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Mini guía para sobrevivir en el metro de la Ciudad de México

En el principio hacía calor, el calor que se genera cuando muchas personas están juntas en

un espacio reducido y sin ventilación. Todos viajando hacia un destino después de un día de

trabajo, escuela o cualquier actividad, en rigor que desvirtúa sus vidas, nadie soporta ese

calor. Todos se lamentan de no viajar en un metro de “calidad” como la línea 12, o al menos

con ventilación, pero entonces hace frío. Este es el espacio en el que habita el ser humano,

con temperaturas y climas tan variados, no importa si el espacio es interior o exterior el clima

es tan cambiante que a veces es imposible predecir cuándo llueve o cuando hace calor. Las

estaciones del año son caóticas porque el ser es caótico.

En la Ciudad de México el transporte público es muy barato porque uno puede llegar

desde el lado norte hacia el lado sur con tan sólo 5 pesos mexicanos, no obstante, las

condiciones de viajar cómodo y seguro no siempre aplican, si uno quiere puede optar por

tomar un taxi pero habrá que ver cuánto trae uno en el bolsillo para hacer esto realidad y por

si fuera poco para saber en qué día tomarlo y a qué hora porque el tráfico es bastante

complicado. Consulte la radio si quiere saberlo. Pasando a nuestro tema de viajar en el

transporte colectivo metro, las recomendaciones y precauciones podrían ser las siguientes:

1. Para subir al tren del metro cuando va lleno.

Esta hazaña puede que tome mucho tiempo aprenderla pero si sabe meterse entre personas o

puede aventar a las demás con tal de llegar a su destino hágalo pero nunca olvide la frase:

“Me empujaron” Tendrá que esperar de 2-5 trenes para subirse, dependiendo en qué estación

esté esperando.

2. Para tomar asiento.

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Una vez abordo si usted tiene la suerte de ver un asiento vacío ocúpelo a menos que sea uno

reservado, despreocúpese por saber cuáles son estos, en ocasiones el amable conductor le

hará saber esta información por las bocinas del vagón del tren o según como sea la situación

las demás personas se lo quedarán viendo, en especial si es una persona que en verdad

necesita el asiento, como lo indica el letrero de color azul con dibujos de las personas que

deberían sentarse.

3. Para cuando el tren va lleno (casi siempre) hay varias observaciones.

La primera es preocuparse por los límites no visibles de donde termina el espacio del uno y

del otro, es claro que entre tanta gente no podrá distinguirse pero mientras sea parte de lo que

se considera usted mismo sabrá que está presente en ese lugar. Aproveche esto para cuando

el metro vaya desacelerando para llegar a alguna estación y no pueda agarrarse del tubo, ya

que no habrá necesidad de estar agarrado de algo o de alguien si se queda quieto, el conjunto

de todas las personas forman una masa única que permite que todos permanezcan de pie sin

caerse, si uno se mueve todos se mueven pero la fuerza con la que se empujan de un lado se

regresa, por lo tanto se anulan las fuerzas.

4. Para salir de un metro lleno.

Uno no termina de preocuparse cuando sabe que el metro está por llegar a la estación en la

que debe bajarse. El procedimiento es el mismo que para entrar, más empujones, más

jaloneos, más golpes, más de todo.

5. De las personas que leen en el metro.

Si usted tiene algo que leer como el periódico “El Metro” con imágenes explícitas de mujeres

semidesnudas lo hará sin preocupaciones, en cambio si se es un estudiante y quiere leer no

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sé si encontrará muy agradable su lectura mientras va parado, sentado o en todo este idilio.

Algunas personas no tienen opción porque quieren aprovechar su tiempo al hacer largos

recorridos. Así que de antemano, si sabe que recorrerá toda una línea hágalo, aunque no es

muy recomendable.

6. De los vendedores ambulantes.

Estos comerciantes que pueden vender chicles, dulces y papas, así como objetos como

lámparas, desarmadores, plumas, etc. que pueden ser indispensables para el trabajo, la

escuela, la oficina o la casa, y que además pueden adquirirse a un costo muy accesible de 10

a 20 pesos mexicanos. Si lo que usted quiere es escuchar música del momento, de su época

o de la que guste, los vendedores con bocinas le pondrán un remix del disco según sea el

interés, ya sabe: “Va calado, va garantizado”. Además de proporcionarle los artilugios para

el celular, tablet o cualquier dispositivo portátil, como los audífonos, las fundas, las micas,

etc. Finalmente, ¿Es mercado o transporte público? Desde luego estas actividades están

prohibidas por la autoridad y en general han ido disminuyendo.

7. De los arrimones.

Las mujeres en el transporte público pueden ser víctimas de acoso, en tanto que no todos los

hombres puedan actuar de la misma manera, hay algunos que sí con gusto se aprovechan de

su situación. Las políticas de convivencia encargadas de este transporte, es decir la autoridad

ha dejado dos vagones para mujeres y niños, es obvio que un país en el que hay más mujeres

no es suficiente, pero el problema allí está. Los deseos sexuales de algunos hombres generan

más problema pero dejan ver las condiciones en las que vivimos. Uno debe pensar qué hacer

antes estas situaciones. Mi consejo: Haga lo que considere más correcto dada la situación en

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la que se encuentre si es mujer, hombre o hermafrodita y cargue con las consecuencias y

responsabilidades que esto implique.

8. De las personas que duermen en el metro.

Si usted va sentando y está muy cansando le resultará agradable dormir al viajar en vagones

del tren que estén muy llenos, no se enterará de los problemas ajenos, los bocineros no podrán

subirse a los vagones, así que no escuchará frases como: “Llévele, damita, caballero; es de

calidad” Aquí doy la misma recomendación para cuando uno quiere leer: Si son muchas

estaciones no tiene por qué preocuparse, pero si se queda dormido y se pasa tan sólo una

estación tendrá que no sólo volver a repetir toda la travesía sino también tendrá que volver a

leer esto desde la primera letra: “¡Ay, que calor!”.

31 de mayo de 2015

Justificación

El proyecto de la modernidad en las ciudades va ligado a la idea de civilización, y este a su

vez al progreso que tiene diferentes alcances en la sociedad y en la cultura.

El trabajo de la crónica que he llevado a cabo titulada “Mini guía para sobrevivir en

el metro de la Ciudad de México” está basado en “Cómo comportarse en el tranvía” de

Machado de Assis, por lo que presentan tanto similitudes como diferencias que quiero hacer

notar y decir el porqué de las mismas. Me he basado también en “El origen de la crónica”

para dar una introducción más sólida al texto. Rescato el tema trivial y cotidiano, elementos

presentes del flaneur y el voyeur, además de enlazarlo con la dicotomía civilización y

barbarie en el proyecto sustentado de la modernidad.

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La visualización de un medio de transporte mucho más eficaz, accesible y arrasador

con toda una infraestructura de por medio, que permita la movilidad de un sinfín de personas

al año, es lo que ambas producciones literarias tienen en común, por eso da de qué hablar y

puede ser entendido por muchas personas, sino en su totalidad sí en varios puntos; no

obstante, las ciudades han aumentado su densidad de población para satisfacer las demandas

del sector industrial que operan en ellas. La modernidad elabora planos distintos de

productividad, por un lado los trabajadores, por otro lado los estudiantes, a fin de cuentas

todos convergen en el transporte público y todos son parte del progreso. Pero, ¿por qué hablar

de un cómo sobrevivir y no de cómo actuar? La modernidad está basada en contradicciones,

en tanto que el texto de Machado de Assis rescata la forma en la que veían en ese entonces

la modernidad, como un producto burlesco, un modo de parodiar las formas de actuar en un

tranvía, el metro por su parte, es un espacio donde la barbarie o las formas no monopolizadas

por el Estado que son las relaciones sociales, aunque sí lo hace en las instituciones sólo si

levantas una queja por el mal servicio. Evidentemente no siempre ocurre. Lowry dice: “Se

trata de una barbarie específicamente moderna desde el punto de vista de su ethos, de su

ideología, de sus medios y de su estructura”.

Toda mediatización que pueda hacer el Estado lo hará por medio de la fuerza o del

poder de los medios que posee, aunque los alcances de su poder o control no vean claros sus

límites, en dónde puedes hacer algo que el Estado podría reprimir o que este se permita

realizar a sí mismo, incluso si quebranta sus propias reglas. Esto es parte de un problema que

tiene América Latina con respecto de su siempre modelo europeo, incluso para formar una

teoría de cómo América Latina puede proyectarse un futuro, tomando en cuenta su acontecer

histórico y su papel en el mundo, en vez de que políticas de progreso impongan modelos

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extranjeros. No somos las naciones bárbaras de antes. “Si tenemos en cuenta el grado de

enraizamiento de las relaciones precapitalistas en las sociedades latinoamericanas, y el poder

hegemónico y estrechos vínculos de la oligarquía con el mercado mundial, habría que

concluir que una transformación radical del statu quo era si no imposible, harto difícil”

(Santana “El problema de la modernidad…” 146).

Los sistemas económicos siempre buscan ejercer control sobre las actividades

productivas, por lo tanto el comercio informal es una forma no autorizada que violenta al

sistema en sí, no sólo porque lo hace dentro del mismo, sino porque las ganancias que se

generan no trascienden a corporaciones u empresas sino a simples distribuidores.

El narrador de mi crónica al mismo tiempo que es un flaneur es un voyeur porque

puede explicar no sólo lo que le ha pasado sino también lo que ha visto; sin embargo no es

alguien que tenga una visión totalizadora de las cosas, el trata de entender cómo funcionan

las actividades diarias en el metro y dar una respuesta fácil a los problemas que se presentan.

En el paseo, el cronista transforma la ciudad en salón, en espacio íntimo, precisamente


mediante esa mirada consumerista que convierte la actividad urbana y mercantil,
como señalamos [ 236 ] Julio Ramos [ 237 ] Desencuentros de la modernidad en
América Latina Primera parte antes, en objeto de placer estético e incluso erótico. Por
el reverso del intento de contener la ciudad, de transformarla en un espacio íntimo y
familiar, la ansiedad del cronista-flâneur es notable. Esa ansiedad en varios sentidos
es el impulso que desencadena tanto la flanería como la escritura sobre la ciudad en
la crónica. La incomodidad del cronista-flâneur en la ciudad presupone la
redistribución del espacio urbano de acuerdo con la oposición entre las zonas de la
privacidad y la vida pública y comercial. (Ramos Desencuentros de… 118-119)
Con respecto esta investigación que realicé, encontré un autor reciente que realiza

crónicas de la ciudad de México: “En No estamos para nadie. Escenas de la ciudad y sus

delirios, Rafael Pérez Gay logra una audaz y efectiva vuelta de tuerca en lo que se ha llamado

indistintamente crónica urbana, periodismo de opinión o ensayos de literatura cotidiana, entre

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muchas otras tan presuntuosas como falibles etiquetas” (Blanco “En la estación Pérez

Gay…”).

Por último, según el análisis que se hace Marshall, en donde trata de congeniar el

pensamiento de Marx con la tradición modernista: “Ambos consideran que la vida moderna

está acribillada de impulsos y posibilidades contradictorios, y ambos adoptan una visión de

una modernidad última o ultra –“los hombres nuevos […] invento de la época moderna, como

las propias máquinas” (119). La modernidad ha dejado espacios vacíos en los que se pueden

ver a grandes rasgos las marcas de la barbarie, por eso hay empujones, jalones, golpes y

arrimones y la empatía y la cooperatividad cada vez es menor. La modernidad capitalista no

está hecha para una distribución de labores o intereses sino sólo para unos cuantos que poseen

el poder. Todos son espectadores como partícipes, víctimas y hacedores.

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Bibliografía

Blanco, José Joaquín. “En la estación Pérez Gay del metro”. Nexos 372 Dic. 2008 [en

línea].

Berman, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la

Modernidad. Tr. Andrea Morales Vidal. 13a ed. México: Siglo XXI, 2001.

Lowry, Michael. “La dialéctica de la civilización: barbarie y modernidad en el siglo XX”

Herramienta 22 2003 141-150.

Machado de Assis, Joaquim María. “Cómo portarse en el tranvía”. Crónicas escogidas.

Tr. Alfredo Coello. Madrid: Sexto Piso, 2008.

Ramos, Samuel. “Decorar la ciudad: crónica y experiencia urbana”. Desencuentros de la

modernidad. Literatura y política en el siglo XIX. México: FCE, 1989. 112-141.

Santana, Joaquín. “El problema de la modernidad en América Latina. Una aproximación

histórico-sociológica a la contradicción civilización-barbarie”. Dialéctica

37 invierno 2005 144-149.

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