REAFIRMACIÓN CULTURAL MILENARIA

Daniel Matul Morales1.

Poco se sabe en la contemporaneidad acerca de la vida

cultural, social, política de las milenarias culturas de Abya
Yala2 y de sus portadores. Probablemente, porque en la
generalidad del coloquio citadino, en el pensamiento oficial
de la mayoría de los Estados “Nacionales”, en el discurso
académico de las disciplinas socio-culturales o de la
comunicación masiva -radio, cine, televisión-, con honrosas
ESTAMOS VIVOS excepciones, intentan describirnos, no solo como sociedades
Cultura Maya arcaicas, sino que, además, sus interpretaciones asumen por
argumento un tipo de visión sensibilizada por el estándar
“universal” eurocéntrico, pensado desde contextos
particulares e impuesto a nuestra realidad, donde resulta
Daniel Matul Morales. irrelevante porque desconoce nuestros valores, creencias,

1
Guatemalteco, de nacionalidad Maya-Kíche, Doctorado en Mediación
Pedagógica y Nuevo Paradigma. Presidente de Liga Maya Guatemala. Reside en
Quetzaltenango. Guatemala.
Quetzaltenango, Guatemala, Octubre 2016.
2
Nombre con el que la cultura Kuna, asentada en Panamá, antes de la invasión
europea, reconocida al continente americano desde Alaska hasta la Patagonia.
Abya Yala, significa Tierra del Sol. Tierra de Sangre Vital o Tierra de
Florecimiento.

ESTAMOS VIVOS
1
experiencias, conocimientos, historias, saberes, necesidades
aspiraciones e intimidades.
Lo que buscamos en el contenido de este ensayo, consiste en
superar parcializadas, fragmentarias y especulativas
explicaciones acerca de nuestra esencia cultural milenaria.
Por otra parte, aspiramos aproximarnos a la imagen, realidad,
dinámica de nuestra Abaya Yala y al sustento de su postura
bio-céntrica en el entramado cosmos-naturaleza-humanidad.
También, consideramos importante subrayar que, en medio
de la violencia epistémica instrumentalizada, por la acción
colonizadora, en pretensión de diagramar nuestras conductas,
quebrantar nuestro espíritu y desautorizar nuestra vocación
por la vida, el alma colectiva, de las diversas naciones
testimonio, ha sido baluarte cotidiano para alcanzar, el anhelo
de la edificación institucional de sociedades plurinacionales
en el siglo veintiuno, como indicio cierto de lo que será el
brillante porvenir del continente invadido hace más de cinco
siglos.
Justamente, cuando estamos transcurriendo los primeros
dieciséis años del siglo XXI., Nuestra América, vive
inmensas transformaciones, surgimientos, rupturas, reformas,
alianzas, diálogos, crisis que afectan su diversidad cultural.
Seguramente, esta mutación no es más que el anuncio del
desenlace de la concentración de contradicciones generadas
desde 1492, cuando se produjo la incursión del proyecto
europeo y se iniciaron los procesos de invasión y colonia.
Desde aquella fecha han transcurrido quinientos veinticuatro
años, durante los cuales, los descendientes de las culturas y
civilizaciones originarias hemos enfrentando guerras, pérdida
de nuestras tierras, explotación, opresión, humillación y
desprecio.
Por estos derroteros, bajo la credencial principal: “Estamos
Vivos”, nos proponemos presentar un encuentro, sobrio y
sencillo, con la vida íntima del espíritu de la cultura maya y el
pulso poético de su cosmovisión. Se trata del acercamiento a un
vaivén de inmenso valor estético, compatible con el alma y
pensamiento de las naciones “indígenas” que desde siempre hemos
vivido en este continente del Sol.
Hoy, en las primicias del nuevo milenio, cuando en
Guatemala, los mayas enfrentamos un tipo de democracia
formal “representativa” que, como proyecto del estatus quo
colonial, se resiste acoger jurídica e institucionalmente el
2
carácter multiétnico, multilingüe y pluricultural de la
sociedad nacional. No obstante haberse firmado el Acuerdo
de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas –AIDEPI-
el 31 de marzo de 1995 y el Acuerdo de Paz Firme y
Duradera el 29 de diciembre de 1996, el Estado, en ejercicio
de diversos subterfugios, continúa obstaculizando nuestra
realización política en el presente y nuestra pretensión de
continuar hacia el porvenir, con todos nuestros valores,
identidades y culturas.
El precio fatal a pagar ha sido el estrechamiento de la
experiencia humana y la represión sutil o desembozada de
nuestra percepción espiritual más elevada. De manera que
desnaturalizada la ética, el carácter conceptual del derecho y
de la política adquieren representación universal y perfil de
verdades absolutas, instaurándose la imposición del modelo
único que debilita a la persona, empobrece la comunidad, en
tanto que Estado y derecho no corresponden a una
experiencia históricamente determinada. Estamos pues, como
sociedad nacional, padeciendo incoherencia ontológica, que
impide al Estado nutrirse de la riqueza interior de las culturas
milenarias que hacen posible la Guatemala de hoy.
En estas circunstancias, tradicionalmente, el poder político
colonial simplemente ha recurrido al relleno arbitrario,
dominar por la fuerza voluntades libres, desconocer el querer
cultural, organizar la sociedad mediante la importación de
instituciones, así como al ajuste de experiencias extrañas. Es
desde este complejo que el sistema continúa su afán
histórico: disolución de nuestras identidades testimonio.
Sin embargo, los mayas estamos vivos en lengua, tradición,
modo de vida, espiritualidad, sentido de comunidad, cultura;
estamos vivos en experiencia histórica, carácter psicológico,
usos, hábitos; en nuestras cualidades espirituales; estamos
vivos en ideas, arte, tendencias sociales; en nuestra
conciencia cultural-política.
¿De qué huellas arrancan nuestros pasos? Podríamos afirmar
que el conocimiento atesorado durante siglos, en el seno de
nuestra nación, nos ha posibilitado perdurar en el tiempo y
por tanto proyectarnos al porvenir, muchas veces en silencio,
otras, en el anonimato, pero siempre con raíz, con
originalidad; ejercitando nuestro propio talento, sintiendo con
nuestro propio corazón, caminando con nuestras piernas, con
nuestros símbolos.
3
Es en el pensamiento inspirado por nuestros antepasados
donde descansa la organización de nuestras más hondas
raíces filosóficas, místicas, espirituales y míticas. No
obstante que, por largas interrelaciones con otras culturas,
este pensamiento haya recibido influencias innegables, pero
en la generalidad se mantiene, tanto, en las bellas artes, en
los documentos históricos, en nuestros centros ceremoniales,
en nuestros festivales, como en modos de pensar, comer,
vestir, arreglar nuestra casa, hacer política; en los procesos
pedagógicos. Es decir, la cultura florece en todo aquello que
vivimos como nación y que argumenta nuestra identidad y
nos distingue de otras hermanas culturas.
Es esta condición de vida la que nos ha permitido inmenso
círculo de posibilidades para historiar la plenitud de nuestra
existencia en la contemporaneidad, por supuesto, la
espiritualidad ha sido raíz significativa ante las presiones
disgregacionistas y despersonalizadoras externas. Si bien la
agresión colonizadora escogió como medio de dominación la
violencia epistémica, la estigmatización racista, la negación
de nuestros valores, el despojo de nuestras formas de
comprender el universo-vida, y el desprestigio de nuestras
legítimas realizaciones políticas; nuestros abuelos, en pleno
despliegue del espíritu cultural, recusaron la visión
antropocéntrica del invasor, al tiempo de redimir nuestra
identidad cultural. El baile-drama “La Conquista”, que
anualmente se realiza en más de setenta municipios del
altiplano del país, con carácter pedagógico, así lo viene
enseñando durante centurias: El líder político, aparentemente,
aceptó el bautismo; el líder militar, abatido en combate,
enfrentó la tropa invasora y el líder espiritual escapó
buscando salvaguarda en las montañas donde permaneció
oculto durante centurias. Ahora, hemos descendido de la
sierra y vivimos en todos los valles y campos del territorio
nacional.
Así es como a más de quinientos años de distancia, el
fundamento cultural maya, ideas, conceptos, nociones y
valores, vigorosamente, permanece en mitos, proverbios,
poemas, cuentos, historias, símbolos, epopeyas y otros
elementos de la tradición que, desde cierto punto de vista,
muestran la historia de nuestro origen y trayectoria;
configuran, extraordinario manantial de conocimiento
revelando indisolubles relaciones cosmos-naturaleza-
humanidad. Pensamiento interiorizado en el espíritu de la
nación y en la gran mayoría de sus miembros que hacen
posible la cultura maya contemporánea y que, por demás,
determina promesa esperanzadora del final del proyecto
4
europeo responsable de la implantación del racismo y
opresión cultural que aún padecemos en diferentes formas y
prácticas cotidianas, alentadas abierta o sutilmente, por el
Estado impuesto, actualmente en indetenible crisis.
RELACIONES CON EL UNIVERSO
Nuestra visión cósmica por lo general organiza
pensamientos renovadores, advirtiendo la vida en contexto
sideral. Entendemos el mundo en su dinamismo y
complejidad, habitado por la diversidad de la existencia;
asistido por el devenir del tiempo y, asombroso por amparar a
los seres humanos con su misterio de vivir, sin renunciar a la
ineludible responsabilidad de dejarlo algún día. Vida y
expiración conforman el fenómeno cotidiano y sus diversas
situaciones de incertidumbre, imprevisibilidad e tiempo, derivando un tipo de reflexión susceptible de
indeterminación. Probablemente por ello, consideramos que
la fuente de vida, expresada en toda la naturaleza,
periódicamente reclama compensaciones, renovaciones, y
tonificaciones, de las cuales no podemos disociarnos, por el
contrario, la profunda admiración por haber sido invitados a
participar del don de la vida, nos permite generar
conocimientos dispuestos a comunicar la conciencia
inseparable que nos rodea. Comunicar el universo es el
anhelo eminente del proyecto de vida, que los antepasados
idearon, declarado como Utzilaj Kaslem Winakirem, Plenitud
de Vida –en idioma castellano-, concepto que, además,
guarda amplias relaciones, analogías y paralelismos con las
visiones de vida de las culturas hermanas: Maya-Tseltal, de
Chiapas, México: Lekilaltik: El Bien de Nosotros. Maya-
Tojolabal, de Chiapas, México: Lekil Kuxlejal: El Bien
Nuestro. Kíchua de Ecuador: Sumak Kawsay”: Vivir Bien-; y
Aymara de Bolivia: Suma Qamaña: Buen Vivir.
Podríamos decir que la vivencia Utzilaj Kaslem Winakirem,
Plenitud de Vida, unifica ciencia y espiritualidad; vida
secular y vida espiritual corresponden a momentos de una
misma realidad. Criatura-cosmos en aparente separación y
constante transformación conjugan el devenir espacio-
transformar lo real en imaginario y lo imaginario en real:
“Soñamos la realidad para construirla y la construimos
para soñarla” dice la poética comunitaria. Puede ser que
como casi no se detiene la mirada en el espíritu de la
cosmovisión, se torna difícil percibir el sentir del mundo
maya.
5
Acaso, quien quisiera acceder a nuestro imaginario,
necesariamente tendría que vivir a fondo su espiritualidad,
pues si estamos hechos de universo, volverlo inteligible es la
manera de tratar de conocernos mejor. Consideramos al
Corazón del Cielo-Corazón de la Tierra, suprema
autorrealización de la creatividad cósmica, útero que crea
desde adentro: complejidad, sorpresa, diversidad,
indeterminación, imprevisibilidad, asombro. Todo fluye
desde el pulso más hondo, de ese vacío, de esa nada, que nos
conduce a la trans-personalidad, a la trans-experiencia. Es,
dijéramos, la pauta central de nuestra “filosofía”, quizá
mejor, de nuestra experiencia mística, de un sentir cordial,
cuya raíz descansa en el corazón. Nos referimos a un tipo de
“filosofía” corazonada, pues en el puro fondo la reflexión
desde el sentir, no alude ejercicio exclusivo de la mente, es
ante todo experiencia de corazón.
En Plenitud de Vida el ánimo siempre permanece enarbolado,
tanto en la satisfacción como en la desavenencia, pues la
comunicación entre corazones: Corazón del Cielo-Corazón
de la Tierra: U Cux Kaj Ucux Uleú, rejuvenece cada vez la
fraternidad del conglomerado. Todo mundo sabe que el
nosotros es primordial para comprender que somos el
universo mismo. En rigor, el nosotros constituye pauta
notable para iniciar el ansiado proceso de transformación
interior, pues innovar la interioridad desde el nosotros
alberga capacidad de escucha, demanda intrepidez para
apreciar los códigos de la complejidad de vida en
comunidad, para disfrutar el desapego del ego, la humildad,
el crecimiento íntimo. La vida a plenitud.
Saber escuchar es esencial para enlazar con el silencio, con el
silencio creativo, con aquel silencio que crea desde adentro.
Cuando descubrimos -en el silencio profundo- que nosotros
mismos somos el universo, la identidad grupal cobra sentido
de pertenencia cósmica, supera el individualismo
enclaustrado en el sí mismo y, goza la fascinación de sentir
cultura-naturaleza-universo, interpretando en forma creciente
los comunicados del cielo y de la tierra, de la naturaleza y de
la sociedad. Se trata de concurrir a un tipo de acontecimiento
liberador que, sin obstaculizar individualidades, trasciende el
simple agregado de personalidades, cada quien es
orgánicamente imperioso para el florecimiento de las
relaciones sociales con dignidad.
De esta manera es posible que la sociedad, pueda transitar su
historia con encanto y atracción. “Encanto Mundo dice la
tradición”.
6
El todo y la parte conforman la unidad, cada manifestación
de la naturaleza es parte integrante de la totalidad, ya lo
hemos mencionado, el ordenamiento social, en analogía con
la madre tierra y sus relaciones, busca vivir en concordancia
con los ritmos cósmicos.
El empleo de los calendarios de la cuenta larga, del año
trópico y espiritual contienen los códigos para dialogar con el
universo.
En esta circunstancia, el consenso social entre gobernantes y
gobernados instituye la representación firme de un nosotros
que en lengua kíché se reconoce con la eufonía Uj, sonido
que abre la criatura humana hacia todo el universo visible y
el universo invisible. Uj es el círculo alrededor del cual surge
el intercambio de pensamientos, preguntas y creatividades.
La palabra cobra relieve de danza colectiva: gestos, mímicas,
ademanes, sonidos, ecos, confortan la generación grupal
inteligente.
Los textos sagrados como el Pop Wuj, manifiestan, en la
formación de nuestra identidad, la interrelación psique-
universo-espíritu. El admirable mito del Árbol de la Vida que
fertilizó a Ixquic3, con su sabia cósmica, puntualiza la
alegórica simbiosis humanidad-universo, característica
inconfundible de la cultura maya. El mito en inmensa riqueza
de imágenes y símbolos enuncia que el universo se
encuentra contenido en la humanidad y esta, igualmente,
contiene al universo. Decodificando el diálogo, el árbol
celeste le dice a la doncella: tú eres el universo, o tú y yo
somos el universo, metáfora que muy bien se corresponde
con la imagen auditiva Wachalal, cuya traducción al
castellano significa: mi otro yo; mi carnal; mi hermano;
ampliándose conceptualmente a otros vocablos como: Aj In
Tzaqat, sin usted yo no estoy completo; In Lak Ech, usted es
mi otra mitad.
Así es como el mito relacionado disuelve cualquier seducción
destinada a fracturar a la humanidad del universo, por sobre
todo, comunica la indivisibilidad del cosmos: espíritu-
materia; cielo-tierra; cuerpo-mente; espacio-tiempo. Nada
menos, el acontecimiento de la existencia desciende a la
tierra, por las frondosas ramas del árbol de la vida. Se
3
El Pop Wuj, Libro Sagrado Maya, describe el mito de la doncella Ixquic, cuando
fue fecundada por el árbol de la vida, el árbol cósmico, iniciando el trayecto de la
cultura cósmica maya y continuada por sus hijos Hun Ajphu (varón) e Ixbalanqué
(hembra).
7
encuentra ampliamente explicado en el calendario sagrado
de doscientos sesenta días. Los veinte nahuales y las trece
energías que lo componen reiteran nuestra pertenencia
cósmica, y en holgura declara que cada ser humano desde el
momento de la concepción, armoniza con los ritmos
energéticos del cosmos, por tanto cada quien, si lo desea,
podrá edificar su propio destino en íntima relación con la
naturaleza. Minerales, flora y fauna como emanación de la
creación, contienen códigos genéticos siderales y por tanto
sus consanguinidades con la humanidad son completas e
indisociables.
Con mayor precisión, podemos decir que el nahual dispensa
energías galácticas, tanto, en el instante de la fecundación,
como en el momento del nacimiento, la combinación de
ambas conforma las pautas del núcleo de la vida humana en
trascendencia de la dualidad: yo y el cosmos. Se trata del
cultivo de relaciones con el universo, a fin de conocer,
diríamos, el ADN cósmico, que mantiene vivo, en cada
quien, el fundamento celeste y su relación con la germen de
la savia en perduración generacional. No es casual que el
nahual en esta dimensión sea considerado pulso central de
identidad y conciencia cósmica: Somos un gajo; una rama
con frutos del árbol de la vida, de la Vía Láctea o del
Sacb’e4, explica la tradición. Es como si todas las fases o
períodos de la evolución estuvieran latentes, subsistieran
reposadas en cada persona; como si todo periodo de la
evolución, desde el mineral, pasando por la vida animal,
hasta la transformación consiente, anidara en el centro de
cada vida humana. Se trata de la pauta discursiva que
comunica el ideal de Plenitud de Vida.
Desde la más lejana antigüedad, en la noche de los tiempos
del origen de la vida, periodo tras periodo de la evolución,
esta hermandad con la naturaleza, posibilitó a los iniciales
fundadores de la cultura, fascinarse ante la organización
colectiva que genera la exquisitez de una flor, o la belleza de
la sexualidad del maíz, hasta descubrir la cultura proveniente
del nosotros cósmico. Se trata del arraigo cultural que aclama
innovaciones, transformaciones y parlamentos, en la hondura
del nosotros comunitario.
Alrededor del Uj (nosotros) se configura el rizoma de
creatividad, solidaridad, y protagonismo. Toda inventiva,
imaginación o ensueño proviene del nosotros. Por ese
4
Sacb’e, término de la lengua Kíché que traducido al castellano significa Camino
Blanco, conceptualmente el camino de la trascendencia.
8
motivo la palabra Uj como experiencia lúdica confiere
profundidad al habla y estética a la conducta socio-cultural,
pues la actitud personal corresponde al nosotros comunitario.
En extremo, el nosotros entraña sentir esperanza fraterna; el
nosotros figura experiencia mística de unidad sin
intermediarios. La ruptura de su equilibrio provoca la pérdida
de legitimidad de los organismos conductores de la autoridad
comunitaria. Entonces deben ocurrir los cambios necesarios,
que han de significar tanto la renovación de ideas y
pensamientos, como la substitución de aquellos consejos
extraviados en la rutina o la comodidad, ya que no se
considera prudente detener el reverdecer comunitario.
Los consejos emanan de la herencia cultural, que en el
transcurrir del tiempo hemos utilizado para abordar la
fisonomía cotidiana, en algunas oportunidades dilucidan
aspectos que se encuentran más allá del control racional
inmediato. Por ejemplo, cuando se retorna a la raíz cósmica a
manera de promover el dialogo con el Corazón del Cielo,
Corazón de la Tierra, ciertos consejos suscitan
conversaciones con la naturaleza, invocando su colaboración
para el logro de buenas cosechas; también congregan para
agradecer cuando éstas llegan, porque como ya lo hemos
denunciado, toda comunidad forma parte de la naturaleza,
desde el momento mismo de su nacimiento.
Nacemos inocentes y en el curso de la vida buscamos la
trascendencia desde la inmanencia, no podría ser de otra
manera, pues ensoñar la humanidad afianza su aprecio como
hija del entendimiento y de la evolución de la vida. El Poema
Mito-Histórico, Pop Wuj, narra con originalidad su
surgimiento, precisando los diferentes estadios por donde ha
transcurrido, hasta el periodo de la edificación de la cultura
de maíz, siempre indagando, en confianza de conseguir su
perfeccionamiento.
Es la humanidad de maíz, la que alcanza la inspiración
cultural civilizatoria, en nuestras latitudes; por sobre todo,
organizada al alrededor del grano sagrado, fundamento
espiritual, ético, científico y artístico. Tanto en la educación,
como en la formación de la personalidad y la socialización
del individuo, la cultura de maíz, ha sido clave en el cultivo
de cualidades mentales de originalidad, tolerancia, ideales de
justicia, paz, solidaridad humana, sabiduría para resolver
problemas físicos, sociales, espirituales y económicos;
capacidad de dominio, ausencia de envidia y de odio.
Pensamiento profundo, mediante el cual los antepasados
9
enseñaron a comprender cuan misteriosa es la naturaleza de
sus secretos y cuanto más enaltece el hecho de sorprenderlos
y descubrirlos.
Imprudentemente, este pensamiento arraigado en lo más
íntimo de nuestras culturas, durante siglos, ha querido ser
reducido a los límites mentales del “progreso” o del
“desarrollo”, mediante el término peyorativo: rural.
Artificio conceptual elaborado en intención de determinarnos
atrasados e ignorantes, y por tanto se atribuye el pleno
“derecho” de pretender anular nuestros espíritus, marchitar
nuestras identidades, derogar nuestras lenguas, desautorizar
nuestras tradiciones, arrancarnos de nuestros lugares, hasta
cristalizarnos en capital humano de fácil localización en los
espacios pretextados como territorios, que asombrosamente
contradicen el flujo sagrado de la vida en nuestros lugares.
No somos irreverentes, paganos, animistas, sacrílegos o
románticos, como más de una vez ha afirmado el
colonialismo y su sostén racista. Por el contrario, nuestro
hermanamiento con el sortilegio de la naturaleza, nos ha
conducido a la conformación de conocimientos geológicos,
botánicos, meteorológicos, astronómicos y zoológicos que
hacen posible y asequible nuestro medio. Nuestra ilustrada
ancianidad, consagrada a estas observaciones, orienta a
correlacionar la vida terrestre con la vida sideral, invitando a
compartir con la comunidad, la celebración de la vida en
magnos ceremoniales.
Es en la cumbre de los montes energéticos donde buscamos
conexión espiritual con el universo; volcanes, montañas y
cordilleras ocupan un lugar sobresaliente en nuestras vidas.
Cada comunidad, a lo largo y ancho del país, goza de lugares
sagrados. Allí se reúnen nuestros abuelos, nuestras abuelas,
los padres y las madres de nuestra nación, quienes conocen el
fluir del tiempo, los propósitos siderales y los misterios más
antiguos. Allí orientan reconocimientos a la madre
naturaleza, energía depositaria de todo el caudal de vida,
creadora de la tierra, generadora del agua, de los bosques, de
los minerales. En verdad la madre naturaleza entrega a la
humanidad todo lo que posee. Dice la ancianidad que la tierra
“es como una madre que consagra a sus hijos toda su
creación, pero, todo ello le cuesta trabajo, dolores,
malestares, y por esa razón la humanidad tiene que ser hija
agradecida, que debe amar la tierra como se ama a papá y
mamá”. La humanidad debe solventar tributo a la tierra,
porque de ella se recibe todo lo que tenemos en la vida y aún
10
nos alberga en sus entrañas cuando concluimos nuestra
andadura sobre este encantador hogar.
El abuelo sol también es venerado en reconocimiento a su
tierno relacionamiento con la periódica renovación de la
vida, de la naturaleza y del sistema planetario. Nada menos
que al determinar la caída de las lluvias, ejercitando su poder
genésico, motivó la inspiración de los antiguos observadores
para estudiar el tiempo desde portentosos observatorios
astronómicos. En este sentido, el Pop Wuj, hace hincapié en
la imposibilidad de describir la evolución humana sin la
presencia del astro rey. Justamente, es el abuelo sol, el que
acompaña a la tierra en la formación de la gran pareja
cósmico creadora apreciada por la cosmovisión. Todo lo
viviente y el bienestar general de disfrute en este mundo son
posibles gracias a la conjunción Sol-Tierra-Luna. De manera
que desde la antigüedad cultural, la cosmovisión fue
adquiriendo niveles de complejidad que solamente en
relación adquieren sentido y discernimiento. Por separado, es
imposible regocijarse de la experiencia de reciprocidad que
guía nuestras aspiraciones de Plenitud de Vida, en posibilidad
de recrear el mundo; declinar al ego; comprender la
diversidad en relación y mejorar el carácter comunitario.
Sería imposible seguir penetrando en el universo maya de
hoy, sin que expresáramos que la cultura maya se encuentra
viva, que el sentimiento en el cual se fundamenta existe, es,
está como estuvo en épocas pasadas. Todo lo que practicamos
en la actualidad lo podemos encontrar en nuestros textos
sagrados, en la escritura grabada en piedra, en los
monumentos de los centros ceremoniales, en los códices, en
nuestros mitos, leyendas y conocimientos contemporáneos,
cuyas metáforas garantizan argumento a nuestra existencia
colectiva, a nuestra identidad y a nuestra concepción cultural
de diversidad. Caudal que además de necesario, se torna
indispensable en la actualización de nuestro sentido de vida.
Esto explica el por qué nuestro carácter cultural no ha
sufrido deformaciones substanciales a través del tiempo,
continua precisando nuestra condición humana de seres
directamente relacionados con la naturaleza.
En realidad esta experiencia de concurrir a la madre tierra en
servicio de vida, constantemente promueve la continua
evocación de los comienzos, aquel momento en que se
formaron las primeras manifestaciones de la cultura, y que
preservamos como el bien más preciado de la nación. Jamás
los museos la han podido capturar.
11
Es así como en el día en que celebramos la partida de quienes
han dejado nuestro mundo, de repente, la cultura se
acrecienta como himno de evocación por los antepasados,
como poema que recuerda los comienzos, como encuentro
social entre distintas comunidades de diversos lugares que se
reúnen en diferentes campos santos. Es el momento de
unidad espiritual de toda Mesoamérica, donde se arrulla la
cohesión y la identidad como se hacía en los primeros
tiempos. Son estos inaugurales tiempos, en el recuerdo
contemporáneo, los que nutren de generación en generación
la memoria colectiva, como auténtica unidad interior de
nuestros pueblos.
La cultura maya vive porque nosotros vivimos. Estamos
vivos porque nos hemos responsabilizado,
generacionalmente, de continuar situando nuestra condición
humana en el cosmos, en la tierra, en la vida. También
permanecemos comprometidos a extender el ritual espiritual
de la milpa5 respondiendo a la invitación que nos ha
proporcionado la misma vida. Aquí y ahora, aquella sensatez
aprendida a lo largo de nuestra historia nos permite advertir
que la humanidad carece de carácter unidimensional, en todo
5
Es el término que en Guatemala y la mayor parte de Mesoamérica, se usa para
describir la planta que contiene el maíz.
caso, nuestro pensamiento la precisa como metáfora
competente para conocer lo grande y lo minúsculo; azar y
necesidad; identidad y solidaridad; episodios de una misma
realidad, ¿Acaso no es así como está constituida la
naturaleza? Atentos a esta cultura, podríamos decir cósmica,
colectivamente celebramos la vida relacionando cielo y
tierra, con vibrantes palabras que enfatizan la utilidad de la
mitología en el quehacer espiritual, económico, político y
social. Así es como persistimos contemporáneos de nuestra
mitología.
TIERRA Y MAÍZ
El amor a la tierra constituye profunda emoción, no solo
porque como herencia de nuestros antepasados es sagrada,
sino porque además es pulso de vida familiar, de estructura
social; fuente de alimentos, centro de toda la vida; base de la
organización social, de las tradiciones y de la ciencia; germen
de seguridad individual y de cohesión del nosotros. Toda
lucha por la Madre Tierra contiene fuerte componente de
identidad cósmica, de suerte que esta visión al relacionar el
mundo de la creación con el mundo social; el universo con
el entramado humano, permite enlazar con la conciencia de
12
solidaridad cósmica, cuyo poder, sobrepasa la idea de un
fatídico final.
Sin duda, por esta razón, nuestra unión a la tierra reviste
sentimientos de intensidad pasional, pero en lo fundamental,
cada quien es propietario transitorio de la tierra, como
provisionalmente habitamos el planeta. Según los
antepasados únicamente se nos ha proveído para utilizarla
como hospedaje en el mundo, cumpliendo solamente la
función de símbolo espiritual de continuidad
intergeneracional. La tierra es el sustento que pre-existe a
todo lo que vive en su seno, su propia conciencia nos
propone vivir la experiencia del espíritu y la trascendencia, a
ninguna de las especies que la habitan le niega la oportunidad
de vivir y de evolucionar. Somos uno con la tierra y tenemos
que defenderla porque de ella salimos y a ella volveremos.
Seguramente equilibrio naturaleza y cultura garantiza
nuestra propia supervivencia, denuncia nuestra ancianidad.
Agrega: todo lo que hagamos en el plano económico, en el
plano cultural debe de favorecer siempre la vida, la vida
parece que es la gran idea que ha hecho posible esta madre
tierra que nos ama.
Todo lo que hace la tierra es en favor de la vida, tanto que
concibió el supremo maíz, alimento fundamental que nos
estimula a sostener siempre posturas contemplativas y
mágicas en espíritu sereno, que no busca poder de dominio
sobre la naturaleza, por el contrario, edifica valores de encaje
con el universo, la naturaleza y la vida. Es posible que por
esta dignidad, emanada de la tierra, todo nuestro pensamiento
de una u otra manera llega a confluir en el maíz.
El maíz es el punto central y fijo de nuestra vida. Si se le
reverencia, es por todos los factores físicos que convergen
para su producción. Por ejemplo, la tierra donde se deposita
la semilla, la lluvia para darle sabía a la milpa, el sol para el
proceso de germinación, el hielo y el calor que secan el
follaje, lo convierten en abono vegetal y vigoriza la
primavera. El maíz es representación fija y permanente
durante toda nuestra vida. Sin maíz sentimos decadencia, sin
maíz sentimos tristeza; el sueño de toda familia maya, es
poseer un pedazo de tierra para cultivar la milpa, porque el
maíz proporciona satisfacción espiritual, porque el maíz
suministra resistencia física, porque el maíz abastece de
energía, porque el maíz aprovisiona la salud. Con legitimidad
la cultura nos habla de la función del maíz en la evolución de
la humanidad maya. Y es que el maíz en la historia orientó
13
nuestra civilización, por el maíz cantamos, por el maíz
reímos, por el maíz lloramos, por el maíz formamos nuestra
vida, por el maíz nacimos. Veamos lo que dice nuestro libro
sagrado el Pop Wuj:
“… y así encontraron la comida, y ésta fue la que entró en la
carne del hombre creado, el hombre formado, ésta fue su
sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el
maíz por obra de los progenitores. .. .y de este alimento
proviene la fuerza y la grandeza y con él fueron creados los
músculos y el vigor del hombre...”
EDUCACION
En este sentido la pasión por la educación contextual no solamente
aumenta el talento humano, además, estimula intensificación
espiritual, capacidad de amar, regocijo, relación con los otros,
crecimiento colectivo, aprendizaje grupal, y atrevimiento a ser
culto en la cultura del otro. Persona, familia, comunidad,
naturaleza, cosmos, vida, todo mundo robustece su libertad en la
complejidad edificando comunidades respetuosas de los derechos
humanos y conscientes del valor espiritual de la naturaleza.
Esta idea tan fundamental en la cosmovisión maya, muy bien se
corresponde con la noción de ecosistema en el sentido de Salvador
Paniker cuando apunta: “El ecosistema tiene una peculiaridad
inesperada: No está centralizado. Más que tener un cerebro, todo él
es un cerebro. El ecosistema viene recorrido por una infinidad de
redes comunicacionales y se nutre de la misma diversidad, del
mismo antagonismo de los factores. Los antagonismos pertenecen
al meollo del ecosistema. Es a través de los antagonismos que se
produce la autorregulación”6
En esta circunstancia, el proceso pedagógico maya, en sentido de
transdisciplinariedad, aplica los diversos talentos del ser humano y
de la comunidad; toma en cuenta el conocimiento ancestral y el
conocimiento planetario; entreteje relaciones entre lo local y lo
cosmopolita y viceversa. Aquí el contexto es imprescindible como
fuente de relaciones, y como germen cultural donde realmente nos
hacemos humanos. Es en el contexto donde asumimos la dinámica
de las interacciones y de las posibilidades; hablamos entonces de
multidimensionalidad inteligente, afectiva, lúdica, histórico-
cultural recreada de manera inquebrantable y, acorde con las
necesidades de la educación esperadas en cada tiempo de cada
generación de maíz.
6
Salvador Pániker. Aproximación Al Origen. Pag.63.
14

Recrear procesos de aprendizaje contextual ha sido el secreto en la
apropiación crítica de saberes, competencias, actitudes y destrezas
necesarios para comprender la realidad, penetrarla, valorar su
universo simbólico y encontrar sentido a los eventos y
circunstancias de su cotidianidad. Mirar pedagógicamente toda la
vida, garantiza la emergencia de las potencialidades de la
persona; autonomías; espíritu crítico y reflexivo; trabajo en grupo
con destino a fomentar colectividades inteligentes.
MÚSICA
La música y la danza son también medio de expresión de
nuestras ideas, de nuestros sentimientos. La música desde la
antigüedad viene siendo abundante en enseñanzas, la mayoría
de la nación la cultiva desde su niñez. Por medio de la
marimba, comunicamos nuestro sentimiento sonoro. Esta
expresión tan característica, se llama son, el cual revela gran
parte de nuestra psicología. El son difunde actitudes de
cohesión, transmite identidad, evoca la memoria colectiva, en
una palabra es conciencia histórica; muchas veces representa
la mitología del calendario sagrado. Precisamente, vivir la
música en el contexto del pensamiento maya es relacionarnos
con el arte, con la naturaleza, estética, psicología, ciencia,
semántica, ecología, en fin con la pauta más profunda del
universo. Según el pensamiento maya, todo en la vida tiene
sonido, el universo mismo es de estructura musical. El Pop
Wuj, comunica que el inmemorial ritmo se encuentra en el
origen mismo de la existencia, todo alcanza su manifestación
mediante el ritmo, verbigracia: ritmo de las olas, de los
vientos, de la respiración, de los latidos del corazón, de las
fases de la luna, de las órbitas de los planetas y los
movimientos estelares; con ritmos se suceden las obras
memorables de cada generación.
Ritmo hay en el agua, en el campo, en las montañas, en el
canto de las aves, en el aleteo de las mariposas, en el aire, en
la tierra, en el agua, en el fuego, en lo más pequeño o en lo
más grande radican ondas de pulsación, todo es en el fondo
de estructura musical. No es solamente creación del hombre,
la naturaleza cósmica del ritmo opera en todo lo que existe.
Cuando nacemos hay marimba y cuando emprendemos el
viaje de retorno también hay marimba. La Pregunta es ¿por
qué? porque desde las entrañas de la memoria colectiva, el
sonido es todo, el universo todo, es sonido.
LA ROPA
15
Los colores de nuestras vestiduras, especialmente de la
mujer, constituyen excelentes motivaciones que contribuyen
al cultivo de la apariencia; innumerables estilos de
confección se inspiran en el propio contexto, en la historia,
en la mitología y en la simbología. Se trata de un lenguaje
dispuesto a comunicar el cosmos, los ecosistemas, el lugar de
pertenencia, señorío, dignidad y gallardía. El colorido
proporciona complacencia visual en significación de
identidad, tanto que sobre las combinaciones simbólico
cromáticas pareciera dormir el pelo femenino, considerado
aposento de la fuerza de la vida, sucede que el cabello
simboliza el espíritu del viento y de los ríos. En los grandes
ceremoniales festivos, civiles o de espiritualidad resaltan las
notoriedades de la lozanía cultural, entonces se utilizan ropas
concordantes con el ritual; sobresalen decoraciones
exclusivas de personajes importantes: contadores del tiempo,
guías espirituales, orientadores de los caminos, principales,
autoridades locales, etc. En todo caso, cada gala forma parte
del pensamiento estético original, donde cuentan en
profusión los valores de lo efímero y lo eterno, como ética de
vestir en intimidad con el universo.
Es así como la ropa que usamos se organiza alrededor de la
cosmovisión; la forma y contenido de los trajes es asombrosa
por su relación con las manifestaciones del cielo y de la
tierra; cada indumentaria comparte la visión satisfactoria de
los lugares de procedencia, de su gente, de su entorno,
promoviendo nexos, afectos y sentido de pertenencia. Sentir,
percatar y comunicar el universo, la naturaleza, la madre
tierra, la humanidad, la vida toda, en el uso de cada atuendo
ha sido determinante en la formación del imaginario estético
poético, social, histórico y psicológico de las diversas
generaciones. Sucede que la indumentaria en su totalidad
constituye extraordinaria analogía cósmica; ejemplo de la
reproducción de las relaciones humanas con la naturaleza,
que además de favorecer la satisfacción de nuestras
necesidades estéticas, preserva y difunde la memoria
colectiva. No es para menos, por virtud de su indumentaria la
nación ha salvaguardado la simbología clave, al tiempo de
revelar su pensamiento, relaciones, identidad y celebración
de la vida; en amplio sentido, enuncia la personalidad
colectiva y el sistema de valores de la milenaria sociedad.
Habría que agregar que en la ropa que usamos se encuentra
dispuesta la expresión antigua y contemporánea de nuestro
arte colectivo, a manera de comunicar el propósito espiritual
del universo, el contenido sagrado de la vida, pues cada
diseño, en espacios muy pequeños, cristaliza conocimientos
16
codificados, que al decodificarse, abren la conciencia al
sentido múltiple de la existencia. Desde la más lejana
antigüedad esbozos, colores y tejidos, como verdaderos
libros confeccionados en primorosos lienzos, representan el
caudal trans-generacional de arte como si se tratara de
gigantesca biblioteca extendida en todo el país que contiene
historia y resguarda conocimientos geométricos, fitomorfos,
zoomorfos, y antropomorfos.
Seguramente este compartir comunitario ha sido
imprescindible para evitar el desarraigo del centro
dinamizador de la tradición maya, pues su amplísima
atmósfera estimula la continuación de la relación cosmos-
naturaleza-humanidad-cultura, de suerte que además de
cubrir nuestra anatomía, el arte-sano de vestir, con todos sus
contenidos, cumple funciones estético-comunicativas y de
obstinación frente a toda acción que trate de suprimir su
significación mítica o pretenda situarlo en dimensión
exclusivamente utilitaria o folklórica. Cada güipil7 de las
mujeres, o bien algunas prendas de vestir del varón,
constituyen planteos de nociones artísticas y mitológicas,
7
En Guatemala el vocablo güipil, designa la prenda de vestir que usan las
mujeres, como especie de blusa. Se encuentra tejida con vistosos colores y
diseños geomorfos, fitomorfos, zoomorfos y antropomorfos, revelando el sentido
de pertenencia cultural cósmica.
para consolidar o bien para reelaborar el milenario
pensamiento. En suma, podemos decir que los trajes
contienen códigos que hacen posible la transmisión de
información social, como también proporcionan testimonio
acerca de identidad, estatus comunitario o solemnidad
ceremonial.
SIETE VERGÜENZAS
En su transcurso, y en afán de satisfacer las complejas e
integrales demandas de la existencia, la cultura maya, a la luz
del mito y de la metáfora, ha orientado algunas sencillas
pautas destinadas a encauzar el ideal de Plenitud de Vida. El
Pop Wuj, la tradición oral y el simbolismo cultural ilustran
acerca de cómo la relación mutua es competente para
solucionar los problemas de la vida social, sin acudir a la
violencia. Surge así el concepto de lo que podríamos llamar
desapego al ego, figurado en términos de respeto y
reverencia por la vida, puntuales en la formación de la
personalidad, a mayor respeto y mayor reverencia:
ennoblecida fraternidad. En este sentido, la comunicación
cultural, favorece considerablemente al distanciamiento de
las contingencias del desenfreno y la degeneración de lo
humano.
17

El Pop Wuj, personifica tal decadencia o menoscabo, en la
personalidad mitológica de Bucub Kaquix, traducido al
castellano: Siete Vergüenzas, que habiendo renunciado a los
valores espirituales engrandeció su ego personal y en pleno
desasosiego se enrumbo por insolencia del orgullo llegando a
perder la satisfacción humana. Ansiando el dominio absoluto
de la sociedad y la naturaleza, se adjudicó notoriedad
insaciable, dejando prosperar la ambición. Como orgullo y
ambición avanzaron en íntima relación, dieron lugar a la
envidia; trilogía que le facilitó el surgimiento de la mentira. A
esta altura la desintegración humana había cobrado relieves
de ingratitud, llegando al pleno ejercicio del crimen,
prácticamente ocurría el encierro en la ignorancia. Las siete
vergüenzas disipan totalmente la esfera espiritual humana,
sus nexos y relaciones sociales, hasta anular las dotes
creativas.
Precisamente, el argumento de la sociedad, de la familia y
del matrimonio consiste en vivir fuera de estas siete
vergüenzas. El matrimonio es considerado como auténtica
comunión, en todo el significado de la palabra. Es decir,
constituye externa y visible gracia espiritual interior, por
cuanto, supera condicionantes voluntaristas entre personas y
familias, antes bien, se edifica como fuente de nobleza,
sabiduría y espontaneidad. Como la planta del maíz –la
milpa- que forma el andrógino, el matrimonio, viene siendo
la configuración analógica de este modelo sideral, un solo
cuerpo, un solo corazón. Ambos renuncian a su ego personal
para ser completamente libres, porque el maridaje es libertad
a plenitud.
Así, la realización del enlace, con los ritmos del tiempo,
germina familias perdurables nutridas por amor, ternura,
amistad y simpatía, muy distantes del control que socava la
feminidad o la masculinidad. No existe monotonía de
sujeción ni de predominio del hombre sobre la mujer o de la
mujer por sobre el hombre; más bien la experiencia circula
por la satisfacción de conducir el cultivo de la relación, del
hogar y de la familia. Probablemente, esta labor matrimonial
tiene por antecedente, la inevitable concordancia
espiritualidad-cosmos-naturaleza-humanidad- de que nos
habla la cosmovisión, y que permanece presente en la
memoria colectiva para elucidar la inexistencia de razones
para subyugar, imponer o degradar la personalidad humana.
Aunque por los centenarios procesos de colonización, nuestra
cultura matrimonial, se ha visto acometida por diversas
ideologías, fundamentalismos y discursos que proclaman
pre-dominio sobre la mujer que, de una u otra manera, han
18
puesto en riesgo las categorías y espíritu con que ha sido
concebido el desposorio, simbologías, lenguas, y raíz
cultural, rechazan todo aquello que es extraño a nuestras
maneras de vivir familiarmente.
En este sentido la cosmovisión ha sido el pulso que evita, aún
en momentos de crisis identitaria, la renuncia a la dinámica
cultural de mutua responsabilidad y compartimiento, cada
individualidad se esclarece en el aura del nosotros, existimos
en términos de los demás, nadie es considerado separado,
abandonado o aislado del conjunto; la cosmovisión disuade
este tipo de tentación, puesto que orienta nuestra proyección
cultural hacia el porvenir, “mientras camine el sol y tenga
vida” reseña el Pop Wuj.
Si estamos hablando de la celebración de la vida en
reciprocidad con el universo, las relaciones sexuales honran
el matrimonio como experiencia de comunicación espiritual
profunda, estético profunda o erótica profunda. Se trata, en
suma, de un tipo de comunicación significada por la dignidad
de pertenencia cósmica y como tal, adquiere la dimensión de
arte en la vida y por la vida, retornando invariablemente al
ritual que comunica el deleite por la existencia, gozo que no
admite forzamiento alguno. Fecundación, germinación,
nacimiento, encanto, angustia, miedo, placer, gozo,
constituyen la celebración de la vida, sin rodeos ni
prohibiciones, de tal forma que las manifestaciones eróticas,
culturalmente hablando, en la profundidad del alma,
corresponden al protagonismo de un estado de conciencia
superior, que sobrepasa la simpleza del hecho sensual o la
descarnada concupiscencia, pues el erotismo tiene que ver
con el ritual, ya lo hemos apuntado, comunica la celebración
de la vida, no hay prejuicios o pesadillas, tan solo libertad.
Por supuesto al ocurrir la pérdida del amor, en toda la
extensión de la palabra amor, el matrimonio puede ser
disuelto en el justo tiempo, puesto que, es mejor derogarlo
que vivir artificialmente por llano compromiso o apariencia.
DANZA EN CELEBRACION DE LA VIDA
En casi todos los acontecimientos de la vida social y familiar,
la danza ocupa esfera central, en estas efemérides se evoca a
los antepasados lejanos y cercanos, en ritmos cadenciosos y
grupales hombres y mujeres enlazan cobrando conciencia de
la espiritualidad, la historia, los antepasados y la propia vida.
19
Es como si se quisiera danzar con la bondad de los ritmos
cosmicos. El agradecimiento a la vida es asombroso, fluye la
vistosidad de la ropa, la dignidad del conglomerado, los
acordes musicales, el respeto, la cortesía, la sobriedad, las
jerarquías sociales, las dignidades espirituales, la
concordancia del madero de hormigo8 retorna a la antesala
del universo, donde se formó la vida. Entonces la sonosfera
ampara el gozo común dando testimonio que hemos llegado a
la existencia para cantar, danzar, para vivir a plenitud.
Además, el silencio armoniza con los acordes de la
resonancia musical, por cuanto representa la semilla de la
preexistencia, pulso universal que nos conforma, que crea
todo cuanto existe, pauta universal más profunda que
contiene todo. Quizás conmemorando el silencio cada quien,
ceremonialmente, danza con la vista inclinada hacia la tierra,
para concentrar la mente, el alma y el espíritu en el nivel no
manifestado, la contentura en silencio es innegable.
Libremente, las mujeres danzan por un tiempo determinado,
en seguida a los hombres les corresponde cumplir con la
acción rítmica, siempre al compás de la marimba. Toda la
8
Nos referimos al instrumento musical de madera denominado marimba, que es
elaborado de una especie de árbol llamado hormigo.
asistencia es invitada a protagonizar la danza ceremonial,
nadie se queda sin hacerlo, primero bailan las personas de
mayor edad y después las personas jóvenes. Los episodios de
las danzarinas y de los danzarines se realizan en filas frente a
frente, alejamientos y cercanías acompasadas colman la
estructura corporal de musicalidad, hasta convertir la
fisiología del conglomerado en vibrantes emociones.
Además, la nación cuenta con cerca de 70 diferentes danzas y
representaciones en amplísima variedad de temas y
argumentos, coreados por marimbas, chirimías, tambores y
flautas. Algunos bailes remontan a tiempos anteriores a la
invasión; otros surgieron a raíz de ella, con el objeto de
ridiculizarla por medio de la sátira o también para mantener
vivo en la conciencia de la nación, el sufrimiento que ha
significado el proceso de colonización, y, por supuesto, los
artistas también parodian las enfermedades que transportaron
los invasores; hay también crítica a los gobernantes
corruptos; se imitan las costumbres y el lenguaje de los
extranjeros. El pueblo se ríe de las triquiñuelas de que es
objeto la población, y se aplaude frenéticamente al triunfador
si obtiene victoria sobre el poderoso.
20
El baile-drama permanece floreciente, aunque, desde los
primeros años de invasión, hasta hoy, lo han tratado de
disipar por diversos medios, porque en su contenido los
«indígenas» cantan su antiguo “paganismo”, o “idolatría”.
Afortunadamente, la violencia cognitiva, únicamente ha
percibido superficialmente esta profundidad estético-
comunicativa que continúa viva.
La partida de este mundo es un viaje que se prepara en el
transcurso de la vida, nadie desconoce que algún día deberá
emprender la marcha, su permanente cultivo disminuye la
angustia cuando llega la hora de dejar la tierra; cuando se
producirá el desprendimiento total de todo lo que, de alguna
manera, se hizo hábito: casa, amigos, belleza, tristezas,
alegrías. El adagio popular de la nación dice: “Muchos son
los hombres que vienen a poblar la tierra y los mismos se
van. Nadie aquí permanece. Prestados son la tierra, el
cuerpo y el tiempo”. Cuando una persona emprende el viaje
de retorno a la energía primordial, los afligidos familiares
serenamente aceptan su definitiva ausencia física.
El momento de separación produce inmenso dolor, sin
embargo las pompas fúnebres reducen al mínimo el
penetrante efecto. No hay horror ante la presencia de la
partida, no se conoce sobresalto alguno cuando se palpan los
restos, ni existe prisa por depositarlos en el campo santo; no
hay ningún miedo a los objetos que pertenecían al extinto.
Cuando se produce el viaje de retorno de alguien, la familia
trata de proporcionar la mejor recepción que puede; hay
abundante comida, bebidas de diferentes plantas y
aguardiente para disipar la tristeza. Al espíritu del que se va,
se le ayuda a abandonar la tierra con una oración en la que
todos se hincan para que este espíritu no sienta nostalgia en
el momento de su abandono terrenal, para que así,
libremente, pueda internarse en el cosmos.
La conmemoración de los que han dejado la tierra, demanda
el recuerdo festivo, precisamente el dos de noviembre de
cada año, se conmemora el día de aquellos que han regresado
al pulso cósmico. Simbólicamente, es el día de los
antepasados, reaparecen en todas las familias, estas
cumpliendo el ritual de bienvenida, irradian flores, encienden
velas, preparan dulce de ayote, atol de maíz, en fin la
memoria colectiva vibra de emoción por la garantía del lazo
irrompible entre el más allá y el más acá.
RESPONSABILIDAD COMUNAL
21

En medio del clima generalizado de rechazo, insolidaridad,
desmotivación e incomprensión a nuestras tradicionales
formas de organización, por parte del poder nacional, la
cofradía, durante muchos años ha desempeñado inmensa
autoridad de resistencia. Desde su reelaboración cultural, en
tiempos del colonialismo y luego en la vida republicana,
despliega diversas acciones consagradas a la preservación de
la cultura y sus formas de organización, evitando en pueblos
y municipios la interferencia de las autoridades eclesiásticas
y civiles oficiales, en los asuntos de intimidad maya.
Las cofradías constituyen indiscutibles centros de poder, que
alientan el transcurso de la vida social, política y espiritual en
comunidades, municipios y ciudades. Aunque exteriormente
se organizan alrededor de alguna imagen sagrada de la
religión católica, su histórico afianzamiento en la conciencia
social le otorga el carácter de autogobierno. Los miembros
que configuran su ejercicio, numerariamente, varían de un
lugar a otro, sin embargo corresponden a una misma
concepción orgánica.
Así, en la antesala de los desempeños de alto rango, se
convoca a la juventud que ha venido definiendo su vocación
de servir al pueblo sin esperar ningún tipo de compensación
económica. Este trabajar por el bien de la sociedad les
confiere el honor de llamamiento a la cofradía como talento
admirable de la comunidad. Anualmente, varios jóvenes
reciben investidura para intervenir en asistencia a la
colectividad: por ejemplo, trasladar mensajes a las
autoridades civiles, iglesia, cofradía, o bien para comunicar
amonestaciones, noticias, avisos de nacimientos, accidentes o
cualquier otro hecho de interés comunitario. Otros
nombramientos tienen que ver con el cuido y vigilancia de
los campos santos, limpieza de calles, caminos, senderos y
puentes peatonales. Algunos de los elegidos asumen custodio
de manantiales a manera de conservarlos limpios, o también
para mantener el orden en el acopio de agua. También se
conceden atribuciones en favor de cooperación con escuelas
en resguardo del alumnado y garantía de cumplimiento del
horario del personal docente.
Habiendo cumplido y demostrado diligencia y pundonor
comunitario, la promoción a la jerarquía de la cofradía no se
hace esperar y con el tiempo, el iniciado podrá ocupar todos
los cargos de menor a mayor. Alguacil: es la persona que
sirve en favor de la iglesia católica del pueblo, cumpliendo
doble función, asistencia a la iglesia y, observación de las
actividades del párroco, a manera de identificar todo lo que
22
afecta o pueda afectar el desenvolvimiento cultural y
espiritual comunitario; Mayordomo: tiene a su cargo el
registro económico de la cofradía; administra el gasto y cuida
de las funciones de la cofradía; Calpul es quien organiza las
reuniones de la cofradía; compromiso de alta confianza, por
cuanto implica la administración de los cometidos más
considerados; Regidor: Salvaguarda del orden comunitario y
concejal de la iglesia católica; le asisten 11 hombres que
portan báculos de mando (varas), y trajes en significación de
autoridad civil, que les distinguen de los demás miembros de
la comunidad; Cofrade: Investido para el ejercicio de un año.
En su mayoría, inmenso conocimiento de la cultura,
cosmovisión y espiritualidad. Generalmente, gozan de amplia
solvencia económica, contribuyen con la comunidad y, sobre
todo, sufragan buena parte de los gastos de la cofradía;
Fiscal: Por su sabiduría es considerado anciano, por cuanto
ha servido todos los cargos de la cofradía durante la
trayectoria de su vida, alcanzando el máximo rango de
decano, a la altura de su lucida madurez; Kamal Be (Guía de
los Caminos): ¡Tan admirado, tan anciano! No tiene deberes
para con nadie, su larga experiencia lo ha hecho
incomparablemente sabio y totalmente imparcial en sus
juicios. Cada una de sus palabras comunica caudales de
erudición, realmente irreprochable. La comunidad se enaltece
con solo besar su mano e inclinarle el cuerpo, en carácter de
limpia salutación que la nación maya rinde a sus justos.
Quizás en el fondo la cofradía por mucho tiempo se ha
venido desempeñando como arquetipo de reencuentro
cultural, que encamina generacionalmente a la nación, por la
sensibilidad de formas de conservar y promover el poder en
desapego al ego, sus hábitos mentales, sus concepciones de
mando provenientes de la comunidad, sinceramente,
constituyen fuente de teoría de la sociedad, que señala la
sólida confianza en el concepto uj germen de unidad
fraterna, responsabilidad, autoridad colectiva y forma de
gobernar. En términos más amplios constituye la práctica de
un claro gobierno legítimamente popular, porque su función
consiste en buscar el bienestar de la nación olvidada y
excluida por el colonialismo interno.
El poder comunitario, además del inspirado por la cofradía,
puede verificarse en otras formas como comités, consejos,
asociaciones, alcaldías “indígenas”, etc., cuya persistencia
durante casi 500 años, ha defendido, decididamente,
identidad, cosmovisión, espiritualidad, cultura, formas de
organización, administración de justicia, relaciones sociales,
en categóricas luchas que alcanzan variedad de acciones que
23
buscan restituirnos seguridad de supervivencia, seguridad de
identidad, seguridad de pertenencia y, seguridad de
autorrealización.
Precisamente las luchas cultural políticas en defensa de la
cultura y la identidad, a finales del siglo XX, cobraron rango
de compromisos de gobierno. El 31 de marzo de 1995, en
México, D. F., se firma el Acuerdo Sobre Identidad y
Derechos de los Pueblos Indígenas –AIDEPI-, quinto de
doce Acuerdos de Paz, suscritos por el Gobierno de la
República de Guatemala y la Unidad Revolucionaria
Nacional Guatemalteca –URNG-, para alcanzar soluciones
pacíficas al Conflicto Armado Interno. Este compromiso
forma parte fundamental del Acuerdo de Paz Firme y
Duradera, signado en diciembre de 1996, y reconoce:
-La descendencia directa de los mayas contemporáneos de
los antiguos mayas;
-La procedencia de los idiomas mayas de una raíz maya
común;
-La cosmovisión maya que se basa en la relación armónica de
todos los elementos del universo, en el que el ser humano es
sólo un elemento más, la tierra es la madre que da la vida, y
el maíz es un signo sagrado, eje de su cultura;
-El papel de la mujer maya en la transmisión de su
cosmovisión;
-La particular vulnerabilidad e indefensión de la mujer
indígena frente a la doble discriminación como mujer y como
indígena, con el agravante de una situación social de
particular pobreza y explotación;
-La auto-identificación;
-Los derechos culturales de los pueblos indígenas;
Las partes firmantes de este acuerdo, convinieron llevar a
cabo las siguientes acciones:
-La promoción de la tipificación de la discriminación étnica y
del acoso sexual como delito;
-La creación de la Defensoría de la Mujer Indígena;
-La lucha para la erradicación de la discriminación;
24

-La construcción de la unidad nacional basada en el respeto y
ejercicio de los derechos políticos, culturales, económicos y
espirituales de todos los guatemaltecos;
-La promoción de una reforma de la Constitución Política de
la República que liste el conjunto de los idiomas existentes
en Guatemala que el Estado está constitucionalmente
comprometido en reconocer, respetar y promover;
-La promoción del uso de todos los idiomas indígenas en el
sistema educativo, a fin de permitir que los niños puedan leer
y escribir en su propio idioma o en el idioma que más
comúnmente se hable en la comunidad a la que pertenezcan,
promoviendo en particular la educación bilingüe e
intercultural;
-La promoción del uso de los idiomas de los pueblos
indígenas en la prestación de los servicios sociales del Estado
a nivel comunitario;
-Garantizar el derecho constitucional al uso del traje indígena
en todos los ámbitos de la vida nacional.
Esta irrenunciable demanda de pertenencia, de respeto por
nuestro sentido de raíz y de identidad, en la actualidad, ha
irrumpido en todos los niveles de la Administración Pública
Nacional, no obstante, ha generado reacciones de rechazo de
los sectores conservadores de la sociedad, de la mayor parte
de los partidos políticos y de las esferas de gobierno, tal
como lo evidencia el freno que ha sufrido el proceso de
transición democrática y la negativa a la reforma de la
Constitución Política de la República de Guatemala.
Sin embargo, después de la firma de la paz firme y duradera
–diciembre 1996-, los gobiernos que se han venido
sucediendo, con evidente disgusto y mala gana, de alguna
manera, “reconocen” el protagonismo político y cultural de
las naciones milenarias. El nuevo código municipal y la Ley
del Sistema de los Consejos de Desarrollo Urbano y Rural,
propuesto por negociaciones políticas entre las naciones
maya, xinka y garífuna y representantes del gobierno de la
república, aprobadas en el año 2002, estimulan la
reivindicación de talentos políticos en nuestras comunidades
para intervenir en la planificación democrática del desarrollo
de Guatemala
25
Luego de siglos de permanecer, excluidos de la
institucionalidad oficial del Estado guatemalteco, esta
legislación, aunque tímidamente, hace acopio de algunos
conceptos de organización y toma de decisiones que en
cierta forma nos permiten, aún en medio de la crisis general
del sistema, enfrentar la complejidad creciente de los
problemas que afectan a nuestras comunidades. Ha sido
difícil. Sin embargo, hemos iniciado las condiciones
mínimas para el mejoramiento de la calidad de vida de
nuestras comunidades, ejercitando sus soberanías y
hermandades, para superar el sufrimiento y proyectar
nuestro retorno al proyecto plenitud de vida, que anima
nuestro futuro deseable, donde cultura y naturaleza vuelvan a
convivir en relación como ocurría antes de la invasión.
Han sido estas luchas las que constantemente revitalizan el
interior de nuestras culturas sin perder sus intimidades; el
hecho mismo de luchar, fortalece la identidad, porque
permite situar la cultura, en el combate contra aquellas
actitudes que pueden destruir a nuestras naciones y sus
relaciones simbólicas, seguramente, las mismas luchas están
permitiendo el crecimiento simbólico de nuestros pueblos,
frente a la institucionalidad oficial que, por cierto se
encuentra en crisis, prácticamente, irreversible, tanto que en
los recientes periodos gubernamentales, ante lo
absolutamente público, cada régimen, intenta demostrar lo
contrario, entonces, en esta pretensión, el Estado, impone a
la realidad, lo falso sobre lo verdadero, convirtiendo a cada
gobierno de turno, en aparato de producción de ficción
metódica.
Rotundo fracaso, pues todo ensayo de persuasión resulta
inútilmente coactivo y ya no maneja los hilos de la trama. Por
más que el estatus quo intenta resguardar el poder colonial,
su matriz euro-céntrica, orientada por el lucro, la ganancia y
el mercado, parece asistir al fin de un poder alejado de los
seres humanos, de las identidades, de las culturas y de sus
problemas fundamentales, tanto que, claramente su epitafio
proclama la diversidad y el pluralismo político-cultural.
Ahora, abiertamente, reflexionamos acerca de la crisis
ecológica; de la necesidad imperiosa de construir la nación
multiétnica, multilingüe y pluricultural y su correspondiente
estado plurinacional. La oposición a la minería y a la
penetración de las grandes compañías extractoras de nuestras
riquezas hídricas y mineras, cuestionan al Estado, y ha
motivado la movilización de más de millón y medio de
hombres y mujeres en más de 60 consultas comunitarias que
se han pronunciado no solo en contra de la instalación minera
por sí misma, implica además la defensa de nuestros valores
26
ecológicos, de nuestros hábitos mentales, de nuestra salud
cultural, de nuestra representación compartida de futuro.
El ejercicio de nuestras luchas culturales políticas y defensa
de nuestros lugares, es resultado de batallas frente al
colonialismo, absolutismo, y la concentración del poder
ciudadano en el Estado. Por supuesto, el espíritu que anima a
las naciones milenarias de Guatemala, problematiza la
política y la cultura desde el contexto, para formar, como dice
el pensador brasileño José de Souza Silva: “constructores de
caminos que todavía no existen, inventando desde lo local
para no perecer imitando desde lo global”. De esta manera
nos encontramos dialogando, discutiendo, debatiendo y
generando consensos entorno a la vida, a la libertad y a la
dignidad que fundamentan nuestros proyectos históricos.
Aquí y ahora, alcanzamos a ver nuestro florecer como nervio
imperativo en la toma de decisiones y, como protagonistas de
un futuro al servicio de la vida, vinculado a toda actividad
social, cultural, educativa, política, laboral, económica, de
salud y de defensa y protección de la madre naturaleza. En
gran parte del territorio nacional ya hemos instalado
escenarios donde se fomenta la educación política con
características históricas, culturales y económicas
comunes y/o diversas de cada nacionalidad que ampara sus
derechos, interviene en la resolución de los conflictos
políticos y culturales que le afectan; discute problemas y
propone soluciones, escucha a los involucrados, procede a
dirimir las diferencias y busca reparar el daño.
Hoy por hoy, de alguna manera cobra relieve la orgánica
participación de las diversas nacionalidades, cada una con
sus particulares características, cobijadas en la amplia
seguridad de la celebración de la vida, con profunda fe en las
genuinas tradiciones de la diversidad cultural de Guatemala.
Esto es lo propio de nuestra cultura en la contemporaneidad,
y su disposición a contribuir a en la elucidación de la
complejidad creciente de nuestra multiétnica, multilingüe y
pluricultural sociedad. Pensamos que las culturas testimonio
permanecen dispuestas a cooperar en la edificación de un
movimiento político inter-fecundado por la civilización de
matriz bio-céntrica, que no encuentra enemistad entre la
humanidad y su medio ambiente.
En nuestros tiempos el contexto continental exige la renuncia
al texto colonial; reclama la regeneración de la esperanza;
demanda carácter fraterno para hacer posible el pendiente de
27
vida, esperado por el diverso conglomerado de Abya Yala.
Continuamos reflexionando acerca del contenido vivo de
nuestras culturas, tanto en el desafío de sí mismas, de sus
propias contradicciones como de las influencias externas
recibidas, que probablemente algunas veces las
problematizan, pero en otras, las inter-fecundan y las
multiplican.
REDENCIÓN DE LO PERDIDO
Hemos vivido en condiciones de adversidad, no lo podemos
negar. La opresión sobre nuestras nacionalidades y pueblos
nos ha obligado a permanecer en resistencia. Durante más de
500 años, resistimos y pudimos crecer, generacionalmente, en
el infortunio. Curiosamente, en la contemporaneidad, son los
Estados Coloniales los que se encuentra en resistencia,
expresada de varias formas, desde negarse al cumplimiento
de la legislación interna en lo que mínimamente favorece a
nuestras naciones, dificultando la observación de los
convenios internacionales que garantizan el respeto y las
formas de vida de las culturas milenarias, y más
puntualmente en Guatemala, rezagando la reforma
constitucional que en las actuales circunstancias deberá
acoger, en igualdad de condiciones, el protagonismo de las
diversas naciones que conforman el país.
Pudiera pensarse increíble, el tiempo no ha transcurrido en
vano. Hemos sembrado durante siglos, cosecharemos dando
sentido a nuestro país en episodio de redención de lo perdido.
Así lo hemos hecho, el tiempo ha decidido cuan posible y
cuan probable es el futuro que deseamos; la cultura maya no
ha olvidado sus convicciones, por sobre todo, el anhelo de
vivir a plenitud.
Los pueblos de América están siendo testigos del surgimiento
de las culturas milenarias, nadie puede detener la historia; el
fuego de los antepasados continúa ardiendo en cada corazón
cultural y alumbra el porvenir, como lo que fuimos, como lo
que somos y como lo que siempre seremos. Así lo dijo uno
de nuestros ancianos, en el municipio de Patzún,
departamento de Chimaltenango, cuando terminaba de narrar
la invasión de 1524: “…por eso yo cuento esto, porque a mí
me lo enseñaron, y yo se lo enseño a mis hijos, porque soy el
padre de este pueblo, porque la costumbre no se olvide,
28
porque no les de vergüenza, para que sepan que lo que antes
fue ahora ya no es, porque el tiempo todo lo cambia y lo que
ahora es ya no va a ser, porque todo lo que antes fue volverá
a ser”.

AUTODETERMINACION

A dieciseis años del nuevo siglo, luchando en la adversidad,

exigiendo respeto y justicia. Convencidos plenamente de la
posibilidad real de crear la nación diversa y unitaria; el orden
social fraterno y solidario, donde el odio, el desprecio y la
humillación no tengan cabida. Esta esperanza vive en el BIBLIOGRAFÍA
corazón de la cultura contemporánea, porque nuestros
antepasados por ello lucharon y para ello nos prepararon. En Anónimo. Pop Wuj. Poema Mito-Histórico Ki-chè.
los umbrales del nuevo milenio y con nuestra propia voz, Traducción directa del Manuscrito, Adrián Chávez. Centro
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nuestros principios fundamentales, basados en el derecho de Anónimo. Popol Vuh. Las Antiguas Historias del Quiché.
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de controversias, convivencias de sistemas. Sin odios ni Adrián Recinos. Fondo de Cultura Económica. 1980.
rencores, pero con el legítimo derecho a ser, 524 años
después de la invasión, estamos vivos y preparados para ser Barrera, Vásquez. Alfredo y Rendón, Silvia: El libro de Los
libres, para crear y construir, para enaltecer más a la Libros de Chilam Balam. Traducción de los textos paralelos,
humanidad, como lo hicieron nuestros nobles antepasados.

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