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CÁMARA LUCIDA

Nicolas Gómez Rodríguez.


Septiembre 2019.

Escuela de artes y letras.


Técnico en Diseño Gráfico.
Fotografía Digital.
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En el prólogo del libro se puntualiza que: Roland Barthes desarrolla la idea de la imagen como
huella de la humanidad, bajo la penumbra de los enunciados de Nietzsche, una especie de
tratado entre el tiempo y la nostalgia de la muerte que tanto preocupa al hombre.
«Este libro defraudará a los fotógrafos» anuncio el autor antes de su muerte pues una obra muy
personal en la que no se pretende estudiar las técnicas ni estructurar nada, pues él no es un
fotógrafo profesional, simplemente es guiado por sus emociones y sensaciones.
En su búsqueda elemental de saber que era realmente la fotografía, primeramente, encuentra
que lo que la fotografía reproduce al infinito únicamente ha tenido lugar una sola vez: la
fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente. La
fotografía se remite a mostrar la realidad tal cual es, la Tuché. “La fotografía lleva siempre su
referente consigo y están marcados por la misma inmovilidad amorosa o fúnebre” y es esta
fatalidad lo que hace a la fotografía algo inclasificable, el inmenso desorden. Aparece también
el pensamiento de que la fotografía solo adquiere valor si es con el paso del tiempo
adicional de la inminente desaparición del referente y la muerte del objeto fotografiado,
es “momificado” su ser.
Expresa también su enorme enojo, pues muchos de los libros que trataban sobre fotografía eran
demasiado académicos o sociológicos, lo que en lo absoluto le importaba, deseaba ser más
arriesgado, “inculto”, decidiendo así afrontar la fotografía como un sujeto que deambulaba entre
dos mensajes, uno expresivo, el otro critico lo que le permitía erguirse como un mediador de toda
la fotografía.
La fotografía como objeto de tres prácticas de acercamiento a la imagen: hacer,
experimentar, mirar.
Como operador eres el fotógrafo quien manipula la cámara
El spectator es el que mira las colecciones de fotos
El spectrum es el objeto sustraído a la fotografía como espectáculo añadiéndole algo trágico a
cada fotografía, el retorno de lo muerto.
También distingue el autor esta dualidad que es captar dos mundos distintos en un solo
instante:
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 Studium: es una extensión que el percibe familiarmente con su saber, la estética de cada
uno de los fotógrafos, lo que busca, el gusto por las fotografías, está relacionado
directamente con la cultura.
 Punctum: pinchazo o corte. El punctum de una foto –señala Barthes– es ese azar.

Cree el autor que quizá puede que la fotografía siga atormentada por la pintura, pero
sin embargo es a través del teatro que se acerca a el arte, ya que es un arte de escena,
de captar la acción, está sometido a la sorpresa, el actuar como la foto es un homenaje
a los muertos, maquillarse suponía un cuerpo vivo y muerto al mismo tiempo, es la
figuración inmóvil tras la máscara bajo la que vemos la muerte.
Es visible a lo largo del texto esta gran dicotomía entre la mirada expresiva y critica
con la que lleva al libro, ya que intenta dilucidar rasgos de un lado como del otro,
aunque siempre sublimando lo irracional del sentir/emoción al momento de tomar la
fotografía aun cuando su contenido patético de capturar el objeto y su ser para la
posteridad. A pesar de ser tan estática, el escrito plantea una gran carga sentimental
de la cual está dotada que permite digerir su intencionalidad, gusto o disgusto más
allá de su academicismo. Es la fuerza del sentir un motor para la acción fotográfica,
ya después se observa y se analiza, trabajar ello como lo describe el autor, como una
herida: veo, siento, luego noto, miro, pienso.

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