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TIEMPO/S
SUBJETIVOS
ESPACIO/S
TIEMPO/S
Lugar donde se Espacio subjetivo
Variados entornos formativos concretiza la
enseñanza
Características:
*Los espacios inciden en las personas de diversas maneras.
* Nos apropiamos de los espacios en los cuales desarrollamos
nuestras actividades.
* Condicionados por las relaciones humanas.
Espacio Virtual * Nos sitúan, nos otorgan rango y distinción o nos los niegan,
Características: nos silencian o ningunean.
Nueva forma de producir, apropiarse y hacer circular el conocimiento. Nuevo espacio para el * Constituyen espacios simbólicos.
conocimiento. * Espacio habitado: ocupado por el cuerpo, espacio geométrico.
A través de las TICs. Las personas interactúan e intercambian información. * Espacios que conforman identidad: integración, de estrategias
Posibilidades de desarrollo a través de las tecnologías: TIC (tecnologías de a información y de a y recursos y de compromiso.
comunicación), TAC (tecnologías del aprendizaje y el conocimiento) y TEP (tecnologías del * Espacios como cuestión de género: espacios físicos con valor
empoderamiento y la participación) simbólico, asociado al poder o prestigio, las mujeres están
Computación ubicua. relegadas.
Espacios – entornos – aulas virtuales: ruptura con el espacio físico y temporal, a partir de internet. * Espacio simbólicos y culturales vacíos de las chicas.
Componentes del entorno virtual: espacio, alumnos/as, tutores/as, contenidos educativos y 3
medios.
Adecuación a los distintos ritmos de aprendizaje. Aprendizaje colaborativo asistido por
computadora
Comunicación asincrónica y sincrónica.
4
Índice
5
Introducción
Este dossier se inicia proponiendo repensar las posibilidades de anclaje que los/as
docentes propician en tanto responsables de la enseñanza, actores institucionales y
ciudadanos. El análisis propuesto gira en torno a la validez del contenido de la enseñanza y
al vínculo intersubjetivo a partir de la idea de tolerancia pedagógica.
Considerando de fundamental importancia sostener una coherencia entre el modelo
pedagógico explicitado y el modelo de transmisión implícito es que se focaliza en las clases
expositivas como modelos tradicionales de enseñanza pero también como posibles anclajes
de conocimientos significativos teniendo en cuenta al sujeto que construye estos
conocimientos en forma comprensiva.
Entonces, el discurso pedagógico se vuelve relevante en los modos en que se
posibilitan o no aprendizajes. Es por ello que en este apartado se analiza el discurso
pedagógico moderno, reconocido como tendiente a modelar cuerpos dóciles a través del
disciplinamiento que normalizó la actividad escolar pero también se afirma que si en las
instituciones escolares transmiten significaciones sociales, culturales y políticas existe un
espacio para que la enseñanza no se desentienda de lo corporal y lo incorpore
reconociendo el significado de lo transmitido.
La escuela como espacio público nos permite por una parte volver al
cuestionamiento sobre el vínculo subjetivo para la enseñanza y por otra parte, nos obliga a
repensar la actividad docente en un espacio por donde los sujetos transitan hacia la
construcción de una sociedad más justa participando democráticamente.
Así, el espacio objetivo resulta estar normado y teniendo en cuenta lo anterior es
posible planificarlo a partir de la transmisión cultural que incorpore la diversidad, los distintos
modos de ocupar un lugar sin sentirse excluido. Cuando pensamos en la intervención de los
espacios como configuradores de la subjetividad, nos referimos a espacios subjetivos que
significa simbólicamente lo que se enseña y lo que se aprende.
Un punto que consideramos interesante es la cuestión del género dado que los
modos de ocupar, transitar y expresarse en un espacio difiere según el sujeto sea hombre o
mujer. Los espacios, su distribución y regulación no quedan fuera del modelo masculino
hegemónico pero las prácticas de enseñanza pueden tender hacia su reconocimiento y
deconstrucción si situamos el análisis de lo que sucede en el aula o en la institución escolar
como parte de las expresiones de la sociedad en su conjunto.
El espacio áulico ha sido reconsiderado en los últimos tiempos a partir de la
virtualidad en educación. La conectividad, interactividad y colectividad han quebrado la idea
de un conocimiento estático, duradero y se están haciendo presentes en las instituciones
escolares para redefinir junto a estudiantes los criterios y fuentes de conocimiento a la vez
que acompañarlos en la construcción de su propio conocimiento.
6
Desarrollo
Etapa Función
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avanzado que proporciona la relación entre el conocimiento ya trabajado y el nuevo
contenido.
La etapa presentación, los conceptos más amplios son usados como base para
nuevos conceptos que, cuando los/as estudiantes aprenden los nuevos conceptos, están
conectados con los más amplios. De esta manera el aprendizaje de los conceptos no se da
ailasdo, sino que el conocimiento es acumulativo y el resultado es un grupo de ideas
interconectadas.
Dentro de esta etapa se aconseja introducir preguntas con la finalidad de chequear la
comprensión de la información.
La etapa del monitoreo de la comprensión se define como el proceso de evaluar de
manera informal la comprensión de los/as estudiantes mediante preguntas. Esto promueve
la participación a la vez que proporciona una retroalimentación sobre la comprensión. La
constancias de esta etapa es importante para evitar el riesgo de caer en un monólogo de
parte del/de la docente, para facilitar la participación de estudiantes y fundamentalmente
para que estudiantes y docentes corroboren el desarrollo de la comprensión.
En esta etapa cobra relevancia nuevamente la teoría de Ausubel. Los/as estudiantes
han construido esquemas diversos desde los cuales interpretan la nueva información; cada
uno de ellos elabora una significación personal. De allí la necesidad de monitorear las
relaciones entre los esquemas personales.
La etapa integración es el proceso de unir la nueva información a los conocimientos
previos y de vincular entre sí las diferentes partes del nuevo conocimiento (Eggen y
Kauchak). Cuando esto no sucede, es decir, cuando un conocimiento nuevo no se integra
con el anterior o las conceptos no se encuentran integrados entre sí, no podrá alcanzarse el
objetivo de comprender las interrelaciones. Para alentar el proceso de integración, los/as
docentes pueden utilizar preguntas de integración vertical u horizontal. Las primeras
solicitan la conexión de conocimientos supraordinados con los subordinados; los segundos
piden la descripción de semejanzas y diferencias entre ideas coordinadas o solamente la
relación entre ellas.
Finalmente la revisión y cierre promueven una mayor integración. Por su parte, la
revisión enfatiza conceptos considerados fundamentales para la disciplina a la vez que
proporciona las conexiones con el nuevo conocimiento. El cierre es una forma de revisión
que ocurre al finalizar una clase y su función es resumir, estructurar y completar un tema.
11
“Desde la pregunta socrática, que tenía como propósito enseñar a pensar, hasta la
pregunta freiriana, que favorece los procesos de emancipación del hombre, podríamos
reconocer múltiples propósitos y estilos que darían cuenta de las implicancias didácticas de
la cuestión”
Decimos entonces que los modos en que preguntamos configuran el discurso
docente a la vez que van caracterizando el modelo pedagógico que asumimos. Aquí reside
la importancia de cuestionarnos qué preguntamos en clase, cómo lo hacemos y para qué.
En muchas ocasiones los docentes formulamos preguntas de las que conocemos las
respuestas, planteamos problemas que raramente se plantean en la vida real. En otras
ocasiones hacemos preguntas que encubren una declaración, una inducción, una
advertencia. Reconozcamos que estos tipos de preguntas no generan la reflexión, no
asumen riesgos, no acercan posiciones, no intentan comprender la mirada ajena, ni
representan nuestra capacidad de asombro.
Un marco que permite entender estas problemáticas en el discurso pedagógico
puede relacionarse con el análisis crítico de la función lingüística en el aula. El discurso
docente contiene en sí mismo la potencialidad para compartir y negociar significados para
construir colectivamente el conocimiento.
La posibilidad de negociación de significados implica que los/as docentes puedan
suspender) sus saberes y las construcciones que han realizado para poder aceptar la
interpretación o reflexión de los/as estudiantes. Negar esta posibilidad puede obturar la
construcción de conocimientos. En una entrevista, Paulo Freire explicaba:
“Un educador que no castra la curiosidad del educando, que se inserta en el acto
de conocer, jamás es irrespetuoso con pregunta alguna. Porque, asimismo cuando la
pregunta para él pueda parecer ingenua, mal formulada, no siempre lo es para quien la
hace. En tal caso, el papel del educador, lejos de ser el que ironiza al educando, es de
ayudarlo a rehacer la pregunta con lo que el educando aprende, en la práctica, corno
preguntar mejor”1
A esto nos referimos cuando decimos que es importante que los/as docentes logren
suspender sus construcciones particulares. Si damos por sentado que la curiosidad es uno
de los motores para el aprendizaje, como docentes nos debemos la negociación de
significados en la que los conocimientos docentes se vean suspendidos en una suerte de
asimetría para así lograr que los/as estudiantes se pregunten para aprender.
Esta asimetría que posibilita la negociación se encuentra asociada a un mayor
conocimiento por parte del/de la docente. Es decir, mientras más conocimientos tengamos
1
Perkins, D (1995) La escuela inteligente. Del adiestramiento de la memoria a la educación de la
mente. Ed Gedisa. Barcelona
12
del tema o disciplina a tratar mayores serán nuestras posibilidades de suspender ese
conocimiento en aras de la construcción de un otro.
Por otra parte, para que la negociación se realice, los/as docentes tendrán que
reconocer el origen de la afirmación o reflexión realizada por los/as estudiantes, y aprender
a dónde se dirige la construcción que están elaborando los/as estudiantes. Es aquí donde
cobra funcionalidad la pregunta docente, que:
Resumiendo
Hemos reconocido que en muchas ocasiones las prácticas de la enseñanza se
encuentran atravesadas por una cierta incoherencia entre la explicitación de un modelo
supuestamente constructivista y un modelo implícito de transmisión tradicional. Esto nos
lleva a preguntarnos por los modos en que suceden las clases expositivas.
Una clase expositiva podrá ser una posibilidad de comprensión cuando se presenta
un tema nuevo, se plantean argumentos de un tema en particular, se exponen diversas
perspectivas disciplinares o se sintetiza una unidad que ha sido desarrollada.
Es importante que el contenido de una clase expositiva se defina en tanto
explicaciones disciplinares que constituyen una estructura en la que los conceptos se
encuentran jerarquizados e interrelaciones y que para su comprensión requieren la
activación de procesos cognitivos complejos.
El enriquecimiento de las clases expositivas puede estar vinculado a un modelo
llamado de exposición y discusión. Este modelo se desarrolla en cinco etapas: introducción,
presentación, monitoreo de la comprensión, integración y revisión y cierre.
El enriquecimiento de las clases expositivas puede estar vinculado a un modelo
llamado de exposición y discusión. Este modelo se desarrolla en cinco etapas: introducción,
Por otra parte, las preguntas realizadas por los/as docentes y los modos en que lo
hacen también configuran el discurso docente y marcan el modelo pedagógico que
sostenemos.
La palabra hecha pregunta permite la negociación de significados pero para que la
construcción del conocimiento resulte colectiva es necesario que los/as docentes
suspendan sus saberes y así aceptar la interpretación que los/as estudiantes están
construyendo. Reconocemos así que una pregunta puede ser ingenua ante los
13
conocimientos disciplinares de un/una docente pero claramente puede ser una pregunta real
de un estudiante.
Entonces podríamos decir que una pregunta resulta pedagógicamente adecuada
cuando refiere a un campo disciplinar, permite reconstruir conceptos, genera
contradicciones o recupera concepciones erróneas de un concepto para deconstruirlo.
14
la clausura, que implicaba el encierro de los cuerpos
la cuadriculación, por la que cada cuerpo tenía un lugar determinado
las ubicaciones funcionales, por las que en cada espacio se cumplía una
función
el rango, que como unidad del espacio se definía a partir de una clasificación
Un buen ejemplo de todo ello fue la invención del salón de clases (en el siglo XVII)
que organizó en un espacio escolar determinado la distribución de los cuerpos de modo que
cada cuerpo tuviese asignado un lugar. Pablo Scharagrodsky explica que:
“El discurso pedagógico moderno supuso la distribución rigurosa de los cuerpos. De
hecho, en el siglo XVII surgió el concepto de salón de clases, aspecto muy importante ya
que diseñó una cuadrícula en la que cada celda le correspondió a un cuerpo. Todos estaban
vigilados por un adulto que, generalmente, ocupaba el lugar del saber y de la autoridad”2
Por otra parte, el disciplinamiento del cuerpo en el tiempo fue logrado mediante el
control sobre la actividad escolar regulado por:
el establecimiento de ritmos de aprendizaje
la obligatoriedad de determinadas ocupaciones o tareas
la regulación de ciclos repetitivo
la definición de tiempos escolares
la utilización exhaustiva de los tiempos
La geometría espacio- temporal generó un tipo de cultura corporal valiéndose de
tres elementos según el análisis foucaultiano:
la vigilancia jerárquica, que implica ver sin ser visto
la sanción normalizadora, que diferencia a los individuos trazando una
frontera entre lo considerado normal en tanto deseable y lo anormal
el examen, que combina la mirada jerárquica con la sanción normalizadora
De manera paralela se conformó un discurso pedagógico normalizador que en la
práctica pretendió normalizar conductas, comportamientos, saberes. Es decir que los
ideales deseables del discurso determinaron prácticas normales configurando esto una
estrategia en la que los cuerpos fueron sometidos al encausamiento.
En las últimas décadas el disciplinamiento corporal, el control y la vigilancia del
cuerpo han ido perdiendo terreno en función de los análisis críticos y postcríticos en el
ámbito educativo. Sin embargo, los y las adolescentes continúan mapeándose en los
2
Scharadrowsky, P . Pedagogía, el cuerpo en la escuela. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología.
15
territorios escolares, estos territorios habilitan para ellos/as permisos pero también implican
fronteras. Las instituciones escolares siguen inscribiendo en los cuerpos de los/as
estudiantes significaciones sociales, culturales y políticas. Ejemplo de ello es la perspectiva
con que se aborda la sexualidad, el deseo y lo placentero, la alimentación definida desde lo
normal o lo saludable, el deporte como mantenimiento y cuidado de los cuerpos, entre otros.
Si en la trama escolar no existe un vacío corporal y si reconocemos que también
enseñamos sobre un cuerpo generando sometimiento o nuevas interpretaciones que abren
a diversas significaciones, necesitamos preguntarnos cuáles son las microprácticas que hoy
están configurando los escenarios dentro de los cuales los/as adolescentes construyen su
subjetividad. Nos debemos, como docentes, el cuestionamiento sobre la manera en que
gestionamos el espacio, el tiempo y los agrupamientos, las significaciones que esto implica
para los/as estudiantes y la coherencia entre nuestro discurso y la gestión que intentamos
en la cotidianidad de la clase escolar.
Resumiendo
El discurso pedagógico moderno creó un modelado de los cuerpos tendiente a su
docilidad y en las instituciones educativas se construyeron técnicas y procedimientos que
ordenaban el disciplinamiento de lo corporal dentro de una geometría espacio temporal
operando mediante la clausura que implica una frontera, la cuadriculación dentro de la que
cada cuerpo mantiene un lugar determinado, las ubicaciones funcionales al espacio, el
rango como espacio de clasificación.
El salón de clases no fue excluyente para estos propósitos sino que colaboró en el
control sobre la actividad normatizando los ritmos de aprendizaje, las tareas a realizar, los
tiempos y rutinas.
En paralelo se fue conformando un discurso pedagógico normalizador para
normalizar conductas, comportamientos y saberes encausando los cuerpos a diversas
estrategias.
Actualmente y a partir de los análisis de las teorías críticas y postcríticas el
disciplinamiento, el control y la vigilancia del cuerpo han perdido terreno como prácticas
normalizadoras. Sin embargo, las instituciones escolares continúan transmitiendo en su
curriculum significaciones sociales, culturales y políticas que también implican a los cuerpos
de estudiantes. De allí la importancia de reconocer que la enseñanza no se desentiende de
lo corporal, sino que lo atraviesa.
3
Anijovich, R y Mora, S (2009) Estrategias de enseñanza. Otra mirada al quehacer en el
aula. Ed Aique. Bs As
19
A continuación comenzaremos a desarrollar algunos de estos espacios que
consideramos pertinentes.
4
Dussel, I y Southwell, M (2006) Dossier: “De quién y para quién es la escuela. En: El
Monitor. N° 9. Ministerio de Educación de la Nación. Argentina.
20
Es el espacio articulador de lo común, como perteneciente a todo el pueblo. Por ello
el espacio de la escuela como espacio de lo público se articula sobre la base de la
construcción de una sociedad justa – equitativa, como transmisora cultural a las nuevas
generaciones, y como una democracia participativa, en donde al/a la ciudadano/a se le
brindan herramientas y mecanismos que posibilitan su participación para incidir sobre los
asuntos de la vida pública. Por esta razón es que todos tenemos la posibilidad de decidir y
hacer: mujeres, hombres, tienen los mismos derechos en cambiar ese imaginario que
tenemos de lo público y lo privado.
Sobre este último punto, cabe destacar la ruptura que se ha producido en estas
últimas décadas con respecto a la participación de la mujer en este espacio público. Se han
cambiado las lógicas de constitución de lo público como ámbito político propio del hombre y
de lo privado como ámbito doméstico propio de la mujer. Lo político no se localiza de una
manera esencial en la esfera pública, ni exclusivamente en los asuntos formales del Estado.
Ocupar el “lugar del lo público” por las mujeres es uno de los principales logros
emancipatorios en el conjunto de la sociedad patriarcal.
“Pensar en lo público implica un espacio complejo que incluye el hacer de cada uno
de nosotros, pero ese hacer de cada uno debe volverse más general, más inclusivo y menos
sometido a lo individual” (Dussel y Southwell: 2006).5
A partir de esta conceptualización del espacio escolar como espacio público, se
abren dos espacios que a nuestro entender aglutinan otros espacios. La escuela y el aula
están atravesadas por espacios objetivos y espacios subjetivos.
Parece ser que las construcciones escolares (en cuanto al espacio) durante la
consolidación del sistema educativo argentino se basaban en criterios higienicistas, y a partir
de los rasgos exteriores que definen a la escuela, se observa una demarcación espacial que
la separa del resto de las construcciones aledañas. Esta demarcación es un límite que
mantiene a la escuela como recinto segregado que cumple una función concreta: “(…) se
aseguraba a cierta distancia a las construcciones del entorno y con ella, más aire, higiene,
luz y soleamiento en las aulas y liberta para la distribución racional de todos los espacios
escolares”. (González D.: 2007).
García y López señalan que el modelo arquitectónico del siglo XIX se inspira en un
modelo febril, que favorecía el control de los individuos (García F y López J: 2007). La
5
Para continuar con esta reflexión recomendamos la lectura del Dossier de Inés Dussel y
Myriam Southwell, “De quién y para quién es la escuela”.
21
escuela se transforma así en un recinto con vocación de aislamiento, más allá de que se
propagaran saberes técnicos, académicos, absolutos y legitimados desde el exterior. Este
modelo espacial cerrado proviene de la necesidad de disciplinar y organizar la propia
actividad académica; sin embargo, ocasiona conflictos en el proceso de integración social
referidos al análisis del espacio cerrado con una función adaptadora, que desindividualiza a
las personas y uniforma al conjunto.
A partir de este ordenamiento arquitectónico basado en condiciones higiénico –
pedagógicas, los espacios objetivos de la escuela son caracterizados por:
Emplazamiento: las escuelas se sitúan al margen de las grandes
aglomeraciones y lejos de ruidos, estar en lugares sin peligro de accidentes;
el lugar debe ser higiénico y soleado, cerca de zonas verdes o áreas abiertas,
alrededores tranquilos, un acceso fácil para el ingreso de los medios de
transporte.
La superficie: consiste en que cada alumno/a le corresonderían 40 metros, de
los cuales 25 serían para espacios libres. Y
Construcción: colocando en la planta baja el mayor número posible de clases
para que su salida sea al exterior. En cuanto a los colores, estos deben ser
preferentemente claros. El exterior del edificio se debe adaptar
arquitectónicamente al interior. Debe haber una separación entre espacios de
juego y zonas de descanso.
23
El edificio escolar, las condiciones en que se encuentra y los usos que hacen de él
docentes, directivos/as, alumnos/as son parte de lo que conforma el espacio de la escuela.
Las instituciones escolares son lugares a los que se va y de los que se viene.
Lugares a los que hay que ir, y a los que sólo se puede ir durante unos días determinados
del año –y no en otros– y en unas horas concretas –y no en otras–. El espacio, el lugar
edificado, acondicionado o habilitado para las tareas de enseñanza y de aprendizaje, y el
tiempo, constituyen, ambos, dos elementos básicos en la configuración de la actividad de
dichas instituciones. En palabras de Doménech y Viñas (1997), si hiciéramos una encuesta
entre el profesorado de cualquier nivel o modalidad de enseñanza, y preguntáramos cuáles
son los aspectos más problemáticos del funcionamiento de los centros docentes, el espacio
y el tiempo aparecerían, bajo una u otra forma, entre aquellos que más determinan e
influyen en su tarea”
Ese espacio, como cualquier otro, incide en las personas de diversas maneras. En el
caso de los/as chicos/as que concurren a las escuelas, se ha comprobado que el buen
estado físico de los edificios escolares influye notablemente en la calidad de sus
aprendizajes.
Es importante, entonces, que como docentes nos planteemos si facilitamos que
nuestros/as alumnos/as se apropien de los espacios en los cuales desarrollan sus
actividades considerando que si los/as estudiantes no lo hacen suyo difícilmente podrán
desarrollar una actitud participativa en su propio itinerario educativo.
Los/as jóvenes tienen una clara idea de cómo les gustaría que fuera el espacio
donde estudian y aprenden: una escuela más grande, más amplia y con mayor número de
dependencias, donde los/as alumnos/as pudieran elegir sus salas - aulas, además de poder
diseñarlas de forma más estimulante, física y estéticamente; un lugar que propicie el
contacto social, donde profesor/a y alumno/a puedan interactuar, y donde puedan conocerse
con el resto de sus compañeros/as. Podríamos agregar junto a Marambio y Guzmán que:
“Necesitan realizar alguna actividad novedosa en la clase que les permita ocupar su cuerpo
y les ayude a pensar y no sólo copiar lo que el profesor dicta”. (Marambio J y Guzmán S:
2010). En este sentido, la imagen que los/as jóvenes tienen del espacio tradicional de clase
es la de una rutina que los aburre, en donde el/la alumno/a asume un rol pasivo, versus el
rol activo del/de la profesor/a.
En relación con lo anterior, pensamos que todos los sujetos queremos vivir en un
lugar agradable, del que nos apropiemos, en el que podamos tener un conjunto de
elementos que nos identifiquen. Si trasladamos esta consideración a nuestros/as
alumnos/as, reconoceremos que ellos/as permanecen en el ámbito escolar muchas horas a
lo largo del día y si durante este largo período de tiempo no le pueden imprimir alguna
24
característica propia a ese lugar que habitan, no contribuiremos a que se identifiquen con el
espacio escolar y, como consecuencia, el proceso de enseñanza resultará poco significativo
Al respecto Simón (2000) expresa la importancia de los espacios educativos
señalando que: “los espacios son altamente condicionantes de las relaciones humanas.
Ellos nos sitúan y nos otorgan rango y distinción o nos los niegan, nos silencian o
ningunean. Los espacios están normalmente definidos por y para su uso y organizados
social y hegemónicamente por quienes tienen poder para ello. Sin embargo, antes de que
los espacios se visualicen para uno u otro uso, para unas u otras categorías de personas, se
imaginan, se piensan, se proyectan. Gran parte de la realidad transcurre en los espacios
simbólicos”
El espacio que se ocupa tiene un importante valor simbólico en todos los momentos
de la vida de los sujetos. Por ello el estar en primera fila supone primacía sobre los demás,
sea en una manifestación o en una oposición. El espacio es también identificatorio del lugar
que se ocupa en un determinado grupo. Así, quienes en el centro ocupan los espacios
considerados como mejores, por la circunstancia que sea, se muestran como los más
valorados.
Las diferencias entre los espacios dedicados a los mismos usos en instituciones
escolares diferentes (por ejemplo el espacio de la dirección, a sala de profesores/as, a
alumnos/as, a padres - madres, etc.) tienen un significado compartido y transmiten el
currículum oculto entre los miembros de la comunidad educativa.
Resumiendo
En los tiempos actuales resulta imprescindible que las instituciones escolares
construyan modos de adaptación mediante los cuales el aprendizaje se afronte como una
actitud permanente. Sería interesante entonces poner en marcha diversos entornos
formativos tanto físicos como virtuales como contextos de enseñanza que reconozcan el
avance vertiginoso del conocimiento. Esto implicaría además una redefinición del papel de la
escuela secundaria referido a la integración de los sujetos a nuevos y variados espacios de
intercambio social.
A partir de estos variados entornos, en esta unidad reconocemos:
El espacio áulico como referente que involucra el encuentro entre estudiantes
y profesores, el objeto de enseñanza, los aprendizajes, el proceso grupal, las
estrategias de enseñanza y de aprendizaje, el problema de la evaluación del
aprendizaje y la programación escolar; y donde se ponen en juego diferentes
expectativas, miradas, lenguajes e intereses
El espacio público de la escuela como lugar por donde los sujetos transitan y
desde el cual se expresan y participan. La escuela como espacio público se
25
reconoce como tendiente a la construcción de una sociedad justa,
transmisora de cultura e inscripta en los procesos de una democracia
participativa
El espacio objetivo de toda institución escolar referido a los lugares reglados,
normados y por lo tanto planificados.
El protagonismo de estos espacios resulta interesante al pensarlos como
intervinientes en la socialización de los sujetos: todo aquello que sucede en un espacio
objetivo en función de una actividad escolar implica una determinada significación para cada
sujeto. Es por ello que afirmamos que los aspectos físicos del espacio escolar proyectan
elementos culturales con significación simbólica para quienes habitan ese espacio. El
espacio simbólico viene a reconocer que los espacios son condicionantes de las relaciones
humanas porque nos sitúan otorgándonos un rango o una distinción o nos los niegan. Si
consideramos que los/as estudiantes pasan en la institución escolar muchas horas del día,
debiéramos preguntarnos como docentes de qué manera contribuimos a que se identifiquen
en un espacio escolar para que el aprendizaje resulte significativo.
Ahora bien, en función del análisis que se viene desarrollando resulta interesante
incorporar la categoría de espacio, como aquel que es habitado, percibido, de
pertenencia y de construcción de la identidad. Pensamos que esta categoría resulta
importante para poder definirnos como sujetos dentro de los espacios escolares.
El espacio habitado es aquel ocupado por el cuerpo propio, es un espacio
geométrico, abstracto, pensado por la conciencia. Esta vivencia del espacio es anterior a la
percepción dominada por las formas geométricas. Desde este lugar perceptivo intervienen
todos los sentidos del sujeto. Así surge la categoría del espacio perceptivo que implica una
estructuración de tipo conceptual en un primer momento.
Es interesante aquí aportar que para representar gráficamente este espacio por parte
del/de la alumno/a, en la bidimensionalidad, debe desarticular ese espacio perceptivo real
para rearticularlo o reinventarlo en el plano de la hoja. Pensemos que cuando les solicitamos
a los/as alumnos/as que dibujen el aula o la escuela, se ponen en funcionamiento todas las
destrezas y habilidades para poder representar en el plano (bidimensional) ese espacio real.
El autor Calmels (2011) señala que: “cuando me refiero a espacio habitado, no
solamente es un espacio ocupado, no se trata sólo de la presencia del cuerpo y del
movimiento, sino también del cuerpo extendido, proyectado en el espacio a través de
algunas de sus manifestaciones corporales, como la mirada, el olfato, la escucha, la actitud
postural”.
26
Este espacio escolar que es vivido, habitado y percibido, es un lugar donde los/as
adolescentes establecen vínculos que perduran en el tiempo. Se transforma así en un lugar
de encuentro con amigos/as y conocidos/as que comparten la rutina escolar en aquellos
espacios donde la institución los sitúa y en el que interactúan con docentes, directivos/as,
etc. Se va desarrollando, a partir de lo mencionado, una sociabilidad cotidiana que tiene que
ver con la prioridad de la relación personal, con la incorporación del/de la otro/a a través de
un tejido afectivo, que implica articular gestos, percibir actitudes, tirar puentes discursivos y
afectivos que atraviesan por un sentido más dialogal que instrumental. Esta sociabilidad que
se va poniendo en juego permite construir la identidad social, entendida como “algo
complejo y contradictorio porque el actor se construye en varios niveles de la práctica, de los
cuáles cada uno tiene su propia lógica y remite a tipos específicos de relaciones sociales”
(Viñao, A:2008).
Cuando los/as adolescentes ingresan por primera vez a la escuela, la sociabilidad
se convierte en una herramienta adaptativa en medio de un entorno que les resulta extraño.
Se requiere de una apertura hacia los/as otros/as y de una actitud “amigable” para poder
establecer vínculos y constituir un grupo de amigos/as. Se logra resignificar el espacio de la
escuela en términos de la expresividad juvenil, aparecen los/as jóvenes en tanto tales,
reunidos/as en función de una sociabilidad particular, con rasgos identitarios propios, desde
donde han logrado –o simplemente estimado conveniente- abrirse al espacio público de la
escuela.
Estos espacios que conforman identidad en los sujetos están conformados por
distintos niveles, para Dubet, F (1989) “estos niveles son: de integración (roles, status,
normas), de estrategia y recursos (capacidad estratégica para lograr ciertos fines) y de
compromiso (el actor se define por pertenencias e intereses culturalmente determinados)”.
La existencia de estos distintos niveles de identidad implica por un lado un trabajo del actor
en cuanto a asegurar su coherencia, y por otro lado, la lucha por la identidad frente a
atribuciones de identidades negativas. En este sentido, la identidad adquiere importancia en
tanto remite a un sujeto que apela a ella para existir en cuanto tal.
27
género masculino. Es curioso cómo la percepción del espacio en niños pequeños se
muestra en este sentido mediante la tendencia de los niños a construir torres y de las niñas
a crear recintos, fruto de la evolución ontogenética y filogenética, pero también de la cultura
transmitida.
Respecto del poder, Santos Guerra (2000) señala que: “el poder se estructura por
factores de género y también se ejerce desde esta perspectiva”. Este autor se preocupa por
lo oculto de la organización, y en ello encuentra importantes factores de discriminación por
razón de género en la organización. Recoge la afirmación de Burrel & Hearn (1986): “El
género y las relaciones de género han sido durante mucho tiempo olvidados o considerados
de escasa importancia”. Además, como señala Blat (2007), “la cultura escolar está pensada
y diseñada para el arquetipo viril que es considerado como el eje del sistema social”. Los
roles y estereotipos que se transmiten en la escuela (junto con los valores que de ellos se
desprenden) son los que permanecen subyacentes en la mentalidad de los/as
profesores/as, de los/as alumnos/as y de la propia sociedad. En un sentido similar se
expresa Antolín Villota (1999) al señalar a “la Escuela como uno de los agentes
fundamentales de la socialización de la persona y en la construcción de la identidad, por lo
que juega un papel protagonista en la transmisión de valores, estereotipos y prejuicios”. Y
ello tanto en el ámbito curricular como en el organizativo: “En los espacios reales también se
constata a menudo la segregación sexual, no impuesta en la mayoría de los casos, sino
admitida por la costumbre y reforzada por la inercia. Cuando vemos a muchos hombres o a
muchas mujeres ocupando casi en exclusiva algún espacio en concreto, podemos
sospechar sin demasiada perspicacia que ese espacio está conceptualizado en nuestra
cultura (…) como un espacio de género, reservado para ellos o para ellas. Existen todavía
espacios ocupados por varones que no son desalojados con facilidad para convertirlos en
mixtos y hacerlos públicos de verdad. Y otros en los que las mujeres están instaladas casi
en exclusiva” (Santos Guerra, 2000).
“Las distintas formas de organización espacial de los centros educativos se refieren
básicamente a dos tipos de diseño: organización por territorios y organización por áreas de
trabajo” (López Martínez: 2005). La organización por territorios la reconocemos, por
ejemplo, en las clases por hileras, en pequeños grupos, en los campos de juego y en los
aseos. En la mayor parte de las ocasiones esta organización favorece a los varones, ya que
ocupan los puestos más relevantes, excepto en las hileras.
En los campos de juego vemos los alumnos ocupan los espacios centrales, y juegan
al fútbol, balonmano, baloncesto, etc. Juegos que requieren mucho espacio, mientras que
las alumnas se distribuyen en actividades pasivas en los laterales ocupando menos de la
mitad del espacio de juego que les corresponde. La organización por áreas de trabajo tiene
también diferencias en función de las preferencias y de la actividad, dándose la
28
circunstancia de que las actividades más ruidosas y con más amplio espacio siempre son
las seleccionadas, preferidas y ejecutadas por los varones. Mientras tanto, las alumnas se
recluyen en tareas más minuciosas que ponen en juego la psicomotricidad fina mediante
talleres, o bien en tareas y áreas más relacionadas con las humanidades, mientras que los
varones prefieren y desarrollan tareas y talleres que tienen que ver con actividades
mecánicas y/o matemáticas. Además, “a las chicas se les ha transmitido el cuidado del
aspecto, el tener un estilo de vestir, el permanecer quietas y ser modestas en las escuelas”
(Lynch, K: 1984).
Resumiendo
En función de los reconocimientos resumidos anteriormente distinguimos que el
espacio habitado es el ocupado por el cuerpo propio en una espacio geomético pensando
por la conciencia mientras que el espacio percibido implica la intervención de todos los
sentidos del sujeto y la proyección en el espacio de las manifestaciones corporales como la
mirada, la escucha o la actitud postural.
La importancia dada a estas distinciones tiene que ver con el establecimiento de
vínculos que los/as estudiantes establecen al interior de esos espacios. De esta manera se
desarrolla una sociabilidad cotidiana en la que la relación personal se vuelve prioridad y otro
se siente incorporado afectivamente en una situación dialogal.
Nos resulta interesante pensar en los espacios habitados y percibidos en función de
la diferenciación de género que tradicionalmente ha sido instalada en las instituciones
escolares. Los modos de habitar y percibir un espacio resultaron, en los inicios del sistema
educativo, diferente según hablemos de hombres o de mujeres. El espacio masculino de
una sociedad patriarcal se estructura en función de las relaciones de poder respecto de las
cosas; en relación a ello, la cultura escolar ha sido pensada y diseñada para un arquetipo
viril considerado como eje del sistema social. Así es como resulta importante reflexionar
sobre los roles y estereotipos transmitidos en la escuela a través de la adjudicación de
espacios diferenciados para hombres y para mujeres.
29
La importancia que tienen estos entornos en la enseñanza se encuentra relacionada
con un elemento básico y fundamental expresado en la LEN 26.206: “el conocimiento
como bien público”. Desde esta consideración resulta de valor su acceso, apropiación y
divulgación. El conocimiento como bien público es un derecho que supone la posibilidad de
acceso más allá de la diversidad de situaciones en las que se encuentran los sujetos. La
participación – apropiación de este conocimiento, posiciona a los sujetos desde varias
aristas: como consumidores/as, productores/as y divulgadores/as de conocimiento a partir
de la interacción con la web. Con este hecho se rompe la lógica de producción del
conocimiento tradicionalmente consolidados. Este conocimiento que se encontraba en
manos de unos pocos sectores por varios siglos y se territorializó en instituciones
educativas, dio paso a esta nueva forma de generación del conocimiento, donde los sujetos
pueden acceder a él de una manera rápida y sin tantas limitaciones a través de la web.
Al respecto, Dussel (2011) analiza lo siguiente:
“…estamos ante una innovación de gran envergadura en las formas de producir y
circular los conocimientos […] una reestructuración de lo que entendemos por conocimiento,
de las fuentes y los criterios de verdad, y de los sujetos autorizados y reconocidos como
productores de conocimiento. Y esa reestructuración no puede dejar incólume a la escuela,
porque es una institución basada en otro tipo de organización del saber, jerárquica y
centralizada. Los educadores que se enrolan en esta posición sostienen que estamos ante
un cambio de época, y que hay que reorganizar la enseñanza pensando en los nuevos
rasgos de producción de los saberes, como son la hipertextualidad, la interactividad, la
conectividad y la colectividad”6
Entonces, las escuelas en tanto instituciones educativas por las que transita el
conocimiento no pueden dejar de analizar las nuevas fuentes y criterios de verdad de las
que se genera el conocimiento actualmente. Esto implica un desafío para estas escuelas
que fueron creadas bajo una concepción del saber en tanto centralizado y jerárquico. Es por
ello que los nuevos rasgos de producción de saberes resultan cada vez más relevantes para
el diseño de una buena enseñanza. Siguiendo en el mismo sentido de análisis, otros/as
autores/as señalan:
“La naturaleza del conocimiento –cómo se crea y quién lo crea-, así como los
espacios en que es posible encontrarlo están evolucionando vertiginosamente. El desarrollo
tecnológico posibilita que prácticamente cualquier persona puede producir y diseminar
información, de modo que el aprendizaje puede tener lugar en cualquier momento y en
cualquier lugar. Esta noción de “en cualquier momento/en cualquier lugar” aparece a
6
DUSSEL, Inés (2011), VII Foro Latinoamericano de Educación: Aprender y enseñar en la cultura
digital, Buenos Aires, Santillana
30
menudo descrita como “ubicua” en la literatura sobre TIC (Tecnologías de la información y la
Comunicación). Al hablar de computación ubicua podemos referirnos al uso de la tecnología
para cerrar brechas temporales y espaciales, hacer confluir lo físico y lo virtual o bien sacar
el uso de los ordenadores de oficinas y despachos para que exista en los espacios sociales
y públicos a través de dispositivos portátiles. Sin embargo, si nos enfocamos en el
aprendizaje, y en la creciente prevalencia de actividades de construcción de conocimiento
que tienen lugar en entornos online, tanto por parte de expertos como de principiantes, es
aconsejable ampliar la definición de “ubicuo” para que incluya la idea de que los aprendices
pueden contribuir al conocimiento sobre “cualquier cosa” e igualmente que “cualquier
persona” puede experimentar aprendizaje”.7
De este párrafo se desprende el concepto de computación ubicua, que es la
construcción del conocimiento a partir del uso de las TICs., rompiendo lo espacio –
temporal, donde cualquier persona puede acceder, participar y divulgar ese conocimiento.
Es obvio, sin embargo -para no dejar de centrarnos por el momento en el tema de las
máquinas- que existe una relación entre aprendizaje ubicuo y computación ubicua. El
término “computación ubicua” tiene que ver con la presencia generalizada de los
ordenadores en nuestras vidas. Los ordenadores personales y portátiles se han convertido
en parte integral de nuestro aprendizaje, de nuestro trabajo y de nuestra vida social, hasta el
punto de que, si alguien no tiene acceso a un ordenador que funcione con una razonable
conexión de banda ancha, se puede considerar que está en desventaja, que no se
encuentra en el lado correcto de la "brecha digital". Al mismo tiempo, cada vez hay más
dispositivos que funcionan como ordenadores (en realidad se trata de equipos que
funcionan con ordenadores en su interior): teléfonos móviles, aparatos de TV, sistemas de
geolocalización, reproductores de música digital, PDAs, cámaras de fotos y de vídeo,
consolas de videojuegos, por nombrar sólo unos cuantos.
Estos dispositivos están por todas partes. Son cada vez más baratos. Son cada vez
más pequeños y portátiles. Están cada vez más interconectados. Esto significa que cada día
nos los encontramos con mucha frecuencia y en muchos lugares. La presencia generalizada
de estos dispositivos es la manera más tangible y práctica en que la computación se ha
hecho ubicua. A partir de estas consideraciones se va configurando un nuevo espacio para
la enseñanza y el aprendizaje. Este espacio rompe con lo que arquitectónicamente estaba
legitimado – normado, y dejaba a la escuela y al aula la exclusividad del espacio de
conocimiento.
7
AA.VV. (2006) La computación ubicua.
31
Nos interesa reconocer aquí las características de la computación ubicua para luego
avanzar hacia el análisis de sus implicancias en los procesos de enseñanza y de
aprendizaje. Referimos a cuatro características:
Computación situada
Computación interactiva
En una combinación ordinaria, esto significa que una persona se conecta con la
máquina, y que la máquina responde sobre la base de las funciones con la que ha sido
programada. La máquina es "inteligente" tan sólo en la medida en que el programador le ha
suministrado determinadas variables abstractas por anticipado y teniendo en cuenta las
posibles respuestas del/de la usuario/a, pero sólo en líneas generales. De esta forma tan
poco inteligente, la máquina le devuelve al/a la usuario/a los datos que le han sido grabados,
a veces en combinaciones que ni la persona que ha introducido los datos ni el/la
programador/a podían esperar.
Consideremos sin embargo otro posible escenario interactivo, en el que una persona
se conecta con otra a través de la máquina. Hasta hace poco, esto tenía lugar con medios
analógicos monomodales y relativamente independientes. Ahora todos los medios
(literalmente, técnicamente) están convergiendo en torno a la digitalización, de modo que
podemos conectar de modo sincrónico o asíncrono a través de grabaciones, permutaciones
de texto de todo tipo, sonido o imagen. No es que podamos conectarnos de muchos modos,
es que además lo podemos hacer de forma fácil y barata.
Computación participativa
La computación ubicua genera medios ubicuos, que a su vez generan una cultura de
la participación. Esta es la base de algunos de los signos que caracterizan nuestro tiempo.
La voz centralizada de los/as expertos/as, la enciclopedia impresa, se ha visto suplantada
por decenas de miles de autores/as anónimos/as, una suerte de "opinión pública" que es la
32
que ha construido la Wikipedia, y que la actualiza y extiende cada minuto. Frente a los
periódicos tradicionales, los blogs ofrecen información y comentarios sobre lo que está
pasando; cualquier persona puede crear uno, cualquier lector/a puede dar su opinión.
Frente a la televisión, cualquiera puede publicar un vídeo en YouTube. Jack Brighton
llama a estos nuevos medios digitales “ubimedia”. A diferencia de los medios tradicionales,
los “ubimedia” son baratos, accesibles y fáciles de manejar para cualquiera. La cultura
participativa se basa en estos recursos, que los ordenadores ponen a nuestra disposición.
Se trata de una cultura en la que la distinción entre escritor/a y lectores/as, creadores/as y
consumidores/as, es cada vez más difusa (Jenkins, 2006).
característica Referida a…
33
consumidores/as
34
existentes y emergentes, las construcciones de nuestra propia comprensión en desarrollo
pasan a ser información disponible en la esfera pública.
Entendida de esta forma podríamos, decir de acuerdo con December (1995), que:
“Una manera de explicar las posibilidades de la Internet como medio de comunicación es
conceptualizarla como un conjunto de "herramientas" y de "espacios" en los que
comunidades de seres humanos con intereses comunes interactúan e intercambian
información”
Los espacios de interacción e intercambio de información, según este autor, serían:
Espacios para la comunicación síncrona y asíncrona individuo-individuo o
individuo-grupo.
Espacios para la interacción y la actividad social.
Espacios para la información, para la distribución, búsqueda y recuperación
de información en cualquier formato digital.
Espacios para la educación y la formación.
Resumiendo
36
cerrado (un aula de una escuela), utilizan materiales habituales (libros, blocs de notas,
mesas, sillas, etc.) y con procesos comunicativos cara a cara (entre los sujetos); en
cambio los entornos virtuales hacen referencia a un espacio de comunicación que integra un
extenso grupo de materiales, de recursos diseñados y desarrollados para facilitar y optimizar
el proceso de aprendizaje de los/as alumnos, y basados en técnicas de comunicación
mediadas por la computadora
Existe una mayor flexibilidad en las coordenadas espacio-temporales. La educación
por línea se realiza en espacios virtuales, lugares no existentes más que como experiencia
subjetiva compartida por personas que utilizan un conjunto de formas de intercambio de
información basadas en sistemas de ordenadores, redes telemáticas y aplicaciones
informáticas.
Esta "aula virtual" es el concepto que agrupa actualmente las posibilidades de la
enseñanza por línea en Internet. En principio, un aula virtual es un entorno de enseñanza y
de aprendizaje basado en un sistema de comunicación mediada por ordenador. Todos/as
tenemos experiencia con aulas "normales", arquitectónicamente tangibles: son el espacio en
el que se producen el conjunto de actividades, intercambios y relaciones comunicativas que
constituyen el eje fundamental de la enseñanza y del aprendizaje. Evidentemente, no todo lo
importante en educación se produce estrictamente dentro del aula. También tenemos
laboratorios y bibliotecas, y pasillos, cafeterías y otros espacios para la relación
interpersonal. Los/as alumnos/as estudian en sus casas o residencias. En cuanto a las
actividades, no todo el "trabajo en el aula" es clase magistral en gran grupo: se dan
seminarios o sesiones en pequeños grupos, trabajo cooperativo entre estudiantes, estudio
individual y otras múltiples actividades, algunas de de ellas se producen de modo informal.
Hiltz y Turoff (1993) agregan que la tecnología pedagógica principal utilizada en la
enseñanza en línea es el aprendizaje cooperativo. Podríamos agregar que la enseñanza
en los espacios virtuales fomenta este tipo de aprendizaje.
38
Cabe destacar que el hecho de trabajar con estos entornos virtuales no determina
los modelos y estrategias didácticas, por lo que el conocimiento o acceso a estos recursos
no exime al/a la docente del conocimiento profundo que debe realizar sobre las condiciones
del aprendizaje, ni del adecuado diseño de sus clases y la planificación.
En las aulas virtuales se incorporan los efectos didácticos de las aulas reales a los
contextos en los que no es posible reunir físicamente a los/as participantes en el proceso de
enseñanza y de aprendizaje. Entonces, a partir del uso de los entornos virtuales los
procesos de enseñanza y de aprendizaje encuentran oportunidades, fortalezas, debilidades
y amenazas que pueden ser sorteadas o exaltadas en función de potenciar los resultados
desde el dominio de los aspectos metodológicos – didácticos.
Las metodologías de la enseñanza en entornos virtuales tienen cambios sustanciales
que el/la docente debe conocer y apropiarse, con la finalidad de que el desempeño de los
sujetos sea adecuado en cuanto al proceso de aprendizaje.
El adecuado aprovechamiento y gestión de los aspectos metodológicos que
caracterizan a la enseñanza en espacios virtuales, hacen que las tecnologías ofrezcan
oportunidades al proceso docente como ser:
incremento motivacional en los/as estudiantes,
ruptura de las dimensiones espacio – temporales,
adecuación a los diferentes ritmos de aprendizaje,
diversificación de actividades de aprendizaje,
posibilidades de comunicación sincrónica (mediante el chat) y asincrónica
(mediante los foros, el uso de herramientas para el trabajo colaborativo como
son las wikis y los enlaces socializados, etc.)
la estimulación de los aprendizajes diacrónicos.
La clave radica en potenciar la construcción de un andamiaje que ayude a los/as
estudiantes en el logro de las metas deseadas, de manera guiada y al mismo tiempo que
busque resaltar o fomentar la creatividad de los sujetos.
Los espacios virtuales cuentan al menos con cinco componentes principales que los
configuran: el elemento espacio, los/as alumnos/as, los/as tutores/as, los contenidos
educativos y los medios. Obviamente que estas características no son exclusivas de los
ambientes de aprendizaje en modelos no presenciales, ya que cualquier propuesta
pedagógica tiene como base estos elementos. Es por ello que la planificación de las
estrategias didácticas es la que permite una determinada dinámica en la relación entre los
componentes educativos.
39
Estos entornos cuentan con un grupo de herramientas que apoyan todo el trabajo en
el mismo, como son las listas de discusiones, el chat, las herramientas propias de la
administración y presentan diferentes ambientes.
Desde la aparición de los entornos virtuales de enseñanza se ha buscado la forma
de vincular en el mismo todos los aspectos informáticos. Actualmente tienen incorporados
aspectos multimediales en él, es decir, vinculan imagen y sonido, muchos tienen
incorporados videos donde se explican determinados contenidos o solamente para brindar
alguna información deseada.
En lo que respecta a los entornos virtuales de enseñanza, tenemos que apalear a
todos los componentes didácticos, pues necesitamos tener la estructura correcta del
contenido a presentar en el mismo y que el/la alumno/a pueda, siguiendo el curso,
apropiarse de los contenidos plasmados.
Una de las virtudes a destacar que caracteriza a los entornos virtuales es que los/as
usuarios/as se siente formando parte de un mundo generado por un ordenador,
estableciendo contacto con los diferentes objetos que componen estos mundos y
estableciendo comunicaciones con otros/as usuarios/as como él/ella o usuarios artificiales
que habitan sólo dentro del mundo virtual.
Resumiendo
40
Al respecto César Coll (2009) nos expresa con respecto a la utilización de las TICs
en el aula lo siguiente: “No se trata ya de utilizar las TIC para hacer lo mismo pero mejor,
con mayor rapidez y comodidad o incluso con mayor eficacia, sino para hacer cosas
diferentes, para poner en marcha procesos de aprendizaje y de enseñanza que no serían
posibles en ausencia de las TIC ”. La idea es generar otros formatos, otros dispositivos de
enseñanza y de aprendizaje, que rompan con las lógicas tradicionales en cuanto a las
metodologías de enseñanza. Incorporar las TIC en las aulas, supone dos aspectos: uno, la
diferenciación de tareas provocando más y mejores aprendizajes (rompiendo con la
homogeneización de dicho proceso), y por otro, la promoción de la expresión de los
recursos para la representación del conocimiento. Esto trae aparejado la individualización y
la diversificación de las tareas en el aula (Feldman, D).
Reveer estas lógicas implican presumir al proceso de enseñanza y de aprendizaje de
otra manera. De hecho, y siguiendo a Nicolás Burbules, el aprendizaje se ha vuelto más
social, desarrollándose en el campo de las redes sociales virtuales. Los sujetos actuales
utilizan la tecnología para construir comunidades ampliadas de participación
(entretenimiento, aprendizaje, etc.). A partir de este reto actual, la escuela debe plantear
nuevas formas de enseñanza. Es por esto que la escuela debe ser pensada como
comunidad generadora de aprendizajes y propiciadora de conocimientos colaborativos. Esto
es posible cuando se focaliza la tarea en el aprendizaje situado. Según Cecilia Sagol (2012),
la escuela y las aulas se encuentran intervenidas por las TICs, implica que se hallan
afectadas material y comunicativamente. Ella denomina al aula como “aula ampliada”, que
supone el tránsito por los espacios personales y virtuales, posibilitando así el aumento de la
circulación del discurso, facilitando la mayor búsqueda del conocimiento.
El “aprendizaje ubicuo”, representa un desafío para las escuelas y para los/as
docentes. Implica nuevas asociaciones de colaboración con otros lugares de aprendizaje, y
ayudar a los/as alumnos/as a relacionar el aprendizaje que tiene lugar en otros sitios donde
están aprendiendo (fuera del ámbito escolar). Supone que las aulas dejaron de ser los
límites del aprendizaje. Se basa en la construcción de significados a través de los
dispositivos (significados sobre los/as otros/as y sobre nosotros/as mismos/as). La
computación ubicua genera medios ubicuos, y a su vez generan una cultura de la
participación basada en estos recursos (ubimedias). En este sentido estudiantes y docentes
pueden colaborar en el diseño del conocimiento.
Estamos ante un fenómeno por el que se desvanecen las diferencias entre
profesores/as y estudiantes, entre generadores/as de conocimiento y usuarios/as de
conocimiento. Todos/as los/as alumnos/as pueden ser creadores/as de conocimiento y de
cultura, y de esta forma que van creando algo, van rehaciendo el mundo, otorgándole a este
proceso su subjetividad.
41
Por último los/as docentes deben adquirir destrezas que les permitan construir
comunidades de aprendizajes inclusivas, de modo que cada estudiante, más allá de las
diferencias y condiciones, pueda participar activamente en ella.
42
Estas características vivenciales del tiempo escolar se construyen a partir de la
relación entre los actores escolares, los/as docentes y los/as alumnos/as, y estas
interacciones a su vez acontecen en períodos – etapas destinados y condicionados para
ellos/as. Lo que convierten al tiempo en un recurso fundamental para lograr los fines
propuestos en la escuela.
Algunos estudios realizados sobre el uso del tiempo destacan que éste puede ser
potencializador en el mejoramiento educativo y a su vez resaltan el aspecto positivo del
tiempo en la escuela desde su uso y aprovechamiento para lograr aprendizajes. La
importancia del tiempo escolar no se encuentra en su dimensión cronológica sino en el
potencial que posee como generador de oportunidades de aprendizaje. ( Abadzi, 2007;
Sacristán, 2008).
El tiempo escolar engloba también muchos otros momentos, como ser: tiempos
disciplinarios, tiempos de enseñanza, tiempos de aprendizajes8, tiempos de monitoreos,
tiempos de socialización, tiempos de evaluación, tiempos administrativos e incluso, tiempos
sin ocupación específica.
El tiempo de enseñanza es la cantidad de tiempo que el/la docente destina de
manera consciente y deliberada en actividades con intencionalidad pedagógica para
intervenir en las oportunidades de aprendizaje de los sujetos. Este tiempo dentro del aula y
en función de los factores asociados al mismo, mucha veces queda relegado por otros
tiempos, por otros factores que desplazan el eje de abordaje por parte del/de la docente. Es
decir el tiempo invertido en la elaboración de actividades distintas del trabajo sistemático
frente al grupo, como ser: elaboración de informes de tipo administrativos, participación en
múltiples programas o actividades “especiales” (incentivadas desde el gobierno o por otras
entidades), múltiples actividades ligadas a tradiciones escolares con débil significación
educativa (preparación y realización de ceremonias, festividades de todo tipo, etc.), entre
algunas.
A partir de estos fenómenos que a veces coadyuvan u obstaculizan la labor debemos
priorizar medidas que garanticen que ninguna tarea extraña reste tiempo a la enseñanza, y
que durante el tiempo que los sujetos permanecen en las escuelas participen activamente
en actividades educativas interesantes, relacionadas con los propósitos educativos básicos
(Fullan y Hargreaves, 1999).
Entonces, podríamos afirmar que: “El buen uso del tiempo no es suficiente para
producir enseñanza de calidad, pero sí es necesario” (Abadzi, 1997, p. 33); Para que
8
Es “la cantidad de tiempo que el/la estudiante destina a actividades académicas y que puede
desempeñar con éxito” (Fisher et al. 1980, p.8) es decir, se enfoca en el involucramiento del/de la
estudiante
43
exista un cambio debemos, como docentes, profundizar en el conocimiento sobre lo que
sucede dentro del aula, la organización y el desarrollo de los tiempos con intencionalidad
pedagógica al interior del mismo.
Este tiempo asignado a la enseñanza se encuentra relacionado con el tiempo
disponible para llevar a cabo los procesos de enseñanza y de aprendizaje, y se refieren a
los tiempos utilizables definidos de manera estructural por el sistema educativo, tales como
el calendario escolar anual, el horario de atención de la jornada escolar, entre otros.
Cuando nombramos rutinas en las escuelas hacemos referencia a la reiteración de
una práctica escolar. Nos interesa reconocerlas dentro del ámbito áulico específicamente
considerando que esta reiteración dentro de la práctica de la enseñanza no tiene de suyo
una connotación negativa o positiva. En palabras de Anijovich y Mora:
“Si bien es cierto que las rutinas son acciones repetidas que implican un cierto grado
de mecanización y, muchas veces, atentan contra la creatividad de alumnos y docentes, en
algunos casos, son necesarias y educativas.”9
Entonces, podríamos decir que las rutinas en cualquier práctica mantienen tanto
probables riesgos como posibilidades de enriquecimiento. El mayor de los riesgos que es
probable correr tiene que ver con la naturalización de la práctica. Es probable, entonces, que
naturalicemos un modelo didáctico, el posicionamiento disciplinar o la conjunción de ambos:
un formato pedagógico para enseñar la disciplina.
El no cuestionamiento de prácticas docentes que mantienen siempre las mismas
estrategias de enseñanza y proponen las mismas actividades para estudiantes nos
mantiene en un pacto en el que somos docentes ritualizados dentro de una geometría
disciplinada. Este pacto supone además que los/as estudiantes siempre aprenderán y de la
misma manera sin importar sus intereses o motivaciones. Caemos con ello en una especie
de receta efectiva naturalizada, que al cuestionarla deja de tener sustento. Tal vez la chance
de deconstruir esta receta tenga que ver con preguntarnos
¿Cuáles son las maneras en que es posible presentar un tema incorporando
los saberes de estudiantes?
¿Qué recursos resultan atractivos para estos estudiantes en particular?
¿De qué diferentes modos puedo iniciar, desarrollar y cerrar una unidad
didáctica?
¿Cuál es el fundamento para elegir uno de esos modos?
¿Existe coherencia entre este tratamiento y los anteriores o los siguientes?
9
Anijovich, R y Mora, S (2009) Estrategias de enseñanza: otra mirada al quehacer en el aula. Ed
Aique. Bs As
44
Las respuestas a estas preguntas pueden acercarnos a delinear aquello que en una
unidad anterior definimos como buena enseñanza porque apuntan a crear coherencias y
posibilidades de aprendizajes significativos instalando en el aula movimientos que
contrarrestan la inercia.
Por lo tanto, no proponemos un espacio áulico en que las actividades se desarrollen
en una constante innovación sin punto de referencia alguno para los/as estudiantes sino que
pretendemos polemizar aquellas actividades cuyo desenlace se resuelve en una pasividad
inerte porque sostenemos que la enseñanza y el aprendizaje implican movimiento fundado.
Por otra parte, no interrogarnos sobre el posicionamiento disciplinar que mostramos
en clase y consideramos que cuando este se mantiene estático significa también la decisión
de inmovilidad respecto de los avances en el conocimiento y esto implica que el recorte
curricular que acercamos a los/as estudiantes será siempre estático. En este caso, el pacto
lo realizamos una verdad única, duradera.
Este intento de acercamiento a la realidad poco les dirá a los/as estudiantes sobre la
realidad en la que se construyen porque anula las posibilidades de verse implicados en el
discurso disciplinar docente. Además de ello, el recorte curricular estático invalida la
posibilidad de preguntarse sobre el saber que se propone porque se percibe como lejano,
envasado, y nada productivo.
Otro formato rutinario dentro de los campos disciplinares enseñados en los contextos
escolares tiene que ver con la simplificación de la disciplina bajo el supuesto de que estos
adolescentes no pueden, no van a entender o similares negaciones a sus oportunidades de
aprendizaje. En ocasiones como estas, la recontextualización del conocimiento se desvirtúa
en función de buscar una explicación por demás simplificada para poder ser entendida por
los y las estudiantes, cuyas interpretaciones resultan subestimadas.
Algunos cuestionamientos que podrían ayudarnos a superar estos pactos no
fundamentados son:
¿Cuáles son los últimos tratamientos teóricos de la disciplina? ¿De qué
manera podría incorporarlos al recorte curricular que estoy presentando?
¿Cuál es la coherencia que existe entre el modelo de pensamiento disciplinar
reconocido y los modos en que trabajo la disciplina en clase?
¿De qué manera el recorte disciplinar se acerca al contexto de los/as
estudiantes? ¿Cómo puede este recorte habilitarles a los/as estudiantes
nuevas maneras de pensamiento?
Las respuestas a preguntas como estas nos permitirá elaborar una especificación
curricular consecuente con los contextos en los que se inserta la práctica enriqueciendo el
tiempo de enseñanza con una propuesta significativa.
45
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