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2019
División de Ciencias Bilógicas y de
la Salud
Departamento de Atención a la
Salud
Por otra parte, las grasas, se diferencias de las proteínas porque las grasas no
están constituidas por estructuras que se repiten. No son cadenas como las
celulosas o proteínas en tanto que no hay una unidad básica que se presenta
sucesivamente. son sustancias suaves y aceitosas e hidrofóbicas e insolubles en
agua.
También se arrancian porque se oxidan al estar expuestas al ambiente, el hierro y
el cobre de las ollas aceleran este proceso, por eso se deben usar recipientes de
acero inoxidable o aluminio, que actúan como antioxidantes.
Más componentes alimenticios como los ácidos orgánicos, las frutas contienen
ácidos naturales tales como el cítrico de las naranjas, limones o toronjas, el málico
de las manzanas o el tartárico contenido en las uvas, que disminuyen el ataque
bacteriano.
En general pH ácido tiende a alarga la vida util de los alimentos, por esta razón se
fermentan intencionalmente el yogurt, el vinagre, el queso, etc.
Los metales como el cobre y el hierro promueven la oxidación, ésta es una de las
razones por la que se prefiere emplear recipientes de acero inoxidable o aluminio
en las baterías de cocina
El libro aborda métodos de conservación de alimentos, esto permiten ver la
conexión entre la vida cotidiana y los principios científicos, entre conocimiento
común y conocimiento científico, muestran el espíritu estético de la ciencia, se
conforma en ejemplos que ilustran en forma sencilla conceptos de ésta,
aparentemente complejos; por ejemplo, el proceso de liofilización (proceso en el
que se congela un producto biológico y una vez congelado, se introduce en una
cámara de vacío para que se evapore el agua por sublimación), induce a discutir
un fenómeno que ocurre y asombra pero que es poco reflexionado: ¿Cómo el
agua se evapora del hielo sin que éste se derrita?, alrededor de la cual puede
interpretarse, entre otros, el comportamiento de las sustancias frente a ciertas
condiciones de temperatura y presión.
Igualmente, el salado de los alimentos (método usado desde hace muchos siglos
para evitar la descomposición de la carne), explica en forma sencilla, el concepto
de ósmosis: las bacterias y microorganismos pueden contener 80% de agua en
sus células. Si se colocan en salmuera o en almíbar, cuya concentración es mayor,
el agua pasa de la célula a la salmuera provocándose la muerte de los
microorganismos. Así también toca el ahumado de la carne, el pescado y sus
derivados que su fin principal es la conservación del producto debido a la acción
secante y bactericida del humo.
La velocidad con que reacciona el estaño con los alimentos es mucho menor que
la del acero; por esto, no conviene comprar latas golpeadas pues se pueden haber
formado pequeñas fracturas en la película interior, exponiendo el acero al
alimento, cambiando los sabores.
Los laminados como empaques flexibles, con muy raras excepciones, no son
realmente herméticos; sin embargo, proporcionan una barrera excelente contra los
microorganismos y la suciedad.
Otro ejemplo como el papel morado en que se suele envolver las manzanas y
peras es tratado con ácido benzoico a fin de preservarlas.
Los cerillos, el horno para fabricación del pan, la temperatura en la cocina, y otras
operaciones imprescindibles para la elaboración doméstica de los alimentos, son
relacionadas con algunas variables fisicoquímicas; argumentadas desde la
perspectiva histórica, incluyendo la etimología de algunas palabras, con un relato
que logran ayudar a distinguir y precisar los conceptos de energía, combustión,
temperatura, calor, conductividad térmica etc., básicos en el aprendizaje de la
química, y que tradicionalmente se les ha dado un manejo muy superficial,
generando ambigüedades en la utilización de éstos.
El manejo del relato histórico, esta vez sobre ácidos, bases y pH, la validación de
la importancia de la sabiduría popular, y los ejemplos prácticos, facilitan la
comprensión de este tema, difícil. En este libro se demuestra cómo los conceptos
de acidez y basicidad surgieron de nociones y experiencias cotidianas, “así como
la mayoría de los conceptos de la ciencia surgieron de las prácticas de artesanos y
artistas.
Desde hace tiempo nuestras generaciones saben que para cocer huevo conviene
poner un poco de sal en el agua.
Si bien ese poco de sal aumenta la temperatura de ebullición del agua, la principal
razón de la sal es que funciona como catalizador para coagular la albúmina que
sale del cascarón, con ello se evita que se formen las poco apetitosas tiras de
clara coagulada en donde se cuecen los huevos.
Es importante señalar cómo, en párrafos como el anterior, el libro permite
evidenciar que muchas de las reacciones químicas que ocurren en la cocina
tienen una explicación científica que ilustra y respalda a la inobjetable experiencia
culinaria.
En cuanto a los olores en algunos alimentos como ajos, cebolla, coliflor, etc., y su
forma de reducirlos, aparecen interesantes nociones sobre la función de la
membrana celular y las reacciones químicas que ocurren entre las sustancias
cuando ésta se rompe al cortar, cocer, o macerar estos alimentos. En la coliflor,
por ejemplo, la sinigrina y la mirosinasa, se encuentra separadas por la membrana
celular, pero al juntarlas, cuando ésta se cocina, la mirosinasa descompone a la
sinigrina en aceite de mostaza, que a su vez da lugar a ácido sulfhídrico (el mismo
de los huevos podridos).