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LA ADOLESCENCIA Y EL DESARROLLO: DESDE LA

NEUROCIENCIAS: CONOCIENDO LA ADOLESCENCIA Y


ANÁLISIS EN CONTEXTO.

La neurociencia, pues, ha aportado al mejor conocimiento del funcionamiento


cerebral para eventualmente actuar sobre él. Los valiosos hallazgos respecto de esta
ciencia hablan de que es un campo científico muy amplio y variado que se clasifica
en sub ciencias o campos científicos específicos, dedicados a cada una de las
particularidades del cerebro, dada la complejidad y riqueza del mismo. En otras
palabras, la neurociencia incluye varias ciencias que estudian la estructura y el
funcionamiento de nuestra masa encefálica desde un punto de vista
interdisciplinario, con aportes de cada una en relación a cada área cognitiva. Su
tarea central es la de intentar explicar cómo actúan millones de células nerviosas
hasta producir una determinada conducta y cómo el medioambiente y la conducta
de otros individuos influyen en dichas células (Salomón y Villalobos, 2015). Vale
decir, estudia el cerebro a nivel molecular, celular, neuronal, cognitivo y conductual.

Desde los postulados de la neurociencia, el cerebro es, sin duda, el órgano que
regula la conexión con nuestra existencia.

Fusionadas bajo el término de neuro educación, ambas ciencias sostienen que el


cerebro es un órgano sensible a las emociones y que, a mayor cantidad de estímulos
correctos, más se aprende. Por ello, la educación y la neurociencia se complementan
para tal fin. Una explica los mecanismos cerebrales en pos del acto de aprender y la
otra provee las herramientas para maximizarlos.

La neuroeducación, entonces, completa la neurociencia, pero, a diferencia de ella,


estudia el cerebro en tanto órgano de aprendizaje y tiene como objetivo contribuir
al desarrollo emocional e intelectual de todas las personas. En este sentido, la
educación toma un papel central en el intento de que los procesos químicos que se
producen en el cerebro se encuentren favorecidos para lograr el aprendizaje, de allí
su importancia en el desarrollo y cuidado de la red neuronal de la persona.

En base a todo lo anterior expuesto, se puede tener la certeza de que la neurociencia


toma un rol prominente dentro del proceso de toma de decisiones en la etapa
evolutiva adolescente. Si se observa el esquema de familia del siglo XXI, se revelan
importantes problemáticas: un adolescente mayormente solo en el hogar, una ya
escasa comunicación familiar empañada por el protagonismo de los elementos
tecnológicos y un rol materno-paterno frecuentemente transformado en uno de
pares. En términos generales, el adulto no establece una autoridad clara y precisa y
se torna una suerte de amigo que complace o bien elude las problemáticas propias
de las que adolece dicha edad. Así, a la hora de tomar una decisión, muchos jóvenes
se muestran desorientados y faltos de acompañamiento por parte de sus familias,
lo cual hace indispensable la existencia de una figura social externa sólida que
minimice y hasta supla la carencia educativa del hogar, como sucede en varios casos,
y que guíe la madurez cognitiva del adolescente.

La adolescencia es un período de cambios físicos, mentales, familiares y sociales. En


efecto, es la etapa de transformación de nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra
relación familiar y nuestra integración social. Se presentan variaciones en los estados
de ánimo y la exacerbación de la emotividad, ya sea hacia la euforia como hacia la
tristeza. las modificaciones biológicas del adolescente generan cambios radicales en
su personalidad y pueden también relacionarse con la experimentación de cambios
importantes en las estructuras cerebrales, ya que aún no están completamente
desarrolladas. De allí la marcada vulnerabilidad en la personalidad; el joven necesita
valerse de mecanismos de defensa que le permitan protegerse de lo que siente como
amenaza de su entorno. Cuando esos mecanismos no concuerdan con la intensidad
del conflicto, surgen comportamientos inadaptados que conllevan tensión.

En los últimos 30 años la Neurociencia se ha constituido como el área del


conocimiento que mayores aportes ha realizado a la educación. Notables
descubrimientos, tales como la neuroplasticidad, la sinaptogénesis, las células
gliales, los hemisferios cerebrales, el cerebro triuno, el cerebro total, entre otros
tantos conceptos nos dan nuevas pistas sobre cómo funciona el cerebro y aprende
el ser humano, y, por tanto, ponen de manifiesto la emergencia de un nuevo
paradigma sobre el funcionamiento de la escuela y los modelos de enseñanza-
aprendizaje que se deben implementar en los sistemas educativos. El cerebro tiene
una gran capacidad de adaptación ante los diversos entornos sensoriales que nos
rodean y, por tanto, no es un órgano estático ni fijo.

A partir de las últimas investigaciones sobre neurociencia y neuropsicobiología, entre


otras áreas, se identifica una coherencia entre el desarrollo integral de los
estudiantes con los planteamientos de la Doctora Montessori. En este sentido la
educación Montessori coincide, desde sus planteamientos más profundos, con dichos
avances científicos en relación a cómo tiene que ser la escuela del nuevo siglo y el
tipo de conocimiento y competencias que requiere la sociedad actual. Parece ser
que se está abriendo un nuevo paradigma educativo ya que se visualiza la necesidad
de comenzar una transición de un modelo educativo principalmente transmisivo del
conocimiento, a uno más activo y holístico, desde una mirada socioconstructivista.

Se aprecia una concepción errónea sobre la educación Montessori como un


planteamiento del pasado. Las investigaciones actuales en educación difieren y
muestran la necesidad de incorporar cambios en el modelo educativo, cambios que
para la filosofía Montessori no son ajenos, pues ya se aplican en su modelo desde
hace más de un siglo. Si comparamos con detención los planteamientos de esta
propuesta pedagógica con los planteamientos actuales sobre el aprendizaje escolar,
la metacognición, la evaluación del proceso, el aprendizaje entre pares, donde el
profesor es un facilitador más que un experto, la educación de personas libre-
pensantes, autónomas, emprendedoras, creativas, que ven los errores como
oportunidades, en síntesis, personas felices nos podemos dar cuenta que todos ellos
o su gran mayoría forman parte del enfoque montessoriano.
¿QUÉ PAPEL ASUMIR POR PARTE DE LOS ADULTOS DE LA
COMUNIDAD EDUCATIVA ANTE LOS DIFERENTES ESTILOS DE
VIDA GENERACIONALES, LA DIVERSIDAD EN LA ESCUELA PRE
UNIVERSITARIA Y EL RESPETO A LOS DERECHOS HUMANOS
DE TODOS SIN DISCRIMINACIÓN?

La palabra DIVERSIDAD se refiere a lo que gira en dirección opuesta, a la cualidad


de lo que, por sí mismo, es diferente y se define por la variedad. Al mismo tiempo,
lo diverso alude a la idea de separación, así como de desviación de lo habitual, de
lo que es normal o está normalizado (de ahí también su relación con el término
divertir).

Al estar presente en la sociedad en su conjunto, es inevitable que quede reflejada


en mayor o menor medida en nuestras aulas. La cuestión es que sin entender ni
gestionar la diversidad no es posible llegar a configurar una educación
inclusiva definida por la igualdad de oportunidades.

DIVERSIDAD HAY DE MUCHOS TIPOS

Hablamos de diversidad social, en la medida en que nuestros alumnos/as


provienen de distintas clases sociales, en sentido amplio; diversidad religiosa,
étnica, cultural y lingüística, puesto que llevan consigo diferentes formas de ver,
de pensar e interpretar el mundo, distintas culturas, además de distintas
lenguas; diversidad sexual y de género, que no sólo se refiere a lo biológico (hay
niños y niñas), sino también a las identidades de género, que también dan forma a
distintas representaciones del mundo, intereses, expectativas, motivaciones…
elementos que por sí mismos generan mayor diversidad en nuestro
alumnado; diversidad funcional, que resulta fundamental; diversidad en tanto
que diferencias físicas, de capacidades y dificultades, del aprendizaje, del
desarrollo, para las cuales hay herramientas que permiten la detección temprana.

En la medida en que seamos capaces de gestionar la diversidad, con las


herramientas necesarias, y potenciar un currículum –un currículum transcultural–
que la reconozca y que sepa conectar con los intereses de los alumnos/as, seremos
capaces de avanzar hacia la educación inclusiva y la igualdad de oportunidades.

Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico,
color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos
derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados,
interdependientes e indivisibles.

Los derechos humanos universales están a menudo contemplados en la ley y


garantizados por ella, a través de los tratados, el derecho internacional
consuetudinario, los principios generales y otras fuentes del derecho internacional.
El derecho internacional de los derechos humanos establece las obligaciones que
tienen los gobiernos de tomar medidas en determinadas situaciones, o de
abstenerse de actuar de determinada forma en otras, a fin de promover y proteger
los derechos humanos y las libertades fundamentales de los individuos o grupos.

Universales e inalienables

El principio de la universalidad de los derechos humanos es la piedra angular del


derecho internacional de los derechos humanos. Este principio, tal como se
destacara inicialmente en la Declaración Universal de Derechos Humanos, se ha
reiterado en numerosos convenios, declaraciones y resoluciones internacionales de
derechos humanos. En la Conferencia Mundial de Derechos Humanos celebrada en
Viena en 1993, por ejemplo, se dispuso que todos los Estados tenían el deber,
independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover
y proteger todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.

El principio se aplica a toda persona en relación con todos los derechos humanos y
las libertades, y prohíbe la discriminación sobre la base de una lista no exhaustiva
de categorías tales como sexo, raza, color, y así sucesivamente. El principio de la no
discriminación se complementa con el principio de igualdad, como lo estipula el
artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.

Derechos y obligaciones

Los derechos humanos incluyen tanto derechos como obligaciones. Los Estados
asumen las obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de
respetar, proteger y realizar los derechos humanos. La obligación de respetarlos
significa que los Estados deben abstenerse de interferir en el disfrute de los derechos
humanos, o de limitarlos. La obligación de protegerlos exige que los Estados impidan
los abusos de los derechos humanos contra individuos y grupos. La obligación de
realizarlos significa que los Estados deben adoptar medidas positivas para facilitar el
disfrute de los derechos humanos básicos. En el plano individual, así como debemos
hacer respetar nuestros derechos humanos, también debemos respetar los derechos
humanos de los demás.

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