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PRINCIPIO HISTÓRICO DEL DERECHO FINANCIERO

Los entes públicos pueden obtener ingresos de varias clases. Los más importantes son los
tributarios en, cuanto que los tributos constituyen el principal medio de financiación de los
gastos públicos de modo que, por su relevancia dentro del conjunto de ingresos públicos y por
la homogeneidad de sus normas, han disfrutado de un tratamiento sustantivo mucho mayor que
otros institutos jurídico-financieros. El tributo puede ser definido como una prestación
pecuniaria establecida coactivamente por el Estado u otro Ente público, con poder o potestad
para ello, con la finalidad de cubrir los gastos públicos. El tributo ha de tener por objeto una
prestación pecuniaria porque los ingresos públicos son siempre dinerarios, han de adoptar la
forma de recursos monetarios de modo que no constituyen ingresos públicos las prestaciones in
natura de las que también pueden ser acreedores los entes públicos. Es, además, una prestación
coactiva en cuanto que viene impuesta por la ley prescindiendo de la voluntad del obligado,
basta con que se realice el supuesto de hecho de la norma, el llamado hecho imponible, para
que surja la obligación tributario. Ciertamente, la realización del supuesto de hecho, por
ejemplo la compra de un inmueble, se lleva a cabo voluntariamente por el sujeto pasivo o
deudor del tributo, pero su voluntad sólo es relevante a efectos del negocio jurídico de
compraventa en cuanto tal y no en relación con la consecuencia tributario, con el nacimiento de
la obligación de pagar una suma de dinero en concepto de tributo por haberse realizado el
hecho imponible, que es una obligación que surge independientemente de su voluntad. Una
tercera nota tradicionalmente utilizada para identificar al tributo es su carácter contributivo; es
decir, que tiene por finalidad la financiación de los gastos públicos.

Es ésta, sin embargo, una nota discutida por dos razones: porque todos los ingresos públicos se
destinan a la cobertura de los gastos públicos y porque existe una clase de tributos, los tributos
con fines extrafiscales, que no pretenden tanto un fin recaudatorio cuanto conseguir ciertos
objetivos sanitarios, comerciales, etc. Sin embargo, frente a estos argumentos, conviene señalar
que es el dato del fin recaudatorio el que permite distinguir el tributo de otras prestaciones
coactivas y que, aun cuando concurrir fines extrafiscales en determinado tributo, lo que
caracteriza al tributo como es su finalidad contributiva.

En la actualidad por la investigación científica en el ámbito del Derecho Financiero sea la


situación de riesgo en la que se encuentran los principios constitucionales de justicia material
de la actividad financiera. Principios estos que han intentado conformar un ordenamiento
financiero de corte claramente redistributivo, en la doble vertiente del gasto y del ingreso, pero
cuya consecución se está viendo alterada, en cierta medida, por factores extrajurídicos, tales
como la globalización o la crisis económica, entre otros.

Se precisa, por ende, que la investigación científica en el ámbito del Derecho Financiero incida
en la necesidad de que los principios constitucionales de justicia material de la actividad
financiera vuelvan a recobrar el alcance que le es propio, sin que quepa su espuria
reformulación por la simple acción de las fuerzas del mercado o por cualesquiera otros factores
derivados de la correspondiente coyuntura económica. Es evidente que las categorías del
Derecho Financiero no tienen por qué ser rígidas y estáticas, predicándose de ellas una cierta
flexibilidad y dinamismo en aras de su adaptación a cada momento histórico. También la
configuración jurídica de los principios constitucionales, lejos de ser inmutable, deviene
acomodable a la realidad social y económica, como lo demuestra la evolución de su
construcción en la propia jurisprudencia constitucional. Pero en ningún caso cabe la
adulteración de su esencia última, de ese núcleo, ya afirmado, que ha de permanecer
impermeable a cualquier tendencia económica o política y, en definitiva, regir el devenir
legislativo en la esfera financiera.

Derecho Financiero debería atender a si las diferentes normas financieras, cualquiera que sea su
objeto y finalidad, se ajustan a las exigencias constitucionales derivadas de los principios de
justicia. Si el ordenamiento financiero no puede desgajarse de sus principios radicales –éstos
son, los de justicia en el ingreso y en el gasto–, la investigación científica en nuestra disciplina
debe retomar el estudio de los mismos, denunciando sus posibles vulneraciones o
cercenamientos y articulando cauces para su correcta observancia por parte del legislador en el
diseño y producción normativos.

Derecho Financiero, fruto del componente político subyacente en sus normas jurídicas, de la
utilización de éstas últimas como instrumento de política económica y de ese entramado
heterogéneo de fuentes, formales y materiales, al que se aludía supra. Ello ha generado un
escenario caracterizado por la proliferación de nuevas normas y modificaciones legislativas
que, en buena medida, ponen en tela de juicio el alcance y valor del principio de seguridad
jurídica en este sector del ordenamiento jurídico

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