Вы находитесь на странице: 1из 1

Proverbios 21:1 «Como aguas que se reparten es el corazón del rey en la mano de Yahvéh:

él lo inclina hacia todo lo que quiere».

A este respecto, se podría tomar como ejemplo todo el libro de Ester. ¡Fue grandioso cómo
Yahvéh tomó en su mano el corazón de aquel gran emperador, Asuero, y con ello todo el hacer y
dejar de hacer del mismo! Pues el hombre hace todo con su corazón: «porque de él mana la
vida», Pr. 4:23.

Y ese corazón del rey lo inclinó Yahvéh tan fácilmente a sus planes divinos como un labrador
israelita cambiaba un reguero de agua en su huerta -una obra de poca monta. Ya sabemos lo que
Amán quería: Asesinar en un solo día a todos los judíos en el imperio Persa. Incluso a los judíos
que habían vuelto a Jerusalén.

Pero el Señor quería mantener con vida a este pueblo, porque de él haría descender al Salvador
del mundo. Por eso Dios tomó en su mano el corazón del poderoso Asuero. Todo el mundo pensó
que Asuero hizo lo que quiso, pero, en realidad, hizo sólo lo que Dios quiso. Yahvéh inclinó el
corazón del príncipe, primeramente, a que, de las incontables jóvenes bellas, escogiera
precisamente a la judía Esther como sucesora de la rechazada reina Vasti. Después, Yahvéh
llenó el corazón de Asuero con afecto por Esther, quien por eso pudo llevar a cabo la caída de
Amán y la salvación de Israel.

Así inclinó Yahvéh, en la historia del mundo, los corazones de los grandes de la tierra a sus
planes: para juicio o beneficio del pueblo de Dios. Él endureció el corazón de Faraón, pues
deseaba glorificarse por medio de él, Éx. 4:21, 14:4. Él envió un espíritu de mentira en los
profetas de Acab, pues quería engañarle a una batalla fatal para él, 2 C. 18:18-22. Él usó al
poderoso asirio, Tiglat Pileser, porque Él necesitaba de una vara para corregir a Judá, Is. 10:5.

Unos cien años más tarde, Yahvéh tomó a Nabucodonosor a su servicio como siervo, porque Él
quería llevar al destierro a Judá. Pero, setenta años más tarde, alentó el espíritu de Ciro, porque
Él nuevamente quería salvar a Judá del destierro, Esd. 1, Is. 41:2- 4. Él hizo que el emperador
Augusto convocara un censo porque Él quería cumplir la profecía de que el Mesías había de
nacer en Belén, Miq. 5:2, Mt. 2: 6, Lc. 2.

Todos aquellos poderosos se sustentaban en la opinión categórica de que podrían realizar sus
propios planes. Pero, de hecho, servían sometidos a los planes de Dios. A ello encauzaba Él su
corazón tan fácilmente como un labrador desvía “en un momento” un reguerillo de agua. ÉL es el
Rey de reyes. Y todos los poderosos, de arriba a abajo, están tan completamente bajo el poder
de Dios, ‘que no pueden hacer nada ni moverse sin su voluntad’.69 Él inclinó el corazón de
Napoleón y Hitler a una marcha hacia Rusia, lo cual acabó en su ruina y en nuestra liberación.
Reconózcanlo ellos o no, todos los grandes de la tierra gobiernan por la gracia de Dios y deben
servir a sus planes ni un minuto más de lo que Él los requiere.

Вам также может понравиться