Papel de la genética y el ambiente en el desarrollo del comportamiento

Para empezar, es importante definir la genética como la ciencia que estudia la

reproducción, la herencia y la variación de fenómenos relativos a la descendencia (Pérez,
2018). En particular, esta ciencia también estudia la influencia de los genes y el ambiente
en el comportamiento, a lo que se le ha denominado, genética conductual (Catanzaro,
2001).
Esta disciplina en principio, se plantea que existen algunas formas de conducta que son
hereditarias o innatas, un ejemplo de ello son los reflejos (relaciones estimulo-respuesta)
que tienen como función la supervivencia, sin embargo, existe evidencia de la influencia
del ambiente en el desarrollo de la conducta del individuo a partir de diferentes
modalidades de aprendizaje (Catanzaro, 2001).
Un término que muestra la importancia de la interacción entre la genética y el ambiente
es la epigenetica, concepto que indica “cambios heredables en la estructura y organización
del ADN (fenotipo)” (Robles, Ramirez y Velasquez, 2012, p. 2), estos cambios se dan
gracias a las influencias medioambientales heredadas de padres a hijos; la metilación del
ADN y la modificación de histonas (proteínas que empaquetan el ADN) remodelan la
cromatina provocando los cambios en el ADN. Algunas de estas modificaciones se
observan en el desarrollo, dado que, se pueden dar por factores ambientales como la dieta
parental, el ambiente intrauterino y la alimentación materna antes, durante y después del
embarazo, si dichos factores no son los adecuados, los cambios en el fenotipo pueden
convertirse en diferentes tipos de patologías (Robles, Ramirez y Velasquez, 2012).
De igual forma, existen correlaciones entre la genética y el ambiente que se presentan en
el desarrollo de la conducta del individuo las cuales traen consigo diferentes tipos de
efectos, ya sean pasivos, activos o evocativos (Novak y Peláez, 2004). Los efectos pasivos
suceden cuando el ambiente de crianza es influenciado por los genes de los padres
biológicos del niño, es decir, su ambiente está relacionado con su genotipo. Los evocativos
se dan cuando las características heredadas del sujeto afectan otros de sus
comportamientos, y de esta manera influencia el ambiente social. Finalmente, los activos
suceden cuando el individuo selecciona ambientes específicos que fortalecen conductas ya
establecidas en los repertorios (Novak y Peláez, 2004).
Diferentes investigaciones han validado lo mencionado anteriormente, al identificar que
las formas de conducta relacionadas con las emociones primarias tienen una base genética
(Catanzaro, 2001). Una de estas es la planteada por Freedman, quien encontró diferencias
en la labilidad emocional entre diferentes grupos étnicos al estudiar infantes
estadounidenses de distintas ascendencias, a partir del análisis y la observación concluyo
que los niños con antecedentes europeos eran más irritables y difíciles de consolar que los
demás (Catanzaro, 2001).
Para terminar, se resalta la transacción que existe entre la genética y el ambiente donde
ambos juegan un papel determinante en el desarrollo del comportamiento del individuo,
debido a que, no existen genes que determinen directamente el comportamiento ni tampoco
ambientes que sean indispensables para que la conducta se presente, por lo tanto, se
concluye que la explicación más certera trae consigo la interrelación de estos dos aspectos.

Referencias
Catanzaro, D. (2001). Genética, Aprendizaje y Desarrollo. En Motivación y emoción
perspectivas evolutivas. (pp. 41-63). Santiago, Chile: Prentice Hall.
Novack, G. Peláez, M. (2004). Behavior genetics. En Child and adolescent development.
(pp.77-106). SAGE.
Pérez, J. (2018). El genoma humano. Estudios y repercusiones. En Bioetica y decisones
judiciales. (pp. 213-262). Ciudad de México, México.
Robles, R. G., Ramírez, P. A. A., & Velásquez, S. P. P. (2012). Epigenética: definición,
bases moleculares e implicaciones en la salud y en la evolución humana. Revista
ciencias de la salud, 10(1), 59-71.