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LOCA INFIEL

Una historia de amor.

Violeta Velasco.
Licencia: Todos los derechos reservados
Prólogo

Cuando ha pasado un tsunami, al regresar, nunca encuentras lo que fue. Buscas en los
escombros de tu presente partes del pasado para reconstruir tu futuro; pero hay piezas
importantísimas que eran pilares y desaparecieron para siempre; entonces comienzas a
construir un nuevo futuro y a escribir tu propia historia.

Ayer, ordenando el trastero encontré en una caja de cartón, otra caja de madera con el
bloc de hojas de colores y una línea que un día cogí de la leja de la cocina. Era perfecto para
mis secretos; <RECETAS DE COCINA> titulaba en rojo, con unos molinillos de café.

En aquellos días fue mi confidente, mi amigo, el que siempre estaba dispuesto a


escucharme, regué de lagrimas sus hojas, tantísimas veces mis manos temblaron sobre él
destrozadas de destemplanza, de desasosiego, de incertidumbre, desolación, rabia, locura,
dolor. El placer, las nuevas sensaciones, lo que creí bien, y lo que dudé. Lo que desaprendí y
también lo que afiancé. Las sensaciones y miedos y mis descubrimientos sexuales; ese mundo
aparte. Parecía que al escribir y leerlo me comprendía mejor; lo que da una magnitud de lo
sola que me encontraba. Sola para lo que en ese momento se salía de mi mundo; Mi Paco,
mis hijos, mis padres, mis suegros, y demás familia. Amigas, sí, pero incluso habiéndolas
eran de otro mundo.

En ése bloc escribí los momentos más amargos y los más excitantes de mi vida, y sé,
que vendrán otros, pero este periodo marcó un antes y un después.
1 /Octubre 2009. La Otra

Realidad.

A veces las cosas son muy obvias y obcecadamente las negamos;< no es posible,
no. Eso no puede ser>

Tenemos miles de dudas y preguntas que se quedan dentro; por no empezar.


Mientras que no nos daña, la dejamos ahí, sí, a la duda me refiero, la vamos dejando
que crezca y se haga fuerte y demoledora, que nos silencie. La transparencia y
sinceridad será lo único que mate a la duda en tus armarios, en tu sofá, sus
calzoncillos…

Cuando una palabra vale más que una realidad, un juramento lo arregla todo,
es lo mejor para seguir engañándote; <Te lo juro> mágica frase breve para el ciego
que no quiere ver, o mejor dicho; para el que ve y no quiere aceptar. Pero la verdad
siempre cae aplastante, sólo, como todo, es cuestión de tiempo, y del valor que tú
tengas por encontrarla.

Jamás había tocado su móvil, no era objeto de mi deseo, en sí no tenía nada


que me atrajera, pero el día que debe de ser simplemente es.

Acabábamos de llegar de fin de semana, el primero de las vacaciones


escolares de verano. Parecía que día a día nos queríamos más, éramos felices.
Teníamos nuestro propio mundo, creado por nuestras decisiones y bajo una
responsabilidad compartida; teníamos nuestra rutina. En realidad pensaba que
nadie me podía querer más en el mundo y que el mío, mi mundo, no era nada si no
estaba él. Me sentía muy cómoda y segura en la vida, tanto que ni reparaba en
ello. Sentirle cada vez que me abrazaba era sentir la protección y el amor más
grande. Mi marido era, el eje en el cual giraba toda mi vida. Todo empezaba y
acababa en él; en Paco. Las parejas tienen sus rutinas, nuestra historia la
escribíamos así.

Ese día mientras bajábamos bultos en la puerta, dejó su móvil revuelto con
las bolsas en la mesa de la cocina. Desde afuera me dio una voz;
- ¡Nena!, ¡voy a guardar el coche a la cochera!

La misma escena de los últimos 14 años, pero ésta fue el principio del
fin. Sonó un mensaje, fui a la cocina pues inmediatamente pensé que era algo
referente a los críos que estaban en casa de mi suegra tres pisos más abajo; eran las
once de la noche, lo primero que sentí fue preocupación, un sobresalto, nunca una
desconfianza. Leí...

“Gestoría Kewes; No sé si podr soportar sto muxo ms, kda fin d smn k t vas
m muero. Vndrs mna? T kiero”

Lo leí, una y otra vez, no; eso no podía ser. <Quizás se equivocó. Pero tenía
memorizado el numero;”Gestoría Kewes”. Bueno, eso no significa nada, quizás aun así se
equivocó. Tal vez envió a otro número, y le llegó a él por error, a veces pasa, los dígitos de los
móviles son pequeños, a lo mejor no se puso las gafas y hay alguien que se llama como él,
"Paquito" es un nombre "multinacional", quizás, quizás, quizás…>

No supe qué hacer. No tenía tiempo de pensar ni de calmar mi ansiedad.


Tampoco quería que viera que lo había leído; lo borré. La verdad es, que no quería
ni verlo, no quería que existiera ese momento. No podía pensar, pero al pensar en él
se desmoronaba todo, <no, ¡no era posible!. Seguro que era un error; mi Paco no < ¿Te has
vuelto loca María? ¡Te ama chiquilla!>

Pero en mi cocina, en mi casa, esa noche desde su móvil cayó la semilla de la


duda.

Escuché el golpe al cerrarse la puerta y mi mente iba y venía de una palabra


a una escena, de un momento a unas letras, un nombre; Gestoría Kewes.
Rápidamente atravesé el pasillo y me metí al baño. Cerré la puerta con el pestillo;
nunca lo hacía pero esa vez necesitaba tiempo < Estás dándole una magnitud muy
grande a esto, no sabes nada, es una equivocación,… estoy segura. ¿Cómo eres tan tonta de
ponerte así por una equivocación? > Me repetía continuamente mirándome al espejo, y
tocándome la cara, los labios, el pelo, nerviosa.

- ¿Estás en el baño?...- Tóc- Tóc.

Y escuché sus pasos que se alejaban. Abrí la ducha y dejé caer el agua, no sé
por qué hice esa idiotez; no quería encontrarme con él cara a cara, era una situación
ridícula, ¡Yo no había hecho nada!

- Sí, me estoy duchando, salgo ya.


Enseguida me asaltó de nuevo la duda < ¿Por qué no ha girado el pomo y ha
intentado entrar? ¿Por qué no se ha metido en la ducha conmigo? ¡Está en el baño de los
críos!, ¿Por qué ya no quiere mi gel de leche?, o ¿Es que le da igual mi gel de leche? ¿Lleva
arañazos? ¿Algún chupón?; seguro>.

Entré en el bucle mareante de las “absurdas-sin-respuesta” que como un


tornado fue creciendo hasta tomar dimensiones descomunales y devastadoras,
como iré contando.

Esa noche hice que dormía antes de tiempo, pero en realidad no concilié el
sueño en toda la noche.

Sabía que algo estaba sucediendo. Hay algo dentro de ti que te avisa, no te
engaña; aunque necesitemos la mentira para seguir. Entonces empiezas a atar cabos
y ves la mentira, ¡La ves! < Aquel día que bajó deprisa a comprar una espuma de afeitar
distinta, que no necesitaba. Esa forma de andar pegado todo el día al móvil. Las llamadas que
dice siempre; que se han equivocado, cuando estuvimos en el campo y se metió al coche cuatro
veces a hablar. La comida semanal, que nunca la ha habido. Ese olor que trae a veces, que no es
que no sea suyo es simplemente otro olor >

Había pasado una semana y aquello me roía como carcoma, notaba el miedo
incrustado en mi píloro, mi cólera contenida, en la desesperación de no querer saber
la verdad aunque la perseguía.

Era la noche perfecta; los nenes estaban abajo. No sé de dónde saqué el


arrojo para coger su teléfono y esconderlo; lo metí en una bolsa y lo enterré en el
rosal del balcón por si sonaba. Paco acababa de llegar y no comprendía que no
apareciera; empezó a llamarse desde el teléfono de casa, se puso loco buscándolo;
ahí me di cuenta de que estaba cada vez más en lo cierto. Salió hacia el polígono
industrial como opción de que hubiera quedado en la nave; mientras yo lo cogí y
exactamente con el estilo de mi Paco envié un mensaje a Gestoría Kewes;
“¿Recuerdas lo que hablamos? Tengo una sorpresa para ti.”

Era un mensaje que si no era “ella”, pasaría como un mensaje equivocado


más; pero cuando saltó el teléfono con la respuesta lo cogí y me agaché de cuclillas
para leerlo, no podía; aun no lo había hecho y ya me dolía el corazón. Pensé incluso
en borrarlo sin leer, no sabía si estaba preparada para hacerlo; “¿T e dixo alguna vz
k t kiero?bss.“

Cuando entró por la puerta me encontraba rota en el sofá. Sentía el peso de


una tonelada o más sobre mis hombros; todo lo que pasaba por la mente con furia
se me helaba al pasar por el corazón, se lo lancé a la cabeza, literalmente;

- ¡Ahí tienes tu puto teléfono! – colisión con frontal izquierdo.

Gritos, llantos, peleas, portazos. Andaba por la casa con la bata entreabierta,
llevaba tanta velocidad que se abría en las curvas que daba, mi cabello ondulaba al
viento como si realmente volara; parecía en el espejo del pasillo que me hubiera
vuelto Drácula.

Fue una amenaza de guerra en la que cada uno estratégicamente y sin


tiempo para reaccionar posicionaba sus piezas; sus preguntas, sus respuestas. Una
noche larga de tensión, de ultimátum, de separación de los lindes de la casa.

El territorio Sur para mí; la cocina. El norte para él; su despacho.

En mi cocina, grande, en forma de ele, y dentro de la ele una galería donde


tengo secadora, plancha escobero, despensa etc. tenía mi rincón con un sofá y una
tele. Para desayunar los nenes. Con mis amigas, para el café. Para escribir, para
chatear mientras controlo la cena, para dormir hasta el amanecer por no estar sola
en mi cama, y muchas siesta; mi rincón.

En la zona norte el despacho era sombrío; pero él sólo lo utiliza de noche y


allí tiene su rincón, con sus muebles de despacho y un sillón masaje que se compró
nada más salir aquí en España y lo ha usado 4 veces., televisión, video juego, su
rincón.

Para los enfrentamientos se utilizaba la parte central que era territorio neutral;
el comedor, nuestro dormitorio y su baño, y dos metros de pasillo. Esto aunque es
poco, era de una utilidad tremenda, era como el estrecho de Cádiz;
irremediablemente tenias que pasar por ahí.

Yo no soy científica ni nada que se le parezca, pero me resulta cuanto menos


peculiar ese comportamiento. Todas nuestras guerras se ejecutaban así, y es un
hecho muy común en las parejas esto de la territorialidad. En una casa cada uno se
atrinchera en sus m², y si casualmente el “enemigo” te acecha y sorprende en tu
lado, la cocina por ejemplo, como si fuera sólo tuya en escritura pública ante ilustre
notario, reaccionas así;

- ¿A qué vienes? Se puede considerar primer aviso, al tercero disparo.


- A beber agua, ¿puedo?- se considera solicitud.

- Puedes. - solicitud aceptada.

Si se demora en salir y comienza “conversación hostil” en tu territorio,


enseguida se “empuja” al otro hacia la zona neutral; lo echas de la cocina. Y
entonces ahí, ya se está tranquilamente discutiendo; el comedor es el lugar
adecuado o zonas mencionadas.

Las semanas y meses siguientes llegué a enfermar, caí muy enferma. Creo
que no recuerdo tanto dolor tan físico en mi vida; me dolía realmente el corazón.
Estaba como loca; no podía comer, nada me entraba, los kilos me caían por el pasillo
como coágulos de desamor de 50 grs cada uno; perdiendo nueve kl en dos meses,
realmente estaba desconocida, demacrada, no parecía la misma persona. No dormía.
Gastaba más de trescientos euros en teléfono llamando a mi marido; lo hacía cien
veces al día, después a mi amiga, a mi madre.

No sabía qué hacer; pensé en dejarle y tampoco podía. Tenía que decidir
pero no tenía más fuente de ingresos, ni fuerzas siquiera para pensarlo; estaba
derrotada.

La mentira es una nube que lo cubría todo; no permitía ver más allá de lo
que en ese momento sucedía, la amenaza de lo que se acercaba era invisible.

La incertidumbre es lo peor, las miradas huidizas, las palabras muertas, sin


sentido, parcas y sin entonación, conversaciones necesarias; ¿lo llevas tú?¿Has
comprado dentífrico blanqueador?¿dónde están los guantes del sótano?

La duda, el no saber nada en concreto mata. Es como cuando intenta tragarte


el mar; no sabes qué sucederá dos minutos más allá, sólo existe ese momento
confuso y fugaz, que no da tiempo a pensar nada más que en sobrevivir, ese
instante, sin saber después qué...

Así vives una situación de infidelidad; ¿Qué sucederá mañana?, ¿Qué


sucederá esta noche?, ¿Qué pasará cuando venga? ¿Qué estará pasando ahora?

Han pasado cinco meses, y ahora no sé muy bien si me llamo María o nunca
me llamé así. Pero aquí todo sigue igual, ya me dejé arrastrar por la corriente
kilómetros más abajo, ya dije; Basta, no puedo más.....y aquí sigo.
2/ Octubre 2009 - El Principio; Un Hombre de Badalona.

Cuando conoces a un hombre en un chat, lo primero que te llama la atención


es su forma de escribirte. Siempre había respondido con amabilidad y educación,
más teniendo en cuenta que estoy casada y esto hace que vayas con un poco de
miedo, quizás miedo no sea la palabra; pero sí precaución y esos nervios que entran
de saber que la estás haciendo; sí, la estas liando.

Al principio he de decir que no me decidía a hablar con nadie; todos me


parecían mi vecino, mi cuñado o Carlos, el buen amigo ya que veo en ocasiones en
el parque, compartimos juegos de niños, nunca mejor dicho.
Es la primera vez que soy infiel. Me arrastra saber, descubrir, querer
entender por qué mi marido se satisface así; quizás haya un mundo paralelo secreto
que todo el mundo tiene, menos yo.

Al principio era muy amable pero a los pocos días todo se volvió obsceno,
sensual, libertino, y yo comencé a notar que mi sexo se ponía húmedo chateando
con él. Pasamos a la cam y entonces le vi; era un feo muy atractivo, me gustó.
Mucho. Me hizo sentir cosas que no recordaba. Representante de algo; no le
pregunté. Viaja habitualmente, casado; todo perfecto.

Cuando nos encontramos, nuestras miradas relataban todo lo que sentíamos,


lo que deseábamos del otro, lo que nos habíamos escrito masturbándonos más de
una noche. Me acariciaba la mejilla dándome tranquilidad, aunque estaba nerviosa
también excitada. Fuimos en su coche hasta el hotel. En el ascensor yo seguía
temblando, él no sabía qué hacer, ¡Si mirarme o tocarme, abrazarme o qué!
desconociendo totalmente que era el único hombre que me tocaría después de mi
Paco.

Al cerrar la puerta se echó sobre mí acariciándome el pelo, la cara, y


comenzó a besarme. Notaba su excitación y más me excitaba yo. Tomó mis nalgas
entre sus manos y me elevó, para después lentamente dejarme caer sobre su polla
que por debajo del pantalón iba a reventar y pedía salir hacia mí, ¡me he excitado!,
estaba muy mojada, demasiado, casi me daba vergüenza. No dejábamos de
besarnos…

Mi cinturón caía al suelo al mismo tiempo que subía el vestido. Me ponía


encendida su forma de mirarme, caliente, con unos ojos que me provocaban.
Comenzó a meter sus dedos entre mi tanga, y pasaba arriba y abajo y más me
mojaba, resbalaba en mi pubis totalmente depilado, entre la braga moviéndose, sus
dedos y su cara, me corrí, lentamente, en silencio. Pero el maestro lo notó
acentuando el placer, se agachó y comenzó a lamerme entre los dedos y las bragas.
Fue excitante, no pude soportarlo, lo olía, lo oía; era mi coño disfrutando, por fin, al
fin y me volví a correr, esta vez sin pudor. Él se encendía de sexo al verme, y sin
desnudarnos tan siquiera se la sacó y me penetró allí de pié.

El silencio de aquella habitación estaba tan presente que le recuerdo como


parte esencial del escenario; el silencio, unos muebles wengué, una gran cama y
unas cortinas plásticas grises que embellecían otras marrón café; era un ambiente
placentero, cremoso. Quería quitarle la camisa y ver su pecho y sus brazos fuertes
que me cogían en peso y subían y bajaban sin esfuerzo. Quitó el vestido y me dejó
en ropa interior, se puso delante de mí con las rodillas un poco dobladas para
quedar a la altura de mis tetas, y con las dos manos me las cogía y se las echaba a la
boca, derecha e izquierda, besándome sin parar, succionaba mis pezones
suavemente y metía la nariz y la boca en medio apretándolas y juntándolas como
un loco hasta quedar su cara casi totalmente sumergida en mis grandes senos. Me
enloquecía, hacía la de tiempo que un hombre no me tocaba así, ¡con hambre! Sobre
todo su cara y sus besos, sus palabras;

- Madre, madre, me vuelves loco, eres preciosa, ven a mí, ven, ponte aquí,
déjame que te mire, quiero...date la vuelta,...háblame...

No me daba tiempo de hacer todo lo que me decía, yo me dejaba llevar como


una marioneta en sus manos; dejándole hacerme disfrutar.

La tenía muy dura, deseaba besadla y echádmela a la boca, tiene un tamaño


perfecto y huele a sexo de hombre. Me eché ese pene a la boca con las ganas de
comer de un naufrago, tenía muchas ganas de hacer eso y su miembro era tan, no sé,
especial, tan duro y caliente, notaba que vibraba en mi boca sentía mi lengua y daba
pálpitos que la hacían ponerse más dura.

Bueno, después simple y llanamente hemos follado, sin parar, sin prisa pero
sin pausa, ahora así, ahora date la vuelta, ponte aquí princesa, ven...

Desde ayer no pienso en otra cosa, en el desayuno estaba totalmente absorto


en las tres horas de ayer. Tres horas han sido suficientes para hacerme cambiar.
Para sentirme bien. Sí, me siento muy bien.

Esta mañana escuchaba a mi marido lavarse la cara en el lavabo y me ha


dado lo mismo, cosa que me irritaba de sobremanera. Todos los días de nuestra
vida en común se ha lavado la cara así, de esa forma particular en la que sopla al
tener las palmas llenas en la cara; hace un ruido espantoso y lo llena todo de agua,
espejo, suelo cepillos y lo que pille.

Y hoy me dado cuenta de que me da igual. Empiezan a darme igual muchas


cosas. Han pasado cuatro meses desde ese 20 de Mayo ácido, desde que me enteré
de todo y no supo ni pudo ya negadlo. Anteayer estuvo con esa de nuevo, yo sé que
las cosas no acaban así como así, después vienen estas recaídas, y sé que seguirá
viéndola, a esa o a otra; pero mi sangre fría como un lagarto sabrá hacer que mi
corazón no estalle como la bomba de agua de un coche.

Me he corrido cien veces, no sé cuantas, aun hoy mi sexo está convaleciente


pero en plena mejoría. He tenido mucha suerte; he dado con un hombre de verdad.

El dolor ya no duele. Está aquí, pero encorvándote un poco, apretando los


brazos y bajando la barbilla; no duele. Se queda como acorchado, criogenizado,
protegido, ocultado, no sé. Se queda ahí. La que cambio soy yo, que ando cabizbaja
y abrazada a mí misma, al menos así no duele.
3/Noviembre 2009; Sabor amargo.

Desde que tuve esas tres horas con mi amante ocasional mi cabeza no deja de
pensar en aquello que pasó; sus manos y sus besos, el sabor de su piel. Le volvería a
ver pero no quiero eso, no quiero engancharme a él ni a nadie por eso decidí olvidar,
pero ¿cómo olvidar? ¿Cómo? Pues echando tierra al asunto. Y a otra cosa.

Anoche Paco estaba cariñoso. Yo le miraba pensando en el otro y empezó a


subirme morbo, un morbo tremendo, pero este resentimiento que tengo me supera,
lo que ha hecho, más aún porque sigue haciéndolo.

Sin embargo, me sentía muy sexy y deseada, recordaba lo que fui capaz de
provocar a aquel amante y pensé; <sólo es sexo, hazlo, demuéstrale lo que vales, que sabes
hacer todo y más y que la culpa de no hacerlo ha sido sólo de él, que se montaba como un sioux
sobre mi sin más decoro, que se olvidó de atender la hembra que tiene. Pero quizás esa mujer
le metía el dedo en el culo, o le pegaba, o lo vestía de sirvienta, ¡yo qué sé!, ya no sé qué
pensar. >

Comencé a acariciarlo muy despacio, sutilmente mis uñas dibujaban sus


músculos, hombros, nuez, le hice cosas que ninguno de los dos conocía, al menos
del otro. Él, me miraba, mordisquee sus pezones y chilló de placer, me aproveché
con uno más fuerte de lo normal;

- ¡Ah!, ¡Ostras que me haces daño! ¡Mari no seas bruta!

¡Pero qué satisfecha estaba!

Entonces seguí, lo tenía en mi poder pero todo se lo hacía con rabia, no podía
soportarlo, reconozco que aun no. Fue un sexo fuerte, nada de caricias, nada de
amor. Cerré los ojos y pensé en aquel hombre, en cómo lamía mi sexo contra la
pared, en sus embestidas, en lo que disfruté, en lo mujer que me hizo sentir en esas
tres horas.

Después vino lo peor. Se podía haber callado, estaba todo bien así, pero tuvo
que decir;

- Sabes que te quiero, ¿verdad? ¿Lo sabes?

Lo miré de soslayo, no iba a abrir la boca pero le contesté;


- Y yo a ti amor.

Y fui a ducharme, a llorar a escondidas mientras me caía el agua y limpiaba


sus manos y mis pensamientos; el agua que arrastraba mi tristeza. Sentí también las
manos del hombre de Badalona, las recordé mezcladas con las mías, me aferré a ese
momento entrelazando mis dedos con los suyos; deseaba que tirando de mi como
un ángel me sacara de allí; de la ducha, de la casa, de mi dolor, mi prisión, mi
realidad.

Con mi camisón ya, como cada noche me metí en la cama con mi enemigo;
así lo sentía. Le di la espalda y me abrazó; esto me hizo llorar de nuevo, me hizo
recordar lo que estaba haciendo de mi; pero no consentí que notara lo más mínimo
que volvía a hacerme daño.

No. Ya no más.
4/ Diciembre 2009; ¿Me puedo morir, por favor?

Prefiero que se bajen con los abuelos a que estén viéndome y presintiendo mi
dolor; yo, parece que me he acostumbrado a estar sola. Estos fines de semana
disfruto de mi soledad. No me apetece oír a la gente reír, ni que vengan a tocarme al
aguinaldo. Evito los compromisos de las compras todo lo que puedo; no me apetece
salir. Saco los álbumes de fotos; cuando nació mi hija Fuensanta, ¡qué pequeña era y
cómo está ya!, ¡mi Paco después de casarnos se puso de gordo que le cambió hasta
la cara! En el video del bautizo de mi hijo salen mis abuelos, gente que ya no está;
tiempo presente grabando tiempo pasado, rememorando mi vida por no querer
vivirla, ahora. Pensar que ama a otra ya no me duele porque escurrí todo el dolor
que esto me hacía, ahora tengo una llaga perenne, pero pensar remotamente que
desaparezca de mi vida, me produciría algo similar a la muerte; a querer irte ya. No
puedo hacer nada para que me vuelva a amar; cuando dejan de quererte pasan a
ignorarte. Es lo peor, gritar en la noche y que no te escuchen, y si lo hacen nunca te
responden.

Aunque me miro al espejo y veo que estoy ajada, ojerosa, lánguida, me


sobran pelos; cejas, bigote lindo, axilas, ni que decir piernas, coño, tampoco lo
arreglo; Paco llega de madrugada los sábados y a esa hora es normal que estés sin
peinar sin pintar y durmiendo. En la mañana del Domingo, se marcha también;
¿cuando tenía tiempo de mirarme?; Nunca. ¿Para qué me iba a mirar yo?

Escuché en la tele cambiando canales, que una mujer lo abandonó todo y se


marchó con un hombre de Ecuador. Esas historias nunca habían sido “santo de mi
devoción”, pero en mis circunstancias ésta si lo era; memoricé absolutamente cada
frase y gesto de la madre que vía satélite hablaba desde allá, al marido y suegra que
desde acá, le respondían desde la salita de su casa, con la mesa camilla adornada de
mantecados y polvorones. Ambos bandos comenzaron a remover los posos de la
orza del pasado hasta sacarlos a la superficie de la misma; se reprocharon temas de
antes de la boda.

Seguía el programa con periodistas, psicólogos, vocal de alguna asociación,


etc todos opinando sobre la vida de los otros y juzgando, mientras, yo me quedé
inmersa en mi burbuja, en ¿qué haría yo? ¿A quién juzgar? ¿A quién culpar. cuando
yo te hice esto, porque tú me hiciste lo otro a partir de que yo te hiciera aquello...

La 1:28 marca el reloj de la cocina; estoy entera y no he llorado esta noche


pero comienzo a recordar los días en los que nos conocimos, las cosas que nos
decíamos, la subida en el escarabajo al monte; en el que todos los que fuéramos,
cabíamos. Este tiempo me produce nostalgia y congoja, pero sigo; el día que se fue a
la mili, a Ceuta que me lo mandaron más de un año, en nuestra impaciencia por
encontrarnos a solas cuando venia apenas veinte horas; aguantando el frio por estar
juntos, en un banco de piedra que helaba hasta la hipodermis mis nalgas, por estar
juntos el vaho de la escarcha era las nubes donde se escondía nuestro amor, para
besarse en secreto, recordé los abrazos que le di a su chaqueta, esa que me prestó
echándomela por los hombros esa noche, y que aun tengo. Recuerdo sus lágrimas
cuando vio la cara de nuestra primera hija y las que echó el día que se perdió en el
centro comercial tres horas, ésas también las recuerdo; andaban mezcladas con las
mías. Y del día de esa foto de enfrente también me acuerdo; Paco y nuestro hijo, sus
cañas de pescar y sus truchas y percas. Paco está presente en todos los momentos de
mi vida, y ¿ahora qué?

Entonces sí, rompo a llorar, porque desde lo más profundo de mi alma sale el
dolor punzante que destroza mi corazón y que me revienta la vida, dejándome sin
salida, no puedo concebir que todo esto se haya acabado. Yo creía que esto era toda
una vida, yo no he olvidado nada de lo que vivimos, ¿cómo puede haber
desaparecido todo? ¿Por qué ha cambiado tanto?, la culpa es mía, por dejar enfriar
la pasión, por no saber estar siempre sexy o al menos sensual cuando llegaba.
Ahora ya ni llega, ¿para qué cambiar?

Llorar y dormir me consuela, hoy no escribo más.


5/Febrero 2010; Ese chico de ojos grises.

Cada día paso por una calle en obras, están instalando fibra óptica de un
operador telefónico.

Los hombres tienen el hábito de mirar cualquier falda que vuela ante sus
ojos, es un acto mecánico. Estos días pasados me sucedió algo muy erótico.

Llevaba un vestido blanco con orquídeas muy pequeñitas, ajustado al talle y


con una falda mini justo encima de la rodilla. Me encanta ese vestido. Deja un
hombro fuera mientras que el otro queda debajo de un pequeño volante que rodea
todo el pecho. Me queda ideal.

Recogí una flor del jardín y la puse en mi pelo; unos jazmines pequeñitos.
Siempre me gusta ir coqueta aunque vaya al Supermercado. El tacón para mi es
fundamental, tengo decenas de zapatos, me encantan los zapatos, y éstas eran unas
sandalias blancas con tiras rodeando la pierna, estilo romano, ¡divinas!

Cuando llevo a mis hijos al autobús del cole, rodeo para no pasar por ahí
porque voy menos arreglada y ahí, precisamente ahí, hay alguien que ha
despertado mi morbo.

De los tres que hay, este es el más joven, más tímido y más guapo. Mientras
que los otros dos dicen cosas apenas inteligibles, él, en un segundo plano sólo mira;
pero esa mirada lo pone por encima de los otros. Tiene unos ojos grises profundos y
unos labios carnosos que con su seriedad y juventud lo hace tremendamente
deseable y apetecible.
Pues bien, este día en concreto iba totalmente preparada para hacer algo,
decirle algo, pero era un asunto realmente imposible, pues en cuento me veían
aparecer por la esquina siempre sucedía lo mismo; dos balbuceando y él quieto
mirando.

Seguí adelante y al regresar lo vi atravesar el jardín, esa era la oportunidad.


Lo seguí. Iba directo a una tienda “multitodo” de chinos a comprar cerveza para
almorzar. Una vez dentro estaba en la cámara de las bebidas y me puse al lado de él,
no necesitaba nada, pero era la ocasión para intercambiar unas palabras.

Comprendí que sería imposible, pues se quedo mirándome el pobrecito con


cara de no entender casi nada; Es ruso.

Le pedí que sacara un té verde al maracuyá frío pero del fondo, y me miraba
a mí y a la cámara sin saber cómo agradarme. Se encogió de hombros; entonces
esbozó una sonrisa y el local se iluminó, comenzó a sonar una música celestial sólo
realizada por ángeles y la física tomó un nuevo rumbo cuando el monitor de
vigilancia del chino anotó que se detenía hasta pararse del todo El Tiempo ¡Qué tío
más guapo, coño!, hizo que me temblaran las piernas. ¡Pero qué guapo!

¡Quería follármelo! Y no sabía cómo. Nos marchamos de allí cada uno por
su lado.

Al día siguiente, iba viendo como avanzaban en el trabajo temiendo


cualquier día no encontrarlo más, pues aquello iba rápido Tenía que hacer algo y ya
sabía el qué.

Supuse, que todos los días lo enviarían a hacer el recado de la cerveza, y


supuse también que seria a la misma hora; y realmente supuse bien.

Hoy fui por la otra calle y esperé detrás de un coche a verlo aparecer, y, ahí
estaba, con esos andares y ese culo que me tenían desorientada. Tenía pocas
probabilidades de que me entendiera a la primera y no sabía cuál de todas las frases
pensadas le iba a soltar, tenía que verlo y tenerlo delante entonces se me ocurriría
algo, y así fue.

Cuando me ha visto detrás de él, alargó la mano y saco un bote pues


entendió que quería eso, se giró, y con una sonrisa y un gesto me quiso decir;

- ¿Esto? ¿Querer esto? ¿Refresco?


Y yo le dije

- No. Tú. Querer tú.

Y toqué con un dedo bajo su ombligo mirándole de la forma más pícara que
pude sacar, casi un poco ridícula. Giró a un lado y otro por ver si nos espiaba
alguien encogiéndose de hombros con media sonrisa. Y yo le volví a tocar más
abajo aun con mi dedo, diciéndole muy despacito y totalmente claras mis
intenciones;

- Tú.

- ¿Dónde?

- ¿Coche? - Dije yo en una conversación casi sin palabras.

- Coche, sí. Después, no mi coche ahora.

- Después. ¿Hora?

- ¿Siete? - Preguntó.

- Siete. ¿Tu teléfono?

- ¡Oh sí, teléfono!

Se fue a pagar y lo anotó en el ticket.

Tenía el tiempo justo para llamar a mi amiga, prepararlo todo y salir pitando
de allí; pero no veía muy bien cómo hacerlo, a las 8 tenía que estar en casa, como
mucho a las y media. No tenía tiempo y quería disfrutarlo bien. Bajé a la cabina
telefónica;

- ¿Es posible 5 horas?

- ¿Cinco horas? Sólo viernes cinco horas.

Entendió que le decía que quería verlo cinco horas y no a las cinco de la tarde,
pero entendí, que el viernes por la tarde no trabajaba, con lo cual disponía de esas
cinco horas.
- Ok, Viernes, ¿a las cuatro horas tarde? - Pregunté.

- Oh, perfecto. Correcto. cuatro horas tarde viernes vengo.

- Ok, yo esperar a ti detrás kiosco cuatro horas viernes tarde.

Y así, en este idioma de indios comanches preparé una cita fantástica para el
viernes. Un poco después entendí que él me respondía como yo le preguntaba; a lo
indio, porque tiene un español bastante aceptable. Por supuesto que cuando llegue
le diré;

- Sigue al taxi.

Y me llevara el taxista con mi amante detrás al hotelito donde estuve con


aquel señor fantástico de Badalona.

Ese 1’85 de hombre con los ojos más bonitos que he visto en mi vida, estará
en mis brazos el próximo viernes. Apenas puedo dormir de pensarlo, me excita. Sé,
me consta, me he fijado, de que además tiene una polla a mi medida.

Son las tres de la madrugada y no puedo dormir. Mi marido duerme y debe


de estar en fase rem, me voy a acostar y soñaré con su boca, me hace muy feliz.

Estoy cansadísima hoy, son las tres casi, pero tengo una sonrisa que tendré
que modelar con escayola si no quiero que me delate.

Repetiré, con este sí, pues sé que no voy a enamorarme, ni hay problemas de
que se enamore él. Es un encanto.
6/Febrero 2010 Igor; Espectacular sexo. Todo él, espectacular.

He visto a Igor una hora nada más, no teníamos tiempo así que nada de hotel;
hemos ido cada uno en su coche cerca de aquí.

Hay una zona detrás de casa en la que hay edificios nuevos y solares
vallados de los que ya la crisis no consintió seguir, es una zona nueva casi en las
afueras de la ciudad, hay un polideportivo, la gente sale mucho a correr, grandes
jardines, y lo más; zonas aun sin iluminación. He subido a su coche parecíamos dos
mudos;

Mmm, ahahahah, mmmm,

- Me alegro de verte, he pensado mucho en ti.- me lancé

- Yo no dejo de pensar en ti, me has sorprendido.

Pero seguíamos besándonos mientras hablábamos.

- ¿Por qué? - y a la boca de nuevo.

- No pensar que llamaras tan pronto, para mi ser un placer.

Me excita hasta que diga “placer”.

- El placer es mío… - y a la boca otra vez.

Le he tocado la polla por encima del pantalón, es que no se puede evitar, está
ahí; presente, omnipotente e insolente haciendo más bulto que el coche entero.
Quería quitarle la correa y el botón y me he roto una uña, ¡joder! la peor, el índice
derecho, me la he echado a la boca y entonces cogiendo mi mano la chupaba él.
Pero yo seguía como una obsesa desabrochándole el pantalón, entonces, viendo mi
impaciencia, con media sonrisa:
- Tómala, es tuya. – ¿Mía?, me han entrado ideas de preguntarle; ¿estás
casado? pero me he callado.

¡Qué bonita es! me encanta esa polla, es ideal. No, esa no es la palabra, diría
que es; guapa, no, tampoco es esa la expresión; es un pollón espectacular. Sí, esto se
acerca más a la realidad.

Su descarada presencia ha hecho que me agache a comérmela; tan dura y esa


punta blandita. No le han hecho la circuncisión y eso se nota, pues se le queda el
frenillo tirante cuando le tiro hacia abajo con mi boca y le doy con la lengua. A Paco
se la hicieron a los tres meses de casarnos.

Estaba condenada con una polla de por vida, ahora veo una nueva y parezco
una salvaje, me gusta mucho lamerla

- ¡Para!. Para guapa, que me corres.

- No te corras nene.

- No, ven aquí, déjame tocarte, poner encima de mí

Encima de él a horcajadas, clavándome el freno de mano en la rodilla, que


seguro mañana es un morado pero hoy me daba igual, me ha echado hacia atrás al
volante comiéndome las tetas de esa manera particular que tiene de hacerlo, esos
labios tan suaves y su barba que me roza y lo siento totalmente macho. Entonces he
separado el hilo de la braguita se la he cogido y me la he metido, no podía aguantar
más; la he metido entera, de una vez, sin compasión ni delicadeza alguna, mientras
me sujetaba por la cintura dándome arriba y abajo, dejándome caer con fuerza lo
que hacía que soltara unos gemidos de despertar vecinos.

Como si elevara una pluma con sus férreos brazos, me ha puesto en el


asiento derecho y se ha desnudado entero. Yo iba ya sin bragas con la falda
amontonada en la cintura, la camisa abierta, el sujetador en el ombligo y un lío de
ropa que no podía moverme; así que me quité el sujetador y la falda; la camisa
abierta la dejé puesta, no sé, allí me daba más protección no quitármela del todo.

El coche se ha inundado con su olor, ese olor a macho siberiano que me está
enloqueciendo.

Entonces, pues, empezó a comerme, lo hace tan bien, sin prisas, se nota como
saborea y disfruta. Me ha metido los dedos y me besaba los pezones al mismo
tiempo, estaba tan mojada que resbalaba su mano, la pasaba entera ocupando todo
mi coño, la ponía encima nada más y la sensación de saber que la tenia ahí, también
me excitaba, aunque no la moviera, sólo con tenerla encima era excitante, cada vez
sentía más calor, y él seguía, se ha bajado y me ha pasado la lengua mientras me
metía los dedos y me he tenido que correr, no podía resistirlo..

Inmediatamente, con esos arranques que le dan se ha subido encima de mí;

- Quiero que te corras otra vez… ¿lo harás? – Menuda pregunta

- Seguro que sí, depende de ti.

- ¡Ah, sí!, ¿y cómo te gusta más? - esa pregunta no se le debe hacer a una
dama.

- Como tú quieras…, - me salí por la tangente.

- No, como quieres tú…. ¿Cómo te gusta más? dime bella…

Me lo estaba diciendo y ya me estaba dando gusto…

- No sé, así, como lo estás haciendo… - En esos momentos no me funcionaba


el cerebro para decidir cual me gustaba más.

- ¿Te gusta fuerte?

- No, házmelo despacio.- Reaccioné y se lo solté, no quería que se corriera ya


como Paco.

- ¿Así? - Me la metía despacito, muy despacito- ¿Te gusta así?

- Sí, nene, así, - Yo ya estaba en el 7º cielo llamando al timbre del 8º.

- La punta ¿Querer la punta? ¿O qué querer? ¿Querer entera?

Y entonces ha dado marcha a aquello dando unas sacudidas enormes.

Bueno, no sé como estaba, seguramente extenuada porque me ha dicho;

- Cuando te vayas a correr dímelo. Quiero saberlo.

- ¡Ahora, ahora cariño!- para qué esperar un minuto más.


Sus brazos hicieron una trampa, imposible escaparme, todo él me cubría;
empezó a follarme como un loco, los dos sentimos el placer al unísono y todos los
fluidos mojaban el asiento del coche, esto me ha producido el doble de placer al
estar todo lleno de su semen y los latidos de la polla, así que me fui otra vez, ya se
estaba bajando su erección pero aun así yo seguía gimiendo y moviéndome
enganchada a él Hubiera seguido,…horas… así, con él.

Nos quedaban quince minutos que hemos aprovechado para vestirnos y


encender un cigarrillo.

- ¡Guapa!

- Y tú más

- Me encantas María.

- Tú a mi también.

- Me excito mucho contigo.

- Y yo más

Cuando he subido a mi coche después de despedirnos me he dado cuenta de


todo; este hombre y yo no tenemos tema de conversación, lo mío es privado y lo
suyo, confidencial se ve.

Sólo sabemos decirnos; guapa, ven, sube, no te muevas, baja, córrete,


maracuyá, ahora no, ponte aquí, chúpamela, y poco más. ¡Poco más!

Y también me di cuenta en ese momento de que, ¿para qué quiero que me


hable si este hombre ya me hace la función que quería? Lo mejor es que hable poco
y folle mucho, y su función la hace perfectamente pues ahí también me di cuenta de
que ni me acordé del condón, sólo quería en mi locura tenerla dentro. Era el
objetivo por el que había pasado las noches en vela; tenerla dentro

Y ahora, estoy pensando que necesito otro amante pues ¡no me voy a hacer
novia de este!, y si sigo así ya no me fijaré en nadie más y eso no es lo que quiero. Lo
que realmente deseo ahora es tener a otro hombre más. Igor sí, claro, por supuesto,
pero creo que es el momento de abrir miras y prosperar. Tengo que abrir mi mente
al mundo.

Voy a poner un hervido para Paquito que está fastidiado del estomago y
viene antes. Ahora tendría que decirle;

- Tira con la frutera, ¡anda!, ¡que te la has buscado frutera para follar de uvas
a peras!

7/Enero 2010"El Come-Coños"

Varias amigas conocen a un hombre, apodado cariñosamente ya con el


ilustre nombre de; El come-coños,

En un chat, se pasaban el nickname una a otra, sin que él lo supiera, lo liaban


y quedaban para el café, porque a este buen señor, lo único que le gusta y satisface
realmente es eso; comer coños.

Lo que me resultaba alarmante, es que es un tío guapo, buena planta, bien


posicionado y un encanto. Vive un chalet en la costa maravilloso, es “vos populi” y
además le acompaña una mujer perfecta, ¡y el tío se dedica a comerse todo lo que
pilla! Yo, esto, no lo entendía. Bien que con una mujer que le guste sí, o con dos,
pero ¡hasta cuatro amigas lo han tenido entre sus piernas! Esto es un lío de coche, de
aquí te pillo y aquí te mato.

¡Se podrá fiar esa mujer!, todas las noches cuando llegue a casa y bese a los
niños y a ella, resultará que viene el tío de comerse un “coño a la parrilla”, o dos.
Pero yo ya tengo bastante con la investigación de mi marido, ella llevará la suya
particular con el suyo, o quizás aun no llegó a descubrirlo.
Es una víctima como yo; estoy segura. Incluso he pensado en ponerme en
contacto con ella y contárselo, pero podría salpicarnos a todas, a las cinco más a ella.

Con este tipo de pensamientos decidí no mezclar el agua con el aceite. Ese
hombre sólo es el comecoños y punto. Y eso hace. <¿Mira que si mi Paco se dedica a lo
mismo, y hay mujeres por ahí ahora mismo en este momento del tiempo, y paralelamente,
planeando que esta tarde le coma el coño a alguna? No puedo, me pongo enferma, no puedo
pensar eso y seguir existiendo, me tengo que evaporar de la vida si pienso eso. Vuelvo al tema;
“come-coños”>

Eso lo voy a probar yo como que me llamo María Lo escribiré enseguida para
que no se me olvide detalle alguno.

Su morbo es la sensación continua de saber ya lo que te va a hacer y que él no


sabe nada, compartir con las amigas un momento tan especial que ya todas
comentaremos alguna vez, y por último y que da una importancia sublime al
morbo de la situación es, que es un hombre interesantísimo, atractivo y que todos,
los cinco, él y nosotras estamos casados. Nosotras lo sabemos todo, él ni siquiera
que nos conocemos, mucho menos que todo ha sido meticulosamente planeado
desde que se lo lamió a Sandra.

8/FEBRERO 2010 El coche de los Orgasmos.


Me decidí. Fue bastante fácil; un café y al coche. Quedé con el come-coños.

Soy una mujer que levanta pasiones; me he dado cuenta de que un hombre se
puede poner loco entre mis piernas.

Ahora sigo, tengo que bajar a la calle un momento..... Voy al cole.

Continúo, han pasado ocho días pero lo hago cuando puedo... la catequesis
de mi Francis y tanta reunión no me dejan tiempo. ¡menos mal que comulga ya en
quinde días!

Este hombre no es mi tipo; he de empezar por ahí, pero es muy atractivo y le


acompañaba el morbo de lo que ya sabía.

Le entré en el chat y no fue difícil llamar su atención. Hablándole de su físico


conseguí rápidamente que se diera cuenta de que podría tener alguna ocasión de
comérmelo. Le dejé caer mi estado actual y le demostré que estaba harta y deseando
alguna ocasión para disfrutar fuera de mí matrimonio. Él se puso excitado, se
notaba su nerviosismo. ¡percibía que aquí había morbo!, nuestras letras se
humedecían y nos traspasaban deseos sexuales indómitos, deseos desquiciados de
desear, de poseer, de dejarse vencer. Le envié unas fotos, sabía que se interesaría, yo
misma las miraba y decía para mis adentros; ¡Bah!. Estás estupenda María, ¡tienes un
polvazo!

Le dejé rondarme unos días, no iba a caer en sus redes fácilmente, además de
que yo no podía tampoco en esos momentos, tenía que prepararlo.

Enseguida hablé con mis amigas; necesitaba unas horas, una canguro, un
coche para desplazarme que no fuera el mío, y una coartada.

Quedamos en una cafetería a través del chat, nunca doy mi teléfono, jamás.
Yo ya lo conocía, él a mí no. Había visto sus fotos, él ninguna mía. Cuando
estuvimos enfrente uno del otro surgió algo, una chispa, una mirada; era excitante,
sabía lo que me iba a hacer minutos más tarde y él era ajeno totalmente a la trama
que se estaba llevando a cabo. Yo sabía que no me conformaría con una pasada de
lengua ¡quería más! ¡Mucho más!
¿Qué es una comida de coño si después no te penetra una buena polla?

Y la tenía; tiene un miembro que no sé por qué no lo usa más

Mostré un momento de duda y una caída de ojos algo tímida, me levantó la


cara por la barbilla y preguntó;

- ¿Qué sucede? ¿Estás incómoda? ¿Quieres irte? No tienes ningún


compromiso de quedarte si quieres nos vamos.

Era tan dulce y comprensivo que alimentó mi morbo, y casi me daba pena
decirle ahora que no. Levanté la mirada y ahí estaba él, mirándome atentamente y
lo captó; quería sexo, estaba muy caliente, y me sentía húmeda, mucho. Mientras él
pagaba las consumiciones fui al aseo, quería tocarme y secarme un poco pues
estaba demasiado mojado. Eran las 5.30 de la tarde, un sol que alumbraba hasta
debajo de una cama, me daba un poco de corte la situación pero salimos, subimos al
coche, arrancó y me dijo;

- ¿Tienes algún sitio especial que prefieras ir o conduzco sin más?

Hizo un movimiento con la mano de; por ahí, a ver que encontramos. Yo
sabía ya el lugar.

En esa costa hay un edificio que nunca se acabó por falta de licencia o ley de
costas, algo así. Tiene sólo los pilares ni paredes ni nada, pero sí garaje. Ahí fuimos.
Lo agradecí pues estaba más oscuro y me sentía más cómoda. Sólo apagar el coche,
echó el freno de mano mirándome y se tiró a comerme la boca y tocarme las tetas.
¡Pero con qué pasión!, estaba encarnizado.

Me desabrochó la camisa de algodón blanco ibicenca que llevaba y salieron


mis tetas hacia él, mirándolas unos instantes se lanzó a besármelas y comérmelas,
primero suavemente, pero conforme se iba excitando las apretaba más, yo gemía
mirando al techo del coche. Sin darme apenas cuenta de lo que iba a hacer, con una
rapidez de la velocidad de la luz metió la mano en medio y notó mi sexo caliente.
Acariciaba mis muslos arriba y abajo, soplándome desde el cuello hacia lo más
abajo que llegaba, yo me deshacía.

- Estás buenísima.

Y se bajo a mi entrepierna, muy despacio. Ahí venía lo que me habían


contado cuatro veces, mis cuatro amigas multiplicado por cuatro veces cada una.
Corrió el asiento hacia atrás al máximo y colocándose en medio de rodillas
su lengua muy suave iba haciendo círculos, de mi ombligo hacia arriba y abajo, yo
me preguntaba cuando bajaría. Pensaba en el tiempo, en que se me haría tarde, en
fin, mil cosas. Menos en Paco. Abrió la boca sobre mis braguitas y de repente sentí
muchísimo calor, me estaba echando el vaho, caliente, ¡me lo estaba poniendo loco!
movió las tanga con su lengua y la sacó entera, pasaba de arriba y abajo moviéndola
rápido. Yo me preguntaba; < ¿Quién le ha enseñado a este tío a hacer esto?> La metió en
mi vagina, creo que tenia 10 cm de lengua, la sentía totalmente dentro, entonces
introdujo sus dedos al mismo tiempo y me fui, tuve que chillar, no podía soportar
ese nuevo placer que estaba experimentando, se lo bebió y como pócima subía su
libido y seguía y seguía. Me quitó las tanguita y se mojaron mis muslos de toda la
humedad que había. Me fui de nuevo.

Le dije que se levantara, necesitaba comérsela, lo necesitaba urgentemente.


La tenía tan dura que me costaba abrir tanto la boca, era casi inflexible, pero no
quería que se fuera así, lo quería dentro de mí.

Abrió un condón y me lo dio, yo temblaba no podía ponérselo, él lo cogió y


en décimas de segundo la tenía enfundada. Abrí las piernas y comenzó a
penetrarme suavemente, sólo la puntita, pero no pudimos ninguno de los dos
aguantarlo y nos enganchamos mordiéndonos salvajemente, me puso de espaldas y
continuó, yo le di la vuelta y me monté encima, íbamos con desatino, con locura,
con prisa, queríamos más y no sabíamos cómo. Así estuvimos mucho tiempo y nos
quedamos exhaustos y derrotados sudando uno encima del otro, en silencio.

Se fue a su asiento. Nos vestimos callados mirándonos, y me volvió a besar;

- Me encantaría volverte a ver.

- Si me apetece, te volveré a llamar.

Por supuesto que me apetece, pero no sé qué pasará.

Cuando regresé y se lo conté a ellas casi montamos una celebración; parecía


que me hubiera graduado. Todas nos reunimos en mi cocina, hice un bizcocho y esa
tarde al café la tertulia fue X. Me felicitaban; María disfruta, es lo que te vas a llevar.

Claro, ellas no conocen a Igor ni lo que he disfrutado ya.

Sí, era verdad. Eso mismo era lo que pensaban todas ellas, sus parejas y mi
marido, ¿por qué siempre me considero la idiota? La de la cola ¿Por qué soy tan
inútilmente perfecta? ¿Por qué me recomo en remordimientos? ¡Aquí nadie los
tiene!

Es el cuarto hombre con el que mantengo relaciones sexuales desde que nací;
los últimos tres en seis meses. Pero no es nada parecido a lo que sentí los primeros
años con mi Paco, nada que ver, es distinto, parece que no soy yo. Concienciada voy
a la cita de que soy otra; La Nuit me gusta llamarme; por la oscuridad, por la luna,
por los influjos y lo más profundo de la personalidad, por el secreto que esconden
las sombras, por despertar los instintos más básicos, porque se viven los
sentimientos más drásticos, más demoledores, esos que sólo la luz del nuevo día
disipan.

María, La Noche,
9/ SEMANA SANTA 2010¡Los amigos de mi marido, son mis amigos!

Este Domingo pasado fuimos a un cortijo, un restaurante tipo cortijo andaluz,


con plaza de toros, ermita, espacios verdes, etc... Allí nos reunimos con otras parejas
que lo saben todo, bueno la mitad de todo, lo mío sigue en secreto.

Le sienta muy bien a mi amor propio y mi autoestima saber al menos que


tengo mi secreto, porque si no fuera así, estas reuniones con los amigos que te
miran a ver si tienes ya astas incipientes serian una tortura. Mis dos amigas y
compañeras de fatigas estaban allí, son las únicas que lo saben.

Luis es el marido de mi amiga Sandra.

Fui con los nenes, los dos míos y cinco más a ver los caballos. No soporto
verlo hablar en público, que falso y embustero, este hombre magnifica lo bueno y
evita lo malo. Bueno, decía que estaba en las cuadras y apareció por detrás Luis,
comenzó a la tontería de;

- Qué grandes están los críos María, qué guapos los tienes.

- Sí, la verdad que están muy guapos y grandes, - Dije yo lo típico de estos
casos.

- Ya, madre mía, eras una chiquilla cuando te conocí...

Esto me pinchó, ¡Que frase más horrible!, parece que le esté hablando a una
señora del Inserso en Benidorm, ¡aun no, espere usted!

Mirándole en la confianza de ser casi cuñado mío, (Por Celia), continué la


conversación con guasa, y tirando balones fuera pues ya sabía por dónde iban los
tiros

Me distancié de él con el rollo de los nenes; No toques eso, ¡ven para acá!... y
él detrás; erre que erre.

- María, ya sabes que a veces los hombres somos muy tontos, - decía el
pendejo-, y hacemos cosas que no pensamos con la cabeza, pero la familia siempre
es lo primero - ¡me entraron unas ganas de agachar la cabeza y darle una cornada
que no lo sabe nadie!-. Yo sé, que Paco te quiere un montón, -¡A que se la meto, se la
meto! - y que esto pasará.

- De que me hablas,… ¿de mis cuernos o de los suyos? – No pude morderme


la lengua.

- ¡Anda, anda! supongo que te duele, lo siento no quería hacerte daño -Será
capullo, le meto una cornada ¡seguro!

- No me lo has hecho. ..

- Tienes ganas de venganza ¿verdad?, eres muy temperamental y una mujer


que levanta pasiones, pero no te veo capaz de hacerle eso te conozco unos cuantos
años.- Tú no sabes a quien tienes delante, será posible el tío este.

- Nunca se llega a conocer a una mujer del todo - le dejé caer con toda la
chulería de John Wayne.

Me miró preguntándose, ¿se lo suelto ahora o está despistándome?

- Lo único que te digo es que si haces algo de lo que insinúas asegúrate de


que no se entere, - Vaya, descubrió el fuego - y que sea con alguien, con un hombre
que sepas que nunca te va a traicionar, ni tú a él; debe de ser totalmente un secreto,
¿lo entiendes?-Sí, Señorita Patro, me estudiaré la lección, le meto una cornada antes
de irme. A mí siempre me has gustado.

¡Pero qué sinvergüenza! Me revolvió las tripas de pensarlo con semejante


insecto, con la peste que hecha en sí él, su olor a macho es rancio recién hecho, su
boca huele a estercolero, ¿Cómo se puede ser tan macarra? Es amigo de Paco desde
que jugaban al futbol en los alevines, ¿dónde empieza la polla de un hombre y
acaba su dignidad?

Recogí a los 7 nenes con las dos manos, no sé como lo hice, y salí pitando de
allí.

No sé si contárselo a Sandra, no quiera dios que me tome a mi entre ceja y


ceja, cuente lo mío, y se lie aquí la marimorena. Voy a correr un tupido velo a
esto,…porque es muy fuerte.

Para nada me follaría a este insecto, nunca me gustó y es el marido de mi


amiga confidente.
Tengo la sensación de que me estoy metiendo ya en plena selva, estas aguas
se vuelven cada vez más turbias y a veces hasta se me nubla la vista, pues he
llegado a pensar que está meticulosamente planeado por los dos; Sandra y él, ha
sido algo muy arriesgado. Tengo que andarme con pies de plomo.

10/VERANO 2010 Julio Largas noches...

Últimamente no puedo dormir y por la mañana no puedo levantarme, entre


el calor y mis sueños eróticos desvelo cada hora del reloj. A veces me tomo la
píldora, pero cuando me acuerdo a tiempo ya a altas horas no me sirve de mucho.

No dejo de pensar en Igor, es muy tierno, me dio mucho cariño y era tan
fuerte que me sentía una mariposa en sus manos, espero curarme de Paco con él, y
no sé si eso es bueno del todo o malo peor. Incluso he pensado la posibilidad de
divorciarme y no seguir con esto, pero he de reconocer que soy cobarde, no son los
mejores tiempos para hacerlo, también pienso que Paquito pueda liarse del todo
con la frutera y entonces ella lo manipule, y él no me pase la pensión ¡o yo que sé¡
La verdad, es que pienso tantas cosas que ya no sé lo que pienso, voy del blanco al
negro; hasta yo misma en mi desvarío veo mi trastorno.

Hoy estoy triste, me siento muy triste. Perdona por las lágrimas que te he
echado querido bloc, por mis gritos y mis ardientes deseos, por venir a ti en horas
inapropiadas. No sé qué hago escribiéndote, ¿Acaso será principio de locura?
Tantas veces le he pedido a Dios y a la virgen que en su infinita misericordia se
apiade de mí, tantas veces le he preguntado y esperado respuesta, he buscado en el
diccionario la palabra inescrutable, porque tantas veces la he rezado sin saber bien
el sentido ni el límite de ella.

Mañana voy a llamar a Igor y si puedo lo veo de nuevo. Él me hace sentir


bien. Tú lo sabes..

Me he matriculado en el gimnasio, me sentará bien y además tengo la


coartada que me falta ahora, pues ya decidí que no le cuento nada a nadie. El
encuentro de Luis en las cuadras aquel día demostró que Sandra lo confidencial lo
confundía con lo familiar, y que desde luego él sabía todo cuando actuó así, no era
la actitud apropiada de un amigo. Mi suegra o mi cuñada se quedan con los nenes,
saben todo lo que estoy pasando y tratan de ayudarme. Las quiero, de verdad.

Pero mañana voy a ver a Igor.

11/VERANO 2010 - 30 Minutos de excitación.

He visto a Igor media hora; ha venido a la playa a verme

Lo he llamado para saber cómo estaba, para oírlo en verdad, pues tiene ese
acento que tanto me gusta y me hace reír. La verdad, que su voz es de ser más
adulto pero es que él en sí, es más adulto de lo que realmente aparenta, y de lo que
es. Tiene treinta y cinco años. Me ha preguntado si quería que viniese y le he dicho
que no podía hoy, pero él insistía;

- ¿Tú querer que yo vaya a verte? simplemente

- Pero yo hoy no me puedo ir a ningún sitio, ¿eh?

- Yo saber que tú estar casada bella…

- No, no estoy casada ¿Por qué dices eso?

- Yo saber…
Y ha soltado esa carcajada que tanto me pone, que es química en mis sentidos,
es física en mi corazón; Igor es la alegría de mi existencia...

- Querer que vaya, ¿sí o no? No ser indecisa; sí o no. Responde rápido, tú
pensar rápido, ¿sí o no?

- Bueno, sí, pero es que no tengo mucho tiempo.

- Sólo verte, cinco minutos es bastante para mí,…

A veces es tan Romeo, que me meo.

No sabía qué ponerme ni quitarme; en 15 minutos estaba aquí; unos jeans y


una camiseta rosa marcando escote, un cinturón de cuero rosa y unas sandalias
preciosas, suelto el pelo y lista; a la calle.

Detrás del centro comercial que hay a unos doscientos metros de aquí hay
un parking perfecto. Cuando le vi aparecer, no sé por qué se me aceleró el corazón.
Aparcó poniendo el coche de escudo y bajó con esa media sonrisa y esos ojos grises
que hablan antes de llegar;

- ¿Cómo estás?

Al mismo tiempo que lo decía me agarraba por la cintura para darme dos
besos; me hace temblar, imposible controlar mi deseo. Me encanta como huele
aunque no reconozco su perfume; creo que es él mismo el que huele así, su cuerpo,
sus feromonas, su testosterona, su piel huele así, es un hechizo para los sentidos;

- Estar guapísima así vestida...

- ¿Cómo así vestida?.. - Le he contestado nerviosa y sonriendo sin parar.

- Sí, así, los jeans estar estupendo. -Y me ha tocado el culo -

Quiero decirte que tú me gustar mucho y yo pensar mucho en la otra tarde


que regalaste a mí...

- Yo también pensar mucho en ti…

Ahí nos dio por reír, porque yo estaba hablando como él, en ruso;
- Tú ya ser casi rusa,..

- Bueno, eso es obra tuya

- Eso ser bueno, muy bueno. ¿Tú querer que nosotros ver de nuevo?

- Bueno, no sé…

- No decir no sé; Sí o no, es sencillo, ¿tú querer verme de nuevo?

Y se me ha pegado a la boca echándome el aliento y le miraba y no podía


soportar no besarle.

- Es que para ti es muy sencillo,..

- Yo saber, tú estar casada. Pero esa no ser la pregunta guapa; ¿querer verme
más?

- Sí.-

Rotundamente le contesté, la verdad que no podía decir; no, y la pregunta era


sencilla; ¿Sí o no?

- Por fin, una respuesta concreta; Sí.

Mirando hacia arriba mientras me sujetaba aun por la cintura, muy rápido,
no sé cómo me besó;

- Te deseo – sabe que me intimida - ¿Me deseas tú? – ese “tú” hizo de sus
labios la forma de un beso.

- Sí - muy nerviosa.

- Bien, entonces esto es correcto. Llámame, estoy esperando a ti. No olvides.

Estaba muy excitado; he sentido su polla al momento y con un gesto


disimulado me he atrevido a tocársela sobre el pantalón, no dejábamos de mirarnos,
de ver la pasión en nuestros ojos, me lo hubiese comido allí mismo Entonces me
apretó sobre su pecho y le mordí el cuello, necesitaba hacerlo, la tensión de saber
que podían vernos daba más morbo a todo, y si no nos separamos hubiéramos
follado allí mismo, sobre el capó del coche, pues me apretaba y la sentía cada vez
más dura. Es un hombre guapísimo, me hipnotiza, me absorbe, nubla mi capacidad
de raciocinio, confunde mi realidad. Me transporta a la ingenuidad, al descuido, a
la insensatez que da despojarse de la vergüenza de los prejuicios, de las miradas
maliciosas de las lenguas viperinas, de las envidias... sí, envidia de tener un hombre
como Igor postrado a mis pies. Me lo miran...

Deprisa le quité las manos de mi cintura, venia gente con un carro de compra
al coche que había al lado y esto me ha bajó al suelo, a la realidad

- Me voy, tengo que irme.

- Yo sé que tener que irte, llámame, no olvidar de mi…-

Me marchaba y se aferraba a mi mano, sin soltarla, esperando una respuesta


con sus sugerentes ojos grises...

- Lo haré, suelta… tengo que irme.

Tiró de mi, pasando la lengua por mi brazo, casi me derrito allí de recordar
cómo me la pasaba por el cuello, las piernas la espalda, las tetas, me recorrió entera
lamiéndome y besando cada poro de mi piel. No fue sólo sexo, lo puedo garantizar.
Hubo mucho cariño. Aunque después, cuando me dio la vuelta y la metió dentro de
mí, dura y grande, me dio unos azotes que me puso el culete como un pandero

Sospecho que este hombre me va a volver loca.

12/ 25 de AGOSTO 2010 Las noches son para el sexo.

No puedo dormir...
Cierro los ojos, lo intento, pero no puedo.

Quiero verle ya, no creo que pueda aguantar mucho más. Las tres y dando
vueltas por la casa, por la cama no que siempre me topo (nunca mejor dicho) con mi
Paco.

Estoy en el sofá, demasiado caliente para acostarme así, voy a masturbarme.


El próximo lunes lo llamo para que me la meta, quiero verlo cuatro horas, seis,
nueve....veinte horas. No quiero pasar un minuto sin tenerla dentro de mí. Estoy
muy mojada, me gusta, me gusta tocarme pensando en él, en su lengua, su polla,
sus brazos, su aliento. No se me olvidan sus jadeos. Me gusta a rabiar. Estoy muy
enganchada en los sueños que me regala, en la inquietud que me despierta, me
traslada a otro mundo, secreto, mío, suyo.

Me gusta el olor que quedó en el coche cuando se corrió; todo olía a sexo, a
semen, a hombre, a macho. Y esos pensamientos me obligan a cerrar los ojos,
palpita mi corazón al recordar cómo se aproxima a mi; sus ojos, su media sonrisa.
Nunca tengo bastante, quiero experimentar con él todo el sexo que existe, el
inventado y el inédito, quiero que practique conmigo lo que siempre ha imaginado,
quiero ser su muñeca, la fuente que sacie toda su sed, quisiera quedar fundida en su
cuerpo. No sé que me está pasando, soy una adicta, le necesito.
13/SEPTIEMBRE 2010 Lunes de Pasión

¡Qué nerviosa estoy!

Se me ha caído el café con leche de la mano y lo he puesto todo perdido;


zapatillas camisón, puertas de la cocina, azulejos, horno, frigo, esto es lo que más
me jode, pues es de acero inoxidable y me cuesta quitarle las huellas...

Me voy a ver a Igor, estará dos calles más allá trabajando. A las 10:30 va a
comprar la cerveza y quiero verlo frente a la cámara de bebidas, lo voy a sorprender,
intentaré que no me vea y le pediré lo mismo que el primer día;

- Un refresco al maracuyá frio del fondo, por favor

Qué feliz soy desde que lo conocí. No pienso renunciar a él.

Voy a vestirme y bajo corriendo, quiero verlo esta tarde.

Este fin de semana, estaba pensando sin parar si estará casado o no, no
concibo que un hombre así esté solo. Pero quizás no me interese saberlo porque el
mero hecho de pensar que me diga que sí, ya me duele. Soy tan complicada que no
atino a entenderme; yo lo estoy y él no dice nada, pero como él lo esté entonces ya...
me jode.

Voy a embellecerme un poco, quiero comerle la boca aunque sea debajo de


un coche, quiero escaparme con él, jugar, reír; necesito ser feliz.

14/1 NOVIEMBRE 2010 Una chupadíta entre los muertos...

¡Al fin pasó el puente!


No lo soporto, tantos días en casa con los niños y Paco es un tormento ahora
para mí. Los nenes me alborotan mucho y ahí voy, me hacen trabajar y se me pasan
los días, pero el tema de mi marido ya no lo soporto. Desde que llegó Igor a mi vida
Paco es muy insoportable.

El otro día en el aparcamiento del cementerio quería que se la chupara. Están


siempre ampliando y la zona estaba bastante discreta, pero cuando se echó mano
diciendo;

- María, ¿te acuerdas?

Pensé <se ha enterado>; porque hace una eternidad que no hacemos en el coche
nada que no sea viajar, ni reaccioné;

- Ven, chúpamela un poco.

Yo, esto de un poco nunca lo he entendido; o la chupas o no la chupas.

Mirándolo pensé; ¡Qué poquísima vergüenza tienes, Paco!, pero qué poca;
ninguna. Lo que sucedía es que no respondía, las ideas y los pensamientos iban y
volvían de mi cabeza y ahí estaba yo, mirándolo muda. Seguramente imaginó que
ese silencio era un; sí, te la chupo, ¡prepárate! porque comenzó a sacarse faldones,
slips, etc., ¡bueno bueno, lo que llevaba ahí metido!

Cuando la vi aparecer parecía un nardo del mes pasado mustio, medio


enclenque, se la movía y parecía que la habían desnucado, ¡que disparate! se movía
hacia todas partes menos a la que debía.

Yo seguía muda, sin moverme, sentada de medio lado en el asiento derecho;

- Ven. - dice cogiéndome la cabeza.

- Te tengo dicho desde el verano del 95 que no me cojas la cabeza así para
agachármela que me da mucha rabia, ¡ya doblaré yo si quiero hacerlo!, ¿vale?

- ¿Qué pasa? - aquí se la cogió bien cerradita en el puño y se puso en plan


“circunstancia”.

- No pasa nada; he venido a poner flores a los muertos no ha chuparte la


polla a ti aquí. Además, ¿yo me voy a echar eso a la boca sin lavar?

- Pero ¿qué dices? ¡Si me he duchado antes de salir de la casa!

- Pues te huele, la huelo desde aquí – maniática.

- María, los muertos no se van a ir, te estoy diciendo esto para que retomemos
un poco nuestra relación...

- ¿Pretendes que con una chupadita aquí entre zombis nuestra relación fluya?
¿Me estás diciendo que todo se basa en comerte a ti la polla? – cejas arqueadas y
boca de asco.

- No se puede hablar contigo, siempre eres la misma, ¡bueno!, ¿me la vas a


chupar o no? No voy a estar aquí con la polla en la mano.

- No te la voy a chupar porque no me apetece.

- Y entonces ¿qué te apetece a ti, hija? - se puso en plan ofendido.

- Me apetece, que si me tengo que comer una polla sea después de que me
hayan comido a mí el coño, ¡para disfrutar yo un poco! ...ya sabes - Esto no lo encajó
y entonces le dio un arrebato.

- ¡Ven!, ponte que te voy a comer el coño, ¡venga ponte! -en plan “cabreo
monumental”.

- Dicho así, parece que me vayas a dar dos ostias… ¡qué romanticismo!

- Sabes tú que no es lo mismo María, ¿cómo te voy a comer el coño aquí? -


vaya, apareció el cariño.

- De la misma manera que yo la polla a ti; agachas y sacas la lengua.

- ¿Es lo mismo? - gritaba bajo - ¿Es lo mismo si nos pillan que tú estés en
pelotas a que lo esté yo?

- Es absolutamente lo mismo, además, Paco ¡no me jodas más! No te la como


porque no me da la gana y punto. Si quieres emociones fuertes y salvar esto llévame
a un intercambio de parejas para que me excite o algo, no sé, tendrás que hacer algo
por mí ya que eres tú el que ha perdido puntos conmigo y ya no me pones nada…
- ¿No me jodas más?, ¿intercambio de parejas?, ¿no me pones?… ¿por qué
hablas así?

- Hablo clarito para que me entiendas ya que los últimos quince años no
comprendiste nada de mí. Y ahora me voy a poner flores a los muertos; date una
paja, después vuelvo.

Y ahí se quedo con su polla en la mano y tres palmos de narices. Me bajé del
coche haciendo reflexiones;

<Si esta polla fuera siberiana me la hubiera zampado antes de salir entera, y eso del
intercambio de parejas me ha quedado muy bien, sí señor. Vas progresando María>

Creo que crecí dos palmos, me sentía súper orgullosa de mi misma y


comprendí que todo pasa, que de la misma manera que tuve verdadera pasión por
él, hoy día se había esfumado.

< Él lo ha buscado esto y lo ha conseguido y yo ahora no retrocedo ni un ápice. No. Ya


se me pasó ir detrás de él para comerle el culo; aquí ya no hay más culos que comer que el mío.
Estando él o sin estar. >
No le necesito, desde que llegó Igor a mi vida mis emociones están equilibradas.
Esa noche volvió con lo mismo y sólo le dije;

- Paco... ¿moviola? No te la voy a chupar porque no tengo ganas. No me


apetece. No me seduce ni me excita, búscate a otra que lo haga porque yo, María, la
chupo cuando me da la gana y ahora no me da.

Se la volvió a guardar esta vez en el pijama, y a la cama sin cenar.

15/ NOVIEMBRE 2010 - Quedadas en el chino. Igor y María cap. VIII.

Esto de ver a Igor se ha convertido en el pan nuestro de cada día. O de cada


Lunes. Esta mañana he ido a verlo a la cámara de las bebidas, de verdad, a veces me
siento una adolescente con todas estas cosas.... ¡Me lo paso bomba!

Detrás de la última estantería, me ha apalancado a la leja y me la arrimaba al


culo mientras me tocaba las tetas y besaba mi cuello. Escondidos,
incómodos, sedientos. Han sido 3 o 4 minutos, pero ya quedo excitada para toda la
semana, tiene esa forma de tocarme y de hacerme las cosas que no puedo olvidarle,
no puedo prescindir de él. Me encanta jugar a todo lo que inventa.

Hemos quedado para el viernes, toda la tarde, porque esto del coche en una
hora está bien para eso, una hora, pero es que queremos más.

Ahora ya estoy removida toda la semana, no sé que voy a hacer tantos días,
Ni si lo aguantaré, quizás haga otra salida en el coche al descampado, muchos días
soñando son.

16/ Noviembre 2010 - Paco voló.


Y muchos más que me esperan; Paco se ha roto la pierna por tres sitios.

No se me olvide apuntar el hecho que me ha tenido en vela 36 horas esta


semana; me dejé el bloc en la mesa de la cocina cuando me llamaron del hospital, y
mis suegros, mis padres, mi tía Encarnita, mi prima María Soledad con su novia
Amparo, mis hijos... bueno, el ejercito de la revolución saliendo y entrando de mi
cocina, y yo en Rayos del hospital Arrixaca con mi Paco, y pegada a su cama. Estaba
que no estaba, físicamente sí pero mi ser no estaba, me hablaba el médico y a todo le
decía que sí. Después no sabía ni lo que me había dicho, yo a todo que sí. Sí, pero
termina ya que me tengo que ir. Se me descompone el estómago con esta facilidad
que tengo, que por nada me da diarrea, y por todo.

Cierto que últimamente no tengo estomago, noto el hundimiento cuando me


toco; de no comer, de mi sin vivir, de vivir acongojada, de sentir con Igor, de sentir
con Paco. De sentirme yo.

Bueno, pues resulta que este hombre no es muy espabilado. Paco ha hecho
muchas cosas absurdas en su vida, ha sido un descerebrado cuando tenía la moto, y
con el futbol siempre se llevaba todos los golpes él. Después a trabajar dolorido
toda la semana, o sea, que voy a contar que no se imagine; mi Paco es un
inconsciente, y esa es la única verdad, se lisia con todo, hasta para abrir una lata de
atún con abre fácil.

La última esta; se ha tirado desde la oficina de la nave a 5 metros de altura


para sujetar al perro, pues, se comía a un cliente que ha entrado por debajo de la
persiana que se encontraba medio bajada. Mal hecho, eso no se puede hacer, pero lo
de mi Paco tampoco, tiene escaleras. Yo no sé en qué pensó este hombre para tirarse
de ahí y se escusa aludiendo el triunfo de que lo soltó el perro.

El cliente quedó en el suelo, y el perro vio el zambombazo que pegó mi


marido y fue a ver qué pasaba. Simple curiosidad animal. Yo hubiera hecho lo
mismo. Claro, lo soltó al cliente, no se lo iba a llevar como si fuese un cachorro, del
pellejo.

Pues está tan orgulloso, se siente como un héroe de guerra. A veces no


entiendo este aspecto suyo.

La cuestión es que se ha roto la tibia, el peroné y se ha astillado la cabeza del


fémur.

Puede estar bien orgulloso pero como siempre la que lo sufre, soy yo.
17/ DICIEMBRE 2010; Paquito y Yo; Sexo, Fuego, Vino. ¿El Reinicio?

Afortunadamente mi marido está en casa y no es tan grave como creían. Esto


me produce una desesperación continua, porque está de pesado que no hay quien
lo aguante, así que aquí estoy con él; que si lavándolo, cuidándolo, y llevándole de
comer en bandeja. El teléfono siempre lo tiene al lado y la tableta, pero está
vigilado por la Gestapo; o sea, yo.

El sábado monté un espectáculo. Los nenes los llevé a casa de mi suegra por
la tarde, y ahí nos quedamos los dos. Por supuesto que no me apetecía estar viendo
la tele, así que planeé ¡una noche de orgasmos! Igor ha despertado mi sexo, ahora
empiezo a necesitarlo como comer, como dormir, como respirar.

Tomé leña de mi suegra, en el bajo tiene patio para meter un arsenal; tiene de
todo, lo que le pidas te lo da. Encendí nuestra chimenea que lleva ¡no sé los años sin
usar!, es muy engorroso después limpiarla y el olor que queda lo impregna todo,
pero esa noche la necesitaba. Puse unos buenos leños, él estaba sentado enfrente,
pero no, me estoy precipitando,

Eso, encendí la chimenea, fui a la cocina y preparé un jamón asado del horno
con una guarnición de verdura; zanahorias, patata y coliflor. Unas endivias con
anchoas y listo. Quería hacer algo distinto, no súper especial pero sí distinto para
acentuar la sensación de que era todo para nosotros, exclusivamente y simplemente,
otra cosa.

Mientras se hacía fui y me arregle para él; me duché, perfumé y me puse


muy sexy. Claro, él no veía todo lo que estaba liando, no se puede mover del sillón
y estaba viendo la tele.

Me compré un conjunto negro; braga tanga, un sujetador en encaje y liguero.


Fue para estrenar con Igor en el hotel y nuevo está aun, hacía años que no me ponía
algo así. Me coloqué encima una bata de satén negra, preciosa, es tan bonita que no
me la ponía por si se estropeaba, ¡fíjate qué disparate! estaba divina, toda yo
preciosa. Me miro y la verdad que estoy muy buena, tengo unas tetas que están
desaprovechadas,... estaban, estaban.

Tomé una solución jabonosa en un barreñito y una esponja y fui al comedor.


Paquito, se quedo sin habla al verme con tanto erotismo, no decía nada, sólo me
miraba. Me arrodillé delante de él y salieron mis tetazas rozándole la otra rodilla,
fue un acto involuntario, cuando me la compré estaba más flaca. Lo miré, me miró
de una manera que hacía mucho no hacía, había morbo en su cara, su gesto; no era
amor ni nada de eso, era sexo, era dangerous, era lust;

- Ponte, voy a asearte antes de cenar...

Dije con la mano metida en el agua, apretando la esponja y mirándolo a los


ojos cual puta traidora. Sólo hizo un gesto de estos de; lo que tú digas nena.

Comencé a pasarle la esponja por la polla, los huevos, y se empalmó de


golpe... cuando digo de golpe es porque fue así; de golpe, ¡la vi subir vamos! Se la
pasaba lentamente, por toda su polla y su barriguita, los muslos, estaba que se
deshacía como un cucurucho de chocolate en agosto.

Fui a tirar el agua y eché limpia para enjugarlo. Volví a su polla, quité el
jabón, estaba que se retorcía en la silla, miraba arriba, abajo, y me decía;

- María, ¿tú sabes bien lo que estás haciendo?

Saqué la lengua mirándolo y me agaché, con la punta fui dándole toquecitos


en su punta, haciéndole círculos y se la comí entera.

Me fui a sus huevos, los lamí, le pasé la mano por debajo hasta alcanzar su
ano dando con el dedo mientras se la mamaba como un bebe, chupetones salvajes…
Y Paquito se caía de la silla; los brazos en cruz, una pierna mirando a Liechtenstein
y la otra a Ciudad del Cabo;

- Ah, nena, ¡me vas a correr!

- No, vamos a cenar. Está ya hecha.

Lo dejé ahí encendido vivo. Esto no es crueldad ni venganza, esto formaba


parte del plan. Del mío. Y esa noche pasaron cosas, me porté como una verdadera
diosa sexual y Paquito se mosqueó pero bueno, me vuelvo a precipitar. La pierna
no puede ponerla en el suelo al menos en dos meses, esto es lo que hay, pero la
polla la tiene sana.

Lo puse en la silla ayudándolo a levantarse con la otra, y se sentó. Preparé


una mesa muy sensual, un mantel rojo sediento, rojo lujuria, rojo perversión,
servilletas negras atadas con unas cadenas tipo de plata que compré en el chino de
mis citas con Igor, quedaron originales, y una sola vela en un centro de agua y
piedras, roja, magna, natural. Saqué la cena. Le di vuelta a la leña y avivé el fuego.
Apagué la tele. Y disminuí la luz dejando solo la lamparita del rincón. En ese
momento se hizo un silencio en el que sólo se escuchaban mis pasos y su
respiración.

- Estás divina María. -Me soltó así a bocajarro-, eres una mujer muy guapa.
Guapísima.

- Soy tuya Paco, puedes hacer conmigo lo que quieras.- rendición total.

- Lo sé. Sé que eres mía.

Le corte de repente, no quería que empezara con el repetitivo; Yo te quiero tú


lo sabes. No, esa noche no. Esa noche era para el sexo...

Comenzamos a cenar, y nos mirábamos. Nos mirábamos continuamente, era


excitante. Él en sus pensamientos, yo en los míos. Pero esa noche estábamos allí los
dos. Desde luego él no era el hombre con el que me casé y yo, ya no era su María. Al
menos la que él imaginaba sólo horas atrás.

Metí la mano debajo del mantel y comencé a tocarme mientras él me miraba.


Realmente me estaba masturbando, no era ficción. Me saque una de mis grandes
tetas y chupé el pezón, la solté y tome mi copa de vino, bebí y otra vez me toque la
teta para que él la viera como me la chupaba. Paquito no comía, no bebía, sólo tenía
la copa en la mano girándola sin parar, excitado, asombrado mirándome perplejo.

Entonces me levanté y me solté la bata, puse un pie en la silla y el otro lo subí


a la mesa con los tacones, abrí las piernas frente a él, seguía tocándome el pecho, me
acariciaba la cintura y seguía masturbándome con las braguitas separadas; lo veía
todo desde la primera butaca y no reaccionaba, sólo me miraba. Entonces empecé a
hablarle;

- ¿Te gusta lo que ves? – En esos momentos me transformé en Sonia escort


alto standing, o, secretaria cinco idiomas 105 de pecho, o jovencita la chupa por 20€,
podría ser cualquier cosa.

- Hmmm- sólo le salió eso.

Saqué los dedos de mi vagina y se los enseñé, para que los viera mojados,
como resbalaban, me los eché a la boca y los chupé como le había chupado a él la
polla minutos antes...

- Estoy muy mojada, quieres ayudarme cielo, ¿quieres chupármelo? Le dije


aun con la pierna en la mesa y otra en la silla.

- Sí, ven aquí - soltó la copa y aparto su plato.

Fui entonces por encima de la mesa, evitando copas, platos, fuentes y demás,
iba gateando y me senté en la mesa poniéndole enfrente el segundo plato.

Me abrió las piernas y metió el dedo, suave, todo resbalaba… se lanzó a mis
tetas, sacaba la mano de mis zonas internas, liaba sus dedos en el liguero, me tocaba
el culo y se agacho a lamerme; tomó mis nalgas entre sus manos y apretó su boca
contra mi vulva, me hice hacia atrás para facilitárselo y me lo comió entero, me corrí,
gritando, era un placer extremo.

Entonces deslicé el culo por la mesa y me senté encima de él, saque la polla
que estaba durísima y me la metí. No podía sentarme porque le hacía daño, así que
haciendo el esfuerzo con mis piernas subía y bajaba para penetrarme. Pero no
quería que se corriera, entonces le ayudé de nuevo y lo tiré al suelo delante de la
chimenea; a la alfombra.

Allí, era todo mío. Le volví a lamer la polla, bajaba, subía a su ombligo sus
pezones, su boca y de nuevo a la polla, continuamente… La metía en mi coño, la
sacaba la chupaba, lo besaba, volvía a bajar, folle como una loca, me apetecía
muchísimo hacerlo. Puse encima de su boca mi coño para que se lo comiera, se
volvía loco. Lo follé todo lo que me dio la gana y más…

Estábamos tan excitados, que me coloqué encima de él a horcajadas mientras


seguía tumbado, no me había quitado nada, ni siquiera la bata de satén.

La metí por el culo despacio, sólo la punta, levantaba la cabeza para


mirársela entrar y salir de mi, y gemía y se retorcía lanzando suspiros. La saqué de
ahí, no me apetecía, la quería toda dentro de mi chocho, dentro, totalmente dentro,
y salté, salté como una loca...nos corrimos los dos. Yo por tercera vez.

Recostados y abrazados ya, tan sólo se oía el chasquido del fuego. Él no


hablaba. Yo presentía lo que pasaba por su cabeza. Me levanté y le di un beso.

- Voy a lavarme, espera y te lavo a ti.

- Vale.

Y esa mirada que acompañaba al; “vale”, no me gustó ni un pelo. Paquito


intuía que aquí pasaba algo pero esto ya lo escribiré, ahora no tengo tiempo. Me
gusta el sexo más que nunca.

18/NAVIDAD 2010 Balanza; ¿Unos Cuernos y un Divorcio o el Estado de


Bienestar?

Podría separarme; pero he visto muchísimos casos en los que la mujer queda
en estado inferior, con los hijos, trabajando, con todos los problemas de la
adolescencia en los cuales los conflictos se los carga solita, con falta de tiempo para
atender a sus hijos ni para ella. Sé de casos, no hablo por hablar.

No tienen ni tiempo ni ganas de mirarse al espejo, de salir, de tener una


nueva pareja; todos son conflictos y problemas. Angustias, desasosiegos, llamadas
de los colegios, reuniones que no puedes atender, sentimientos de culpa, falta de
tiempo, sorpresas incluso con los hijos que se vuelven rebeldes. Lágrimas, muchas.
La mujer envejece con todo esto, es una carga muy difícil de llevar, otra cosa es que
ya esté posicionada en el mercado laboral y los hijos acostumbrados a ese ritmo
también en sus vidas, ahí la cosa cambia. ¿Pero yo?, ¡Si yo estoy hasta cuando no se
me espera! En cualquier momento que me busques, si no en la cocina en la salita o
en mi dormitorio, pero me encuentras.

Todos los padres no son iguales, pero hay hombres que sorprenden, que
cambian como de la noche al día cuando se ven libres y se creen que pasando unos
cuantos cientos de euros al mes, el niño funciona solo como un cochecito de estos de
la puerta de los bares. ¡Hombres que eran maravillosos!, como mi Paco es. ¿Y si me
cambia?.

Me vino a la cabeza el muchacho de 42 años que conoció una vecina de aquí.


Me contaba el otro día en la panadería, que está con un separado, que desde luego a
separado parcelas; ella es una parcela, su vida es otra, y sus hijos otra. A las nuevas
parejas de ellos a veces les causan quebraderos de cabeza que siempre estén
pendientes de su ex, los hijos, lo que hacen y tal y tal,

Por eso, esto nunca se sabe, de verdad, es una lotería...

El mercado laboral no es para una mujer sin experiencia que va para los 40.
Me podría ver trabajando de pinche o en fábricas en el mejor de los casos. Noches
trabajando o fines de semana, envejeciendo antes de tiempo...o viviendo con los
padres. Imaginando que...

Mis hijos con mi madre. Al separarme, habría que hacer partes de todo,
comienzan los conflictos, la empresa habría que modificarla y no están los tiempos
para tocar nada. No, no es una buena idea, lo he pensado y mucho, y no estoy
dispuesta a pasar por eso.

No somos adinerados, pero nunca me falta la comida, algún capricho, no me


cuesta comprar los libros y todos los años hacemos un viaje, o casi todos. Tenemos
una casa, modesta, en la playa otra como mucha gente, y no me quejo de mi
realidad. Me levanto y tengo tiempo de cuidarme, de salir al café con las amigas, de
ir de rebajas y mi vida no tiene altibajos; esto para alguna de mis amigas es el Edén.
No, no pienso renunciar a esto por orgullo o tormentas emocionales.

Me voy a quedar con mis cuernos donde estoy, y los voy a llevar con
dignidad.

Paco adora a sus hijos y yo voy en ese lote pues sin mí no los tiene a ellos. A
él le gusta el calor de hogar que yo le doy y cómo los educo. Cuando salimos va
presumiendo de mujer educada y guapa y de familia perfecta, se le nota a la legua,
es su orgullo el que brilla esos días no el sol. Pues eso seguirá siendo así.

Aquí está mi sitio, porque todo lo que él tiene ahora lo ha conseguido junto a
mí, con el esfuerzo de los dos. Él lo sabe.

¿Tú vives la vida según tus principios o según tus prioridades?

Yo la vivo según mis prioridades, y ahora mi prioridad es seguir con mis


hijos en estado de bienestar. Él sigue siendo el mismo aquí y en la calle con sus
amiguitas hasta las tantas, y yo soy la misma mari-chacha que han tenido toda la
vida, entonces ¿Qué pasa aquí? ¿Eh? A fin de cuentas, unos cuernos no sientan tan
mal. A él tampoco

19/NOVIEMBRE 2009 Masturbándome En El Baño y la Inapreciable Ayuda


de Paco.

Creo que vaciaré los pantanos desde que descubrí el enorme placer que me
da el chorro de la ducha.

Anoche me volví a bañar; ya me tomo mi tiempo. Antes una duchita y listo


pero estoy tomándole el gusto de meterme en el baño con mucho aceite de rosas,
espumas, sales y mí querido chorro que creo que terminaré amándole

Preparé un baño excelente. Había salido a comprar productos para el baño;


un gel afrodisíaco por ver si funcionaba aquello, pero es que creo que el instinto
sexual y la libido la llevo yo puesta ya encima.

Comencé a tocarme las tetas y con el aceite resbalaba todo que era ya en si un
placer, bajé hacia mi pubis y me di unos toquecitos y ya sentía ese nervio que te
entra cuando estás deseando tener sexo, cerré los ojos y pensé en una polla grande y
dura que me restregaba arriba y abajo yendo desde mi ano hasta casi mi ombligo.
Restregándola continuamente con ese aceite y el liquido de mi coño que ya
empezaba a deshacerse de gusto.

Tomé la ducha y de las 18 posiciones puse el chorro estrecho y fuerte.


Notaba como el agua a presión movía mi clítoris y al darme en mi zona más
erógena no podía remediarlo, tenía que parar, es casi insoportable. No quería
correrme ya, quería prolongar ese placer. Me di un chorro de agua fría y entonces se
me puso erecto, dejo de ser un indefenso coño y se puso en guardia de nuevo. Le di
de nuevo al agua caliente, poco a poco, y la puse casi al estado de quemarme. Y
entonces volví a recordar esa polla que me daba placer, esa punta blandita que daba
contra mi clítoris y ahí se quedaba dando círculos, la sensación me la daba el agua,
dándole vueltas y vueltas al chorro. Mi polla imaginaria bajó hacia mi ano y dio
unas sacudidas de placer que me arqueé, me incorporé, y entonces le dí de nuevo a
mi clítoris que envidioso la reclamaba, sentí unos deseos inmensos de
metérmela; pero no estaba, sólo en mi imaginación. Me metí un dedo, dos, y con el
pulgar me excitaba la zona más alta de mi coño, con la otra mano manejaba la polla
a mi antojo, dándome fuertes chorros calientes arriba y abajo. Y entonces chillé. No
podía soportarlo, chillé y me corrí.

Pero no era suficiente, estaba aun preparada para más sexo, quería esa polla
de verdad, no podía parar de pensar en ella y en tenerla dentro. Quería follar, follar,
y no con Paquito. No era lo que yo quería. Quería ese pollón de mi imaginación.

Cerré la ducha; sólo se escuchaba la gota de agua que cae desde el grifo.
Estaba relajada, muy relajada, pero no satisfecha; seguía pensando en esa polla.

Me levanté y secándome, casi mojada, salí en busca de Paquito; era la más


cercana.

Estaba acostado boca arriba, claro, es la única postura que puede adoptar
con la pierna recién operada y como una momia. Me había escuchado correrme en
mis gritos de placer y me esperaba ansioso, empalmado, con su verga en la mano.
Aun mojada y con mi coño abierto recién corrido me subí encima de él. No tenía
ganas de besarle ni de chupársela ni de nada que no fuera metérmela. Y así lo hice.
Sentada a horcajadas sobre él, le cogí las manos para que apretara mis tetas, me
incline y se las tiré sobre la cara, como loco se puso a comerlas, aun estaban mojadas,
mi pelo chorreaba también y lo empapé pero no pareció importarle, él quería más,
más coño, y ahora era el mío. Mi chocho lo está volviendo loco. Cada vez que me
acerco a él se excita, me manosea, me mete los dedos hasta cuando me acerco a
darle una servilleta, por ejemplo. Paquito es un adicto a mí sexo, a mi coño, a mi
forma de hacerlo.

Lo monté como una salvaje, la quería entera dentro, salté y salté


arqueándome hacia atrás, logrando con esto que su falo hiciera fuerza en mi punto
G, en el K, y llego incluso al Omega. Esto es una de las posiciones que más placer
me da. Y me dijo;

- María, ¡córrete que me tiras! Nena, no hagas eso me vas a correr, córrete...
córrete ya o me corro.

- No te corras aun, quiero más.....- Contesté parando un poco.

- ¡No puedo! - casi cabreado.

- Podrás, lo tendrás que hacer por mí... -le ordené.

Y seguí dando saltos sobre su palo que no podía más, sentí el placer del
orgasmo que me llegaba;

- Córrete, estás deseando de llenarme de leche mi chocho - sabía que estas


palabras serian mágicas e inmediatamente aparecería su semen.

- Ah, María, me corro... córrete nena...

Y me corrí con él. Yo ya sabía que me iba a ir en esos momentos, por eso
provoqué su eyaculación, me encanta hacerlo en ese preciso momento. Sentir los
latidos de su polla cuando eyacula y correrme al mismo tiempo.

Paco, de nuevo está loco por mí. Y ahora yo sólo estoy loca por mi clavel
reventón y por darle placer. Todo el que pueda y más. Es adictivo correrme;
necesito hacerlo a diario.

Recomiendo a todas una ducha de chorro fuerte, y un baño al más puro


estilo Cleopatra. La que tenga además esclavo....mejor que mejor. Yo tengo uno; mi
Paco...

19/Marie, a veces La Nuit.

Venia esta tarde del supermercado y me he mirado en la luna del escaparate


de la confitería, ¡qué susto!, y eso que iba a por cuatro cosas. Llevaba a la nena con
su cartera y el macuto de la gimnasia, ¡Pues he salido como los burros!

Los brazos ya no me daban más de sí, un palmo de lengua y una tercera


mano de esas que tenemos las mujeres de emergencia, que me ha salido para
cogerla de la coleta pues por poco se la lleva una moto para delante. Bueno, no me
he reconocido. Y el coche en el garaje. ¿Para qué lo quiero, no?
Pues nada, esto tiene que cambiar, me estoy volviendo una rancia, una
verdadera “maruja".

< ¡Quién me ha visto y quién me ve!>

Inmediatamente; Igor, el impacto de pensar en él ha sido tan fuerte, que he


echado a correr a casa por si acaso me lo tropezaba con semejantes pintas. Pero ya lo
tengo clavado en la memoria y en el coño.

Estoy hasta la peineta de la casa. No de mi familia. Paco aquí todo el día; 24


horas. Yo quiero a mi marido, me he dado cuenta de que sufro por él. Cuando tuvo
el accidente de la pierna me asusté; cabreada con él pero preocupada. Y le va a
costar cojear esto si no se recupera bien de la operación, tendrá que ir ya con
cuidado toda su vida. Eso me duele, no lo digo pero me duele y lloré cuando lo
supe. Nos hemos querido mucho tiempo, tenemos historias maravillosas,
momentos imborrables juntos y hasta este episodio que sucedió con la frutera he de
decir que Paco me ha hecho siempre muy feliz. A disfrutado viéndome ir de
compras, veranear y estar en la playa o con amigas todo el día, o mi peluquería
semanal, o lo que se me antojase. Es generoso. Sentía que trabajaba por mí, que su
lucha de progreso como capitán de esta familia estaba apoyada en sus hijos y en mí.
Después de este periodo en el que pensé que era un canalla y todo era mentira,
vuelvo a ver a Paco. Mi marido es un gran y buen hombre; quiero tener lo que tengo
pero necesito oxigeno.

Necesito a Igor. Mañana le llamaré a ver si podemos vernos. No creo que


soporte todo el puente pensando que viene la navidad, las vacaciones…tengo que
verle mañana. Empiezo a comprender la frase; "Después de la primera vez, todo
cambia".

Creo que me divierto y me rio porque tengo que llenar el tiempo de la


angustia engañando al corazón. A veces, cuando estoy follando por ahí pienso en
mi casa. Mi familia. Mis hijos. Su padre. Pienso en la Navidad. No sé qué voy a
hacer esta navidad. Él sigue saliendo con excusas y llega pasadas las tres, mientras
yo ando por la casa, al principio como un león enjaulado, ahora ya, a veces, me miro
en el espejo del pasillo y veo un ente dando vueltas, en bata, fumando y casi en
estado de shock. Tengo que salir de esto porque cualquier día de derrotará, pero
¿Dónde está la puerta?
20/Diciembre-2010 Cena de Navidad

Este verano pasado, cuando estaba en pleno bajón emocional físico anímico
moral, etc. etc., conocí a un hombre. Estaba con una amiga separada y vamos…no
era una relación seria, sólo tonteaban, cosas de playa, de verano, de noches calientes
y observación de estrellas en la orilla de la playa. Terminó el verano y terminaron
ellos.

Él estaba separado ya unos años y ella acababa de salir de una relación de


nueve años, no se casó pero como si lo fuera. Fueron a casa en alguna ocasión, a mi
casa de la playa.

Ya sabéis como podría estar yo en esos días; hecha polvo. Ana, me contaba
que este buen hombre era una maravilla en “el arte del amor”, que tenía una
sexualidad férrea…ya me entendéis, y que le encantaba como besaba y tocaba.

Lo he visto, aunque no lo reconocí él a mi sí. Se bajó del coche y me saludó,


entonces caí; es un hombre de 47 años, canoso, morenazo y tiene una sonrisa
espectacular.
Charlamos un poco y le di las gracias por su apoyo, le dije que siempre era
estupendo tener a un amigo para charlar ya que él lo sabía todo, todo lo de Paquito,
me contestó que cuando quisiera lo llamara y me dio su número.

No sé que me sucede en la cara pero un hombre nota perfectamente cuando


me pone húmeda la almeja.

Me acordaba mucho de Igor, pero sólo tenía esa noche para salir. Desde el
comienzo supe que quería estar con varios hombres, no sólo un amante. Así que
llamé a Luis ayer. ¿Para qué esperar?

Aproveché que Paco salía a la cena con los trabajadores y sabía que volvería
tardísimo. Es la tónica de todos los años.

Me encanta la noche, es distinto. Todo es distinto.

Quedé a tomar algo con Luis, el bar estaba a tope y teníamos que estar muy
juntitos, en más de una ocasión mis tetas se asomaban en la cerveza que sujetaba
con la mano, y en más de una vez, nuestras bocas casi se juntaron, pues para
hablarnos teníamos que acercarnos al oído del gentío que había. Las miradas lo
decían todo.

Cuando salimos casi sordos y acalorados del bar comenzamos a caminar sin
prisas hacia los coches, atravesamos el casco antiguo andando, charlando, riendo…
intercambiando feromonas. Me sentía muy feliz, no sé, estaba genial con él ni
siquiera pensaba que podían vernos. Igor es distinto, es una sensación distinta. Igor
me excita hasta con su acento, su morbo es bestial, es mirarlo y decir; sexo. Pero
Luis tiene una esencia de hombre, es un hombre completo.

- Me encantaría besarte María. - Soltó a bocajarro.

Me quedé mirándolo sin parpadear, haciéndome la sorprendida cosa que no


lo estaba pues se tocaba en el aire la excitación de los dos, y nos detuvimos. Nos
miramos. Y nos besamos.

Comenzó a acercarse a mi boca muy despacio sujetándome la barbilla y


repasándome la cara con su mirada, yo tenía el corazón latiendo a 180 ppp, y mi
coño estaba sintiendo que quería eso; sexo.

Quería a este hombre entre mis piernas. De su beso suave y lento pasó a un
morreo bestial, me abrazó y yo a él. Nos comíamos vivos en medio del callejón,
empezó a tocarme el culo y subió un poco mi vestido por detrás entonces se dio
cuenta del liguero y de lo fácil que lo tenía para metérmela allí mismo.

Lo pensó. Sé que lo pensó, pues se apasionó mucho más y parecíamos dos


lapas, imposible de separar nuestras bocas. Le acaricié su cuello y percibí en
instantes su cuerpo formalísimo. Fue empujándome hacia atrás y me apoyó sobre el
maletero de un coche. Entonces la sentí. Sentí su polla durísima, apretaba contra mi
coño y yo abría las piernas para dejarle entrar. Esta zona está llena de casas de los
años 50, con miradores y portones grandes de madera Había un portal abierto y
nos metimos como dos adolescentes en la oscuridad de aquella escalera. Me puso
pegada a la pared que estaba helada pues el zócalo era de mármol, me miró y
empezó a pasar su mano desde mi rodilla subiendo muy despacio, me puso la
mano encima y sentí unos latigazos de calor y placer que me hicieron morderme los
labios. Se dobló de rodillas y empezó a besarme las ingles y pasarme la lengua,
notaba como iba mojándolo todo, mis muslos, me dio unos bocaditos sobre las
tanga; me puso encendida. Metí la mano y comencé a tocarme mientras él seguía
besándome todo lo que quería y más. Se levantó y comenzó a hablarme;

- Qué bien hueles, me encanta el sabor de tu piel. Tu suavidad. ¿Voy a


comerte, lo sabes?

- Sí, hazlo.

Le cogí la cabeza y le empuje hacia abajo, se arrodillo delante de mí y empezó


a pasar su lengua, yo me arqueaba de placer y no podía dejar de jadear. Me ladeo
las braguitas y me comió el coño con gusto, como un goloso, como un loco. Daba
mordiscos en el clítoris y me hacia ponerme de puntillas, no podía soportar ese
placer, lo succionaba y yo creí que me derretiría allí mismo. Me corrí, bastante. Lo
deje todo mojado. Su cara. Mis muslos. Todo. Subió y me dijo;

- Menudo chocho tienes, es para no dejar de chupar y beber. Me estás


poniendo loco, tengo muchas ganas de metértela…

En ese momento, bajo la mirada a mis tetas que con el vestido retorcido y a la
“birulé” casi se habían salido, al menos una de ellas…

- Es que estas buena por todos lados, ¿de quién son estos pitones? Dímelo,
¿de quién son?

- Tuyos…..- Sólo atiné a decir.


Y abrió la boca para metérsela entera creo yo, empresa que le resultó bastante
difícil pues mi talla 100 no se lo permitió. Me cogió las manos por las muñecas y las
levantó, me puso crucificada contra la pared dejando mis tetas indefensas y sólo
para él. Me las mordía y besaba derecha e izquierda, me morreaba, bajaba subía, y
yo creía que me fallaban las piernas allí de cómo me estaba poniendo.

- Voy a metértela María, me está reventando la polla y no puedo esperas más.

Tuvo el detalle de comunicármelo, me encantan los hombres tan educados.

Se soltó el pantalón y lo dejo medio caer, sacó un pollón duro y valiente y me


dio una paliza con él en mi coño, sí, comenzó a darme golpes sacudiéndola fuerte
contra mí, yo tenía los ojos como un koala y el coño igual de abierto, nunca me
habían hecho semejante cosa, en una de esas que estaba desprevenida, rompió el
plástico con la boca y sacó un condón. Yo no me di cuenta de dónde lo sacó, lo
aseguro. Pareció un truco de magia. Seguramente cuando se bajo el pantalón lo
sacaría de algún bolsillo, no me di cuenta.

Me metió un pollazo que me dejó herida de muerte. ¡Qué locura de hombre!


Me folló, me folló, y me folló. No veía el momento de parar, cogía mi culo y me
levantaba en peso, me dejaba caer a su interés, como él quería y más placer le daba,
me agarraba y apretaba contra si para clavarme entera.

Me soltó y me dio la vuelta. Puse las manos en ese zócalo frío que no olvidaré
nunca, y me la metió hasta el estomago. Apretaba y más, más, más…

- Ah, uf, madre mía, que conejo tienes, déjame

metértela toda, no quiero acabar aun. No quiero.

Quiero seguir metiéndotela

- Pues sigue, no te corras aun... - le murmuré

- ¿Quieres que siga? ¿Te gusta? Dime, háblame

No sé cuánto tiempo estuvimos pero fue una locura, yo no sabía más cosas
que decirle; se me acabó el repertorio.

Cuando terminamos me besó y me dijo que quería repetirlo. Me contó que


en la playa, en mi casa, se había masturbado en el aseo cuando me vio. Llevaba un
vestidito playero y estaba sentada con las piernas dobladas en el sofá. Se acordaba
de ese instante perfectamente, describió el vestido, las braguitas y lo que yo decía
en esos momentos. Me dijo, que aunque yo no me di cuenta, desde enfrente, desde
su posición estaba enseñándole la mitad de mi sexo, mis labios saliendo por encima
de las braguitas, y que se excito muchas veces después con esa imagen, sirviéndole
de fantasía para sus masturbaciones.

Nos marchamos cada uno en nuestro coche con la promesa de repetirlo.

Cuando llegué a casa Paco estaba en el sofá. No aguantaba tanto tiempo con
la pierna por ahí y volvió demasiado pronto

Cuando lo vi me quedé helada, cuando me vio, “ardió por los cuatro


costados”

-¿De dónde vienes Mari?

21/20 DICIEMBRE 2010 ¿De dónde vienes, Mari? ¡Trágame tierra!


- ¿De dónde vienes, Mari?

En esos momentos hubiese deseado que me tragara la tierra; no encontraba


respuesta. No tenía coartada;

- He ido al centro a ver los puestos ambulantes, ¿Qué pasa?- Respondí


distraída.

- ¿Puestos ambulantes a las 12; 30 de la noche? Te he llamado 40 veces al


móvil, ¿Por qué lo apagas?

- Sí, están puestos hasta tarde. Los puestos estos de arte medieval y bolsos de
cuero. - Le miré - Paco, se quedó sin batería...

- Ya, ya, sé cuales puestos dices. ¿Pero has ido ahora a ver los puestos? ¡No
me jodas Mari! – Dio una carcajada y no de felicidad.

- Ay, Paco, ¡No seas idiota!, voy al aseo – girándome quise evadirme

- No, María, no te vayas que la liamos. Ven, ¡te dicho que vengas!

Paco comenzó a levantar la voz. Yo iba ya por el pasillo y desde allí le


hablaba...

- Pero bueno, que voy a hacer un Pis,- Le chillé- ¿Puedo?

- No - rotundamente como un tambor-, no puedes. Ven. Mari ven un


momento.

- ¡Espera, leche!, ¡Que me meo!

- ¡Que no entres al baño sin venir!

Todo esto dando unos gritos de cabreo que a mí se me encogían las tripas.
Escuché la muleta por el pasillo, se había levantado;

- ¡Levanta!- me cogió por la axila.

- ¿Pero qué dices? ¡Es que no ves que estoy meando!


Estaba muy nerviosa, no sabía muy bien qué quería pero intuía que no era
bueno; se tiró a olerme, me olfateaba como un sabueso. Lo ladeé saliendo rápida del
aseo. Él me perseguía. Entonces me cabreé;

- ¡Pero vamos a ver!, ¿Es que estoy yo presa o qué? ¿He matado a alguien
para tener que aguantar esto? - empecé a ponerme en mi sitio.

- ¿A qué hueles? Dime de dónde vienes María, ¿con quién has estado?

- Sola. He estado sola.

- Me cago en la puta ost... - bueno, “rayos y culebras” -Tengo 38 años en la


polla y tú a mi no me tomas el pelo, ¿entendiste?

- Pero ¿de qué hablas Paco? ¿Qué pasa?

- ¡Eso quiero saber yo! ¿De dónde cojones vienes?

- Vengo del centro. Ya te lo he dicho, si te lo quieres creer bien y si no


también.

- Déjame que te toque el coño….

Paco estaba con los ojos idos y el mentón apretado. Temía que si metía la
mano, perfectamente descubriría que había estado follando hacia menos de 30
minutos y la prueba estaba ahí.

Estaba viendo que la cosa se estaba poniendo muy fea, conozco a Paco,
perfectamente, y tenía que entrar sí o sí a lavarme. Aunque tirara la puerta abajo,
aunque gritara, aunque metiera fuego a la casa; era peor no hacerlo, no olía a semen
pero sí a látex y mi coño estaba recién follado, eso no lo podía disimular.

Di un portazo y cerré con el pestillo. ¡Madre mía, para qué quieres más!

- Cuando salgas hemos terminado, ¿entiendes? Si te lavas esta noche antes de


que te toque mañana te vas con tu madre… ¿lo has oído?

¿Que si lo había oído? ¡Perfectísimamente!

Pero me desnudé y me metí al baño. Sabía que se iba a liar, llevaba el liguero
puesto y olía a macho; a macho de las montañas, a Almizcle puro.
- Vale, ya no tengo nada más que hablar. ¡No tenemos nada que hablar Mari!,
¡se acabó!, nuestro matrimonio ha llegado hasta aquí.

Tomé una toallita húmeda y me limpié, pero el olor del látex no se iba,
intenté solucionarlo así pero era imposible; ahora se mezcló. Toda yo entera olía a
polvo, a sexo;

- ¡Déjame tranquila Paco!... chillé.

- Sí, ¡si te vas a quedar muy tranquila!, ¡no sabes lo tranquila que te vas a
quedar a partir de mañana!

A todo eso escuche un porrazo descomunal; yo no sabía si era él que había


caído o era un golpe que había dado, Paco no es de dar golpes, pero con el cabreo
monumental que llevaba me esperaba cualquier cosa...y entonces, llamarlo como
queráis; Buena suerte, el destino, el universo, mi ángel protector la Virgen de la
Fuensanta, no sé, no sé a quién agradecérselo, pero me entró una descomposición
de estomago y una diarrea que fue mi salvación. Al menos no olería a látex, a coño
corrido, a semen de macho almizclero ni a nada que se le pareciera, si Paco quería
oler, esta era la solución; iba a oler a mierda pura.

Escondí el liguero debajo del mueble, casi me rompo el hombro de apoyarlo


para levantarlo y meterlo debajo, es un mueble de puertas que llega al techo. Salí
corriendo sin darme una gota de agua en el cuerpo;

- ¡Paco!, ¿Qué pasa? – Empecé a gritar desde el pasillo mientras corría hacia él,
toda preocupada.

- ¡No pasa nada!

Estaba de pié junto a la mesa, había vaciado mi bolso, estaba endemoniado,


poseso. ¡Estaba con un ataque de cuernos!

Me miró y me lo repitió;

- Ven, María ¡quiero olerte!

- Pero ¿me lo estás diciendo en serio?- asombradísima.

- Es lo más serio que te he dicho en la vida.- fue sentencia.


Le dejé que se acercara y me metió la mano, lo miré con una cara de mala
leche que no podía aguantarlo;

- ¡Yo nunca te fui a oler a ti la polla!

Me estaba ofendiendo, me estaba ultrajando, me estaba faltando al respeto,


me estaba tratando como a una mierda y una mierda tuvo pues no me limpié, salí
corriendo fingiendo que estaba preocupada por si se había caído. Claro, y no me iba
a decir también; ¿Y por qué cagas?

- ¡Venga ya María!, dime la verdad.

¡Bingo! Funcionó.

Ya bajo la voz, se sintió mal por la escena y quería una explicación. Sólo una,
para calmar la incertidumbre y mala sangre que se le había puesto la hora y pico
que llevaba esperándome en el sofá. En el fondo estaba disfrutando, ¡mi Paco celoso
por mi!

- He ido a ver una cosa para el día de Reyes, he ido al centro, te lo repito Paco.
Será raro o no lo será. Estaba sola, no me apetecía estar aquí, los críos no están y me
he puesto el vestido y he salido. Nada más, he ido sola, ni siquiera con amigas.
Nada. Paco, ¿qué pasa? ¿Por qué todo esto ahora? Creía que estábamos bien… - Me
saltaron las lágrimas.

Yo no sé de dónde salió esa agua salada, no sé por qué lloré, seria de nuevo la
suerte, el destino, o Fray Escoba,…pero me di la vuelta lentamente, me ofendí, baje
la cabeza y entonces sí; fui a lavarme porque ya no quedaba otra. No había más que
decir.

Después me pidió perdón con puro arrepentimiento de vergüenza, en todos


los idiomas, y me dijo que no soportaría saber que otro me tocaba, que me quería.
Que me quería desde el día que me conoció. ¡Jolín, que me hizo sentir mal!

Pero pensé en sus polvos con la frutera y me recompuse. Me dio el valor y la


soltura que necesitaba. Un baño de media hora se me fue mientras pensaba en todo
acostada en la bañera, tenía hasta angustia del mal trago que pasé. Me puse el
camisón y me acosté dándole la espalda. Él me abrazó; Te quiero Mari….

No pegué un ojo en toda la noche. Por fin Paco sabía lo que era la duda y los
celos. Por fin me había esperado él a mí. Esta mañana estaba sonámbula pero había
salido ilesa y satisfecha.

22/ Enero 2011 Cuando la pasión manda.

- ¿Hay algo que yo deber saber?

- No, ¿por qué?, ¿Por qué dices eso?

- No sé. Pregunto; ¿Hay algo que debiera saber de ti?

Con estas me encontré cuando llamé a Igor una tarde. Llevaba días
acordándome de él y de nuestros ratos juntos. Me gusta este chico más que nadie,
no he olvidado nada de lo que ocurrió, simplemente soy consecuente con mi vida y
la situación y creía que él también lo era;

- Te he llamado para saber cómo estás

- Tú siempre eres tan amable y educada

No me gustaba el tono con el que me hablaba, percibía que todas sus


respuestas eran como si estuviera ofendido o dolido conmigo.

- ¿Por qué me hablas así Igor? Me apetecía hablar contigo.

- Por nada cielo, estar muy bien que te apetezca hablar conmigo, pero, ¿tú
pensar alguna vez que quizás yo también querer hablar contigo? ¿Tú pensar que
quizás yo alguna vez echarte de menos a ti también?, o ¿aquí sólo estar tú?

Habían pasado casi tres meses desde la última vez que nos vimos, y nunca
más, ni por navidad me acordé de llamarlo. Bueno, esta no es la expresión, me
acorde no es correcto; sí me acordé de él, de hecho le recuerdo a menudo, pero no
quiero crear vínculos de sentimientos porque yo no puedo quererlo. Mi corazón
está rodeado de personas que reclaman amor ya, y que son mi familia. No puedo
quererlo a él en medio de todos estos sentimientos; es incompatible.

- Igor, ¿de qué estamos hablando?

- ¿Por qué nunca me has dado tu teléfono? ¿Estar casada, verdad?

- ¡Esto ya saber tú! ¡Por favor¡

- Tú no decir nunca que estar casada.

- Ya. Pero pesaba en el ambiente, Igor. Estaba más

claro que el agua de que no puedo verte cuando

quiera, ni puedes llamarme, acaso creíste que

pertenezco a una Orden Secreta, o a las Carmelitas

descalzas?

- No hablar a mí así.

Me lo dijo con esa voz y ese acento que tiene, con toda la seriedad que
desprende su porte, no era su intención pero me puso cachonda

- Igor, me gustas… pero no puedo cambiar la realidad.

- Lo sé. No te pido que tu cambiar nada. Pero si que

tener en cuenta que soy una persona, no un pene en

servicio.

- Lo siento, no quise darte esa impresión. No es cierto

que crea que eres sólo una polla; me gustas mucho

como hombre, te vería cada día, he pensado en ti, en


tu forma de hacérmelo….en tus besos, tu respiración.

He soñado con tu forma de querer hacerme disfrutar

sin parar. Tus modales, tus maneras tranquilas y seguras de acercarte a mí.
Tu plena disponibilidad a mis deseos. Me has hecho feliz, a nuestra manera y
porque no puede dar más de si esto. Pero he sido feliz contigo.

Pasaban los minutos y no respondía, sólo escuchaba su respiración, y


entonces recordé el sabor de su boca, su olor. Era muy excitante saber que estaba
ahí; al otro lado, tan lejos y tan cerca.

- Lo siento María, en el fondo siempre saber que estar

casada, pero esperaba que no dejar de llamar así. Yo

querer verte mas y te recordé y esperé tu llamada

muchas veces, aunque yo sé. Tú no volver más a mis

brazos, yo contengo mis sentimientos por ti también.

- Quiero verte…- Le dije directamente lo que deseaba

en esos momentos.

- Yo también, lo sabes. Yo no olvidar de aquello.

¿Cuando?

- Hoy. ¿Tú poder?..¿Dónde?

Igor tenia la habilidad de hacerme hablar en “Ruso”, siempre me contagiaba


su acento. Quedamos en vernos dos horas más tarde.

El mundo está lleno de personas; unos más atractivos otros menos. Puede
suceder que sean de tu ámbito o clase, o que no. Una persona cercana o con la que te
la cruzaste cierto día. No sé sabe bien qué sucede cuando dos personas tienen sexo
la primera vez, a veces queda ahí y no vuelves a desearlo, aunque en esos
momentos sí lo hicieras, pero otras,….otras veces no. Hay una vez, de esas, que la
persona se queda grabada a fuego, y desconoces cual ha sido el influjo que te ha
llevado a que sea esa, y no otra, la que se te ha quedado clavada. Hay personas que
al día siguiente ni recuerdas, pero hay otras que nunca olvidas. Intentas repetirlo,
para que te salga igual, deseas tener otros momentos como aquellos que tuviste con
ese hombre, pero nada se asemeja. No es sólo una cosa, no es su polla, ni su cuerpo.
No es el sol que caía y se tragaba el mar, no es una música determinada, un olor
grabado en la memoria o unas palabras, ni un estado de ánimo. No es nada de eso.
Es una burbuja en la que solamente dos cuerpos se unieron tratando de darse y
darse por entero, con la sensación siempre de querer más. De reloj parado. Es
quedarse eternamente insatisfecho del otro. Es estar eternamente enganchada a una
sola persona. No es sólo querer más, es quererlo todo.

Y eso es lo que nos sucede a Igor y a mí. Y eso mismo es lo que me hace
correr tras él a la misma velocidad que huyo.

Nos vimos. Parecía que sólo con mirarnos metidos en el mismo coche, y en el
mismo lugar, estábamos repitiendo el placer que nos dimos, antes de tocarnos ya
estábamos disfrutando.

Nos besamos con pasión, con ternura, con recuerdo. Los recuerdos que
habíamos tenido estos meses sin vernos.

Cuando se echó sobre mi ya estaba mojadísima, nos movíamos despacio uno


encima del otro sintiéndonos sin hablar, mirándonos con deseo. Él siempre sabe lo
que quiero, no hace falta que se lo diga. Y yo, leo sus pensamientos, sus deseos. Y en
ese momento, lo único que queríamos los dos era follar. Follar y follar sin parar.

Me levantó la falda y bajó las braguitas, metió su dedo grueso en mi vagina


que se abría sólo para él y se mojaba y latía de ganas de tenerlo dentro. Yo le tocaba
sobre el pantalón, sentía que estaba totalmente preparado para darme placer. Se
soltó el botón de los jeans y salió esa carne que tanto había echado de menos.

Comenzó a restregármela por las piernas, abrió las suyas dejándomelas


cerradas, y la metió en medio de mis muslos subiéndola hacia mi coño, la dejo ahí.
Todo estaba mojado. La sentía subir y bajar por mi clítoris arriba y abajo, suave,
caliente, dura. Me volvía loca.

Y la metió, suave, no queríamos dejar de sentir nada, necesitábamos hacerlo


en cámara lenta para deshacernos, mirarnos a los ojos para expresarnos la libido y
el deseo que nos teníamos. Y jadeamos… los dos. Nos abrazamos y enganchados
buscábamos la postura que mas placer nos daba. No queríamos parar. Estábamos
sudando.

Se puso debajo y me cogió las nalgas moviéndome él como mas placer le


daba, yo disfrutaba de verlo disfrutar.

Estaba encima de su boca y mi saliva salía como agua llenándole la cara de


mis babas que como mi coño expresaban que me derretía de placer en sus brazos.

No fue un sexo como aquel de aquellos días, en el que con furia casi nos
entregábamos. No. Fue como comer un gran pastel de chocolate saboreando y
disfrutando hasta quedar exhaustos, satisfechos, rendidos.

Después quede sin moverme sobre él, mientras acariciaba mi pelo, y me


sentía recuperarme poco a poco, dándome besitos con un cariño y una ternura que
tuve que decir para mis adentros; ¡basta! ¡Basta!, me vas a enamorar.

Como siempre nos despedimos, pero esta vez me hizo decirle cuando le
volvería a llamar. Ya no más incógnitas, las cartas boca arriba.

Y yo lo comprendí, perfectamente.

“O más, o nunca más”. No sé la respuesta.

23/Abril 2011. Vuelta a Igor Una razón para sobrevivir.

Me voy esta tarde un ratito con él, hace más de una semana que no nos
vemos lo he llamado ahora para charlar un poco y al final hemos quedado. Sólo lo
he llamado para decirle; Hola, que tal, pero es un cabrón me lía, me lía, es
persistente, no me deja elegir ni decidir, y después es muy noble.

No sé, tiene una mezcla de suave-duro. A lo mejor es su forma de hablar, no


lo sé. Pero en sus cuatro palabras manda más que un sargento primera... después es
dulce se deja llevar, y de repente me domina, no sé como lo hace, creo que es su
hombría y seguridad en sí mismo. Puede ser lo que le dé la gana; tierno, duro,
suave, brusco, débil agresivo.

Puede hacer lo que quiera todo le sale bien, y eso es porque él en sí.

Otros hombres son incapaces de aparentar debilidad ante una mujer por si
los tachas de frágiles, pero a Igor le importa un carajo eso, está muy seguro de lo
que es. Si a mí me excita y me hace feliz que sea cariñoso, dulce o frágil puede serlo,
no afecta a su hombría. Después le da un arranque me coge, me fuerza, me pone,
me da la vuelta, me tira del pelo, me azota, me impide dominarlo, y me deja
indefensa ante su polla

Hace todo lo que le da la gana conmigo, el final es, que Igor siempre gana. Me
encanta.

No veo el momento de detener esto. Bueno, la vida es así, no la he inventado


yo.

¿Paquito?... tendrá que ver la tele con los nenes esta tarde porque yo he de ir
a hacer unas cosas, ya sabe que hay mucho tráfico y soy muy lenta; para conducir y
para mis "quehaceres"....
24/Abril 2011 Esta irresistible adicción.

Igor vive en un segundo piso de un edificio sin ascensor en uno de los barrios
antiguos de la ciudad, aun así, la casa tiene ese encanto de techos altos, puertas de
doble ala y un gran mirador. Compartía esta vivienda con dos lituanos que ahora se
han marchado porque se acabó el trabajo.

Anteayer estuve allí. Busca a alguien para compartir gastos o lo tendrá que
dejar e irse a otro sitio, pero mientras tanto, aquel es nuestro nido; de sexo, de
complicidad, de unión, nuestro espacio privado, nuestra burbuja.

Sí, volví a él. La semana pasada vieron a Paco con una mujer. No era la
frutera, es otra. ¡Qué más da! Iban andando por la orilla del rio, no, no estaban
follando; pero yo sé lo que se puede hacer en una entrada de mármol, o en un coche
en media hora. Sí iban con picardía, con complicidad y ella, esa mujer, caminaba
coqueteando. A eso le añado el comportamiento distante y despistado de Paco
últimamente, y me trae recuerdos de cuando estaba con la frutera. No hace falta
saber más ni quiero; me sobra todo y casi inconscientemente me alegro, porque yo
estoy sacrificándome por seguir con él y no romper esto, a cambio él sigue con sus
pautas.

Me apetece estar con Igor, con nadie más. Pasamos tres horas en su casa.

En el comedor, sentada en esos sillones de estilo vintage con grandes flores


en su tejido, y esa decoración años 70, me sentía libre, joven, era una sensación de
estar fuera de tu escena, de haberte escapado del mundo. Me puse su camiseta que
decía algo ruso, su olor y las braguitas, él se sentó en la alfombra a mis pies y
charlamos más de una hora. Sus ojos, esos ojos que ni son azules ni grises ni pardos,
cuando miraban al frente y quedaban fijos en cualquier detalle de las ventanas, la
luz que entraba lo hacía más maduro. Su vida es dura, y lo ha sido mucho más. ¡Es
tan consecuente!, tiene una capacidad tan grande de adaptación y coraje para
afrontar la incertidumbre que pesa sobre su día a día, tiene una fuerza interior y
una templanza absoluta. Habla cuatro idiomas, estudió una carrera y salió de allí
lleno de esperanzas para ser alguien. Sin embargo hoy día, trabaja a las ordenes de
dos analfabetos que medio hablan el español, cobrando lo que le quieren pagar. No
sé cómo se sentirá una persona con una cultura semejante aguantando el trato de
dos personas que no le llegan ni a la suela del zapato, ni siquiera en humanidad. Es
durísimo. Pero es que Igor es duro. Es un autentico hombre y una persona con unos
valores familiares y una franqueza que te rindes a sus pies.

Para él las cosas no son tan complicadas, después de lo que lleva vivido una
circunstancia como la mía sólo es una decisión, una decisión cargada de miedos e
inseguridades, eso opina él. Me dice que me ahogo en un vaso de agua.

- Perdona que yo no entender como tú este tema tuyo, pero yo respetar tu


pensamiento. Creo que no es fin del mundo divorciarse. Mírate María, ¿Qué hacer
aquí? ¿Ah?

- Pues estoy aquí, porque me gusta estar contigo - No había otra respuesta.

- Eso ser perfecto. No pasar nada que tú querer estar conmigo. No problema
es ese. Problema es que tú estar conmigo en secreto, como si fuese un pecado, ¡Ese
ser tu más problema!- exclamo.

- Ya, lo sé. Pero es que no puedo hacer nada, estoy atada de pies y manos,
¿Me entiendes Igor? – Necesitaba que me comprendiera.

- Estar atada tú sola. Sólo tú has puesto esas cuerdas. Dime – me cogió por los
hombros poniéndose de rodillas entre mis piernas y mirándome fijamente me
preguntó – ¿Acaso Paco te ha atado?, tus hijos se irán. Todos los hijos marchamos.
Tú marchaste. Ellos quedaran contigo ahora, no renunciar a ellos, sólo a Paco
porque ya no haber amor. Dime, ¿Dónde estar las cuerdas? ¡Yo no ver ninguna
cuerda! – Me puso un dedo en la frente – Aquí estar tus cuerdas María. Yo no poder
decir que deber hacer, pero sí quisiera que tú hacer todo para ser feliz. Conmigo o
sin mí. Yo me marcharé algún día. Quizás pronto…

Esto fue como una puñalada en el estomago.

- ¿Te vas?.... - mis ojos eran dos platos soperos, no podía abrirlos más.
- Algún día. Esto saber los dos, ¿No?

- ¿Pero te vas ya? ¿Adónde te vas?

- Quizás marche a Barcelona, allí hay amigos. Es posible que trabajo mejor
que aquí.

Ya no podía ni hablar, me quedé helada. De todo lo que me podía esperar


ahora en la vida esto era lo último. Pero en ese momento comprendí, que era una
persona dependiente de los demás. Que si bien estaba con Paco sólo le dejaría por
estar con Igor, y sentí miedo. Miedo de estar sola. Lo único que me haría
divorciarme seria estar con ese hombre que me daba cariño, comprensión pero
también alas. Alas para poder volar incluso sin él. Me sentí muy desolada.

- No quiero que te vayas – Dije inútilmente

- La vida es complicada María. Quédate con los momentos, con las personas
que te hicieron feliz. No atar a nadie ni ates a nadie a ti. Vuela sola, tienes una gran
capacidad pero no te ves. Ahora soy yo quien está aquí, pero después será otro
hombre, otros momentos. Otras sensaciones…

- ¿Me estás diciendo que esto no significa nada para ti? ¿Realmente todo es
tan frívolo como tú lo vives?

- ¿Me llamas frívolo a mí? ¿Por qué? – Se puso de pie subiéndose el pantalón
por detrás- ¿Por qué hablar con el corazón y la verdad? ¿No ser tú más frívola que
yo? Los españoles tenéis un prisma para vuestras cosas y otro para los demás, no
ser buenos en esto, no. ¡Hipocracía!

- Hipocresía.- le corregí.

- Bueno, eso, hipócrasas.

- Hipócritas. – Le volví a corregir.

Comenzó a reírse mirando por la ventana, pero yo no tenía ningunas ganas


de hacerlo, me miró y adivinó la tristeza que me había golpeado.

- María, sabes que mis palabras contigo estar llenas de cariño; pero no
engañarte, no lo hagas. Después, unos años después tú pensaras que has hecho con
tu vida. Sólo a ti tú deber de dar cuentas.
- ¿Tú me quieres, Igor?

Esto no fue meditado, me salió del alma. Si lo hubiera pensado antes de


soltarlo quizás no lo hubiera dicho.

- Claro que te quiero, quizás no querer de esa manera que tú tener de modelo,
pero yo tener sentimientos por ti, muy buenos. Saber que eres una mujer con
muchos cosas buenas que solo mirar por los demás. Saber que tener un miedo
invisible a luchar por ti. Pero también saber, que es algo que deber hacer sola. Yo
poder ayudar a tirarte, pero el vuelo es sólo de tus esfuerzos y el rumbo debe ser
que tú decides...

- Me estás diciendo con esto, que nunca te plantearías vivir conmigo –


Resumí.

- ¿Pero cómo yo plantear vivir contigo? ¿Ah?, si tú ser una prisionera de ti


misma. Primero tú liberarte, después hacer algo con tu vida. – Se rompió el tiempo
mientras nos acomodábamos los dos en la conversación que había ido demasiado
rápida - Escúchame, así no funcionaria. No poder dejar un nido para entrar en otro.
Debes tener tu propia decisión, vivir sola algún tiempo para decidir. No funcionaria.
Aparte está todo lo demás, los obstáculos económicos y la puta vida en si…

Se estaba metiendo el sol y esto me hizo mirar el reloj. Me tenía que ir. Me
duché y vestí, y me despedí de él un poco fría.

- ¿Te das cuenta? Te he hecho daño por decir la verdad. Sólo entender lo que
quieres, ni siquiera parar a pensar si llevar razón o no. No pensar que mis palabras
tienen más amor que quizás otras que te complacerían más.

- No estoy enfadada. Solamente es que no pensé que llegaría un día en que ya


no estarías.

- La vida es así, pero claro, puede haber una opción; poder venir conmigo a
Barcelona, buscar un trabajo y un piso de alquiler hasta que a ti despidan y vuelta a
empezar,… ¿Quieres eso? – Me dio la vez para responder pero ante mi silencio
prosiguió- No. No quieres eso. No querer ir de aquí. No querer sacrificar nada. Tú
querer todo, y en la vida hay que elegir.

Bajé los dos pisos por esas escaleras estrechas casi sin pensar, sin sentir, sin
nada. Me crucé con alguien y ni lo miré a la cara. No sabía qué hacer. Llegué al
coche y ahí me quedé quince minutos fumando un cigarrillo.
< No querer sacrificar nada. Tú querer todo, y en la vida hay que elegir > Yo te quise,
Igor.

25/Mayo 2011¿Decide o Lamenta? Decido; Me Divorcio.

Las palabras que quedaron grabadas en mi última conversación con Igor, no


cayeron en saco roto. Todo esto me revolucionó, nunca pensé en esta posibilidad,
no creí que algún día desaparecería de mi vida, sinceramente consideraba que Igor
siempre estaría ahí, para cuando yo tuviera mi rato libre.

Pero estas son las circunstancias que te hacen moverte; hasta que el ser
humano no se ve al límite del precipicio no reacciona.

Empecé a considerar mis posibilidades y lo tengo más fácil que otras


personas que dieron el salto sin saber donde caerían. Lo peor; decir a mis hijos que
se acaba el matrimonio de sus padres. Sé que esto pasa todos los días, pero son mis
hijos. Y nosotros, con nuestros más y menos, siempre les dimos un hogar feliz y
estable. Al menos para ellos.
Mi Francisco tiene nueve años. La nena tiene once. Esta ya está moza, ¡ay mi
Santica!, qué mujerona va a ser.

Pero yo tengo 35 e Igor se va. Se va. No. No puedo soportarlo.

Sé que es ruin, que debería de afrontar las cosas con la sinceridad, pero me
da igual todo, quiero hacerlo y lo haré desde lo que él me ha enseñado; la falsedad y
el interés propio. Así se ha portado conmigo, de manera falsa y egoísta.

Voy a hablar con Paco. Le diré que sé que tiene otra y que esta no se la paso,
que nos divorciemos de buenas maneras y se marche de la casa. Renuncio a la
empresa, que haga una disolución notarial de socios, y quede como único accionista
y administrador. A cambio, me quedo con la vivienda que está sin cargas
hipotecarias y me debe de pasar una pensión sustanciosa. A los nenes su
manutención, y a mí una pensión compensatoria.

Aparte, hace ocho años que murió mi abuelo, dispongo de un fondo a plazo
fijo de 50.000 €. Lo hizo con los 4 nietos al vender unas hectáreas de almendros que
tenia. Puedo sacar este dinero y montar un negocio con Igor. Para que él se sienta
bien, y realizado. Puedo permanecer en esta casa y él tomar un apartamento más
nuevo y cercano. Podemos empezar así.

Tengo todas las ideas, ahora hay que dar los pasos. No sé si hablar con Paco
antes que con Igor o viceversa. O decirle a Igor que ya hablé con Paco y que está en
marcha, a ver qué me dice. No sé. Estoy liadísima, pero parece que comienzo a ver
la luz.

Lo único que sé verdaderamente es que no soporto más esta situación. Aquí


no hay víctimas ni verdugos, sólo consecuencias.

No aguanto más. No es la forma, pero estas se perdieron hace ya mucho


tiempo.
26/ Abril 2011 NI tú, ni yo ni él, ni todo lo contrario.

Esta noche escribo para descargar, descargar rabia, desorientación,


desconsuelo.

Me voy a querer yo, es lo primero que necesito. Igor no quiere que lo quiera,
sí quiere que lo quiera pero a su modo. Es decir, no puedo apoyarme en él ni quiere
que le dé apoyo.

Cuando le he dicho que podíamos planear algo, esto de poner un negocio e


intentar hacer algo ya que los dos estamos en una situación que no es fácil, y
estamos a gusto juntos, me ha dicho que lo haga, pue es perfecto. Que lo tengo fácil
pero que él no puede tomar mi ayuda ni mi dinero.

Hemos discutido. Muy fuerte. Hemos decidido que es mejor dejarlo. Orgullo.
Orgullo que no sirve de nada.

Me voy a divorciar, estoy harta de depender de los hombres, de sus


condiciones, de su protección, de sentirme débil y con necesidad de tener amor de
hombre.

No quiero ningún amor de hombre. No quiero saber nada de Paco, ni de Igor


ni de ninguno. No me arrepiento de nada, de los cuernos que le puesto a Paco, de
haber llamado a Igor sólo para mis necesidades. De nada.
27/Julio 2011 Hoy por Hoy...
Ha transcurrido dos meses desde que hablé con Igor la última vez; no sé
cuando se marchó, presiento que no está, tan sólo eso. Quizás esté. No sé. A veces
las distancias físicas no son lo imperante. Las distancias mentales son más fuertes.
Decidí olvidar, y olvidar, y como no podía un día empecé a aceptar; Lo acepto,
vivirás en mí mucho tiempo Igor.

Y ahora, cuando recuerdo esos momentos, esa burbuja que yo llamaba,


ahora presiento que me encontraba sola dentro. Cada uno vive las emociones que le
producen otras personas de manera distinta. Estropeamos mucho pensando, que
nuestros sentimientos resuenan al unísono en el otro ser. Casi nunca es así.

Cada uno se entrega esperando recibir sus carencias, pero cuando lo haces,
nunca preguntas que te van a dar a cambio. Instintivamente intercambias
sensaciones, caricias miradas, que a cada uno produce sentimientos distintos.
Según las carencias.

Conocí a un hombre en una entrevista de trabajo. Soy Licenciada en derecho,


pero era un título que mi padre quería que tuviéramos simplemente, nuestra
familia es tradicional, esperaba que me casara bien, eso sí. Y para eso aparte de
posición, él, mi padre, entregaba hijas impecables. Así es la familia. Y mucho amor
y apoyo todos. Sé que muchos lo entendéis. Divorciarme de Paco, es hacerlo de toda
la familia en pleno.

Este hombre es Gerente de una agencia de investigación privada; detective.


Vive a 50 Km de aquí, por lo menos, y en la cafetería me provocaron tremendas
ganas de besarle, y así lo hice. Me dijo que volvía por aquí, me llamaría para un
café.

No tengo ninguna experiencia más allá que dos años recién licenciada en la
asesoría de mi tío, y los primeros años, cuando empezábamos Paco y yo con la
empresa, hacia la contabilidad; cierre de año, trimestrales, etc. Cuando nació el
mayor, lo hacía en casa con la bata en la mesa del comedor. La seguridad social, en
fin. De eso han pasado diez años; el implacable tiempo.

Tengo 33 años, creo que he construido grandes cosas en la vida que ahora y
siempre giraran a mí alrededor. Sé, que con el paso del tiempo, me he convertido en
un pilar muy importante para esta familia, con los niños, y con los abuelos; Todo va
a “la Mari”.
< ¿Qué pasaría si yo desaparezco? ¿Qué les sucedería a los que he cuidado y me
necesitan? ¿Acaso podré dormir pensando en mi madre?, Seguramente a esas horas,..las 2 de
la madrugada,…estaría despierta como yo aquí,…llorando. O mi suegra cuidando a mi nena
que está con fiebre y yo no estoy porque ese finde;”no me toca”. Y Paco. ¿Qué va a ser de este
Paco sin su Mari? Todo se tambalea ¿Y la empresa? Más problemas; o disolvemos o
dirigimos a medias; conflictos >

No es el momento de irme a ningún sitio. Intenté encontrar trabajo tras lo de


Igor con el firme propósito de divorciarme, de demostrarle a él y a todos, que yo
podía concerté innumerables entrevistas, nunca me llamaron. Paco me dijo que
dejara de hacer la tonta. Me hundí. Tres días en la cama pasé pensando, que negocio
podría poner aprovechando el flanco débil que estaba provocando con semejante
situación. Mis suegros, mis padres, mi cuñada, aparecían por casa;

- ¿Se ha levantado ya “la Mari”?.. oí a mi tía Encarnita decir una siesta

- ¡Qué va!, se levanta al aseo y se acuesta…

¡Vamos!, mi tía Encarnita en mi salita hablando con mi cuñada, que estaba


cuidándome los críos… Realmente tenía a todo el clan preocupado.

Pero es que yo estaba así, sin salida. Necesitaba esos días a solas y no tenía
ningún sitio para estar a solas. Sentía claustrofobia porque me hablaban y no me
dejaban pensar, la pagaba con los nenes, que me hablaban y yo no sabía ni de qué,
los oía pero no los escuchaba. Estaba ausente. Estaba tocando el límite, de mi
infelicidad. Me estaba saliendo de mi vida, la real, porque sabía que había otra, me
sentía encadenada. Y entonces comprendí, que Igor no tenía toda la razón. Mis
cadenas son los eslabones de sangre que he creado como madre que da la vida, y
como hija aquí estoy para mis padres. Todas mis cadenas no son mentales, las más
importantes tienen mi sangre. Y un compañero en la vida desde la adolescencia,
junto al cual has construido lo que soy, tampoco es una cadena en mi mente. No.
Ese duerme todas las noches en mi cama desde hace doce años.

Llega el verano, y ya conté que voy a empezar con una pequeña tienda de
alimentos congelados en la playa. En el bajo d la casa, poniendo dos tabiques y una
puerta puedo ponerla, la calle es bajada de playa, estupendo En cuanto se lo dije a
Paco le pareció una idea fantástica, pensaría;

< ¡Genial! a ésta la tengo entretenida todo el verano en la playa; con los viejos, los
críos y vendiendo palitos de merluza.>
Sin embargo, yo lo hago con ideas de prosperar, aprender el negocio, como se
lleva un tema de estos, los mejores distribuidores, etc... y en Septiembre con lo que
gane aquí, tomo un alquiler y los mismos proveedores de ahora me sirven en la
ciudad. Mi primer negocio real. A partir de ahí la cosa cambia. Se pasan unos años,
dos, tres, los nenes crecen…. Y ya veremos lo que depara la vida. Ahora vamos por
aquí, y esto es lo que toca. Disfrutar de mis hijos, verlos disfrutar con su padre, ¡que
no es un ogro, hombre! Tiene sus cosas, pero no me arrepiento que haya sido él el
que ha llegado conmigo hasta aquí. Las responsabilidades adquiridas son esto, no
son otra cosa, son para respetarlas cuando aparecen en el momento que menos las
esperas.

Y en medio de todo esto estoy yo. María, una mujer que se descubre cada día
y le gusta. Una mujer que disfruta una vida intima paralela a la suya, desde el día
que comprendió que no son incompatibles, sino todo lo contrario. Son el
complemento perfecto que le falta a la otra, para ser realmente feliz.
28/ Verano 2011 Alberto; Todo Privado.

Me visitó tres veces Alberto; el detective privado. Han sido momentos muy
excitantes y experiencias nuevas que jamás imaginé que tenia a la vuelta de la
esquina. Hay personas que tienen las llaves de mundos que nunca imaginaste, y eso
te engancha. Este hombre me daba morbo, me agarró en los aseos públicos de la
playa, empezó a sobarme, ponía una cara de vicioso que me subía la temperatura.
Pero me estoy precipitando.

Alberto siempre ha tenido mi número de teléfono pues se lo envié en el


curriculum vitae cuando trataba de buscar trabajo. Así que en ocasiones, y muy a
mi incomodo pesar, me enviaba algún whatsap e incluso un día me llamó sin
permiso. Yo lo detuve en seco, y le advertí que no lo volviera a hacer. En ese
momento debería de haber cortado esa relación pero no lo hice. A veces lo estamos
viendo clarísimo desde el comienzo y aun así nos metemos de cabeza en temas que
ya intuimos que pudieran provocarnos problemas, o efectos inversos, pero nos
metemos.

Me causaba mucha curiosidad este hombre pues era descarado, incluso a


veces grosero. Sin embargo tenía ese término medio que podía nadar en ambas
aguas; la corrupta, y la pura cuando era extremadamente educado y correcto. Sin
ser guapo pues no lo es, tiene gestos que te embelesan. Lo único a destacar es su
mirada, ni siquiera su color marrón común, sus ojos chispojean. Transmite
excitación. Morbo. Extremos. Sexo. Sus formas de galanteo son tan sutiles que
quedan disfrazadas con sus maneras bruscas, a veces. Podía mirarte a los ojos hasta
que te temblaran las pestañas de excitación mientras te repizcaba un pezón
produciéndote un extraño dolor, pero quedabas embelesada en su forma de hacer
sexo. Esperabas más, deseabas que hiciera lo siguiente. ¿Y qué era lo siguiente? Con
él nunca se sabía dónde estaba lo siguiente.

La tienda me daba tiempos libres cuando los necesitaba, pues podía salir
urgentemente a comprar pipas con sal, por ejemplo, y utilizar tal hora para follar.

Después de enviarme un mensaje y darle vía libre me llamó el miércoles


antes del puente de la Virgen del Carmen;

- Hola morbo, ¿cómo estás?, ¿Cómo te va de empresaria?

- Hola Alberto, pues me va, me va. Ando siempre liada, pero bien. Y tú, ¿Qué
te cuentas? ¿Por dónde andas?

- ¿No me hueles?, me decías que olía muy bien...

Notaba que se metía en otra conversación.

- ¡Y hueles muy bien! -sonreí a carcajadas- Pero no soy un perro para olerte
desde aquí.

- Hmm ¿una perrita no eres?, me gustan las perritas.- se hizo un silencio-


Tengo ganas de verte, podríamos tomar una cerveza si quieres. Me pongo una
gorra blanca y simulo ser el polero que va a llevarte helados. ¿Te daría morbo?

- Pues no. Te aseguro que no imagino semejante escena y mi madre


apareciendo por la puerta. – Y empecé a reír para quitarle fuego al asunto.

- No seas tonta - aquí apareció El Lobo Feroz - con ese cuerpecito que tienes
deberías de disfrutarlo todo, no te cortes para dárselo a otras personas que estarían
deseando de degustarlo suave y deliciosamente - mi corazón se empezaba a agitar -
Imagínate relajada en una gran cama, cierra los ojos.

- No. Oye mira Alberto tengo cosas que hacer, de verdad.

- Vale, pero dime una cosa. Sé sincera.

- Dime- No sé por qué le respondí, ahora me esperaba cualquier cosa.


- ¿Estás mojada?

- Ay, de verdad Alberto mira…

- Sólo una respuesta, por favor. Marie, Marie, escucha... – me llamaba así.

Nos interrumpíamos el uno al otro, imposible llegar a un acuerdo de turno;

- Sí, me excitas. ¿Es eso lo que quieres oír?- Corté la situación de golpe.

- ¡Uy!, estás muy agresiva, eso es que no te follan bien.- Se burlo de mi.

- Eres imbécil de verdad. A veces no sé por qué hablo contigo.

- Hablas porque sabes que te puedo meter un capullazo y volverte loca en la


cama. Y la sola sensación de experimentarlo hace que me soportes; porque en el
fondo te gusta. Eres muy activa sexualmente y no te dan lo que necesitas. Te
aburres y eres “mu golfa pa tan poco macho que te está montando”

A veces el cerebro hace unas chicuelinas muy acertadas en los momentos


más oportunos, pues de repente me vinieron imágenes de todas las veces que me
había sentido pequeña y desconcertada ante un hombre. Igor… Carlos… Paco… Y
entonces recordé lo que sucedía inmediatamente después. Siempre me repetía; ¿Por
qué te achicas?, ¿Por qué dejas que pasen las cosas sin intervenir?

- Siempre estás ladrando, pero nunca muestras nada. Te recuerdo que el


único beso dado aquí, salió de mi boca a la tuya. Cuando quieras me lo devuelves.

- A las 4 puedo estar allí ¿cómo te viene?

- Muy bien. En plena siesta no abro.- Y colgué.

De semejante manera surgió un encuentro de sexo. El sexo llama al sexo. Se


puede aplicar a todo; el dinero, la felicidad, la salud.... Al principio pasaba horas
imaginando cómo empezarían estas cosas, cómo una mujer recibía envites al sexo;
no lo llegaba siquiera a imaginar. Me parecía algo tan inaccesible como entrar a una
secta, tenía casi la certeza de que eran otro tipo de personas distintas a mí, sin
valores morales; un mundo aparte. Que andaban ocultas tras algún manto secreto,
que tenían almas marcadas.

Salí en el coche pues no tenía ninguna intención de verle en el Puerto, ni


cerca de allí. Así que le envié un mensaje;

<en el chiringuito de la playa de las rocas>.

Era una playa poco apreciada para el baño; su nombre lo explica todo.
Solitaria y tranquila era transitada por caravanas de extranjeros, y a 8 Km de la mía.
Ideal.

Llegué antes y consumí un café granizado pagando y desapareciendo con él


en la mano, no quería estar entre la gente. Habían unas calas con rocas que
prestaban sombra a los que se refugiaban buscando soledades. Hacia allí quería ir
en cuanto lo viera aparecer. Me senté en una roca en un lugar visible y a los pocos
minutos salía de las dunas, me vio enseguida. Levanté el vaso grande de granizado
que llevaba en señal de saludo, entonces se dirigió a la barra a pedir su refresco y se
encontró conmigo después. La arena estaba muy caliente ya lo había notado antes
que él;

- Sabía que eras de esas mujeres que me harían ir al fin del mundo para
disfrutarla.

- Vamos – Me levanté antes de que llegara a mí.

Era de esos días de calor en los que ni siquiera se puede bajar a la playa. En
Murcia, cuando dice el sol “aquí estoy yo”, ¡sálvese quien pueda! Así que
exceptuando a unos holandeses en caravana y otros franceses, la playa estaba
desierta.

Pasamos dos calas y a la tercera nos besamos; todo era salado. Abrió la
botella recién comprada y mojó de agua fresca mi pelo, la cara, las tetas. Hui, corrí,
me escondía tras las rocas; Alberto me seguía en un juego al escondite sexual. Me
agarraba, besaba, mordía, y soltaba de nuevo y yo huía. Mi pareo cayó al suelo y se
mojo. Nos reíamos como niños malos. No sé por qué, sospecho que era la sintonía
que levábamos los dos.

Me senté en la arena y me acostó del todo tirándose sobre mí, le dejé, le dejé
hacerme aquello;

- Estate quieta y abre las piernas- dijo extendiéndome como el de Da Vinci*.

La inquietud me recomía, sentía que me observaban desde todas partes. Era


una cala pequeña y desierta, miraba hacia arriba repasando todos los salientes de
rocas y el sol me encandilaba de tal forma, que apenas pude ver que se había
desnudado totalmente. Sentía que me bajaba el bañador y lo colocó doblado en un
hueco de la roca. Se arrodilló en medio de mis piernas. Yo sólo veía su silueta negra,
y cuando se apartaba volvía al resplandor del sol y su ceguera;

- ¡Qué piel tan suave tienes! Me encantan tus muslos – pausó de acariciarme y
vino una ola, recuerdo la música de todas las olas de ese rincón -, eres una mujer
que gusta a todo el mundo, no sabes bien lo que posees entre las piernas – puso su
mano en mi coño, esperó, y vino otra ola- tienes un coño muy bonito Marie – se
agacho a lamerlo, y nos mojó esa ola esta vez.

Agarrada por los tobillos sentí el tirón, quería abrirme y verme todo a pleno
sol, yo estaba excitada y avergonzada. Metió su dedo corazón y lo saco muy mojado,
lo chupó mirándome a los ojos. Lo volvió a meter, despacio, y así continuó hasta
que ni el sol ni las olas ni nada en el mundo pusieron detener el orgasmo que me
estaba provocando. Se tiró sobre mí y empezó a besarme, morderme acariciarme;

- Ven, date la vuelta –Me ayudó a levantarme tirando de mis manos y me


giró- tienes un culo de escándalo – dos azotes por sorpresa me hicieron arquearme –
Restregó su punta por mi sexo abierto y húmedo – Toma,...toma,...Dime que te
gusta, te voy a derretir no sabes cómo te chorrea Marie...

Continuaba tocándome por detrás dando pellizcos en mi clítoris, me puso la


polla sobre el culo y notaba su peso y rigidez. Entonces forzó de nuevo mis ingles
para abrirlas más aun, del todo;

- ¡No puedo abrirlas más!- Le dije en un grito bajo.

- Bien, así las quería, abiertas del todo, que no puedas más.

El sonido de abrir el condón es inconfundible, esto me alivió pues no quería


demorar allí más tiempo. Miré hacia atrás pues se hizo un silencio y me sujetó la
cara impidiendo ver nada. Entonces me la metió y sólo pude estirarme y mirar
hacia abajo. Sentí que me estaba follando a pleno sol, la espalda me ardía. Que
estaba mirando todo mi coño cuando la metía y sacaba, Notaba su mano que
llegaba hasta mi vientre y volvía tocándome todo mientras me penetraba, y que su
pulgar hurgaba en mi ano y me excitaba. Su pene estaba tan duro que parecía
artificial.

El azul del cielo mediterráneo y el mar color plata era un escenario que
trasportaba, daba sensación de paraíso, de ser los únicos supervivientes del
naufragio, de estar solos en las rocas; entonces me entraron unas ganas tremendas
de correrme. Se detuvo y la sacó de mi vagina, por la sensación de vacío y
necesidad absoluta de tenerla dentro en estos momentos, volví a girar la cabeza
para mirarle y entonces fue cuando los vi.

Al lado de Alberto había un hombre que se masturbaba mirando a escaso


medio metro de mi almeja, totalmente pegados los dos, por supuesto que esta era
una de sus formas de sorprenderte, descontrolarte. Sabía jugar, y era imposible
decirle No cuando te llamaba al sexo.

Este chico era un francés de unos 30 años que había llegado en las caravanas,
tenía pinta de eso. Un mirón. Delgado, rubio, cabello rizado. Eso vio mis ojos y no
pude pensar nada más, todo era confusión cuando noté que me tocaban el culo, los
dos sonreían, entonces Alberto le dio un condón mirándome;

- Le he invitado yo, lleva aquí desde el vermut querida…

A partir de ahí miré hacia adelante; tenía que levantarme o quedarme; eso
sería una buena respuesta y no hice nada. Quedé inmovilizada por el morbo, me
estaba subiendo la libido, deseando todo lo que me quisieran hacer.

Sentí esa polla francesa y enseguida la calibré; de menor tamaño y


demasiado fina. Notaba que friccionaba suavemente, después de la anterior
cosquilleaba, parecía un dedo. Alberto se metió debajo de mí como un mecánico
buscando averías, y perseguía con la boca mis pezones que se agitaban arriba y
abajo al mismo ritmo que las embestidas del francés y se masturbaba. Mi vagina
echaba aire y entonces aquel hombre metió dos dedos más agrandando su polla, y
el pulgar por el ano. Desde luego que había aprendido a compensar su tamaño con
su arte; arte inconfundible, pues sentí lo mismo que hacía unos minutos y
comprendí que Incluso antes de verle la cara, este chico había metido su pulgar en
mi culo.

Al mirar hacia abajo me percaté de que Alberto me observaba acostado sobre


la arena, y sonreía. Salió de debajo de mí y me puso la polla en la boca. Entonces el
francés fue el primero en avisar. Nos corríamos.

Terminado aquello, me puse el biquini y recogí el pareo que se lo habían


llevado las olas contra las rocas. Con las sandalias en la mano salí de allí sin
mirarlos, me fui casi corriendo. Alberto me llamó, y desde lejos ya escuché que me
decía;
- Te llamo, nos llamamos. ¡Chao!

Sentada en el coche con el clítoris y el ano hinchados y oliendo a sexo, me


eché las manos a la cabeza. Arranqué y salí de allí todo lo rápida que me
permitieron las señales de tráfico.
29/Adiós verano.2011

Ya pasó el verano, por fin. Ha sido este un verano totalmente distinto a todos
los demás. Con la tienda se me ha ido muchísimo tiempo, he abierto hasta
domingos. Metí un arcón de frio; cervezas, refrescos agua.etc. Patatas fritas,
chucherías, etc.... y eran las 12 de la noche y tenía gente. Después reponer cámaras,
limpiar y tomar nota para el pedido siguiente. Todas las noches antes de salir
repasaba todo, abría la puerta blanca que me llevaba por esas escaleras estrechas
hasta la casa, ni siquiera pisar la calle.

Esto ha sido la tónica de casi todos los días. He ido a la playa muy poco.
Nada. Paco sólo ha estado quince días de agosto y fines de semana. Todo el verano
así.

La casa. Aunque intentan ayudar, ya sabéis, siempre falta algo y hay cosas
que sólo puedo hacer yo. Mi madre, mi suegros son de gran ayuda en el día a día,
pero la capitana soy yo.

A veces terminaba a las tres de la mañana. Salía a la terraza, me sentaba a


fumarme un cigarrillo y un Mojito y abría la caja de metal con candado que compré
barata para meter contabilidad y dinero. Apartado de el de Paco. Mi dinero. A boli
apuntaba céntimo a céntimo, haberes, gastos, perdidas y varios. Y sobre todo saldo.
No quedaba nada sin apuntar. Hasta lo que regalaba a clientes asiduos, todo.

Mirando las farolas del paseo y el mar al fondo, me preguntaba tantas cosas.
¿Estaría mi marido durmiendo en nuestra cama? ¿Estaría con otra? Estos
pensamientos destructores los tenía muy, pero que muy internos; pero los tenía.
Quizás los coloqué con el paso del tiempo donde menos dolían. Me sentía de nuevo
sola; Igor ya no estaba en mi vida Su cariño, su sexo, fueron muy importantes para
mí; en realidad fue lo único que arrancó mi pensamiento de Paco y me sacó de la
cocina. Igor me enseñó que hay muchas realidades y que son tan frágiles como una
pompa de jabón, con él entendí el sentido de la gente que va de paso, por tu vida y
siempre por la suya, y que no se atan a nadie ni nada los ata; son presos de su
propia independencia. Siempre temiendo amar lo que crees de desaparecerá, ¿Qué
corazón no concibe el amor eterno? Cualquier día mientras ponías la cafetera se
marcharía por la ventana
Antes no era así. No me planteaba nada. Tenía un orden de vida que creí
eterno. Pensaba, o mejor dicho, no pensaba que había otro modo, otro sistema, otro
futuro. Jamás pensé que la vida te cambiara tanto por un hecho que aparentemente
es insignificante; el sexo.

Yo sé que nosotros no somos los mismos. No sé si mejores o peores,


simplemente hemos cambiado. Pero quizás él cambió hace ya mucho tiempo y
nunca lo vi. ¡Ahora veo tantas cosas sin verlas!, no necesito leer un mensaje a
escondidas, ni pasar noches en vela. Lo sé todo.

No necesito preguntar para ver que me mienten y así descubrir una verdad.
No necesito que me jure, que me diga lo que soy para él, lo que yo en verdad
significo en su vida. Todo eso también lo veo, lo sé. Paco me quiere con locura y ha
luchado por mí y lo que me prometió sin descanso, ha sido fabuloso compartir con
él las luchas y los avances de esta familia. Nunca me dejaría por nadie, sólo un rato,
y aun así sigue siendo mío.

Porque soy su apoyo su fuerza, el motor alternativo, el que funciona si él


falla, la que está siempre ahí. La que no hace falta llamar. La que le regala amor con
la mirada al verlo salir por la puerta, durante doce años. La que cumplió juramentos
cada día que estuvo a su lado. Hasta que algunos ya no se pueden cumplir, ni jurar.
No sé qué sucederá en la vida, pero a mi marido lo he querido con devoción, puedo
decir que sé lo que es el amor por él. Me casé, incondicional, profunda y locamente
enamorada de Paco, y sin estos sucesos que lo cambiaron todo, y,… bueno, todo lo
demás, creo, que hubiera muerto a su lado de la misma manera que lo amé; sin
esperar más nada de la vida, ni otro mundo que no fuera él.

Pero ahora estamos aquí, los hechos son imborrables y no puedo seguir
luchando contra la corriente que me arrastra. Lo siento, ahora soy distinta. No
culpo a nadie de esto, ni siquiera a la frutera y Paco, podía haber cambiado y
encerrado en casa, o divorciarme, pude elegir opciones y la mía fue disfrutar de mi
cuerpo como lo estaba haciendo él. Ahora me gusta. No puedo cambiar, ni volver
atrás. Bueno, sí, podría si mi marido volviera atrás. Los dos. Pero eso es algo que ni
siquiera se me ocurría plantearlo. Llevamos ya mucho tiempo así; casi muertos.
Vivir pendiente de mis amantes en vez de los suyos me es más cicatrizante; me
duele desde la decepción, desde la nostalgia de lo que un día fuimos, pero sabía que
sólo así era capaz de sobrellevarlo; una vida sexual paralela a la suya, pero en
dirección opuesta; una vida de hipocresía, para no ver, no sufrir, no morir.

Ojos que no ven…


Sí, te cambia la vida. Ahora sé, que las personas afinan su personalidad con
rasgos que tienen cuando practican sexo, y viceversa.

Para mí, el sexo era eso que haces por la noche un rato, algunas veces, y que
no siempre apetece.

Ahora, si no apetece, enseguida se hacen ganas.

30/Septiembre 2011 Tratado de Paz y Sexo.


Cuando Paco encontró la semana pasada el vibrador que me compré este
verano en un sex-shop de la playa, le dije que era para la despedida de soltera de la
hermana de la prima de fulana de tal. Un rollo. Me quedé cohibida al ver esa polla
salvaje, brava, chulesca e intrépida en las manos de mi marido. No sé, fue un shock.
Esa imagen nunca la hubiera imaginado. Respondió cosas de esas típicas;

- No os cansáis de tonterías, inventad otra cosa ya, anda.

Menudas tonterías habíamos hecho estas siestas,… ella, y yo.

Es la primera polla que tengo a mis órdenes, sin rechistar, para darme todo
el placer que quiera. Es perfecta, es un tamaño y forma que me derrite y su posición
3 es, cómo explicarlo... te lleva, te dejas al placer. Es electricidad en tu vagina que
babea por ser más accesible, que pierde el sentido, sólo sabe babear.

A cuatro patas, metiéndola por delante terminas tirando cuerpo a tierra,


porque lo que quieres es al macho supuesto ahí, precisamente ahí, en lo que te estás
follando imaginariamente, con los ojos cerrados, el pelo mojado del sudor de las
siestas mediterráneas. Las chicharras siguen y siguen, igual que yo. Follando sin
follar.

En ocasiones, cuando mi sexo se pone así, de esa manera que ha cogido el


ritmo de disfrutar sin desgastarse, y puede soportar suaves movimientos pélvicos,
y largas embestidas de hombre encarnizado en su firme propósito de llegar a lo más
profundo de mí. Me gusta jugar con el vibrador y ponerme en ese punto, Hacerme
sufrir, sentir que me derrito, y entonces, imagino una polla negra, un hombre
guapísimo y atlético de color, de color negro me refiero. Sentir esa fuerza e imaginar
el sexo en una tribu perdida, o de los aborígenes del hombre, son pollas fibrosas.
Me gustaría probarlo, es una fantasía.

Por otro lado, me excita una china. Una chica muy delgada y con unas tetas
grandes, muy guapa. Algunos 35 años tendrá. No sé si es china, la verdad. Muy
europeizada, tiene un bazar contiguo a mi casa y hemos coincidido muchísimas
veces, nos hemos rozado y yo no sé si es mi imaginación pero creo que lo hacía
intencionadamente. Me dijo cuando me despedí de ella.

- Yo sigo aquí, no cerramos en invierno pero tendré más tiempo, si vienes por
aquí; llámame.
Ese llámame me sonó a Igor, me sonó al comecoños, me sonó a aquel
maravilloso señor de Badalona. Es un “llámame” de sexo. Reconozco las señales.

- Voy a comprar yo uno, ¿vale?... le insinué con gesto de timidez.

- Sí, lo que faltaba, entonces ya he terminado yo de follar en esta vida.

- ¿Qué dices, Paco? -se me fue la timidez.

- Nena, estadística. Si te apetece cuatro veces al mes y te follas eso dos o tres,
¿qué folla “el Paco”?

- No seas tonto, podemos jugar con él…

Me lo metí entre las tetas y saqué la lengua burlándome de la polla tremenda


que tenía delante, me cogí las tetas por debajo y la pollisima se elevó e hizo una
voltereta que parecía planeado, ni una porno.

Los dos nos miramos a los ojos, perplejos, y nos reímos a carcajadas.

- A mí lo que me gusta es jugar contigo y no me dejas. – Me dijo mientras me


enganchaba por el bajo del camisón y tiraba de mí hacia la cama derribándome.

- Sí te dejo, pero si siempre quieres jugar a la Oca, pues me aburro…

- ¡Ay!, pero, ¿Por qué me dices eso? Se incorporó mirándome y retirando mi


flequillo – ¿A qué quieres jugar tú, mi princesa?

- ¡Pues no sé! Así, ahora mismo… - Dudé.

¡Mentira! Imaginé;

Me gustaría que viniera otro príncipe y que jugara conmigo mientras tú lo observas
todo detenidamente desde el sillón este – señalando el que tenia al alargar mi mano – Quisiera
ponerme a cuatro patas amor mío, y mirarte. Tú, frente a mí a media luz con un coñac en la
mano, mirándome fijamente a los ojos que a un metro y medio de los tuyos te expresan el
placer que me está dando la polla del hombre que me agarra desde atrás. Siente mi aliento,
cuando no pueda más, acércate y bésame. Bésame apasionadamente, quiero tu boca, tu aliento
para que sientas mis gemidos al correrme. Pero no se lo dije, me pareció disparatado;

- ¡Anda, levanta, que me tengo que ir! - empezó a reírse


Nos levantamos de la cama de nuevo y no quise dejar pasar esta ocasión, casi
sin pensarlo lo asalté de la camisa abrochándole botones;

- Bueno, ¿A qué hora vienes luego? Ven prontito, anda.- Di unos saltitos.

- Sí, hoy a las 8 estoy aquí. ¿Por qué? Esta rara, no sé Mari…

- Quiero que hablemos

- ¿De qué?

- De cosas divertidas

- ¿De qué, Mari?, abrevia que me tengo que ir.

- De sexo.

- Mira, cuando empiezas con esos temas me pones los

pelos de punta porque no sé por dónde vas. ¿A qué te

refieres?

- Después hablamos, no estés tenso, pasa un buen día,

y piensa mucho en mi y en esta noche, ¿me lo

prometes?

- No hace falta que te lo jure, no creo que deje de

pensarlo en todo el día, me tienes intrigado.

Me resulta muy divertido pervertir a mi marido. Estaba intentando encontrar


satisfacciones fuera y no me detuve a pensar, que tengo mucho que disfrutar aun de
mi Paco. Podría ser la última oportunidad. Me encantaría estar con él en un
intercambio de parejas, en un gran jacuzzi. Me excitaría su cara cuando viera lo que
otros hacen conmigo, como se pone loco un hombre entre mis tetas. No veo
preparado a mi marido para enfrentarse a una escena como la de la cala y el francés.
¡Esa es muy heavy!

Lo que no sé, es si a él le resultará igual de divertido verme a mí, como a


cualquiera de sus amiguitas golfas. Ya que folla por ahí, que lo haga delante de mí,
no sé si podré soportarlo, acercarme a estos pensamientos me pasan a la zona
oscura de mi mente, aquella que un día quedo sin bombilla de luz y ya jamás puse.
Llevaba mucho manteniendo un equilibrio entre las realidades. La mía, la de Paco,
y la nuestra en común. ¡Allí ya éramos una aldea!, demasiada gente saliendo y
entrando de nuestras vidas de puntillas.

Por nada del mundo voy a volver a las “absurdas-sin-respuesta”. Conozco el


camino en el que me meto, era aquel de las espinas, de las noches en bata por la
casa, de varias infusiones, del paquete de tabaco. Era aquel en el que veía la
realidad de Paco; sus salidas, sus olores, sus gestos, su inapetencia sexual de uno al
mes, basta.

Es el estado en el que reconozco abiertamente que te amo, que soy capaz de


cambiar por ti, que quiero morir a tu lado. Pero, ¿y él?, ¿Al lado de quién quiere
morir?

Lo veré pronto.
31/Octubre 2011 Mary transformer vs Paco.

A veces es una ventaja y otras no tanto tener a la familia en el mismo


bloque; mis suegros viven en el primer piso y nosotros en el cuarto. Así que pasé
todo el día preparando La Noche. La Gran Noche.

Hablé con mi suegra y la hice participe de mi plan, a medias; la intención es


pasar más tiempo a solas con su hijo, pues lo necesitamos. Ella me adora y lo
pasaron todos muy mal cuando sucedió aquello, cuando veían que el matrimonio
se iba a pique.

Así que esta noche los críos duermen abajo. ¡Listo!

Mis ingles. Mi coño necesita un poco de espectáculo, tiene que ser la estrella
de la noche; algún adorno. Voy a coger dos piedrecillas como una lenteja de un
anillo roto, un rubí rojo y un zafiro azul, y me las pego con “Pegató” en el pubis.,
¡No me voy a hacer un piercing para la ocasión!, quedará excitante. Un depilado
brasileño y un olor distinto, especial. Me espolvorearé con talco perfumado, lo dejo
actuar hasta media hora antes de que llegue Paco, que me lavo sólo con agua. La
suavidad y el olor que deja es especial Pero yo me lo pongo para que él sienta un
olor distinto, no el de trece años ya. Se me acaba de ocurrir, y seguro que tiene su
efecto.

Bien, solucionado. ¡Coño Listo!


¿Qué me pongo? La eterna pregunta. Ni puedo ir como si recibiera en una
casa de putas, ni con el chándal de irme a andar.

Yo no soy una mujer; soy La Mujer, La Diosa, y así me tengo que ver. El
vestido escotadísimo rojo vino d gasa que compré en los puestos hindúes. No lo
estrené porque parece que vas desnuda, se transparenta todo, es una provocación.
Y eso necesito. Lo voy a bajar a mi suegra que le meta 20 cm de bajo y me lo deje a
medio muslo alto. Le pongo una cinta bajo el pecho y queda perfecto. Ella en una
hora lo tiene hecho. ¡Pero ya!

Okay! No hay más que hablar. ¡Atrezo Listo!

La ropa interior voy a comprarla ahora mismo. No puedo llevar nada que él
ya conozca, pues echaría abajo todo el embrujo del erotismo con unas bragas que ya
me ha visto mientras se afeitaba alguna mañana, esos detalles son importantísimos,
la mente relaciona inmediatamente esas bragas: rutina, y María es de todo, menos
rutina. Tampoco me puedo comprar un modelo de estos que se hacen en serie, debe
de ser casi un exclusivo. Nada sería más desastroso que ya lo hubiera visto y
disfrutado en alguna de sus amigas. ¡Qué horror! Tengo dinero guardado en la caja
del negocio, y me voy a gastar lo que me plazca, voy a comprar un cava.

Compraré algo negro y rojo, por el rubí, por el vestido, incluso por los
zapatos. Tengo unas sandalias divinas en charol rojo y negro, que no me las pongo
porque siempre son demasiado; demasiado espectaculares para cualquier
momento.

El pelo suelto, salvaje; sin más. Las uñas rojas. Rojas garras, Rojo grana, rojas
celo, rojas sangre.

Y un maquillaje pálido, Negro y Rojo de nuevo, de ojos marcados con eye


liner abundante, y ahumado del más oscuro. Labios perfilados rojos. Rojo
provocación, Rojo perversión. Rojo fuego. Rojo excitación. Rojo profundo, Rojo
morbo. Rojo libidinoso, rojo prohibido, rojo sexo.

Es importante ducharse una hora antes al menos. Leí en una revista, que
generalmente ante una cita, nos duchamos 30 minutos antes para ir impolutamente
perfectos; craso error si es una cita erótica. El cuerpo sigue fabricando hormonas al
mismo ritmo, hay que dejarle un tiempo para que te impregne de tu esencia. Los
hombres, están cansados de oler perfumes de anuncios de televisión, eso no es olor
de mujer. Si así fuera, con entrar a una perfumería tienen a todas las mujeres del
mundo. Como machos, responden al celo de la hembra, no hay más trucos,
olvidaros de los perfumes carísimos y marketizados. Tú tienes el máximo
afrodisiaco en tu fábrica de feromonas; tu esencia misma. Claro esto según el clima,
tu olor corporal etc., etc.… Quizás con quince minutos basta, lo recorté de la revista
y lo tengo guardado, pero no sé donde ahora mismo.

A las siete de la tarde me llama Paco:

- ¿Hello?... quiero hablar con la Princesa del castillo… ¿está por ahí?

- A sus pies mi señor, la princesa arde en deseos de ver volver a su caballero...

- Pues ve avivando el fuego que estoy ahí ya mismo...

- ¿Pero qué dices? ¿hablas en serio?

- Jajaja, sí. Ya he salido, voy por la autovía en quince minutos estoy ahí…

- ¿Has pensado en mí?

- No he hecho otra cosa en todo el día.

Se hizo un silencio en el que se escuchaba el ruido del manos libres del coche,
lo escuché respirar, suspirar, no sé. Y me excitó visualizarlo soplando con cara
viciosa;

- Bien, aquí estoy mi amado señor, llama con la contraseña… ¿la recuerda mi
amado caballero?

- Por supuesto; “te voy a follar viva”.

Se adelantaban los planes. Tenía cinco minutos para echarme el talco en el


coño y lavarlo al menos un rato antes de que llegara Y maquillarme mientras hace
efecto. Lo demás estaba preparado sobre la cama, como el día que me casé ¡Cómo se
marcan los grandes acontecimientos!

Pensaba y pensaba mientras mi eye liner hacia equilibrio sobre mi parpado.

<Paco viene directo al tema. Mari, tu marido no es tonto. Tienes un marido que es un
pedazo de hombre, con 38 años muy bien puestos y mucho morbo. Un tío que sabe mover la
polla, ¡seguro que se hincha a follar por ahí el cabrón!, pues ahora me toca a mí. ¡Yo quiero mi
polla ya! Esto me está poniendo muy nerviosa, no sé si estoy preparada para lo que estoy
haciendo, pero siento que tengo que poner una carga de dinamita si quiero cruzar el puente
con mi Paco al lado. Necesitamos descargas electro-cardiacas para reanimar nuestro amor o
esto no lo salva ya ni el Tadeo. Paco cuando se pone, tiene un cipote que “parte almendra”, y
seguro que ya sabe por dónde vas y te está dejando, lo que pasa es que está sorprendido, sí, de
que yo le proponga estas cosas. Quizás él pensó proponérmelo alguna vez, y no se atrevió. Sí,
es una posibilidad. Seguro que se lo está pasando bomba de ver lo que estás haciendo; a fin de
cuentas para hablar de lo que él siempre quiso. Quizás, no sé…” >

Cuando terminé de hacerme y ponerme todo lo planeado, el resultado fue


espectacular. Las sandalias de 12 centímetros de tacón fino y el minivestido de gasa
roja trasparente me hacían una diosa. El cabello suelto marcaba la naturalidad, y mi
maquillaje casi gótico la seducción, el placer y el mundo de la noche, lo ambiguo; el
sexo.

Todo salió según la planeado, pero las cosas más especiales son las
espontaneas. Será por eso, que cuando cerró la puerta y me vio al final del pasillo
esperándolo entre sombras la conversación pasó a un segundo plano y fue a parar
al mismo sitio que su corbata; directamente al suelo.

32/ OCTUBRE 2011 - Dos extraños.

En esta ocasión, ni yo era Mari ni él Paco.

Los dos nos comportamos como dos extraños. Nos tocamos como de nuevas
y nos miramos sin prejuicios ni vergüenza, dándonos morbo.

Paco me miraba con esa mirada de vicio que sólo usaba para la calle, seria
por no mancillar a su princesa. Pero es que la princesa en la sombra es sólo una
mujer más.

Desabroché su camisa sacando bruscamente los faldones, le arañe el pecho


de arriba a abajo mientras le metía la lengua de 6 centímetros que saqué. Me
arrodille dónde mismo estábamos en mitad del pasillo mirándolo muy sumisa, le
abrí la bragueta y comencé a darle bocaditos sobre los slips. Utilicé aquel truco que
me enseñó el comecoños; abrir la boca y echarle el vaho fuertemente y bien caliente
para terminar dándole bocaditos seguidos cada vez más fuertes.

Marqué mi territorio con rojo territorial, rojo sediento. Los mordí y se los
bajé hasta las rodillas dónde ya estaban sus pantalones. Estaba a ras del suelo como
una gata a los pies de Paco; portándome realmente como la Divine Marie, María de
la noche; La Nuit.

Al levantar la mirada creí que me encontraría con los ojos de él, pero no,
miraba al techo con la boca semi abierta, con los brazos pegados al cuerpo
dejándose totalmente a mi suerte. ¡Era una señal inequívoca de sumisión!, yo estaba
siendo la sumisa y aun así mi comportamiento lo excitó a la inversa, se rindió a mí.
Pensé, que quizás Paco era sumiso. O tal vez le excita mirar mis tacones cuando
estoy en el suelo, después de quince años preguntarte esto, es volver a conocer a tu
marido.

Con este pensamiento seguí adelante mordiéndole las pantorrillas,


arañándole las corvas, arqueando mi espalda como un felino y agachándome
levantando el culo en señal de monta. Comencé a ser una gata. Y él más se excitaba,
creo que no me podía mirar en una mezcla de pudor y excitación máxima, evitando
correrse. Al fin movilizó una mano y comenzó a enredarme el pelo mirando
siempre hacia arriba cuando yo lo miraba. Llegué a mirar al techo por si había algo,
era ya sospechoso.

Mordí la corbata recogiéndola del suelo con la boca y saqué la lengua


levantándome, despacio, recorriéndole entero con ella, hasta su boca. Mi rojo de
labios iba marcándolo como arañazos de sangre. Agarré los extremos de la corbata
con ambas manos rodeándole el cuello. Apreté, y me miró. Pegué la pelvis a la suya,
di otro tirón, mirándonos sin pestañear. Lentamente hice un segundo nudo. Los
ojos de él expresaban una mezcla infinita de sensaciones y pensamientos, incluso
contradictorios.

Tiré hacia abajo obligándole a doblarse ante mí y al bajar un poco me apoye


sobre su hombro y lo derribe al suelo. Subiendo mi vestido abrí las piernas, metí “la
correa” en medio y desde atrás volví a dar un tirón que lo llevó directo al centro de
mi coño, mi espectacular, fantástico, sofisticado, sediento y sabroso chocho. Mi
tanga era un montón de hilos que se entrecruzaban derecha e izquierda como una
red, dejando ver todo lo que hay debajo, y que separándolos descubrían todo mi
sexo. Me agarró del culo y le quité las manos de un manotazo.
- Come.

Se acercó despacio con las manos a la espalda, sin rozarme ni un centímetro


de piel y agradecido al fin, comenzó a beberse el flujo excitante metiendo la lengua
entre hilos. Se nota cuando realmente un hombre disfruta de ti, pues se entretiene y
deleita, se pierde en el placer, besando despacio mis piedras preciosas y dando
mordisquitos en mis mollitas, metiendo la puntita de su lengua iba abriendo mis
labios, sentía una excitación alta, la suavidad de su lengua y mi piel intima abrió la
fuente, gotas caían al suelo. Realmente entré en celo. Di un paso adelante y le metí
la pelvis en medio de su cara, tiré un poco más de la corbata desde atrás y cerré los
muslos…

- ¡Come! - Le ordené- ¡qué placer!

Fui soltando cuerda para retirarlo de mi Me giré levantando una pierna y lo


saque de ahí dentro, comencé a andar llevándomelo por detrás. Él simplemente me
seguía como un perro.

Ya en nuestro cuarto de baño lo até a la barra porta toallas mientras abría el


grifo y preparaba el baño; se sentó en el suelo a esperar.

Ahí comprendí. Paco estaba tan metido en el papel que creo que no se dio
cuenta de que la Ama, esta vez, era Yo. Necesitaba pensar, esto era muy fuerte,
esquivé un momento diciendo;

- ¿Tienes sed?

Aunque no quisiera agua, la respuesta universal ante esta pregunta en esos


momentos es;

- Sí.

Le hice un gesto con el dedo índice de advertencia; no te muevas de ahí,


ahora vuelvo.

Y Paco se quedó sentado en el suelo atado del cuello a la barra, con los slips y
pantalones por las rodillas. Fui a la cocina; estaba asombrada, desorientada y
perpleja. Tenía que pensar como seguir pero simplemente pensé; trátalo como a un
perro. Abusa de él. Escúpele. Haz todo lo que has visto “raro” por ahí y que te dé
placer. Utilízalo. Listo.
Cuando entré de nuevo al baño, le dije desde la puerta;

- ¿Quieres agua?

Sólo asintió con la cabeza.

Bebí y le escupí en la boca. Me incliné hacia él con la boca llena de saliva de


agua, muy liquida, y desde 10 cm de su boca la dejé caer. Como un botijo. Se
relamía e incorporaba buscando más y yo más bebía y le escupía.

Volví a meterle el coño en la boca, y deje caer el agua escupiendo en mi


ombligo…

- Lame… ¡Estate quieto!, ¡no te muevas!… ¡Saca la lengua!- Le grité


secamente.

Y empecé a restregarme con su lengua, como más placer me daba, me movía


derecha e izquierda, arriba y abajo dándome placer. Le tiraba del pelo colocándole
la cabeza a mi antojo y me retorcía gimiendo Él me miraba desde abajo con la
lengua sacada sin pestañear. Supongo que en un lapsus de lucidez tan flipado de
verme como yo a él.

Cerré el grifo; ya estaba lo suficientemente llena para bañar a un perro. Le


quité los zapatos, calcetines, lentamente, prenda a prenda quedo desnudo con una
corbata sentado en el suelo. Le desaté de la barra y lo metí dentro sin soltar “la
cuerda”, él obedeció y actuó como un can.

Al inclinarme a por el gel me vi en el espejo, realmente no parecía yo.


Llevaba el carmín en la nariz el pómulo y la barbilla. El negro de los ojos empezaba
a expandirse por el vapor, y el cabello suelto enredado me daba un aspecto siniestro,
entendí algunos gestos d Paco al mirarme. Sin embargo estaba perfecta para esta
ocasión. No era Yo.

Enjaboné todo su cuerpo y fui muy dulce. Le besaba con ternura, de rodillas
al borde de la bañera le ponía las te-tas encima y lamia, lamia sin parar. Mi
sujetador estilo Balconette, sólo elevaba el pecho y a partir del pezón ya no tenía
tela. Lleva bordadas lentejuelas pequeñas granates que resaltaban más las tetas y
todo lo demás hilo negros, hilos como las tanguitas. La luz del baño reflejaba en las
lentejuelas y estas hacían un cielo de estrellas rojas en la espuma blanca del agua,
¡divino! (680€).
Y yo era una Diosa.

Entonces le quité la corbata del cuello y quedó en el fondo. Se tiró a besarme


y abrazarme, quiso meterme dentro pero me levante bruscamente y de nuevo, con
mi dedo inquisidor le advertí; Que No.

- Sal ya, ven aquí.- Le dije desde dos metros con la toalla en las manos cual
capote torero.

Entonces Paco se levantó; vi delante de mí un hombre con una verga


importante que me miraba absorto.

- ¡Sal!,… ¡no me mires! Ahora entenderás lo que pasa cuando me miras así.

Salió despacio y se acercó a mí para que lo secara dulcemente, pero ya, de


verdad, no quería seguir con eso. Lo tenía desnudo delante mirándome, mojado, y
me apetecía cogerle la carita y besarle, deseaba que me tomara en brazos y me
llevara a la cama, que me tocara como él sabe y me hiciera el amor. Sin embargo
mientras lo miraba se bajo de nuevo al suelo. Entonces lo agarre de los pelos y me lo
lleve a la cama.

Tuve un cruce de miles de pensamientos, no podía imaginar que tantas veces


que pensé que estaba por ahí con otra, le estuvieran tratando como a un guiñapo.
Aquello, aunque lo estaba llevando a cabo me caía grande, ¡Porque Paco es tan, tan
hombre! No podía detenerme en abstracciones, no podía pensar cuantas cosas más
le habían hecho por ahí. Yo le iba a hacer las mías y nada más que pensar.

Se tumbó. Pisé con los tacones y me puse en pie encima de la cama abriendo
las piernas para dejarlo en medio de ellas. Elevando la pierna despacio le pisé el
pecho y apreté hasta clavarle el tacón en el esternón, desenrollaba mis medias hasta
abajo y él las quitaba y volvía a ponerme los tacones, entonces me senté sobre él y le
até las manos con las medias a ambos lados de la cama.

- ¿Recuerdas lo que te he dicho que te sucedería si me mirabas? – Susurré


despacio mientras lo ataba.

- Sí… ¿Qué me pasa? - Muy inquieto respondió rápido mirándose ambas


manos atadas.

Me levanté y lo deje atado.


- ¡Mari! Se incorporó todo lo que pudo y me siguió con la vista.

- Psssssssssssss, ¡calla!- Ni siquiera me giré para ordenárselo.

Un pañuelo negro sobre sus ojos era el castigo por mirarme con esa
insolencia…

Ya lo tenía totalmente inmovilizado, ahora iba a disfrutar de él; Subiendo,


besando, su boca, nariz, mentón, lamer, bajando, chupando, metiendo, sacando,
arriba la boca, abajo la polla, deliciosos lametones mojados de saliva que derramaba
mi boca,… sus huevos, sus piernas, su ano, sus dedos del pie, su ombligo, lamer,
saborear, morder chupar, besar. Meter, sacar. No dejé de recorrer su cuerpo arriba y
abajo. Me agarré al cabezal de la cama y le puse el coño en la boca para que bebiera
el flujo de mi fuente de sexo., para que sintiera realmente lo que estaba provocando
en mi ya que yo era sus ojos y sus manos, tenía que estar en todos los detalles para
que disfrutara sintiendo lo que yo estaba viendo. Disfruté hasta que no podía
correrme más veces ya. Él aguanto cuanto pudo, y al retirarle el pañuelo de los ojos
y mirarme, comenzó a correrse.

Solté los brazos de la cama, estaba deseando que me abrazara. Quedamos


acostados uno sobre otro sin hablar durante unos instantes.

- ¿Tienes hambre, cielo?- Le pregunto María que ya había vuelto.

- Sí, pero muy poco...- apenas murmuró.

- ¿Un cavita?, quizás...

- Sí, eso creo que me vendrá mejor.

Me levanté a la cocina y a lavarme la cara que llevaba; irreconocible. Paco se


quedo simplemente mirando al techo.
33/Noviembre 2011. La Caja de los Truenos.

Habían pasado dos días y sus noches desde aquello. No habíamos hablado
absolutamente nada, la vida continuaba como si hubiera sido un sueño; un
excitante, convulso, desconcertante y persistente sueño, pues ninguno de los dos
dejábamos de pensar en ello. Nos mirábamos de esa forma, ya sabéis, como el que
sabe dónde escondiste el dinero, o el pecado; como dos hipócritas enfrentados.

Esa mañana, como todas, pasamos un rato en la habitación antes de salir


afuera. Las parejas hacen sus rutinas; esta es una nuestra. Paco se levanta a las 6:30
y los nenes a las 8, a veces me levanto otras sólo lo observo vestirse. Me levanté al
cuarto de baño y sin cerrar la puerta fui al inodoro.

Él estaba sentado a los pies de la cama con tan sólo el pantalón del pijama
aun puesto y pensando; mirando derecha e izquierda, ventana, puerta, techo, suelo.
Impertérrito Dos días de introspección máxima. De pensamientos abstractos. Le
cambiaba el gesto por momentos y se ponía extremadamente serio. Dos días con
dos noches en vela.

Al girarme anoche y abrir los ojos me encontré con los suyos que me
observaban inquisidores mientras dormía. Los cerré de nuevo, sonreí en un gesto
dulce y tímido e hice que dormí; nada más lejos de realidad.

No sabía el porqué de esa vergüenza ajena. Era una situación abstracta; pues
yo sabía lo mío también, y aunque él no lo supiera, algo intuía,…pero ¿el qué?

Tenía un poco de pudor por él, por cómo se enfrentaría al hecho de que ya su
secreto, era compartido. Pero también quería darle la postura y confianza suficiente,
para que se soltara y me lo contara todo. ¡Era tan contradictorio!, pues
consecuentemente también sabía que mi comportamiento le había levantado ciertas
dudas, y que desde luego aquí se podía estar abriendo la caja de cohetes.

Me acosté acurrucándome como si tuviera mucho frio y sueño. Seguía


sentado en los pies de la cama sin moverse, seguramente sintiendo las ondas
electromagnéticas de baja frecuencia que emitía mi corazón; como un conejo
asustado. Ese silencio me desconcertaba.

- Mari, ¿Estás despierta?

Tenía que decirle que sí, era imposible dormirme en tan poco tiempo que me
dio.

- Sí, cielo. – Apenas murmuré.

- ¿Por qué me llamas; cielo?

- ¿Qué? – Saqué la cabeza de la cueva.

- Eso, tú nunca me llamas cielo, no es una expresión tuya. De anoche a hoy


van dos veces – Su tono era dócil, parecía que estuviese abatido.

- Pues no sé, “cielo”. ¿Qué importa?

- Nada nena, no importa nada. Es cierto. – Pasaron unos segundos rotos de


silencio- Mari...

- Qué, Paco.
- Quiero hablar contigo. Quiero que hablemos. – En el mismo tono era
imposible no responderle igual.

- Sabes que sí. Que siempre hemos hablado. Quiero que tengas confianza
conmigo como yo contigo. Nada más. Dime, cuéntame todo lo que quieras, empieza
por dónde te sea más cómodo, poco a poco. No tenemos prisa cariño.

- No es contarte en sí, es que hablemos de eso. De lo de la otra noche.

En esos momentos se volvió hacia mí y al mirarme y decir “la otra noche” sus
ojos chipotearon.

- Sí, dime, para mi eres el mismo hombre de siempre.

Siempre se dice alguna chorrada cuando no se sabe qué decir.

- Y tú para mí también cariño, eso es lo primero que quiero que tengas en


cuenta. –

Otra para no romper el ritmo de conversación y mostrar al opuesto que se


está en condición receptiva.

- Lo sé. Siempre lo he sabido.

- Mari, lo de la otra noche está muy bien, me gustó mucho.

- No sabía que te gustaba, lo hubiera hecho antes.- Sonreí como esperando el


hueso de recompensa.

- Ya, pues sí, a cualquier hombre que quiere a su mujer le gusta que ella
improvise y haga cosas de estas. Estabas espectacular Mari, eres la mujer más
guapa que he visto en mi vida, siempre te lo he dicho.

- Ven Paco, ponte conmigo aquí un poco…- le señalé mi lado derecho de la


cama.

Gateó desde los pies y se metió en la cama abrazándome y dándome


bienestar y confianza.

- Mari, está muy bien que todo eso la hagas conmigo y hables de estas cosas.
Soy la persona con la que debes de hacerlo, soy tu marido, yo siempre estaré a tu
lado en lo que quieras hacer. Pero esto tiene dos lados, y te aseguro Mari que desde
esa noche tengo la cabeza “más pallá que pacá”...

- ¿Qué lados ?..No sé a qué te refieres ...

- Sí, lados; el lado A y el lado B, para que me entiendas. ¿Me entiendes? - Paco
se esforzaba en hacerme comprender a veces con gestos usados en niños pequeños.

- No, sinceramente no.

- Pues me vas a entender, porque hoy no abro la oficina hasta que nos dé la
gana a los dos. Después nos vestimos y la abrimos los dos, ¿Vale? Desayunamos
por ahí, ¿Te parece bien?

- Sí, ¡Me parece maravilloso! No habíamos hecho esto desde el día de la


ecografía de la cría, ¡doce años! - Me dio muchísima alegría el plan.

- Pues lo vamos a hacer más a menudo.

- ¡Vale!, por mi encantada. Así pasamos más tiempo juntos.

- Pero para eso tenemos que tener mucha complicidad y confianza, ¿Me
entiendes? No podemos tener secretos.

- Lo sé. Paco, no necesito que me des explicaciones. Cada uno vive el sexo de
una manera distinta incluso comprendo que a veces hay cosas que cuesta contarle a
la pareja.

- Sí, Mari estás hablando muy bien, sigue...

- Nada, no te voy a decir nada. En realidad me da un poco de pudor, lo único


que quiero que sepas, es que me da igual todo eso, está ahí, no lo puedo negar ni
esconder, pues, cariño tendremos que vivir con ello…

- ¿Vivir con qué?

- Paco, vamos a levantarnos...

- No, no, ven aquí que es temprano. Mari, ¿Con qué tenemos que vivir?

Se incorporó sentándome a mí también, me tapo por las orillas y se colocó


justo enfrente, me abrazaba y daba palmaditas en el culo;

- Sé, es normal además que tengas tus dudas y curiosidades sexuales como
todo el mundo, a veces no has tenido con quien hablarlas, por mi culpa sin duda
alguna. Quizás, ¿Has buscado en internet información sobre el sexo o algo así?

- No, no explícitamente nada...

- Ah. ¿Qué es para ti, explícitamente nada?

- Pues que no tengo mayor curiosidad por ningún tema, eso digo…. ¿a qué te
refieres tú?

- A eso, a eso sin duda. Te decía lo de la parte A y la parte B, ¿Recuerdas?

- Ah, sí.

- Bien, queda claro que me encantó, eso sobre todo, como experiencia; única.
Esa sería la parte A, ¿vale? Pero Mari, yo pienso que una persona para hacer todo
eso lo tiene que haber visto, las cosas se imaginan antes de hacerlas. Por eso te
pregunto; ¿Por qué se te ocurrió hacer eso? ¿Lo viste en internet?

- No, ¿Y tú?

- ¿Yo? No. ¿Además el qué?, lo hiciste tú.

- ¿Qué hice yo? Creo que hablamos de cosas distintas...

- Hablamos de lo mismo. Lo que tú hiciste la otra noche es dominación, es


una técnica sexu… bueno, da igual. Dominación, esas que se ponen los cueros y
pegan a los hombres.

- ¿Qué dices? Yo no te pegué. – Rotundamente.

- Flojo. Me pegaste flojo porque eres novata.

- ¡Pues que te peguen mejor por ahí!, ¿Entiendes? Estoy cansada de esto,
déjame Paco.- Hice un ademán de levantarme desentablando las piernas que
cruzadas estaban a lo indio.

- No te vayas, no me va a pegar nadie por ahí nena, sólo tú. Siéntate por favor.
- Me pidió de forma casi suplicante.

- Yo no quiero hablar de eso, lo acepto y ya está.

- Tenemos que hablar Mari, esto es muy importante

- Que no Paco, yo no quiero pegarte, me cae grande eso cariño.- Ya se me


saltaban las lágrimas.

- Pues no me pegues cariño, ¿Por qué me tienes que pegar?

- Porque tú eras sumiso. Te pusiste así de esa manera...

- ¡Ay!, Dios mío, ¿De qué manera me puse?..

- Pues así, pegaste los brazos al cuerpo y miraste para arriba... – Le dije muy
despacio haciendo el gesto de lo que hablaba.

- ¿Pegué los brazos al cuerpo? ¿Cuándo pegué los brazos al cuerpo?, Y


además, ¿Qué pasa porque pegué los brazos al cuerpo y mire al techo? ¿Por eso soy
sumiso, Mari? – Sus gestos aclaraban su incipiente locura - ¿Tu marido que conoces
toda la vida es sumiso porque pega los brazos al cuerpo?- Iba subiendo la voz como
una escala musical- Me tomas el pelo – Se echó las manos a la cabeza.

- Tú estabas allí tirado en el suelo… - No me dejó terminar.

- ¡Nos ha jodido!, ¿Quien me ató?, ¿Quien me pisoteó?, ¿Quién me escupió?,


Me humilló, me despreció… ¿Quién? Y porque le rogué a Fátima tres veces que no
te entraran ganas de cagar.

Paco estaba descompuesto, quizás no era todo esto la explicación que


esperaba.

- ¿Y Por qué te quedaste en el baño sentado en el suelo y todo eso?- Mi padre


me decía que lo peor que tenia era mis importunas preguntas.

- Yo que sé, como por la mañana estabas con el vibrador, que si la Oca y su
putísima madre, ¡Yo qué sé!!...¿Tú has pensado que a mí me gusta eso?- Me miro
con cara de asco.

- No sé, no tendría ninguna importancia, yo te quiero igual – Apenas me salía


la voz del cuerpo.

Se puso en pié repentinamente pisándose el pantalón que casi se cae;

- ¡No tendría ninguna importancia!, - Se burló de mi haciéndome el tono –


¿No, Mari? ¿No tiene importancia? – Su tono era 100% sarcasmo y rabia.

- Paco, depende del nivel en que lo mires – Tenia esa sensación de que cuanto
más hablaba más lo estropeaba.

- ¡Ah copón! ¿Que resulta que esto ahora va por niveles? Y ¿Me quieres decir
con qué nivel tuyo estoy casado?

- ¡No me refiero a eso! – Le chillé, me estaba acorralando y dándole un


sentido a la conversación que no era.

- ¿Cuántos habitantes hay en este planeta?, ¿Eh?

- ¡Y yo qué sé Paco! ¿Qué hablas ahora?- Me desconcertaba.

- Bueno, da igual, ven aquí, mírame…

Me sentó en el silloncito y se arrodilló delante abriendo mis piernas y


mirándome muy atento.

- Mira bien lo que te va a decir tu marido Mari, no hay persona en todo este
mundo, hombre o mujer me da igual, que me ate a mí en el suelo 15 minutos con la
cabeza pegada al retrete, ni hombre ni mujer, eso te lo asegura a ti tu marido que lo
tienes delante. Eso lo hiciste tú porque te dejé que hicieras lo que quisieras, pero a
mí eso no me lo ha hecho en la vida nadie. Yo soy un hombre elemental, tengo una
polla aquí en medio que tiene un funcionamiento muy básico; se me levanta con
una hembra, con dos, con diez. Pero ya está. Y no quiero ser grosero ni hacerte daño
con esto, pero es así. Tu marido ha podido ser en alguna ocasión un golfo, pero no
un desequilibrado sexual.

- Bueno, pues ya está. Me vale.

- No, no te vale. Cada vez tengo más claro que a ti te pasa algo. Por favor,
confía en mí. No habrás contactado con algún grupo de esos de BDSM?

- ¿Eso qué es?


- ¡Son muy peligrosos, engañan a la gente! ¿Lo entiendes?, ¿Le has mandado
fotos?, ¡Tú no eres de ese mundo!

- ¡Pero que no sé qué es eso del BPHJ! O como se llame...

- Mari, ¿Estás hablando otra vez con tu amiga esa?, “la Olga”.

- ¿Qué Olga, Paco?

- La Aroa esa, la valenciana…

- Irene.

- Aroa, Irene o cómo se llame, me suda la polla como se llame la puta esa.

Intentaba ponerse la media negra en los dos pies, iba de una puntera a otra
haciendo realmente; nada.

- ¿Por qué insultas a mi amiga?, ¡Siempre te estás metiendo con mis amigas!

- No es cierto, sólo con esta porque es puta, no la quiero ni ver.

- ¡Qué manía siempre con ella!, ¡No es puta es secretaria de dirección!

- ¡Y puta! ¡Cobra el doble porque se la chupa al viejo! En otros países no sé


cómo se las llama, aquí son putas de toda la vida, ¡Se las llama así¡ Y me lo contaste
tú, que conste

- Te aprovechas de mi confianza para atacarme, ¡ya no te voy a contar más


nada!

- Sí, precisamente de eso mismo estamos hablando. De confianza...

- A lo mejor es que te la ponía dura, por eso no querías que viniera.

- Pero tú estás enferma Mari, ¡Tienes la mente sucia!... ¡No te vayas, por favor!

Aquello se estaba calentando de manera rapidísima, empecé a llorar y a


vestirme para salir corriendo a la calle, lo necesitaba, parecía que me asfixiaba.

- Por favor, escúchame. Nos vestimos y nos vamos los dos. Tranquilízate
Mari, suelta la bota, venga. Nos vamos, estate tranquila cariño, ya está.
Y me abrazó. Nos abrazamos un buen rato mientras paraba el llanto y dejaba
de suspirar.

- Vale ya, perdóname si he sido brusco. Me tienes muy preocupado, esa es la


única verdad. No sé qué te pasa...

- No me pasa nada Paco.

Me cogió la cara entre las manos y continuó hablando muy despacio y bajito.

- Mari, ¿Qué te está pasando? Sé que te hice daño, muchísimo, y que aun no
te he pedido perdón como mereces, un día por otro, van pasando, y he pecado de la
confianza de saber que siempre estás ahí. No me porté bien contigo, no te lo
merecías y después tampoco he hecho nada por recompensarte, ni recuperarte,
estabas ahí, siempre ahí. - Se calló buscando quizás las mejores palabras para
seguir- Tengo miedo por ti. Por mi familia. Por mi casa. Daria la vida por saber qué
tienes en la cabeza. Te veo sombras negras alrededor, veo que hay cosas que no veo,
pero sé que están ahí. Sé que está sucediendo algo delante de mis narices y que no
soy capaz de enfrentarlo…

- ¿Qué sombras negras me ves?- Le pregunté intrigada.

- Sombras nena, oscuridades. – respondió abatido y miró hacia abajo.

- ¿Pero por dónde me las ves?

- Las veo en ti, en tu comportamiento, en algo extraño, en tu fondo, Mari no


eres la de siempre…

- ¿Y desde cuando me estás viendo esto?

- Qué más da Mari “cuándo”… ¿Qué está pasando?- Me miró a los ojos.

- Pues sí que da. La otra noche en la tele, salió una mujer que las tuvo 22 días
al lado, y después...

- ¡Pero que no! Que no tienes ninguna sombra negra, ¡Que es una forma de
hablar!

- ¡Me lo dices ahora para tranquilizarme!..- Me enfadé.


- ¡Pero que no Mari, no seas tonta, es una forma de hablar!, No tienes
ninguna sombra negra

- ¡No juegues con estas cosas, que sabes que no me gusta!

- ¡Pero que no tienes sombras, nena!

- ¡Tú, como te has vuelto ateo! Yo creo en la reencarnación

- ¡Pues cree en lo que quieras pero olvídate de las sombras! –Quería ser
convincente y hablaba hasta con las manos haciendo aspavientos.

- Te voy a buscar en youtube un video que habla un monje…

- ¡Me cago en las jodidas sombras, en el monje y en mi puta estampa!! ¡¡Que


no tienes sombras, coño!! - Bajando la voz- No tienes nena, olvídate de eso Me
quieres decir, que de todo lo que te he dicho ¿sólo se te ha quedado lo de las
sombras?

- Es que me has impresionado mucho, me lo has dicho muy serio.

- ¡Esos programas son de anormales, de paranormal nada! ¡Aquí ya no se ve


más ese programa! ¡A ver qué tío vuelve a hablar en esta casa de espíritus ni
sombras, se va enterar el tío ese!

- ¡Pero si tú también lo ves! ¿Qué culpa tiene los periodistas?- me descaré con
él.

- ¡No!, ¡la culpa la tienes tú! - Me acusó con el dedo.

- Estás desvariando. – Dije menospreciándolo.

- Sí. Es cierto. Quizás sea la única verdad que has dicho esta mañana.

Abrió el cajón sacó las llaves del coche y salió en pijama por la puerta.

- Paco, ¿Dónde vas?

No me respondió. Sólo oí el portazo.

Sabía que la había liado...


<De todas formas estaba muerto; ¡Qué se joda!, si está sufriendo que lo haga más aun,
nunca llegará al lugar húmedo, sombrío y maloliente de la soledad más absoluta al que me
llevó él, y me dejó allí. Días enteros y sus noches; sola. Esperó a que mis heridas curaran
durante el invierno, ¿con infusiones de hierbas y retiros a mi rincón de la cocina? ¿Con
paños fríos en mi frente en las madrugadas para calmar mis delirios, mi fiebre incesante y
consumidora? ¿Tanto fue mi delirio, que no recuerdo en ningún momento haberte tenido
cerca?... amor mío. Ninguna noche apareciste por la puerta y me cogiste en brazos como antes,
no viniste a llevarme a la cama, a besar y lamer mis heridas hasta el amanecer. Tantos
ascensores en la noche contaba esperando que alguno de ellos fueras tú,… amor mío. Me curé
sola.

No…, estoy aquí, sí, pero no; no he olvidado mi cara, mis ojos de aquellos días de
muerte en vida, cada una de las noches, con sus vientos, sus cafés y sus pasatiempos,… en mi
rincón de la cocina. Aunque sobreviví lo hice con numerosas secuelas.

Ahora, el último intento he de tomarlo desde la parte bella, la de las risas, las caricias,
las bienaventuranzas y una paz abierta.

Amor mío, estoy dándote mi corazón; el que me queda, tal y como lo has dejado. Dime;
¿Qué ves? ¿Qué esperas de mi?, ¿Acaso una vida entera juntos como dos extraños es lo que
me ofreces ahora?, ¿Y lo que me ofreciste ayer?, ¿Dónde quedó?, ¿En qué momento me
dijiste,… que ya no era?>

Yo morí, porque sí, yo salí; No me duele que ahora le duela.


34/ ¿Quién es realmente mi marido?

Cuando regresó, ni fuimos a abrir juntos la oficina, ni a desayunar en


memorándum del doceavo aniversario de la ecografía de nuestro primer hijo. Ni
confianza ni hablemos de sexo. Ni “corre-y-mira-a-ver” que se está quemando la
pata en el horno. Nada. Repasé en mi cabeza todo lo que había sucedido y concluí
que era el momento de hablar y decirnos la verdad. Aunque fuera contada con
azúcar, pero la verdad. Los nenes se acababan de marchar y lo estaba esperando
tomando un café en la cocina, sola ya en la casa. Pero llegó y se vistió como todos
los días, se impregnó el 30% del perfume para anunciarme subliminalmente que
salía de caza y lo corroboró cuando simplemente dijo:

- No vengo a comer.

A veces me arrepentía de lo que hacía con otros hombres, y otras me


sublevaba. Vivía entre la satisfacción y la tortura de la conciencia. A veces lo veía
todo claro, otras totalmente negro. Si todo aquello estaba repercutiendo así, y él
estaba teniendo semejante comportamiento, esto sólo se debía a que ardiendo su
cabreo y orgullo mancillado, comenzaba a dar muestras de lo que estaba haciendo
ya, es decir, todo esto no era nuevo. En vez de perfumarse en el coche como siempre,
lo hizo en la casa. Ese era el único cambio. Lo vi clarísimo.

Las mujeres tenemos un mecanismo de retén. Un freno de urgencia, pues hay


situaciones para empezar a decidir sin pensar más, sin embargo pensamos en los
hijos y ya está. Todo pasa al Plan B; Sangre fría.

Llevaba muchísimo tiempo sin saber, si Paco comía frente a la nave como
siempre en el merendero que hay de toda la vida, o habría cambiado a algún otro
lugar. En realidad, ¿Qué hacia mi marido todo el día? A veces pasaban catorce
horas desde que entraba por esa puerta de nuevo, le daba tiempo de ir a Madrid,
comer, follar y volver. Incluso le daba tiempo de ir a Paris, comer, follar frente a la
Eiffel, y volver a casa impoluto. ¡En catorce horas de vuelo llegas a Argentina por lo
menos! Si esto era multiplicado por cinco días a la semana, resultaba que tres días
había estado fuera, y si lo hacía por treinta que trae el mes, Paco, perfectamente ha
podido darle la vuelta al mundo follando a una mujer de cada raza o minoría étnica.

Si fuese realmente ese hombre elemental con una polla de funcionamiento


básico que dice ser, todo esto le seguiría cayendo grande y preocupando igual. Pero
resulta que en vez de recuperar a su mari y a su familia por la que sentía tanto
miedo en aquel derroche de sentimentalismo forzado, se ha dedicado a quedar con
otra antes de salir del portón de abajo.

No necesité verlo; Paco, estaba actuando. No quería entrar en el submundo


del conocimiento, sí, de conocer la verdad. Para mí, saber, descubrir, conocer algo
nuevo, podría ser algo devastador; no tenía fuerzas para sobrellevarlo. Para más
acontecimientos. Ya empezaba a sufrir el insomnio, los pensamientos que me
dañaban y los sentimientos y cicatrices aun tiernas, los llevaba ocultados bajo mi
chepa.

Me sentí otra vez pequeña al recordar la bronca por mi actuación sado, y de


qué manera llego a achicarme de nuevo, pero esta vez dije para mis adentros <y una
mierda>, y una mierda fue.

Llamé inmediatamente a Alberto y le pedí asesoramiento. Pero antes de


contarle nada firmamos los acuerdos confidenciales pertinentes. Pensé que en pro
de la confianza se podían obtener mejores resultados, también que si sucedía algo,
podría explicar siempre el intercambio de llamadas y mensajes que aparecían ya en
las facturas entre ese hombre y yo.

- Estoy en la Gran Vía, en la tienda de una amiga, vente para acá te


esperamos y vamos a comer a la plaza de las flores...

- No, Alberto ¡yo no puedo quedarme a comer por ahí!, no es eso, por favor
atiéndeme cuando te hable, ¡que hablas y hablas y no escuchas nunca a nadie!

- ¿Qué te pasa?- serio- ¿Estás bien?

- No, no estoy bien. Quiero que hablemos. Quiero contratarte como


profesional.

- ¿Es urgente?, ¿Quieres que vaya a algún sitio? ¿Te recojo?... ¿Quizás?

- No. Si vas a estar aquí esta tarde nos podemos ver. ¿Cuándo te vas a
Cartagena?

- Cuando terminemos, tú no te preocupes por eso. A las cuatro en la tienda de


Isabel. Ella es más que una amiga, a veces ha colaborado con el despacho en
algunos asuntos, de carnaza, ya sabes…

- Ya, sí, ya sé. – No tenía ni idea de lo que me estaba hablando, ni tampoco me


interesaba- Bueno, a las cuatro estoy allí. En el quiosco de Santa Isabel te espero.

- ¿En las flores?

- Sí, dónde está la parada del bus.

- Bien, allí te recojo.

- Allí estaré. Gracias Alberto.

- Nada, Nada.

Y colgó.

En ese momento me acordé de mi caja del negocio y fui corriendo a abrirla.


Desde que volvimos de la playa todo el tiempo se lo había llevado colocar a los
nenes en el curso escolar. La rutina me llevaba como un tren de cercanías de mis
hijos a la casa, de mis amantes a Paco, y de nuevo estaba metido en el círculo de
todos los años. No era esto lo que planee ni por lo que me esforcé todo el verano
atada a un puesto de chuches. No. Me había vuelto a acomodar a la rutina de mi
vida sin darme cuenta de nuevo, de que esa vida ya no era real.

Entonces comencé a leer de nuevo mi bloc de contabilidad, a contar mi


dinero y escribir mi secreto; recetas de cocina. Y los puse sobre la mesa de la cocina.
Los tres enfrente de mí. Esa era yo. Otra vez el bloc me hizo no perder mi identidad,
escribir lo que me sucedía y poder visualizar fue lo que me mantuvo en mi sitio.

Estaba totalmente decidida a tomar cartas en el asunto, no iba a seguir en esa


situación más tiempo.

Quiero saber quién es “Paco Desupadre Desumadre”. Quiero saber con


quién estoy realmente casada y para eso estaba dispuesta a ejecutar mi plan. Paco
me trató de explicar cuál era la parte A y la Parte B. A mí por nada del mundo se me
ocurriría contarle El Plan B.

Subí al autobús para encontrarme con Alberto en la plaza de las flores, ya que
tiene parada allí mismo y me pareció más rápido y desapercibido que coger el coche;
hay que aparcar, puedes tener un accidente, en fin, mil cosas podrían pasar y
delatarme llevando mi coche. Empezaba a actuar un poco a lo Matahari midiendo
todos mis pasos. Alberto estaba allí antes de la hora esperando cuando bajé.

- Gracias, por tu súper-puntualidad.- le di un beso en la mejilla.

- Sabía que vendrías antes de las cuatro. Es el tópico… Todas lo hacéis.

Me puso su brazo para que me agarrara a él y me dio un bajón emocional, no


sé por qué mis lágrimas saltaron. Sólo dos. Pero evidentemente reflejaba que había
una fisura en mi corazón. Entre tanta soledad y desasosiego vivía, que ese gesto de
ofrecerme el apoyo de su brazo me lleno de vida. Meses con miles de preguntas y
respuestas que yo sola respondía, y las noches en vela metida en ese bucle de
sucesos, medio reales medio imaginarios que fabrica el cerebro cargado de miedos
y en ausencia del sueño. Ya no estaba sola.

Íbamos caminando atravesando el jardín en dirección a la tienda de Isabel,


pero nos detuvimos sentados un rato para hablar a solas;

- ¿Qué pasa?- Empezó a trabajar Alberto.

- Quiero saber qué hace mi marido a cada hora durante una semana.-
Claramente.

- ¿Intuyes que hay otra mujer?- Me cogió las manos para darme confianza.

- Sé, que hay otras mujeres, lo que quiero saber es de qué modo, forma, estilo,
tiempo y todo lo pertinente a esto. Quiero saber cuánto se gasta. ¿Quién son ellas? Y
lo que más me importa; ¿de qué va Paco? - Le miré a los ojos con dureza - ¿Cuánto
me va a costar?

- Vamos – se levantó del banco- tenemos cosas que hacer. No te voy a decir
nada, porque lo tienes todo totalmente claro.

- Y seguimos caminando hacia Isabel.


35/ Isabel y Alberto; mis nuevos amigos

Aun estaba cerrada al público cuando nos abrió y ofreció pasar a la trastienda;
aquello era el rincón de la hechicera, la cueva de La Sibila, el lugar dónde se
realizaban pócimas, ungüentos, hechizos, amarres, cortes de mal de ojo, y cualquier
cosa que fuera esotérica.

En contrapartida te recibía una mujer que podía ser cualquier cosa


relacionada con cualquier cosa; Isabel, te descolocaba. Alberto la conoció recién
llegada de Argentina y tiene las piernas más largas que he visto nunca. Hablaba
rápido y se movía aun más, para luego relajarse regalándote una sonrisa y en el más
dulce de los tonos decirte algo así;

- Hola querida, Alberto me habló de ti,- se inclinó para darme dos besos -
pasad por favor, estás en tu casa.

- Gracias, eres muy amable.-le agradecí.

- ¿Ha llamado otra vez la lorquina? – preguntó Alberto sobre otro tema.

- No, espero su llamada en breve, la pobre no sabe cómo hacerlo, anda todo el
tiempo dudando

- ¿Le has explicado bien lo que te dije?- quiso asegurarse.

- Que sí Alberto, ¡ya lo comentamos al despertar esta mañana! No repitas más


la misma cosa, ¡por favor no seas más boludo!

Cuanto más la observaba y repasaba más me convencía de que Isabel es de


esas mujeres con las que no puedes pasear si pretendes echarte novio; derrocha
encanto, sensualidad y morbo. Entonces imaginé que pensaría Paco si la viera, o
cómo se sentiría en compañía de una mujer así; ella sola en sí simboliza el sexo
andando. Su voz, sus gestos, su cabello cobrizo, su olor, su sonrisa, sus formas, todo
en Isabel desprende sexualidad. Esa fue la primera impresión que me dio, después,
cuando los vi juntos hablando, fue que estaban liados. Estos dos tenían sexo.
Flotaba alrededor de ellos un clima que era clímax, si te arrimabas sentías el calor, te
llegaba.

- Isabel a veces es la que sale en las fotos. Ella demuestra en muchas


ocasiones y muy poco tiempo y dinero la infidelidad de algunos.

- Ya. Pero yo no busco eso. Yo no quiero un maniquí en las fotos; quiero la de


verdad. Creo que no me has entendido Alberto; Quiero los videos y fotos de mi
marido con las verdaderas mujeres que ocupan esas horas del día. Quiero saber
quién es cada una de ellas y la relación que los une. Quiero saber si mi marido va
con travestis, putas, amas de casa o universitarias. Quiero saber cuánto se gasta en
comidas, bebidas, salidas, folladas y regalos.

- Creo que ella lo tiene claro- Sonrió Isabel.

- Sí. – le respondió y me miró- Puede llevar más tiempo y más dinero. No es


cuestión de que te quiera cobrar más mi querida Marie, es que esas investigaciones
cuestan dinero. Pero si es lo que quieres, lo tendrás.

- Sí, exactamente eso es lo que quiero. Por el tiempo no te preocupes; puedo


esperar aun un poco más. Y por el dinero, ves dándome un presupuesto
aproximado que haga mis provisiones – me levanté rápida- Tengo que dejaros, voy
al colegio. ¿Mañana me llamas? - Pregunté a Alberto.

- Sí. Mañana te llamo y empiezo a explicarte por dónde empezar.

- Bien, encantada de conocerte Isabel, gracias por todo.

- A vos, siempre a vos. Venid cuando queráis casi siempre estoy, llamad y os
abro. Acá encontraste una amiga, ánimo mi amor.

Nos despedimos con otros dos besos haciendo las dos un esfuerzo por
acortar la distancia y me marche de allí.
36/ Diciembre, 2011 - El dinero del abuelo.

“Pero si tú me dices ven, larala, …nenenené, perdida”

Esa mañana mientras limpiaba el polvo de la lámpara tarareaba las


canciones de mi época, las cancionesn que me susurraba Paco al oído cuando se fue
a la mili. ¡Qué tiempos de impoluto amor!

No dejaba de dar vueltas a la cabeza sobre lo que estaba planeando. Paco se


levantó con diarrea, ¡a saber el diagnostico! y cómo todos los monótonos días de
nuestra vida salió por la puerta sus catorce horas. Con sentido del humor hice
cuentas con los dedos< se fue a las siete, son las once, ocho nueve, diez y once; cuatro horas,
ya habrá llegado a Paris y estará en la habitación duchándose, sí, más o menos>. Esperaba la
llamada de Alberto como agua de Mayo, y al sonar el teléfono móvil salté desde la
escalerita como un macaco;

- ¡Hola! Que tal Mari Carmen, ¡cuánto tiempo!, ¿Cómo estás?

- Hola Mari, hija mía, no se te ve el pelo, ¿cómo estás?

La última persona que me imaginaba escuchar era a “La Mari Carmen”, hacia
la de meses que no hablábamos, desde aquel día que el marido de Sandra me entró
de semejante forma en el cortijo y decidí alejarme un poco de la pandi y no contar
nada a nadie de mis asuntos íntimos, había perdido casi el contacto.

- Pues nada, aquí en casa. Paco tuvo un accidente, le operaron de la pierna y


blablablá, la historia mil veces contada.

- Ay, pues algo me dijo mi marido, y ¿cómo está? -segundo ring.

- Bien, ya está bien, gracias.

Estaba deseando cortar cuando me asalta con semejante frase;

- Mari, ¿tas enterao?- Su tono era casi tétrico.

- No. ¿De qué?- fuera lo que fuera; no lo sabía.

- ¿Cuánto tiempo hace que no hablas con Ana Mari?

Estas formas de conversación me ponían los pelos de punta.

- Pues hace ya, desde antes del verano, ¿por qué?, ¿Qué le ha pasado a Ana?-

Ya me mordía las uñas, ¡Mari Carmen es una experta en desintegrarte el


hígado de ansiedad!

- -Sabes que metieron gente nueva en la empresa del marido, ¿no?

- Pues no, Mari Carmen ¿qué me importa a mi si la empresa del marido de


Ana mete gente?- Le grité, estaba acostumbrada, me sacaba de mis casillas siempre.

- ¡Ay!, ¡bueno, no te pongas así!- bajando el tono- resulta que para la campaña
de la fruta ampliaron plantilla de la bolsa que siempre hay, pero ésta que metieron
ya sabían todas que era una enchufada porque entro antes que otras del pueblo de
todos los años. Es colombiana, y el primer año que echaba los papeles, ¡bueno!
¡Pues la han llamado la primera!

- Pero bueno, ¿y qué?- O yo estaba mentalmente espesa o Mari Carmen


estaba desvariando.

- Pues que el marido de Ana es jefe de personal y se sabe que lleva ya seis
meses con la colombiana ésta. Todo el mundo lo sabe, y Ana aun no quiere verlo,
dice que es una relación de trabajo pero los han visto, lo que pasa que ella no sabe
todo lo que se habla por detrás, ¡si lo supiera la pobre!

Me había llamado para el chisme, como antaño. En esos momentos no pude


soportar más tanta mierda, y colgué. Ni le dije; adiós. Le diría que me quedé sin
batería, o que se me cayó al suelo, eso pensé. En realidad me importaba muy poco
lo que pensara Mari Carmen; después de conocernos ocho años se había convertido
en una extraña para mí.

Mientras hablaba me vi en el lugar de Ana María, ese lugar en el que te pone


la gente más cercana para lanzarte piedras mejor. Ese pódium de ganadora con tus
cuernos, que todo el mundo sabe y tú aun ignoras.

Me afectó la llamada. Me fui a la cocina a prepararme un café con leche y


abrir de nuevo mi caja y repasarme. No quería olvidar en qué punto estaba, pues
esto me reforzaba la voluntad de hacia donde quería ir. A veces la rutina te lleva
dónde tú no quieres ir, es muy difícil romper hábitos y formas de vida, o tener
planes secretos, hay una sobrecarga de pensamientos distintos, personas nuevas
que debes de ir colocando en tu nueva vida. Como cuando ordenas los roperos
añadiendo lo último que has comprado; cada cosa en su hueco, cada persona en su
lugar.

Los tres meses de verano de más diez horas diarias de trabajo, me habían
aportado ocho mil setecientos veintiún euros. Descontando lo que tomé para la
noche de marras; ocho mil euros.

Se llenaba los fines de semana hasta bien entrada madrugada. Yo tenía todo
lo que necesitaban a esas horas; refrescos, agua, bolsas de hielo, patatas fritas,
chuches, bollería, pan y papel de fumar. Me di cuenta de que los clientes del papel
de fumar eran asiduos, y que a la misma vez se llevaban bolsas de snacks,
chocolatinas, pastelitos, helados. Etc. ¡Esta gente joven no dormía!

Paco me decía que me multarían, que mi licencia era de alimentación


congelados, que sólo los chinos pueden abrir hasta madrugada y festivos, y no
pagaban impuestos. Y yo pensé que eso no iba conmigo, yo abriría hasta que
alguien me dijera que no podía hacerlo; y en todo el verano nadie lo hizo.

Y ya en septiembre metida, me di cuenta de que no quería una tienda de


congelados en Murcia, y que los ocho mil euros se quedaban insignificantes en el
fondo de la caja, no tenía ni para empezar. Eran las doce y cuarto en el reloj de la
cocina y Alberto sin llamar.

Pensé en las palabras de mi abuelo;

<Te voy a regalar algo, es un As, piensa siempre que no es dinero, así no lo gastarás.
Por muy mal que te veas, espera siempre a verte peor para usar este dinero. Porque eso
significará que realmente te hace falta. Espero que lo tengas mucho tiempo y al final te lo
gastes en felicidad>
Así lo hice, de hecho después de quince años, de los cuatro hermanos soy la única
en conservarlo, así, como un As. Pero sabía que estaba ahí, mi abuelo estaba ahí y
me ayudaría en esos momentos. Y esos, eran estos.

Era una olla a presión, las ideas y sentimientos bajaban y subían de mi


corazón a mi cabeza, de ésta al estomago. No tenía ganas de comer, aunque lo
intentaba no dormía. Estaba metiéndome en donde nunca quería ni pensar, estaba
tramando contra Paco por primera vez en la vida. Y aun quedaba ver los resultados
de la investigación, esto no había hecho nada más que empezar. Y Alberto sin
llamar.

Tenía tiempo de abrir la caja fuerte y mirar mis cartillas del banco antiguas,
ese dinero estaba en un Plazo Fijo y nunca miraba esas cuentas. Enseguida las
reconocí al ver el verde que salía por debajo del montón. No eran ni las doce y
media, me daba tiempo de ir al Banco en la Gran Vía antes de que cerrara. Tomando
el de menos cuarto, a y cuarto estaría allí, pues era la parada de Santa Isabel y ya lo
tenía comprobado. Ni lo pensé dos veces.

- La cuenta no existe. Esta libreta es muy antigua señora, quizás sea otra
cuenta abierta más recientemente y no recuerda. Voy a buscar por su D.N.I., un
momento por favor…

Si me hubiera dicho; haga el pino por favor, también lo hubiera hecho,


porque me quede como un robot, tiesa;

- No, no aparece. Fue cancelada el 24 de agosto del 2007.

- Pero, ¿y mi dinero?- pregunté muy despacio con el hilo de voz que me salió.

- Pues no lo sé señora, se lo llevaría usted. Aquí no tiene ni dinero ni cuenta a


fecha de hoy. Lo siento mucho, ¿puedo ayudarla en algo más?

A pesar de su amabilidad ni siquiera le respondí cuando me volví. Tenía que


pensar, y tratar de recordar cuando saqué mi dinero, si fue todo de una vez o poco a
poco. Los gastos que me venían a la cabeza, enseguida tenían su pagador, no
encontraba la causa de ese momento que estaba viviendo. Andando sin rumbo
entre la gente inmersa en mis recuerdos y buscando mi dinero llegué a la tienda de
Isabel.

Tenía una puerta de madera vieja aprovechada de decenas de años de uso,


con cristal en la parte superior y una cortinita que descorría cuando tenía que abrir.
Junto a la puerta un pequeño escaparate de las mismas fechas, de dos metros no
más, con velas y otros objetos frutos de las manos y ciencias de ella, así se
completaba la fachada de, La Hechicería.

- ¿Viste un muerto? Cielo ¿qué sucedió?, no es esa la cara que yo vi ayer, ¡ay
dios mío! pero ¿qué pasó?, por favor contadme, poneros cómoda, ¿querés un
matecito?

Ya me había puesto cómoda ella cuando me soltó de los hombros de los que
me llevaba agarrada desde la puerta, y me acomodó en el sofá entre cojines cuando
exclamaba; ¿un matecito?

- No he comido aun...

- ¡Eso no importa nada, mi amor! Estás confundida como casi todos los
españoles, el mate no es café. Te vendrá bien.

- Vale - me daba igual tomar mate o TNT.

Lo puso sobre la mesita y mientras ella realizaba todo un ritual con la


infusión, yo trataba de explicar lo que no tenia explicación.

- Pero no entiendo. Me estás diciendo que tenés un montón de plata en un


banco que no mirás nunca y hoy fuiste a mirar ¿y desapareció? ¿Se esfumó?

No mentía desde luego, sus gestos de asombro eran involuntarios, no se


podía creer lo que estaba oyendo.

- Sí, así es. – sentencié.

- ¿Y vos estás segura que nunca tocó esa plata?

- Sí, totalmente segura. Hace muchísimo tiempo que no miraba este tema.
¡Ah, pero ahora que recuerdo!, hace unos años la tuvimos que poner de respaldo
para una operación de la empresa. Fue cuando empezó a trabajar con una asesoría
que era un holding, y no sé que más pasó. Pero sí recuerdo que el dinero no se
movía de mi cuenta.

- Creo que has sido muy confiada mi amor. Te doy dos opciones; ¿te miro el
tarot o llamamos a Alberto?
- El tarot después si no te importa. Voy a llamar a Alberto.

Y se acomodó a mi lado como si nos conociéramos de toda la vida, pegada al


auricular del móvil para saber hasta lo que Alberto respondía, y abrazándome por
detrás dando golpecitos y muestras de ánimo. Me llamaba muchísimo la atención
todo lo relacionado a esta mujer.

- Alberto… - comencé.

- No me digas nada, - me cortó- ha surgido algo, lo siento. Voy para allá


ahora mismo. ¿Dónde nos vemos?

- Estoy con Isabel,

Me interrumpió cuando se arrimó al micro casi besándome para decir ella;

- ¡Alberto, óyeme!, acá no nos quedamos, ¡estamos las dos como cafeteras con
el tema!, ¡no imaginás lo último!…. Vamos a la tasca, te esperamos allá.

Continuó hablando conmigo aunque veía claramente que seguía al teléfono


con Alberto;

- ¡María yo no sé cómo estás tan tranquila yo me estoy poniendo muy mal


con todo esto! Te digo que noto unas energías muy raras, no sé si vos me entendés.

Y después de colgar y salir, me fue explicando camino a la tasca lo que ella


estaba presintiendo. Me parecía interesante que me dijera su punto de vista desde la
magia y las energías universales de las que ella hablaba. Sabía que existían
hechiceras de este tipo, pero no que fueran aparte diosas de la seducción y el sexo.
Como era Isabel. Me agradaba estar con ella, era una sensación nueva. Estaba en la
calle relacionándome con mi nuevo mundo, mi nueva gente, mis nuevos amigos,
mis ángeles.

Mire el reloj cuando llegamos al bar y ya era las dos y media. Estaba faltando
a mi cita diaria con un solo menú en la mesa de la cocina, y una televisión en alto
que tiene truco. Al mirar hacia arriba tragas hasta lo inflexible, comes sola y tragas
toda tu soledad. Como puñales que día a día te van desgarrando un poco más,
lágrimas secas ahogadas en tragos largos, para no recordar. Sin embargo se
esperaba aun encima, el que yo me ahogara en esa soledad. Lo normal era que
estuviera allí. Los nenes comen en el colegio y él nunca venia a comer. Mi cita diaria
era con la soledad. Pero ese día íbamos de tascas;
- Ven, sentémonos allá, aquel sitio me gusta.- dijo agarrándome de la mano.

- Okay, a mí también me gusta. Hace calor aquí, voy a quitarme la chaqueta.

La plaza estaba preciosa, soleada luminosa. Con sus geranios rojos en


balcones y la fuente, saltando el agua y formando su bullicio particular. Sus olores a
manjares. La gente hablaba reía y comía, mientras Isabel y yo colocábamos los
bolsos, las chaquetas, los pitillos. La servilleta.

Diez minutos después, Alberto venia caminando con las gafas de sol y
conforme avanzaba se contagió por el embrujo de la plaza. Nos miró, desabrochó
los puños de su camisa y remangándose se sentó.

- Menudo día de calor para ser Diciembre, y menudo día de infierno llevo…

Levantó la mano al camarero que pasó a un metro y le encargó una jarra de


cerveza para pensar: para pensar qué queremos comer.

Isabel se estiró en la silla y la trasformó en un trono. Lanzó sus brazos al aire


recogiéndose después el cabello por detrás, y sus piernas cruzadas llegaron en
medio de la plaza. Yo me sentía una espectadora, unos gorriones vinieron a comer
bajo la mesa de enfrente, la señora del puesto de flores entregaba uno y recogía el
dinero al mismo son, la sonrisa iba de regalo. No sabía si estaba triste o alegre. Era
una sensación de estar fuera de escena, de autocompasión. Me daba lástima de mi
misma. Desde mi cocina sólo veo el patio de luces. Doce años el mismo patio de
luces.

- ¡Despierta! ¡Estamos aquí!- Alberto se arrimó a un palmo de mi cara.

El sobresalto al tocarme más arriba de medio muslo y su grito me sacó de esa


tristeza, pues todos nos dimos cuenta de mi despertar y las carcajadas cambiaron el
tono del estado de ánimo. Del mío, claro.

- ¿Qué quieres comer tú?- me preguntó.

- Me da igual, lo que vosotros pidáis, de verdad.- Cualquier cosa nueva me


venía bien.

- Cuéntale mi amor o le cuento yo. Estoy en ascuas, no se a que esperar…

Empecé a contarle todo a Alberto detenidamente, y ella nos miraba de hito en


hito;

- Necesito información sobre todo eso. Me interesa el nombre de la empresa,


ese holding con el que se asoció. ¿Tienes acceso a esa documentación?

- Pues, la empresa es de los dos. -Razoné.

- Podemos hacer dos cosas; una por detrás y otra por delante,- su cara se
transformó un instante en morbo, en sexo- Podemos intentar que consigas esa
información tú sola y yo investigue, o directamente las cartas boca arriba; haz una
auditoria. Habla con Paco sobre tu dinero. Te debe de dar explicaciones, yo me
inclino a que empecemos por ahí. Hay mujeres que dicen que no quieren levantar
sospechas con estos movimientos, y se meten en procedimientos muy largos y
costosos. Porque lo que te aseguro es, que sacaras muchísima documentación, pero
la que te hace falta no estará ahí. Si te ha mentido María, no lo vas a encontrar tan
fácil. Habla con él. Tú no tienes nada ahora mismo que perder.

Por primera vez Isabel calló la boca y comió. Seria porque estaba escuchando.

- Alberto, yo tengo la contraseña de la caja fuerte.

- ¿Pero hay otra caja más o sólo esa?

- En el despacho de la nave hay otra.- Lo dije con preocupación.

- Pues ahí está lo que tú necesitas, en tu casa desde luego que no. Lo que Paco
nunca se imaginó es que esas cartillas antiguas fueran el detonador, quitarlas
tampoco hubiera sido una buena idea.

- Sí, estaban debajo de todo lo demás.- tuve una idea- ¿Por qué no vienes tú a
casa una mañana y la abro para repasar todo lo que hay?

- Habla con él.- me aconsejó.

- Ya, después. Antes hay que repasar todos los documentos que hay allí, y no
los puedo sacar, hay más de un metro de papeles.- hice un gesto magnánimo con las
manos.

- ¿Más de un metro?, ¿de qué tipo de papeles?- Por fin desperté su interés en
mi caja fuerte.
- Escrituras, archivadores, tasaciones, yo que sé, muchísimos. Los vi por
encima anteayer.

- Vale, el lunes por la mañana lo hacemos. Es interesante. Pero tú ves


pensando que tienes que hablar con él sobre tu dinero, a veces las cosas no son tan
complicadas, las hacemos complicadas con estas intrigas. Quizás te dé una
explicación y no haga falta hacer mas nada, hazme caso.

- Sí, pero antes quiero llevar todo mi armamento. Hagamos lo acordado.


Vigílalo una semana. Las catorce horas escritas y con pruebas de todo. Lo necesitaré
cuando llegue ese momento. Tú no conoces a mi marido, no sé cómo, pero al final
siempre le da la vuelta a todo.

- Bien, empiezo el martes que viene. A las siete de la mañana esperaré a Paco.

- No te preocupes por nada –dijo limpiándose con la servilleta dispuesta a


beber- Ya verás que todo sale bien - bebió un trago de vino - ¡Hombres¡
37/Simulacro de despiste.

Durante todo ese fin de semana estuve recordando sucesos, anécdotas de mi


vida en común con aquel hombre que a veces miraba y algo me decía, que no
le reconocía. Utilicé ese sábado y domingo el viejo truco de madrugar para arreglar
el trastero Así evitaba encuentros con Paco en la cama.

Cuando subí del trastero que estaba en los garajes comunitarios, se había ido
con el crio a la nave industrial. Lo de siempre. Mi hija estaba en el sofá con la
televisión, los auriculares de música puestos, y el móvil a la vez. Y yo disfrazada de
ama de casa simulando que hago mi oficio, bajo y subo trastos simplemente por
cambiarlos de sitio. Por gastar tiempo mientras pienso, y que no se me note que lo
hago. Parecía que me fustigaba con todas las conclusiones de autocompasión que
me dedicaba. Pero al menos me iba dando cuenta de mi realidad.

Sabía que mi marido andaba con otras mujeres, pero llegué a pensar incluso
que iba con hombres. No podía visualizar a la mujer con la que lo veía, pero la veía.
Sin embargo, la imaginación que no tiene límite cada día le ponía una cara distinta,
una raza, unos pechos. Unos besos y juegos distintos. Puedes volverte loca, como
Juana. Igualica.

El lunes a las diez de la mañana estaba preparada para el plan con Alberto.
Quería saber qué pasaba en mi caja fuerte. Si él veía algo que yo no hubiese visto.
38 / Diciembre, 20, 2011 Misión Posible.

Amanecía. Me asomé al balcón sin ponerme la bata y realmente que estaba el


invierno y la navidad a la vuelta de la esquina; titiritaba. Más motivos tenia para
tener escalofríos al ver el coche de Alberto aparcado en la confitería, y mirando a la
derecha, el morro de nuestro coche con las luces encendidas apareciendo por la
salida de mi garaje. Lloviznaba, Paco puso los limpiaparabrisas. El Plan estaba en
marcha, no había vuelta atrás.

Con un acto mecánico, ya con la mente montada en el derecho de Alberto me


fui a la cocina a poner mi cafetera; si ella no estaba no podía pensar. En la cocina,
pensaba, fumaba, escribía, lloraba, planeaba y comía. Salí a la galería para que no
me oyeran los nenes y llamé a Alberto. Eran las siete y diez de la mañana;

- Buenos días, te he visto.

- Ya lo sé, ¡cómo no!,… ¿estás bien?

- Sí, nerviosa pero bien.- exhalé el humo con fuerza.

- Vale, pues ahora quiero que te tranquilices y me dejes trabajar. No me


llames si no es estrictamente necesario, si hay algo ya te llamaré yo a ti.

- Vale. Gracias, de verdad.

- De gracias nada, ya me cobraré, no te equivoques ni mezcles.

Me desconcertaba a veces, no sabía si me hablaba en serio o en broma, pero


instintivamente confiaba en él;

- Por supuesto, tengo una deuda contigo, no lo olvido – quedé muy bien, ya
sabía jugar.

- Vale, pues vete a la peluquería que ayer llevabas unos pelos muy raros – y
cortó.

Me tuve que reír. Se refería a los pelos que me dejó cuando me agarro
morreándome en un descuido. Esa ironía me desataba, rompía los yugos de los
formalismos, de lo habitual y común. De lo políticamente correcto. Recordé como
un piñizco la escena del francés metiéndome el dedo en el ano.

Esa mañana salí de la casa a la hora del colegio, y directamente arranqué mi


coche y me fui a desayunar con Isabel. Estaba que no estaba; necesita su bullicio, su
abrazo, su mate, su cariño;

- ¡Déjalo mi amor!, ¡olvídate! ahora toca relajarse. Deja de preocupaciones


absurdas, todo está en mano de Alberto, confía en él.

Marcamos el silencio mientras removíamos el azúcar, cada una de nosotras


recordó a ese hombre a su manera;

- Sois muy amigos, ¿verdad?


- Sí, es muy difícil no ser amiga de esa persona. Pensad y debés saber que
hará todo por ayudarte. Si vos sois algo suyo, te ayudará hasta el final. Veras que es
una personalidad rara, ¡que te rompe los huevos en ocasiones!, ¡así es!, pero cuando
se entrega, es con una lealtad sin límites. Alberto va de vuelta mi amor – bebió y
comió un trozo de madalena, muy atenta escuchaba muda su historia, cuando
comía ella, lo hacía yo – Creo que ha estado en todas las guerras que ha habido
desde que nació. Es un veterano. Una máquina de guerra – dijo dándole la
sobriedad que necesitaba tal frase.

- ¿Una máquina de guerra?- mi ingenuidad sobrepasaba a veces sus límites.

- Sí, así es amiga. Ha estado haciendo muchas obras humanitarias, pero


también ha matado a algunas personas, ¿entendés?- Preguntó con los ojos, más
claro no me lo podía decir.

- ¿Alberto? - No sé por qué pregunté esto, bastante claro era que sí; Alberto.

- ¡Sí!, Alberto fue marine – soltó como una confesión.

- ¿De los Estados Unidos de América?- No me lo podía creer.

- No, ¡de Cartagena! ¡Pero vos en qué país vivís!, Alberto fue infante de
marina. Un soldado de élite querida; ¡Un marine¡

Llamaron a la puerta; era una clienta que venía con cita para recoger su
pócima, amarre, o lo que sus sabias manos le hicieran. Rápidamente se pintó los
labios color violeta y abrió. Yo me quedé en la trastienda terminándome el café y
pensando en él.
39/ Diciembre, 20, 2011 - La hora de la verdad.

Durante toda la semana se tomó ese ritmo; nenes al cole, visita a Isabel,
comida en las flores, recoger nenes del cole, y casa. Lo peor era la noche. Cuando
oía las llaves de Paco abrir la puerta, el hígado me subía a la pleura y las anginas me
bajaban al píloro. Me cambiaban los órganos de sitio. Es impresionante como el
cuerpo es dominado por las emociones, hasta qué punto daña un disgusto, una
ansiedad, una muerte. Unos cuernos. Una mentira o una verdad.

No tenía que hacer nada nuevo, el guion de nuestras vidas nos lo sabíamos a
la última coma, así que cómo siempre vino y me beso la mejilla;

- ¿Qué?- Inicio de Paco, con palmadita en el culo y beso “mejillal”.

- Ná. – devolviéndole el beso sin girarme del fregador – aquí, preparando la


cena.

<Giro de Paco tomando el pasillo hasta nuestro baño, transcurridos unos cuatro
minutos sale en zapatillas a su despacho; ya no le veo hasta la cena en la mesa que es el peor
momento, por suerte están los nenes como subalternos. Después se acuesta a ver la tele en la
habitación>. Mentalmente lo tenía todo meditado, pero el diablo a veces te da la
buena suerte, para joderte después.

- Nena – Apareció por la cocina cuando lo suponía en el despacho.

- ¡Ay! ¡Paco, me has asustado! - la leche que le dieron, qué sobresalto llevé.

- ¿Por qué te asustas?- dijo con incomprensión.

- ¡Me has chillado! – era mentira, pero me salió eso.

- Pero como te voy a chillar si vengo hablando bajo para que los críos no me
oigan, ¡joder! – dijo pegado a mi nariz.

- ¡Por eso me has asustado, porque vienes con esas intrigas! – ¿Qué quería
Paco?, se había enterado dios mío.

- A ver si te aclaras Mari, ¿te he chillado o te he hablado con intriga?- hablaba


en el tono más bajo que le permitía su voz, y terminó con los brazos en jarra.
Cambié el tercio. Tenía que hacerlo, siempre que empezábamos así
terminábamos mal.

- Paco, ¿qué pasa?, vale ya me estas asustando – después de decirlo pensé


que no debí decir eso, lo arregle añadiendo – ¿no habrá pasado nada a tus padres?

- ¡Que no!, que no es eso, ¡lo que faltaba! No, eso ni lo menciones.

Se sentó echándose las manos a la cabeza tapándose la cara y ahí quedó. Yo


estaba pegada literalmente a los muebles de la cocina mirándolo. Alargó la mano
para cogerme por el mandil y salí corriendo a encerrarme en el aseo.

Me entraron unas ganas tremendas de tomarme un matecito, estaba


entrándome una diarrea de las de “albercoque verde”. Paco llamó a la puerta.
Entonces los golpes retumbaron en mis entrañas y me senté en el inodoro; el pedo
habló por mí. Nunca un pedo fue tan acertado ni oportuno. Al ser largo y con altos
y bajos en clave de Do, lo explicó bien.

- ¡Ah!, vale Mari, ahora hablamos. No te preocupes nena… te quiero.

- Y yo. – Solté esa gilipollada cagando.

Deseaba seguir cagando decenas de horas para no tener que salir, había otra
opción; detener el tiempo. Pero ninguna de las dos era viable.

¡Alberto!, ¡Isabel!, me acordé de ellos, pero no tenía el móvil, ¡se quedó en la


cocina con la tarjeta “secreta” puesta! Tenía que cogerlo inmediatamente. Abrí
como si me acecharán y corriendo como un senegalés atravesé el pasillo a tal
velocidad que me pasé la puerta de la cocina. Mientras pasaba deslizándome con
las zapatillas del frenazo, vi lentamente como Paco levantaba la mirada de mi móvil
que en las manos lo tenía. Ideas me dieron de seguir patinando escaleras abajo con
la bata y el mandil y desaparecer de la escena, pero el marco de un metro de nuestra
foto de boda me sirvió de agarre. Frené. Me quedé agarrada a él, parecía que fuera a
revivir el vals de nuestra boda. Paco asomó la cabeza por la puerta con mi móvil en
la mano:

- ¿Qué haces?..

- ¡Que se quema el pan del horno!- lancé la pierna para girarme como la
bailarina de un joyero, y corrí hacia adentro.
- -¿Qué pan? El horno está apagado, no has puesto ningún pan.

- Sí, es cierto- no me atrevía a levantar la cabeza, tenía el puto teléfono en las


manos – pensaba que se quemaba.

- Lo dejó sobre la mesa y me miró.

- Ven mari, quiero hablarte de un tema de la empresa.

- ¿de la empresa?- tragué saliva.

- Sí. He esperado el máximo para decírtelo porque de todas formas no hay


solución, no quería inquietarte.

No le había dado tiempo de abrir nada. No leyó nada. No supo nunca que
tuvo en sus manos el talismán, la pieza, el secreto, la llave que podía abrir mi
verdad. No se podía vivir con tanto sobresalto, si no hubiera evacuado saldría
corriendo de nuevo.

Tal alivio sentí, que lo que me pudiera decir lo esperaba ya como buenas
nuevas.

- ¿Te acuerdas cuando empezamos con la promotora. ésa que nos dejaron los
pagares colgando? Cuando el fraude de la región... ¿recuerdas?

- Sí, lo recuerdo.

Por fin Paco y yo estábamos hablando en serio.

A veinticuatro horas de terminar la investigación, aun no sabía nada de nada


de ella. Era jueves en la noche. No podía dormir después de lo que me contó mi
marido; se avecinaban juicios, problemas, deudas. Mi dinero se cambió de cuenta
unos años después del paso de la peseta al euro, y siempre se utilizó como aval, o
garantía colateral en una Línea de Crédito. Cincuenta mil euros me dejaron mis
abuelos. Sólo diez mil euros quedaron a salvo en una libreta donde aparecían mis
hijos y yo; El plazo fijo. No recordaba todo eso, esas fechas eran para mi maternidad
y recién estrenado matrimonio. La vida me sonreía. Todo eso era cosa de Paco. Hoy
sé, que eso repercutió favorablemente a la familia aunque ahora la perjudicada
fuese yo. Sin el dinero del abuelo, nos hubieran embargado la casa familiar.

Sentía compasión de ver a mi marido así, tan deprimido, y muchos cargos de


conciencia porque encima, su timón, su fuerza, su motor alternativo le estaba
fallando. Lo había visto llorar hacia siete años, cuando murió su hermano. Había
estado con todo el tema en secreto para no preocuparme, porque de todas formas
no había nada que hacer. Me sentí una traidora, me arrepentí de haber conocido a
Isabel y mucho más a Alberto. Todo eran remordimientos esa noche.

Hacía mucho tiempo que no follábamos con cariño, con recuerdo, con
entrega, sin condición.

Esa noche lo hicimos, y dormí abrazada a mi marido con la firme convicción


de parar toda la conspiración que había puesto en marcha

Nos miramos como dos enamorados cuando salió por la puerta esa mañana,
entré a mi cocina y comencé a poner en la mesa todo para pasar el día como el que
va de camping; revistas de pasatiempos, el cubo de bolis, cenicero, la cajita del
tabaco y encendedor. La radio. La lista de la compra. El monedero y el portátil que
va a todas partes ya conmigo como una prolongación de mis brazos. No tenía
intención de comer por ahí, mi patio de luces no me resultaba tan desagradable A
las ocho de la mañana levantando a los nenes me tomé el segundo café. Mi suegro
los llevaba todas las mañanas al bus, le servía de entretenimiento y utilidad.
Bienvenida olvidada rutina. No habían pasado ni horas y ya estaba posicionada de
nuevo en el pasado, pero qué obsesión de retroceder, incluso a lo que perjudica. Es
la rutina que si se hace un hueco nunca se va de tu vida
40/Alimentando la duda.

Era el momento de llamar a Alberto y detener aquel absurdo juego;

- Hola Marie, ¿cómo estás? - hablaba desde el manos libres del coche.

- Bien, oye tenemos que hablar.

- ¿Ha pasado algo?- se entrecortaba la llamada – se va a cortar, estoy


entrando al túnel de Lorca, ahora te llamo yo – y cortó.

Me senté a esperar de nuevo su llamada, era algo importante para mí esta


conversación pues lo iba a parar todo y pedirle la cuenta. Pensé, que algún material
fotográfico podría tener a estas alturas. Quizás ahora se destapaba de nuevo algo
que me hundiera. Quizás era mejor no verlas y seguir. No sabía qué hacer con estas
fotos, en el caso de que las hubiera;

- Dime Alberto.- dije ansiosa.

- Oye, mira, estoy entrando a Lorca, voy detrás de Paco. Esta mañana ha
cogido el furgón grande de la nave, ha ido a un sitio, lo ha cargado y por aquí va. De
momento no sé dónde.

- ¿Lo ha cargado de qué? - ¿de qué hablaba?

- De cajas. Quiero verte esta tarde, tienes que venir a Cartagena arréglatelas
como puedas. Es imprescindible que vengas pues hay información privada y videos
que no voy a reproducir en ningún sitio fuera de mi despacho. Cuando te los lleves
los pones tú donde quieras.

- Me estas asustando – era la verdad.

- No te asustes. Toma un autobús en San Andrés y te recojo yo aquí. Después


te llevo a Murcia, tranquila, no pasa nada. Si fuera serio o importante, ¿crees que no
te lo hubiera dicho ya?

- Sí, es cierto. Bueno, voy a preparar esto, hablaré con mi suegra como mucho
a las siete tengo que estar en la casa, no tengo el tema para estar levantando
sospechas. Ya te contaré, ya sé donde están mis cincuenta mil euros

- Estupendo, después hablamos. Ha llegado, tengo que aparcar.

< ¿Cajas?, ¿Cajas de qué? ¿Ha ido a un sitio y lo ha cargado de cajas? pero, ¿de qué
son las cajas? ¡Ha sacado el furgón temprano ha ido a un sitio, y ha sacado las cajas!, pero
¿qué cajas? ¿A qué va a Lorca? No me ha dicho ná de que vaya a Lorca.>

Comenzaba el bucle de las absurdas-sin-respuesta. La duda que andaba


dormida en el sofá, ahora reclamaba su desayuno haciendo de mí su dieta. La duda
vivía en cada rincón de mi casa, estaba hospedada desde que un día cayó desde su
móvil en forma de semilla. Después anidó en el armario, en el carmín de sus
camisas, en los bolsillos de sus chaquetas, en los slips que a menudo olfateaba antes
de meter a la lavadora. La duda me hablaba de mi marido todo el día, si planchaba
o si veía la tele. En cualquier sitio menos imaginado la duda me ponía alguna
amante joven delante, alguna rubia operada golfa para que la viera, y me hacía ver
realmente, ¡que mi marido era un ogro! me estaba destruyendo, tenía que echarla
de allí, de nuestras vidas, pero cada suceso alimentaba su fiereza y yo ya estaba
realmente demolida; mi fe en Paco se sostenía con palicos y cañicas. Mi corazón
sangraba, así que lo tenía que cubrir con mentiras como tiritas, siendo lo único que
lo aliviaba.

Era un ascensor de esos antiguos en los que subiendo ibas viendo planta por
planta todos los pisos, ruidoso y con sensación de inseguro. El despacho de Alberto
no tenía cartel informativo de sus servicios; ni abajo en el portón, ni arriba. Era de
esas casas de finales del mil ochocientos con paredes altísimas y orillas
redondeadas, con cornisas pintadas a mano delimitando el techo y ventanales
alargados de madera por toda la estancia y en forma de chaflán. Al abrirlos se
convertían en una caja de música, pues todos los pájaros volaban girando sobre los
coches, como si de una circular aérea se tratara. Otros se relacionaban en las copas
de los arboles, aprovechando los últimos rayos de sol.

Entonces cerró el ventanal, echó unas cortinas espesas y cesó la música,


encendió la luz.

- Toma – se fue al mueble bar.


- Qué - le seguí.

- ¿Qué quieres tomar?- se metió detrás como un camarero.

- ¿Es obligatorio o una cortesía?- dijo mi miedo irónico.

- Es una invitación de un amigo que sabe que te sentará bien.

- Pues, lo que quieras.

- No, lo que tú quieras.- me dijo con toda su lógica.

- Lo que tomes tú- solucioné rápido.

Puso dos whiskys añadiéndole hielo al mío y agua, y nos sentamos en el


salón del video. Tenía un sillón grande, color granate, de piel, y una mesa también
de buen tamaño, cuadrada en madera de roble. Delante, en toda la pared, un lugar
para el video y las fotos.

- Bueno, dime, no des más vueltas Alberto, sea lo que sea, suéltalo ya – quien
no me conociera, estaría viendo una mujer muy dura.

- Marie, a pesar de lo que yo te enseñe, tu marido es el único que de verdad te


puede decir cuáles son sus sentimientos. Problemas en las parejas pueden haber
muchos, siempre es mejor una explicación, las cosas a veces y muy a menudo se
confunden, yo siempre quiero que esto quede claro por los dramas que se pueden
evitar.

- Corta el rollo Alberto, - le interrumpí- me estás poniendo más nerviosa aun,


dime qué pasa. No soy tonta, tengo un puñal clavado en el corazón desde esta
mañana, sea lo que sea, dímelo ya. No puedo seguir en esta situación más tiempo,
me estoy consumiendo Alberto - ya comencé a llorar bruscamente- , no imaginas el
calvario que llevo pasado, soy una persona que no expresa ni cuenta sus
intimidades pero yo me estoy muriendo desde hace más de un año, cuando empecé
a saber todo esto...

- los mocos y lagrimas se juntaban en la barbilla, y el llanto no me dejaba


hablar – O más o nunca más, pero debo de saberlo.

Me abrazó y lloré más aun. Pasados unos diez minutos, apagó la luz del todo
y empezamos.
- Primero, quiero que veas una foto. Dime…

Le dio al mando a distancia e inmediatamente apareció la foto de dos metros


con la cara de una mujer, imposible equivocarse; todas las mulatas, jovencitas,
rubias operadas, putas, amas de casa insatisfechas, secretarias ambiciosas,
camareras golfas, travestidos, lesbianas, amas, sumisas y amores de juventud que
habían pasado por mi cabeza durante este tiempo, se esfumaron para no volver más.
No podía ser otra; no sé por qué no lo pensé antes; ¡Era todo tan surrealista!,
entonces, me estaba volviendo loca del todo.

- ¿La reconoces Marie?- dijo con preocupación.

- Sí – ya no lloraba, no parpadeaba, ni suspiraba.

No podía dejar de mirar la imagen sonriendo, con gafas de sol y la mano


apoyada en la puerta de un coche azul, no pensé que volviera a verla.

- ¿Quién es?, dime…

- Es la frutera.

- La que me contaste, ya recuerdo. Mírala bien. ¿estás segura?

- Si, es ella. Inconfundible, un poco más kilos se ve, porque la cara la tienen
más redonda…

Me dejó en mi silencio con la foto y fue al aseo. No dejaba de recordar


aquellos días en los que estaba con ella.

<Él vio lo que sufrí y aun así, ha seguido viéndose a escondidas, mintiéndome a mí por
ella. Sí, no pude olvidar las noches en vela deambulando por la casa, es cierto, sí. Estoy loca.
No me cabe la menor duda>

- Bien, ¿Cómo estás?- Alberto me sacó de mi flagelación.

- ¿Cómo quieres que esté?-culpando al mundo.

- Esto pasó ayer, jueves. Durante toda la semana Paco se ha visto con una
mujer dos veces, y ha comido con dos mujeres y otro hombre dos días más.

- ¿Qué? Por favor repítemelo despacio- me retumbaba la cabeza.


- Mari, tu marido se ve con una mujer, pero no es la frutera. Sobre todo por lo
que vas a ver…

- Pero… ¿Cuándo?, ¿de dónde saca todo ese tiempo?- la pregunta tenía ya su
respuesta; catorce horas.

- No siempre será así, quizás otra semana no vea a ninguna, entiéndelo así,
esto no es una norma. La comida con ese hombre parecía de negocios por lo que
escuché; Placas solares en embargo.

- Ya, pero Paco ha visto esta semana a la frutera, a otra a otra y a otro. ¡No
quiero ni puedo volverme loca!- grite mismamente como una loca.

- ¡Pero no te agarres a eso! ¡No divagues, no imagines, no inventes!, por favor


te lo pido- se alteró- Todas las mujeres que se acerquen a tu marido no están liadas
con él, compréndelo, no es así. Puede, que entre todas haya alguna, puede. Pero no
lo sabemos aun, ¿okay?

- Bueno, y ¿las putas qué? - me tranquilicé aparentemente.

- ¿las putas qué?- se encogió de hombros.

- ¿Va de putas mi marido?- dije tan convencida de haber dado en el centro de


la diana.

- Pues esta semana no. Pero sí. Tu marido va de putas.- fue sentencia.

- ¿De qué conoces a Paco?- tenía un cortocircuito.

- De que es un tío, con una polla entre las piernas, hay muchas putas y todas
viven…

- ¿Dónde viven? – me rompía los huevos este tío, como dijo su amiga.

- Pues seguro que en este edificio hay al menos una. Porque sí, Marie, me
rompes los esquemas bonita, a veces pareces tontita o te lo haces… Todos los
hombres van de putas, algunos, alguna vez suelta y otros en cuanto cobran como el
que va al Pryca.

No era recomendable que escuchara eso. Para mi mente cualquier nueva idea
de provocación para mi marido me volvía loca; más;
- Esas de la mesa, ¿te parece que son de esas que hacen tríos?

- ¡Madre mía mi divina! no te imaginas las cosas inimaginables que hace o


sueña quien menos te imaginas… Sinceramente, la primera impresión es que no. Te
aseguro que las mujeres más explosivas van poniendo más barreras que las que no
lo son y pasan desapercibidas ¿entiendes?, Hay lobas que parecen hienas, no son
agraciadas aparentemente, pero son lobas.

¡Lo que me faltaba!, ahora tendría que desconfiar hasta de las feas;

- ¿Y gordas o viejas?- cualquier información me vendría bien para mi


memoria RAM del polvorín.

- Hmmm, no te imaginas el morbazo que tiene una gordita, y si es guapa y


viciosa son muy calientes y cariñosas, dejan un buen sabor de boca.

- ¡No sigas, por favor! ¡Céntrate! – sinceramente, no quería oír más.

- Eso hacia – rio a lo Groucho – Bien, prosigo; eso no es todo, quiero que veas
algo más. Cuando te dije que había sacado cajas y las había llevado a Lorca, me
resultó muy llamativo que cargara cierto tipo de enseres, como estos. Te lo voy a
contar todo ya porque a partir de aquí, es cuando hay que saber quien son. Pero me
falta este día más.

- Mira Alberto, no te ofendas pero me lías, me haces la cabeza una cafetera,


como dice Isabel.

Dio al mando a distancia y el zoom se alejó. Entonces poco a poco los pixeles
se colocaron en su sitio y apareció el mismo coche, la misma mano apoyada, la
misma sonrisa, con la misma mujer de cuerpo entero esta vez. Una mujer
embarazada.

- Ella le abrió la puerta trasera de esta casa en bajo en Lorca, y metieron las
cajas. También iba una cuna. Mañana sábado voy a ir a saber cómo se llama y
obtener información, creo que es lo más necesario. Tenía que hacerte venir porque
intuía que esta no es un lio, parece otra cosa, y quería saber si la reconocías. Hasta
que yo no regrese no hables pues traeré la verdad. ¿Me lo prometes?

- Sí.
Algunas fotografías más de mi marido en la mesa, comiendo y riendo con
esas otras mujeres fueron sucediéndose; pero la que me mató ya había pasado.

- Déjalo así. La investigación ha acabado, gracias. Gracias por todo.


Prepárame la cuenta, por favor.

- No. Mañana voy a traerte la verdad, si no quieres no me lo pagues, pero


hasta mañana tengo de plazo, me lo has prometido

- Llévame a casa, por favor.

Me sentía angustiosa, mareada, tenía mucho frio. Deseaba quitarme los


zapatos y estar en mi sofá esperando a mi marido. Apenas me salían palabras,
parecía que me hubiesen apaleado, en todo el trayecto Alberto me apretaba la mano.
Desde luego que no llevaba al lado a la Divina Marie, desconocía que esa persona
fogosa sexualmente, viciosa, y segura de sus actos, con una mente ordenada y una
vida equilibrada era una loca de amor. Esto subyace debajo de la piel, no tiene una
sintomatología aparente pues tales síntomas sólo aparecen con la persona amada.
Los demás no tienen por qué saber que ni siquiera estás en tratamiento; eres una
bomba andando.

41/Dic. 2011 – La Noche del Fin del Mundo.

Me dejó en la puerta pero no podía subir a casa; no podía desaparecer, no


podía asustar a mis hijos ni enterar a mis suegros, no quería disgustar a mis padres.
No podía con mis yugos.

Deambulé por la calle, y sin darme cuenta estaba en la puerta de la iglesia.


Entré y mirando a los ojos a la madre avancé hacia ella, me arrodille en mi suplica;
- Madre. Madre, escucha a tu hija que te implora. - Era el único lugar que me
permitió liberarme y llorar- mama, hace tiempo que no te hablo, y hoy llego hasta ti
rota, ¿alguien piensa realmente en mí? ¿a quién le importo? Dime, ¿en qué me he
equivocado?, ¿para qué me he sacrificado tanto? mama, ¿por qué dejas que sufra así?
¿qué hice mal? Ayúdame, no ves que no puedo más. ¿qué voy a hacer ahora?
Devuélveme a mi marido, habla con el Padre, mama, ayúdame por favor, pídeme lo
que quieras, ayúdame. <Dios te salve María, y a mí también… llena eres de gracia…>

Cuando salí a la calle el llanto me había agotado aun más. Las luces de
navidad comenzaron a encender la gran avenida. Navidad. Parejas agarradas
fuertemente con sus regalos, niños con los mayores planes del año. Hogares donde
reina el amor.

- Madre, no me abandones. – seguía rogando en plena calle.

Llevaba mucho tiempo sin entrar a rezar; cuando el hombre se ve perdido se


acuerda de Dios, cuando peor estamos en la vida nos acordamos de la madre.

Me sentía muy sola, me pesaba el dolor y las responsabilidades eran lastres


que me asfixiaban, pero esto era un sueño, un mal sueño, una pesadilla; esto era
peor que todo y que nada:

<Mis hijos tendrán un hermano de una mujer que me destrozó la vida. ¿Cómo ha
podido hacerme esto?>

Me pasé la parada del bus de nuevo, crucé y tomé la orilla del rio.

< ¿Pero qué me ha hecho mi Paco? ¿Por qué, dios mío? Paco. Paco >

Me detuve y saqué el móvil del bolso, era de noche ya y estaba bastante


oscuro, avancé hasta la farola para poder ver;

<Paco me va a decir la verdad, Alberto me lo dijo; sólo él sabrá expresarte sus


sentimientos. Pero ¡qué sentimientos ni que mierda!, va a tener un hijo con esa mujer, va a
tener un hijo con esa mujer, me ha mentido, todo ha sido mentira.>

No me importaba nada que me vieran llorando bajo la farola, no me


importaba nada el mundo;

< ¡Por eso no está mi dinero, se lo ha dado a ella, para su hijo, me va a dejar!>
El cuerpo fabrica energía y la consume a su libre albedrio pues estaba
abatida, rota, arrastraba los pies, pero un torrente de adrenalina recorrió mi cuerpo
que me irguió, agarré el bolso debajo del sobaco como una cartera, y ni bus ni taxi ni
nada; en diez minutos estaba entrando por la puerta.

Dejé el bolso en la mesita del recibidor, iba ida lo reconozco, pero ahora muy
tranquila. No me importaba nada; saltó el piloto rojo. Ni remordimientos, ni llantos.
Ni tortura, ni recuerdos, ni pasado, ni respeto, ni perdón. Quedaba de espaldas
sentado en su sillón de la salita y la cabeza le sobresalía diez centímetros, eso era lo
único que vi de Paco desde la puerta;

- Mari, ¿de dónde vienes con el frio que hace?-

Escuchó mis tacones al entrar pero ni siquiera se giró para hablarme.

Sin mediar palabra ni pasar segundo alguno, le mordí la cabeza por el


temporal derecho. Había una fuerza superior a mí y a todo, imposible de detener
ese momento; si hubiera podido hubiese abierto la boca y me lo hubiera comido
entero, como una anaconda, No podía pensar en lo que me había hecho, ¡un hijo
bastardo con otra, ni siquiera conmigo! de nada sirvieron las palabras de Alberto y
mi firme promesa de esperar; en cuanto lo vi me lo comí. No tenía ninguna
intención de soltarle aunque se levantó y quedé colgando como un bulterrier;

- ¡Mari, por la virgen santa, nena, te has vuelto loca!

Yo miraba a Paco de reojo y él a mí; esa era la única manera de mirarnos que
teníamos. Nuestros cuatro ojos estaban abiertos; dos de furia, dos de espanto.

- Suéltame Mari, ¡no quiero hacerte daño¡

Cuando dijo, “no quiero hacerte daño” pensé; ¿más? Mordí más fuerte, tiré,
desgarré. Rabié. Me cogió la mandíbula y la apretó con sus fuertes dedos para que
no presionara más. Mis hijos estaban en la puerta temblando; en todos los años que
tenían jamás habían visto cosa igual.

Habíamos caído al suelo entre los dos sillones, pero pasara lo que pasara yo
seguía enganchada a su cabellera.

- Llama al abuelo, ¡corre! - gritó Paco- nena, por dios santo, ¿qué te pasa
cariño?, ¿qué te está pasando?
Yo respondía rabiando. Sus piernas habían quedado sobre el brazo del sillón,
la mesa y la lámpara del rincón, pues al ser tan grande no cabía en la escombrera
que se montó. Yo, sentada en el suelo en medio de los dos sofás, sacaba la cabeza
para poder seguir enganchada. Sentí su sangre. Bajaba por la comisura de mis
labios, Paco lloraba. Ya no me hablaba, ni movía. Entonces empecé a soltar tenía la
boca dormida, con dificultad de cerrarla incluso. Los nervios se destensaron, las
cuerdas que nos habían estado lisiando se soltaron.

- Pero ¿Qué pasa aquí? ¡Ay dios mío, hijos míos! levantad del suelo. Salid de
ahí los dos.

Mi suegro no podía con su reuma, su hijo, y yo; pesábamos mucho los tres.
Mi marido se levantó del suelo y le pidió a sus padres que se subieran a nuestros
hijos a dormir.

- ¡Llevas sangre en la cabeza! ¡Paco! - Saltó mi suegra con un pañuelo en la


mano que acababa de salir del bolsillo de su bata- déjame que te vea… ¿qué te has
hecho ahí? …Pero, ¿Y estos cristales? ¡Dios mío!

- Por favor; No. Os pido por favor que me dejéis a solas con mi mujer. Por
favor mama- y beso a su madre en la frente- por favor- miro a su padre.

¿Qué le pasa a mi madre?, quiero ver a mi madre. ¿Y mi papá? Estas frases


no las olvidaré nunca, menudo susto llevaba mis hijos en el cuerpo.

Los dos solos ya en la casa nos quedamos sin hablar, pero había una tensión
que se oía, como cuando te arrimas a una torre de alto voltaje; vibra, zumba, es un
sonido que zigzaguea, Los cristales de la lámpara y el cenicero, quedaron
esparcidos por todo el comedor; hasta encima de la mesa brillaban como diamantes.
Yo seguía en el rincón metida con la cara entre las manos mientras él fue al baño;
salió con una toalla mojada puesta. La tiró al suelo llena de sangre y abrió las
compuertas que parecían los dos brazos de los sillones frente a mí;

- Sal de ahí,- se sentó en el suelo conmigo y como aun no cabía, metió un


empujón al sillón desplazándolo hasta que frenó con la mesa, dejando así sitio
suficiente - ven, no pasa nada, esto no es nada. Cariño esto no es nada, sal de ahí te
vas a cortar – yo seguía ocultada tras mis manos- Mari, eres mi mujer, mi vida.
Nena, me importa menos que nada esto, me importas tú.

Si esa situación se hubiera prolongado más tiempo, realmente que hubiera


terminado ingresada en alguna clínica mental.
- Por favor, no mientas más – aun no había quitado las manos de mi cara.

- ¿Qué no mienta? ¿de qué?, ¿de que no mienta más?- dijo agarrándome las
muñecas para destapar mi cara.

- ¡Vas a tener un hijo!- le grité.

- Mari, ¡eso es maravilloso!, no te pongas así, nena...

Comenzó a hablar como un “harecrisma” de esos de las sectas, su cara


reflejaba alegría, absurda pero alegría, la sangre le bajaba como riachuelo por la
oreja, el cuello, el pecho. Estaba perpleja, de todas las demostraciones de poca
vergüenza y cinismo que había hecho ese hombre hasta la fecha, esta era la del
doctorado. Sabía que mi marido era otro, quizás tomaba drogas. Rencor y lástima
sentía al mismo tiempo de verlo así.

- Y… ¿Cuándo esperabas decírmelo?

- Después de que tú lo supieras, evidentemente.- Tenia su lógica.

- Eres un sinvergüenza Paco, no te quiero. De hecho, quiero que salgas


inmediatamente por la puerta y no vuelvas nunca por aquí.

- Y, ¿nuestro hijo? ¿qué pasará?

Éramos dos locos del psiquiátrico que habían salido de paseo.

- ¿Qué hijo? Tenemos dos.- estaba segura 100% de mi respuesta – ¡lo que
hagas con tu hijo secreto es cosa tuya! Pero te lo advierto, ¡devuélveme mi dinero!
¿Dónde está mi dinero?- recordé de repente el motivo de aquello, y comencé a
chillar- ¡no, no te vas a salir con la tuya hablando de otro tema! ¿Dónde está mi
dinero?- Piloto rojo.

- ¿De qué hablas? Pero ¿Qué dinero?- dijo ya aburrido- ¿El de tu abuelo otra
vez? ¿cuántas veces al día vas a sacar el puto dinero?... No te preocupes hija que te
lo devolveré, ponemos la casa a tu nombre y ya está. Pero esto que me has hecho
esta noche no te lo voy a perdonar.

Estábamos ya a menos de diez centímetros de acercamiento y saltó la alarma


de “toque de queda” de nuevo. La guerra seguía. Se puso de pie y entonces paso a
protagonista el mordisco en la cabeza.
- ¡Vamos, que lo que me has hecho! Tengo que ir a curarme, aquí me tienen
que dar puntos no dejo de sangrar.- dijo mirándose en un espejo del comedor.

- A ver, déjame que te lo vea- por fin salí del rincón.

- ¿Que lo vea?- me miró serio- ¿tú sabes que en el hospital van a dar parte a la
guardia civil?

- Si tú no denuncias, no. -Dijo la experta.

- ¡Aunque asegure que me ha mordido mi perro! esto es una dentadura


humana, y tiene consecuencias.

Cuando le vi la cabeza me asuste, aquello tenía mala pinta; la piel salía por
encima del pelo, empezaba a inflamarse y era un circulo como una pelota de golf.
Entendí entonces por qué me dolía tanto la boca, empezaba a despertarse y estaba a
punto de darme cuenta, de que me había partido el puente y las fundas. Fui al
mismo espejo en el que él se había mirado sus heridas, al levantarme el labio vi la
escabechina que llevaba y la sangre, la mía, la de Paco iba por fuera;

- ¿Qué te pasa?- dijo acercándose a mí y al espejo- a ver…

Y allí los dos nos mirábamos las heridas de guerra tratando de buscar una
solución para ellas. Parecía que habíamos despertado del sueño, o que acabábamos
de llegar. Era extraño. Lo tenía delante mirándome la boca, y yo con esta abierta
esperaba su ayuda. Alberto me dijo que no hiciera nada hasta el día siguiente, sólo
veinticuatro horas me pidió, y ya la había liado. No podía decirle aun nada, no tenía
ni una foto. Sin embargo a esas alturas todo era un tren desenfrenado Rompí a
llorar desconsoladamente con un gesto de perpetua boca cuadrada;

- ¿Te duele?

- Paco, ¿Por qué me has hecho esto?- lloraba desconsoladamente.

- ¡Has sido tú cariño! ¿es que no te acuerdas de nada?-.

- Lo sé todo.- deje de llorar, era el momento de la verdad, no necesitaba tener


las fotos ya las había visto.

- ¿Qué sabes? ¡Exijo que me lo cuentes todo inmediatamente, se acabo ya esto,


coño! Pero ¿esto qué es?, Mari ¿a qué tanta intriga y tanta mierda con lo que sabes
que se avecina?, sabes que estoy loco con el tema de la empresa y el putísimo dinero
y ¿tú me haces esto a mi?- se le hincharon las pelotas.

- Sé que sigues con la frutera. – ya estaba dicho, no había vuelta atrás.

- ¡No me jodas! ¡no me toques los cojones Mari!, porque esta noche sí que se
va a liar gorda aquí. Paso por alto que estés mal y me arranques el cuero como un
apache, pero si repites eso que has dicho me parece que el que sale por la puerta y
no vuelve soy yo. Si has hecho esto esta noche, con los críos y mis padres por en
medio de la que has liado, solamente porque tus putos celos de desocupada te han
calentado primero la chirla y después la cabeza… dime que estoy equivocado, ¡por
dios santísimo dímelo!… porque esta noche me voy.- Ya no sabía si rogarle que se
fuera o que se quedara- Y me vas a decir ahora mismo, no después de ir al wáter ni
beber agua, no, ahora mismo, de donde has sacado eso, porque sé que esto te lo han
dicho, y quiero saber quién y por qué.

- ¿Por qué es verdad?, ¿por eso me hablas así? porque lo sé todo.

- Mira, me voy. Ahí te quedas, estás loca Mari, trátate; yo no te aguanto más.
Esa no es la frutera, es su hermana, y he llevado ese porte porque me ha salido –
Con un repentino torrente de voz - ¡del nabo!... y lo llevaré mil veces más si me
pagan 200€ cada vez, porque con eso, casi, se paga un autónomo; o el mío que hace
falta, o el tuyo para que algún día tengas una pensión. ¡Si supieras lo que cuesta
estar en la calle y ganar un euro no tendrías tiempo de estar gastándolo en
detectives! La frutera, como tú la llamas, vive su vida y a veces nos saludamos. No
hay nada desde hace diez meses, ¡joder, del siglo pasado ya! Quedo ahí. Y sabe que
puedo hacer portes y le dio el teléfono a su hermana. ¡El “chapuzas” que te has
buscado de detective los gana más rápido que tu marido! – dejo de gritar y hacer
aspavientos -. Me voy a casa de mis padres de momento, ya hablaremos. - se detuvo
antes de salir por la puerta y se giró- Y otra cosa; de vez en cuando me follo alguna
por ahí porque me sale de la punta del capullo, ya que lo quieres saber, que lo
sepas.

- Me da igual, yo me he follado a unos cuantos, ¡este verano un francés me


metió el dedo en el culo! - Le tiré a la cara lo que creía que más daño le haría.

- Pues este verano que viene, vas, y que te lo meta otra vez.

Y se marchó.

Esa noche Paco terminó en urgencias, y yo con dos somníferos en el cuerpo y


entre suspiros me quede tirada en el sofá. Por primera vez, totalmente sola en mi
casa

42/29 Diciembre 2011¿Dónde está mi Paco?

Esa mañana no esperaba la llamada de Alberto, sólo la de mi Paco. Con las


persianas del comedor bajadas y un canal cualquiera puesto me tomaba el segundo
café del día. Mi suegra la pobrecita había subido con los críos a recoger asuntos del
cole; una libreta de matemáticas o algo así de las actividades de vacaciones
Mientras ellos estaban en sus habitaciones, se quedó conmigo en el comedor;

- ¿Cómo estás, hija?- me cogió la mano- ¿Qué pasa Mari?, Dime tú que os está
pasando, ¿en qué podemos ayudar? – yo estaba acurrucada con la bata puesta,
llorando a lagrima viva – Lo de anoche no se puede quedar así, vosotros sois un
matrimonio como cualquier otro. No te preocupes que las aguas volverán a su
cauce.
- ¿Cómo esta Paco?- sólo me interesaba esto en esos momentos, aunque le
preguntaba por su herida indirectamente quería saber; ¿cómo está Paco conmigo?

- Aun no se ha levantado vino muy tarde, más de las cuatro cuando volvió
del Hospital de la Arrixaca. Y bueno, a las siete se despertó y se tomó unas pastillas
que le han dado allí, porque le duele y para la infección. Después subo, ahora los
lleva el abuelo ¡tú no te preocupes! Hago lentejas después y te subo un plato y a la
noche, ya vamos viendo lo que se hace con los chiquillos – se calló recordando si
alguna cosa se olvidaba y siguió- que te iba a decir,… ¿has llamado a tu madre?

- No.

- Bueno, ahora subo. Venga, quédate aquí todo el día, no hagas nada.

Le di un beso, se levantó y la oí trajinar con mis hijos en la entrada ya; que


dieran un beso a su madre y “pabajo” ¡que el abuelo está en la calle ya! Me levanté
cuando los escuche correr y llegaban, cien besos por minuto se pudo contabilizar,
entre los de llagada y salida. Me hacían falta. Volví al sofá otra vez.

Me dolía el corazón de imaginar a mi hombre durmiendo en la cama donde


lo hacía cuando me conoció. Él ya no era de allí, él era de mi habitación, de mi
cama, de mi vida. Yo no podía vivir sin mi marido, y él estaba mejor sin mí. Lo
había perdido totalmente. En esos momentos lo pensaba, pero fue cuando pasaban
las noches cuando realmente me di cuenta.

Aunque había pasado más de un mes, el primer fin de semana que sospeche
que Paco salía me podía morir, ahora era un hombre libre. No subía nunca y ese día
envió a recoger unas cosas al correo; mi hija. Al ver lo que escogía supe que salía;
Zapatos negros, cinturón, el reloj del cajón, su perfume y la otra cartera. Me podía
morir. Paco se iba a pasar toda la noche follando con alguna rubia modelitos o
mulata, o alguna de las fotos que tenia. Fui corriendo a verlas, quería investigar con
cuál de las dos de la mesa estaba liado e iba a follar esta noche, cuando llamaron a la
puerta. Era mi marido arreglado. ¡Qué guapo estaba mi Paco! que bien olía a
hombre. Ya no llevaba el parche en su cabeza.

- Hola Paco, pasa.- aunque lo había visto por la mirilla seguía igual de
impresionada.

- Hola, ¿Qué tal estás?- nos besamos, dos, uno a cada lado.

- Bien, ¿Qué quieres?, bueno, pasa a la salita si quieres...


- No, no es necesario. Venía a decirte que se ha muerto Esteban, iba con el crio
en el coche. El crio esta en UCI, iba bien atado, él llevo todo el impacto de frente. –
como si fuera un alivio añadió - No sufrió.

Conocía a Esteban y a su mujer, habíamos estado juntos en vacaciones, nos


visitábamos mutuamente. Después por traslado nos veíamos menos, pero había
una comunicación y quedo un sabor dulce de nuestros días juntos. Me impactó…

- Es horrible Paco, qué lástima más grande- me saltaron las lágrimas.

- Conociste a Laura su mujer, por eso vine a decírtelo, pensé, que querrías
saberlo.

- Gracias ¿Dónde lo velan?

- En la misma Arrixaca están, voy para allá si quieres puedes venir.

Entonces sí, entro a la salita en la que había sucedido todo casi dos meses
después, y lo que se encontró fueron todas las fotos revueltas y dos de ellas,
especialmente seleccionadas, apoyadas como marcos sobre la mesa. Las vimos
desde la puerta los dos al mismo tiempo. Se acercó despacio y fue viéndolas,
sentado, una a una. Yo de pie lo miraba, no sabía qué decir. Ni me acordaba de que
las dejé ahí, al verlo en la puerta se me olvidó hasta mi nombre.

- Necesito que me ames, necesito tu amor más que nunca. – me miró por fin
desde el sofá- Es cierto que soy una loca y que te he decepcionado mucho; te he
hecho daño, lo sé. He hecho cosas tremendas Paco.- luchaba por no llorar, tragaba y
tragaba dolor – Pero si te importa algo te diré, que tengo el corazón a reventar de
amor por ti. Que sufro al pensar que mires simplemente a otra mujer, cuanto menos,
que te la estés follando. – en esos momentos ya estaba desbocada- No puedo pensar
que mientras yo fumo en el balcón ¡tú estás metiendo tu polla en otra mujer que te
gusta más que yo!...

Y ya estaba de nuevo estropeando toda la manifestación de amor que le


estaba regalado al hombre de mi vida. Me di cuenta y cambié mi actitud, mis
maneras, volviéndome dócil y casi sumisa;

- Paco tienes razón, no tengo razón. – él no había abierto la boca - y además


ahora no es el momento de hablar de eso, ahora vamos al entierro.- comencé a
recoger todas las fotos de la mesa mientras hablaba- y después me dices todo lo que
tú quieras y yo te respondo…
Y mi Paco, se levantó y me abrazó al ver el gran sufrimiento y la locura que
tenía dentro.

- Si no quieres ir quédate aquí. Voy yo. Si quieres me traigo unos pasteles de


carne y esta noche, después, hablamos.

- Vale. Me parece bien. En realidad no tengo ganas ni de mirarme al espejo,


mucho menos de que me miren los demás.

En realidad yo andaba en mi propio entierro largo, llevaba más un mes de


luto. Así me sentía. Paco se fue y me envolvió una alegría con su abrazo, quedé
impregnada de ese olor que era mi equilibrio, que había sido parte de mi atmosfera
casi toda mi vida, un componente vital para mi existencia. Enseguida pensé en
arreglarme, maquillarme… ¿qué me pongo? Volvía después a mí. Tenía que estar
más guapa que nadie y otra vez me manejó la locura. Entonces volví a tener una
pizca de lucidez y olvidé los celos, el paso del tiempo en mi piel y las cosas que
dolían. Todo se convirtió en una sensación placentera, vivir al lado de mi marido así,
como estábamos, como éramos antes. Entender, que me amaba más allá del rastro
del tiempo, que sus arrugas salían al mismo tiempo que las mías, que me amaba por
las mañanas, cuando conducía, al llegar un recuerdo o en plena noche, mientras
dormía. Que el sexo era para él lo mismo que para mí; un paréntesis en nuestras
vidas, y poniendo en la balanza, ¡quedaba algo tan insignificante para dejarlo
marcarlas!… así, de la manera que lo habíamos hecho.

Una ducha y una crema fueron suficientes para quedar cómoda en mi casa
hablando con mi marido, en mi sofá. De mi vida. De la suya. De nosotros. De
mañana. De las dudas De nuestro dolor y de arrepentimiento. De consuelo y
caricias. De fuerza y de nuevas miras.

El amor cura, calma, cicatriza, relaja. Al acercarse mi cuerpo ya notaba


alguna mejoría. Si Paco venía, al menos se quitaba la piedra que me partía el pecho
desde que no lo veía.

El amor te quita, y te da la vida.


43/Archivando Pasado.

Cuando decimos a alguien que le amamos, decimos hacerlo con todo el


corazón, con el alma, pero también debiéramos decir que lo hacemos con nuestros
defectos y nuestras virtudes;

Desde mis miserias te amo, te quiero con mis miedos e incluso por encima de lo peor
que hay en mí. Te amo con grandeza desde mis flaquezas, te amo en la verdad y en la mentira,
cuando te daño y cuando te curo, cuando te miro, incluso cuando a veces, te olvido. Te amo
cuando irradias cuando adoleces, te amo cuando me amas e incluso cuando me desprecias.
Porque el amor no entiende de condiciones. Se dice que el amor comienza por la
admiración que despierta otra persona en ti; pero yo creo que no es admiración, se
puede admirar muchas cosas, no sólo personas. El amor es un fogonazo, una
fascinación incontrolable; hasta el ser más malvado tiene alguien que lo ama. No
hay un porqué para amar. Ni siquiera tienes que hacer nada para que te amen; te
aman por ser tú.

Amamos, aunque no sabemos amar. No entendemos que entramos en otra


dimensión distinta a quien no está enamorado. Nuestro cerebro producirá más
hormonas de un tipo, sexualmente estamos más activos, piensas el doble, pues
ahora lo haces para dos, y empiezas a separar la mitad de ti para intercambiarla con
otro ser; para cuando no esté, para cuando no estés.

Por esto al desaparecer tu ser amado de la vida, parte de ti muere con él.
Sientes su muerte realmente. Hasta que te adaptas a la nueva atmosfera sin él, sin
su presencia, su voz, sus llaves en la puerta, sólo él hace ese sonido en particular, el
olor que queda en el baño cuando él se afeita no es de nadie más, el fondo del olor
es su piel, la conoces, es la mitad tuya… sus costumbres, su todo de todo. Ese es mi
marido para mí.

Por eso, nunca conté a Paco todas las experiencias sexuales que tuve ese año
y medio en el que día a día, empeoraba mi locura de amor; porque lo amaba
también desde la mentira. Porque la mentira me servía para hacerle el bien, porque
la verdad… ¿Cuál era la verdad? ¿Acaso Paco no me había mentido por amor?
¿Acaso no poseemos todos, un secreto inconfesable? No importaban los detalles
para expresar todo lo que había pasado ese tiempo. Y no sé cuál fue la selección que
utilizó mi cerebro para usar de todos a un solo nombre; Igor. Le conté sin azúcar la
historia, y la atrasé en el tiempo y en el espacio, pues lo que sucedió ayer, duele más
que el mismo hecho hace un año, siendo el mismo.

Paco utilizó el mismo mecanismo mental conmigo, ¡de sobra sé, que lo que
más le excitó o más me pueda doler, no lo sabré nunca!. Nadie me mentirá nunca
con tanto amor como él. Hay cosas que no deben saberse nunca en la vida. Son
innecesarias, no aportan ningún bien, nadie las preguntó directamente, ni siquiera
se sospecha que estén ahí y son navajas. ¡Para qué abrir el arcón de la mierda!

Pero como una infidelidad y una locura de amor no se curan con calmante,
aunque lo intentamos, nos amamos, nos entregamos esforzamos y ayudamos; no
teníamos arbitraje. Había momentos en los que nos atrancábamos en el funesto; “ni
tu ni yo, ni todo lo contrario”.

En los meses posteriores pasaba de la ilusión más extrema al bajón de


persianas abajo, porque la duda, seguía en mi casa. Le había echado una sabana por
encima para no verla, pero la hija de la gran puta seguía ahí. Las
“absurdas-sin-respuesta” continuaban, aunque trataba de disiparlas como el que
aparta una mosca de la nariz. Mi duda existencial era;

< ¿Está realmente mi marido cumpliendo como yo el trato?, o ¿me está haciendo la
trola y estoy como una imbécil aquí esperándolo sólo a él, mientras a lo mejor esta oliendo a
otra mientras le habla al oído, y ya está deseando follársela?>….Piloto Rojo.

Sin embargo, cuando aquella noche del velatorio de Esteban nos


encontramos de nuevo, y nos contamos, Paco lo encajó de una manera sobrenatural
para mí. Creo que algo se olía ya. Temía ese momento más que nada en el mundo,
tenía en cuenta que hubiera podido levantarse y salir por la puerta, pero ya no tenía
más escapatoria, no había más que romper ya, ni más que mentir. Peor, no podía
estar. La mentira ya tuvo su momento, era la hora de la verdad.

Recuerdo perfectamente su cara mientras le narraba brevemente;

- Era un hombre de 40 años ruso, habla español, bueno y francés también,


inglés. Había venido con una multinacional que estaba en Badalona, y le presenté el
curriculum. Era alto rubio, y parecía estar bien posicionado… En verdad solo lo vi
dos veces. Una en el hotel y otra muy poco, ná, muy breve, en el coche. ¡En el mío
no, por supuesto!- no fuera que le tomara animadversión a mi coche.
Hice una menestra de amantes, y me quedó una historia breve, básica y
elemental. Sin ingredientes indigestos, para una suave digestión. A su vez mi
marido hizo lo mismo;

- Después de lo que pasó la noche que me lanzaste el móvil a la cabeza- dijo


subiendo como la escala musical-, la verdad es que la vi dos veces más- en vez de
decir; dos meses más- pero a mí no me importaba esa mujer, sólo que estaba día sí y
el otro también en el abogado y el juzgado y me sentía a explotar, y no quería que tú
sufrieras lo mismo y no te conté nada – mentira por amor, pero se iba a apoyarse en
la frutera- Estuve este verano con una chica que estaba haciendo una sustitución en
el juzgado, la conocí, pero es de Granada y ya se fue. No he tenido ninguna relación
más con nadie. Bueno, sí. Una noche una mujer me ató pegado al wáter, pero esa, es
otra historia- dijo acabando con suavidad.

Igual que en un juicio, a las partes les valió la declaración del otro,
sentenciando el juez que estábamos empates y nada había que reclamar. El caso fue
sobreseído. Y eso fue lo peor. Porque debajo de la aparente calma, estaba todo el
sentimiento de rencor, miedo, la desconfianza y la locura. Poco a poco, porque iba
frenado por nuestra voluntad de que funcionara, sí, muy poco a poco, pero todo
podía explotar en cualquier momento, en cualquier olor distinta, en un cuarto de
hora más que no llega, en una frase, en una mirada a la que en ese momento enseña
su culo en la tele… todo estaba sensiblemente a flor de piel. Podía explotar y
explotó.

Una noche de enero que llovía a cantaros se quedó en la autovía dos horas.
Me llamaba y hablábamos, sacaba el móvil por la ventana para que escuchara que
llovía y el ambiente que se oía. Era extremadamente detallista con esos temas
porque sabía de mi mente retorcida, a saber que es la verdad, mi marido me conocía
mejor que nadie en el mundo, ¡era mi mitad! Lo es.

Podría incluso haber enviado un video del accidente y el sonido del pedo
que se acababa de tirar justamente a las 20:13, hora del impacto, ¡pero no lo sabía el
pobre y no me lo pudo grabar!. Vivir con una loca de amor tiene un manual y unos
requisitos, así como una tabla de recomendaciones, testimonios reales, y
mandamientos.

No levantaras duda alguna como polvo seco, (Ni mojado, ni de ciudad ni de campo, ni
ninguna duda sobre ningún tipo de polvo)

No hay más personas del mismo sexo en el planeta Tierra. Se puede aplicar Incluso del
mismo sexo.

Tu teléfono móvil es su móvil. No intentes bloquearlo nunca ni esconder facturas.


Puede ser causa de separación. ( se aplica a PCs, laptop, tablet.etc)

Si cambias de perfume, deberás comunicarlo por escrito en pliego de descargo al menos


60 días hábiles antes de su compra. Así como los motivos que te llevaron a hacedlo.

No pienses en silencio en su compañía, no se admiten explicaciones sobre en qué


estabas pensando. ¡Él/Ella ya lo sabe!

Cuidado con los cambios drásticos; alimenticios, sexuales, de aseo,…no son bien
recibidos.

Graba desde el minuto uno hasta el final las salidas o despedidas de solteros de los
amigos. No se te ocurra pegar cortes cuando conduces o meas, porque será una prueba
inválida para tu defensa.

Jamás valores a una amiga/o suyo. Si lo haces al alza te la querrás follar, si es a la baja
le tienes manía. ¡Cállate cuanto puedas¡

Repítele todos los días que te gusta y que la amas, no olvides jurarle que es el amor de
tu vida y que no hay nadie más. Esto lo relaja 24 horas, lo que es un alivio.

Si ves que es algo que no cura un calmante, y amas de verdad a esa persona; ayúdala
Ámala, es el momento.

Nosotros habíamos llegado al mandamiento diez; buscamos ayuda.


Necesitábamos un árbitro imparcial que nos marcara unas reglas del juego, y nos
amonestara incluso en nuestras caídas. Porque desde la buena voluntad de amarnos,
no sabíamos cómo.

Guardé la caja de mi contabilidad y el bloc de recetas de cocina en el trastero,


apartándolo como todo lo demás, era un acto simbólico. Los ocho mil euros de los
palitos congelados se me fueron en la investigación y el arreglo de la boca; cuatro
duros me quedaron para comprar reyes, algunos mil euros. Desconecté de mis
nuevos amigos un poco, les conté la tragicomedia de mi vida, como siempre me
animaron y me reiteraron; que estaban ahí para lo que me hiciera falta. Ella, nos
hizo un ritual de amarre y quedó muy satisfecha cuando le decía que íbamos a
mejor. Paco la conocía por comentarios míos, en esas fechas todavía no en persona.
Estábamos con mensajes a menudo, y nunca rompimos la relación, Mucho más con
Isabel pues no despertaba sospechas de nada, aunque mi firme propósito fuese no
ser infiel, me sentía traidora tratando con Alberto sin que lo supiera mi marido, así
que decidí no hacerlo; me pareció la mejor decisión. Aunque seguía teniendo
noticias, saludos, besitos y algún dedo en el culo de su parte, alguna vez.

Fuimos a terapia de pareja, conocimos a otros amantes que sufrían como


nosotros, me vi reflejada en hombres y mujeres que amaban demasiado y nunca
aprendieron a hacerlo. La desconfianza, la duda, los celos, el dolor de lo imaginado
es tan real, como el real, valga la redundancia. Allí se hablaba de todo lo que en mi
casa, era tabú. Incluso, no se atinaba a hacerlo desde la calma y sin rencor.

¡Aprendimos que el amor es tan vulnerable! no te olvides nunca de


alimentarlo y que no tenga mierda. Cuida de no enfermarlo y déjalo descansar, no
lo agotes lo exprimas ni lo ates ni lo aburras.

Aprendimos a estar juntos deseándolo, no por imposición. Pasara lo que


pasara en la empresa y a nivel económico; mi Paco y yo éramos uno. Cuando la
familia necesito de mis veinticuatro horas del día la tuvo. Ahora, la manada
avanzaba sola. Yo iba a cazar con mi macho por consiguiente pasábamos casi todos
los días juntos, las dos horas de inventario o de recibos de entregas y cobros los
hacía yo, mientras él atinaba a otras cosas así salía antes y teníamos tiempo de pasar
por el centro, si queríamos.

Comía con él, la mesa de la cocina comenzó a quedar olvidada, si había que
comer un día en casa, sábado o domingo, todos al comedor; y a darle su uso que
para eso se puso. Como todo.

No dejamos rincones sin usar, sin disfrutar de nuestras vidas, nuestras cosas,
tonterías. Comenzamos a estrenarnos. A ir de bonitos, por dentro y por fuera.
Somos una pareja físicamente muy sana y positivamente unida. Planificábamos
cosas que no nos llevara el gasto de mucho dinero. Como fines de semana en casas
rurales, con juegos eróticos de la princesa que se pierde y se duerme junto al arroyo
y el leñador que la ve y la folla. ¡Y yo me había puesto sallas y él llevaba el hacha,
todo lo intentamos hacer tan real! Empezábamos a divertirnos juntos, e incluso
ampliábamos nuestros juegos carnales. Metimos a otra persona en la cama, nos
relajábamos en playas desiertas desnudos empapándonos de sol, de agua, de
naturaleza.
Ahora dos años después, disfruto de un amor sereno y reconfortante y de un
sexo placentero. A ver si tengo un ratito y escribo lo que pasó, como terminamos
Isabel, mi marido y yo en la cama, y lo que esa experiencia significó para mí y para
Paco, ojo, que esto va en pares.

Alberto sabia de nuestros juegos a través de Isabel que era el correo diario, se
ofreció para ser Gruñón de los enanitos y aparecer por el arroyo, él siempre en la
naturaleza se volvía natural. Pero lo de Alberto fue mucho después, resultó que mi
marido no estaba preparado para verme en brazos de otro hombre. Nunca sabes
dónde queda tu límite hasta que no te enfrentas a él. Se suponía que yo era la loca…
pero esto fue después.

Pudimos haber desfasado los acontecimientos y una cuestión que era de


pareja haberla contagiado a todo el clan, afectando a toda la familia, manchando de
culpas e iniciando una guerra que ensuciara todas las obras buenas de la persona
que pecó de sexo, haciéndolo la cuestión existencial de nuestras vidas.

Y el sexo, sólo es cuestión de sexo.


ÍNDICE

03/ - Prologo

1)05/ - La Otra Realidad.

2) 11/ - El Principio; Un Hombre de Badalona.

3) 21/ - Sabor amargo.

4) 24/ - ¿Me puedo morir, por favor?

5) 28/ - Ese chico de ojos grises.

6)34/ - Igor; Espectacular sexo. Todo él, espectacular.

7)41/ - "El Come-Coños"

8)42/ - El coche de los Orgasmos.

9)51/ - ¡Los amigos de mi marido, son mis amigos!

10)55/ - 2010 Julio Largas noches...

11)57/ - 30 Minutos de excitación.

12)62/ - Las noches son para el sexo.

13)64/ - Lunes de Pasión.

14) 66/ - Una chupadíta entre los muertos...

15) 71/ - Quedadas en el chino. Igor y María cap. VIII.

16)72/ - Paco voló.


17) 75/ - Paquito y Yo; Sexo, Fuego, Vino. ¿El Reinicio?

18) 83/ - Balanza; ¿Unos Cuernos y un Divorcio o el Estado de Bienestar?

19) 87/- Masturbándome En El Baño y la Inapreciable Ayuda de Paco.

20) 92/ - Marie, a veces La Nuit.

21) 95/ - Mi Cena de Navidad

22)103/ -¿De dónde vienes, Mari? ¡Trágame tierra!

23)110/ - Cuando la pasión manda.

24)117/ - Vuelta a Igor Una razón para sobrevivir.

25)119/ - Esta irresistible adicción.

26) 127/ - ¿Decide o Lamenta? Decido; Me Divorcio.

27) 130/ - NI tú, ni yo ni él, ni todo lo contrario.

28)132/ - Hoy por Hoy...

29)138/ - Alberto; Todo Privado.

30)150/ - Adiós verano.2011

31)155/ - Septiembre 2011 Tratado de Paz y Sexo.

32)162/ - Mary transformer vs Paco.

33) 168/ - Dos extraños.

34)178/ - La Caja de los Truenos.

35)196/ - ¿Quién es realmente mi marido?

36) 204/ -Isabel y Alberto; mis nuevos amigos

37) 208/ - El dinero del abuelo.


38)224/ - Simulacro de despiste.

39)226/ - Misión Posible.

40)230/ - La hora de la verdad.

41)237/ - Alimentando la duda.

42)249/ - La Noche del Fin del Mundo.

43)262/ - ¿Dónde está mi Paco?

44)269/ - Archivando Pasado.

¿Se puede morir de amor? Creo que sí. Amo, he amado y amaré a mi marido más allá
de cualquier adversidad, hoy sé, que cruzaría los mares y saltaría los fuegos del infierno por él,
sé cómo de capaz es de modelar mi vida, mi día a día, mis emociones, Paco es mi mitad, sin él
no puedo concebir una felicidad absoluta, nací para encontrarle y permanecer junto a él hasta
el final. Ahora lo sé... después de haber muerto y renacido, después de haber perdonado,
después de haber sido una Loca Infiel

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