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Se conoce como Cuaresma al periodo de 40 días que precede la celebración principal del
cristianismo: la Resurrección de Jesucristo, que se festeja el Domingo de Pascua.
La palabra Cuaresma proviene del latín quadragesĭma, que significa “cuadragésimo día”,
en referencia al periodo que abarca antes de la Pascua.
El inicio de la Cuaresma está marcado por el miércoles de Ceniza y el final por la víspera
del Domingo de Pascua o de Resurrección.
Durante la Cuaresma, los ministros de la Iglesia católica se visten con ropas de color
púrpura para simbolizar la tristeza, el dolor, la penitencia, el duelo y el sacrificio.
El cuarto domingo se usa el color rosa, mientras que el Domingo de Ramos, último
domingo antes de la Resurrección, se usa el color rojo, referido a la Pasión del Señor.
Inicialmente, los cristianos preparaban la fiesta de Pascua guardando tres días de oración,
meditación y ayuno. Pero alrededor del año 350 d. de C., la Iglesia incrementó el tiempo
de preparación a cuarenta días. Así surgió la Cuaresma.
Considérese la importancia del número 40, asociado a la Cuaresma, dentro de los ritos
judeocristianos. En la Biblia, el diluvio dura 40 días, 40 son los años del pueblo de Dios
en el desierto, 40 los días de Moisés y Elías en la montaña, y 40 los de Jesús en el desierto,
antes de comenzar su ministerio.
La Cuaresma es celebrada por toda la cristiandad, por los católicos, los católicos
ortodoxos, y algunas ramas del protestantismo, como los anglicanos y algunas iglesias
evangélicas.
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a
nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar,
confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir
con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de
comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los
enfermos y a los presos, enterrar a los muertos). Entre estas obras, la limosna hecha a los
pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica
de justicia que agrada a Dios.
Contemplar el misterio
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de
misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia,
muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el
corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.
La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos
cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia
corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger
al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no
olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar
al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con
paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.
No puedes pensar en los demás como si fuesen números o escalones, para que tú puedas
subir; o masa, para ser exaltada o humillada, adulada o despreciada, según los casos.
Piensa en los demás —antes que nada, en los que están a tu lado— como en lo que son:
hijos de Dios, con toda la dignidad de ese título maravilloso.
Hemos de portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios: el nuestro ha de ser un
amor sacrificado, diario, hecho de mil detalles de comprensión, de sacrificio silencioso,
de entrega que no se nota. Este es el bonus odor Christi, el que hacía decir a los que vivían
entre nuestros primeros hermanos en la fe: ¡Mirad cómo se aman!
Estas dos primeras son complementarias y se refieren a la ayuda que podemos dar en
alimento o en dinero a los necesitados.
Los bienes que poseemos, ¡si son bien habidos!, también nos vienen de Dios. Y debemos
responder a Dios por éstos y por el uso que le hayamos dado. Dios nos exigirá de acuerdo
a lo que nos ha dado:
Parábola de los Talentos (Mt. 25,14-30).
Por cierto, no es por casualidad, que viene contada en el Evangelio de San Mateo,
justamente antes de la escena del Juicio Final, donde habla de las Obras de Misericordia.
En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo
complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría
tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia,
sino por alguna verdadera necesidad.
Y no sabemos a quién ayudamos. Algunos han ayudado a Angeles bajo formas humanas:
A Abraham y Lot les sucedió esto. Esto lo recuerda posteriormente San Pablo: “No dejen
de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Angeles sin saberlo”.
(Hb. 13, 2)
12.4.VESTIR AL DESNUDO:
Esta obra de misericordia se nos facilita con las recolecciones de ropa que se
hacen en Parroquias y otros centros de recolección. Recordar que, aunque demos
ropa usada, no es dar lo que está ya como para botar o para convertir en trapos
de limpieza. En esto también podemos dar de lo que nos sobra o ya no nos sirve,
pero también podemos dar de lo que aún es útil.
12.5.VISITAR AL ENFERMO:
Esto implica visitar a los presos y darles ayuda material y muy especialmente,
asistencia espiritual (para ayudarlos a enmendarse y ser personas útiles y de
bien cuando terminen el tiempo asignado por la justicia).
El más famoso muerto enterrado y en una tumba que no era propia fue el mismo
Jesucristo. José de Arimatea facilitó una tumba de su propiedad para el Señor.
Pero no sólo eso, sino que tuvo que tener valor para presentarse a Pilato y pedir
el cuerpo de Jesús. Y también participó Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn.
19, 38-42)
Esto de enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de hecho-
todos son enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser un
mandato muy exigente. En Venezuela hay la foto que dio vuelta al mundo, pues
ganó un Premio Pulitzer, de un Sacerdote, bien identificado con sotana, en medio
de un tiroteo en Puerto Cabello en los años ’60, sosteniendo un soldado casi
muerto ya.
Obras espirituales
13.1.ENSEÑAR AL QUE NO SABE:
“Quien instruye a muchos para que sean justos, brillarán como estrellas en el
firmamento”. (Dan. 12, 3b)
No se trata de estar corrigiendo cualquier tipo de error. Esta obra se refiere sobre
todo al pecado. Otra manera de formular esta Obra de Misericordia es
así: Corregir al pecador.
Es de suma importancia seguir los pasos de la corrección fraterna que Jesús
nos dejó muy bien descritos: “Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a
solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te
escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el caso se decida
por la palabra de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, informa a la
asamblea (o a los superiores)”. (Mt. 19, 15-17)
“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”,
es un punto del Padre Nuestro, que el Señor aclara un poco más en San Mateo,
al final del Padre Nuestro: “Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas
de los hombres, también el Padre Celestial los perdonará. En cambio, si no
perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes”.
(Mt. 6, 14-15).
13.5.CONSOLAR AL TRISTE:
1. El teléfono roto
Coloca a los niños en dos filas, formando dos equipos, y dile una frase al
oído al primero de cada grupo, cuanto más larga y complicada sea, mejor –
puedes optar por un divertido trabalenguas–. Cada niño deberá susurrarla al
oído del siguiente. El último, dirá en voz alta lo que ha entendido y ganará el
equipo cuya frase se parezca más a la que tú dijiste.
2. Caballería
Coloca a todos los niños en una fila. Uno de los pequeños ejerce de caballero,
colocándose enfrente de ellos. Cuando grite “¡caballería!” sus amigos deberán
salir corriendo para llegar a tocar el muro que estará a la espalda del caballero
sin ser atrapados por éste. Todos los “potrillos” cazados se convierten en
caballeros y empiezan también a cazar. El primer jugador atrapado liga en el
turno siguiente. También pueden practicar todos estos juegos relacionados con
el deporte.