 adscrito a la Escuela de Ingenieros de esa ciudad (Urdangarín Altuna,
2018). Después participó del primer Curso de Introducción a la Ingeniería Nuclear que organi-
zó la JEN en 1956 (Barca Salom, 2000b: 39; Rubio-Varas, de la Torre, 2018: 101-102)71. Aunque
este organismo no estuvo reconocido como centro de investigación para impartir enseñan-
zas de especialidad hasta diciembre de 1966, y por tanto carecía de la facultad de otorgar
diplomas, esto no fue un impedimento para que este curso de especialización en ingeniería
nuclear adquiriera gran reconocimiento72. Impartido principalmente por los investigadores
adscritos a la División de Física Teórica y Cálculo de Reactores de la JEN, fueron los primeros en
ofrecer a los estudiantes prácticas primero con un acelerador Van de Graaff que la firma High

71
Además de Francisco Albisu fueron alumnos de ese primer Curso de Ingeniería de la JEN, Guillermo Velarde,
militar e ingeniero aeronáutico; Francisco Bosch Chafer, (Hidroeléctrica Española); José Urquía , (INI); Pedro María
Perea Pomposo, (Babcock & Wilcox); Bielza, ingeniero industrial; Emilio Fustel (UEM); Jaime Barón (Electra del
Viesgo); y Javier Goicolea, ingeniero de Caminos (Rubio-Varas; de la Torre, 2018: 101).
72
Orden de 14 de diciembre de 1966 sobre reconocimiento de la Junta de Energía Nuclear como Centro de
Investigación para impartir enseñanza de especialidad, según lo determinado en el artículo quinto de la Ley de
Reordenación de las Enseñanzas Técnicas de 29 de abril de 1964. BOE de 2 de enero de 1967, 1: 34.
70 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Voltage Corporation de Cambridge había suministrado en 1956, al que se sumó después un


acelerador de neutrones tipo Cockcroft-Walton que fue construido en 1957 en la propia JEN
(Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001: 126 y 127). Tras este curso Francisco Albisu viajó, en
septiembre de 1956 al Massachusetts Institute of Technology (MIT) donde realizó el Master of
Science in Nuclear Engineering (Rubio-Varas; de la Torre, 2018:102). Cuando Gutiérrez-Cortines
comentó con Torróntegui su plan de conocer in situ las posibles ofertas norteamericanas para
comprar un reactor para Garoña, este le sugirió que Albisu sería un estupendo compañero
de expedición73.
La memoria donde quedó registrado el viaje –recorrido, visitas, interlocutores e impre-
siones–, sugiere que los objetivos del mismo iban más allá de dar a conocer el incipiente
proyecto de la central y de la búsqueda de aliados. Cortines y Albisu utilizaron este viaje
para establecer contactos, conocer personas e instalaciones y, sobre todo, conseguir y con-
trastar información. Les interesaba comprender y entender la tecnología de los reactores
–de investigación y de potencia–; contactar con empresas consultoras especializadas para
sondear las posibles asesorías con las que podrían contar en el proceso de construcción de
la central; y tantear posibles apoyos económicos y financieros para su proyecto.
La memoria de este viaje al tiempo que exhibe la interlocución directa que los dos ingenie-
ros españoles mantuvieron con los principales protagonistas de la industria y la política
nucleares de América del norte –es una foto fija de los principales actores de la industria
nuclear norteamericana y canadiense de finales de los cincuenta–, también muestra los
problemas que NUCLENOR tuvo que enfrentar cuando comenzó a pensar en el proyecto
de la central nuclear74.
El interés de NUCLENOR por conocer los distintos tipos de reactores que la industria y los
laboratorios nacionales norteamericanos estaban trabajando les llevó en primer lugar a
los laboratorios de Argonne en Chicago. Allí les mostraron los dos tipos de reactores de
investigación que estaban desarrollando, el AEROJET y el ARGONAUT. Ambos modelos les
interesaban especialmente porque tanto la Escuela de Ingenieros de Bilbao como la de
Barcelona ya estaban pensando en la posibilidad de instalar reactores de investigación
para formar a sus alumnos. Cortines y Albisu vieron funcionar estos reactores y también
tuvieron la oportunidad de acceder a los dibujos y planos de las piezas y ensamblajes
de cada uno de ellos. La US AEC había incluido una edición simplificada de esos planos en
el volumen titulado Report AML-5704. ARGONAUT, Argonne’s Nuclear Assembly for University
Training. Esta información, además de convencerles de la mayor versatilidad y posibilidades

73
Francisco Albisu fue el primer Catedrático de Tecnología Nuclear en España y ejerció su actividad docente en la
Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Bilbao.
74
Viaje del Sr. Cortines a los EEUU y a Canadá acompañado del Sr. Albisu. Bilbao, diciembre de 1957. Archivo Garoña.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 71

que presentaba el ARGONAUT -al que se le podían agregar nuevos accesorios-, aportaba un
valor añadido: disponer de los dibujos, con los cálculos, ensamblajes y demás saberes
que incorporaban estos planos, facilitaría la construcción y réplica de un reactor de este
tipo en España. Los reactores Argos y Arbi tipo ARGONAUT que fueron construidos en
la JEN e instalados en 1961 en las Escuelas Técnicas Superiores de Ingenieros Industriales
de Bilbao y Barcelona respectivamente, mostraron a los responsables de la industria y la
política nucleares que ese tránsito de conocimientos y prácticas entre los laboratorios
norteamericanos y los españoles, era posible (Fernández Palomero et al., 1959: 18-37;
Albisu y Echeverría, 1963). Estos reactores articularon e impulsaron la ingeniería nuclear
como disciplina (Barca Salom, 2000a).
El volumen sobre los reactores ARGONAUT, como tantos otros que a partir de 1949 comenzó
a publicar la US AEC, respondía al encargo que el Presidente Eisenhower había hecho a esta
Comisión para que desclasificara, seleccionara y distribuyera el material de parte de los se-
cretos que habían rodeado desde el inicio los distintos trabajos y ensayos ligados al proyecto
Manhattan. Las publicaciones que este organismo editó y circuló estaban pensadas, medidas
y perfectamente diseñadas. En noviembre de 1955, dos años antes de que Cortines y Albisu
iniciaran su viaje a Estados Unidos, John David Lodge, embajador de los Estados Unidos en
España, había entregado en la sede central del CSIC en Madrid, una «biblioteca sobre aplica-
ciones pacíficas de la energía atómica» con parte de estas publicaciones de la US AEC75. Segu-
ramente Cortines y Albisu conocían el fondo de esa biblioteca que había sido recibida por el
entonces Presidente de la JEN, el General Hernández Vidal, y habían experimentado el acceso
a los conocimientos y prácticas científicas que viajaron y circularon con ella. Los viajes de los
libros, al igual que los de los reactores, también potenciaron y difundieron el poder de la ener-
gía nuclear como tecnología (para una historia de esta biblioteca y su papel en la construcción
de la hegemonía científica norteamericana a partir de 1945 ver, Romero de Pablos, 2018).
Volviendo al viaje de Cortines y Albisu, en los laboratorios de Argonne los ingenieros espa-
ñoles tuvieron su primer contacto con un reactor BWR de 5 MW de potencia. Esta visita la
esperaban con especial atención. El 2 de noviembre de 1957, nada más aterrizar en Estados
Unidos, habían mantenido un encuentro en Nueva York con uno de sus interlocutores de Ge-
neral Electric, R. J. King, quien les había puesto en alerta frente a esta nueva tecnología. King

75
Discurso pronunciado por el Excelentísimo Señor John Davis Lodge, Embajador de los Estados Unidos de América,
al hacer entrega a la Junta de Energía Nuclear de España de una biblioteca sobre aplicaciones pacíficas de la energía
atómica. 29 de noviembre de 1955. AGA.
«Entrega de una biblioteca técnica norteamericana a la Junta española de Energía Nuclear», ABC, 30 de noviembre,
1955, 41. «Para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas», Actualidad Gráfica, ABC, 30 de noviembre,
1955, 5. «Hermandad hispano-norteamericana. El Embajador estadounidense hizo entrega de una biblioteca
técnica sobre aplicaciones pacíficas de la energía atómica en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas», La
Vanguardia, 30 de noviembre, 1955, 3.
72 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

no había olvidado los comentarios que había escuchado en distintas reuniones celebradas por
el Atomic Industrial Forum sobre el protagonismo que entonces estaban adquiriendo esos re-
actores en detrimento de los reactores de agua a presión –el mascarón de proa de la industria
norteamericana de reactores de potencia–76. Era una tecnología que en palabras del ingenie-
ro de General Electric, se había convertido en la «prima donna» de la conferencia77. La frágil
frontera que sugiere este comentario entre la voluntad de informar y el interés por ocupar
un mercado –General Electric había apostado por desarrollar este tipo de reactores–, indica
el espacio en el que Cortines y Albisu tuvieron que desenvolverse en este viaje, un espacio
híbrido y perfectamente permeado donde conocimiento e información tecnológica convivían
y compartían espacio con intereses económicos e industriales.
Pero los responsables de General Electric no fueron los únicos en hablar bien de su tecnología.
En los intercambios mantenidos con técnicos de Commonwealth Edison, una de las principa-
les compañías eléctricas de Chicago, la apuesta por este tipo de reactor y por General Electric
era también clara. Para J.J. Poer, uno de los ingenieros de proyectos de esa compañía con el
que Cortines mantuvo una entrevista, el reactor de agua en ebullición era la tecnología que
entonces presentaba un pronóstico más favorable para producir energía y General Electric era,
a su juicio, la mejor empresa para construirlo78. Para conocer el alcance de este comentario,
aparentemente técnico pero en absoluto inocente, conviene recordar el momento en que
fue expresado: faltaban tan solo tres años para que la primera unidad, de los tres reactores de
agua en ebullición (BWR) que había construido General Electric, comenzara a funcionar en la
central nuclear de Dresden (Illinois, Chicago). Como veremos la experiencia en la construcción
de esta central fue ampliamente utilizada por General Electric para dotar de credibilidad el
proyecto que presentó para competir por Garoña.
De hecho cuando Cortines y Albisu visitaron el Laboratorio Atómico que General Electric tenía
en Vallecitos y su sede de San José (California) lo primero que les mostraron fue la instalación
que con idénticos elementos combustibles a los de Dresden habían reproducido en Vallecitos
a escala 1/10, y un gran depósito de agua construido con dimensiones idénticas al núcleo del
reactor; el objetivo era realizar ensayos hidráulicos y térmicos en las condiciones reales del

76
Para conocer este y otros temas que ocuparon y preocuparon al Atomic Industrial Forum ver: Atomic Industrial
Forum, 1956. Public relations for the atomic industry: proceedings of a meeting for members, March 19 and 20, 1956,
Plaza Hotel, New York, N.Y. New York. Atomic Industrial Forum, 1956. Management economics and technology for the
atomic industry: proceedings of the annual conference for members and guests, September 25-27, 1956, Morrison
Hotel, Chicago, Illinois. New York.Atomic Industrial Forum, 1957, Scientific and engineering manpower requirements
for the atomic industry. New York.
77
Viaje del Sr. Cortines a los EEUU y a Canadá acompañado del Sr. Albisu. Bilbao, diciembre de 1957. Archivo Garoña,
p.1.
78
Ibídem, p. 8.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 73

reactor. En San José también tuvieron acceso a la nave de preparación de los elementos com-
bustibles, una instalación que los españoles vieron posible reproducir en España79.
Las visitas a las instalaciones de General Electric y las conversaciones con sus responsables
convencieron a Cortines de que un reactor tipo BWR podría ser una de las opciones. General
Electric había hecho una gran inversión económica en investigación y estaba adquiriendo mu-
cha experiencia con la construcción de Dresden; partir de un proyecto de una central ya existen-
te podría además acortar los tiempos de construcción de una nueva planta.
Pero a pesar de que la memoria del viaje transmite un interés particular de NUCLENOR por
este tipo de reactores también aprovecharon para conocer otras tecnologías. La visita a las
dependencias que Atomics International tenía en Canoga Park (California) les sirvió para
entrar en contacto con el reactor de sodio-grafito (Sodium Reactor Experiment, SER), una
tecnología con la que esta empresa había empezado a experimentar en 195480. En el mo-
mento de la visita, noviembre de 1957, un reactor de este tipo que había sido instalado en las
instalaciones de investigación de Atomics International en Santa Susana al sur de California, ya
producía energía eléctrica para uso comercial: llevaba siete meses abasteciendo a la ciudad de
Moorpark, cercana a la central.
Cortines y Albisu en su viaje no se limitaron a conocer las instalaciones de General Electric.
También se interesaron por conocer las de Westinghouse en Pittsburgh. Entonces esta compa-
ñía estaba a punto de poner en funcionamiento, lo hizo el 2 de diciembre de 1957, la central nu-
clear de Shippingport a 40 km de Pittsburgh (Pensilvania) con un reactor de agua a presión (PWR)
de 60 MWe de potencia. En esos momentos tenía además en proyecto la construcción de otros
dos, uno para la Pennsylvania Power & Light Company y el otro para la Yankee Atomic Electric
Company que tenía previsto construir en Rowe (Massachusetts), la central nuclear de Yankee
Rowe. En los laboratorios de Pittsburgh Westinghouse disponía, al igual que General Electric, de
distintas instalaciones donde realizar ensayos hidráulicos y térmicos; sobre todo les interesaba
experimentar con la circulación del agua en el reactor de agua a presión.
Contactar con empresas consultoras especializadas y sondear posibles asesorías fue otro de los
intereses que ocupó la agenda de viaje de los ingenieros de NUCLENOR. Por ello nada más llegar
a Estados Unidos Gutiérrez-Cortines y Albisu trataron de gestionar un encuentro con el físico
nuclear Walter Zinn. El trabajo que este había desarrollado en el laboratorio de Metalurgia del
Proyecto Manhattan durante la segunda guerra mundial y después con la construcción del

79
Ibídem, p. 13.
80
A esta compañía también se desplazarían en 1961 y 1962 un grupo de investigadores de la JEN pues Atomics
International, como ya se ha dicho en el capítulo 1, fue la empresa elegida para diseñar el proyecto DON. El
ingeniero Luis Palacios, director del grupo de trabajo, fue uno de los investigadores de este organismo que viajó a
California; también lo hicieron Guillermo Velarde para estudiar la física del núcleo del reactor y Agustín Alonso que
se centró en conocer las cuestiones de seguridad nuclear.
74 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Chicago Pile-1, el primer reactor nuclear de investigación que en 1942 había llegado a la criti-
cidad en la Universidad de Chicago, le singularizaban entre los asesores en temas relacionados
con la física de reactores y con elementos combustibles. Entre 1946 y 1956 Walter Zinn había di-
rigido el laboratorio Nacional de Argonne donde había diseñado y construido nuevos reactores,
incluido el Experimental Breeder Reactor, primer reactor nuclear que produjo energía eléctrica
en diciembre de 1951. Tras dejar el Laboratorio Nacional de Argonne en 1956, Zinn se trasladó
a Florida y allí fundó su consultora, General Nuclear Engineering. El encuentro con Zinn, que
finalmente se produjo el 12 de noviembre de 1957 en Washington, importaba por todo ello par-
ticularmente a los ingenieros españoles. Tras exponerle el proyecto de Santa María de Garoña,
Walter Zinn manifestó su simpatía por los reactores BWR –su consultora General Nuclear Engi-
neering había participado en el diseño y construcción de varios– y aceptó asesorar a NUCLENOR
en la fase de los estudios preliminares aunque prefirió no comprometerse para el periodo de la
construcción81. Un compromiso que como veremos a continuación se materializó en los estu-
dios relacionados con la búsqueda del emplazamiento para la central.
Aunque les interesó el contacto con Walter Zinn, Cortines y Albisu buscaron otras posibles
consultoras con las que trabajar. INTERNUCLEAR, EBASCO, Gibbs & Hill y Bechtel fueron las
empresas más recomendadas por sus interlocutores82. Mientras la primera destacaba al igual
que General Nuclear Engineering, en asesoría sobre física de reactores, las otras tres se dis-
tinguían por estar más especializadas en ingeniería de centrales. Todas ellas, como veremos,
participaron con sus informes en el proceso de construcción de Garoña.
El tercer encargo que los ingenieros de NUCLENOR llevaban anotado en su agenda de viaje,
era presentar el proyecto de la central de Garoña a los poderes políticos y económicos nor-
teamericanos. Acompañados por un responsable de General Electric, Cortines y Albisu fueron
recibidos por John A. Hall y Allen J. Van der Weyden, director y subdirector respectivamente
del Departamento de Asuntos Internacionales de la US AEC. Este encuentro era importante
para los españoles. Contar con el apoyo de la AEC norteamericana ayudaría a allanar el camino
y a acelerar los planes de NUCLENOR en España. Ambos interlocutores encontraron correcto
el proyecto y realista en los plazos83. La solvencia de ambos era clara –Van der Weyden había
colaborado en el informe de los «tres sabios» del EURATOM–84. Contar con su apoyo fue una
buena forma de concluir el viaje de los ingenieros de NUCLENOR.
Por último en las conversaciones que tuvieron Cortines y Albisu con algunos responsables
del poder económico, del Chase Manhattan Bank y del Export-Import Bank fundamentalmen-

81
Ibídem, p. 20 y 33
82
Ibídem, p. 7 y 15.
83
Ibídem, p. 21.
84
Ver nota 20.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 75

te, utilizaron el proyecto de la central para convencer a los bancos norteamericanos de que
debían favorecer la bajada los precios de la tecnología y facilitar a las empresas españolas la
adquisición de moneda extranjera. A cambio los responsables del Departamento de Estado
norteamericano les pidieron que influyeran para modificar la legislación española y facilitar
la llegada a suelo español de empresas extranjeras interesadas en invertir en la búsqueda de
combustibles tanto convencionales como nuevos85. Era importante para NUCLENOR, y para el
resto de las empresas españolas, buscar incentivos que favorecieran sus inversiones máxime
cuando confirmaron con el Departamento de Estado que los estudios de los norteamerica-
nos, los datos más recientes que les mostraron correspondían a un informe que había sido
encargado a la compañía General Public Utilities, concluían lo mismo que los españoles, la no
rentabilidad económica de la energía de origen nuclear: «hoy por hoy» registra el cuaderno,
«no es económica la energía nuclear»86.

Trabajos de sondeo para la búsqueda de emplazamiento, 1958. Archivo Garoña

85
Ibídem, p. 23.
86
Ibídem, p. 22.
76 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Distribución demográfica alrededor de Garoña, 1958. Archivo Garoña

El viaje de 1957 de Cortines y Albisu por Estados Unidos y Canadá trazó la hoja de ruta que
articularía el proyecto de la central que NUCLENOR presentó para solicitar el permiso de cons-
trucción a la Delegación de Industria de Burgos el 12 de noviembre de 195887.
Aunque la mayor atención dedicada durante el viaje a los reactores BWR puede sugerir que
NUCLENOR ya tuviera decidido el tipo de reactor que quería instalar, en la memoria del pro-
yecto no hay nada que indique esta preferencia; tan solo se menciona que NUCLENOR conocía
la recomendación que habían hecho Louis Armand, Franz Etzel y Francesco Giordini, los tres
sabios de EURATOM -Three Wise Men-, sobre los reactores PWR, BWR, NUGG, a su juicio los más
recomendables para uso industrial (Armand, Etzel, Giordini, 1957: 63-78). Entre ellos estaría
la elección.

87
Proyecto de la central Bilbao-Ebro en Santa María de Garoña (Burgos), Bilbao, 21 de octubre de 1958. Archivo
Garoña.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 77

El proyecto de la central
En el proyecto que presentó NUCLENOR en noviembre de 1958 para solicitar la autorización para
construir la central, figuraba el deseo de instalar un reactor nuclear que generara 250 MWe de
electricidad. Con ello NUCLENOR pretendía cubrir el consumo que demandaría su mercado en
1966 que los cálculos de los expertos habían estimado en 9,1 TWh. Este crecimiento lo habían
calculado los técnicos de Iberduero y Electra del Viesgo utilizando el mismo índice de crecimiento
–el 10 por ciento– que el Ministro de Industria había calculado para el conjunto del mercado espa-
ñol en su discurso en las Cortes (Cortines, 1959). Querían además que el reactor estuviera a pleno
rendimiento a mediados de 1965. Para ello diseñaron un calendario que, como hemos visto, ha-
bían contrastado su viabilidad con expertos norteamericanos: entre los meses de enero y agosto
de 1960 prepararían el concurso; de septiembre a diciembre del mismo año, abrirían el plazo para
la presentación de ofertas; entre enero y junio de 1961 estudiarían y valorarían las propuestas,
para cerrar el contrato en junio de 1961. A partir de entonces y hasta junio 1965 se construiría y
montaría la planta. El plan de NUCLENOR era llevar al reactor a la criticidad en diciembre de 1964 y
utilizar los primeros meses de 1965 para realizar los ensayos y pruebas que fueran precisos. Unos
planes iniciales que hoy sabemos no pudieron cumplir.
Al tiempo que NUCLENOR preparaba la agenda del viaje a Estados Unidos y Canadá de Cortines y
Albisu para conocer la tecnología y el grado de aceptación que tendría el proyecto que estaban
diseñando, puso también en marcha otro viaje, esta vez interior, para buscar en la Península el lu-
gar adecuado donde ubicar la central. Encargaron para ello estudios topográficos, geológicos,
hidrológicos, meteorológicos, demográficos y sísmicos de distintos lugares con objeto de se-
leccionar el que mejor cumpliera con las necesidades de la empresa y con los requisitos, técnicos
y de seguridad, que exigía una central como la que pretendían construir. Bienvenido Gutiérrez,
de la sección nuclear de Iberduero y Lázaro Olivares, jefe de Proyectos y Montajes Eléctricos de
Electra de Viesgo, fueron los encargados de coordinar los distintos informes que resultaron de los
análisis y observaciones realizados88.
El primero de los estudios que recibió NUCLENOR en octubre de 1957 señalaba, como espacio
adecuado para el emplazamiento, la zona de la margen derecha del rio Ebro, al sur de Bilbao,
entre los embalses de Quintana y Sobrón que Iberduero estaba entonces construyendo en la pro-
vincia de Burgos89. La proximidad a Bilbao y sus alrededores, la disponibilidad de agua suficiente

88
El estudio geológico de la zona lo realizó Clemente Sáenz, catedrático de la Escuela Especial de Ingenieros de
Caminos. El análisis de los datos meteorológicos recogidos desde 1951 por los observatorios de Miranda de Ebro,
Logroño, Vitoria y Oña, lo hizo José María Lorente del Observatorio Meteorológico de Madrid. Ambos trabajos fueron
incluidos en Proyecto de Instalación de una central nuclear de 150 kWe. Nota sobre las condiciones geológicas
de los posibles emplazamientos, Bilbao, 28 de octubre de 1957, y en Información sobre las características de los
emplazamientos elegidos para una central nuclear, Bilbao, 5 de noviembre de 1957. Archivo Garoña.
89
Información sobre las características de los emplazamientos elegidos para una central nuclear. Bilbao, noviembre,
1957. Archivo Garoña.
78 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

para refrigerar y la poca población de la zona, destacaban entre los argumentos de peso para
su elección. El informe señalaba dos posibles lugares en el valle de la Tobalina –referidos como
A y B–, que apenas distaban 6 km uno del otro. Los dos puntos señalados, a orillas del embalse
del Salto del Sobrón, resolvían, como ya se ha mencionado, las necesidades de agua. Además
la zona estaba bien situada para llegar a los centros de mayor consumo de los mercados habi-
tuales de Iberduero y Electra del Viesgo. Las capitales de provincia más próximas a estos dos
lugares eran Vitoria a 42 km, Bilbao a 58 km, Burgos a 60 km y Logroño a 65 km. Y las más ale-
jadas, Santander y San Sebastián a 88 y 112 km respectivamente. El núcleo urbano con mayor
población en un radio de 30 km era Miranda de Ebro que contaba en 1957 con 16.000 habi-
tantes; el resto eran pequeñas localidades y pueblos que hacían que la densidad de población
alrededor de estos dos puntos fuera muy pequeña. Aunque el valle de Tobalina no contaba
con estaciones meteorológicas los técnicos de Iberduero y Electra del Viesgo suplieron la ca-
rencia de información sobre temperaturas, lluvias y vientos, utilizando los datos registrados
por el observatorio de Vitoria. La configuración orográfica de la región permitió extrapolar los
datos e incluirlos en el informe.
Para estudiar estos informes y la viabilidad de los posibles emplazamientos que proponían,
NUCLENOR contrató en enero de 1958 los servicios de la consultora norteamericana Internu-
clear Company. Esta firma le había sido recomendada a Cortines por General Electric y el Chase
Manhattan Bank en el viaje que unos meses antes había realizado a Estados Unidos al conside-
rar que era la única consultora absolutamente neutral en la elección de proyectos90. Además
estaba en ese momento asesorando a la Società Elettro Nucleare Nazionale italiana (SENN) en
la construcción de la central de Garigliano en Caserta, al sur de Italia, que había optado por un
reactor BWR de General Electric.
Los estudios topográficos, geológicos, hidrológicos, meteorológicos y demográficos que los
distintos especialistas habían realizado de la zona, fueron enviados a Internuclear Company
para que procediera a su análisis y evaluación. Todos ellos señalaban que el emplazamiento
seleccionado a orillas del Ebro, cerca de Barcina del Barco, era el más adecuado.
La consultora norteamericana partió, para realizar su estudio, del modelo de una central de
500 MWe de potencia que pudiera utilizar indistintamente un reactor tipo Calder-Hall, PWR
o BWR. Valoró en su informe que el emplazamiento seleccionado se encontrara cerca del
mercado eléctrico de NUCLENOR y del sistema de líneas de transporte que suministraban
energía eléctrica a Bilbao y sus alrededores. También que los datos que se aportaban del
caudal del río y de las temperaturas del agua, garantizaban el suministro adecuado para
la refrigeración de la central. Destacó también que los estudios geológicos y sismológicos

90
Viaje del Sr. Cortines a los EEUU y a Canadá acompañado del Sr. Albisu. Bilbao, diciembre de 1957. Archivo Garoña,
p. 1 y 3.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 79

indicaran que el subsuelo soportaría sin problema el peso de la planta propuesta y que el
terreno fuera además asísmico. El emplazamiento, a juicio de los norteamericanos, estaba
además convenientemente ubicado tanto para el suministro de materiales de construc-
ción como para el acceso y el transporte de la maquinaria y los componentes del reactor.
Por último Internuclear Company tampoco vio dificultades para una normal evacuación de
gases y aerosoles radiactivos tanto en la operación normal de la central como en caso de
accidente. Tras casi seis meses de estudio, la consultora concluyó que el lugar cerca de Bar-
cina del Barco satisfacía los requerimientos de construcción y recomendaba a NUCLENOR
proceder a comprar los terrenos y a iniciar la puesta en marcha de la central91.
Tras resolver el tema del emplazamiento NUCLENOR centró su atención en buscar asesoría
sobre el tipo de central que debía construir. Para ello en septiembre de 1962 encargó a la
consultora Burns and Roe que les hiciera un estudio sobre el tipo y potencia del reactor y
los costes que podía suponer construir en Santa María de Garoña una central nuclear de
«diseño norteamericano». Esta consultora había sido el architect-engineer de las centrales
convencionales de Jersey Central y había demostrado, por el trabajo realizado para la US
AEC que podían seguir y evaluar el proceso completo de construcción de una central. Tras
el viaje a España de algunos de sus ingenieros nucleares para conocer distintas instalacio-
nes e intercambiar información con fabricantes y representantes de la industria, Burns and
Roe envió a NUCLENOR un informe donde, además de hacer sus recomendaciones, incluía
un amplio estudio económico y una propuesta, acompañada de dibujos y diagramas, sobre
cómo debía organizarse la central92.
Para realizar su trabajo Burns and Roe utilizó como referencia un reactor tipo BWR. La expe-
riencia había demostrado que esta tecnología era segura y fiable además de, económica-
mente, la más competitiva. La consultora norteamericana garantizaba que una central de
este tipo podía tener una esperanza de vida de 20 años. Además destacaban que era posible
su construcción en España y que el tipo de trabajo de ingeniería que precisaba podía ser
asumido, hasta en un treinta por ciento, por la industria española. Las centrales que de este
tipo había ya en funcionamiento respaldaban los datos que ofrecían sobre el rendimiento y
el coste del combustible. La consultora también destacó en su escrito la adecuación del sitio
elegido, Santa María de Garoña, para las condiciones que requería una central como la que se
proponía construir NUCLENOR.

91
INTERNUC 30. Preliminary selection and evaluation of a site for a 500 MWe nuclear power plant in the Basque-
Cantabric region of Spain. 15 de agosto de 1958. Archivo Garoña. Este informe se incluyó en la memoria que
fue presentada en la Delegación de Industria de Burgos en noviembre de 1958 para solicitar la autorización para
construir la central.
92
Selection and estimated cost of a Nuclear Power Plant for construction in Spain. Burns and Roe, Inc. New York, 31
de diciembre de 1962. Archivo Garoña.
80 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Pero a pesar de que los asesores de Burns and Roe parecían sugerir en su informe que NU-
CLENOR debía decantarse por construir un central con un reactor BWR y que debían, por tanto,
invitar al concurso solo a empresas que tuvieran una sólida formación y experiencia en el diseño
y construcción de plantas similares, también recomendó que ampliaran su invitación a compa-
ñías fabricantes de reactores PWR para poder comparar y evaluar todas las ofertas. Ambos tipos
de reactores, a juicio de los consultores, eran los más seguros, viables y fiables productores de
energía a comienzos de la década de los 60.
Aunque la información que iba llegando a NUCLENOR de las consultoras fue importante para
ir perfilando el modelo de central, hubo otros foros que Gutiérrez Cortines frecuentó para
contrastar la información y para buscar aliados para el proyecto de Garoña. Su presencia por
ejemplo en la conferencia de Stresa de 1959 no fue casual93. En su ponencia «Market Research:
Views of the Electricity Supplier» Cortines, al tiempo que mostró su confianza en la energía nu-
clear para dar respuesta al crecimiento de la demanda energética en España, la utilizó también
para compartir cuestiones sobre las que llevaban tiempo pensando en NUCLENOR. La relación
entre el tamaño y la rentabilidad de la central, la envergadura de sus componentes y los proble-
mas de transporte, y los precios políticos del combustible, fueron algunas de las preocupacio-
nes que articularon su presentación:
«This subject [se refería al tamaño de la central] has been carefully studied in Spain by the two
groups of private companies formed there for the purpose of building and working nuclear
stations. Both groups have a wide experience in the electrical field: one in the North, formed by
the Iberduero and Electra de Viesgo companies, and known as NUCLENOR, which is planning a
plant of 500 eMW in two units of 250 eMW each, and another group in the South formed by the
companies Hidroeléctrica Española, Unión Eléctrica Madrileña and Compañía Sevillana de Elec-
tricidad which is planning for the central-Southern region a nuclear power station of very similar
characteristics (...) The great weight of some of the components of a large nuclear power station
may be a serious difficulty in certain cases. We know the very special measures which have so-
metimes been taken to transport certain components of a nuclear plant to their destination. The
fact that on considering a possible site, this question of transport is one of the aspects which
have to be carefully studied, points to and confirms the desirability of resolving the difficulty
as far as possible in the factory. I think that the manufacturers of nuclear plants should make it
a point that the components of the reactor are manufactured and delivered in such a way that
the maximum weight and bulk of any single shipment do not exceed those required by the
conventional parts of the plant, which generally correspond to the turbo-generating sets (...) I

93
European Conference for Enterpriser about Industrial Prospects of the Nuclear Energy. Stresa, 11th-14th, May,
1959. Estas reuniones organizadas por la Organización Europea para la Cooperación Económica (OEEC) y las de las
Asambleas Anuales del International Industrial Forum, donde Gutiérrrez-Cortines también participó (Gutiérrez-
Cortines, 1964), tuvieron mucha influencia en la configuración del mapa industrial nuclear español.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 81

should not like to end these comments, without making a very brief reference to the re-sale
of plutonium. For the producer of electricity the re-sale of plutonium is a troublesome and
worrying necessity, because it means that the price of kWh depends on that which is obtained
for plutonium and we do not know whether this will be a real price highly-variable or a
still-more-highly-variable political price. For this reason will be especially attractive those
solutions which offer a rate of burn-up sufficiently high for the cost of the fuel per kWh to
be reasonable without credit for plutonium» (Gutiérrez Cortines, 1959).

El concurso
El 8 de agosto de 1963, casi cinco años después de hacer la solicitud, NUCLENOR recibió la
autorización «en principio» del Gobierno para construir la central94. Comenzaron entonces
a preparar el proyecto que sirvió de base para establecer el pliego de condiciones para pro-
ceder a encargar su construcción mediante un concurso internacional, tal y como se había
hecho en Zorita.
El 12 de junio de 1964 NUCLENOR invitaba a concursar, siguiendo las sugerencias e indi-
caciones que habían recibido de Burns and Roe, a tres firmas norteamericanas –Babcock
& Wilcox Company, International General Electric Company y Westinghouse Electric Inter-
national Company–, y a un consorcio inglés –The Nuclear Power Group–. El 1 de marzo de
1965, cumpliendo con el plazo establecido, todas ellas habían enviado sus propuestas.
NUCLENOR conocía bien a las tres empresas norteamericanas y la tecnología que ofrecían.
Sus ingenieros, como hemos visto, habían visitado sus instalaciones y habían mantenido los
contactos. La correspondencia que estableció Gutiérrez-Cortines con representantes de la
embajada española en Washington sugiere que además del viaje de 1957, el vicepresidente
y consejero delegado de NUCLENOR había vuelto a Estados Unidos por lo menos en otras
cuatro ocasiones más, antes de la resolución del concurso. Uno de los viajes lo realizó en
1959; el segundo en 1962 en compañía de José Luis Antoñanzas; el tercero entre septiem-
bre y octubre de 1963 y el cuarto en noviembre de 1964. Aunque dos de ellos coincidieron
con congresos internacionales, en la Annual Conference del Atomic Industrial Forum de
1964 celebrado en San Francisco (California) participó con una ponencia titulada «European
View on Toll Enrichment» (Gutiérrez-Cortines, 1964), Gutiérrez-Cortines también los apro-
vechó, sobre todo el de 1963, para ultimar con el embajador de España en Washington,
Antonio Garrigues Diaz Cañabate y con Miguel Aldasoro, entonces agregado comercial de

94
Orden de 8 de agosto de 1963 por la que se autoriza en principio a «Centrales Nucleares del Norte S.A.»
(NUCLENOR) para instalación de una central nuclear para la generación de energía eléctrica. BOE de 17 de agosto
de 1963, 197: 12318-12319.
Ver nota 33.
82 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

la embajada, la documentación técnica que junto a las invitaciones NUCLENOR debía enviar a las
empresas que quería que participaran en el concurso de la central95.
Las prolijas anotaciones que realizó Cortines en ese viaje de 1963 sobre las visitas a los tres fabri-
cantes norteamericanos que unos meses después invitarían a concursar, y el detalle con el que
registró las conversaciones que mantuvo con distintas consultoras norteamericanas, muestran
que NUCLENOR no solo tenía que comprar tecnología, también tenía que conseguir información
que les ayudara a decidir qué tecnología adquirir y les aportara capacidad para negociar. La nece-
saria interacción que se produjo entre NUCLENOR y las distintas firmas asesoras que les orienta-
ron sobre cómo organizar y resolver el concurso primero y sobre la construcción después, abre
un espacio interesante de estudio sobre el papel tan determinante que adquirieron las consul-
toras en el desarrollo nuclear no solo español. Si bien se ha empezado a estudiar la influencia
que tuvo el trabajo de estas consultoras en el crecimiento de las capacidades competitivas de
algunas firmas españolas (Álvaro-Moya, 2014), queda todavía mucho por conocer sobre como
influyeron en el desarrollo nuclear no solo español, la estandarización que estas consultoras fue-
ron poco a poco introduciendo en los procesos de selección. La publicación en 1960 del volume
A uniform procedure for use in the evaluation of nuclear power reactors sugiere que ya entonces
este era un asunto que preocupaba (Atomic Industrial Forum, 1960).
Las tres empresas norteamericanas invitadas por NUCLENOR aportaban experiencia al menos
en dos sectores distintos de la industria. Mientras Babcock & Wilcox Company tenía su origen
en la industria del vapor, Westinghouse y General Electric eran empresas que habían crecido vin-
culadas a la industria eléctrica. El interés de NUCLENOR por invitar a participar en el concurso al
conjunto de firmas de Reino Unido que se agrupaban bajo el nombre The Nuclear Power Group
(TNPG) sugiere la voluntad de conectar con Europa y sobre todo la posibilidad de ampliar su
elección a otra tecnología: la de un reactor refrigerado por gas, moderado por grafito y alimenta-
do por uranio natural. Aunque sabían que la introducción de otra tecnología podría encarecer y
dificultar la evaluación del concurso NUCLENOR prefirió incluirla tras asesorarse con la consultora
inglesa Merz and McLellan96. Con ello pusieron de nuevo en un primer plano la discusión, tan
presente no solo en los foros españoles, sobre la «economía» y la «independencia» del uso del
uranio natural frente al uranio enriquecido.
En 1954 Calder-Hall había puesto en marcha un primer reactor de este tipo en Cumberland para
producir plutonio (Jay, 1956). El curso que la Escuela de Calder Hall impartía sobre la tecnología
de estos reactores, había dado la oportunidad en 1957 a Bienvenido Gutiérrez –el mismo técnico
de Iberduero al que hemos visto se le había encargado coordinar los informes realizados para la

95
Correspondencia con la embajada de Estados Unidos, Archivo Garoña. Ver nota 33.
96
Merz and McLellan. Report on a Proposal for a 300-325 MW Nuclear Power Station. London, September, 1963.
Archivo Garoña.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 83

elección del emplazamiento- de conocer, experimentar y formarse con los primeros reactores
productores de energía eléctrica que de este tipo habían sido puestos en marcha en Europa.
En este curso, al que también asistieron otros españoles –dos técnicos del INI y otro de Tecna-
tom–, Bienvenido Gutiérrez compartió clases y ensayos con especialistas de Dinamarca, Suecia,
Japón, Holanda, India, Bélgica, Alemania, Suiza e Inglaterra97. Las instalaciones y los cursos de
Calder-Hall resultaron determinantes para la institucionalización de la ingeniería nuclear y para
el reconocimiento de una nueva profesión técnica en los ingenieros nucleares no solo en Ingla-
terra (Johnston, 2009).
Con la incorporación al concurso del reactor refrigerado por gas, moderado por grafito y alimen-
tado por uranio natural NUCLENOR mostraba la voluntad de sumar a la tecnología norteamerica-
na, centrada en los reactores de agua a presión (PWR) de Westinghouse y Babcock & Wilcox, y en
los de agua hirviendo o en ebullición (BWR) de General Electric, la tecnología europea. Las cen-
trales ya inauguradas de Shippingport (1957) y de Yankee Rowe (1960) garantizaban la solvencia
de los reactores PWR de Westinghouse, la de Vallecitos (1957) la de General Electric y su reactor
BWR, y la de Dungeness Station (1965) avalaba la elección de la participación en el concurso de
la tecnología inglesa.
Gibbs and Hill fue la consultora que NUCLENOR contrató para que seleccionara la mejor oferta.
Las recomendaciones que les había hecho en los encuentros previos que habían mantenido para
preparar el concurso, habían convencido a NUCLENOR de que eran los más indicados para ase-
sorarles en este proceso98. Gibbs and Hill contó a su vez con otros dos grupos de asesores, los
norteamericanos Nuclear Utilities Services y con los ingleses Merz and McLellan. A los primeros
les encargó evaluar la mecánica y el diseño de los reactores ofertados por los norteamericanos
y a los segundos, que ya habían demostrado conocer bien los reactores refrigerados por gas,
moderados por grafito y alimentados por uranio natural, que hicieran una evaluación económica
preliminar de la propuesta de The Nuclear Power Group.
El diseño que presentó The Nuclear Power Group era el mismo que habían utilizado en la cen-
tral nuclear de Dungeness –en febrero de 1965 estaba a punto de ser conectada a la red– y el
mismo que estaban siguiendo también para el reactor y la turbina de la central de Oldbury en
Gloucestershire, que se inauguraría dos años después. En su oferta el consorcio inglés expresaba
el acuerdo previo que habían alcanzado con cuatro empresas españolas –Agromán, la Sociedad
Española de Construcción Naval, la Maquinista Terrestre y Marítima, e Isolux– para trabajar en la
construcción de la central en caso de ganar el concurso99.

97
Bienvenido Gutiérrez. La central nuclear de «Calder Hall» y las futuras centrales nucleares de Gran Bretaña.
Noviembre, 1957. Archivo Garoña.
98
Anotación de las entrevistas mantenidas el 4 y el 24 de octubre de 1963. Cuaderno de viaje. Estados Unidos, 30
de septiembre a 26 de octubre. No se menciona el año pero todo indica que se produjo en 1963. Archivo Garoña.
99
The Nuclear Power Group. Tender for 300 MWe Nuclear Power. NUCLENOR. February, 1965. Archivo Garoña.
84 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Tras esa primera evaluación realizada por Merz and McLellan en la que afloraron importan-
tes diferencias económicas entre las propuestas norteamericanas y la inglesa –esta última
duplicaba el coste del kW de las otras–, comprobaron primero que esa diferencia no res-
pondía a un error y después que las ofertas norteamericanas eran técnicamente acepta-
bles100. Entonces Gibbs and Hill recomendó dejar fuera del concurso a la tecnología europea
y decidieron, conjuntamente con NUCLENOR, no seguir considerando la oferta del consorcio
inglés101. Una decisión que Cortines había conocido el 1 de abril de 1965 de forma confidencial
a través de una carta en la que Merz and McLellan –la consultora que recordemos había suge-
rido a NUCLENOR invitarles al concurso–, manifestaba su desagrado por la oferta «cara y nada
competitiva» que había enviado The Nuclear Power Group102.
Aunque Babcock & Wilcox llevaba tiempo trabajando en reactores de corrimiento espectral
(Spectral Shift Reactors) y tanteó en sus conversaciones con NUCLENOR la posibilidad de ofer-
tar uno de ellos103, finalmente eligió proponer la construcción de una central nuclear PWR de
300 MWe de potencia104. A pesar de que en la oferta de Babcock & Wilcox quedaba claro que
tenían pendiente fabricar el circuito de experimentación (test loop) donde comprobar algunos
de los componentes para presentar un diseño más definitivo, los asesores de Gibbs and Hill les
mantuvieron en el concurso y evaluaron su oferta hasta el final junto a las de General Electric
y Westinghouse.
La experiencia de los reactores que General Electric tenía ya en operación cuando presentó
su oferta a NUCLENOR indicaba, según los asesores de Nuclear Utility Services, que los prin-
cipales problemas que podía presentar su propuesta en el área del diseño y mecánica del
reactor estarían sobre todo relacionados con el revestimiento de zircaloy en el soporte de
las vainas del combustible105. Las vainas, que al principio se construían con acero inoxidable,

100
Tablas manuscritas con los datos comparando las cuatro propuestas de la fase primera de la evaluación en Gibbs
and Hill, Inc. Comparison of Proposals Evaluation. Summary Sheets. April, 1964. Archivo Garoña.
101
Gibbs and Hill, Inc. Consulting Engineers, New York. Report on Evaluation of Proposals 300 MWe Nuclear Power
Station Turnkey Project. June, 1965. Vol. 1, p. 1. Archivo Garoña.
El informe de Merz and McLellan titulado TNPG Bid-Preliminary Economic Assessment, está incluido en el Apéndice
B, Volumen I.
102
Carta de Merz and McLellan a Cortines, 1 de abril de 1965. Carpeta de correspondencia con las consultoras que
gestionan el proceso: Gibbs and Hill, Merz and McLellan. Archivo Garoña.
103
Anotación de la entrevista mantenida el 4 de octubre de 1963. Cuaderno de viaje. Estados Unidos, 30 de
septiembre a 26 de octubre. No se menciona el año pero todo indica que se produjo en 1963. Archivo Garoña.
104
Babcock & Wilcox. Proposal to Centrales Nucleares del Norte, S.A. Santander, Spain for 300 MWe Nuclear Power
Station. March, 1965. Archivo Garoña.
105
Gibbs and Hill, Inc. Consulting Engineers, New York. Report on Evaluation of Proposals 300 MWe Nuclear Power
Station Turnkey Project. June, 1965. Archivo Garoña.
El informe de Nuclear Utility Services, document NUS-226, está incluido en el Apéndice A, Volumen I.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 85

comenzaban entonces a incorpo-


rar ese nuevo material cerámico
porque ofrecía unas propiedades
mecánicas –resistencia a la corro-
sión– y térmicas mejores, y ade-
más absorbía menos neutrones.
Lo mismo ocurría con la práctica
que ofrecían los reactores de Wes-
tinghouse que señalaban también
al revestimiento de zircaloy como
una de sus principales incertidum-
bres. Conscientes de ello Westin-
ghouse destacó en su propuesta Firma del acuerdo con el Eximbank, Washington 1967. Archivo Garoña
las distintas mejoras que sobre
este asunto estaban introduciendo en las centrales que tenían entonces en construcción106. Una
de ellas la habían incluido en el revestimiento de Zircaloy de una abrazadera que habían diseña-
do para Zorita. Pero aunque Westinghouse expresaba en su propuesta que tenía ya programadas
distintas pruebas y ensayos esto no pareció convencer a los asesores de Nuclear Utility Services
que vieron falta de tiempo para corregir cualquier problema que pudiera surgir sobre todo con
el diseño del ensamblaje del combustible.
El conjunto combustible que General Electric ofertó para Garoña, fue mejor valorado por los ase-
sores de Nuclear Utility Services. Propuso un diseño idéntico al que ya tenía funcionando desde
junio de 1964 en la central de Dresden. Lo que aseguraba, a diferencia de Westinghouse, tiempo
para identificar y corregir cualquier deficiencia que se pudiera dar antes de que la planta de
NUCLENOR entrara en funcionamiento. Además Westinghouse no garantizaba la gestión del
enriquecimiento inicial del uranio ni tampoco asumía los perjuicios que pudieran ocasionar el
mal funcionamiento de los conjuntos combustibles107.
Aunque Nuclear Utility Services concluyó que las tres propuestas eran satisfactorias, consi-
deró la de General Electric la más adecuada. Destacó que si bien el proyecto presentado por
Babcock & Wilcox parecía apropiado, no resistía una revisión detallada del conjunto. Y en el
caso de la oferta de Westinghouse, a pesar de que la experiencia de sus reactores demostraba
suficiente solvencia sobre todo en su mecánica, los consultores de Nuclear Utility Services

Westinghouse. Proposal for Nuclenor Santa Maria de Garoña Nuclear Power Plant. March, 1965. Archivo Garoña.
106

Evaluación Westinghouse. Informe de Hernández Varela sobre las garantías del combustible propuesto por
107

Westinghouse, abril 1965. Archivo Garoña.


86 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

priorizaron que General Electric pudiera ofrecer un mayor margen en los tiempos para reaccio-
nar e introducir posibles modificaciones al proyecto.
Para los asesores de Gibbs and Hill los méritos técnicos que aportaban las ofertas de Gene-
ral Electric y de Westinghouse eran tan parecidos que para tomar la decisión final optaron
por añadir, a las evaluaciones técnicas, cuatro variables más que finalmente fueron las que
inclinaron la balanza. La oferta que en su conjunto acreditara ser la más económica, la que
garantizara el coste más bajo de la energía generada, la que estuviera en mejores condicio-
nes para absorber los costes de las posibles desviaciones que durante la construcción se
pudieran dar, y por último la que ofreciera más garantías de no incrementar los precios del
combustible, saldría beneficiada.
Pero además de esas variables que los consultores destacaron en sus informes, segura-
mente la relación previa existente entre Iberduero y General Electric pudo también influir
en la elección: el fabricante norteamericano tenía una participación del 3 por ciento en
Iberduero y les había asesorado, mediante contratos de asistencia técnica financiados con
recursos del Eximbank, en la construcción de algunas de sus plantas térmicas durante la
década de 1950. Otro factor que también influyó fue que General Electric se había ofrecido,
y así lo había destacado en su propuesta, a financiar el proyecto mientras NUCLENOR ne-
gociaba el crédito del Eximbank; además esta compañía se había mostrado dispuesta para
gestionar un crédito para la compra del uranio enriquecido para la primera carga del reactor
(Rubio-Varas y de la Torre, 2017: 129).
Tras el concurso se abrió un nuevo periodo de negociación entre General Electric y NUCLE-
NOR. A pesar de ser la ganadora del concurso, la firma norteamericana tuvo que introducir
en su propuesta diversas enmiendas y modificaciones para dar respuesta a las cuestiones
planteadas por los consultores108. Por ello antes de poner en marcha la construcción de la
central, Gibbs and Hill recomendó a NUCLENOR que celebrara distintas reuniones con Gene-
ral Electric con objeto de acordar el proyecto definitivo de la central y redactar un contrato
que reflejara las modificaciones requeridas. La redacción definitiva del proyecto está fecha-
da el 15 de agosto de 1966, más de un año después de que el Consejo de Administración
de NUCLENOR acordara, el 22 de julio de 1965, adjudicar la construcción de la central de
Garoña a International General Electric109. Y el contrato definitivo no se firmó hasta el 14 de

108
Gibbs and Hill, Inc. Consulting Engineers, New York. Report on Evaluation of Proposals 300 MWe Nuclear Power
Station Turnkey Project. June, 1965. Archivo Garoña.
Las modificaciones solicitadas a General Electric fueron incluidas en Items requiring discussion prior to issuing
letter of intent, Apéndice D, Volumen I.
109
International General Electric.Technical Description. Santa Maria de Garoña, Boiling Water Reactor Nuclear Power
Plant. Technical Description, Vol. I, II y III. Drawings, Vol. IV. August, 1966. Archivo Garoña.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 87

septiembre de 1968. El primer contrato firmado el 15 de septiembre de 1966, había sufrido


modificaciones el 12 de marzo, el 20 de junio y el 12 de diciembre de 1967, y el 19 de febrero
de 1968110.
El año que necesitó General Electric para tener el proyecto definitivo de la central y las distintas
modificaciones que se fueron introduciendo en el contrato sugieren que tal y como Gibbs and
Hill había anunciado, la negociación entre General Electric y NUCLENOR, que llevaron funda-
mentalmente Miguel Barandiarán ingeniero jefe del proyecto y Joaquín Cervera director gene-
ral de NUCLENOR, fue casi tan ardua como la construcción propia de la central.
En paralelo a estas negociaciones los técnicos de NUCLENOR tuvieron también que ocupar-
se de sentar las bases para el acuerdo de colaboración que, por indicación del Ministerio de
Industria, tenían que establecer con la JEN. El punto cinco de la orden que autorizaba al con-
sorcio eléctrico a construir la central obligaba, al igual que había ocurrido con Unión Eléctrica
Madrileña, a establecer un acuerdo para que Garoña se convirtiera en un lugar donde la expe-
riencia obtenida durante su construcción y su periodo de explotación pudiera ser aprovecha-
da y transferida. La JEN y NUCLENOR consensuaron primero unas bases en las que también
debía estar conforme la empresa norteamericana, ya que esta tenía que comprometerse a
realizar y compartir ensayos y experiencias sobre el comportamiento del reactor111. Los in-
vestigadores y técnicos de la JEN vieron en Garoña el lugar donde obtener medidas de la
distribución de potencia del núcleo del reactor al menos –tal y como se estableció en el
acuerdo– durante la vida de operación del primer núcleo. En Garoña los investigadores de la
JEN pudieron trabajar en el análisis del contenido isotópico de los combustibles irradiados:
la comparación de las medidas con los resultados de los cálculos sirvieron para evaluar los
modelos analíticos que entonces estaban utilizando. Con los estudios del ciclo del combusti-
ble pudieron comparar distintos ciclos –los de polvo compactado y los de óxido de plutonio
por ejemplo–, y determinar el ciclo o ciclos más prometedores para la economía energética
de España. Otro de los beneficios que tuvo la JEN con la firma de este acuerdo fue participar
del desarrollo de mejoras de un ordenador que, para el registro de datos, cálculos y control de
procesos, General Electric había incluido en su oferta junto al reactor. Este ordenador, enton-
ces inédito en España, sirvió para incorporar otras maneras de conocer y experimentar y para
adiestrar en prácticas hasta entonces no incorporadas a los espacios industriales españoles.
Científicos e ingenieros de la JEN viajaron, amparados por este acuerdo de colaboración, al
Laboratorio Atómico que General Electric tenía en Vallecitos dedicado a investigar sobre irra-
diación de cápsulas, operaciones con celdas calientes, metalurgia y física.

110
Contract between Centrales Nucleares del Norte, S.A. and General Electric Company. U.S.A. Equipment, Fuel and
Services for Santa María de Garoña Nuclear Power Station. Contract Ige-9873, September 1968. Archivo Garoña.
111
Central Santa María de Garoña. Bases del acuerdo de investigación y desarrollo con la JEN. Santander, octubre,
1965. Archivo Garoña.
88 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Edificio de la turbina, octubre 1967. Archivo Garoña

La construcción
En septiembre de 1966 se iniciaba la construcción de la central y en paralelo la negociación
con el Eximbank para conseguir la necesaria financiación. Nueve meses después, en junio de
1967, Manuel Gutiérrez-Cortines firmaba el acuerdo con el Eximbank en Washington por el
que obtenía un primer préstamo de 37,7 millones de dólares para importar los componentes
de fabricación norteamericana para la planta, y un segundo –en condiciones análogas al con-
seguido para Zorita– de 6,5 millones de dólares para costear el enriquecimiento del uranio112.
Un consorcio compuesto por cinco de los bancos privados españoles más importantes de en-
tonces –Bilbao, Vizcaya, Santander, Español de Crédito y Central–, respaldaron a NUCLENOR
avalando los créditos (Rubio-Varas y de la Torre, 2017: 129).
La memoria de obra, que cada tres meses NUCLENOR tuvo que enviar al Eximbank de acuerdo
con lo estipulado en el artículo XII del contrato firmado, muestra con detalle cómo se produjo
la construcción. Junto a los tiempos, planeados y reales, también figuran los costes de la obra

Evaluación Westinghouse. Informe de Hernández Varela sobre las garantías del combustible propuesto por
112

Westinghouse, abril 1965. Archivo Garoña.


SANTA MARÍA DE GAROÑA 89

Edificio de la turbina del reactor, septiembre 1969. Archivo Garoña

y el reparto del gasto entre General Electric y NUCLENOR; las fotografías que acompañaban
cada uno de los envíos iban dando forma y fe del avance de unas obras que se prolongaron
durante casi cinco años, y que no hubieran sido posibles sin el apoyo financiero del banco
norteamericano (Rubio-Varas y de la Torre, 2017: 129-130).
Fueron muchas las empresas, no solo españolas también europeas, que junto a las norteame-
ricanas participaron de la construcción de la central. Siguiendo el consejo que Cortines había
recibido de la consultora Gibbs and Hill113 –que había advertido sobre la pérdida del control
directo de los procesos de construcción que se solían dar cuando la compra de la central se
hacía mediante un acuerdo llave en mano–, NUCLENOR contrató los servicios de EBASCO
para dirigir y realizar los trabajos de ingeniería de la central114. La consultora norteamericana
sugirió también proceder con subcontratas, lo que permitiría a NUCLENOR elegir en cada
momento la mejor oferta y llevar un mayor control de las obras de construcción. Así junto a
General Electric que se ocupó de todo lo relacionado con la instrumentación nuclear, tam-
bién participaron Entrecanales y Tavora que tuvo a su cargo la obra civil; Degrémont, una
empresa francesa especializada en tratamientos de aguas; la firma bilbaína Nervión, especia-
lista en tuberías de alta calidad; la empresa española Sade fue la que se ocupó de la construc-
ción del sistema eléctrico y el de ventilación lo hizo Acoysa, otra empresa nacional.

113
Anotaciones del 4 y 24 de octubre de 1963. Cuaderno de viaje. Estados Unidos, 30 de septiembre a 26 de
octubre. No se menciona el año pero todo indica que se produjo en 1963. Archivo Garoña.
114
Central nuclear de Santa María de Garoña. Especificaciones. Ebasco Services Incorporated. Septiembre 1964.
Archivo Garoña.
90 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Puente sobre el Ebro, 1966. Archivo Garoña

Las obras comenzaron en septiembre de 1966 con los trabajos auxiliares de excavación, la
carretera de acceso a la central y el puente sobre el Ebro115. Aunque las pilas de apoyo del
puente estaban construidas desde 1960, NUCLENOR encargó a Entrecanales y Tavora que
dimensionara para el puente tres tramos isostáticos de 25 metros de luz teniendo en cuenta
tres posibles hipótesis de sobrecarga: la vasija del reactor de 317,5 toneladas cargada sobre
un remolque de 250 toneladas; un remolque indicado por General Electric de 90,8 toneladas;
y cuatro convoyes militares tipo, compuestos por camiones de 20 toneladas o por carros de
combate de 60 toneladas. Tras los distintos cálculos los ingenieros de Entrecanales concluye-
ron que este último supuesto era el que ejercía la mayor sobrecarga, por lo que se acordó di-
mensionar el puente en función de esa tercera hipótesis. De las distintas soluciones materia-
les que barajaron para construir los tramos –metal, hormigón con armadura rígida, hormigón
armado y pretensado–, se decantaron por la última opción116.
En febrero de 1967 se inició la cimentación del edificio del reactor. En este edificio ade-
más del reactor se ubicarían también los sistemas auxiliares del reactor y las instalaciones
de almacenaje y de carga del combustible. Tres meses después comenzó la construcción
de la vasija de contención primaria que quedó disponible, tras un año de trabajo, para alojar
la vasija del reactor. En ese año se soldaron in situ hasta 1.200 toneladas de acero al carbono
en chapas de hasta 100 milímetros de espesor; se realizaron 6.000 metros lineales de solda-
duras y 12.000 radiografías. En octubre de 1968 se realizaron las primeras pruebas de fugas y

115
Entrecanales y Tavora. Obras y Proyectos. Construction of civil works for Santa Maria de Garoña Nuclear Power
Plant 1969; 460 MWe BWR Installation. Contract specifications. Julio, 1966. Archivo Garoña.
116
Entrecanales y Tavora. Puente sobre el rio Ebro. Anteproyecto, diciembre de 1965. Archivo Garoña.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 91

se comprobó la capacidad
de la vasija de contención
para absorber la fuerza
expansiva en caso de que
se produjera un escape de
vapor; era importante evi-
tar posibles daños en los
elementos internos del re-
actor, en el equipo auxiliar,
e incluso en las mismas pa-
redes de acero de la vasija.
A finales de 1967 también
comenzó el hormigonado
del pedestal que soportaría
el turboalternador; una gi-
gantesca máquina de más
de 50 metros de longitud
y un millar de toneladas de Traslado de la vasija del reactor, 1968. Archivo Garoña
peso que requirió que cada uno de sus pilares tuviera un perímetro de 12 metros.
Si levantar los cimientos de la central supuso una obra de dimensiones poco conocidas en Es-
paña, tal y como sugieren las cifras incluidas en los informes cuatrimestrales que NUCLENOR
envió al Eximbank con la evolución de los trabajos, los transportes de la vasija del reactor y del
turboalternador, fueron también operaciones complicadas para la que solo se contaba con la
experiencia de Zorita. Las dimensiones de estas dos grandes e indivisibles piezas, que fueron
trasladadas desde el puerto de Bilbao hasta Garoña entre septiembre y octubre de 1968, preci-
saron de una nueva e innovadora logística que requirió ensayar y estudiar detalles y situaciones
hasta entonces inéditos en España. Conscientes de la envergadura de la operación unos meses
antes los técnicos de NUCLENOR realizaron un simulacro del viaje, a modo de ensayo general,
con un tanque de iguales dimensiones y peso a la vasija del reactor construido por Mecánica
de la Peña S.A117. Las imágenes numeradas y anotadas con escuetos comentarios de cada una
de las curvas que el convoy iba a tener que tomar, de los puentes y túneles que debería cruzar
y de las complicadas maniobras que el trazado de las calles de algunas poblaciones requería,
sugieren que también en una cuestión aparentemente tan básica como puede ser un transpor-
te, los ingenieros y técnicos españoles necesitaron experimentar para aprender (De la Torre;
Rubio-Varas, 2018).

Pictures of the report on the trip of the mock up of the reactor vessel from Bilbao to Santa María de Garoña
117

nuclear power plant. Prepared by EPTISA, Madrid for Ebasco Overseas Corporation, June 1966. Archivo Garoña.
92 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Imágenes del simulacro realizado para el traslado de


la vasija del reactor, 1966. Archivo Garoña

Según las crónicas que recogieron tan singu-


lar viaje, el traslado por carretera de la vasija
del reactor y del turboalternador constituyó el
transporte de «mayor trascendencia» efectuado
hasta entonces en Europa118.
El conjunto de imágenes que registraron el en-
sayo del traslado son una buena metáfora, como vimos también para el caso de Zorita, de lo
que significó la llegada de la tecnología nuclear a España. Las fotos del recorrido muestran
unos espacios que quedaban pequeños para acoger una maquinaria –el convoy se atoró en
varios puntos del recorrido–, que finalmente, en muy poco tiempo, cambiaría el paisaje es-
pañol. A pesar de esa diferencia de escala que mostraban las imágenes, el espacio industrial
español fue capaz de incorporar la tecnología.
La vasija del reactor, una pieza con un peso superior a las 310 toneladas, había sido construi-
da en Rotterdam por encargo de General Electric. Allí la embarcaron en un buque dotado de

118
Inauguración de Santa María de Garoña, Don Voltio, mayo 1972, número extraordinario, p. 44.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 93

unas grúas especiales para su carga en el puerto holandés y posterior descarga en el puerto
de Bilbao119. Para su transporte por carretera fue preciso construir dos remolques capaces de
soportar 200 toneladas cada uno. Cuatro tractores, que arrastraban los remolques, encabe-
zaron un convoy de 99,30 metros de longitud, que movilizó y ocupó, durante casi un mes,
a un centenar de personas. Durante los 221 km del recorrido tuvieron que desmontar líneas
de ferrocarril, desviar líneas telefónicas, establecer cruces de líneas de alta tensión, apuntalar
puentes y modificar curvas.
En octubre de 1968 llegó a la central la vasija del reactor. Fue colocada en el interior de la vasija
de contención; esta tenía una geometría que incluía una esfera, sobre cuyo fondo inferior se
apoyó la vasija del reactor, y en su parte superior un cilindro por el que se introdujo la vasija del
reactor y se harían después las operaciones de carga y descarga del combustible. Por su simili-
tud, el conjunto fue conocido desde su construcción como «la bombilla»120. De acero soldado,
como ya he mencionado, había sido tratada térmicamente en hornos fabricados a pie de obra.
Su encofrado interno fue construido con fibra de vidrio y poliéster.
En enero de 1969 comenzó la
instalación del turboalterna-
dor. Para ello se utilizó una grúa
puente que por dimensiones, 45
metros de luz y 150 toneladas
de potencia, era la de mayor en-
vergadura que hasta entonces se
había construido en España.
El 1 de febrero de 1970 General
Electric certificaba que la vasija
del reactor y las tuberías conec-
tadas a la misma, habían res-
pondido de forma satisfactoria
y cumplido con los estándares
norteamericanos (USA Standard
Code for Piping) tras haber sido
sometidas a distintas pruebas hi- Certificado de General Electric de la prueba de la vasija del reactor,
drostáticas121. febrero de 1970. Archivo Garoña

119
«Embarque de la vasija para Santa María de Garoña», ABC, 4 de septiembre de 1968, 4.
120
«Los trabajos y los días de Santa María de Garoña», ABC, 10 de octubre de 1968, 11.
121
Certificate of the test. General Electric Technical Services Company Inc. Overseas Nuclear Power Operation.
Nuclear Power Plant Santa María de Garoña, Spain. Given this 1 day of February at Santa María de Garoña, Spain.
Archivo Garoña.
94 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Sala de la turbina del reactor, septiembre 1969. Archivo Garoña

En 1970 se dio un paso más con la carga de los elementos combustible de uranio enriquecido.
Pero en contra de lo que recomendaba la autorización para construir la central que NUCLENOR
había recibido de la Dirección General de la Energía en 1963122, en esta primera carga no utiliza-
ron uranio natural español como materia prima. Razones de calendario obligaron al consorcio
español a solicitar, en mayo de 1967, permiso para usar uranio de procedencia extranjera. Tras
un informe favorable de la JEN el Ministerio de Industria autorizó su adquisición. NUCLENOR
tenía dos posibilidades, comprar a la US AEC el hexafluoruro de uranio enriquecido o bien ad-
quirir en el mercado el uranio natural y contratar después su conversión y enriquecimiento.
Para valorar esta segunda opción, como sabían que la oferta de la US AEC se basaría en los
precios y condiciones entonces vigentes, contactaron con once firmas norteamericanas y tres
canadienses123. Solo recibieron respuesta de estas tres últimas y no les resultaron convincentes:

122
Ver nota 94.
123
Las norteamericanas eran: The Anaconda Company, Atlas Corporation, Cotter Corporation, Federal Resources
Corporation, Homestake-Sapin Partners, Kerr-McGee Corporation, Tidewater Oil Company, Union Carbide
Corporation, United Nuclear Corporation, Utah Construction and Mining Company, y Western Nuclear, Inc.
Y las canadienses: Denison Mines, Ltd., Eldorado Mining and Refining, Ltd., Rio Algom Mines, Ltd. Propuesta
de adjudicación del suministro de uranio para la primera carga de la central nuclear de santa María de Garoña.
NUCLENOR, julio 1967, p. 6 y 7. Archivo Garoña.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 95

contemplaban solo el suministro de los concentrados de uranio y no contabilizaban el resto de


costes como el transporte, pesaje, muestreo y análisis de los concentrados, además de los cos-
tes de conversión y enriquecimiento. Por ello NUCLENOR se decantó por General Electric que
en su oferta, además de integrar todos los servicios con la compra del reactor, se comprometía
también a suministrar el hexafluoruro de uranio y organizar y acelerar con la US AEC el proceso
del enriquecimiento del mismo. Si NUCLENOR hubiera requerido directamente los servicios de
la US AEC se habría originado un retraso en la fabricación del combustible, que hubiera repercu-
tido en la puesta en marcha de la central.
En abril de 1970 llegaron los primeros elementos combustibles, en octubre se inició la
carga en la vasija del reactor y en noviembre, terminados los ensayos nucleares con la
vasija abierta, procedieron a su cierre y el reactor alcanzó la criticidad por primera vez el
15 de noviembre de ese año. El 2 de marzo de 1971 el turbogenerador era acoplado a las
líneas de Iberduero y de Electra del Viesgo y comenzaban a lanzarse a la red los primeros
kilovatios hora. El 29 de marzo de 1971 la central alcanzaba su plena potencia, 460 MWe.
Una vez realizadas las pruebas prenucleares y nucleares y antes de comenzar la genera-
ción comercial de energía eléctrica, de acuerdo con la ley 25/64 sobre energía nuclear, NU-
CLENOR tuvo que formular una petición de explotación, que le fue concedida en febrero
de 1972.
Como en el caso de Zorita y veremos también en Vandellòs, la Sección de Seguridad de la JEN,
en colaboración con la Delegación de Industria en Burgos mantuvo, durante la construcción
de Garoña, una participación activa en todo lo relacionado con los procesos de evaluación de
la seguridad, inspección, programación y evaluación de las pruebas prenucleares y nucleares
de la instalación. La estancia que en 1969 realizó Pedro Trueba Bellido, jefe del Grupo de Eva-
luación de la Sección de Seguridad de la JEN, en las instalaciones de General Electric en Valle-
citos para trabajar sobre el comportamiento termodinámico de las centrales BWR en caso de
accidente de pérdida de refrigerante, muestra que el personal de seguridad de la JEN tuvo
siempre una formación activa y actualizada que repercutió en las instalaciones nucleares y
también en los espacios de investigación.

Inauguración
Con el titular «Franco inaugura la central nuclear de Garoña. Es la más potente de Europa Cen-
tral» el diario vespertino Informaciones anunciaba el arranque oficial de la instalación. Aunque
la central llevaba funcionando desde comienzos de marzo de 1971, había alcanzado su plena
potencia a finales de ese mes, no fue hasta el 22 de septiembre, casi seis meses después, cuan-
do Franco la visitó. Lo hizo acompañado de los ministros de Industria y Obras Públicas, José
96 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

María López de Letona y Gonzalo Fernández de la Mora respectivamente, del Comisario de los
Planes de Desarrollo, Laureano López Rodó, además de una extensa comitiva formada por au-
toridades civiles y militares en la que no faltó, como era preceptivo en todas las inauguraciones
de la época, la autoridad eclesiástica: en esta ocasión fue el Arzobispo de la Diócesis de Burgos
quien bendijo la central. El recorrido de apenas media hora del entonces Jefe del Estado comen-
zó ante unos grandes paneles que mostraban las dependencias de la instalación y que Manuel
Gutiérrez-Cortines utilizó para explicar a Franco y a sus acompañantes el funcionamiento y las
características principales de la central. La sala del turbogenerador fue el lugar elegido para que
el Presidente de Iberduero, Pedro Careaga y Basabe, Conde de Cadagua, y el Ministro de Indus-
tria pronunciaran sus discursos. Era el mejor escenario para exhibir, tal y como expresó López de
Letona, la «voluntad decidida de España de trabajar con la tecnología más avanzada»124.
Junto a la placa conmemorativa y al libro de honor donde Franco escribió «Con mi admiración y
aplauso a todos los impulsores de esta obra» hay otros registros que muestran cómo transcurrió
la jornada.
En el documental que No-Do estrenó el 27 de septiembre de 1971 en las pantallas de los cines
de España, el primer reportaje estuvo dedicado a mostrar la central nuclear de Garoña125. Jun-
to a la imagen de Franco activando la palanca de encendido de la central, aunque como ya he
mencionado la instalación llevaba más de seis meses ensayando su funcionamiento y vertiendo
kilovatios a la red, aparecen otras donde la tecnología parece funcionar sola, con plena auto-
nomía y perfectamente automatizada. Estas imágenes de No-Do que muestran por ejemplo la
introducción de un elemento combustible en el núcleo del reactor, reforzaban la idea expresa-
da por el Ministro de Industria pero ocultaban al equipo de profesionales que estaban tras su
diseño, construcción y manejo. Aunque la nota de prensa que había sido distribuida a los me-
dios de comunicación hacía hincapié en la alta cualificación científica y técnica de los ingenieros
españoles, los datos de la importante inversión (7.500 millones de pesetas) unidos a los de su
potencia eléctrica (460.000 kW) y producción anual (3.000 millones de kWh) dejaron fuera del
foco mediático otras informaciones que creo tienen interés para la historia de Garoña126. Por
ejemplo la extensa lista de invitados a la inauguración no solo es una foto fija de la industria
española del momento, también lo es de lo que era la industria internacional. En ella figuran las
empresas que hicieron posible Garoña junto a otras que interesaba invitar pensando en futuros
proyectos. Por ejemplo Cortines escribió a Charles Robbins, Vicepresidente de Atomic Industrial

124
Discurso del Ministro de Industria. Memoria inauguración de la central nuclear de Santa María de Garoña. Archivo
Garoña.
125
«Nueva Central Atómica. S.E. el Jefe del Estado inaugura la central atómica de Santa María de Garoña», No-Do, n.
1499 B, estrenado el 27 de septiembre de 1971. http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-1499/1468818/
126
Además del Informaciones y el No-Do la inauguración de Garoña fue recogida por el ABC en su edición de la
mañana del 22 de septiembre de 1971 (Portada y p.19) y por la prensa local: la Gaceta del Norte, El Diario Montañés
y el Diario de Burgos.
SANTA MARÍA DE GAROÑA 97

Central Nuclear de Garoña, diciembre 1969. Archivo Garoña

Forum, para invitarle a la inauguración de la central «con Franco algún día de septiembre»127. La
fecha no era lo importante, la inauguración era una excusa para compartir con él otros proyectos
para los que solicitaba consejo y ayuda. NUCLENOR estaban pensando en construir una segunda
unidad en la central pero carecía del agua suficiente para refrigerarla. Estaban por ello estudian-
do la posibilidad de instalar unas torres de refrigeración pero necesitaban formar a dos personas
del equipo técnico en este asunto. Aunque Cortines tenía claro qué compañías visitar, menciona
a Metropolitan Edison Co., Georgia Power Co., Iowa Electric Light and Power Co., Cooling
Tower Institute, en su carta pedía a Charles Robbins no solo su opinión sobre el asunto,
también que le gestionara las posibles visitas a estos lugares. Un mes más tarde Charles
Robbins escribía a Cortines con el itinerario organizado y las personas de contacto; y por
supuesto también confirmaba su asistencia a la inauguración: tenía pensado ir a Ginebra
del 5 al 10 de septiembre y pensaba que podría encajarlo128. Federico del Pozo, responsable
del departamento de Estudios Nucleares y Experimentación de Electra del Viesgo y Ricardo
Rueda Fornies fueron los ingenieros que viajaron y visitaron la compañía norteamericana Coo-
ling Tower Institute en Houston y Three Mile Island Station129. Aunque esta segunda unidad nun-
ca llegó a construirse, este otro viaje es, como tantos que se produjeron durante la vida de la
central, una buena forma de resumir –viajar para conocer– el espíritu y la forma de trabajo que
Cortines implantó en NUCLENOR.

127
Carta de Gutiérrez Cortines a Charles Robbins de 21 de junio de 1971. Archivo Garoña.
128
Carta de Charles Robbins a Manuel G. Cortines de 12 de julio de 1971. Archivo Garoña.
129
Carta de Dorothy Garrison a Manuel G. Cortines de 12 de julio de 1971. Archivo Garoña.
98 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Los viajes, las negociaciones fuera de los espacios propiamente científicos pero también ne-
cesarios para el desarrollo industrial y el trabajo con las consultoras, introdujeron en Garoña
maneras, metodologías y prácticas no solo experimentales que estandarizaron y marcaron
procesos muy singularizados e hicieron de esta central un lugar de referencia.
La central de Santa María de Garoña funcionó durante cuarenta y un años. El 16 de diciembre
de 2012 dejó de estar conectada a la red y el 6 de julio de 2013, la central entró oficialmente en
situación de cese de explotación tras expirar la autorización que tenía para ello. El 27 de mayo
de 2014 al amparo de la modificación del artículo 28 del Reglamento de Instalaciones Nuclea-
res y Radiactivas, el Consejo de Administración de NUCLENOR convino pedir la renovación
de la autorización de explotación hasta 2031. El 8 de febrero de 2017 el Pleno del CSN acordó
informar, de forma favorable, la renovación de dicha autorización siempre que se ajustara a
los límites y condiciones establecidos. El 1 de agosto de 2017 el ministro Álvaro Nadal comu-
nicaba en rueda de prensa la publicación de una orden ministerial con el cese definitivo de
operación de la central.
99

Capítulo 4. Vandellòs

E l comienzo de la historia de Vandellòs lo marca oficialmente la visita que el ministro fran-


cés de Investigación y Asuntos Nucleares y Espaciales, Gaston Palewski, realizó entre el 28
de septiembre y el 3 de octubre de 1964 a Madrid130. Viajó acompañado, entre otros, de Ber-
trand Goldschmidt director de Relaciones Exteriores y Programas Generales del Commissariat
à l’Énergie Atomique (CEA) de Francia. La agenda de aquella visita venía marcada por un único
asunto: estudiar un proyecto de colaboración entre España y Francia para construir una central
nuclear en Cataluña con tecnología francesa y participación de compañías eléctricas españolas.
El encargo que traía el ministro francés era establecer contactos con autoridades españolas del
ámbito de la «energía eléctrica generada por uranio» con objeto de ampliar la cooperación his-
pano-francesa, el intercambio de profesores, de técnicas y conocimientos. Por ello durante esos
días Gaston Palewski –como representante de lo que él mismo calificó como el «gabinete del
progreso» al tener a su cargo la ciencia, la investigación espacial y la energía–, mantuvo distintos
encuentros y visitó algunos de los centros de investigación españoles. Además de reunirse con
el ministro de Industria español Gregorio López Bravo, también lo hizo con el de Investigación y
Ciencia, Manuel Lora Tamayo y con José María Otero Navascués, el presidente de la JEN. Pero el
indicador más claro de la importancia que el Estado español otorgó a esa visita y al asunto que
la ocupaba, fue que los representantes del gobierno francés fueran recibidos en audiencia por
el entonces Jefe del Estado en el palacio de El Pardo131. El gobierno español llevaba tiempo bus-
cando espacios de colaboración con el país vecino; los viajes que en la década de los cincuenta
había realizado José María Otero Navascués a Francia, son buen ejemplo de ello (Caro, 1995: 24-
25; Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001:75-77; Adamson, Camprubí, Turchetti, 2014: 30-31).
Esta era una buena oportunidad para mostrar la correspondencia francesa.
Cinco días después de la llegada de la comitiva francesa la prensa española hacía público un co-
municado oficial del Ministerio de Industria español en el que se anunciaba un acuerdo de las
industrias francesas y españolas para la construcción conjunta de una central de uranio natural
moderada por grafito y refrigerada por gas (UNGG). El comunicado, que anunciaba la introduc-
ción en España de otra nueva tecnología nuclear, también informaba de la constitución de un

130
«Mañana llega a Madrid el ministro de Investigación científica y asuntos atómicos y espaciales», ABC, 27 de
septiembre de 1964, 81.
131
«Franco ha recibido al ministro francés de Ciencia, M. Gaston Palewski», ABC, 29 de septiembre de 1964, 43.
100 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

grupo de estudio, formado por representantes de las eléctricas y expertos de ambos países,
que determinaría las condiciones técnicas, económicas y financieras en que se llevaría a
cabo el proyecto132.
Este viaje fue el resultado de otros contactos previos que a iniciativa de ambos países se habían
venido produciendo (Caro, 1995: 186; Sánchez, 2006: 383). Francia llevaba tiempo demostran-
do interés por colaborar y participar con la industria e instalaciones industriales españolas y Es-
paña buscaba la conexión de redes, no solo eléctricas, con el país vecino. Una comida ofrecida
en mayo de 1963 por José María de Areilza, entonces embajador de España en París, a Gaston
Palewski sirvió de escenario para plantear el proyecto de la posible puesta en marcha de la cons-
trucción conjunta de una central nuclear en Cataluña.
Areilza tenía experiencia en este tipo de negociaciones. Conocía bien las circunstancias en las
que el Presidente Eisenhower había puesto en marcha el programa político de investigación y
desarrollo nuclear «Átomos para la Paz» y la gestación de lo que había sido el primer éxito de este
programa, la primera Conferencia de Ginebra de 1955. El 19 de julio de 1955 como embajador de
España en Estados Unidos y en nombre del gobierno español había firmado, con el Presidente de
la US AEC, el Almirante Strauss, el acuerdo de cooperación que establecía el marco de referen-
cia para que España pudiera interactuar con Estados Unidos en todo lo que tuviera que ver con
la investigación de la energía atómica133. Después este diplomático español había participado
también en las negociaciones para la compra del JEN-1, el primer reactor de investigación que,
como ya se he mencionado, fue instalado en España (Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001:
127-135).
Ahora en París el embajador participaba de nuevo con la puesta en marcha de una idea, que ha-
bía sido inicialmente planteada por José María Otero Navascués a Bertrand Goldschmidt: colabo-
rar en el desarrollo de la investigación nuclear. Otero y Goldschmidt se conocían bien y siempre
se estimaron y respetaron. Habían tenido su primer encuentro en 1951 cuando Otero Navascués
viajó a Francia para visitar la fábrica de uranio de Bouchet de la que Goldschmidt era el respon-
sable. Después se habían vuelto a encontrar en 1955 en la Conferencia de Ginebra; Goldschmidt
acababa entonces de ser nombrado vicepresidente de la Sociedad Europea de Energía Atómica y
allí gestionó la adhesión de la JEN a este organismo. A partir de entonces Otero siempre tuvo una
buena relación institucional con el CEA y de amistad con el propio Goldschmidt. Lo recordaba el
científico francés en una entrevista que le realizó Rafael Caro (Caro, 1995: 25).
Las conferencias, exposiciones y jornadas que desde 1963 organizó el Estado francés y su in-
dustria en territorio español, buscaban abrir vías de exportación de maquinaria, instalaciones

«Francia y España construirán una central eléctrica nuclear en Cataluña», ABC, 3 de octubre, 1964, 57.
132

133
«Mañana llega a Madrid el ministro de Investigación científica y asuntos atómicos y espaciales», ABC, 27 de
septiembre de 1964, 81.
VANDELLÒS 101

y técnicas francesas a España, al tiempo que perfilaban el proyecto de la central134. Y España


buscaba un acercamiento que pusiera fin al aislamiento en el que se había visto abocada tras
el fin de la segunda guerra mundial. Francia había convertido la energía nuclear en uno de sus
principales ejes estratégicos. Y el gobierno español vio también la oportunidad de utilizar sus re-
servas de uranio no solo como instrumento para la diplomacia nuclear, también para desarrollar
una tecnología de interés estratégico que, confiaban, podría potenciar una futura vía industrial.
En 1964 el ministro de Industria Gregorio López Bravo realizó un viaje a Francia para visitar las
instalaciones nucleares de Chinon. Desde allí expresó su deseo de que los franceses concreta-
sen una propuesta a las compañías eléctricas españolas para construir una central nuclear135. Al
igual que ocurrió con Zorita y Garoña, el proyecto de Vandellòs también contó con el apoyo de
una comunidad empresarial, la catalana, que buscaba salir al exterior para establecer relaciones
comerciales e industriales en el espacio empresarial europeo.
El 7 de enero de 1965, apenas tres meses después del viaje de Gaston Palewski a Madrid, Grego-
rio López Bravo constituía un comité de expertos a los que encargó analizar, estudiar, definir y
precisar las condiciones técnicas, económicas y financieras del proyecto. Se integraron en este
grupo de trabajo representantes de Electricité de France (EDF), del CEA, de la JEN y de las empre-
sas eléctricas catalanas Fuerzas Eléctricas de Cataluña (FECSA), la Empresa Nacional Hidroeléc-
trica del Ribagorzana (ENHER) e Hidroeléctrica de Cataluña (HECSA). Para dirigir este comité de
expertos el Ministro nombró a Pere Durán Farell, entonces presidente de HECSA. Jean Renou, el
representante en el comité del CEA, fue nombrado secretario.
ENHER, HECSA y FECSA eran las tres grandes empresas catalanas de electricidad. Las dos prime-
ras habían sido creadas en 1946 y la tercera en 1951. ENHER era la única de las tres que había sido
constituida con capital mayoritario del Estado, era una de las empresas del Instituto Nacional
de Industria (INI). HECSA había sido creada por Catalana de Gas y Electricidad, el Banco Urquijo
y el Banco Hispanoamericano. Y FECSA tras varios procesos de fusión y absorción de distintas
compañías eléctricas, se había hecho con el control de la práctica totalidad de la producción de
energía eléctrica en Cataluña.
El crecimiento de la demanda eléctrica de los años sesenta no solo impulsó, a los responsables
de estas empresas, a emprender nuevos proyectos con otras formas de obtención de energía;

134
Del 14 al 24 de octubre de 1963 la industria francesa agrupada en la «Association Technique pour l’Énergie
Nucléaire» organizó con el apoyo del CEA y EDF una exposición y un ciclo de conferencias en la sede del INI que
fueron las primeras «Jornadas Nucleares Hispano-Francesas». En las jornadas sobre «Aplicaciones de Radioisótopos»
celebradas en Barcelona del 9 al 14 de marzo de 1964, participaron cuatro firmas francesas: CARATOM, GAMMA-
INDUSTRIE, SAIP y SAPHYMO. El 26 de enero de 1965 el Director General de INDATOM pronunció una conferencia
sobre «Les problèmes industriels dans le développment de l’énergie nucléaire» en el Instituto francés de Madrid.
Ver: Instituto Nacional de Industria, Informe de Dirección Técnica: Construcción de una central nuclear hispano-
francesa en Cataluña y petición de financiamiento para la misma por ENHER, 5, mayo, 1966. Archivo SEPI, Madrid.
135
«El Ministro de Industria español huésped oficial del gobierno francés», ABC, 12 de mayo de 1964, 39.
102 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

también los convenció de que la mejor manera de llevarlos a cabo era, tal y como habían hecho
Iberduero y Electra del Viesgo, asociándose.
Las directrices que el grupo de trabajo recibió del Ministerio de Industria buscaban evaluar si la
construcción de la central podría hacerse en condiciones económicas razonables y conocer las
posibles ventajas que podrían ofrecer a los inversores públicos y privados. Otra de las preocu-
paciones del Ministerio, que ya hemos visto se expresó también en las construcciones de Zorita
y Garoña, fue que la participación de la industria española en la construcción de esta nueva
central fuera la mayor posible.
Tras diversas reuniones del grupo de trabajo los resultados de la comisión quedaron agrupados
en un memorándum que fue enviado para su evaluación a los Ministros de Industria español y
francés el 18 de enero de 1966136.
El informe se centró en las condiciones que debía cumplir el emplazamiento de la central, la or-
ganización y estructura empresarial que debía tener la empresa que la explotaría y las fórmulas,
que tras distintos estudios, habían sido elegidas para su financiación. Para ubicar la central, y
tras evaluar cinco posibles emplazamientos (l’Hospitalet de I’Infant, Mora de Ebro, Serós, Rosas
y Pals) y a pesar de que este último contó con el apoyo del escritor Josep Pla, la comisión sugirió
la localidad de Vandellòs a 40 km al sur de Tarragona a orillas del mar137. La cantidad de agua que
exigía una central como la que se estaba estudiando construir y razones geológicas fueron los
argumentos utilizados para abandonar la idea de Pals, pero seguramente se manejaron también
factores de tipo económico para mover el emplazamiento a Vandellòs. Situado también a orillas
del mar, en este caso las características geológicas de los suelos, la sismología y la climatología
de la zona, su densidad demográfica y las comunicaciones, favorecieron su elección.
El grupo de trabajo adoptó como central de referencia para el informe la que EDF estaba
construyendo en Saint-Laurent-des-Eaux, a orillas del Loira entre Blois y Orleans.
El informe final de la comisión contó, desde el principio, con el apoyo de la JEN y de su presiden-
te José María Otero Navascués. Este defendió el interés de instalar un reactor de UNGG aunque,
como hemos visto, las dos centrales nucleares españolas entonces ya diseñadas, Zorita y Santa
María de Garoña, iban a funcionar con tecnología norteamericana. La introducción de la tecnolo-
gía francesa volvía a poner sobre la mesa las ventajas e inconvenientes del uso del uranio natural
frente al uso del uranio enriquecido. Una cuestión que, a pesar de que se hubiera optado por
reactores alimentados con uranio enriquecido para Zorita y Garoña, seguía presente en muchos
de los espacios españoles de opinión, resistentes a la dependencia norteamericana. El uso de

136
Instituto Nacional de Industria, Informe sobre la central nuclear hispano-francesa en Cataluña, diciembre de
1965. Archivo SEPI, Madrid.
137
Josep Pla aclaró que su apoyo a construir la central en Pals buscaba frenar la llegada de turistas y mantener una
Costa Brava salvaje.
VANDELLÒS 103

uranio natural fue uno de los argumentos de peso esgrimidos por los franceses para vender
su tecnología, a pesar de que tenía factores importantes en contra: era más cara y menos
competitiva que la norteamericana y además, requería un período de construcción más largo
–se estimaban tres años para las centrales de tecnología norteamericana frente a cinco de las
francesas–.
Esta falta de competitividad de la tecnología francesa –eran centrales que solo tenían a su favor en
principio el menor coste del combustible, todo lo demás jugaba en contra–, era conocida por los
técnicos españoles. Un informe de la dirección técnica del INI fechado en mayo de 1966, expresaba
con claridad que el tipo de central propuesto no soportaba la comparación con las centrales de tipo
convencional (carbón y fueloil) ni con las nucleares de tecnología norteamericana que utilizaban
uranio enriquecido como combustible. Por ello, para cumplir con la condición impuesta del Ministe-
rio de Industria –que la central fuera económicamente interesante para la inversión pública y priva-
da españolas–, Francia tuvo que esforzarse por ofrecer unas condiciones que hicieran su tecnología
más competitiva. Las cifras estaban muy presentes, Zorita en 1966 llevaba un año puesta en marcha
y Santa María de Garoña se encontraba en pleno proceso de construcción.
EDF era consciente de que tenía que convencer a sectores reticentes del gobierno español, de
la industria y de los sectores financieros de ambos países (sobre las condiciones de financiación
para igualar los costes de generación de las centrales norteamericanas ver Sánchez, 2006: 387).
Las compañías eléctricas catalanas unas privadas y otras como ENHER de capital mayoritario es-
tatal, sabían también que el éxito de la operación pasaba por lograr energía a un precio competi-
tivo. Pero asegurar un precio competitivo y a la vez que el proyecto fuera viable económicamen-
te, requería cuanto menos una financiación a intereses bajos.
La voluntad de Francia por introducir su tecnología en el entonces incipiente mercado español
llevó a EDF a empezar la negociación reduciendo en un 25 por ciento la potencia de la central,
de 480 a 360 MW.; así, pensaban, facilitaría la comparación con una central tipo norteamericana
de 360 MW. Pero como esto resultó insuficiente, los franceses tuvieron finalmente que ofrecer
unos créditos extraordinarios –tanto en lo relacionado con los intereses como con los plazos
de amortización–, para financiar la adquisición de los equipos, su instalación y la primera carga
del combustible. Aunque con estos créditos consiguieron que la tecnología francesa resultara
comparable con la norteamericana, EDF tuvo también que comprometerse a absorber, durante
nueve años, los excedentes de energía producidos por la central catalana y garantizar, con el fin
de evitar cualquier tipo de recelo relacionado con el funcionamiento de su tecnología, la expor-
tación de energía francesa a España en caso de fallo de la central nuclear138. A cambio el gobierno
español se comprometía a no cargar impuesto alguno sobre los créditos franceses, a garantizar

138
Instituto Nacional de Industria, Informe de Dirección Técnica: Construcción de una central nuclear hispano-
francesa en Cataluña y petición de financiamiento para la misma por ENHER, 5 de mayo de 1966. Archivo SEPI,
Madrid.
104 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

la exportación durante la vida del reactor de energía a territorio francés, y a compensar al


Estado francés en caso de que se realizaran experimentos de coste elevado139.
La mayor posibilidad de intervención de la industria española que ofrecía la central francesa
frente a las norteamericanas, fue, además del uso del uranio natural, otra de las cuestiones
que reforzó el proyecto francés. Las centrales de uranio natural que EDF ofrecía construir,
con reactor integrado y vasijas de hormigón pretensado, requerían trabajos de construcción
de ingeniería mayores que las centrales norteamericanas. Una circunstancia que abría la po-
sibilidad a una mayor participación de la industria española. Los informes técnicos del INI
consideraron que las empresas de construcción españolas estaban capacitadas para abor-
dar parte de esa construcción. Solo vieron dificultad en los procedimientos de pretensado
del cajón del reactor para lo que sugirieron importar y emplear alguna patente extranjera140.
Otros de los asuntos que la comisión hispano-francesa valoró positivamente fue la colabo-
ración con el país vecino en el desarrollo de nuevas técnicas nucleares141. La posibilidad de
extraer plutonio tras el tratamiento de los combustibles irradiados de los reactores UNGG
abría un espacio de colaboración técnica y de investigación de gran interés. El plutonio po-
día ser utilizado como combustible de los reactores rápidos, lo que ampliaba el potencial
energético contenido en el uranio natural. Justamente en 1963 la JEN había comenzado a
plantearse abrir una línea de investigación en reactores rápidos. Por ello este tema fue otro
de los puntos de encuentro del organismo público de investigación nuclear español con el
proyecto de la central hispano-francesa. A finales de 1964 la JEN decidió construir un mode-
lo de reactor rápido y en marzo de 1968, el CORAL I (COnjunto RÁpido I) primer reactor rápi-
do experimental español iniciaba sus trabajos142 (sobre la investigación en reactores rápidos
en la JEN ver Romero de Pablos y Sánchez Ron, 2001: 179-191).
Finalmente, el grupo de trabajo dirigido por Durán Farell tras considerar las condiciones
financieras, los acuerdos alcanzados con los suministradores franceses de la central y del
combustible, con EDF y con las empresas españolas participantes, concluyó en su infor-
me que la central proyectada para Vandellòs podía ser realizada en condiciones técnicas,

139
Central Nuclear de Vandellòs. Proyecto. Memoria HIFRENSA, 1967. Archivo Consejo Seguridad Nuclear (CSN).
Es posible que con los «experimentos de coste elevado» que señala la documentación se refirieran a la reducción
del quemado del combustible para obtener máxima producción de plutonio. Agustín Alonso puntualiza que estos
“experimentos” nunca fueron realizados.
140
Nota interna de Construcción a Gerencia. Construcción de una central nuclear hispano-francesa en Cataluña, 25
de mayo de 1966. Archivo SEPI, Madrid.
141
Instituto Nacional de Industria, Informe del Departamento de Electricidad: Construcción de una central nuclear
hispano-francesa en Cataluña y petición de financiamiento para la misma por ENHER, 4 de abril de 1966. Archivo
SEPI, Madrid.
142
Editorial. Energía Nuclear, Año XII, 1968, p. 318.
VANDELLÒS 105

económicas y financieras competitivas y comparables a las otras centrales con técnicas


nucleares distintas.
En marzo y mayo de 1966 los Jefes del Estado francés y español, el General de Gaulle y Francisco
Franco, dieron respectivamente su conformidad a las condiciones acordadas por el grupo de
expertos y el proyecto comenzó una nueva etapa.

HIFRENSA
El informe del grupo de expertos prefiguró, como ya se ha dicho, la composición de la em-
presa que operaría la central nuclear. Su estructura y organización debía atender a cuestiones
económicas, políticas y estratégicas, además de científicas y tecnológicas. En este proyecto se
cruzaban intereses de dos países, España y Francia, con sus necesidades energéticas y tecno-
lógicas y sus ambiciones y estrategias de desarrollo industrial. La estructura de la compañía
fue un claro reflejo de estas necesidades e intereses. El 16 de noviembre de 1966 se constituía
la Sociedad Hispano-Francesa de Energía Nuclear (HIFRENSA) participada por EDF en un 25 por
ciento, y por otro 25 por ciento de cada una de las tres empresas catalanas –ENHER, FECSA y
HECSA–, que sumarían el 75 por ciento. Posteriormente se introdujo una modificación con la
entrada en la sociedad de Fuerzas Hidroeléctricas del Segre (FHS) con un 6 por ciento; lo que
supuso la disminución al 23 por ciento de la participación de las tres compañías antes men-
cionadas.
El 2 de diciembre de 1966 HIFRENSA convocó por vez primera a su Consejo de Administración.
EDF estuvo representada por Pierre Ailleret, Henri d’Ormesson, Georges Bardon y Jean Cabanius;
FECSA por Felipe Lafita, Juan Alegre y Juan Sans; ENHER por José María Aguirre Gonzalo, Alejan-
dro Suárez y Pedro de Areitio; y HECSA por Pere Durán Farell, José María Lozoya y Antonio Torra.
Durán Farell fue nombrado presidente del Consejo de Administración y Ailleret, vicepresidente.
En esta misma reunión José Javier Clúa fue elegido Director general de HIFRENSA y Pierre Grau,
Director general adjunto143.
Pere Durán Farell (1921-1999) fue un personaje clave de la industria en España desde los años
cincuenta del pasado siglo XX hasta los ochenta. Aunque es más conocido por su responsabili-
dad en la introducción en España del gas natural tuvo también protagonismo en el desarrollo de
la industria nuclear. Durante sus años universitarios había entrado en contacto con el Servicio
de Estudios del Banco Urquijo, al que ya me he referido en el capítulo dedicado a Zorita. Por ello
cuando en 1946, este banco junto con el Hispano Americano y la empresa Catalana de Gas y
Electricidad constituyeron Hidroeléctrica de Cataluña (HECSA), Pere Durán Farell fue contratado

143
Historique, p. 58, EDF_890520. Archivo histórico de EDF, Blois.
106 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

como ingeniero por esta compañía en la que llegó a ser director general, consejero y presidente
del consejo de administración (Puig y Torres, 2008: 189).
Por su parte el ingeniero francés Pierre Ailleret fue desde 1946 uno de los cuatro directores
de EDF, en concreto el director de estudios e investigación de la eléctrica nacional francesa; y
a partir de 1958 y hasta 1967 desempeñó el cargo de Director General Adjunto. Considerado
uno de los padres de la tecnología nuclear civil francesa, había sido uno de los promotores de la
interconexión eléctrica en Francia.
El ingeniero José Javier Clúa se había formado en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros In-
dustriales de Barcelona. Sus primeros conocimientos sobre ingeniería nuclear los había adquiri-
do de la cátedra Ferran Tallada, una cátedra que la Escuela había creado en 1955 a propuesta de
Joaquín Ortega Costa tras asistir a la primera Conferencia de Ginebra. Esa misma cátedra le dio
después la oportunidad de participar como becario en la organización de los estudios de física
nuclear. En 1959 cuando Clúa compaginaba el servicio militar en Madrid con su trabajo en la
empresa Auxiliar del Comercio y Navegación S.A. (Acuona), la cátedra Ferran Tallada le hizo una
nueva propuesta: trabajar en la JEN como ingeniero delegado de la Escuela Técnica Superior de
Ingenieros Industriales de Barcelona para construir un reactor de investigación para la Escuela.
Una beca de la Cámara Oficial de Industria de Barcelona y el compromiso de la Escuela de que
una vez terminado el trabajo en Madrid podría incorporarse a la cátedra como profesor, termi-
naron de convencerle. Clúa se incorporaba así al proyecto de construcción del reactor ARGOS 144.
La idea de construir un reactor experimental había comenzado a fraguarse en 1955, cuando
José M. Torróntegui, director de la Escuela de Ingenieros de Bilbao y Joaquín Ortega Costa vol-
vieron de Ginebra convencidos de la necesidad de formar a los ingenieros en estudios teóricos
y prácticos en física nuclear; y esto último solo era posible si se contaba con reactores nucleares
experimentales. A partir de entonces las dos Escuelas, conjuntamente con la JEN, comenzaron
a trabajar en el diseño y construcción de dos reactores gemelos, el ARGOS y el ARBI, proyecto en
el que también se incorporaría Francisco Albisu, como hemos visto, a su vuelta de su viaje por
Estados Unidos con Manuel Gutiérrez-Cortines (Barca, 2000a; Romero de Pablos y Sánchez Ron,
2001: 164-170)145. La financiación de la Cámara Oficial de Industria de Barcelona y de los Labo-
ratorios de Ensayos e Investigaciones Industriales (LABEIN) hicieron realidad el proyecto (sobre
el mecenazgo de la Cámara de Industria de Barcelona ver Barca, 2000b: 27 y 28; sobre la ense-
ñanza de la física nuclear en la Escuela de Ingenieros de Barcelona y el papel que desempeñó el
ARGOS ver Barca, 2000a y 2000b; Barca y Poch 2012).

144
José Javier Clúa obtuvo la Cátedra de Física Nuclear de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de
Barcelona donde enseñó hasta su nombramiento como Director del Proyecto de Vandellòs.
145
El detalle la tecnología de estos reactores en: Fernández Palomero et al., 1959: 18-37; Albisu y Echevarría, 1963.
VANDELLÒS 107

En octubre de 1961, ya con el reactor terminado, José Javier Clúa


se trasladó con una beca de la Fundación Juan March al Interna-
tional Institute of Nuclear Science and Engineering del Laborato-
rio Nacional de Argonne, donde permaneció hasta junio de 1962.
Iba con el encargo de preparar un programa docente y experi-
mental para impartir a su vuelta en la Escuela de Barcelona. A su
regreso se incorporó a la cátedra Ferran Tallada a la que perma-
neció vinculado hasta su incorporación a HIFRENSA. Cuando en
diciembre de 1966 se constituyó esta sociedad José Javier Clúa
era desde octubre de 1965 catedrático numerario de física nu-
clear de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de
Barcelona (para una breve biografía científica de Clúa ver Barca y
Poch, 2012: 203-204).
EDF, principal empresa de generación y distribución eléctrica de José Javier Clúa. Archivo familiar
Francia que había sido nacionalizada en 1946 necesitaba, como
cualquier firma extranjera que quisiera operar en España, una autorización expresa del gobierno.
Esta autorización, que llegó en forma de Decreto de Presidencia de Gobierno, se hizo esperar
hasta febrero de 1967146. En ese mismo Decreto se hacían explícitos y se garantizaban los créditos
franceses a bajo interés que habían sido acordados como resultado de las negociaciones previas.
El acuerdo de colaboración, asistencia técnica y financiera que establecieron EDF e HIFRENSA
para la construcción de Vandellòs, contempló tres préstamos del tesoro francés para la financia-
ción de equipos, servicios y la construcción de la central. El primero de 350 millones de francos
con un interés anual del 3 por ciento amortizable en quince años, se destinaría a la parte de la
central que se construyera en Francia. El segundo por valor de 60 millones de francos con un
interés del 5,50 por ciento anual amortizable en 15 años, se otorgaba para la obra civil que se
realizara en España. Y el tercero por valor de 45 millones de francos y con un interés del 4 por
ciento anual amortizable en 10 años, era para sufragar el ciclo del combustible.
La legislación francesa contemplaba que las ayudas crediticias para el extranjero debían forma-
lizarse con entidades de derecho público. Como la empresa destinataria –HIFRENSA– era una
sociedad privada, esta circunstancia facilitó que la instrumentación de la asistencia financiera

146
Decreto 211/1967, de 2 de febrero, por el que se autoriza la participación de la Sociedad francesa «Électricité de
France, E. D. F. Service National» en la construcción de una central nuclear en Cataluña, se concede la garantía del
Estado a determinados créditos y se establecen normas para la ejecución de los correspondientes préstamos entre
el tesoro francés y el tesoro español. BOE,13 de febrero de 1967, 37: 1979.
Corrección de errores del Decreto 211/1967, de 2 de febrero, por el que se autoriza la participación de la Sociedad
francesa «Electricité de France, E. D. F. Service National», en la construcción de una central nuclear en Cataluña,
se concede la garantía del Estado a determinados créditos y se establecen normas para la ejecución de los
correspondientes préstamos entre el tesoro francés y el tesoro español. BOE, 23 marzo de 1967, 70: 3980.
108 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

francesa se tramitara a través de un organismo oficial español: los créditos antes de llegar a HI-
FENSA pasaron primero por el Instituto de Crédito Oficial y después por el Banco de Crédito
Industrial147. El Estado español se convirtió así en árbitro de una transacción económica entre
dos sociedades privadas, independientemente que en cada una de ellas participaran empresas
públicas de cada uno de los países. Esta operación sirvió al gobierno para exhibir, junto a las es-
tructuras administrativas del Estado, garantías de seguridad y de poder. Este acuerdo, en forma
de créditos y transacciones económicas, permitió al gobierno español exhibir la compra de esta
nueva tecnología como un nuevo éxito diplomático. El Estado trataba de mostrar su agencia en
un proceso que había estado liderado por la industria eléctrica.
El 21 de abril de 1967 el Ministerio de Industria español autorizaba la construcción en princi-
pio de la central tipo UNGG de 480 MWe de potencia148. A partir de entonces HIFRENSA tenía
seis meses para presentar un proyecto que debía incluir un estudio analizador de redes que
mostrara sus posibles conexiones y el informe preliminar de riesgos junto con los datos geoló-
gicos, hidrológicos, demográficos y sociales que justificaran la adecuación y la compatibilidad
del emplazamiento de Vandellòs. El proyecto tenía que ir acompañado de un plan de ejecución
y un presupuesto detallado, que especificara de forma clara y separada las distintas partes y
etapas del proyecto. Los equipos, la maquinaria, los servicios, las obras y los suministros de
origen estrictamente nacionales debían quedar bien diferenciados de los de origen extranje-
ro. La resolución dejaba también claro que el combustible nuclear empleado en la central tenía
que ser de origen español y debía utilizar el concentrado que le fuera suministrado por la JEN.
Además el Estado obligaba de nuevo al titular de la central a establecer un acuerdo de investi-
gación y desarrollo con este organismo de investigación español, que fuera compatible con la
ejecución del proyecto y con la economía y los fines de explotación de la central. La introducción
de esta nueva tecnología dio lugar a una acuerdo entre la JEN y el CEA sobre seguridad nuclear,
del que hablaré más adelante, con el que se abrieron nuevos espacios de investigación para los
técnicos españoles. Por último la resolución del Ministerio también hacía mención al conjunto
arquitectónico de la central y sus edificios complementarios; estos debían estar en armonía con
el paisaje del emplazamiento y el área de exclusión de la central, detallaba el BOE, debía de estar
ajardinada. Esta mención expresa en la resolución a la conveniente armonía entre arquitectura y
paisaje era una novedad que no se había contemplado ni para Zorita ni para Garoña149.

147
Ibídem.
148
Resolución de la Dirección General de la Energía por la que se autoriza en principio a «Hispano Francesa de
Energía Nuclear, S. A.» (HIFRENSA), para instalar una central nuclear de 480 MWe en Vandellòs (Tarragona). BOE, 11
de mayo de 1967, 112: 6294.
149
Según Agustín Alonso esta cláusula se introdujo a sugerencia del entonces Ministro de Información y Turismo,
Manuel Fraga Iribarne. El objetivo era tratar de mantener atractiva la costa catalana que en aquella época estaba en
pleno crecimiento turístico.
VANDELLÒS 109

El concurso
El concurso público para adjudicar la construcción «llave en mano» de la central se puso en mar-
cha en octubre de 1966, un mes antes de que se constituyera HIFRENSA como sociedad. Al con-
trario de lo que ocurrió con Zorita y Garoña, no hay constancia de que se encargara la organiza-
ción del mismo a ninguna consultora especializada. Seguramente la experiencia acumulada por
los técnicos españoles unida a la de los franceses hizo innecesario ese encargo. A la convoca-
toria solo respondió un grupo, creado para la ocasión y compuesto por veinticinco constructo-
ras francesas, denominado Groupement des Constructeurs Française (GCF). Eran especialistas
en equipamientos mecánicos, eléctricos y electrónicos y, según los representantes de EDF, estas
empresas eran las más destacadas de la industria francesa150. GCF creó a su vez una sociedad lla-
mada Société pour l’Industrie Atomique (SOCIA) en la que delegaron los trabajos de arquitectura
y diseño industrial y la coordinación del conjunto de las obras151.
En junio de 1967, apenas medio año después de que se pusiera en marcha el concurso, se fir-
maron en París dos contratos. El primero, que selló el acuerdo de HIFRENSA con GCF, se firmó el
día 8. Y el segundo, que aseguraba el suministro de la primera carga del combustible, lo visaron
los representantes de HIFRENSA y del CEA, el 28 de junio152. Faltaba por refrendarse el protocolo
financiero que todo contrato entre dos países debía llevar aparejado. Una nota manuscrita del
entonces embajador español en Francia, Manuel Cortina, advertía de esta ausencia y hacía una
reserva al contrato hasta que se completara el requisito que faltaba. El protocolo financiero fue
firmado finalmente en Madrid el 27 de julio de 1967153.

150
Historique, p. 58, EDF_890520. Archivo histórico de EDF, Blois.
151
Las empresas francesas que conformaron el GCF fueron: Société Générale de Constructions Mécaniques
(ALSTHOM); Compagnie des Ateliers et Forges de la Loire(CAFL); Société Française des Constructions Babcock &
Wilcox; la Compagnie de Constructions Internationales integrada por CAMPENON-BERNARD, CITRA, GTM, SGE y
la Société de Dragage et de Travaux Publics; Chanlier de l’Atlantique (CEM); Société Alsacienne de Constructions
Atomiques de Télécommunications et d’Electronique (ALCATEL); Compagnie de Constructions Mécaniques (CCM);
Société Industrielle Delattre Levivier (SIDL); Compagnie Générale d’Electricité (CGE); Société d’Etudes et d’Entreprise
Nucléaires (SEEN); Société des Forges et Ateliers du Creusot (SFAC); Groupement Atomique Alsacienne Atlantique
(GAAA); Société Indatom ( INDATOM); Société pour l’Industrie Atomique (SOCIA); Société Parisienne pour l’Industrie
Electrique (SPIE); Société de Constructions Électromécaniques Jeumoni-Schneider (JEUMONT-SCHNEIDER);
Société Ugine Kuhlmann (UK); Etablissements Merlin et Gérin (MERLIN GERIN); Etablissements Neyrpic (NEYRPIC);
Compagnie de Produits Chimiques et Electrométallurgiques Péchiney (PECHINEY); Saint-Gobain Techniques
Nouvelles (SGN); Société Hispano-Alsacienne; Société Stein & Roubaix (SR); Compagnie Générale de la Télégraphie
sans fil (CSF).
152
«Hoy se firmarán los acuerdos para construir la central de Vandellòs», La Vanguardia, 8 de junio de 1967, 12.
«Firma del acuerdo para la Central Nuclear de Vandellòs. Se construirá en colaboración hispano-francesa y deberá
estar terminada en 1972», La Vanguardia, 9 de junio de 1967, 5.
Contrato de construcción entre HIFRENSA y GCF, 1967. Caja 40932-2, Centro Documental Asociación Nuclear
Ascó-Vandellòs II (ANAV).
153
Protocole Financier Franco-Espagnol, EDF_890520. Archivo histórico de EDF, Blois.
110 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Obras de la estación de bombeo, octubre de 1969. Arxiu Municipal de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant

Una de las preocupaciones de HIFRENSA fue asegurarse de que hubiera una buena coordina-
ción entre GCF y el CEA. Habían firmado dos contratos y no querían que se abrieran espacios
intermedios que pudieran generar problemas. Por ello acordaron que hasta la recepción de-
finitiva de la central, GCF debía permanecer en estrecho contacto con el CEA, el proveedor
del combustible, para evitar desórdenes por falta de coordinación. A HIFRENSA le intranqui-
lizaba la adaptación de las características de la central al diseño concreto de Vandellòs, pero
sobre todo les preocupaba el transporte, la recepción del combustible, su almacenamiento
y manipulación. No querían que una falta de entendimiento entre las dos instituciones fran-
cesas pudiera generar problemas de seguridad o repercutir en un mal funcionamiento de
la central154. Pero con todo, la documentación custodiada en el archivo de EDF sugiere que,
aunque los contratos fueron cuidadosamente redactados, durante el proceso de la cons-
trucción de la central se fueron generando situaciones que requirieron continuas aclaracio-
nes y precisiones de los términos recogidos en los acuerdos155.
He dicho ya que uno de los aspectos del proyecto que más interesó a los responsables de la
política energética española fue la posibilidad que ofrecía la tecnología francesa de utilizar

154
Ibídem, p. 4.
155
EDF_890520, EDF_890521, EDF_890522. Archivo histórico de EDF, Blois.
VANDELLÒS 111

las reservas españolas de uranio como combustible del reactor. En agosto de 1966 al tiempo
que se pedían y negociaban los presupuestos con las constructoras francesas, la JEN y el
CEA estudiaban y negociaban también los aspectos técnicos y logísticos para utilizar el ura-
nio de las minas de Andújar (Jaén) en el suministro de la primera carga de combustible del
reactor. En el contrato HIFRENSA se comprometió con el CEA a comprar una cantidad fija de
elementos combustibles para esa primera carga. Curiosamente el coste de la reelaboración
de los elementos combustibles de esa primera carga, que se hizo en Francia como se harían
todas las demás, se consideró compensado con el valor del plutonio en ella contenido; y el
plutonio pasó a ser de propiedad francesa. Esta transacción, que según Rafael Caro solo se
produjo en esa primera ocasión (Caro, 1995: 191), puso en cuestión una de las razones que
se habían esgrimido para apoyar la compra de la tecnología francesa: la posibilidad de utili-
zar el plutonio extraído del uranio irradiado como combustible. Esa circunstancia había sido
uno de los factores que los técnicos españoles habían valorado a la hora de elegir el reactor
UNGG; no solo añadía valor al uranio enriquecido, también alentaba los proyectos de inves-
tigación que ya he mencionado la JEN tenía sobre reactores rápidos. Además del uranio, el
plutonio era el único material fisionable que podía ser utilizado como combustible para los
reactores rápidos.
Además esa transacción que hicieron los franceses con el plutonio puso en un primer plano
otro asunto que preocupaba tanto a los españoles como a los franceses: cómo proceder con
el combustible irradiado.
Para el CEA había cuatro posibles formas de actuar con ese material y así se lo propuso a
HIFRENSA. La primera de ellas contemplaba que HIFRENSA lo tratara en España en una ins-
talación ad hoc para extraer plutonio; la gestión del material sería responsabilidad exclusiva
de HIFRENSA, de la JEN y del gobierno. La segunda posibilidad que planteó el CEA fue que
HIFRENSA les donara a fondo perdido el combustible irradiado; a cambio la empresa espa-
ñola no tendría que correr con los gastos de evacuación y transporte del material. La tercera
propuesta de los franceses consideraba la entrega del combustible español irradiado al CEA
para que estos procedieran a la recuperación del plutonio; en este caso los costes de la
operación y del transporte correrían a cargo de los españoles e HIFRENSA perdía además la
posibilidad de recuperar el plutonio. Había una última situación que los franceses estimaron
podía producirse: que HIFRENSA decidiera almacenar un tiempo largo el combustible irra-
diado en las instalaciones de la central y, pasado un tiempo decidiera recurrir a los servicios
del CEA. Entonces los franceses proponían que las dos partes debían negociar de nuevo;
valorar el estado del combustible y ver si había perdido cualidades como consecuencia de
su almacenamiento156.

Contrat pour le combustible avec le Commissariat à l’Energie Atomique, EDF_890521. Archivo histórico de EDF,
156

Blois.
112 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Vista aérea del emplazamiento de Vandellòs, octubre de 1968. Arxiu Municipal de Vandellòs i l’Hospitalet
de l’Infant

La presentación en plazo del proyecto de la central nuclear157 dio paso a la resolución de


21 de junio de 1968 en la que la Dirección General de La Energía del Ministerio de Industria
autorizaba su construcción158. El 28 de enero de 1969 el Ayuntamiento de Vandellòs apro-
baba oficialmente la instalación de la central en su término municipal y en febrero de 1972 la
dirección General de la Energía concedía a HIFRENSA el permiso de explotación provisional de la
central de Vandellòs que entraría en funcionamiento ese mismo año.
Como en los dos casos anteriores para la elección del emplazamiento de Vandellòs se tuvo en
cuenta la disponibilidad de agua para refrigerar, la geología y mecánica del suelo, los accesos, la

157
El proyecto de la Central Nuclear de Vandellòs presentado al Ministerio de Industria se ordenó en cinco
volúmenes: Memoria; Anexo I: Interconexión de la central nuclear de Vandellòs al sistema peninsular; Anexo II:
Informe preliminar de seguridad; Anexo III: Plan de ejecución preliminar; Anexo IV: Estudio estético. HIFRENSA,
1967. Archivo CSN.
158
Resolución de la Dirección General de la Energía por la que se autoriza a la Sociedad “ Hispano Francesa de
Energía Nuclear, S. A.» (HIFRENSA) la construcción de una central electronuclear en Vandellòs (Tarragona), BOE, 23
de julio de 1968, 176: 10790.
VANDELLÒS 113

proximidad de centros de car-


gas y evacuación de la ener-
gía, la disponibilidad de agua
dulce y la habitabilidad de la
zona.
En una central con un reactor
tipo UNGG que como vere-
mos a continuación tiene los
cambiadores de calor inte-
grados en el interior del cajón
de hormigón pretensado, el
peso total del reactor es con-
siderablemente más elevado
que los de la tecnología nor-
teamericana. Por ello tuvieron
que tener en cuenta que el Obras de la estación de bombeo, octubre de 1969. Arxiu Municipal
suelo elegido para su instala- de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant
ción tuviera unas características geológicas y mecánicas muy concretas que no alteraran ni la
seguridad ni el normal funcionamiento de la central. Unos primeros estudios geológicos, que
constataron que el conglomerado cuaternario de la zona era lo bastante duro y resistente a la
erosión, fueron después complementados con una serie de sondeos realizados por ENHER y
por «Cimentaciones Especiales S.A., Procedimientos Rodio», para determinar las características
mecánicas del suelo. Los resultados, analizados por la empresa francesa Mecasol, concluyeron la
idoneidad de la calidad del suelo para el objetivo perseguido159.
Hemos visto cómo la complicada logística del transporte de las piezas que llegaron a las cen-
trales de Zorita y Garoña enfrentaron a los técnicos e ingenieros españoles ante unas nuevas
circunstancias que tuvieron que solventar agudizando el ingenio y creando nuevas tecnologías.
En el caso de Vandellòs la construcción in situ de las piezas más pesadas por un lado y por otro
la proximidad al puerto de Tarragona y a dos vías de comunicación importantes, la carretera
nacional (N-340) Cádiz/Gibraltar/Barcelona y la línea de Renfe de Valencia a Barcelona, evitaron
que se repitieran aquellas espectaculares imágenes que se dieron con los transportes de Zorita
y Garoña donde la tecnología se imponía e irrumpía de forma rotunda en los campos y pueblos
de parte del territorio español.

Apéndice A y B al Capítulo IV. Notas informativas referentes al suelo de fundación emitidas por la Sociedad
159

Mecasol (París), 21 de febrero de 1967 y 14 de octubre de 1967. Incluidas en Central Nuclear de Vandellòs. Proyecto.
Memoria HIFRENSA, 1967, IV/17-31. Archivo CSN.
114 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Una nueva tecnología


Ya he mencionado que Vandellòs tuvo como modelo las centrales francesas de grafito-gas de
Saint Laurent-des-Eaux. El acuerdo de construcción que firmó HIFRENSA con GCF establecía
construir una réplica de Saint Laurent 1, que entonces no estaba todavía en funcionamiento,
con las mejoras tecnológicas que buscaba conseguir en Saint Laurent 2. Con esta instalación
la eléctrica francesa buscaba conseguir soluciones más económicas y reducir los tiempos de
ejecución.
El reactor tipo UNGG que Francia estaba instalando en todas sus centrales, y que fue el elegido
para la central de Vandellòs, utilizaba uranio natural como combustible, grafito como modera-
dor y anhídrido carbónico como refrigerante. Era un reactor integrado donde el recinto, llamado
cajón, de hormigón pretensado alojaba al núcleo del reactor, al circuito principal del gas carbó-
nico portador del calor, los generadores de vapor y los ventiladores que impulsaban el gas. En
este tipo de reactores el gas transmisor de calor, que asegura tanto la refrigeración del reactor
como la producción de vapor, circula contenido en el interior de un recinto estanco. Esta fue la
principal mejora que incorporó Vandellòs con respecto a los modelos anteriores construidos
por EDF: integrar dentro de un mismo cajón el cambiador de calor y evitar así fugas eventuales
del gas carbónico y disminuir riesgos de posibles accidentes.
Para Vandellòs se diseñó un cajón con forma de prisma hexagonal en su exterior pero en su inte-
rior el hueco era cilíndrico, completamente hermético de 19,05 m de radio y 39,29 m de altura.
DESCRIPCIÓN
9 Alternador
1 Cajón de hormigón pretensado 10 Transformador
2 Reactor 11 Dispositivo principal de manutención
3 Superficie soporte 12 Manutención de elementos combustibles
1
11 4 Cambiador 13 Piscinas
5 Soplante 14 Toma de agua de mar de refrigeración
6 Túnel de ventilación en parada 15 Estación de bombeo
7 Turbina 16 Evacuación del agua de mar
12 8 Condensador de refrigeración
2
1

4 7
9
13 10
6
5
8

15

16

14

Esquema del funcionamiento de la central. Fuente: HIFRENSA, 1997, 34


VANDELLÒS 115

Almacén de las barras de control. Fuente: Revista HIFRENSA,7: 15, 1968

Garantizaban el confinamiento de esta cámara dos planchas de acero de 25 mm de espesor


que quedaban adosadas por dentro al hormigón de las paredes de la estructura cilíndrica. Esas
planchas de acero estaban calorifugadas con bloques prefabricados de piedra volcánica en sus
partes internas y refrigeradas con un circuito de agua por la cara exterior. El objetivo era evitar
que el hormigón alcanzara una temperatura demasiado elevada que pudiera alterar sus carac-
terísticas mecánicas.
Un cilindro vertical alojaba el núcleo del reactor con las columnas hexagonales de grafito y los
canales de combustible y control. Vandellòs dispuso de 3.072 canales para el combustible y 184
canales de control.
Por último los generadores de vapor ubicados también, como ya he mencionado, dentro del
mismo recinto, por debajo del núcleo del reactor, estaban constituidos por treinta torres con
serpentines agrupados en cuatro circuitos independientes. La potencia térmica que podían al-
canzar estos generadores era de 1.716 MWt. Por estas torres se distribuía el anhídrido carbóni-
co que impulsado por ventiladores acoplados a turbinas de vapor, circulaba por el reactor para
refrigerarlo y al tiempo cedía su calor a los generadores de vapor. El vapor producido por estos
generadores era a su vez impulsado hacia dos turbinas que generaban 250 MW de potencia
eléctrica cada una160.
El núcleo de los reactores moderados por grafito, como era el caso de Vandellòs, es muy grande.
Solo una cuarta parte de su núcleo significa un conjunto de 10.000 elementos combustibles
y proceder a cambiarlos con la central parada suponía una interrupción del servicio de seis
meses. Para evitar esto desarrollaron un robot que se desplazaba por la superficie exterior

Para una descripción detallada de las partes principales de la central y de la tecnología del reactor ver, Central
160

Nuclear de Vandellòs. Proyecto. Memoria HIFRENSA, 1967, v/5-v/11. Archivo CSN.


116 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Colocación de traviesas para conectar con el apeadero de RENFE, noviembre 1967. Arxiu Municipal
de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant

del núcleo, se conectaba con el canal de combustible, retiraba su tapa, extraía el combustible
usado, e introducía el nuevo. Después la misma máquina descargaba el combustible irradiado
en la piscina de desactivación y finalmente cerraba el canal. Esto no hubiera sido posible si el
combustible no hubiera estado localizado en canales individuales, aislado del resto, lo que
posibilitó que los cambios se produjeran de forma individualizada.
En abril de 1967 comenzaron las obras preliminares de la central con las infraestructuras de
las comunicaciones161. Construyeron una carretera para unir el emplazamiento de la central
con la N-340 –que unía Barcelona y Tarragona–, y se conectó el apeadero de RENFE en el tér-
mino municipal de Vandellòs con un terminal propio de la central. Tras desbrozar y explanar
los terrenos comenzaron los trabajos de excavación, cimentación, redes de agua, alcantarilla-
do, red eléctrica y construcción de oficinas y depósitos.
Tras los trabajos de preparación del emplazamiento procedieron en primer lugar con la cons-
trucción del cajón del reactor. Después se ocuparon de los elementos que iban en su interior;

Los trece números que publicó la revista HIFRENSA entre febrero de 1968 y julio de 1972 son un buen material
161

para hacer un seguimiento, no solo gráfico, de la construcción de la central.


VANDELLÒS 117

primero del bloque del re-


actor y de los cambiadores
de calor; luego centraron
su atención en la construc-
ción de los equipos e insta-
laciones para el manejo del
combustible; y por último se
ocuparon de la construcción
de los circuitos del anhídrido
carbónico, de agua y de va-
por.
Una vez terminada la cons-
trucción interna del reactor
pasaron a ocuparse de la
toma del agua de mar y de la
estación de bombeo; de las
instalaciones de transforma-
ción y producción de energía
eléctrica; de los equipos de
medida, control y mando. Y Construcción de los cajones en el puerto de Barcelona, agosto de
lo último fue la construcción 1969. Arxiu Municipal de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant
de la central térmica auxiliar cuya función era proporcionar vapor a las turbinas de vapor que
movían los ventiladores del sistema de refrigeración.
Para medir el comportamiento meteorológico, conocer la estabilidad atmosférica, los paráme-
tros de difusión y dispersión de los gases y aerosoles emitidos cuando una central opera normal-
mente y también en caso de accidente, se levantó una torre de 85 metros de altura para registrar
temperaturas, velocidad y dirección de los vientos. Interesaba conocer la presión atmosférica, la
higrometría, las precipitaciones y la radiactividad natural del aire.
En Vandellòs la refrigeración se realizó con agua de mar. Unos cajones de hormigón construidos
en el puerto de Barcelona canalizaron una toma de agua submarina situada a 260 metros de la
costa. Estos cajones, de 30 metros de longitud, fueron llevados de Barcelona a Vandellòs por
mar, flotando, arrastrados por remolcadores. El empleo de agua de mar para refrigerar llevó a
que se construyera en paralelo una estación para estudiar fenómenos de corrosión de los com-
ponentes del sistema de refrigeración del condensador de las turbinas. Les interesaba conocer
qué características metalúrgicas debían tener los tubos de los condensadores y refrigerantes,
para ofrecer una mayor resistencia a la corrosión del agua de mar. Los estudios de corrosión no
se limitaron solo a ver el comportamiento con el agua de mar, también se centraron en analizar
118 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Construcción del sótano del reactor, julio de 1968. Arxiu Municipal de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant

las pautas de actuación de los tubos en función de las temperaturas máximas que podía alcanzar
el gas refrigerante al salir del reactor162.
Este rápido relato por los principales hitos que ordenaron la construcción de la central puede dar
sensación de que fue un proceso sencillo donde los ensayos previos de EDF facilitaron y evitaron
posibles problemas. Pero una lectura atenta de la programación semestral que hizo HIFRENSA
de la obra, sugiere que el proceso de construcción de la central que comenzó en junio de 1967
con la firma del contrato y concluyó en noviembre de 1971, fue complejo y tuvo en ocasiones
que ser modificado.
Ya he mencionado que el artículo 29 de la Ley 25/1964 sobre Energía Nuclear establecía que
para que la Dirección General de Energía y Combustibles pudiera conceder el permiso de ex-
plotación provisional de una central nuclear era necesaria una petición expresa por parte de la
empresa propietaria y un informe de la JEN que evaluara y analizara desde el punto de vista de
la seguridad, las condiciones de la central propuesta. HIFRENSA solicitó al Ministerio el permiso
de explotación provisional el 17 de diciembre de 1971 y el informe preceptivo de la JEN no llegó
hasta prácticamente un año después163. Este informe requería un análisis en profundidad de los

162
Informe sobre comisión en Francia, en abril de 1970 de Manuel Perelló Palop. Junta de Energía Nuclear, Secretaría
General Técnica, Sección Seguridad Nuclear. Informe interno SS/12/70, 13 de mayo 1970. Archivo CSN.
163
Evaluación preliminar de la seguridad de la central nuclear de Vandellòs con vistas al permiso de explotación
provisional. JEN, 19 de enero de 1972. Archivo CSN.
VANDELLÒS 119

documentos oficiales presentados en la solicitud y de las actas de inspección generadas durante


el proceso de la construcción; también los responsables de Seguridad de la JEN debían compro-
bar el cumplimiento de los requisitos establecidos en la autorización de construcción y verificar
los resultados de las pruebas prenucleares y nucleares.
En los documentos que sirvieron de base para la autorización de construcción de la central
habían quedado poco definidos, a juicio de la JEN, el diseño de algunos de sus componen-
tes. Aunque esta falta de concreción no fue la única causa, veíamos para los casos de Zorita
y Garoña que el control técnico de la JEN estuvo siempre presente no solo en los procesos
de construcción, el 6 de marzo de 1968 la JEN creaba un «Comité para la Evaluación Téc-
nica de Vandellòs» compuesto por un grupo de expertos para estudiar los problemas de
seguridad de la central. Las diversas visitas realizadas por este Comité a las obras generaron
una serie de informes que circularon entre HIFRENSA y la JEN que son un buen relato de las
modificaciones y cambios que se fueron introduciendo en el proyecto inicial de Vandellòs.
A estos informes se sumaron después otros enviados por técnicos de la JEN destacados en
la propia central para seguir in situ todas las pruebas relacionadas con la seguridad nuclear.
Hubo modificaciones en el diseño de calorifugado de la falda y en el aislamiento térmico
para la protección del cajón del reactor. Los trabajos de investigación sobre corrosión lleva-
ron a introducir mejoras, siempre de acuerdo con la JEN, en los pernos y otros elementos de
sujeción internos del cajón. También se introdujeron cambios en los diseños iniciales de las
piscinas de desactivación y en los procesos de «descamisado» de los elementos combusti-
bles164. Producto de esa interacción entre HIFRENSA y la JEN fue la instalación de un detector
de roturas de vainas (DRG); este sistema de seguridad era importante pues advertiría de una
situación que aconsejaría la parada inmediata del reactor.
Era una nueva tecnología que, como sugiere el acuerdo de colaboración que firmaron la JEN
y el CEA en materia de seguridad nuclear, no solo precisó seguir la construcción a pie de
obra, también llevó a los técnicos españoles a formarse en Francia. Uno de ellos fue Manuel
Perelló Palop, miembro y Jefe del Grupo de Normas de la Sección de Seguridad de la JEN. En
función de ese acuerdo Perelló estuvo trabajando, entre noviembre de 1968 y noviembre
de 1969, con el grupo de trabajo de seguridad de reactores (Groupe de Travails de Sécurité
de Piles, GTSP) del Departamento de estudios de Reactores (Départament des Études de Piles
DEP) del CEA165. Allí entró en contacto con el grupo de seguridad especialista en reactores UNGG.
Conoció de primera mano la organización de los principales centros franceses relacionados con

164
El procedimiento de descamisado del combustible consistía en separar del combustible, el cilindro de grafito en
cuyo interior se encontraba la barra combustible con sus aletas de refrigeración.
165
Informe sobre la estancia en el Comisariado de Energía Atómica de Francia de Manuel Perelló Palop. Junta de
Energía Nuclear, Secretaría General Técnica, Sección Seguridad Nuclear. Informe interno SS/03/70, 22 de enero de
1970. Archivo CSN.
120 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

la energía nuclear, el CEA y EDF, y la reglamentación y los procesos para autorizar las instala-
ciones nucleares francesas, una reglamentación hay que decirlo prácticamente contemporá-
nea a la española166. Durante ese año Manuel Perelló asistió a distintos seminarios y conoció los
estudios que sobre ingeniería y física del núcleo estaban haciendo con los reactores EDF1, EDF2
y EDF3. Pero sobre todo se preocupó de conocer y recopilar todos los trabajos relacionados con
la seguridad nuclear. No fue casual que la estancia del experto de la Sección de Seguridad co-
misionado por la JEN coincidiera con la conexión a la red, el 14 de marzo de 1969, del reactor
Saint Laurent-1 (SL1), el modelo de referencia de Vandellòs, y participara de los problemas que el
funcionamiento del reactor fue planteando y de las respuestas que los franceses fueron dando.
La estancia francesa dotó a Manuel Perelló de un conocimiento muy especial del prototipo fran-
cés de Vandellòs al tiempo que le permitió familiarizarse con las formas de organización, control
y gestión del desarrollo nuclear que el CEA había puesto en marcha. Por ello, a su vuelta a España,
le fue encomendado la planificación y el seguimiento de las distintas inspecciones de seguridad
que esta institución tenía que hacer en la central. Comenzó, a petición de José Javier Clúa coor-
dinándose con el Grupo para Inspecciones que HIFRENSA (GPIH) había creado en julio de 1971167.
La JEN a través de Perelló y los expertos de la Sección de Seguridad Nuclear, controló las pruebas
prenucleares de funcionamiento que consideró más significativas antes de proceder a la carga
de los elementos combustibles168.
La documentación que conserva el archivo del CSN sobre cómo se produjeron los controles de
esas pruebas en Vandellòs antes de la puesta en marcha del reactor, sugiere que la Sección de
Seguridad Nuclear de la JEN, que había comenzado su andadura con la puesta en marcha en
1958 del JEN-1 consiguió, en permanente contacto con los departamentos análogos extranje-
ros, incorporar saberes y prácticas que al tiempo que homologaban sus protocolos, también los
legitimaban.
Vandellòs fue la última central de esta tipología que fue construida fuera de Francia169; en
1972 entraría en funcionamiento Bugey 1, último reactor UNGG construido en Europa. Gran
Bretaña, el otro país europeo que había trabajado con reactores alimentados por uranio natu-
ral, anunció su decisión de abandonar esta tecnología justo cuando se estaban desarrollando

166
Décret 63-1228, 11 décembre 1963 relatif aux installations nucléaires. Journal Officiel de la République Française
(JORF), 14 de décembre de 1963, p. 11.092. Décret 69-154, 6 février 1969 portant publication de la convention sur
la responsabilité civile dans le domaine de l’énergie nucléaire du 29 juillet 1960 et du protocole additionnel à la dite
convention du 28 janvier 1964. JORF, 11 Février 1969: 1583.
167
Carta de José Javier Clúa a la Secretaría General Técnica de la JEN. Barcelona, 10 de marzo de 1971. Archivo CSN.
168
Pruebas prenucleares de la central de Vandellòs. Normas de actuación. Documento interno de la Sección de
Seguridad Nuclear de la JEN. 15 de septiembre de 1971. Archivo CSN.
169
«L’Espagne sera le premier pays étranger à posséder une centrale nucléaire de type français», Le Monde 5 de
octubre de 1964.
VANDELLÒS 121

las negociaciones entre España y Francia para construir Vandellòs (Sánchez, 2006: 388). En
esos años los franceses comenzaron también a dar señales de su interés por otras tecnologías
distintas a la UNGG. Su incorporación al proyecto EURATOM-USA que regulaba el suministro
de uranio enriquecido a Europa, la construcción en Pierrelatte de una planta para enriquecer
uranio, y su colaboración con belgas y suizos en la construcción de centrales de tecnología
norteamericana, son buena muestra de ello. Razones políticas, vinculadas a la idea gaullista
de defensa de lo nacional, ocultaron informes técnicos que avalaban las ventajas del uso
del uranio enriquecido frente al uranio natural. (Sánchez, 2006:388). Cuando Charles Pom-
pidou hizo pública la decisión de abandonar la tecnología UNGG, a Vandellòs le quedaban
apenas dos años para entrar en funcionamiento.

El Poblado
HIFRENSA construyó, como había hecho UEM, un conjunto de viviendas en las proximidades de
la central para alojar a los trabajadores. Tuvo en cuenta para ello la recomendación que había he-
cho el Ministerio de Industria sobre la armonía que debía mantener el conjunto arquitectónico
de la central con el paisaje donde se emplazaba. Además de las viviendas, HIFRENSA incorporó
al conjunto residencial una escuela con jardín de infancia, una biblioteca, una residencia para
empleados solteros, una zona deportiva y la infraestructura necesarias para abastecer a 280
viviendas de agua potable, electricidad y gas propano (sobre la arquitectura y urbanismo de la
central y su poblado ver Ródenas García, 2013).
El conjunto conectado mediante pasos para peatones y bicicletas, con plazas públicas y con
un esquema de vías en cul-de-sac fue realizado por el arquitecto Antonio Bonet Castellana
(1913-1989). Discípulo de Josep Lluís Sert (1902-1983) y de Le Corbusier (1887-1995) y maes-
tro de Oriol Bohígas, recibió en 1967 el encargo de Pere Durán Farell de diseñar y construir el
poblado, sus dependencias administrativas, parte de la obra civil y otros edificios de carácter
técnico de la central.
Antonio Bonet Castellana tras el estallido de la guerra civil se había exiliado en Argentina. Allí
fundó el Grupo Astral en colaboración con Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurcham. A este colectivo,
referente a partir de los años 30 en el panorama de la arquitectura y el diseño latinoamericanos,
se le atribuye el conocido sillón BKF que, bautizado con las iniciales de sus autores, fue también
conocido como sillón «Butterfly». Bonet Castellana fue el autor de interesantes proyectos en Ar-
gentina –Casa de Estudios para Artistas en Buenos Aires, edificio Terraza Palace y galerías Rivada-
via y de las Américas en Mar del Plata–. También construyó numerosos edificios en Uruguay y en
Paraguay. La primera vivienda familiar que construyó fue para los poetas Rafael Alberti y María
Teresa León en la ciudad uruguaya de Punta del Este.
122 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

Desde Buenos Aires viajó en nu-


merosas ocasiones a Madrid y a
Barcelona, ciudades donde abri-
ría estudios en 1959 y 1964 res-
pectivamente. Precisamente fue
viajando, en el trayecto aéreo
que unía ambas ciudades, don-
de se conocieron Bonet Castella-
na y Durán Farell. La visión utó-
pica que compartieron, reflejada
en los proyectos urbanísticos del
primero y en el poder persuasivo
del segundo, impulsaron la mo-
dernización arquitectónica e in-
dustrial de Cataluña y supuso el
germen de un modelo que sería
Visita de un colegio a las obras de la central, mayo 1970. Arxiu
posteriormente reconocido in-
Municipal de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant
ternacionalmente en materia de
gestión urbanística (Ródenas García, 2013: 19).
En la memoria del proyecto de la central, Bonet Castellana explicitaba la tesis principal que articu-
ló el diseño y la construcción del poblado: «crear un ámbito urbano donde los funcionarios y sus
familias pudieran desarrollar una vida individual y colectiva completa»170.
El poblado se construyó siguiendo el modelo de las colonias que las empresas eléctricas cons-
truían en emplazamientos de alta montaña, alejados de los núcleos urbanos. Aunque inicialmen-
te no estaba previsto, la ausencia de servicios para asistir a la nueva población potencial y sobre
todo la necesidad de una escuela, cambiaron la decisión de los responsables de HIFRENSA. José
Javier Clúa fue uno de los impulsores del poblado y el encargado por la empresa de llevar la inter-
locución con el arquitecto.
La escuela jugó un papel importante en la integración de la nueva población que se generó
en el entorno de la central nuclear. Al diseño arquitectónico de Bonet Castellana, a quien le
preocupó situar la escuela «en el área más aireada y soleada de la zona»171 y a una distancia
no superior a 400 metros de la vivienda más alejada para que fuera accesible a pie, se unió la
incorporación de nuevas formas de enseñanza que buscaban una educación integral, indivi-
dualizada, activa y enraizada en el país (HIFRENSA, 1997: 28).

170
Memoria del proyecto del poblado HIFRENSA. Fons Bonet, Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de
Madrid (COAM), citado en Ródenas García, 2013:9.
171
Ibídem, p. 83.
VANDELLÒS 123

Un mundo de gigantes
Aunque la presencia en la prensa de noticas sobre la central de Vandellòs había sido constante
desde el anuncio de su construcción en 1966, la primera reacción en cadena, que se produjo el
11 de febrero de 1972, ocupó grandes reportajes a todo color. Las imágenes que reproducían
las infraestructuras y la magnitud de las cifras destacadas en los textos, construyeron unos re-
latos, a veces engañosos y falsos, que situaban al lector «en un mundo de gigantes construido
por gigantes». El volumen de agua de mar que la central «bebía» en un segundo era, según el
periodista de La Vanguardia, de 32 metros cúbicos, lo que significaba tres o cuatro veces lo que
la ciudad de Barcelona consumía en ese mismo tiempo172. El entusiasmo del periodista y el uso
de metáforas le llevó a transmitir una idea errónea ya que por la central nuclear el agua solo cir-
culaba, no era consumida.
En esta ocasión no hubo inauguración oficial. Solo hay mención a una pequeña ceremonia, tras la
primera reacción en cadena, en la que los directivos José Javier Clúa, Mariano Mataix, Carlos Fer-
nández Palomero, Enric Plà y el jefe de operación del reactor, Juan de Dios Arriola, brindaron con
cava con los operarios, los especialistas y los técnicos de EDF. Simbolizaban así la consecución de
un proyecto colectivo que tardó tres años en recibir la visita de un miembro del gobierno: el 11
de abril de 1975 el Ministro de Industria, Alfonso Álvarez Miranda, se desplazaba a la central en el
marco de un viaje cuyo principal objetivo era inaugurar el Salón Internacional del Automóvil173 .
La puesta en marcha de la central tuvo lugar unas semanas después de la primera reacción en
cadena: la sincronización con la red eléctrica se produjo el 6 de mayo de 1972 y un mes después,
el 8 de junio, se dio la primera conexión para servicio industrial (HIFRENSA, 1997:18-19).
A partir de entonces a la central solo le quedaba por cumplir con el calendario jurídico-adminis-
trativo estipulado en el contrato. El 26 de julio de 1972, cuando la instalación ya había cumplido
con el mínimo de horas de funcionamiento al 90 por ciento de potencia, 100 horas marcaba la
cláusula de garantía del contrato174, HIFRENSA firmó ante notario la recepción provisional. Dos
años después, el 26 de julio de 1974 la empresa registraba la recepción definitiva lo que signi-
ficaba que Vandellòs estaba en condiciones de producir un tercio de la energía eléctrica que
consumía Cataluña en esos años.
El 19 de octubre de 1989 un fallo mecánico produjo un incendio en la zona de turbinas de la cen-
tral que derivó al sistema eléctrico. El suceso fue clasificado en la Escala INES (Escala Internacional
de Sucesos Nucleares) en el nivel 3, como incidente importante175. El incendio afectó de manera

172
«La central nuclear de Vandellós a punto de entrar en servicio», La Vanguardia, 13 de febrero de 1972, 1 y 46.
173
«El Ministro de Industria llegará mañana para inaugurar el Salón Internacional del Automóvil», La Vanguardia, 11
de abril de 1975, 20.
174
Contrato de construcción entre HIFRENSA y GCF, 1967. Centro Documental ANAV.
175
La escala INES establece el 1 para incidentes mínimos y el 7 para máximos.
124 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

significativa a las instalaciones, pero no tuvo consecuencias en términos de emisiones radiacti-


vas para el entorno. Todos los informes que fueron realizados coincidieron en que el accidente
no tuvo repercusiones en el exterior, no se produjeron daños ambientales ni personales.
Pero a pesar de ello el incendio provocó alarma no solo en la opinión pública. Un mes después
del accidente los diputados del Parlament de Catalunya, expresaron que el sentir del conjunto
de la cámara era contrario a mantener activa la central. Tras las declaraciones políticas llegaron
los informes técnicos. En abril de 1990 el CSN hizo público un informe definitivo donde se in-
cluían los requisitos que debía cumplir la central para volver a funcionar. El proyecto que diseñó
HIFRENSA para cumplir con las exigencias del CSN suponía un coste tan elevado que ni la empre-
sa ni el Ministerio de Industria estimaron conveniente aprobar la inversión. La entidad propieta-
ria de la central nuclear decidió entonces proceder a su cierre y desmantelamiento. Terminaban
así los dieciocho años de vida de funcionamiento de la central de Vandellòs.
125

Epílogo

L a construcción y puesta en marcha de Zorita, Garoña y Vandellòs, dotaron a la industria espa-


ñola, no solo nuclear, de capacidades y habilidades que no había tenido hasta entonces. Lo
aprendido en cada una de estas instalaciones hizo, a las empresas españolas, más competentes
para enfrentar la construcción de las centrales que conformaron la segunda generación.
Antes de que Vandellòs fuera conectada a la red en 1972 ya estaban proyectados, como respues-
ta al Plan Eléctrico Nacional publicado por el gobierno en 1969, siete nuevos grupos de centrales
nucleares: Almaraz 1 y 2 (Cáceres); Lemóniz 1 y 2 (Vizcaya); Ascó 1 y 2 (Tarragona); y Cofren-
tes (Valencia). Detrás de estas solicitudes estaban Hidrola, UEM y Sevillana de Electricidad para
el grupo de Almaraz; Iberduero para el de Lemóniz; FECSA fue la propietaria de Ascó 1; Ascó 2 la
compartió con ENHER, HECSA y FHSegre; e Hidrola lo fue de la central de Cofrentes. Todas las so-
licitudes contemplaban instalar un rector PWR de Westinghouse de 930 MWe de potencia, salvo
Cofrentes que optó por un reactor de agua en ebullición BWR de 975 MWe de General Electric. Po-
sibles ventajas económicas llevaron a las empresas mencionadas a contratar, de forma conjunta,
al mismo suministrador para adquirir los seis reactores de agua a presión.
Ese primer Plan Eléctrico Nacional para el período 1971-1982, había calculado alcanzar en 1975
una potencia eléctrica de origen nuclear de 2,5 GWe y en 1981 de 8,5 GWe y cubrir así el 21,8 por
ciento del consumo eléctrico anual176. En julio de 1972, apenas tres años después, esas estima-
ciones fueron revisadas al alza. El Ministerio acordó incrementar hasta 15 GWe la potencia nuclear
instalada al final del periodo 1973-1983, lo que suponía el 60 por ciento de la energía que se calcu-
laba iba a ser consumida en España en 1983177. Esas primeras proyecciones de consumo, basadas
en estimaciones de un crecimiento económico que no se llegaría a producir en una economía
energética mundial sometida a perturbaciones de todo orden (tecnológico, económico, social y
geopolítico), sobredimensionaron el incremento de la demanda (Muñoz-Delgado y Rubio-Varas,
2014: 224). El Plan Energético para el periodo 1983 a 1992 limitó la potencia nuclear instalada a
7,6 GWe. En 1989 se decretó la moratoria nuclear que supuso la cancelación de las dos unidades
de Lemóniz, próximas a la puesta en marcha; las dos unidades de Valdecaballeros, en estado
avanzado de construcción; y la segunda unidad de Trillo, que estaba entonces en el inicio de su

176
Plan Eléctrico Nacional, Orden del Ministerio de Industria de 31 de Julio de 1969, BOE, 30 de agosto de 1969,
199: 13193 a 13194.
177
Orden de 17 de julio de 1972 por la que se aprueba la revisión del Plan Eléctrico Nacional, BOE, 29 de julio de
1972, 181: 13646 a 13647.
126 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS

construcción. Vandellòs 2 y Trillo 1 fueron las últimas centrales nucleares conectadas a la red en
España.
Entre 1972 y 1975 el Ministerio de Industria recibió un total de veinticinco solicitudes que, se-
guramente motivadas por la crisis del petróleo de 1973 y el miedo a la dependencia, aspiraban,
como en tantos otros países, a construir nuevas instalaciones nucleares. Trece de ellas comenza-
ron sus inversiones que en algunos casos, como fue el de la central de Valdecaballeros, alcanzó
gran desarrollo; pero solo Trillo 1 y Vandellòs 2 llegarían a ser conectadas a la red (para una com-
pleta relación de los proyectos nucleares que fueron planeados en España desde 1959 hasta la
actualidad ver Rubio-Varas; de la Torre, 2017: 249-254).
Esta euforia de comienzos de los setenta también repercutió en que se retomara la preocupación
ya antigua por el abastecimiento del combustible. Con la creación en 1972 de la Empresa Nacio-
nal de Uranio (ENUSA) se buscó dar respuesta a temas que llevaban tiempo en las agendas de los
responsables de las políticas nucleares españolas: la exploración y el tratamiento del uranio, el
diseño y la fabricación del combustible nuclear, y la seguridad en las explotaciones mineras178.
La puesta en marcha de las centrales puso en un primer plano la fabricación del combustible y
la gestión de los residuos generados. Para tratar de dar soluciones a esto último en 1983 el Mi-
nisterio de Industria redactó el Plan General de Residuos Radiactivos. Entonces en España estaba
ya en servicio la primera generación de centrales nucleares –Zorita, Garoña, Vandellòs–, acababa
de entrar en funcionamiento Almaraz 1 y estaban en plena construcción Almaraz 2, Lemóniz 1 y
2, Ascó 1 y 2, y Cofrentes. Los residuos de baja y media actividad y los elementos combustibles
irradiados generados en estas instalaciones, visibilizaron la necesidad de los almacenamientos
industriales. En julio de 1984 con la creación de ENRESA, la Empresa Nacional de Residuos Radiac-
tivos, se optó por la centralización de los almacenamientos para conseguir optimizar recursos
económicos y operativos179.
Junto al optimismo que el desarrollo nuclear había desatado y que reflejó el Plan Eléctrico Nacio-
nal de 1975, comenzaron a surgir en España los primeros grupos ecologistas que, preocupados
por la defensa de la naturaleza, empezaron a cuestionar esa forma de energía (Sánchez Vázquez,
2010, capítulo 6). Después, el accidente producido en marzo de 1979 en la central nuclear Three
Mile Island-2 (Pensilvania), calificado hoy de nivel 5 sobre el máximo de 7 de la escala INES, acre-
centó la desconfianza hacia la energía nuclear (Del Sesto, 1979; Nelkin, 1981). Los expertos des-
tacaron como causas del accidente, en el que se fundió cerca de un tercio del núcleo del reactor
de la central, fallos en el diseño del sistema secundario –no nuclear– y fallos en el primario que
no fueron detectados a tiempo lo que provocó una deficiente respuesta operativa. Aunque no

Decreto 3322/1971 de 23 de diciembre, sobre fines de la Empresa Nacional del Uranio. BOE, 18 de enero de
178

1972, 67: 915 a 916.


Real Decreto 1522/ 1984 de 4 de julio, por el que se autoriza la constitución de la «Empresa Nacional de Residuos
179

Radiactivos, S. A.» (ENRESA). BOE , 22 de agosto de 1984, 201: 24186 a 24187.


EPÍLOGO 127

se pudo demostrar que el accidente provocara daños en el exterior, tuvo una gran repercusión
mediática.
Tras el suceso de Three Mile Island se introdujeron importantes modificaciones en las reglamen-
taciones sobre seguridad. El análisis del accidente reveló, en primer lugar, que el entrenamien-
to que habían recibido los operadores no había sido satisfactorio; también se concluyó que era
necesario desarrollar nuevas normas de seguridad, y que había que emprender un programa
integral de investigación sobre la prevención de accidentes graves con fusión del núcleo. Fue
entonces cuando las empresas norteamericanas crearon el Institute of Nuclear Operation (INPO),
para centrar la atención en la formación del personal y en el análisis de todas las experiencias ope-
rativas. Las compañías eléctricas españolas se sumaron a las propuestas de este Instituto y deci-
dieron que Tecnatom mantuviese un representante permanente en la sede de INPO en Atlanta.
La seguridad, lo hemos visto, fue una preocupación permanente de empresas y técnicos vincula-
dos al desarrollo nuclear. Pero a partir de los setenta esa preocupación se hizo también extensiva
a la sociedad. Consciente de ello el Fórum Atómico Español que, como ya se ha dicho, desde
1962 agrupaba a las principales industrias nucleares españolas siguiendo el modelo norteameri-
cano del Atomic Industrial Forum (1954), en 1977 dedicó sus Jornadas Nucleares a «La sociedad
y la energía nuclear». Una de las conferencias principales de aquella reunión fue la que impartió
Agustín Alonso, entonces ya catedrático de Tecnología Nuclear, y uno de los primeros integran-
tes del Grupo de Seguridad de la JEN (Sánchez Vázquez, 2009: 11). Esta iniciativa del Fórum Ató-
mico Español al tiempo que puede tomarse como síntoma de la preocupación social que estaba
creciendo en torno a la energía nuclear, también debe entenderse como la voluntad de generar
espacios donde consensuar las nuevas normas de seguridad que todos convinieron necesarias.
Decía al comienzo que las historias de Zorita, Garoña y Vandellòs al tiempo que exhiben las com-
plejas interacciones que se dan entre ciencia, tecnología, política y sociedad, muestran también
que la ciencia y la tecnología son asuntos sociales y políticos de primera magnitud. Las historias
aquí narradas lejos de dar respuestas definitivas a esas complejas interacciones, dejan preguntas
sin resolver, archivos por descubrir y proyectos todavía por investigar. Confío que este libro esti-
mule a otros investigadores a seguir trabajando sobre esta cautivadora y al tiempo controvertida
historia reciente del desarrollo de la energía nuclear en España.
Desde un presente en el que el debate sobre la producción de energía y sus implicaciones sigue
ocupando un lugar principal de la discusión política a nivel nacional e internacional, esta mirada
a los inicios de la producción de electricidad de origen nuclear en España puede servir para en-
tender la complejidad de los fenómenos en juego, pero también la fuerza del trabajo conjunto
de empresarios, científicos, ingenieros y responsables políticos a la hora de construir realidades
nuevas y responder con ellas a las necesidades de la sociedad.
128 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS
129

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136 LAS PRIMERAS CENTRALES NUCLEARES ESPAÑOLAS
Ana Romero de Pablos es científica titular del Conse-
jo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en
el departamento Ciencia, Tecnología y Sociedad del
Instituto de Filosofía. Sus trabajos se desarrollan en
el campo de los estudios históricos y culturales de la
ciencia y la tecnología en el siglo XX. La historia de la
energía nuclear, de las políticas científicas, la historia
de la transferencia y de la gestión del conocimiento,
son las líneas de investigación que articulan su trabajo
en el que está muy presente el interés por la cultura
material de la ciencia y la tecnología y las cuestiones de
ciencia y género. Entre sus publicaciones relacionadas
con la historia de la energía nuclear en España desta-
can: Prensa y tecnología en la España de Franco: del
secreto a la política atómica pública. Dynamis, 2018,
38 (1), p. 189-218. Mujeres científicas en la dictadura
de Franco. Trayectorias investigadoras de Piedad de la
Cierva y María Aránzazu Vigón. Arenal, 2017, 24(2), p.
319-348. Energía nuclear e industria en la España de
mediados del siglo xx. Zorita, Santa María de Garoña
y Vandellós 1. La física en la dictadura. Físicos, cultura
y poder en España (1939-1975), Néstor Herrán y Xavier
Roqué (ed.), Universitat Autònoma de Barcelona Ser-
vei de Publicacions Bellaterra, Barcelona, 2012, 45-64.Y
con José Manuel Sánchez Ron, Energía Nuclear en Es-
paña: de la JEN al Ciemat. Madrid: Ministerio de Ciencia
y Tecnología, 2001.
www.sne.es

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