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Ascenso de las letras inglesas

En el siglo XVIII el concepto de literatura abarcaba el conjunto de escritos apreciados en la


sociedad: filosofía, historia, ensayos, cartas, poemas. Se los consideraba literarios porque se
adaptaban a las normas de las letras cultas. El criterio para decidir si una obra pertenecía a la
literatura era ideológico. En esa época, los gustos y valores de los escritos de una clase social
se clasificaban como literatura, no las baladas callejeras, ni los romances populares o las obras
dramáticas. Este concepto de la literatura estaba colmado de valores.

Creció la importancia de la literatura porque había que buscar la unión entre la clase media y la
aristocracia gobernante.

La literatura es ideología, tiene relaciones muy íntimas con cuestiones que atañen el poder
social.

Explicar el desarrollo de las letras inglesas a fines del siglo XIX es responder “el fracaso de la
religión”. Sin embargo esta ideología se enfrentó a grandes problemas en la edad victoriana.

Esto preocupaba a la clase dirigente victoriana porque la religión ofrecia control ideologico, ya
que es afectiva y experencial porque se enlaza con las raíces inconscientes del ser humano. La
religión es capaz de influir en cualquier nivel social.

Su poder ideologico se caracteriza por la capacidad para materializar las creerncias y


convertirlas en practicas.

George Gordon (..) cito “Inglaterra está enferma, y … la literatura inglesa debe salvarla. Como
(según entiendo) las Iglesias han fracasado y los remedios sociales son lentos, la literatura
inglesa tiene ahora una triple función aun debe, supongo, deleitarno e instruirnos, pero
también, por encima de todo, salvar nuestras almas y sanar al Estado”.

Estas palabras fueron pronunciadas en el siglo XX pero tendrían resonancia en la Inglaterra


victoriana.

A medida que la religión dejaba de proporcionar el cemento social, los valores afectivos y las
mitologías básicas que servían para unir en la turbulencia social, la literatura inglesa se va
transformando en el vehiculo que transportaría la carga de la ideología.

La literatura era un candidato apropiado para la ideología de la clase obrera. Ya que su labor
humanizadora podría suministrar un antídoto contra el fanatismo político y extremismo
ideologico. Puesto que la literatura se ocupa de de los valores humanos universales. Y podría
servir para colocar en perspectiva las exigencias de los trabajadores en lo relativo a un nivel de
vida decente o un mayor control de su propia vida.

La literatura inglesa ayuda a promover la comprensión y la camaderia entre todas las clases.
Entrenaría a las masas para que tuvieran el habito del pensamiento y los sentimientos
pluralistas, convensiondolas de que existe otro punto de vista además del suyo, o de sus amos.

Las haría participe de las riquezas morales de la civilización inglesa.


Introducción: ¿Qué es literatura?

Antes de entrar en el mundo de la teoría literaria, Eagleton se ocupa de definir literatura. En


primer lugar, Eagleton refuta la tesis de que literatura está relacionada con la imaginación y la
producción de ficción, pues textos de autores como Bacon, Hobbes, Pascal, entre otros, entran
dentro de la categoría de literatura a pesar de que no son escritos ficticios. Luego, Eagleton
niega la distinción entre “artístico” e “histórico” como una forma de definir literatura, pues hay
escritos como el Génesis Bíblico que para algunos es histórico, para otros artístico, pero no por
ello cesa de ser literatura.

Más adelante, Eagleton propone que la literatura está definida “no con base en su carácter
novelístico o “imaginario” sino en su empleo característico de la lengua”[1], es decir, lo que
diferencia los textos literarios de otro tipo de textos es la forma en la que está escrito. En este
sentido, Eagleton toma una definición propia del formalismo ruso, y se dedica a describir las
características principales de esta corriente de crítica literaria. Según Eagleton, los formalistas
niegan la relación de la literatura con la psicología o con la realidad social, y solo la consideran
en términos de los recursos lingüísticos que contiene, esto significa que para que un texto sea
literario, debe alejarse de un “lenguaje normal” y acercarse a lo poético en un contexto
determinado. Eagleton también refuta esta hipótesis, pues hay muchos textos no literarios
escritos con cantidad de metáforas, símiles, metonimias, y por tanto, con suficiente ingenio
cualquier texto puede ser calificado de literario.

Finalmente Eagleton objeta la definición de la literatura como un discurso no pragmático, y


deduce que aunque muchas obras sí fueron construidas para ser consideradas como literatura,
a otras se les designó un carácter literario, es decir, un texto se define como literario o no
dependiendo de cómo lo trate la gente. El fin pragmático o poético de un texto está
determinado por la lectura que se le dé y por los juicios de valor que sobre él se emitan. Así,
Eagleton no establece una definición única de literatura, sino que explora las diferentes
acepciones de la palabra para por último concluir que la subjetividad e imprecisión del término
es vasta. Eagleton define al término literatura como uno inestable, por ello, indaga en la
importancia de las ideologías (modos de sentir, evaluar, percibir) al interpretar textos literarios
y afirma que todo texto se reescribe, no solo por diferentes sociedades sino en cada lectura
personal, pues cada lectura está cargada de diferentes valores.

Capítulo I: Ascenso de las Letras Inglesas

En el primer capítulo de “Una Introducción a la Teoría literaria”, Eagleton se enfoca en la


literatura del siglo XVIII y XIX en Inglaterra. En un principio, la literatura abarcaba todos los
textos que reflejaban valores de la alta sociedad, sin embargo, en el período romántico, se
redujo la categoría de literatura a las obras “imaginativas” o “de ficción”. Autores como Blake y
Shelley dotaron a la literatura de un componente ideológico, pero con el paso del tiempo el
escritor romántico se alienó de ideales políticos y “el arte […] fue elevado al rango de fetiche
solitario”[2]. A la par emergieron conceptos como el símbolo y la experiencia estética en obras
de autores como Schiller o Kant, estos conceptos fusionaron el carácter material y espiritual de
la literatura, por lo que resultaba innecesario formular investigaciones críticas.

A fines del siglo XIX, la literatura volvió a politizarse como una respuesta al fracaso de la
religión. La religión ya no era un vehículo efectivo de control ideológico, “ya no conquistaba el
corazón y la mente de las masas”[3], por lo que emergió la literatura como un discurso
alternativo para proporcionar valores ideológicos comunes y unificar a las clases sociales de
Inglaterra, la literatura inglesa, según Matthew Arnold, debía educar a la clase media e
incorporar a la clase trabajadora para evitar que caigan en extremismos ideológicos y frenar la
acción política colectiva. “Igual que la religión la literatura opera fundamentalmente a través
de las emociones y de la experiencia”[4], por lo tanto podía transmitir verdades indiscutibles y
proporcionar a las masas experiencias, viajes a través del tiempo y del espacio, que sin un libro
no podrían conseguir. Así, las letras inglesas como una asignatura empezaron a enseñarse en
institutos para trabajadores y gradualmente en las universidades, sin embargo la literatura era
considerada como una asignatura exclusiva para mujeres.

Durante la Primera Guerra Mundial, la literatura inglesa sirvió también para transmitir valores
de identidad nacional, y fue así como empezó a institucionalizarse en Oxford y Cambridge, sin
embargo, después de la guerra, la asignatura literaria quedó en manos de “hijos de la pequeña
burguesía provinciana”[5] como Leavis, Richards y Emerson, que se encargaron de enaltecer
los estudios de literatura inglesa a través de la creación de “Scrutiny”. Las letras inglesas tenían
la misión de reorientar Inglaterra a una sociedad orgánica como la del siglo XVII, contra los
crecientes valores del capitalismo, es así que “Scrutiny” trazó un nuevo mapa delimitando la
literatura inglesa a algunos autores y marginando a otros. Entre los logros más importantes de
“Scrutiny” estuvo también la inserción de estudios culturales en instituciones, presentando un
discurso antagónico a la cultura de masas y la publicidad de la sociedad industrial. Eagleton
califica a “Scrutiny” de una publicación “irremediablemente elitista”[6], pues sostenía la tesis
de que la literatura formaba personas moralmente superiores y excluía a las masas populares
de este conglomerado de personas, diferenciaba el “verdadero inglés” de otros tipos de
lenguaje y exaltaba la “anglicidad” literaria producida por ciertos autores.

Scrutiny insistia en que la forma de evaluar las obras literarias se relacionaba con juicios de
mayor peso acerca de la naturaleza de la historia y la sociedades vistas en conjunto.

Aterrado con la suposición de que cualquier obra escrita en ingles elegante variaba como
cualquier otra, insistia en la distinción mas rigurosa entre los diferentes meritos literarios.

Scrutiny era el centro de de una cruzada moral y cultural. El único cambio que se proponía
llevar a cabo se relacionaba con la educación. Sin embargo la educación es parte de la
sociedad, no la solución de sus problemas.

La actitud de Scrutiny era elitista. Desconfiaba de la capacidad de quienes no habían tenido la


oportunidad de seguir el curso de letras inglesas.

A la par emergió T. S. Eliot, que construyó otro mapa literario y criticó la disociación del
pensamiento y sensibilidad en la literatura inglesa. Eliot también se declaró en contra del
“liberalismo, romanticismo, protestantismo, individualismo económico, dogmas
pervertidos”[7] y abogaba por el regreso a la tradición. Para Eliot, era requisito que un texto
literario sea parte de la tradición para poder ser denominado Literatura “con mayúscula”. Eliot
era un irracionalista de derecha que despreciaba la importancia de la temática de un texto y su
interpretación, lo que realmente importaba para él era el vínculo de la lengua con la
experiencia. Junto con personalidades como Pound, Lawrence, Eliot consideraba necesario
virilizar la poesía con un lenguaje más adecuado. Al mismo tiempo el grupo de “Scrutiny”
planteó el concepto indefinible y absoluto de la Vida como el fin último de la literatura, sin
embargo, encerraba una visión de hostilidad contra la educación popular.
Eliot apunto contra la ideología del liberalismo de clase media.

La solución de Eliot pertenecia al autoritarismo de extrema derecha. Hombres y mujeres


deben sacrificar sus personalidades y opiniones en un ara de orden impersona, equivalente a
la tradición, que de Eliot era profundamente selectiva.

Para Eliot, la ventaja de que la lengua estuviera unida a la experiencia era que permitia al
poeta dejar de lado las abstracciones del pensamiento racionalista y apoderarse de sus
lectores. La poesía no consistía en hacer intervenir la mente del lector, poco importaba lo que
realmente significaba o quería decir un poema.

El concepto de Eliot acerca de que el lenguaje en la sociedad se había convertido en rancio e


inútil, inadecuado con la poesía, presentaba afinidades con el formalismo ruso.

Leavis y otros críticos de “Scrutiny” proponían analizar los textos con un enfoque de crítica
práctica y lectura analítico-interpretativa, es decir, interpretar un texto aislándolo
completamente de su contexto histórico y social. Leavis, por su parte, consideraba la literatura
como una forma de dar sudorespuestas a las preguntas planteadas por la ciencia y conocer los
pensamientos del lector. En base a estos principios, surgió la Nueva Crítica norteamericana,
que enalteció la importancia de la sensibilidad y calificó a la literatura como una nueva
religión. Para la Nueva Crítica norteamericana, un poema es indivisible, contiene la realidad en
sí, y “no puede ser parafraseado, ni expresado en ninguna lengua que no sea la de él
mismo”[8]. La Nueva Crítica consideraba a un texto como una unidad orgánica separada del
autor y del lector, un poema era un “objeto que se basta a sí mismo, tan sólido, tan material
como una urna o un ícono”[9], muy poco importaba la intención del autor y la recepción del
lector. Bajo estos baluartes, la Nueva Crítica pretendía profesionalizarse como las demás
disciplinas académicas y logró insertarse como disciplina académica en las universidads Ivy
League. William Empson era parte de la corriente de la Nueva Crítica, sin embargo, algunas de
sus ideas se contraponían a ella, por ejemplo, Empson consideraba la obra literaria como
“abierta, adaptble” más que como una unidad orgánica, La poética de Empson es liberal, social
y democrática”[10].

La lectura analítico-interpretativa significaba como critica practica, interpretación analítica


detalla que proporsionase un eficaz antídoto contra la palabrería insustancial de los estéticos.

Esto sugiere que las palabras se hayan en el texto, mas que en el contexto que las produjeron.
Implica una limitación y un enfoque.

Cualquier trozo escrito, literario o no, puede ser debidamente estudiado e incluso
comprendido. Aislado de todo contexto, este fue el comienzo de la cosificación de la obra
literaria.

Según Richards el papel de la poesía es proporcionar seudorrespuestas. Ya que la poesía es


mas un lenguaje emotivo que referencial, una especie de seudodeclaracion, que da la
impresión de describir el mundo pero en realidad organiza nuestros sentimiento.

Para la Nueva Critica la solución estaba en la poesía., era su nueva religión, un refugio
nostálgico frente al capitalismo industrial.
La literatura era una solución a los problemas sociales pero no parte de ellos. El poema debe
ser arrancado de los escombros de la historia e izado al espacio sublime.

La nueva critica convirtió al poema en fetiche.

La nueva critica era irracionalismo sin atenuantes, relacionados con el dogma religioso, la
mayoría de sus representantes eran cristianos, y con el ala derecha de la política
architradicionalista del movimiento agrario.

La nueva critica fue bien recibida en la comunidad academica, porque suministraba un método
pedagógico útil para enfrentarse a la población estudiantil.

La nueva critica y Richards se interesan en el poema.

Eliot se extiende al drama pero no llega a la novela.

Leavis se ocupa de la novela y la exima como poema dramático.

Según Empson, el lector aporta al poema contextos sociales, supuestos tacitos relacionados
con la coherencia del significado que el texto puede recusar aun cuando no rehace su
contuidad con el mismo.

La literatura era una organización especial del lenguaje, que tenía leyes propias, estructura
y recursos, que debían estudiarse en sí mismos, en vez de ser simplificados en algo
diferente. Así, se decía entonces que la obra literaria era un hecho material y su
funcionamiento podía analizarse como a las maquinarias, ya que estaba hecha de palabras,
y se consideraba un error que el criterio de un autor la considerará una expresión. En
efecto, se la pensaba como un conjunto de recursos arbitrarios, y lo evaluaban como
funciones dentro de un sistema textual. Estos recursos eran elementos formales, que
compartían su efecto delirante. Así, el lenguaje se intensificaba por la presión sometida
por los recursos literarios.

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