“Periferia. La heterotopía del no-lugar. Telespectador”.

Durante el siglo XX, la interpretación de la ciudad ha derivado en una constante acumulación de

utopías. […] Cada día miles de personas en todas partes del mundo se desplazan a través de
vacíos, sin poder reconocer ningún tipo de identidad, sin embargo existen momentos donde nada
ni nadie puede permanecer. Solamente resta transitar lo más rápido posible.

Para comprender estos vacíos con toda su carga de espacio sin uso ni significado, los arquitectos
deben comprender el comportamiento de quienes. Es posible que quienes se desplazan a través
de del vacío tengan como objetivo tanto la búsqueda de identidad como su anulación (el vacío
siempre ha dado paso a bifurcaciones).

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Quien transita a través del vacío se comporta como un telespectador que no comprende la
profundidad de las cosas pero si sus imágenes. El telespectador no transita para descubrir sino
para evadir. Su indiferencia respecto de su entorno lo ha llevado a desarrollar comportamientos
que paradójicamente lo identifican.

El primero: reducción de la mirada. Comprende la realidad a partir de síntesis que no expresan su

complejidad. Su conocimiento de un lugar es equivalente al que le entrega una guía turística,
donde la complejidad de una ciudad o de un paisaje esta restringida a unas cuantas anécdotas sin
importancia. Como resultado hay una percepción del mundo reducida al tamaño de la pantalla de
la televisión, del lente o de la ventana del automóvil.

Segundo: atrofia de la percepción táctil. Cualquier intento poético de describir la realidad de

forma directa es desechado por la excesiva y compleja información que contiene. El telespectador
analiza las imágenes y los textos que posee, convirtiéndose en un burócrata de la percepción.

Tercero: imposibilidad de reconocer identidades. El telespectador ya no se identifica con nada que

no sea fruto de una imagen. No esta interesado en establecer la identidad de las cosas ya que
confunde fácilmente su profundidad con el plano bidimensional de su imagen. Y por otro lado
tampoco tiene interés de mostrar su propia identidad.

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La sumatoria de estos comportamientos comienza a delinear el anónimo perfil de quien transita a

través del vacio de la ciudad.

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 Fichaje: “El tiempo en San Agustín.” Muñoz-Alonso López, Gemma

“San Agustín encuentra el orden del mundo en la doble coordenada de la naturaleza y de la

historia.” Pag. 1 parr.3

Hay dos conceptos nucleares que cambian la concepción el rumbo de la concepción de historia: la
creación y el tiempo en el universo cristiano. Para los griegos la noción de un Dios creador cambió
el concepto de historia greco-romana, ya que les faltaba la noción de un comienzo absoluto, y de
libertad moral. En el universo griego la casualidad se da circular, no creadora; por ello los hechos
humanos resultaban incomprensibles. Pero con el nuevo concepto de un Dios creador los hechos
humanos tendrían una explicación en el universo. (Cfr pag 2, parr. 1) “Gracias a la creación se
vuelve inteligible todo el curso de la historia universal, y además esta noción permite romper la
necesidad del universo griego en el cual la contingencia es un escándalo”.

La creación suscita el problema del tiempo. “El tiempo en el cual existen las cosas deja de ser el
tiempo indefinido de los antiguos, el tiempo circular, sin comienzo ni fin, y deja paso a un tiempo
con un comienzo absoluto- la creación por el Verbo- y un fin determinado- el Juicio por el Verbo-.
[…] las palabras in principio que indican el momento de la creación a partir del cual comenzó a ser
tiempo”. Pag 3 parr 1

Antes de la creación no hubo tiempo y no puede decirse que antes de ella transcurrieron infinitos
siglos por que no existían, si el tiempo fuese coeterno con Dios, permanecería y ya no seria
tiempo. (Cfr pag. 4 parr.1)

“San Agustín rompe con la concepción helénica del tiempo regido por la necesidad, ya que su
aceptación le hubiese impedido forjarse un concepto del tiempo histórico, que solo era posible
dentro de una doctrina creacionista.” Pag 4 parr 3

San Agustín afirma que le pasado ya no es y el futuro aun no es. Lo único real es el presente
indivisible. Por ello para que exista el tiempo es necesario el tránsito pero “cuando se produce un
hecho ya no es, y antes de que se produzca todavía no es, pues, solo existe en el tiempo presente.
El pasado empuja al presente y este presiona sobre el futuro; por otro lado si el presente
permaneciera ya no hablaríamos de pretérito ni de futuro sino de eternidad…” pag 5 parr 1,2

Aquí se enfrenta a la problemática medición del tiempo, ya que se mide cuando pasa en el
instante indivisible e inextenso del presente. El tiempo va de lo que no es, pasa por lo que carece
de espacio y va a lo que ya no es. Es inaprehensible. Pag 5,6