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de la obra de arte, en general, contie-


ne la clave de la dialéctica inevitable
existente en torno a los distintos ele-
mentos de ese «mundo imaginado vi-
vido» del que se ocupan, desde diver-
sos ángulos, los estudiosos de los
fenómenos sociales. Aun en ia más
extravagante de las fantasías, en los
más extraños relatos supernaturales o
de ciencia-ficción, se establece desde
el principio una base de realidad
compartida entre el escritor y el texto
que necesitan de un terreno común de
creencias y conocimientos desde el
que poder entenderse y sin el cual la
comunicación no es posible. La nove-
la, 1~ obra literaria, implica una con-
nivencia entre autor y lector sobre el
grado de realidad que han de com-
parti J en el espacio ficticio. Este
«compromiso» es el precio que el no-
Isabel Burdiel añadir, de la realidad misma a que velista paga por exigir un acto de fe
esas dos disciplinas se refieren. constante en el lector, aquel al que
Entre el 4 y el 8 de julio de 1988 se Como ha escrito Stefan Collini: Coleridge llamaba «suspensión de la
desarrolló en Valencia, organizado «las denominaciones de las distintas incredulidad» como base de la comu-
por la Universidad Internacional Me- ramas de la historia son banderas de nicación autor/ lector. Algo que im-
néndez Pelayo, un seminario sobre conveniencia, no nombres de esen- plica la existencia, aún no del todo
Historia y Novela que reunió a nove- cias, y la cuestión real concierne a la explorada, de un amplio campo de
listas, escritores, estudiosos de la lite- especificidad y validez de sus preten- estudios en torno a la creación y re-
ratura e historiadores.* siones para ocupar una habitación in- producción ideológica, cultural y ar-
En el curso de las intervenciones y dependiente».1 tística, el cual atañe tanto al estudio-
los debates surgió inevitablemente el Esa crítica a la compartimentiza- so de la literatura como al historiador
tema más general -de carácter epis- ción del saber (que, en principio, no en la medida en que ambos se preocu-
temológico y metodológico- de las tiene por qué ser una crítica a la selec- pan por la relación de los hombres
siempre elusivas relaciones entre his- ción rigurosa de campos, problemas con la multitud de datos y aconteci-
toria y literatura, entre realidad y fic- y métodos de análisis diversos) resul- mientos que conforman su existen-
ción, entre discurso literario y discur- ta especialmente relevante en el caso cia.
so histórico. concreto que nos ocupa en la medida La crítica literaria sociologista y,
La reproducción de aquellas confe- en que, y es cada vez más evidente más recientemente, el «boom» de la
rencias en un dossier plantea de nue- para todos, resulta una tarea inútil novela histórica y de la «vuelta» de
vo algunos de los puntos de vista ex- intentar comprender y explicar la rea- la narratividad en la historia ha podi-
presados entonces que hacían lidad histórica prescindiendo de la do oscurecer en ocasiones esa rela-
referencia, no sólo al papel de lo his- imaginación, de las representaciones ción interna y más profunda que se
tórico en la concepción y en la prácti- mentales, de los hombres que la pro- establece a mi juicio entre lo literario
ca literaria, sino también al papel de tagonizaron . Si esto es así, si la reali- y lo histórico, entre la realidad y la
lo literario, del arte y de la cultura en dad, los hechos, no existen desliga- ficción.
general (e incluso de la narración) en dos de la percepción que tenemos de En el panorama literario actual,
la labor del historiador. los mismos, toda historia social me- por ejemplo, la representación de la
Es sabido que tradicionalmente recedora de tal nombre debería estar historia como sub specie semioticae,
historia y literatura, al menos desde dispuesta a incluir entre sus grandes utilizando un término al gusto de al-
el punto de vista de su tratamiento preguntas (y entre sus respuestas guno de los participantes en aquel se-
académico, han permanecido aisla- siempre parciales) los elementos y la minario, subyacería subversivamente
das en compartimentos estancos ig- evidencia disponibles procedentes de a una de las más formidables creacio-
norándose, cuando no recelándose, ese territorio clásico de lo imaginado nes literarias de los últimos años: El
mutuamente. Esta situación respon- que es la literatura. nombre de la rosa de Umberto Eco,
día, y responde, a un concepto res- De la misma forma, historia y críti- inocente responsable de parte de ese
trictivo de ambos campos de estudio ca literaria han reconocido tradicio- «boom» de la novela histórica. Para
y por lo tanto, casi me atrevería a nalmente la existencia de una zona él, como para otros muchos novelis-
sutil y ambigua entre la creación y la tas, desde Cervantes hasta el postmo-
realidad histórica. Los territorios de dernismo literario norteamericano,
la imaginación no son comprensibles pasando por Faulkner y García Már-
en toda su profundidad si se abstraen quez, por Borges, Mujica Láinez y
* El seminario sobre Historia y No- absolutamente del mundo que los vio Salman Rushdié, la relación historia-
. vela estuvo dirigido por Jorge Semprún formarse y que es_a imaginación, ficción no es una mera relación exter-
y participaron en él Isabel Burdiel, siempre social, transforma, reprodu- na y contextua! sino que forma parte
como secretaria, José Saramago, Max
Gallo, Kenitzé Mourard, Larzer Ziff, ce o subvierte. Prescindiendo incluso de la misma trama novelesca, del
Richard Herr, Isabel Belmonte, Ruth de otras consideraciones respecto a mismo proceso creativo: el prota-
Betegón; Jorge Lozano y José María los contenidos y las formas literarias, gonista último del relato . Los casos
Jo ver. la propia dinámica de comunicación de Faulkner y García Márquez, por

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ejemplo, con tantas concomitancias oyendo en boca de destacados histo- atención especial~s en la creación y
entre sí, son dos exponentes claros de riadores) sino que es una plena con- utilización de métodos y verificacio-
esa fascinación por el acto mismo de ciencia de continuidad apoyada «en nes específicos, parcialmente distin-
la recreación e interpretación históri- el firme propósito de seguir manejan- tos de los utilizados con documentos ·
ca, por la alquimia mental que trans- do los dos extremos de la cadena: más convencionales. Las preguntas
forma la historia en leyenda, en fábu- desde la historia de las estructuras a propuestas por Raymond Williams
la. Ésta es la respuesta que subyace al la de las actitudes elaboradas. La his- sobre ¿quién dice qué, cómo, a
texto aquí recogido de Rafael Hum- toria de las mentalidades, no como quién, con qué efecto y con qué in-
berta Moreno-Durán sobre la revuel- un territorio extranjero, exótico, sino tención? al aplicarse a documentos
ta social de Canudos, en el nordeste como la prolongación natural y el de creación literaria o artística supo-
brasileño a finales del siglo pasado, o punto final de toda historia social». 3 nen el aprendizaje y la concreción de
a la reflexión de José Saramago sobre En ese terreno, la líteratura es un una serie de técnicas y perspectivas de
la historia como ficción y la ficción documento insoslayable que incide investigación que, en todo caso, y
como historia. en un ámbito y en una forma de ex- como ocurrió con otras corrientes
Así, y precisamente en el momento presión distinta de los documentos historiográficas novedosas en su mo-
en que algunas voces se alzan hablan- clásicos oficiales. El mundo de lo co- mento, favorecen la colaboración
do de la crisis de la historia y la litera- tidiano y también de lo excepcional con otras disciplinas recién redescu-
tura en sus distintas ramas, parece (muchas veces igualmente útil para el biertas como hermanas: la historia de
abrirse una brecha a través de la cual historiador), el mundo de los senti- la literatura, la semiótica, la iconolo-
circula una forma de comunicaCión mientos, de lo imaginado, de las ex- gía y la iconografía, la sociología de
nueva y provechosa entre esas dos pectativas íntimas en torno a los te- la comunicación, etc.
formas de conocimiento tan dispares mas clásicos del amor, la muerte, la No es casualidad que en ese proce-
y tan cercanas a la vez. ambición y la frustración que consti- so de ósmosis entre los antiguos do-
tuyen lo que Lionel Trilling llama «el minios separados de la historia y la li-
* * * zumbido y el murmullo» de la cultura teratura, haya surgido en esta última,
de una sociedad concreta. 4 como uno de los aportes actuales más
En el terreno histórico ese encuen- La capacidad de expresión y repro- valiosos, la llamada crítica del
tro entre historia y literatura se ha ducción ideológica a través de la lite- Reader-Res¡jonse (la respuesta del
producido, en los últimos veinte años ratura se convierte así en un elemento lector) que plantea una huída de los
aproximadamente, de la mano de co- sociohistórico de primer orden para universales generados por las distin-
rrientes de renovación historiográfica determinadas épocas y para determi- tas corrientes del academicismo, de
confluyentes en torno a la historia de nados sectores sociales cuyo análisis los cánones literarios establecidos,
la cultura, de la cultura popular y, diferenciado y cuya validez particular para intentar construir una nueva
más genéricamente, del fructífero corresponde determinar al historia- historia de la literatura en función de
campo de la llamada historia de las dor. una intepretación de los textos apo-
mentalidades. Una de las participantes en el semi- yada en la experiencia histórica del
En estudios tan conocidos, y en nario a que hace referencia este dos- lector, caminando en otras palabras
ocasiones tan dispares entre sí, como sier, la historiadora Ruth Betegón, hacia una fusión de la historia y la es-
los de Bajtin, Ginzburg, Vovelle, citaba, en este sentido, y muy oportu- tética. 5
Thompson, Duby o Davies se recalca namente, el sarcástico, malévolo y Desde esa corriente, y desde ·los
la necesidad de rescatar de las manos significativo comentario de uno de mismos presupuestos de los historia-
de la historiografía positivista una se- los colegas de Dickens respecto a la dores de las mentalidades, se nos re-
rie de prácticas culturales, mentales, incidencia social del popular escritor cuerda que las novelas de la alta cul-
ideológicas en suma, cuyos conteni- inglés: tura, las novelas del corazón, los
dos, fuentes y métodos de aproxima- «En otros tiempos, los grandes fi- antiguos folletines y las modernas fo-
ción son parcialmente distintos de los nes se lograban con mucho trabajo. tonovelas constituyen documentos
de la historia más transitada de ca- Cuando había que corregir algún sociales básicos, constitutivos del
rácter social, político o económico y mal, los reformadores emprendían su «sentido común» de una época, no
cuya valoración y estudio son impres- ardua tarea con grave decoro y labo- precisamente por los aspectos de tipo
cindibles para construir esa utopía riosos argumentos. Empleaban un si- contextua! -que quizá han sido los
irrenunciable que es la historia total. glo en probar un agravio, y los trata- más frecuentes y trivialmente
Como señala Raymond Williams, dos filosóficos se editaban en páginas utilizados- sino en función, por el
se trata de reconsiderar las prácticas de folio, que se tardaba toda una contrario, de lo hasta el momento
culturales, en sentido amplio, como vida en escribir y una eternidad en más despreciado, por su enorme car-
prácticas socialmente constitutivas y leer. Ahora vamos a paso más ligero, ga de subjetividad.
de entender la cultura como un siste- y más rápido: el ridículo se considera
ma significante a través del cual, ne- más convincente que los argumentos, * * *
cesariamente aunque entre otros me- las agonías imaginarias convencen
dios, un orden social se comunica, más que las penas verdaderas, y las De lo dicho hasta aquí se despren-
reproduce, experimenta e investiga. 2 novelas por entregas convencen allí de, espero, no sólo la relevancia y
Para Michel Vovelle, esa nueva donde los libros eruditos in quarto no la utilidad del contacto pluridimen-
preocupación que él centra en el estu- lo consiguen~ Si ha de enmendarse el sional entre historia y literatura
dio de las actitudes colectivas -por mundo, es obra que ha de hacerse sino también las dificultades y los pe-
contraposición al estudio de la cultu- con ejemplares de a chelín» (A. Tro- ligros de esa tarea, especialmente por
ra, de las ideas o «pensamiento cla- llope, El rector, 1855). lo que se refiere a la práctica del his-
ro»- no implica en realidad una Con todo , la integración en el aná- toriador.
ruptura epistemológica con toda lisis histórico de testimonios y preo- Es evidente para los lectores menos
una trayectoria de historia social cupaciones nuevas procedentes de la prejuiciados que muchas de las críti-
(acusaciones que aún hoy seguimos literatura requiere un rigor y una cas a la historia de las mentalidades

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procedentes de diversos sectores, en pectos mencionados en aquel semina- que pudieran hacerse a ambas citas
especial desde la historiografía mar- rio y que está relacionado de diversas merece la pena detenerse en el hecho
xista, han reproducido uno de los vi- y esenciales formas con lo expuesto de que esa interpretación de que ha-
cios de trivialización que esa misma hasta aquí. Me refiero al tema del blaba Carr, de que esos peces, van a
historiografía ha sufrido en carne lenguaje, del discurso histórico. No ser cocinados e ingeridos de una de-
propia. Es decir, basándose en los voy a entrar, por supuesto, en el cam- terminada manera y por un determi-
peores ejemplos aducibles, se ha rea- po de las estrategias narrativas en la nado tipo de comensales. Que el his-
lizado una crítica vulgar a la historia historia, del que se ocupa Jorge Lo- toriador construye un relato, una
de las mentalidades vulgar, de la mis- zano en uno de los ensayos de este narración, del tipo que sea, es algo
ma forma que hubo una crítica vul- dossier; sí me gustaría, sin embargo, evidente. Que esa forma de narración
gar al marxismo vulgar. recordar un aspecto concomitante y implica una determinada concepción
Sin embargo, es también evidente, que tiene que ver con el llamado «re- de la historia y que afecta a su conte-
para el mismo tipo de lectores, que torno de la narrativa» que, junto con nido es, también, aunque quizá me-
muchas de esas críticas señalan peli- una importante cantidad de pseudo- nos, igualmente evidente.
gros ciertos de vulgarización, de tri- literatura histórica poco valorable, La historia narrativa no es sólo
vialización y de retroceso por parte encierra a mi juicio una llamada de otra forma de contar la historia, pero
de una historia, pretendidamente de atención seria y respetable para el también es eso, y algunas de sus pro-
las mentalidades, que renuncia a lo historiador español. U na llamada puestas, parientes en ocasiones de la
que Hobsbawn llamaba «las grandes que parece haberse perdido en el va- historia de las mentalidades, merecen
preguntas» y que adopta un modelo cío mientras la polémica al respecto ser tenidas en cuenta, tanto desde el
impresionista y descriptivo alejado -que se adivinaba fructífera- ha punto de vista de la construcción
del necesario rigor de métodos y de quedado reducida a meras descalifi- como de la emisión y transmisión de
crítica de fuentes. 6 caciones inútiles que han ahogado y la obra histórica. Es un problema de
A esos peligros de trivialización desplazado el debate. ' temas, de la forma de abordarlos y,
añadiría yo uno «nuevo», el de la Escribe William McNeill que la ca- también, de la forma de contarlos.
tendencia ya observable a la creación tegoría de cientificidad atribuida a la En este último terreno la conciencia
de un nuevo gueto histórico, centra~ historia -caso de admitirse- reside histórica ha avanzado poco y no ha
do en su propio ámbito, en sus temas en lo que él llama la construcción del sido capaz en general de reflexionar
«de reserva», convertido ya en nueva relato y que incluye, tanto la selec- sobre la relación y las implicaciones
«especialidad», con circuitos acadé- ción y contrastación de datos y con- existentes entre operaciones de inves-
micos e intelectuales separados de las ceptos, como la elaboración de un tigación y operaciones narrativas.
otras «especialidades» o sub-especies esquema interpretativo propio. Los No se trata tan sólo de reivindicar
de la historia. Una nueva comparti- hechos que pueden ser establecidos una nueva forma de narrar la historia
mentación de la que son responsables más allá de toda duda razonable (por que permita superar la indiferencia
tanto los historiadores de las mentali- ejemplo, que Napoleón existió) si- cuando no la irritación del público,
dades como los procedentes de la his- guen siendo triviales en el sentido de incluso del público culto, ante el ona-
toria económica, la historia política, que, por ellos mismos, no explican ni nismo narrativo de los especialistas.
la historia demográfica o, incluso, de hacen inteligible el pasado. Para que El problema y el desafío es aún
la más amplia historia social. La ala- ese catálogo de hechos se convierta mayor.
banza de algunos historiadores ac- en historia, los hechos deben reunirse Como ha escrito Gianna Pomata a
tuales a la renovación historiográfica en una estructura, en un modelo, que raíz de. un seminario sobre este tema
procedente de la historia de las men- sea comprensible y crelb/e; y cuando realizado en Roma en junio de 1981,
talidades y de la cultura se convierte, eso se ha conseguido, el retrato resul- la contraposición entre «historia na-
en ocasiones, en una mera cortina de tante del pasado se convierte tam- rrativa» e «historia científica» resulta
humo que esconde o divierte la aten- bién, o se debe convertir, en algo útil, poco menos que academicista y de es-
ción respecto a su incapacidad o indi- en una fuente de conocimiento prác- casa utilidad práctica. Se trata de una
ferencia para incluir en las propias tico en base al cual la gente puede ex- distinción histórica, coincidente con
investigaciones las, ya no recientes, traer información cuando toma deci- el inicio de la profesionalización de la
aportaciones metodológicas y episte- siones o participa de una acción disciplina a principios del siglo XIX, y
mológicas surgidas en ese ámbito. determinada. 7 sustentada en la forma de conciencia
El reto de lo que para Vovelle es Algo que ya había advertido E. H. y de expresión dominante en el mun-
otra forma de «afrontar lo real de Carr cuando pronunciaba aquella su do intelectual europeo de la época.
manera más directa, en toda su com- frase famosa de que «los hechos no Diversas formas de conciencia y de
plejidad, en su totalidad», se encuen- se parecen realmente en nada a los expresión tienen evidentemente dis-
tra, a mi juicio, precisamente ahí y en pescados en el mostrador del pesca- tinto prestigio social. Si el mayor
la capacidad de toda esta nueva ava- dero. Más bien se asemejan a los pe- prestigio se encuentra en aquella for-
lancha de estudios sobre el amor, la ces que nadan en un océano anchuro- ma de copciencia que más se aproxi-
muerte, la familia, la marginalidad so y aun a veces inaccesible; y lo que ma a un modelo fuerte de cientifici-
social, las mujeres, las mentalidades el historiador pesque dependerá en dad, es evidente -escribe Pomata-
populares y las de las elites para en- parte de la suerte, pero sobre todo de que la narración está condenada al
troncar con la historia social amplia a la zona del mar donde decida pescar descrédito porque constituye una
la que el mismo Vovelle hacía refe- ·y del aparejo que haya elegido, deter- área de contacto entre la historia y la
rencia. minados desde luego ambos factores literatura, en vez de entre la historia
por la clase de peces que pretenda y la ciencia. Por otra parte, si lo his-
* * * atrapar. En general puede decirse que tórico quiere distinguir lo más neta-
el historiador encontrará la clase de mente posible su propia competencia
No querría acabar esta breve intro- hechos que busca. Historiar signifiCa profesional, presentándola como
ducción al dossier sobre «Historia y interpretar». 8 exclusiva, la forma narrativa no tiene
Novela» sin referirme a uno de los as- Al margen de otras matizaciones interés dentro de ese designio en la

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medida en que la competencia en este toriadores estamos habituados a re- Mentalidades, Barcelona, Ariel, 1985,
terreno no está especializada .sino, flexionar críticamente sobre la prácti- p. 17.
más o menos generalmente, difundi- ca de investigación (fuentes) pero (4) TRILLING, L., La imaginación
da.9 sobre la práctica de la escritura si- liberal, Barcelona, Edhasa, 1971.
La aparente obviedad de las afir- guen reinando los más manidos tópi- (5) Quizá el texto más destacado y
accesible sobre dicha corriente sea:
maciones anteriores encierra, sin em- cos del llamado «sentido común». El
TOMPKINS, Jane P. (ed.}, Reader-
bargo, una vía de reflexión que ha problema de la escritura en historia, Response Criticism, Baltimore, The
sido en general marginada e inexplo- el problema de cómo se la escribe y Johns Hopkins University Pn!ss, 1980.
rada hasta sus últimas consecuencias. de cómo se enseña a escribirla, no es (6) En esta misma revista se publi-
La voluntad de unificación epistemo- por lo tanto un tema trivial o irrele- có en su momen:to el conocido debate
lógica de las ciencias naturales y so- vante, sino uno de los nudos centra- provocado por el artículo de Lawrence
ciales se realizó durante el XIX sobre les de la práctica histórica. 10 Stone sobre el «retorno de la narrati-
un modelo de explicaciones nomo- Las palabras de Gianna Pomata, va», ver «La historia como narrativa»
lógico-deductivo prescrito como váli- una historiadora muy cercana a las en Debats, número 4, Valencia, 1982,
pp . 91-110.
do para todas las ciencias, incluida la últimas corrientes de renovación his-
(7) McNEILL, W. H., «Mythis-
historia. En los últimos años, sin em- toriográfica, llevan la reflexión mu- tory, or Truth, Myth, History and His-
bargo, y en especial désde la física cho más lejos de lo que evidentemen- torians» en The American Historical
cuántica y los descubrimientos de te este dossier pretende y puede Review, vol. 91, número 1, febrero de
Heisenberg en torno al «principio de ofrecer. Producto de un seminario 1986.
incertidumbre», el planteamiento circunstancial, pero útil tanto por sus (8) CARR , E. H ., ¿Qué es la histo-
unitario ha entrado en crisis revelan- contenidos como por las reflexiones ria?, Barcelona, Seix Barra!, 1973, pp.
do la existencia y la necesidad de una indirectas que suscitó (y que he pre- 31-32.
búsqueda de modelos alternativos de tendido reflejar aquí), su misma exis- (9) Sigo el interesante comentario
a aquel seminario qúe realiza la propia
explicación científica. tencia y la audiencia que fue capaz de
Pomata: «La Storia: Sci$!nza o Narra-
Pomata plantea en esta perspecti- reunir debería servir para animar zione? » en Quaderni Storici, número
va la urgencia de volver la atención nuevas iniciativas, más sistemáticas, 53, agosto de 1983, pp . 376-379. Para
sobre lo narrativo como instrumento en torno a un debate y a una proble- una crítica extrema y polémica a la cien-
cognitivo y expresivo, sin contrapo- mática que, a pesar de todo, sigue tificidad en historia: WHITE, H ., «The
nerlo a priori, como término negati- aún abierta. D Burden of History» en .History and
vo, al polo positivo de la ciencia. El Theory, número 5, 1966, pp. 11-134, y
problema de la narración histórica es Metahistory. The Historical Imagina-
un problema epistemológico, además /ion in Nineteenth Century Europe,
NOTAS Johns Hopkins University Press , 1978.
de un problema de escritura y de co-
(10) P OMATA, G ., art. cit., p . 379.
municación. Para superar el estereo- Reproduzco casi literalmente las refle-
tipo de la contraposición entre cien- xiones de la autora al respecto .
cia y narración, es importante (1) COLLINI, S., « ¿Qué es la histo-
ria intelectual? » en Debats, número 16,
recurrir a los campos cercanos de la
junio de 1983, p . 32.
semiología, la teoría de la comunica- (2) Ver en castellano entre otros:
ción, etc. Hablar de narración, en WILLIAMS, R., Cultura, Sociolog{a de
historia o en cualquier otro campo, la Comunicación y del Arte, Barcelona,
significa también hablar de las reglas Paidós, 1982, passim.
de composición de un texto. Los his- (3) VOVEL LE , M . , ldeolog{as y

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