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Citas Bassols

Bassols, Miquel., Lecturas de la página en blanco. La letra y el objeto,


Miguel Gómez Editores. Málaga, España. 2011.

“Es cierto, el inconsciente está tan presente y tan escondido a la vez como ese
blanco sobre blanco que de tanto mostrarse se nos esconde en su misma
aparición. Lo tenemos a la vista y de tan patente se nos ausenta: en los lapsus,
en las equivocaciones orales y escritas, en las producciones sin sentido que
dejamos de lado como insignificantes . Y sin embargo, tal vez es ahí donde se
juega el destino de nuestro ser, ya sea en el sinsentido del goce o en el
sufrimiento de los síntomas”. P. 12.

“La página en blanco no es una imagen, no es una metáfora, es la presencia real


de este no saber para cada uno. Así entendida, se convierte entonces en una
experiencia decisiva, es la experiencia del inconsciente de cada sujeto, personal
e intransferible. No es nada intangible, no es ningún ente escondido en las
profundidades de un espíritu para o pseudocientífico, tampoco se trata de un «no
ser» venido de una elucubración abstrusa. Está ahí, y es lo que más te miraba
sin saberlo. Simplemente estaba tan a la vista que no podías verla, como esa
carta robada del cuento de Edgar Allan Poe a la que Jacques Lacan dedicó un
seminario y un texto decisivo para saber leer la letra, para saber leer la página
en blanco. Estaba ahí, a punto de hacerse ver, y cuando la ves se hurta al sentido
de tu lectura como si no se tratara de nada significativo, una nada, nada más,
una página en blanco ...” P. 19.

“Hay un inconsciente parlanchín, lleno de palabras, de palabras que están llenas


de otras palabras, de cadenas significantes que se entrecruzan y se anudan en
efectos de sentido y sinsentido. Es un inconsciente oracular, que habla cuando
el sujeto menos lo piensa, y que habla sobre todo allí donde el sujeto menos
piensa. Es un inconsciente que no deja de escribirse, que se repite y se hace
escuchar y busca una representación. Es el inconsciente descubierto por Freud
en las formaciones como el sueño, los lapsus, los actos fallidos, los síntomas.. .
La pregunta por la existencia de este inconsciente antes de Freud tiene su razón
de ser porque no existiría sí no fuera por lo que llamamos transferencia. No
existiría sin alguien que lo escuche, que lo lea, suponiéndole un saber,
suponiendo que es un saber articulado de alguna forma. Es un inconsciente que,
en realidad, no consiste en nada, aunque insiste en cada lugar donde hay un ser
que habla. No es ni un ente ni un no ente, es algo, decía Lacan, del orden de lo
no realizado, que sólo se realizará en la medida que alguien lo lea como un
texto”. P. 26-27.

“¿Sería pues este un inconsciente siempre lleno, a rebosar de todos los sentidos
que queramos atribuirle de manera más o menos arbitraria? En absoluto. En
realidad, el inconsciente está vacío, es sólo ese vacío de la estructura del
lenguaje que hace posible la palabra y la escritura misma, ya sea la del síntoma,
la del Ulysses de Joyce o la del futuro en el poso de café, pero también la de la
fórmula de la gravitación en el cielo de Newton o la del mal llamado «código
genético» en esa vaporosa unidad bautizada como gen. El inconsciente, más
que el texto que se escribe, es la página en blanco en la que algo se escribe, o
mejor dicho, en la que algo deja de no escribirse”. P. 27.

“La obra de Freud muestra, si se lee bien, esta doble articulación del
inconsciente: el que situó en la llamada primera tópica (Consciente,
Preconsciente, Inconsciente) y el que , una vez descubierta la instancia de la
pulsión de muerte, debe volver a situarse con la segunda tópica (Yo, Ello,
Superyó). El primero es un inconsciente performativo, que hace lo que dic e, que
se realiza en el acto de la palabra y que no deja de escribirse. Es el inconsciente
que Lacan formalizó con su famoso aforisma, «el inconsciente está estructurado
como un lenguaje» , principio de su enseñanza hacia la década de los cincuenta
del pasado siglo. El segundo es un inconsciente más bien silencioso, a veces
imperativo, que impone una satisfacción paradójica al sujeto, y que no tendrá en
Freud una formalización precisa. Será Lacan quien le dé otra consistencia, hacia
el final de su enseñanza, como un inconsciente real. Este inconsciente no es ya
el inconsciente transferencia!, es un inconsciente imposible de representar como
tal, que insiste en no dejar de no escribirse. Ese es el inconsciente real”. P. 27-
28.

“De esta página en blanco que es el inconsciente, también la ciencia busca su


representación en su real, un real que en realidad ya está sirnbolizado pasado
por el cedazo de lo simbólico, del significante”. P. 28.

“El real y el inconsciente del psicoanálisis es el de la página en blanco, ese que


no deja de no escribirse. Uno, el inconsciente transferencial estructurado como
un lenguaje, depende sin embargo del otro, el inconsciente real que sólo aparece
como página en blanco”. P. 29.

“Sería tal vez el peor efecto del éxito del psicoanálisis. Lacan lo indicó en algún
momento: el éxito de la capacidad interpretativa del psicoanálisis sobre el
inconsciente que no deja de escribirse, sería también el éxito que lo llevaría a
ser un síntoma olvidado, un síntoma de que algo de la página en blanco se había
hecho legible. ¿Qué supuso leer el inconsciente como página en blanco? Que
algo dejara de no escribirse en ella, y que el texto de un mensaje apareciera así
como en un palimpsesto, como la escritura secreta al calor de la llama de la vela.
La sorpresa con la que Freud descubre este inconsciente está escrita es sus
textos, negro sobre blanco, como suele decirse”. P. 29.
“Hay otra posición que toma a lo real como brújula y que puede enunciarse así:
«Hay algo que no cesa de no escribirse». Es lo que constata e intenta demostrar
el psicoanálisis con su página en blanco del inconsciente. Lo real del
psicoanálisis es una página en blanco en el campo de la ciencia que ésta no
puede dejar de lado si no es al precio de borrar la singularidad el sujeto”. P. 79

“A diferencia de lo que se suele suponer, lo más fundamental de la ... nunca


abolir á hipótesis del inconsciente no es la de un determinismo en la que el objeto
a «todo está escrito» La escritura del inconsciente, su instancia de la letra para
retomar la expresión de Lacan, supone una contingencia continuada en la que
cada tirada de dados, cada inscripción significante, no sólo no anula el azar de
un nuevo encuentro sino que lo hace más presente, más actual en su
contingencia posible, más necesario incluso en su estructura”. P. 109.

“No hay pues un determinismo en la instancia de la letra del inconsciente, como


tampoco lo hay en cualquier otra estructura de lenguaje que consideremos
organizada alrededor de lo real. Por lo mismo, la fantasía de que «todo está
escrito», inducida a veces por el propio lenguaje, viene a recubrir precisamente
lo más real de la estructura donde algo no cesa de no escribirse”. P.110.

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