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Resumen El concepto de derecho - Hart

Derecho Natural (Pontificia Universidad Catolica de Chile)

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Resumen “El concepto de derecho” De H.L.A Hart


María Ignacia Urzúa
(*): Importante

Capítulo V
El derecho como unión de reglas primarias y secundarias

1. Un nuevo punto de partida

Se ha realizado en los otros capítulos una crítica extensiva a aquella afirmación que “derecho”
hace alusión a un conjunto de órdenes coercitivas de un soberano. A continuación se resumen los
puntos de los capítulos anteriores y que confirman la crítica a la teoría.

1. Aunque entre todas las variedades de derecho son las leyes penales, que prohíben o prescriben
ciertas acciones bajo castigo, las que más se parecen a ordenes respaldadas por amenazas dadas
por una persona a otras, tales leyes, sin embargo, difieren de dichas ordenes en una aspecto
importante: que por lo común también se aplican a quienes la sancionan y no solamente a otros.

2. Existen otras normas: aquellas que confieren potestades jurídicas para decidir litigios o legislar
(potestades públicas) o para crear o modificar relaciones jurídicas (potestades privadas), que no
pueden, sin caer en el absurdo, ser interpretadas como ordenes respaldadas por amenazas.

3. Existen reglas jurídicas que difieren de las órdenes en su modo de origen, porque ellas no son
creadas por nada análogo a una prescripción explícita.

4. El análisis del derecho en términos del soberano habitualmente obedecido y necesariamente


libre de toda limitación jurídica, no da razón de la continuidad de la autoridad legislativa,
característica de un moderno sistema jurídico, y la persona o personas soberanas no pueden ser
identificadas con el electorado o con la legislatura de un estado moderno. La raíz del fracaso de la
afirmación es que la idea de órdenes, obediencia, hábitos y amenazas no incluyen ni tampoco
pueden producir juntas la idea de regla.

Ante el fracaso de esta teoría es necesario comenzar de nuevo, tomando en cuenta de que existen
dos tipos de reglas diferentes que ayudarán a definir lo que es el derecho: (*)

a) Reglas primarias: Por las que se prescribe que los seres humanos hagan u omitan ciertas
acciones, lo quieran o no. Imponen deberes. Implican movimiento o cambios físicos

b) Reglas secundarias: Dependen de las primarias. Establecen que los seres humanos pueden,
haciendo o diciendo ciertas cosas, introducir nuevas reglas del tipo primario, extinguir o modificar
reglas anteriores o determinar de diversas maneras el efecto de ellas, o controlar su actuación.
Confieren potestades, públicas o privadas. Prevén actos que conducen a la creación o modificación
de deberes u obligaciones

La mayor parte de las características del derecho pueden ser clarificadas mejor si entendemos
estos dos tipos de reglas y la acción recíproca entre ellas.

2. La idea de obligación (*)

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Interpretación Predictiva de la Obligación: Algunos teóricos (entre ellos Austin) han definido a la
obligación de hacer algo en términos de la probabilidad o riesgo de que la persona que tiene la
obligación sufra un castigo o un mal a manos de otros en caso de desobediencia.

Objeciones: 1) Esta interpretación oscurece el hecho de que las desviaciones respecto de las reglas
no son simples fundamentos para la predicción de que sobrevendrán reacciones hostiles o de que
un tribunal aplicara sanciones. 2) Si fuera verdad tal interpretación no se podría decir que una
persona está obligada pues el hecho de poder huir del castigo o mal lo dejaría libre de tal
obligación.

Para comprender la idea jurídica de obligación, hay que tomar en cuenta la noción de reglas
sociales, mismas que hacen de ciertos tipos de comportamiento una pauta o un modelo. Estas
contribuyen de dos maneras a comprender el enunciado de que una persona tiene una obligación.
1) La existencia de tales reglas, es el trasfondo normal o el contexto propio, aunque no expreso de
tal enunciado. 2) La función distintiva de este último es aplicar tal regla general a una persona
particular, destacando que el hecho de su caso queda comprendido por ella.

El vocabulario de “tener” y “deber” es utilizado para poner de manifiesto la pauta o modelo a la


que se refieren las reglas sociales. Sin embargo, no es lo mismo “Yo debía” que “Yo tenía la
obligación de”. Ambas hacen una referencia implícita a pautas o criterios de conducta existentes,
o son usadas para extraer conclusiones a partir de una regla general. Sin embargo, hay una
distinción clara entre reglas de obligación y otras reglas.

Características de una regla de obligación, que las distinguen de otras reglas:

1. La insistencia en la importancia o seriedad de la presión social que se encuentra tras las reglas
es el factor primordial que determina que ellas sean concebidas como dando origen a
obligaciones. Ante esto distinguimos que algunos tipos de reglas de obligaciones son: moral y
jurídica rudimentaria.
 Regla moral: Aquella en que la presión social asume la forma de una reacción crítica u
hostil difundida que no llega a las sanciones físicas.
 Regla jurídica rudimentaria: Cuando entre las formas de presión las sanciones físicas
ocupan un lugar prominente, aunque no estén definidas con precisión ni sean
administradas por funcionarios, sino que su aplicación queda librada a la comunidad.
(Esta presión social es algo inherente al individuo, no implica un sentimiento de presión ajeno,
sino propio)

2. Las reglas sustentadas por esta presión social seria son reputadas importantes porque se las
cree necesarias para la preservación de la vida social o de algún aspecto de ella al que se atribuye
gran valor. Ejemplo: Las que restringen el uso libre de la fuerza, las reglas que reclaman
honestidad o veracidad (…)

3. La conducta exigida por estas reglas, aunque sea beneficiosa para otros, puede hallarse en
conflicto con lo que la persona que tiene el deber desea hacer. Consiste en un sacrificio.

Sin embargo, sería equívoco pensar en la obligación como algo que consiste esencialmente en
algún sentimiento de presión o compulsión, experimentado por los obligados. El hecho de que las

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reglas que las imponen están por lo general sustentadas por una presión social seria, no implica
que estar sometido a una obligación establecida por esas reglas es experimentar sentimientos de
compulsión o presión. De aquí que no es contradictorio decir que un hombre tenía obligación de
pagar el alquiler, pero no se sintió urgido a ello cuando escapó sin hacerlo. Sentirse obligado y
tener una obligación son cosas diferentes, aunque con frecuencia concomitantes.

¿Por qué, si la presión social es una característica tan importante de las reglas que imponen
obligaciones, estamos tan interesados en destacar las insuficiencias de la teoría predictiva, que
asigna a esa misma característica un papel central (al definir la obligación en término de la
probabilidad d que el castigo amenazado o la reacción hostil subsigan a la desviación respecto de
ciertas líneas de conducta)? Existe una diferencia entre la teoría predictiva y la tesis a tratar. Para
la tesis a tratar, en relación de al análisis de un enunciado de obligación, se establece: si bien ese
enunciado presupone un trasfondo en el que las conductas irregulares enfrentan generalmente
reacciones hostiles, su uso característico, no es predecir esto, sino expresar que el caso de una
persona cae bajo tal regla. (Teoría predictiva, en cambio, se centra en la probabilidad de que el
castigo amenazado o la reacción hostil subsigan a la desviación respecto a ciertas normas de
conducta)

Otra crítica a la teoría predictiva está relacionada a los puntos de vista de las reglas. Cuando un
grupo social tiene ciertas reglas de conducta, este hecho abre la posibilidad de tipos de aserción
relacionados entre sí, aunque diferentes. Esto porque se reconocen que existen dos formas de
ocuparse de las reglas:

1. Punto de vista externo de las reglas: Cuando la persona se ocupa de las reglas como un mero
observador que no las acepta.

2. Punto de vista interno de las reglas: Cuando la persona, miembro del grupo las acepta y usa
como guías de conducta.

El punto externo hace referencia al observador que se satisface con registrar las regularidades de
conducta observables en que parcialmente consiste la conformidad con las reglas y aquellas
regularidades adicionales, en la forma de reacción hostil, castigos (…) que enfrentan a las
desviaciones. Después puede, correlacionar la desviación con la reacción hostil y predecir con
acierto, que una desviación de la conducta normal dará lugar a la reacción hostil o al castigo. Esto
permite al observador vivir libre de las consecuencias desagradables de aquél que no poseyera
este conocimiento. Ejemplo: Aquél que establece que cuando se enciende la luz roja hay una alta
probabilidad de que el tránsito se detenga. Esta persona expresará la idea de obligación como “Me
vi obligado a hacerlo”.

El punto de vista interno es aquél en que se entiende la persona tiene una obligación. Por lo tanto,
una obligación es únicamente exigida de quien ve su conducta y la de otras personas desde el
punto de vista interno. Estos no cumplen con las reglas por la reacción hostil observada, sino
porque las entienden y aceptan. Ejemplo: Grupo mismo que está en la calle y ven una luz roja.
Tienen una obligación porque entienden y comprenden que hay que detenerse.

Una de las dificultades que enfrenta cualquier teoría jurídica ansiosa de hacer justicia a la
complejidad de los hechos, es tener en cuenta la presencia de ambos puntos de vista y no
decretar, por vía de definición, que uno de ellos no existe. Así, podría decirse que la teoría

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predictiva de la obligación precisamente hace eso de decretar que un punto de vista no existe
(interno), lo cual constituye el contenido general de las críticas a tal teoría.

3. Los elementos del derecho (*)

Es posible imaginar una sociedad sin una legislatura, tribunales o funcionarios de ningún tipo. Hay
muchos estudios que sugieren que eso se ha realizado, donde el único medio de control social es
aquella actitud general del grupo hacia sus pautas de comportamiento, en términos de los cuales
hemos caracterizado las reglas de obligación. Una estructura social de este tipo es designada como
una estructura social basada en la “costumbre”. Sin embargo, aquí se hará referencia a la
“Estructura de reglas primarias de la obligación”. Para que la sociedad solo pueda vivir de esas
reglas se requieren de algunas condiciones:

1) Las reglas tienen que restringir el libre uso de la violencia, el robo y el engaño (Acciones que el
ser humano está tentado a realizar, pero que debe reprimir).

2) Solo una minoría puede ser del tipo de personas que no respetan las reglas (Punto de vista
externo visto anteriormente). De lo contrario, quienes rechazan las reglas encontrarían muy poca
presión social que temer.

Es obvio que solo una pequeña comunidad estrechamente unida por lazos de parentesco,
sentimiento común y creencias, ubicada en un ambiente o circunstancia estable puede vivir con
buen resultado según tal régimen de reglas no oficiales. En otras condiciones encontraremos
defectos respecto de este régimen de reglas no oficiales, como:

1) Falta de certeza: Las reglas no forman un sistema, no se las reconoce como tal, son un conjunto
de pautas separadas sin ninguna marca común identificatoria. Por lo tanto, si surgen dudas de las
reglas o su alcance, no habrá procedimiento para solucionar esto.

2) Carácter estático de las reglas: No se pueden cambiar sino en la misma forma como se crearon:
A través de un proceso de crecimiento, por el que se adopta una conducta optativa que se
transforma en habitual para después ser obligatoria (Y al inverso el proceso de declinación,
cuando las desviaciones pasan a ser inadvertidas). En una sociedad así no habrá manera de
adaptar deliberadamente las reglas a las circunstancias cambiantes, eliminado las antiguas o
introduciendo nuevas. A su vez, las obligaciones que ellas imponen en los casos particulares no
podrían ser variadas o modificadas por la elección deliberada de ningún individuo.

3) Ineficiencia de la difusa presión social para hacer cumplir las reglas: Habrá discusión sobre si
una regla admitida ha sido o no violada indefinidamente, mientras no haya un órgano especial con
facultades para determinar en forma definitiva, y con autoridad, el hecho de violación.

El remedio para cada uno de estos tres defectos consiste en complementar las reglas primarias de
obligación con reglas secundarias que son de un tipo diferente. Con esto se da un paso de un
mundo pre jurídico al mundo jurídico, pues cada remedio trae consigo muchos elementos que
caracterizan al derecho – Los tres remedios en conjunto son suficientes para convertir el régimen
de reglas primarias en algo que es indiscutiblemente un sistema jurídico.

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Es necesario subrayar un punto importante en relación a las reglas secundarias. Mientras que las
reglas primarias se ocupan de las acciones que los individuos deben o no hacer, estas reglas
secundarias se ocupan de las reglas primarias. Especifican la manera en que pueden ser verificadas
en forma concluyente, introducidas, eliminadas, modificadas, y su violación determinada de
manera incontrovertible.

1) Ante la falta de certeza - Introducción de una “regla de reconocimiento”. Especificará cuando la


regla sugerida se hace indiscutible. Especificará alguna característica cuya posesión por una regla
sugerida es una indicación de que se trata de una regla del grupo, que ha de ser sustentada por la
presión social que este ejerce. Esta regla puede asumir una forma simple o compleja. Ejemplo:
Documento escrito dotado de autoridad, donde hay lista de reglas.

Tal regla trae consigo muchos elementos distintivos del derecho. Al proporcionar una marca o
signo con autoridad introduce, la idea de un sistema jurídico. Esto porque las reglas ya no son un
conjunto inconexo, sino que están unificadas (Aunque sea por una característica común). Además,
en la operación simple de identificar una regla dada como poseedora de la característica exigida
de pertenecer a una lista de reglas a la que se atribuye autoridad, tenemos el germen de la idea de
validez jurídica.

2) Ante el carácter estático - Introducción de “reglas de cambio” que facultan a un individuo o


cuerpo de personas a introducir nuevas reglas primarias y quitar las previas. Estas pueden ser
simples o complejas, las potestades pueden ser ilimitadas o limitadas y las reglas pueden
especificar las personas que han de legislar y definir el procedimiento a ser seguido.

Existe una unión entre reglas de cambio y de reconocimiento. Donde existen reglas de
reconocimiento, las de cambio incorporarán una referencia a la legislación como característica
identificatoria de las reglas. Por ejemplo: Si se reconocen como reglas las que están certificadas,
entonces las de cambio establecerán el procedimiento por el cual se certifica.

3) Ante la ineficiencia de la difusa presión social para hacer cumplir las reglas - Introducción de
“reglas de adjudicación” facultan a determinar, si en una ocasión particular se ha transgredido una
regla primaria. Identifican a los que pueden juzgar y el procedimiento a seguir. A ellas se asocian
conceptos jurídicos como: juez, tribunal, jurisdicción y sentencia.

Un sistema de reglas de adjudicación está también necesariamente comprometido a una regla de


reconocimiento de tipo elemental e imperfecto. La regla que confiere jurisdicción es también una
regla de reconocimiento que identifica a las reglas primarias a través de las decisiones de los
tribunales, y estas decisiones se convierten en una fuente de derecho.

Aquí tenemos la médula de un sistema jurídico y herramienta poderosa para el análisis de mucho
de lo que ha desconcertado tanto al jurista como al teórico de la política. Conceptos jurídicos y
políticos se logran comprender mejor con esta combinación de elementos, a partir de la estructura
de regla primaria y secundaria.

Concluiremos este capítulo con una advertencia: aunque la combinación de reglas primarias y
secundarias, en razón de que explica muchos aspectos del derecho, merece el lugar central
asignado a ella, esto no puede por sí iluminar todos los problemas. No es esto el todo, y a medida
que nos alejamos del centro habrá que ver elementos de carácter diferente.

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Capítulo VI: Los fundamentos de un sistema jurídico

OJO: Capítulo poco importante según ayudante

1. Regla de reconocimiento y validez jurídica

Cuando se acepta y se utiliza una regla secundaria de reconocimiento para la identificación de


reglas primarias de obligación se puede decir que se dan los fundamentos de un sistema jurídico.

Como dijimos, una regla de reconocimiento permite identificar las reglas primarias de obligación a
partir de un criterio. Estos pueden ser diversos: referencia a un texto revestido de autoridad,
sanción legislativa, práctica consuetudinaria, declaraciones de una persona, decisiones judiciales
pasadas (…) En un sistema jurídico moderno, donde hay variedad de fuentes, la regla de
reconocimiento es más compleja: esto porque los criterios para identificar el derecho son
múltiples.

Las reglas de reconocimiento, en la mayor parte de los casos, no es expresada, sino que su
existencia se muestra en la manera en que las reglas particulares son identificadas por los sujetos.
Ejemplo: En un juego, la regla general define las actividades que modifican el marcador, pero esto
es rara vez formulado, por ejemplo “lo que es un gol”. En lugar de ello, esta es usada por las
autoridades y jugadores al identificar las fases particulares que tienen relevancia para ganar.

El uso de los jueces y otras de reglas de reconocimiento no expresadas, para identificar las reglas
particulares del sistema, es característico del punto de vista interno. Quienes las usan de esta
manera manifiestan así su propia aceptación de ellas en cuanto reglas orientadoras.

Así, distinguimos una situación desde el punto de vista interno y externo:

1) Enunciado interno: “El derecho dispone que…” Manifiesta el punto de vista interno y es usada
con naturalidad por quien, aceptando la regla de reconocimiento y sin enunciar el hecho de que es
aceptada, la aplica al reconocer como válida alguna regla particular del sistema. Ejemplo: Cuando
alguien dice “saque lateral” en fútbol. Este es el lenguaje de una persona que aprecia una
situación por referencia a reglas que, conjuntamente con otras personas, aquella reconoce
apropiadas para ese propósito.

2) Enunciado externo: “En Inglaterra reconocen como derecho lo que es dicho por la Reina…” Es el
lenguaje natural de un observador externo del sistema que, sin aceptar su regla de
reconocimiento, enuncia el hecho de que otros la aceptan.

Si se comprende este uso de la regla de reconocimiento aceptada al formular enunciados internos


y se lo distingue de un enunciado externo que afirma que la regla es aceptada, desaparecen
oscuridades de la noción de validez jurídica. Porque la palabra válido es usada con frecuencia en
los enunciados internos, que aplican a una regla particular de un sistema jurídico una regla de
reconocimiento no expresada, pero aceptada.

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Algunas perplejidades vinculadas con la idea de validez jurídica se refieren a la relación entre
validez y la eficacia del derecho. Si reconocemos como “eficacia” al hecho de que una regla de
derecho que exige cierta conducta es más frecuentemente obedecida que desobedecida, nos
damos cuenta de que no hay conexión entre la validez de una regla particular y su eficacia.

La regla de reconocimiento que suministra los criterios para determinar la validez de otras reglas
del sistema es en un sentido importante una regla última y, como es usual cuando hay varios
criterios clasificados en orden de subordinación y primacía relativas, uno de ellos es supremo.

a) Supremo: Un criterio de validez jurídica es supremo, si las reglas identificadas por referencia a él
son reconocidas como reglas del sistema, aun cuando contradigan reglas identificadas por
referencias a los otros criterios, mientras que las reglas identificadas por referencia a los últimos
no son reconocidas si contradicen las reglas identificadas por referencia al criterio supremo.

No es lo mismo “supremo” que “ilimitado”. Se suele confundir porque parecieran convergir los
conceptos de: regla última de reconocimiento, criterio supremo y legislatura jurídicamente
ilimitada. Esto porque se asocia a un criterio supremo cuando hay una legislatura que no está
sometida a limitaciones constitucionales y tiene competencia para privar a todas las otras reglas
emanadas de otras fuentes de su status jurídico. Esta es la situación de Reino Unido, donde la
sanción constituye el criterio supremo de validez. Sin embargo en el sistema, por ejemplo, de
EEUU donde no existe legislatura jurídicamente ilimitada, pueden perfectamente bien contener
una regla última de reconocimiento que proporciona un conjunto de criterios de validez, uno de
los cuales es supremo.

b) Regla última: Aquella regla que proporciona criterios para la determinación de la validez de
otras reglas, pero que no está subordinada a criterios de validez jurídica establecidos por otras
reglas.

Existen algunas objeciones respecto a la validez misma de esta regla última. Algunos autores
afirman respecto del carácter jurídicamente último de la regla de reconocimiento que: “mientras
que la validez jurídica de otras reglas del sistema puede ser demostrada por referencia a ella, su
propia validez no puede ser demostrada, sino que se da por admitida, es postulada o es una
hipótesis.” Esto es seriamente equívoco. Esta regla no puede ser válida ni inválida, simplemente se
la acepta como adecuada para ser usada de esta manera. (Sería esto como intentar demostrar
que el metro de Perís, criterio último de corrección de todas las medidas en el sistema métrico es
en sí correcto)

A pesar de esto, una regla de reconocimiento es distinta de las otras reglas del sistema. La
afirmación de que ella existe solo puede ser un enunciado de hecho externo. Porque mientras que
una regla subordinada de un sistema puede ser válida y existir aun cuando sea generalmente
desobedecida, la regla de reconocimiento solo existe como una práctica compleja de los
tribunales, funcionarios y particulares, al identificar el derecho por referencia a ciertos criterios. Su
existencia es una cuestión de hecho.

Conclusión: Fundamento de un sistema jurídico consiste en la concepción de una regla de


reconocimiento última, que da al sistema de reglas sus criterios de validez.

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2. Nuevas preguntas

Una vez que se abandona la opinión de que el fundamento de un sistema jurídico consiste en el
hábito de obediencia a un soberano jurídicamente ilimitado, y la reemplazamos por la concepción
de una regla de reconocimiento última, que da al sistema de reglas sus criterios de validez,
aparecen ante nuestros ojos ciertas interrogantes:

1. Clasificación: porque la regla (de reconocimiento) que se usa para identificar el derecho escapa
a las categorías convencionales empleadas para describir un sistema jurídico por más que con
frecuencia se piense que ellas son exhaustivas. Ejemplo: Regla de lo que la Reina en Parlamento
sanciona es derecho, sin embargo, no pertenece ni a la categoría de convención y no es una regla
situada en el mismo plano que las “normas jurídicas en sentido estricto”.

En este aspecto aparece la pregunta, ¿cómo podemos mostrar que las provisiones fundamentales
de una constitución, que, por supuesto que son derecho, lo son realmente? Algunos contestan
diciendo que en la base del sistema jurídico hay algo que “no es derecho”, es “hecho político” (…)
Esta incomodidad es un signo seguro de que las categorías usadas para la descripción de esta
importantísima característica de cualquier sistema jurídico son demasiado toscas.

El argumento a favor de llamar derecho a la regla de reconocimiento es que la regla que


proporciona la identificación de otras reglas del sistema puede muy bien ser considerada como
una característica definitoria del sistema jurídico y puede ser llamada derecho.

El argumento en favor de llamarla hecho es que cuando afirmamos que ella existe, formulamos un
enunciado externo sobre un hecho efectivo que se refiere a la manera en que son identificadas las
reglas de un sistema eficaz.

No podemos, sin embargo, clasificarla como hecho o derecho. En cambio, hay que considerar a la
regla de reconocimiento desde dos puntos de vista: 1) enunciado externo de hecho que afirma la
existencia de la regla en la práctica efectiva del sistema y 2) enunciado interno de validez
formulados por quienes la usan para identificar el derecho.

2. Complejidad y vaguedad de la afirmación de que en un determinado país o en un cierto grupo


social existe un sistema jurídico.

Las etapas intermedias entre el nacimiento y la existencia autónoma y normal de un sistema


jurídico, por un lado, y entre está y la muerte, por otro, dislocan nuestras formas familiares de
describir los fenómenos jurídicos. Ellas son dignas de estudio, porque, desconcertantes como son,
ponen de relieve la plena complejidad de lo que damos por admitido cuando, en el caso normal,
hacemos la afirmación confiada y verdadera de que en un determinado país existe un sistema
jurídico.

Hay, pues, dos condiciones necesarias y suficientes mínimas para la existencia de un sistema
jurídico.
 Las reglas de conducta válidas según el criterio de validez último del sistema que tienen
que ser generalmente obedecidas. Esto lo deben satisfacer los ciudadanos, quienes
obedecen “por su cuenta” y por cualquier motivo.

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 Sus reglas de reconocimiento que especifican los criterios de validez jurídica y sus reglas
de cambio y adjudicación, tienen que ser aceptadas por sus funcionarios como pautas o
modelos públicos y comunes de la conducta oficial. Lo deben satisfacer los mismos
funcionarios.

La afirmación de que un sistema jurídico existe es, por lo tanto, un enunciado bifronte, una de
cuyas caras mira a la obediencia por parte de los ciudadanos ordinarios, y la otra a la aceptación
de reglas secundarias como pautas o criterios comunes críticos de conducta oficial, por parte de
los funcionarios. Esto refleja el carácter compuesto del sistema jurídico.

En un caso extremo, el punto de vista interno con su característico uso normativo del lenguaje
jurídico (“Esta es una regla válida”) podría limitarse al mundo oficial. En este sistema más complejo
sólo los funcionarios podrían aceptar y usar los criterios de validez jurídica del sistema. La sociedad
en que ocurriera esto podría asemejarse deplorablemente a una nación de borregos y, como
éstos, terminar en el matadero.

Conclusión: La prueba de existencia de un sistema jurídico tiene que extraerse de dos diferentes
sectores de la vida social: ciudadanos y funcionarios.

3. La patología de un sistema jurídico

Podemos decir, a partir de lo estipulado anteriormente, que la existencia de un sistema jurídico


está determinada por los ciudadanos y los funcionarios. El caso normal es cuando estos dos
sectores son congruentes en sus respectivos intereses típicos frente al derecho: cuando las reglas
reconocidas como válidas son obedecidas.

A veces, puede existir un divorcio entre el sector oficial y el sector privado, en el sentido en que ya
no hay una obediencia general a las reglas que son válidas según los criterios de validez usados por
los tribunales. Esto se puede dar de diversas formas, las que se llaman patologías de los sistemas
jurídicos.

Una patología de un sistema jurídico representa una ruptura en la compleja práctica congruente.
Tal ruptura puede ser producto de diferentes factores de perturbación
 Revolución: Cuando en el interior de un grupo se expresan pretensiones antagónicas de
gobernar. Importará siempre la violación de las normas del sistema existente, pero puede
acarrear solo la sustitución jurídicamente no autorizada de un conjunto de funcionarios
por otro nuevo (no necesariamente una nueva constitución o sistema jurídico).
 Ocupación enemiga: Supuesto en el que desde afuera se formula una pretensión
antagónica de gobernar que carece de autoridad según el sistema existente.
 Simple quiebre del control jurídico ordenado: Ante la anarquía o el bandolerismo que no
tiene pretensiones políticas de gobernar.

En cada uno de estos casos pueden darse etapas intermedias donde los tribunales funcionan y
siguen usando los criterios de validez jurídica del sistema que estuvo antes establecido, pero estas
órdenes son ineficaces en el territorio. Sin embargo, no se puede determinar exactamente cuando
el sistema jurídico ha dejado de existir. Esto es así porque el enunciado de que un sistema jurídico
existe es muy amplio y general como para permitir simples interrupciones: no es verificado o
falsificado por lo que ocurre en espacios de tiempos breves.

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Surgen cuestiones arduas cuando, tras esas interrupciones, se reimplantas las relaciones normales
entre los tribunales y la población.

A veces, luego de estos períodos, regresa el gobierno anterior y surge el problema de qué fue o
qué no fue derecho en el territorio durante la interrupción. Lo importante aquí es distinguir una
situación de hecho y de derecho. Puede existir una cuestión de hecho, por la que se identifiquen
dos sistemas jurídicos. Ejemplo: Colonia independizada de Inglaterra tiene un sistema jurídico
distinto al de esta. Pero, en cuanto al derecho, puede pasar que algunos sistemas se refieran a un
sistema jurídico anterior. Por lo tanto, al existir esta continuación, se mantienen reglas y se dice
que, en cuanto a situación de derecho existe un sistema jurídico. Ejemplo: Colonia que se
independiza de Inglaterra, pero conserva parte de su legislación.

Capítulo VIII
Justicia y moral

Resumen capítulos anteriores: Para elucidar características distintivas del derecho como medio de
control social, hemos creído necesario introducir elementos que no pueden ser elaborados a partir
de las ideas de una orden, una amenaza, obediencia, hábitos y generalidad. No se puede explicar
todo el derecho en estos términos simples. Por lo tanto, hubo que distinguir entre la idea de
hábito general y regla social, subrayando su uso como pauta o criterio de conducta orientador.
Distinguimos luego entre reglas primarias y secundarias de reconocimiento, cambio y
adjudicación. Todo lo referente al derecho hace alusión a estos dos tipos de reglas, cuya unión
puede ser considerada la “esencia” del derecho. La justificación para darles el lugar central a estas
reglas es que tienen un gran poder explicativo.

Debemos examinar ahora la afirmación general de que entre derecho y moral hay una conexión
necesaria. Frente a esto existen diversas teorías, que interpretan de manera diversa el significado
de “moral” y “necesaria”. Ejemplo: Tradición tomista del derecho natural. Establece tesis doble 1)
Hay ciertos principios de verdadera moral o justicia, descubribles por la razón humana sin la ayuda
de la revelación, aun cuando tienen origen divino 2) Las normas o leyes humanas que contradicen
esos principios no son derecho válido. Otros son los que conciben la moral como expresiones de
actitudes humanas frente a conductas que pueden variar de sociedad a sociedad.

Para formarse una opinión razonada de la verdad e importancia de las pretensiones se analizarán
algunos problemas. Los dos primeros serán tratados en el capítulo.

1. Distinción, dentro de la esfera moral, de la idea específica de justicia y de las notas especiales
que dan cuenta de su conexión íntima con el derecho.

2. Característica que distinguen las reglas y principios morales no solo de las reglas jurídicas, sino
de todas las formas de reglas sociales o criterios de conducta.

3. Los muchos sentidos y maneras diferentes en que puede decirse que las reglas jurídicas y moral
están relacionadas.

1. Principios de Justicia

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Los términos que los juristas usan con más frecuencia para ensalzar o censurar el derecho o su
administración son la palabras “justo” e “injusto”, y muy a menudo autores razonan como si las
ideas de justicia y moral fueran coextensivas. Hay por ciertos razones para que la justicia ocupe un
lugar de máxima prominencia en la crítica de las estructuras jurídicas, sin embargo, es importante
advertir que solo se trata de un segmento de la moral (*) y que las normas jurídicas y su
administración pueden tener o no tener excelencias de tipos diferentes.

Basta un ejemplo sobre algunos tipos comunes de juicio moral para mostrar este carácter de la
justicia. Ejemplo: Decimos de una ley que obliga a los padres a enviar a sus hijos a la escuela que
es buena ley. Pero no decimos que esta ley sea justa. Justa sería la palabra para mostrar
complacencia de una ley que distribuye la carga impositiva de acuerdo con la riqueza. Por lo tanto:
Que justo e injusto son formas más específicas de crítica moral que “bueno” y “malo” resulta
obvio del hecho de que podríamos inteligiblemente sostener que una norma jurídica es buena
porque es justa o mala porque es injusta, pero no es justa porque es buena o injusta porque es
mala. (Lo bueno y malo es más amplio que decir justo e injusto)

Las características distintivas de la justicia y su conexión especial con el derecho comienzan a


surgir si se observa que la mayor parte de las críticas hechas mediante las palabras “justo” e
“injusto” podrían ser expresadas casi igual mediante las palabras “equitativo” y “no equitativo”. El
concepto de equidad no es coextensivo con el de la moral en general, las referencias a ella son
relativa a dos situaciones en la vida social: la distribución de cargas y beneficios entre individuos y
la compensación. De estas dos derivan otras aplicaciones de la palabra justicia o equidad: relativa
a jueces y la condena.

El principio general latente en estas diversas aplicaciones de la idea de justicia es que los
individuos tienen derecho, entres sí, a una cierta posición relativa de igualdad o desigualdad. Esto
es algo que debe ser respetado. Por ello es que la justicia es tradicionalmente concebida como que
mantiene o restablece un equilibrio o proporción y su precepto principal se formula diciendo
“tratar los casos semejantes de la misma manera y tratar los casos diferentes de diferente
manera.” Sin embargo, aunque esto es un elemento central de la idea de justicia, es incompleto,
porque no puede proporcionar ninguna guía determinada para la conducta. Esto porque los seres
humanos se pueden asemejar y diferenciar al mismo tiempo, por lo que es necesario determinar:
cuando los casos han de ser considerados iguales y que diferencias son relevantes.

Hay una cierta complejidad en la estructura de la idea de justicia. Podemos decir que consiste en
dos partes:
 Una nota uniforme resumida en “tratar los casos semejantes de la misma manera”
 Un criterio cambiante o variable usado para determinar cuándo los casos son semejantes
o diferentes.

En este aspecto, la justicia es como las nociones de lo que es alto, que contiene una referencia
implícita a un criterio que varía según la clasificación de la cosa a la que esas palabras se aplican.
Ejemplo: Decimos alto de un niño cuando supera a los demás, pero ese niño podría ser bajo en
relación al porte de un adulto. Obviamente, la noción de justicia es más complicada, porque el
criterio de semejanza relevante entre cosas diferentes incoporado a ella no solo cambia con el tipo
de objeto al que se aplica, sino también puede estar abierto a impugnación respecto de un único
tipo de objetos.

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En ciertos casos, las semejanzas y diferencias entre seres humanos que son relevantes para la
crítica de las estructuras jurídicas como justas e injustas son completamente obvias. Este es el caso
cuando apuntamos a la justicia o injusticia de la aplicación del derecho a casos particulares. Esto
porque las semejanzas y diferencias relevantes que se deben tener en cuenta están establecidas
en el derecho mismo. Ejemplo: Decimos que la norma del homicidio es aplicada justamente
cuando es aplicada a todos los que cometen lo que la norma prohíbe. La conexión entre justicia y
la noción misma de proceder según una regla es obviamente estrecha en estos casos.

Esta conexión estrecha entre justicia en la administración del derecho y la noción misma de la
regla ha tentado a algunos a identificar la justicia con la conformidad con el derecho. Esto
claramente es un error. Tal versión de la justicia dejaría sin explicar el hecho de que a menudo las
mismas leyes son criticadas como justas e injustas. Cuando entramos en este criterio, de la crítica
de justo o injusto al mismo derecho, nos damos cuenta de que el derecho no puede por sí mismo
determinar ahora qué semejanzas y diferencias entre los individuos tienen que ser admitidas para
que sus reglas traten los casos semejantes de la misma manera y sean justas.

Aquí aparece la duda, ¿qué características de los seres humanos deben ser consideradas como
relevantes para criticar al derecho como injusto? En el mundo moderno el hecho de que los seres
humanos (cualquiera sea su color) pueden pensar, experimentar sentimientos y guiar su conducta,
es considerado generalmente como algo que crea semejanzas cruciales entre ellos. Por ello hay
muchos países civilizados que consideran injusto realizar distribuciones según características tales
como el color o la religión. En la mayor parte de las comunidades serían consideras normas
jurídicas como injustas sobre la base de que prima facie los seres humanos deben ser tratados con
igualdad y que esos privilegios e inmunidades no reposan en fundamentos relevantes. Sin
embargo, esto no es algo generalizado y se podrían aplicar afirmaciones diversas como que el ser
humano es naturalmente concebido en una determinada clase o que existen hombres que no han
desarrollado ciertos atributos humanos esenciales. Estas cuestiones podrían justificar la
discriminación o desigualdad, a partir de una moral que rechaza el principio de la prima facie.

Resulta claro, que los criterios de semejanza y diferencias relevantes pueden variar a menudo en
función del enfoque moral fundamental de una determinada persona o sociedad. Cuando ello
ocurre, las estimaciones sobre la justicia o injusticia del derecho pueden enfrentar contra-
afirmaciones inspiradas por una moral diferente. Sin embargo, esto podría resolverse indicando el
fin que reconocidamente una norma jurídica persigue. Esto puede aclarar las semejanzas y
diferencias que una norma justa debería admitir, y puede ocurrir que respecto a esto no habrá
controversias. Ejemplo: Si una norma jurídica acuerda ayuda a los pobres, ciertamente importará
tomar en cuenta las necesidades de los diversos postulantes. Sería en ese sentido considerado
justo cuando esta distinción se hace correctamente. Tales discriminaciones no serían consideradas
injustas, porque se basan en fundamentos que son relevantes.

No debemos confundir los casos vistos relacionados a la distribución con la compensación por
daños causados por una persona a otra. Las normas jurídicas que establecen que una persona
debe compensar a otra o indemnizar a otra por actos ilícitos civiles pueden ser consideradas
injustas por
1) Establecer privilegios o inmunidades no equitativos. Ejemplo: Si solo los miembros de la nobleza
pueden realizar demandas

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2) Podrían no acordar un remedio para ciertos tipos de daños causados por una persona a otra,
aun cuando se entendiera que moralmente la compensación es debida. Ejemplo: Negar a todos
por igual la compensación de daños que la moral prohíbe causar a otros.

La conexión entre justicia e injusticia de la indemnización de daños y el principio “tratar los casos
semejantes de la misma manera y los casos diferentes de diferente manera” consiste en el hecho
de que, al margen de lo que las normas jurídicas prescriben, existe la convicción moral de que las
personas sometidas al orden jurídico tienen derecho a que los demás se abstengan de ciertos tipos
de conducta dañosa. Esta estructura de derechos y obligaciones recíprocas constituye la base de la
moral de todo grupo social. Su efecto es crear una igualdad moral, en cierto sentido artificial, para
contrarrestar las desigualdades de la naturaleza. Ejemplo: Cuando el código moral prohíbe a un
hombre recurrir a la violencia en perjuicio de otro, aun cuando podría hacerlo por su fuerza, el
débil y el fuerte quedan en el mismo nivel. Sus situaciones quedan moralmente igualadas. Por lo
tanto, al exigir compensación, las normas reconocen indirectamente el principio de “tratar los
casos semejantes de la misma manera” al disponer que se reestablezca el status quo moral en el
que la víctima y el transgresor se encuentran en un pie de igualdad.

En este breve esquema de la noción de justicia hemos considerado únicamente algunas de sus
aplicaciones más simples para mostrar las específicas virtudes atribuidas a las normas jurídicas que
son estimadas justas. Sin embargo, existen casos en que las exigencias de justicia pueden entrar en
conflicto con otros valores, donde el principio general de semejanzas y diferencias es dejado de
lado. Estos son los casos de que se lo sacrifica en aras de la seguridad general o del bienestar de la
sociedad.

Debe señalarse un punto de enlace entre las ideas de justicia y bienestar social. Muy pocos
cambios sociales o normas jurídicas son satisfactorios para todos los individuos por igual o
promueven el bienestar de todos por igual. Solo las normas que proveen a las necesidades más
elementales se aproximan a ello. En la mayor parte de los casos el derecho acuerda beneficios a
una clase de la población a expensas de privar a otras de lo que prefieren. Ejemplo: Normas que
hacen obligatoria la educación primaria, significa la pérdida de personas para trabajar en la
industria a temprana edad para mayor producción. Cuando se hace este tipo de elección se hace
referencia a que está guiada por el bien común.

2. Obligación moral y jurídica

La justicia constituye un segmento de la moral que se refiere primariamente a las formas como
son tratados clases de individuos. Pero lo principios de justicia no agotan la idea de moral y no
toda crítica del derecho hecha sobre fundamentos morales es formulada en nombre de la justicia:
las normas jurídicas pueden ser condenadas como moralmente malas simplemente porque exigen
de los hombres acciones particulares que la moral prohíbe o porque les exigen abstenerse de
acciones que son moralmente obligatorias.

Por lo tanto, es necesario caracterizar aquellos principios, reglas y criterios relativos al


comportamiento individual que pertenecen a la moral y que hacen que una conducta sea
moralmente obligatoria.

Aquí aparecen algunas dificultades. 1) La palabra “moral” y todas sus asociadas tienen un área de
vaguedad. 2) Puede subsistir un gran desacuerdo filosófico en cuanto a los principios morales, su

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status o a su relación con el resto del conocimiento y experiencia humanos. ¿Qué son los
principios morales? Aquí se eludirán estas complicaciones y se hará referencia a lo que es de
común acuerdo entre la mayor parte de los filósofos. Se reconocerán cuatro características
cardinales de los principios morales: Importancia, Inmunidad al cambio deliberado, Carácter
voluntario de las transgresiones morales y Formas de presión moral.

Consideraremos primero el fenómeno social aludido a menudo como “la moral” de una sociedad
dada o la moral “aceptada o convencional” de un grupo social concreto. Estas frases aluden a
pautas o criterios de una conducta que son ampliamente compartidos en una particular sociedad y
que deben ser contrapuestos a los principios o ideas morales que pueden regir la vida de un
individuo, pero que éste no comparte con ningún número considerable de aquellos con quienes
convive. El elemento básico de la moral compartida consiste en las reglas del tipo del capítulo V.
Estas reglas se distinguen por la presión social que las sustenta o la inclinación individual que su
cumplimiento tiene aparejado. Existe una etapa en que estas reglas son el único medio de control
social, donde no se distingue entre regla moral y jurídica.

Cuando se supera esta etapa primitiva, se da paso al mundo jurídico, de modo que los medios de
control social comprenden un sistema de reglas de reconocimiento, adjudicación y de cambio, la
distinción entre las reglas jurídicas y las otras se convierte en algo definido. Las reglas primarias de
obligación identificadas por medio del sistema oficial se distinguen ahora de las otras reglas, que
continúan existiendo al lado de ellas.

En todas las comunidades que alcanzan esta etapa, hay muchos tipos de reglas y pautas sociales
que están fuera del sistema jurídico. Solo algunas de ellas son llamadas morales (aunque algunos
usan la palabra “moral” para designar a todas las reglas morales). Tales reglas fuera del sistema
jurídico pueden ser clasificadas de muchas formas:
 Se refieren únicamente a una esfera particular (vestir) o a actividades para las cuales solo
hay oportunidades discontinuas creadas deliberadamente (juegos, ceremonia)
 Se aplican al grupo social en general o a subgrupos especiales
 Son consideradas obligatorias por virtud del conocimiento mutuo y pueden permitir el
retiro voluntario o no se originan en el consentimiento mutuo ni en ninguna otra forma de
elección deliberada
 Cuando son transgredidas, pueden dar lugar a una simple afirmación o advertencia de lo
que es “correcto” hacer o un serio reproche, desprecio o una exclusión del grupo más o
menos prolongada.

En todas las sociedades que han desarrollado un sistema jurídico hay, entre sus reglas no jurídicas,
algunas a las que se atribuye importancia suprema. Con mucha frecuencia, se emplea el adjetivo
“moral” junto con “derechos”, “obligaciones” y “deberes” para designar los actos u omisiones
exigidos por aquellas otras reglas.

En relación a la obligación jurídica y obligación moral existen muchas semejanzas. (A pesar de que
la obligación jurídica sea más específica)

a) Se refieren al o que ha de hacerse o no ha de hacerse en circunstancias que se repiten


constantemente en la vida de un grupo.

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b) Lo que tales reglas exigen son omisiones o acciones simples, dentro de lo que puede hacer
cualquier adulto normal.

c) La observancia de estas reglas morales es considerado algo corriente, e modo que la


transgresión provoca censura seria y su cumplimiento no motiva elogios, salvo en algunos casos.

Respecto a las obligaciones morales se pueden hacer clasificaciones. Algunos corresponden a


papales o funciones distinguibles que algunos miembros de la sociedad cumple. Ejemplo: Padre.
Otras corresponden a obligaciones generales que se piensa tienen todos los adultos normales a lo
largo de su vida. Ejemplo: Abstenerse de la violencia. Por último, están las obligaciones especiales
que cualquier miembro puede asumir al entrar en relaciones especiales con otro. Ejemplo:
Retribuir servicios.

e) Hay diversidad entre los códigos morales que puede resultar de las necesidades peculiares de
una sociedad dada o de la superstición y de la ignorancia. Al igual que las reglas jurídicas cambian
según el contexto de la sociedad.

f) La moral social que han alcanzado las sociedades que pueden distinguirla del derecho, incluye
siempre ciertas obligaciones y deberes que exigen un sacrificio de la inclinación o interés particular
que es esencial para que sobreviva cualquier sociedad, en la medida en que los hombres y el
mundo que nos rodea conserven algunas de sus características familiares y evidentes. Ejemplo:
Libre uso de la violencia, exigencia de ciertas formas de honestidad en el trato con los demás, las
que prohíben la destrucción de cosas tangibles o su apoderamiento en perjuicio de otros. Sin ellas,
la organización humana no duraría mucho tiempo. Lo mismo sucede con las reglas jurídicas.

Es posible también reconocer ciertas diferencias ente derecho y moral, muy difíciles de formular.
Pareciera, aun así, que la diferencia radica en un carácter “interno” de la obligación moral y
“externo” de la otra. Esto será considerado a partir del reconocimiento de cuatro características
cardinales relacionadas entre sí, que de forma colectiva sirven para distinguir da la moral de las
reglas jurídicas y de otras formas de reglas sociales.

1. Importancia – Toda regla moral se la considera como alguna cuya observancia es muy
importante.

Se manifiesta esto de muchas maneras:


a) En el hecho simple de que las pautas morales son observados en contra del impulso de las
fuertes pasiones que ellos limitan y al costo de sacrificar considerable interés personal.
b) En las serias formas de presión social ejercida no solo para obtener conformidad en los casos
individuales, sino para asegurar que las pautas o criterios morales sean enseñados o transmitidos
como cosa corriente a todos los miembros de la sociedad.
c) En el reconocimiento general de que si las pautas o criterios morales no fueran generalmente
aceptados, ocurrirían cambios considerables y poco gratos en la vida de los individuos.

Ante esto, se ve como las reglas de compostura, vestimenta, a veces las del derecho aparecen con
un lugar relativamente bajo en la escala de importancia. A su vez, mucha de la importancia
atribuida al acatamiento de reglas morales puede ser explicada de acuerdo con líneas gratamente
racionalistas. Si bien exigen el sacrificio de intereses privados, su observancia asegura intereses
vitales en los que todos participan por igual. Sin embargo, esto no se aplica a todos los casos. Hay

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algunos en que la importancia atribuida a la regulación moral no viene del pensamiento de que
existen conductas socialmente nocivas, sino que son “contrarias a la naturaleza” o repugnantes en
sí.

Las reglas jurídicas, como hemos visto, pueden concordar con las reglas morales en el sentido de
exigir o prohibir la misma conducta. Estas son consideradas igual de importantes que las reglas
morales. La importancia, sin embargo, no es esencial al status de todas las reglas jurídicas como lo
es al status de las reglas morales. Ejemplo: Puede existir una norma jurídica cuya preservación
carece de importancia. Por otra parte, sería absurdo pensar en una regla moral que formara parte
de la moral aun cuando nadie la considerara digna de ser conservara.

2. Inmunidad al cambio deliberado – Reglas o principios morales no pueden ser implantados,


modificados o eliminados de la misma forma que un sistema jurídico.

Mientras en un sistema jurídico podemos establecer “A partir del 1ero de enero será un delito
penal hacer esto…”, no podemos formular “Desde mañana será inmoral hacer esto o aquello”.
Resulta incompatible con el papel desempeñado por la moral en la vida de los individuos que las
reglas morales sean consideradas, como las normas jurídicas, susceptibles de creación o cambio
mediante actos deliberados.

Esta característica de la moral no permite distinguir la moral de otras normas sociales. Esto
porque, cualquier tradición es como la moral: una tradición tampoco es susceptible de ser
adoptada o rechazada deliberadamente.

El hecho de que la moral y tradición no pueden ser cambiadas directamente, no debe ser
confundido con la inmunidad a otras formas de cambio. Perfectamente la sanción o derogación de
normas jurídicas pueden figurar entre las causas de un cambio o decaimiento de alguna pauta o
criterio moral o de alguna tradición. Ejemplo: Norma jurídica que impide la celebración de una
tradición violenta. Sin embargo, generalmente el derecho pierde batallas con la moral imperante y
la regla moral continua en pleno vigor.

Estos modos de cambio de la moral y tradición en los que el derecho puede ser causa tienen que
ser distinguidos del cambio o derogación por vía legislativa. Aunque la adquisición o pérdida de
estatus jurídico por virtud de la sanción de una norma puede ser llamado “efecto jurídico” este no
es un cambio causal contingente como el efecto eventual de la ley sobre la moral y la tradición.

La incompatibilidad entre la idea de moral o tradición y la de cambio por sanción deliberada, tiene
que ser distinguida también de la inmunidad otorgada a ciertas normas de derecho, en algunos
sistemas, mediante cláusulas restrictivas incluidas en la constitución. Tal inmunidad no es
elemento necesario del status de una norma jurídica como tal, porque ella puede ser eliminada
por enmienda constitucional. A diferencia de dicha inmunidad jurídica al cambio legislativo, la
incapacidad de la moral o de la tradición para modos similares de cambio no es algo que varíe de
comunidad en comunidad o de época en época.

3. Carácter voluntario de las transgresiones morales

La antigua concepción de que la moral se refiere exclusivamente a lo interno mientras que el


derecho se refiere a lo externo es, una enunciación errónea de las dos características ya

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examinadas. Pero más a menudo se la trata como una referencia a ciertas características salientes
de la responsabilidad moral y de la reprobación moral.

Si una persona que cuya acción ha transgredido reglas morales, consigue acreditar que lo hizo en
forma no intencional y a pesar de todas las precauciones que pudo tomar: resulta excusada de
responsabilidad moral y, en estas circunstancias, reprobar su conducta sería considerado
moralmente objetable. La reprobación moral queda excluida porque la persona ha hecho todo lo
que podía hacer.

En cualquier sistema jurídico desarrollado ocurre lo mismo hasta cierto punto; el requisito general
es un elemento de la responsabilidad penal dirigido a asegurar que sean excusados aquellos que
actuaron: sin negligencia, inconscientemente o en condiciones que carecieron de capacidad física
o mental para ajustar su conducta al derecho.

Sin embargo, la admisión de tales excusas está condicionada en todos los sistemas jurídicos de
muchas diferentes maneras. En lugar de investigar los hechos psicológicos, reales o pretendidos
(por dificultad) se valen de criterios objetivos según los cuales se considera que la persona
acusada pose la capacidad de control que posee un hombre normal o razonable. Por otra parte, el
sistema jurídico puede imponer una “responsabilidad objetiva”.

Resulta claro que la responsabilidad jurídica no queda necesariamente excluida por la


demostración de que el acusado no podía haber observado la norma que transgredió. Por el
contrario, en lo moral “no pude evitarlo” es siempre una excusa y la obligación moral será
totalmente diferente de lo que es si el deber moral no implicara, en ese sentido, un “poder”.

Cuando alguien es excusado porque ha transgredido una norma sin intención, la concepción moral
subyacente no es que esta acción es del tipo de aquellas que el derecho permite o incluso acoge;
lo que ocurre es que cuando investigamos las condiciones mentales del transgresor concreto, nos
encontramos con que no tenía la capacidad normal para ajustar su conducta a las exigencias del
derecho. Por ello es que este aspecto del “carácter interno” de la moral no significa que esta no es
una forma de control de la conducta externa; sino solamente que es condición necesaria de la
responsabilidad moral que el individuo tenga un cierto tipo de control sobre su conducta.

4. La forma de presión moral – No se utilizan amenazas, apelaciones al temor o al interés, sino


advertencias de la calificación moral que merece la acción que se tiene a la vista y de las exigencias
de las normas morales.

Esta característica, al igual que la anterior, ha contribuido a la idea de que la moral se refiere a lo
“interno”. Mientras en los sistemas jurídicos se utiliza la amenaza del castigo o de consecuencias
desagradables para disuadir a que se cumpla una regla, en la moral, se apela al respeto hacia las
reglas, en cuanto cosas importantes en sí mismas. De tal modo que la presión moral es ejercida
mediante advertencias de la calificación moral de la acción. Ejemplo: “Eso sería una mentira”.

En el trasfondo hay elementos morales internos que corresponden al temor o al castigo: se


presupone que las protestas despertarán en sus destinatarios un sentimiento de vergüenza o
culpa, serán castigados por su conciencia.

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Las formas de presión características y usadas en apoyo de la moral social son: advertencias
enfáticas de lo que las reglas exigen, apelaciones a la conciencia, confianza en la eficacia de la
culpa y el remordimiento.

3. Ideales morales y crítica social

Los cuatro criterios que hemos utilizado para distinguir a lo moral de otras reglas sociales son
criterios de carácter formal. No hacen referencia a ningún contenido necesario para que sean
morales.

Podemos reconocer que en todos los códigos morales hallaremos formas de prohibición del uso de
la violencia sobre las personas o las cosas, exigencias de veracidad, honestidad y respeto a las
promesas. Estas podrían ser consideradas esenciales, como necesarias en la vivencia en sociedad
del hombre y mínimo que se necesita.

Muchos moralistas, en base a esto, plantean que existe otro criterio, además de los cuatro
mencionados, donde hay una conexión entre moral y las necesidades e intereses de los humanos.

Sin embargo, nosotros hemos adoptado una visión más amplia, estableciendo que están incluidas
en la moral todas las reglas y pautas sociales que exhiben las cuatro características mencionadas.

A pesar de esta visión, es necesario distinguir que la moral comprende mucho más que
obligaciones y deberes reconocidos en la práctica efectiva de los grupos sociales. La obligación y el
deber son bases de la moral, pero hay formas que van más allá de esta moral aceptada común.

Ejemplo de esto son los Ideales morales. Su realización no es cosa corriente, sino logro digno de
alabanza. Ejemplo de quienes los llevan a cabo son el héroe o el santo. Lo que hacen estos
personajes e ir más allá del deber, sin que el no hacerlo sea censurable o considerado incorrecto.
En un nivel más humilde están los reconocidos en una sociedad como dignos de encomio por las
virtudes morales que exhiben en la vida diaria (caridad, benevolencia). Otras virtudes morales,
como la templanza o paciencia, son accesorias: son cualidades de carácter que se evidencian en
una excepcional devoción al deber o en la persecución de ideales morales sustantivos en
circunstancias de especial tentación.

Estas nuevas extensiones de la moral nos conducen, de maneras diferentes, más allá de los
confines de las obligaciones e ideales reconocidos en grupos sociales particulares, hasta los
principios ideales empleados en la crítica moral de la sociedad misma.

(pg. 227) Para complementar


Capítulo IX
Las normas jurídicas y la moral

1. Derecho natural y positivismo jurídico

En el capítulo se desarrollará la relación entre derecho y moral. Solo se verán dos cuestiones. La
primera es una cuestión que todavía puede ser vista como: Conflicto entre el Derecho Natural y el
Positivismo Jurídico. Se entenderá PJ como: la afirmación simple de que en ningún sentido es
necesariamente verdad que las normas jurídicas reproducen o satisfacen ciertas exigencias de la

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moral (aunque de hecho suele ocurrir así). Consideraremos dos formas de rechazo del PJ. 1)
Teorías clásicas del Derecho Natural: hay ciertos principios de conducta humana a ser descubiertos
por la razón de los hombres, con los que el derecho elaborado por éstos debe concordar para ser
válido. 2) Postura menos racionalista: Ofrece una versión distinta de las maneras en que la validez
jurídica se relaciona con el valor moral. En este apartado se desarrollará la primera de ellas.

Para los críticos, la teoría del DN ha parecido surgir de profundas y antiguas confusiones de las que
el pensamiento se ha liberado (porque se relaciona con la concepción general de la naturaleza
inanimada y viviente). Para sus sostenedores, los críticos parecen limitarse a insistir en
trivialidades superficiales, desentendiendo a verdades más profundas.

Muchos críticos modernos han pensado que la pretensión de que las normas o leyes de conducta
correcta pueden ser descubiertas mediante la razón humana descansaba en una simple
ambigüedad de la palabra ley. Mill es uno de los autores que plantea esto. Señala que hay una
confusión entre las leyes que formulan el curso de la naturaleza (descriptivas, descubiertas por
científicos) y leyes que exigen que los hombres se comporten de ciertas maneras (prescripciones).
Estas prescripciones pueden ser transgredidas, pero siguen siendo ley. Sin embargo, las
descriptivas, si no se cumplen, pierden su título de ley y deben ser reformuladas. El que sustenta
esta creencia no percibe algo propio del sentido común y es que decir “Ud. Tiene que presentarse
al servicio militar” y “si el viento sopla Norte, tiene que nevar” son expresiones muy distintas.

A su vez, los críticos que atacaron con mayor energía la noción de DN atribuyeron la confusión
entre estos sentidos de ley de sus oponentes a que en estos persistía la creencia de que las
observadas regularidades de la naturaleza estaban prescriptas por un Divino Legislador. Sin
embargo, esto no siempre ha estado la noción de ley natural al Legislador del Universo. Ejemplo
de esto es que la palabra “natural” fue primeramente utilizada en Grecia, completamente secular.

En realidad, la doctrina del DN es independiente de la autoridad divina y de la autoridad humana,


conteniendo ciertas verdades importantes para la comprensión de la moral y del derecho. Por esto
es que trataremos de liberarlas de sus adherencias metafísicas y reformularlas en términos más
simples.

La doctrina del derecho natural (*) es parte de una concepción antigua de la naturaleza, en la que
el mundo observable no es simplemente un escenario de regularidades y el conocimiento de la
naturaleza no es simplemente un conocimiento de ellas. Cada cosa existente es concebida, no solo
como que tiende a mantenerse en existencia, sino también como que se dirige hacia un estado
preciso óptimo que es el bien específico o fin que le es apropiado.

Esta es la concepción teolológica de la naturaleza. En relación al pensamiento moderno, ambos


acuerdan que las etapas a través de las cuales una cossa de cualquier tipo avanza hacia su fin
propio son regulares y pueden ser formuladas en generalizaciones. La diferencia está en que para
el punto de vista teolológico: los sucesos que regularmente acaecen no son concebidos como algo
que meramente ocurre en forma regular, no se pregunta si debieran ocurrir o si es bueno que
ocurran. Por el contrario: valoran lo que acaece como bueno, como lo que debe suceder, porque
es un paso hacia el fin propio de la cosa. Ejemplo: Piedra. Al caer al suelo, está realizando algún fin
apropiado o retornando al lugar que le es propio.

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En relación al hombre, el pensamiento teolológico no supone diferencia respecto de lo inanimado.


Este también tiende a un estado específico óptimo o fin que ha sido establecido para él. El hecho
de que el hombre lo haga de forma consciente no supone una diferencia entre él y el resto de la
naturaleza. Este bien o fin humano es como el de los otros seres, una condición de madurez
biológica y de potencias físicas desarrolladas, pero también incluye un desarrollo y excelencia de
espíritu por su racionalidad. Por lo tanto, por esta facultad, el hombre es capaz de descubrir el
logro de esta excelencia y quererla, pero, aún así, no es este el fin porque lo quiera, sino porque es
su fin natural.

Ante esto podrían aparecernos ciertas cosas naturales al hombre. Dos de ellas son las necesidades
humanas (comer, dormir) y aquellas funciones de los órganos corporales (función del corazón de
hacer circular la sangre). A partir de ellas reconocemos un primer fin humano: la sobrevivencia. Las
acciones que llamamos naturalmente buenas, como las recién mencionadas, están dirigidas a este
fin. Sin embargo, y aunque este constituye parte de lo que es el DN, es una versión muy atenuada
y está en su estrato más bajo.

A pesar de esto, no debemos dejar de considerar la sobrevivencia como si no fuera especial, dado
que constituye la base de estructuras enteras del pensamiento y del lenguaje que usamos para
describir el mundo y los otros seres humanos. Ejemplo: Nos ocupamos de medidas sociales para la
existencia continuada, no de reglas para un club de suicidas.

La importancia de la idea de la supervivencia humana radica, a su vez, el hombre convive con otros
seres. Por lo tanto, cuando planteamos “cómo” deben convivir los hombres, tenemos que
presuponer que su propósito es vivir. Por lo tanto, deben existir ciertas reglas de conducta que
toda organización tiene que contener para ser viable y para que se logre este fin. Estas constituyen
un elemento común al derecho y la moral convencional de todas las sociedades.

Estos principios universalmente reconocidos (con base a lo elemental del ser humano, su
circunstancia natural y sus propósitos) pueden ser considerados como el contenido mínimo del
DN. Se resumen en 5 puntos o verdades obvias.

2. El contenido mínimo del derecho natural

Cada uno de los casos mencionados suministra una razón para que, dada la supervivencia como
objetivo, el derecho y la moral deben incluir un contenido específico. La forma general del
argumento es que simplemente, sin tal contenido, las normas jurídicas y la moral no podrían llevar
a cabo el propósito mismo de la supervivencia que los hombres tienen al asociarse entre sí.

Es importante subrayar que se realizará una conexión racional entre los hechos naturales y el
contenido de las reglas morales. Si se realizara un análisis distinto, un psicólogo establecería que
es necesario educar a los niños en una familia para que se establezca un sistema jurídico o código
moral. Sin embargo, visiones como esta solamente muestran condiciones necesarias para que la
población se desarrolle o conserve código moral o jurídico, pero no una razón para que lo haga.

1. Vulnerabilidad humana: Hombres están dispuesto, ocasionalmente, a recurrir a ataques


corporales y son vulnerables a ellos. Por lo tanto, se establecen prohibiciones importantes para la
vida social respecto al uso de la violencia, que se traduce en matar o en causar daños corporales.

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2. Igualdad aproximada: Los hombre difieren entre sí en fuerza física, agilidad y aún más en
capacidad mental. Sin embargo, es un hecho de considerable importancia para la comprensión de
las diferentes formas del derecho y la moral que ningún individuo es tanto más poderoso que los
otros que pueda, sin cooperación, dominarlos o sojuzgarlos, salvo durante un término muy breve.
Por lo tanto, hay una igualdad aproximada, más que cualquier otro hecho, que hace necesario un
sistema de abstenciones y concesiones mutuas, base de la obligación jurídica y moral.

3. Altruismo limitado: Los hombres no demonios, pero tampoco ángeles. El hecho de que sean un
término medio hace necesario un sistema de abstenciones mutua. De esta manera, decimos que
también el altruismo humano es limitado en extensión e intermitente y las tendencias a la
agresión son bastante frecuentes como para ser fatales para la vida si no se las controla.

4. Recursos limitados: Los seres humanos necesitan ropa, alimentos y resguardo y estos recursos
no están en abundancia ilimitada, sino que tienen que crecer de la naturaleza o construidas por el
esfuerzo humano. Ante esto, se hace indispensable alguna forma mínima de la institución de la
propiedad y el tipo distintivo de reglas que exigen que se la respete.
En cuanto a esto, también son necesarias reglas dinámicas que habiliten a los individuos a crear
obligaciones y a modificar su incidencia (transferir, cambiar o vender sus productos).

5. Comprensión y fuerza de voluntad limitadas: Los hechos que hacen que las reglas referentes a
las personas, propiedad y promesas sean necesarias en la vida social tienen beneficios mutuos
evidentes entre personas. La mayoría de los hombres los advierten. Sin embargo, no todos los
hombres comparten la compresión de estos ni fuerza o bondad de la voluntad, por lo que, en
algún punto, tienen la tentación de preferir sus propios intereses inmediatos. Ante esto, es
necesario que se apliquen “sanciones”, no como motivo normal para la obediencia, sino como una
garantía de que aquellos que obedecen voluntariamente no serán sacrificados a quienes no lo
hacen.

Es muy relevante la igualdad aproximada para el derecho, en cuanto a la eficacia de las sanciones.
Si alguno de los hombres fueran mucho más poderosos que los otros, su fuerza podría superar a la
de los que apoyan el derecho y el orden. Las sanciones no darían entonces resultado. Es por esto
crucial un contenido que establezca esta igualdad aproximada, con personas que realicen una
cooperación voluntaria (creando poder coercitivo, autoridad), de manera que también se puedan
aplicar las sanciones.

Estas verdades tienen vital importancia para la comprensión del derecho y la moral. Se resuelve así
el problema de si todo sistema jurídico tiene que establecer sanciones. No hay principios que
prohíban el uso de la palabra derecho para referirse a sistemas donde no existen sanciones
centralmente organizadas. El lugar que deben ocupar las sanciones es de necesidad natural, lo
mismo con la protección a las personas, propiedad las promesas.

3. Validez jurídica y valor moral

Las protecciones y beneficios acordados por el sistema de abstenciones mutuas que subyace al
derecho y a la moral pueden, en diferentes sociedades, ser extendidos a muy diferentes campos
de personas. Sin embargo, es obvio que no es necesario que el derecho ni la moral aceptada en las
sociedades extiendan estas protecciones y beneficios mínimos a todas las personas comprendidas

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por sus reglas y también lo es que, con frecuencia, no ha habido tal extensión. Ejemplo de esto son
hechos que han sucedido en la historia de la humanidad como con la esclavitud de los negros.

Hechos como estos demuestran que, si bien para que una sociedad sea viable tiene que ofrecer a
algunos de sus miembros un sistema de abstenciones mutuas, no es menester que esto se le
ofrezca a todos.

Un sistema podría entonces imponerse por la fuerza sobre cualquiera, y no solo contra los
transgresores (Ver capitulo anterior), sino sobre un grupo sometido, inferior. En estos casos, ellos
son víctimas del sistema, no beneficiarios.

En los primeros capítulos destacamos que la existencia de un sistema jurídico es un fenómeno


social que presenta dos aspectos: actitudes y conductas de la aceptación voluntaria de reglas y las
actitudes y conducta involucradas en la obediencia. Por esto, una sociedad en la que hay derecho
está compuesta por aquellos que ven sus reglas desde el punto de vista interno como pautas o
criterios de conducta aceptados y no meramente predicciones de lo que harán los funcionarios si
se desobedece. Pero también está compuesto de un grupo a quienes se les imponen las pautas
jurídicas por fuerza o amenaza de ella. Este sector solo se interesa por las reglas como fuentes de
posibles castigos. En base a estos dos componentes distinguimos:
 Si el sistema es equitativo y atiende a los intereses a quienes exige obediencia, puede
obtener el respeto de la mayoría y será estable.
 Si el sistema es mezquino y exclusivo, manejado por un grupo dominante, es más
represivo e inestable
Entre estos dos extremos hallamos las diferentes combinaciones de estas actitudes frente al
derecho, a menudo en el mismo individuo.

La reflexión revela un riesgo del sistema jurídico, compuesto de reglas primarias y secundarias.
Este es, el hecho de que el poder se centralice y sea empleado para la opresión de muchos (algo
que no se puede llevar a cabo desde las reglas primarias). Puesto que ese riesgo se ha
materializado y puede volver a materializarse, la pretensión de que hay otra forma en la que el
derecho tiene que adecuarse a la moral (además de la que hemos presentado como contenido
mínimo del Derecho Natural) requiere un examen. Concluiremos el capítulo examinando seis
formas de esa pretensión.

1) Poder y autoridad

Se dice a menudo que un sistema jurídico debe apoyarse en un sentido de obligación moral o en la
convicción del valor moral del sistema, dado que no se apoya, ni puede hacerlo, en el mero poder
del hombre sobre hombre.

Sin embargo, es posible que enormes cantidades de personas sean coaccionadas por normas que
ellas no consideran moralmente obligatorias, e incluso aquellos que aceptan voluntariamente el
sistema no lo hacen necesariamente porque están moralmente obligados. En efecto, el
acatamiento al sistema puede estar basado en muchas consideraciones diferentes.

No se demuestra que nada puede ser reconocido como jurídicamente obligatorio si no es


aceptado como moralmente obligatorio. En este sentido no estaría entonces unido
necesariamente derecho-moral.

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2) La influencia de la moral sobre el derecho

El derecho de todo estado moderno muestra en mil puntos la influencia, tanto de la moral social
aceptada, como de ideales morales más amplios. Países como Inglaterra y EEUU adoptan ciertos
principios morales en su legislación, lo que les ha brindado cierta estabilidad.
Ningún positivista podría negar que estos son hechos, o que la estabilidad de los sistemas jurídicos
depende en parte de tales tipos de concordancia con la moral. Si esto es lo que se quiere decir al
hablar de conexión necesaria del derecho y la moral, su existencia debe ser concedida.

3) Interpretación

Las normas jurídicas exigen cierta interpretación para ser aplicadas a casos concretos. Con mucha
frecuencia, la elección de los jueces constituye una elección entre valores morales, aquí suelen
desplegarse virtudes judiciales: imparcialidad, neturalidad, consideración de intereses de los
afectados, preocupación por desarrollar algún principio general aceptable como base razonada de
la decisión. Así, es posible que conseguir que se la acepte como el producto razonado de una
elección imparcial bien informada.

Estos elementos pueden llamarse “morales” en cuanto que hacen que las decisiones sean
aceptables. Sin embargo, si se ofrecen estos hechos como prueba de la conexión necesaria entre
derecho y moral es menester recordar que esos mismos principios han recibido casi tanta
transgresión como acatamiento.

4) La crítica del derecho

Una tesis que suele usarse para reconocer la conexión necesaria entre derecho y moral es que: un
buen sistema jurídico tiene que adecuarse en ciertos puntos a las exigencias de la justicia y de la
moral.

La pregunta que surge es, la moral que debe concordar con el derecho para ser este un buen
derecho ¿es la moral aceptada del grupo en cuestión, aunque se apoye en supersticiones o niegue
sus beneficios y tutela a clases sometidas (esclavos)? ¿O es una moral de pautas o criterios
esclarecidos, que reposan en creencias racionales respecto de cuestiones de hecho y que
reconocen que todos los seres humanos so acreedores a igual consideración y respeto? Esta
última es la tesis más aceptada hoy, reconocida esta moral como la verdadera.

5) Principios de legalidad y justicia

Se realiza un mínimo de justicia dondequiera la conducta humana es controlada mediante reglas


generales que se hacen conocer públicamente y son judicialmente aceptadas. De aquí que,
aunque las normas más abominables pueden ser justamente aplicadas, en la mera noción de
aplicar una regla general de derecho tenemos por lo menos un germen de justicia.

En estos aspectos del control mediante reglas se podría aceptar entonces una conexión necesaria
entre el derecho y la moral. Infortunadamente, es compatible con una enorme iniquidad.

6) La validez jurídica y la resistencia del derecho

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Pocos teóricos del derecho considerados positivistas se detendrían a negar las formas de conexión
entre el derecho y la moral examinados bajo los cinco subtítulos precedentes. ¿Cuál ha sido, pues,
el propósito de los grandes gritos de batalla del positivismo jurídico?

Lo que en sustancia promueven estos pensadores es la existencia de normas jurídicas particulares


moralmente iniciuas, pero que han sido sancionadas en la forma establecida, tienen un significado
claro y satisfacen todos los criterios de validez reconocidos del sistema. Ellos establecen que las
personas entrarían en confusión si fueran invitados a negarle la calidad de derecho o de normas
jurídicas válidas. Lo que hay que decir es “Esto es derecho; pero es demasiado inicuo para ser
aplicado u obedecido”.

De esto surge la controversia entre quienes aceptan y quienes rechazan el punto de vista de que
las reglas moralmente inicuas no pueden ser derecho. Sin embargo, esto es solamente un
problema respecto a una cuestión lingüística. Lo que está en juego es el mérito comparativo de
dos conceptos o maneras de clasificar las reglas que pertenecen a un sistema generalmente
efectivo en la vida social: uno más amplio y el otro más restringido. El más amplio de estos
antagónicos conceptos de derecho, incluye al más restringido.

Si adoptamos el concepto más amplio ello nos llevará a agrupar y considerar juntas como
“derecho” todas las reglas que son válidas según los criterios formales de un sistema de reglas
primarias y secundarias (Aun cuando atenten contra la moral). Si adoptamos el concepto más
restringido, excluiremos del significado de “derecho” esas reglas moralmente ofensivas.

Si quisiéramos estudiar el derecho en sí mismo como fenómeno social adoptando el concepto más
restringido: ello nos llevaría a excluir reglas. Si adoptamos el concepto de derecho más amplio
podemos ubicar dentro de él el estudio de cualquier característica especial que tengan las reglas
moralmente inicuas y de la reacción de la sociedad frente a ellas. Por ello es que el uso del
concepto más restringido tiene que dividir aquí – de manera confusa- nuestro esfuerzo por
comprender el desarrollo y las potencialidades del método específico de control social consistente
en un sistema de reglas primarias y secundarias.

No parece que el adiestrar a los hombres en el uso de un concepto más restringido de validez
jurídica (en el que no caben normas jurídicas moralmente inicuas) vaya a robustecer la resistencia
frente al mal ante las amenazas del poder organizado o a una comprensión más clara de lo que
está moralmente comprometido cuando se exige obediencia.

Mientras los seres humanos puedan obtener suficiente cooperación de algunos para permitirles
dominar a otros, usarán las formas del derecho como uno de sus instrumentos. Para que los
hombres tengan una visión clara al enfrentar el abuso oficial del poder es que conserven la idea de
que, al certificar que algo es jurídicamente válido no resolvemos en forma definitiva la cuestión de
si se le debe obediencia: en definitiva, estas reglas deben ser sometidas a examen moral. Esta idea
es más probable que permanezca viva entre quienes están acostumbrados a pensar en que las
reglas jurídicas pueden ser inicuas (no entre los que piensan que en ningún caso algo inicuo puede
tener status de derecho).

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Una razón más fuerte para preferir el concepto amplio de derecho es que nos permite decir “Esto
es derecho, pero es inicuo”, es que negar el reconocimiento jurídico a las reglas inicuas puede
simplificar en forma excesiva y tosca la variedad de cuestiones morales a las que ellas dan lugar.

Conclusión: Un concepto de derecho que permite distinguir entre la invalidez de las normas
jurídicas y su inmoralidad, nos habilita para ver la complejidad y variedad de estas distintas
cuestiones; mientras que un concepto restringido que niega validez jurídica a las reglas inicuas
puede cegarnos frente a ellas.

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