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La Introducción:
Cuando estudiamos la historia de las culturas es muy fácil notar que la mujer siempre ha
cumplido un papel secundario en la sociedad, ha sido representada como el sexo débil y por
esta razón los cargos en los que se puede estaba bien visto que se desempeñara, se reducían
sobre todo a las tareas del hogar, ya que era vista como un ser inferior, con una capacidad
cognitiva y física reducida. Por estas razones la cualidad esencial que poseía una buena mujer
eran la obediencia.
Sin embargo, ha existido a lo largo de la historia una tendencia a relacionar a la mujer con
el mal, relación que se vuelve un poco contradictoria si tenemos en cuenta que por un lado a
la mujer se le considera como un ser inferior, pero que al mismo tiempo, ella puede
representar un peligro inminente para el hombre.
La intención de este trabajo es poner en discusión esta relación entre la mujer y el mal,
primero intentando comprender la manera en la que se concibe el mal y luego rastreando la
relación que existe con la mujer, haciendo uso de dos personajes femeninos en los que se ve
claramente esta tendencia a ver a la mujer como un ser maligno.
La mujer y el mal
En principio es importante tratar de entender qué es el mal, ya que de esta manera nos será
más fácil comprender qué tipo de maldad es la que se le adjudica a la mujer y de donde nació
esta tendencia de relacionarlas.
Esta es una pregunta que ha dado mucho de qué hablar en la filosofía a lo largo de los
años. El mal se comprende como la ausencia de bien y se puede clasificar en tres tipos: el
mal natural, el mal social y el mal moral o metafísico. El mal natural se entiende por las
enfermedades, las catástrofes climáticas, todo lo que el hombre no puede controlar; el mal
cultural se refleja en el racismo, la xenofobia y cualquier tipo de discriminación que ocurre
dentro de una sociedad; y el mal moral, que es el que nos interesa para la realización de este
ensayo, se genera a través de la desviación del camino establecido por Dios, San Agustín nos
hablaba de que este mal se genera mediante el libre albedrío, para él, el mal nace desde el
mismo ser humano, por lo tanto rechaza la existencia de otro ser todopoderoso que se
encargue del mal “Cada hombre que no obra rectamente es el verdadero y propio autor de
sus malos actos. Y si lo dudas, considera lo que antes dijimos, a saber: que la justicia de Dios
castiga las malas acciones. Y claro está que no serían justamente castigadas si no procedieran
de la voluntad libre del hombre.” (San Agustín, 387-389)
Los seres humanos son los que crean el mal, pero este nace por la incitación de los
sentidos, el cuerpo es el que nos hace pecadores y en este orden de ideas, la corrupción del
cuerpo que nace con Eva, ya que ella es la causa del deseo de Adán, es la que lo tienta a
cometer el pecado inicial. "Existe un principio bueno que creó el orden, la luz y el hombre,
y un principio malo que creó el caos, la oscuridad y la mujer." (Pitágoras, 582-507 a.C). El
papel que cumple el hombre y la mujer es clave para entender la relación entre la mujer y el
mal, se habla de que el principio del mal es la mujer y el fin de este es el hombre. por
consiguiente el mal empieza con Eva y termina cuando Jesús se sacrifica en la cruz para
salvarnos.
En la mitología pagana también se maneja la misma dinámica, cuando los dioses querían
castigar al hombre, lo hacían enviándoles una mujer que despertará sus deseos instintivos,
para que de esta forma no se pudieran resistir, y en este caso, el mal nace de la curiosidad de
una mujer, Pandora, quien al abrir la caja libera todos los males.
En la actualidad esta relación ha perdido un poco de fuerza, una de las razones puede ser
que el vínculo con lo sagrado ya no es tan fuerte, pero la antigua Grecia era un sociedad que
se caracterizaba por su relación con la divinidad, para ellos honrar a los dioses era algo muy
importante en su día a día. Por esta razón podemos suponer que el mal moral tenía gran peso
en su ideología y el hecho de que la mujer cargara con la culpa, tiene mucho peso histórico.
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