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UNIVERSIDAD DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES
PROGRAMA DE GEOLOGÍA
2007
PETROGRAFÍA Y GEOQUÍMICA DEL CAMPO DE LAVAS DE TARAPACÁ,
SANTA ROSA DE CABAL, RISARALDA
Presidente
Msc. LUZ MARY TORO TORO
Profesora asociada al departamento de Ciencias Geológicas
Asesor
CARLOS ALBERTO BORRERO PEÑA
Profesor asociado al departamento de Ciencias Geológicas
UNIVERSIDAD DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES
PROGRAMA DE GEOLOGÍA
2007
Nota de Aceptación
______________________
______________________
______________________
_____________________
Presidente
_____________________
Asesor
Liliana
Ricardo Antonio
Son muchas las personas que con su amor y confianza han hecho realidad este sueño, agradezco
a todos aquellos que quisieron soñar conmigo y que hicieron de este sueño una realidad.
A mis padres Gustavo y Elizabeth. Definitivamente Solo Dios sabe cuanto los amo, gracias por
darme todo su amor y sacrificio para poder darme el privilegio de ser profesional
y la persona que soy ahora.
A mis hermanos Alexandra y Manuel por ser parte de mi crecimiento como persona. A mi
Hermano Gustavo. Gracias por ser mi inspiración y modelo.
Te veré en el Cielo al lado del Gran Rey.
A mi amiga y coautora de este trabajo Liliana Narváez. Eres una luz en medio de la oscuridad.
Gracias por tu compañía y capacidad de soñar y lo mejor es que tienes ese don de alegrar la vida
de muchos. Agradezco a Dios por tu sueño que se convirtió en el anhelo
de los dos y ahora es una realidad.
A los geólogos y amigos Alejandro Bernal, Juan Carlos Gil, John Fredy Zuluaga, Marcela Reyes,
Jerónimo Valencia, Elkin Hernández. Todos ustedes han reevaluado el sentido y la forma de la
amistad, su compañía fue, es y será siendo
un deleite de risas y alegrías. Gracias.
A los integrantes de la Iglesia Presbiteriana Cumberland en cabeza del Ingeniero y Reverendo
Carlos Alberto Rivera, por darme su apoyo y compañía y sobre todo enseñarme el amor de aquel
que sobrepasa todo entendimiento
(Hashem Adonay). Los amo.
A los hermanos y amigos de la Unidad Cristiana Universitaria U.C.U. Ustedes han hecho que mi
vida se ligue a la Universidad mucho más de lo que pude imaginar. A esta altura del camino los
puedo llamar MI FAMILIA. Gracias por su amor y bondad.
A ti Dios. Eres el último de la lista pero el primero en mi vida. Te agradezco por tu guía y consuelo
en todo este trayecto. Gracias
AGRADECIMIENTOS
Los autores desean expresar sus agradecimientos a las siguientes personas que
colaboraron de una manera u otra a la realización del presente trabajo:
Al Geólogo Luís Jerónimo Valencia, quien nos acompañó desde el principio, aun
cuando esto parecía un sueño, y quien durante toda la realización de esta
investigación se convirtió en el infaltable “tercero”, acompañándonos a campo,
facilitándonos información, creando discusión e incluso ayudándonos en la
elaboración del presente informe final.
A los Geólogos Herman Uribe Peña y Andrés Gilberto Hernández, que nos
acompañaron en repetidas ocasiones a la zona de trabajo y que siempre
estuvieron alentándonos para la realización de este trabajo.
1. INTRODUCCION .............................................................................................. 16
2. OBJETIVOS ...................................................................................................... 17
2.1 GENERAL.................................................................................................................17
2.2 ESPECÍFICOS. .........................................................................................................17
3. LOCALIZACIÓN Y VIAS DE ACCESO ............................................................ 18
4. METODOLOGÍA ............................................................................................... 20
4.1 REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA ...................................................................................20
4.2 FOTOINTERPRETACIÓN ........................................................................................20
4.3 DIGITALIZACIÓN DE MAPAS .................................................................................21
4.4 TRABAJO DE CAMPO ............................................................................................21
4.5 ANALISIS PETROGRÁFICO Y GEOQUÍMICO .......................................................21
4.6 ELABORACIÓN DEL INFORME FINAL ..................................................................22
5. ANTECEDENTES ............................................................................................. 23
6. GEOLOGIA REGIONAL ................................................................................... 25
6.1 UNIDADES LITOLOGICAS ......................................................................................26
6.1.1 Complejo Arquía-Guamote............................................................................................... 26
6.1.2 Cuerpo Gabro Diorítico de Santa Rosa ........................................................................... 26
6.1.3 Complejo Quebradagrande-Alao ..................................................................................... 27
6.1.4 Flujos de lodo volcánico ................................................................................................... 27
6.1.5 Andesitas .......................................................................................................................... 27
9. PETROGRAFIA ................................................................................................ 57
9.1 DESCRIPCIÓN MACROSCÓPICA ..........................................................................58
9.2 DESCRIPCIÓN MICROSCÓPICA ............................................................................60
9.2.1 Descripción de fenocristales ............................................................................................ 60
9.2.2 Descripción de la masa fundamental ............................................................................... 68
9.2.3 Secuencia de cristalización .............................................................................................. 70
9.2.3 Implicaciones de los aspectos petrográficos por el ascenso del magma y el escape de
volátiles...................................................................................................................................... 75
CONCLUSIONES ................................................................................................. 93
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................... 95
ANEXOS ............................................................................................................... 99
LISTA DE FIGURAS
Mucho antes de que el hombre diera sus primeros pasos sobre el planeta, los
volcanes, aquellas geoformas que sorprenden por su belleza algunas, por su gran
altura otras o simplemente por su poder, ya moldeaban el paisaje, cubrían los
cielos de fragmentos de colores y tamaños sin igual y así como arrasaban con
bosques y animales devolvían parte de la vida que quitaban nutriendo los suelos y
creando hábitats para nuevas especies. Estos, quizás la forma más palpable de
vida al interior del planeta, hoy ante el crecimiento de las ciudades y la expansión
territorial del hombre, se han convertido en verdaderos problemas para la
supervivencia de éste.
En el corazón de Colombia, se alzan imponentes nevados volcanes que rayan con
sus cimas los cielos de grandes y medianas ciudades, con áreas de influencia no
solo urbanas sino rurales caracterizadas por amplias zonas de producción agrícola
y pecuaria, motores de la economía del centro del país. Partiendo de esto, el
estudio de estos volcanes y sus diferentes productos a través del tiempo, se hace
vital para conocer como funcionan o funcionaron y principalmente para establecer
hasta que punto y de que manera una actividad volcánica podría afectar a las
poblaciones cercanas y las actividades que estas desarrollan.
En el presente trabajo se estudian los flujos de lava que afloran entre el sector de
Tarapacá y el Jazmín, sobre la vía principal que comunica los municipios de
Chinchiná (Caldas) y Santa Rosa (Risaralda); estos flujos, denominados en este
trabajo como Campo de lavas de Tarapacá corresponden a los flujos de lava
reportados más lejanos del eje volcánico actual (sobre la Cordillera Central). Con
este estudio se pretende mediante una descripción a nivel de afloramiento y en
base a análisis petrográficos y geoquímicos, contribuir no solo al conocimiento
geológico de la zona, sino también al estudio de los flujos de lava, temática
discretamente abordada en el contexto geológico nacional.
16
2. OBJETIVOS
2.1 GENERAL
2.2 ESPECÍFICOS.
17
3. LOCALIZACIÓN Y VIAS DE ACCESO
Esta zona esta contenida en la plancha topográfica 224-II-A del Instituto Geográfico
Agustín Codazzi (IGAC) y se encuentra ubicada entre las coordenadas planas referidas a
Bogotá:
X: 825000; Y: 1038500
X: 833000; Y: 1031782
La principal vía de acceso que atraviesa la zona de estudio es el sistema de autopista del
Café que comunica los departamentos de Risaralda y Caldas en el tramo correspondiente
a Santa Rosa de Cabal y Chinchiná. En el área suburbana del municipio de Santa Rosa,
los caminos veredales por los que se transportan los productos de esta región como el
café, son abundantes, siendo en la zona de estudio los más importantes los que
conducen, de Tarapacá hasta la vereda San Andrés, desde el sector del Jazmín al
caserío Guacas y al caserío El Lembo, desde el caserío Guacas hacia la vereda La Viga,
desde el casco urbano hacia Termales de San Vicente y por ultimo, desde el restaurante
La Maria hacia la vereda Muelas por la antigua vía del Ferrocarril.
18
19
4. METODOLOGÍA
4.2 FOTOINTERPRETACIÓN
20
4.3 DIGITALIZACIÓN DE MAPAS
21
las propiedades ópticas se identificaron las fases mineralógicas y sus
asociaciones preferenciales, así como las proporciones de minerales, la presencia
de fragmentos líticos y autolitos, además de la descripción de la masa
fundamental y de las principales texturas. Con esto se pudo establecer no solo
una clasificación más concreta sino que también se pudo identificar un posible
orden de cristalización así como el papel del ascenso del magma en la cámara.
Para el análisis de elementos mayores se usó el método de separación analítica
denominado ICP-ES (espectrometría de emisión con fuente de plasma acoplado
inductivamente) y para el análisis de los elementos traza se utilizó el método ICP-
MS (espectrometría de masas con fuente de plasma acoplado inductivamente),
realizados ambos en los laboratorios ACME en Vancouver, Canadá. A partir de
estos se procedió a graficar en diagramas de discriminación y variación tamados
de varios autores con el objetivo de clasificar más específicamente los flujos e
interpretar su naturaleza y características particulares.
22
5. ANTECEDENTES
Los flujos de lava andesíticos que afloran en el sector de Tarapacá no han sido
estudiados en detalle, aunque se sabe de su existencia y se cuenta con algunos
estudios de geología regional.
Kassem T. (1972) elabora el mapa fotogeológico de los departamentos de
Caldas, Risaralda y Quindío, en su estudio reporta la presencia de una unidad de
rocas pórfido andesíticos y flujos de lava andesítico-dacítico cerca a los conos
volcánicos de edad Terciaria.
Herd (1974) realiza una investigación del complejo volcánico Ruíz-Tolima,
donde describe los productos de siete volcanes alineados, Nevado del Ruíz,
Nevado de Santa Isabel, Nevado del Cisne, Nevado del Quindío, Páramo de
Santa Rosa, Nevado del Tolima, y Cerro Bravo. Según su estudio las lavas
producidas por el Nevado de Santa Isabel descienden por el flanco oeste de la
cordillera central hasta las cercanías de la población de Santa Rosa de Cabal y el
Paramo de Santa Rosa, erodado en gran parte durante la última glaciación, es la
fuente de los flujos localizados al este de Pereira.
Mosquera (1978) en la geología del cuadrángulo K8 (Viejo Caldas) describe en
general los flujos de lava andesíticos-dacíticos del Mioceno-Pleistoceno como una
serie de mantos superpuestos que se extienden en forma de flujos descendentes
hasta 30 Km. del punto de emisión, corresponden principalmente a rocas
porfiríticas con matriz de vidrio volcánico y con fenocristales de plagioclasa y
algunos minerales máficos.
Thouret (1985) en el mapa fotogeológico a escala 1:250000 muestra los
aspectos geomorfológicos de la parte media de la cordillera central y los valles de
los ríos Cauca y Magdalena. A partir de lo reportado por este autor se puede
establecer que los flujos de lava de Tarapacá corresponden a una edad entre 1 y
0,6 Ma y su posible área fuente fue el Páramo de Santa Rosa.
Orozco y Gonzales (1991) en su estudio geológico-ambiental del área urbana y
suburbana del municipio de Santa Rosa de Cabal, describen en el sector del
Lembo un cuerpo de roca de origen volcánico de composición andesítica bastante
frescas, de color gris oscuro y que muestra un aspecto escoráceo con abundantes
vesículas y cavidades. En afloramiento se presentan intensamente diaclasadas
con la peculiaridad de poseer planos de diaclasamiento subhorizontales y
plegamientos locales.
23
Gonzáles (1993) en el mapa geológico del departamento de Risaralda,
describe como flujos andesíticos a la unidad aflorante en el sector suroriental del
departamento que varia de composición andesitita a andesítico basáltica y
localmente dacítica. Esta unidad es producto de un volcanismo relacionado a
fracturas tensiónales que sirvieron de canal de migración del magma hasta la
superficie.
Naranjo (1993) describe una secuencia de rocas volcánicas compuesta por
varias unidades de flujo de lava con dirección este-oeste y las denomina Flujos de
lava de la cuenca del río Campoalegre, las cuales presentan un aspecto masivo
con estructuras columnares y subhorizontales y fractura concoidea; en muestra de
mano fueron clasificadas como andesitas porfiríticas. Propone como fuente el
Páramo de Santa Rosa y le asigna una edad Plioceno tardío - Pleistoceno
temprano.
Naranjo y Estrada (1995) en su estudio “Evaluación geológica y geomorfológica
de la cuenca del río San Eugenio”, presentan una modesta descripción
petrográfica de los flujos de lava del río Campoalegre clasificándola como una
andesita basáltica de textura porfirítica seriada en una matriz microlítica fluidal con
fenocristales de plagioclasa cálcica, clinopiroxeno y hornblenda, presentando esta
ultima bordes de reacción a mineral de hierro.
Clavijo y Murillo (2003) en su trabajo sobre el cuerpo Gabróide de Santa Rosa
– Chinchiná, describen macroscópicamente las lavas del río Campoalegre como
una roca ígnea hipocristalina de textura porfirítica con fenocristales de plagioclasa
y anfíboles en una matriz de carácter afanítica, correspondiendo a una andesita
porfirítica mesocrática.
Naranjo (2005) propone cinco supraterrenos para la zona de influencia del
sistema de fallas de Romeral entre Pereira y Filadelfia, siendo estos Otún, San
Eugenio, Campoalegre, Chinchiná y Manizales. Propone además que el
emplazamiento de los flujos de lava del río Campoalegre, ocurrió antes de la
depositación de los flujos de lodo que constituyen el supraterreno San Eugenio,
constituyéndose así en una barrera topográfica que impidió que estos depósitos
pasaran a la cuenca del río Campoalegre.
24
6. GEOLOGIA REGIONAL
Figura 2. Mapa fotogeológico regional donde se muestran las principales unidades litológicas
aflorantes en la parte media occidental de la Cordillera Central, nótese los edificios volcánicos
Nevado del Ruiz, Nevado de Santa Isabel, Páramo de Santa Rosa y su influencia en el área. La
zona de trabajo esta encerrada en el cuadro rojo. Tomado y modificado de Thouret (1985).
25
6.1 UNIDADES LITOLOGICAS
Clavijo y Murillo (2003) hacen una recopilación de todos los nombres que ha
recibido este cuerpo gabroide que aflora entre Santa Rosa de Cabal y Chinchiná, y
tras un análisis petrográfico lo denominan cuerpo Gabroide Diorítico de Santa
Rosa con base en su clasificación de Diorita hornbléndica y Gabro Hornbléndico.
Mineralógicamente esta compuesto de hornblenda, hornblenda actinolítica,
plagioclasa (Anortita), clinozoisita, epidota y clorita. Según Gómez et al., 2004,
geoquímicamente el cuerpo pertenece a la serie subalcalina con carácter toleítico
y lo clasifican como Gabros y modalmente como Metagabros con un grado de
deformación que varia de cataclásita al oriente y milonita al occidente, según estos
autores, este ultimo detalle es probablemente la causa por la que algunos
geólogos (Estrada et al., 2001; en Gómez et al., 2004) han denominado al sector
milonítico como Anfibolita Saussuritica de Chinchiná.
Gómez et al., (2004), concluyen que el cuerpo se genero en un dominio distensivo
de dorsal oceánica y que probablemente hace parte del cinturón ofiolítico de
Romeral que posteriormente fue acrecionado al continente y actualmente limita al
este con el Complejo Quebradagrande y al oeste con el Complejo Arquía.
26
6.1.3 Complejo Quebradagrande-Alao
Gonzales (1993) define como flujos de lodo volcánico a una serie de depósitos
que afloran en los flancos de la Cordillera Central y que tienen como fuente el
complejo volcánico Ruiz-Tolima, corresponden a depósitos dejados por arrastre y
retrabajamiento de material volcánico, especialmente de tipo piroclástico, que
constituye la matriz, en su mayoría cenizas, arenas, lapilli pumítico y fragmentos
de rocas volcánicas, y de 40-60% de cantos de rocas volcánicas con ocasionales
bloques de rocas metamórficas y granodioritas (Gonzales, 2001). Los bloques
pueden ser de pocos centímetros hasta alcanzar un tamaño de 5 m., además
estos tienden a disminuir en tamaño y abundancia a medida que se alejan de la
fuente.
6.1.5 Andesitas
en una matriz vítrea. Por las relaciones de campo y la reconstrucción de la
actividad volcánica en el área se les ha asignado una edad Mioceno-Pleistoceno
(Herd, 1974; en Gonzáles, 1993).
Posteriormente Naranjo (2005) recopilando trabajos previos, denomina esta
unidad como Flujos de lava del Río Campoalegre y las describe como una
secuencia de varias unidades de flujo de lava cuya dirección de emplazamiento
es este-oeste producto de la actividad del Páramo de Santa Rosa y con una edad
Plioceno Tardío-Pleistoceno temprano. En su propuesta de supraterrenos
(secuencia sedimentaria depositada sobre terrenos yuxtapuestos limitados por
fallas), argumenta que esta unidad es anterior a la depositación de los flujos de
lodo que constituyen lo que él ha denominado Supraterreno San Eugenio pero
posterior al Supraterreno Campoalegre, esto quiere decir que el flujo de lavas del
Rio Campoalegre suprayacen discordantemente al supraterreno Campoalegre y
en su momento sirvieron como barrera natural para la depositación de los flujos
que conforman el Supraterreno San Eugenio.
Estos flujos los clasifica macroscopicamente como andesitas porfiríticas y a nivel
de afloramiento los describe como lavas masivas con estructuras columnares y
subhorizontales y fractura concoidea con un diámetro de las columnas de 10 a 15
cm. y con formas hexagonales, mostrando un espesor a lo largo de la vía
Chinchiná-Santa Rosa de 80 m., mientras que en el frente de avance de las lavas
que esta en la cantera sobre la margen derecha del río San Eugenio, el espesor
es de 115 m. Microscópicamente las clasifica como una andesita basáltica de
textura porfirítica seriada en una matriz microlítica fluidal cuyos fenocristales son
de plagioclasa cálcica, clinopiroxeno y hornblenda con bordes de reacción a
mineral de hierro.
El trazo principal de la falla Silvia-Pijao, atraviesa la zona de estudio en dirección
preferencial N-NE y como se menciono anteriormente, representa el límite entre
los complejos Quebradagrande al este y Arquía al oeste (Maya y Gonzáles, 1995).
Según Gonzales y Nuñez (1991) tiene un componente dextral, de carácter inverso
con alto ángulo hacia el este. Para Ingeomnas (1998), es una falla activa de 728
Km. de longitud, de carácter inverso, dextral que buza hacia el este.
La falla Filandia, otra de las fallas pertenecientes al sistema de Fallas de Romeral,
es casi paralela al trazo de la Falla Silvia-Pijao y atraviesa la zona de estudio en
toda su extensión, cortando el cuerpo Gabro Diorítico de Santa Rosa. Esta falla
nace de la falla Armenia, pasa al este de Filandia, sobre el abanico del Quindío y
al oeste de Santa Rosa de Cabal (James, 1986; en Clavijo et al., 2003).
29
7. GEOLOGIA LOCAL
7.1 ESTRATIGRAFÍA
Este amplio conjunto litológico ocupa el 3,9% del área de estudio constituyendo
así el basamento occidental (ver anexo 1), representado por franjas de esquistos
negros con dirección preferencial norte-sur con espesores de decenas de metros,
interrumpidas localmente por lentes concordantes de cuarcitas de espesores
centimétricos. Los esquistos presentan esquistosidad, color negro a gris oscuro,
brillo y tacto sedoso. En algunos sectores, por ejemplo en el cerro San Juan se
aprecian micropliegues y estructuras de crenulación, así como cuarcitas y bandas
de cuarzo a manera de boudinage. Figura 3.
La roca se observa en general fresca pero en algunos sectores debido a los
esfuerzos tectónicos a los que esta sometida, se aprecia moderadamente alterada
en las zonas de fractura y diaclasas.
En la carretera que de Chinchiná conduce a Santa Rosa de Cabal
aproximadamente 800 m., después del peaje de Tarapacá, se observa esta unidad
suprayacida discordantemente por los Flujos de lodo (Qfl). Figura 4.
30
Figura 3. Esquistos Negros del Complejo Arquía, detalle de estructuras de cuarzo a manera de
boudinage. Vía Chinchiná-Santa Rosa aproximadamente a 800 m del peaje de Tarapacá. Tamaño
del martillo 32 cm.
Figura 4. Flujos de lodo (Qfl), descansando discordantemente sobre los esquistos negros del
Complejo Arquia (Kca).
31
7.1.2 Cuerpo Gabro Diorítico de Santa Rosa (Kgds)
Debido a la posición que ocupa este cuerpo en la zona de estudio (34,3% del área
total), como se menciono anteriormente, en medio de dos importantes complejos
geológico estructurales, y limitado y a su vez cortado por un complicado sistema
de fallas (ver anexo 1), esta unidad se observa extremadamente diaclasada,
triturada e incluso en algunas partes altamente deformada. Figura 5.
7.1.3 Complejo Quebradagrande-Alao (Kcqa)
33
Toda esta secuencia se encuentra parcialmente interrumpida por paquetes de
materia carbonizada que alcanzan un espesor métrico y que se caracterizan por
los micropliegues y las alteraciones a sulfuros. Figuras 7 y 8. Así mismo paquetes
decimétricos a métricos de filitas de color crema, con brillo nacarado y tacto
sedoso, se pueden presentar. En algunos sectores se observan inyecciones de
venas de cuarzo, mineralizaciones de pirita y carbonatos diseminados.
La disposición general de los niveles varia de N4ºE a N20ºE, buzando entre 60º y
85º hacia el sureste. El mejor afloramiento se localiza sobre la vía que de Santa
Rosa lleva a termales de San Vicente, aproximadamente a 800 m., después del
sector El Obito.
Figura 8. Detalle del cuadro amarillo en la figura 7, nótese la alteración (color amarillo) y
plegamientos en paquete de materia carbonizada. Longitud del martillo 32 cm.
34
7.1.4 Depósitos Volcaniclásticos Cuaternarios (TQfl)
35
máximo 8 cm. Localmente se observan cambios en la coloración de la matriz
producto de la alteración.
Figura 9. Columna generalizada del deposito volcaniclástico cuaternario (TQfl) aflorante en la vía
Chinchiná-Santa Rosa aproximadamente 800 m después del peaje de Tarapacá.
36
Figura 10. Matriz volcánica con restos de materia orgánica.
37
7.1.5 Campo de Lavas de Tarapacá (Qlt)
Figura 11. Expresión geomorfológica del Campo de Lavas de Tarapaca (Qlt). Via caserío El
Lembo-Vereda Muelas, sector de Buenos Aires.
poco consolidados) constituidos por gravas arenas y limos, principalmente de
composición volcánica.
Geomorfológicamente se observan a manera de terrazas aluviales presentándose
en diferentes niveles, las mas recientes en la llanura de inundación de los ríos y
las más antiguas como colinas de mayor elevación. Figura 12.
Figura 12. Terrazas aluviales (Qal) en las márgenes del río Campoalegre, vía Chinchiná-Santa
Rosa, sector de Tarapacá-El Jazmín.
39
Figura 13. Indicadores morfotectónicos en la zona de estudio. A. Faceta triangular y B. Cambios
altimétricos que representan el trazo de la falla Santa Rosa Este, vía Tarapacá-Vereda San
Andrés. C. Silleta y faceta triangular, expresiones de la falla Filandia, vía Tarapacá-Hacienda Santa
Lucia. D. Silleta que representa el trazo de la falla Santa Rosa Oeste, sector Guacas.
40
Las fallas Santa Rosa Este y Oeste son fallas locales, paralelas al trazo de las
fallas Silvia Pijao y Filandia, y que a la altura del municipio de Chinchiná se
convierten en una sola falla. Son denominadas de esa manera porque pasan al
este y oeste respectivamente del municipio y se evidencian en campo por los
cambios altimétricos como silletas y hombreras.
La falla del río San Eugenio es la principal de las fallas con trazo sureste-
noroeste y se localiza al noroeste del municipio de Santa Rosa de Cabal. Controla
fuertemente el curso del río San Eugenio y representa el límite sur del área de
estudio.
41
8. GEOLOGIA LOCAL DEL CAMPO DE LAVAS DE TARAPACA
42
El Campo de lavas de Tarapacá esta conformado por una serie de flujos de lava
asociados a flujos piroclásticos que descienden desde lo alto de la Cordillera
Central y se creen producto de la actividad del Complejo Volcánico Ruíz-Tolima,
cuyos principales edificios volcánicos en la zona son el Volcán Nevado del Ruiz,
Volcán Nevado de Santa Isabel y Páramo de Santa Rosa. Figura 14.
Figura 14. Campo de lavas de Tarapacá y principales edificios volcánicos cercanos a la zona
estudio (recuadro en rojo). Nótese la distancia entre la parte más occidental de los flujos de lava y
el Complejo Volcánico Ruiz-Tolima. Tomado y modificado de Thouret (1985).
Los flujos de lava objeto de este estudio (ver recuadro rojo figura 14) son los más
distantes con respecto a dicho Complejo Volcánico: la parte más occidental se
encuentra a una distancia de 25 Km., aproximadamente. En la zona de estudio
ocupan un área de 11,7 Km2 y el espesor promedio es de 100 m, de manera que
se obtiene un volumen de 1,7 * 109 m3 de lava tan solo en el área de trabajo. Los
flujos de lava se pueden seguir por fotografías aéreas por aproximadamente dos
kilómetros a partir del limite oriental de la zona de trabajo, a partir de allí la
identificación de flujos se complica debido a la cantidad de productos volcánicos
que afloran hasta lo alto de la cordillera (ver figura 14). Esta cantidad y variedad
de productos volcánicos sumados al gran número de centros de emisión (los ya
identificados y los aun no descubiertos) y a la poca información disponible, hacen
casi imposible identificar la posible fuente de los flujos de lava objeto de este
estudio.
43
Para tener una idea aproximada del volumen mínimo que debió descender desde
el Complejo Volcánico hasta la parte más occidental de la zona de estudio (y por
ende la más distal, a unos 25 Km., aproximadamente), se asumió una franja
constante de 2 Km de ancho con un espesor promedio de 100 m., para obtener un
volumen en exceso de 5,0 * 10 9 m3.
A continuación se presenta una tabla con distintos tipos de flujos de lava (de
Mesetas de Basaltos y de Campos de Lavas) su composición y el volumen
ocupado, de manera que se puedan establecer comparaciones con el denominado
Campo de Lavas de Tarapacá.
lava se necesitarían 5.064 días que equivaldrían aproximadamente a 14 años de
actividad constante (partiendo del calculo de que si en 79 días se obtuvo un
volumen final de 3,9 * 107 m3 entonces, para obtener un volumen de 5,0 * 109 m3
se necesitaría tal cantidad de tiempo). Esto último no es probable, ya que en este
tipo de ambientes tectónicos (margen continental activa) y con tal composición de
los flujos de lava (andesítica), no se conoce hasta el momento un volcán que
permanezca en actividad efusiva constante por tanto tiempo, por lo que es más
lógico suponer varias erupciones intercaladas con periodos de no erupción en un
rango de tiempo presumible de 60 a 100 años.
Otro aspecto importante por analizar es la longitud final alcanzada por los flujos de
lava, que en el caso del Volcán de Colima la máxima distancia recorrida fue de
3.965 m., mientras que para el Campo de lavas de Tarapacá la misma fue de
25.000 m., aproximadamente. Esta diferencia tan marcada no solo se puede
deber a la tasa de emisión sino también a la topografía y condiciones particulares
al momento del descenso de la lava. Para los flujos de lava objeto del presente
estudio se asume que estos, descendieron por valles profundos que permitieron la
canalización de los mismos y por tanto que alcanzaran tales distancias.
45
Figura 15. A. Sector de Tarapacá-El Jazmín, flujos de lava en bloque (E= parte escoráceo,
M= parte masiva). B. Sector Cantera de afirmado, antigua vía del ferrocarril, nótese el aspecto
masivo de los flujos. C. y D. Chorros de lolo, Sector El Obito, los flujos se observan a manera de
uniones columnares.
46
8.1.2 Sector de la Cantera, sobre la antigua vía del Ferrocarril
Para acceder a este lugar desde la vía que de Chinchiná conduce a Santa Rosa,
después del Jazmín, se gira hacia la derecha en el sector de La Maria, allí se toma
la antigua vía del Ferrocarril en dirección nuevamente hacia Chinchiná (ver anexo
1); después de avanzar aproximadamente 3 Km., se llega a la cantera de afirmado
donde los flujos de lava que conforman el Campo de Lavas de Tarapacá alcanzan
los 130 m. de espesor aproximadamente. Hacia el lado occidental se puede
observar el pronunciado cañón del Río San Eugenio.
Ascendiendo por la vía que de Santa Rosa conduce a Termales de San Vicente,
en el sector conocido como El Obito, por un camino de trocha se llega a los
Chorros de Lolo, donde el río Campoalegrito cae desde una altura de 150 m.,
cortando los flujos de lava que conforman el Campo de lavas de Tarapacá (ver
anexo 1). Este lugar corresponde al sitio de muestreo más oriental de la zona de
estudio, aquí los flujos representan una franja de aproximadamente 1 Km., de
ancho con una disposición SEE-NWW y se presentan a manera de uniones
columnares. Ante un espesor tan grande, la identificación de pulsos es muy difícil,
pero el hecho de que hacia el oriente de la zona los espesores empiecen
aumentar se postula la idea de varios flujos que hacia el eje de la cordillera se
presentan a manera de escalones, siendo la unidad de flujos que dio origen al
Campo de lavas de Tarapacá, la que avanzo más.
47
Tabla 3. Valores promedio para flujos de lava según su composición. Tomado y modificado de
Kilburn (2000).
Lanzarote y Tenerife,
Is. Canaria
Mientras que los flujos pahoehoe se caracterizan por tener superficies lisas y
onduladas o acordonadas, los flujos aa y en bloque poseen superficies irregulares,
rugosas y fragmentadas. La diferencia entre aa y en bloque es que estas ultimas
se asocian frecuentemente a flujos de escombros y los fragmentos son lisos y
angulosos con tamaños desde decímetros hasta metros (para las aa los
fragmentos varían de centímetros a decímetros).
Una categoría menor pero a menudo mucho más frecuente que las anteriores
corresponde a los flujos masivos, es decir sin una apariencia externa definida y
con un aspecto compacto, comúnmente asociado a las lavas de composición
intermedia a acida.
Los flujos que conforman el Campo de lavas de Tarapacá, de composición
andesítica como se vera más adelante, pertenecen a las categorías en bloque y
masivos, siendo esta última la más generalizada en toda la zona (Ver figura 15 A y
B). A continuación se presenta una introducción a la teoría de los flujos de lava en
bloque y su influencia en el Campo de lavas de Tarapacá.
en bloque. Mientras la lava se conserve en estado “seudo-liquido” tendera a fluir,
pero cuando se empiece a solidificar el fracturamiento empieza a actuar y este va
a determinar la morfolología de las superficies de flujo, la preferencia del flujo a
formar tubos o canales alimentadores y el estilo del avance del frente de flujo.
Las lavas pahoehoe y aa tienen inicialmente núcleos fluidos, con baja resistencia,
es decir un grado bajo de solidificación pero aun asi, desarrollan una corteza que
puede fracturarse. La corteza se fractura intermitentemente para las lavas
pahoehoe pero persistentemente para las aa. Las lavas en bloque se comportan
similar a las aa, es decir también se fracturan persistentemente pero se
diferencian en que tienen una resistencia inicial mucho mayor, lo que hace que la
superficie de fractura ocurra a medida que el flujo avanza, independientemente de
si el enfriamiento ha formado o no una corteza significante. Esto último implica que
la lava parental es lo suficientemente fuerte para romperse sin la necesidad de
que exista enfriamiento superficial inicial, por esta razón las lavas en bloque
tienden a tener superficies rotas y frentes desintegrados desde el inicio del
emplazamiento. Figura 16.
Figura 16. Estilo de la fractura cortical vs. resistencia del núcleo. Tomado y modificado de Kilburn
(2003)
Figura 17. A. Esquema de un flujo de lava en bloque, la flecha indica la dirección de movimiento.
Tomado y modificado de Kilburn (2000) B. Sección longitudinal de un flujo de lava en bloque.
Tomado y modificado de Cash and Wright (1988).
Figura 18. Parte escoriácea de las lavas en bloque. A. Aspecto general. B. y C. Detalles de la
matriz y fragmentos. Longitud del martillo 32 cm., del bolígrafo 13 cm., y de la moneda 2 cm.
50
Las superficies de las lavas en bloque además de su aspecto escoriáceo son
relativamente fáciles de identificar pues son más susceptibles a la meteorización y
comúnmente se encuentran más alteradas (con superficies de color amarillo y
naranja principalmente) y bio-turbadas (asociados a materia orgánica y procesos
de formación de suelos) en comparación con las partes masivas que son mas
resistentes y por lo tanto se observan frescas.
Idealmente estas superficies escoriáceas se desarrollan en la periferia del flujo
(ver figura 17-A), por lo que se esperaría que cada flujo estuviese separado uno
del otro por dichas superficies, pero esto implicaría un terreno plano y homogéneo
que permitiese el discurrir de los diferentes flujos sin mayores obstáculos y donde
un flujo se depositase uniformemente sobre el anterior. Esta premisa entre otras,
serviría de criterio para identificar la cantidad de flujos individuales que conforman
un determinado campo de lavas.
En el caso de los flujos de lava en bloque que hacen parte del Campo de lavas de
Tarapacá este modelo ideal no se aplica en lo más mínimo, ya que la relación
entre la parte externa escorácea y la parte interna masiva es en extremo
desordenada. En la Figura 19 se ilustran algunas de las presentaciones de las
lavas en bloque, en las cuales la parte escorácea a menudo, suele observarse a
manera de cuñas al interior de las partes masivas (ver figura 19-B), o rodeando las
mismas, siendo poco común los contactos netos normales a la superficie del
terreno, entre ambas partes.
Como se observa en la figura 19-A, la presentación vertical de las partes masivas
y escoráceas no coincide con el modelo ideal esperado para el estudio de los
flujos de lava por lo que la identificación de pulsos es muy difícil, además plantea
la posibilidad ya sea de un volcamiento tectónico o un terreno con obstáculos. La
primera posibilidad se descarta principalmente por la poca edad que se asume
para los flujos de lava, mientras que la segunda vía es más factible, ya que la
presencia de obstáculos en el terreno podría inducir a que los flujos de lava
adoptaran posiciones diferentes a las esperadas.
Tanto los flujos de lava masivos como en bloque pueden desarrollar en su interior
estructuras diversas las cuales pueden llegar a ser mucho más complejas que las
superficies externas.
Como ya se menciono previamente, a medida que el flujo avanza se forma una
corteza o superficie externa que en teoría se encuentra más fría y sólida que el
interior, allí el flujo aun conserva temperaturas altas y se pueden presentar
contracciones termales que dan origen a uniones columnares o estructuras de
relajación a manera de lajas y rampas en respuesta al enfriamiento diferencial y a
las propiedades reológicas de los flujos, conocidas como estructuras en rampa.
51
Estas dos estructuras se pueden observar en los flujos del Campo de lavas de
Tarapacá.
Figura 19. A y B, aspectos generales de las lavas en bloque aflorantes en el sector Tarapacá-El
Jazmín. C y D, detalles de la relación entre parte escorácea externa (E) y parte masiva interna (M).
La barra amarilla representa 1 m de longitud; el martillo mide 32 cm.
Según Best (1982) todas las rocas magmáticas están unidas en alguna proporción
ya sea debido a procesos tectónicos posteriores a su consolidación o como
producto de la contracción durante el enfriamiento desde un estado magmático.
Durante esta contracción termal al interior de los flujos de lava puede darse un
arreglo de uniones columnares poligonales. A medida que el cuerpo se enfría y el
52
esfuerzo termalmente inducido excede la resistencia tensional, espontáneamente
surgen grietas en muchos puntos de la superficie isotermal. Aproximadamente tres
fisuras salientes separadas 120º una de otra, representan el mínimo trabajo para
la configuración en estos puntos de nucleación. A medida que estas fisuras se
propagan, ellas intersectan la forma irregular de polígonos de 5 a 6 lados que
algunas veces pueden llegar a ser de 3, 4 o 7. Con enfriamiento continuo y
contracción dentro de las partes internas del cuerpo tabular, las grietas poligonales
iniciadas en la superficie isotermal marginal se propagan hacia dentro para formar
uniones columnares poligonales tridimensionales. Figura 20.
53
Las columnas se forman perpendicularmente a las superficies de temperatura
constante, las cuales son usualmente paralelas a las superficies del flujo (Winter
2001). Las columnas pueden variar de 5 cm. a más de 3 m de ancho, son
típicamente rectas y generalmente tienen lados paralelos semirectos aunque
pueden estar curvados.
En el campo de lavas de Tarapacá, las uniones columnares se presentan en dos
sectores, en el sector Tarapacá-El Jazmín y en el sector El Obito (ver anexo 1).
En el primer lugar las uniones columnares presentan superficies de 5, 4 y mucho
menos frecuente 3 lados (Ver Figura 19-C) con diámetros que oscilan entre 10 y
20 cm. y con tendencias desde 40º al NW hasta 20º al SE. En este sector en
particular es frecuente encontrar procesos de meteorización esferoidal asociados
con la formación de estas uniones. Mientras, en el sector El Obito, las columnas
tienen diámetros de 20 a 30 cm. en promedio y en su mayoría poseen superficies
pentagonales; presentan una tendencia preferencial al NW con algunas
variaciones marcadas al SEE.
La variación en la disposición de las columnas en un trayecto corto, por ejemplo
en el sector de Tarapacá-El Jazmín, donde en pocos metros el buzamiento puede
cambiar de SE a NW, plantea la idea de columnas ligeramente curvadas, lo que se
puede explicar a través del modelo propuesto por Winter (2001); donde se
presenta un corte ideal con cuatro subdivisiones, las cuales, desde la base al tope
serían: columnas inferiores, una entabladura central, columnas superiores y un
flujo superior vesicular. Figura 21.
Esta diferenciación entre tope-base y parte media, se debe a que el tope y la base
de los flujos se enfrían antes que la parte central por lo que estas áreas externas
se contraen mientras que en el centro no, por eso tienden a formar uniones
columnares más definidas. La irregularidad de la entabladura central se puede
explicar ya sea por superficies de enfriamiento perturbadas o por deformación
post-unión del aun dúctil flujo central. (Winter, 2001).
En el caso del Campo de lavas de Tarapacá, como se puede observar en las
fotografías de la figura 21, la mayoría de uniones columnares identificadas
corresponden a la parte central o entabladura; la perturbación que pudo haber
ocasionado este arreglo se considera también relacionada con un terreno con
obstáculos previo al acomodamiento de los flujos.
Debido a la alta viscosidad del magma se produce una gran cantidad de cizalla
interna. El movimiento a lo largo del terreno es retardado por la fricción, mientras
que el movimiento líquido en el interior sigue aumentando lo que provoca que el
flujo tienda a separarse en una serie de láminas que se deslizan una sobre otra
54
como en una baraja de cartas. El movimiento de las láminas es
predominantemente paralelo a la superficie infrayaciente y cuando se han
solidificado estas pueden ser muy delgadas (de unos cuantos centímetros). Cerca
al frente del flujo, la alta viscosidad del magma puede causar que los planos de
cizalla se doblen afiladamente hacia arriba. Las rampas se pueden formar cuando
el movimiento local empuja hacia arriba porciones del flujo a lo largo de planos de
cizalla.
Figura 21. Esquema ideal que ilustra las subdivisiones típicas de las uniones columnares al interior
de un flujo de lava. Tomado y modificado de Winter (2001). Las fotografías fueron tomadas en el
sector de Tarapacá-El Jazmín a 500 metros una de la otra; las flechas indican el buzamiento de las
columnas.
55
En el sector de la cantera sobre la antigua vía del ferrocarril, el tipo de flujo que se
observa se considera en su conjunto masivo (Ver figura 15-B), pero aun así
presenta estructuras en rampa, donde se ve el arreglo a manera de láminas que
tienen un espesor promedio entre 5 y 10 cm. y uno máximo de 30 cm. y donde
además, en algunos lugares, dichas laminas se pueden observar dobladas hacia
arriba. Figura 22.
Figura 22. Estructuras en rampa sector de la cantera sobre la antigua vía del ferrocarril. Nótese la
disposición en láminas y la tendencia a la flexión hacia arriba. El martillo tiene una
longitud de 32 cm. y el bolígrafo 13 cm.
56
9. PETROGRAFIA
Tabla 4. Relación de muestras y tipo de análisis realizado. Nótese que en el sector El Obito, no se
cuenta con análisis químico, esto debido al alto grado de meteorización que mostraban las
muestras en dicho sector.
57
9.1 DESCRIPCIÓN MACROSCÓPICA
Figura 23. Muestras de mano. A. LR6 Sector Tarapacá-El Jazmín. B. LR8 Sector El Obito.
C. LR12.2 Sector Cantera de afirmado. El detalle muestra la diferencia entre las
tonalidades de la matriz. Diámetro de la moneda 16 mm.
58
Los flujos de lava que conforman el Campo de Lavas de Tarapacá corresponden a
una roca porfirítica, mesocrática, con una relación 30% de fenocristales y 70% de
matriz. Los fenocristales presentan una orientación preferencial en una matriz
vítrea afanítica de color gris oscuro y son en su mayoría plagioclasas con un
tamaño en promedio de 2 mm. y en menor proporción, minerales oscuros como
anfíboles y piroxenos de 1.5 mm. en promedio (ver figura 23-A y B).
Dada esta asociación mineralógica y la descripción textural, estas muestras son
clasificadas como Andesitas Porfiríticas, sin mayor variación entre uno y otro
sector, a excepción de una característica particular que presenta la muestra LR
12.2, donde se observa la matriz con dos tonalidades de grises (uno claro y otro
oscuro) y una presentación irregular a manera de una “mezcla” de dos tipos
diferentes de vidrios (ver figura 23-C).
Una descripción más puntual se realizo en la parte escoriácea de los flujos de lava
en bloque donde se observó un cambio importante en características tales como el
color de la matriz la cual cambia a un tono gris más claro, la presencia de
vesículas la cual aumenta significativamente y quizás relacionada a esta última,
una disminución considerable en la densidad relativa de las muestras. Figura 24.
Figura 24. Muestra de mano de la parte escorácea de un flujo de lava en bloque. Nótese el cambio
textural entre el fragmento de roca y la matiz que lo rodea. Diámetro de la moneda 16 mm.
59
9.2 DESCRIPCIÓN MICROSCÓPICA
Plagioclasas.
Constituyen el mineral más abundante en las muestras analizadas en una
proporción de 40 a 43% (Figura 25). Corresponden a plagioclasa tipo labradorita
(An50-70) de acuerdo con el método de Michel-Levy y presentan comúnmente
maclas de Albita, Albita-Periclina (Figura 25-B) y Periclina-Carlsbald. Son cristales
subhedrales a euhedrales, de hábito tabular, con lados principalmente rectos y
algunos irregulares (Figura 25-A); que varían de tamaño fino a medio (en
promedio 1,2 mm. y máximo 2,5 mm.), además como ya se menciono, tienen un
papel importante como microlitos en la masa fundamental. Asimismo como
características especiales, presentan una zonación oscilatoria y en algunos casos
de patrón complejo (Figura 25-E) y centros de reabsorción.
60
Figura 25. Principales características de los fenocristales de plagioclasa. A. LR5 a) NII y b) NX.
Ilustración de textura en cedazo (sieve), textura seriada y orientación de fenocristales. B. LR6 a)
NII y b) NX. Nótese la macla de Albita-Periclina y los bordes rectos e irregulares. C. LR8 NII.
Representación de textura glomeroporfirítica. D. LR6 NII. Nótese la Textura esqueletal. E. LR8 NX.
Ilustración de patrón de zonación compleja. Abreviaturas según Kretz (1983)
61
Presentan texturas de flujo y seriada y frecuentemente se observan texturas en
cedazo o inclusiones de vidrio (Figura 25-A). Son comunes las inclusiones de
minerales accesorios como apatitos y algunos opacos, además de texturas
esqueletales (Figura 25-D)
Es usual encontrarlos agrupados con otras plagioclasas (textura glomeroporfirítica,
figura 25-C) o con minerales máficos como piroxenos (textura cúmuloporfiriticas) y
en especial con estos últimos la relación esta marcada por una intrincada historia
de cristalización que se explicara más adelante.
Piroxenos.
Se encuentran en una proporción de 30 a 35% del total de porcentaje de los
fenocristales y por sus características ópticas se logro diferenciar entre
ortopiroxenos y clinopiroxenos (Figura 26). Se presentan como cristales
euhedrales a subhedrales, en cortes basales y tabulares, de lados semirrectos,
con tamaño de grano fino (desde 0,25 mm. haciendo parte de la masa
fundamental) a medio (promedio 1 mm.; máximo 1,5 mm.).
Figura 26. Ortopiroxeno y clinopiroxeno. A. LR8 a), b) NII y c) NX. Nótese el pleocroísmo rosado y
la extinción paralela del ortopiroxeno. B. LR12.1 a) NII y b) NX. Nótese el fuerte color de
interferencia del clinopiroxeno. Abreviaturas según Kretz (1983)
62
Los ortopiroxenos (Figura 26-A) del tipo Hipersteno, con típico pleocroísmo rosado
pálido y extinción paralela, son los más abundantes representando entre un 17 y
25% del total del porcentaje de piroxenos y son la fase más desarrollada
alcanzando tamaños de grano hasta de 1,5 mm.
Los clinopiroxenos (Figura 26-B) tipo augita, con un leve pleocroísmo verde,
extinción oblicua y un alto color de interferencia, están en una menor proporción
entre el 10 y 13% del total de piroxenos. Se caracterizan por presentar tamaños
menores que los ortopiroxenos (entre 0,25 y 0,8 mm.) y a menudo se observan
como microcristales incluidos en oxihornblendas.
En general los piroxenos, se observan maclados, tipo Carlsbald o con
intercrecimientos a manera de lamellas, textura “schiller” (Figura 27-A y B). Las
texturas más comunes que presentan los piroxenos son las texturas
cumuloporfiríticas y glomeroporfiríticas, además de inclusiones aisladas de opacos
y apatitos; así como centros de reabsorción y texturas esqueletales (Figura 27-C y
D). En los cortes basales, en algunas muestras, se observa un borde de
microcristales que han sido identificados como piroxenos, a manera de textura en
corona (Figura 27-E y F).
Oxihornblendas.
Representan la fase mineralógica menos abundante de los fenocristales, variando
entre un 20 y 25% del total de los fenocristales (Figura 28). Son cristales
euhedrales a subhedrales, con hábito prismático, cortos y largos, con lados rectos
y a menudo en cortes basales, donde son evidentes las dos direcciones de clivaje.
Varían desde tamaños de grano fino (microcristales desde 0,25 mm.) hasta medio
(en promedio 1 mm. y máximo 1,5 mm.). Presentan un fuerte pleocroísmo de
pardo a pardo rojizo. Es común observar una macla simple.
Se presentan a menudo con centros de reabsorción (Figura 28-A y B) y con
algunas inclusiones de accesorios menores, y en texturas glomeroporfiríticas y
cumuloporfiríticas, con una relación preferencial con los cristales de piroxeno
(Figura 28-A y D).
Los bordes de reacción típicos de las oxihornblendas se observan de dos clases,
el más común de óxidos de Fe-Ti con grosores que varían desde pocos milímetros
hasta invadir completamente el cristal (Figura 28-C y D) y uno menos común
conformado por cristales aciculares de plagioclasa, piroxeno y minerales opacos
(Figura 28-A).
63
Figura 27. Características de los piroxenos. A. LR5 NX. Piroxeno maclado. B. LR5 NX. Piroxeno
con lamellas (textura shiller). C. LR12.2 NX. Piroxeno con centros de reabsorción. D. LR6 NX.
Piroxeno esqueletal. E. LR12.1 NII. Ortopiroxeno con textura en corona. F. LR12.1 NX.
Clinopiroxeno con textura en corona. Abreviaturas según Kretz (1983).
64
Figura 28. Características de las oxihornblendas. A. LR8 a) NII y b) NX. Corte basal con centros
de reabsorción, nótese la asociación con ortopiroxeno. B. LR6 NII. Corte basal con centros de
reabsorción. C. LR12.1 NII. Nótese el amplio borde de reacción de óxidos de Fe-Ti. D. LR12.1
a) NII y b) NX. Fenocristales completamente alterado a óxidos de Fe-Ti, nótese la relación con
ortopiroxenos. Abreviaturas según Kretz (1983).
65
Accesorios menores.
Son principalmente minerales opacos y apatitos. Representan entre el 5 y 7%
según estimación visual, del total de los minerales presentes en las muestras.
Esencialmente son de tamaño de grano fino, aunque hay algunos minerales
opacos que alcanzan tamaños medios (máximo 1,2 mm.), y son más frecuentes
como microcristales en la masa fundamental. Como se ha mencionado
previamente se observan comúnmente como inclusiones en las principales fases
mineralógicas y en particular algunos opacos en texturas cumuloporfifícas con
fenocristales de piroxenos y oxihornblendas.
Fragmentos líticos.
Representan hasta el 3% de la composición total de fenocristales, corresponden a
fragmentos que no hacen parte de la actividad magmática que dio origen a los
flujos de lava sino que probablemente fueron incorporados posteriormente a los
mismos (fragmentos accidentales), se caracterizan por presentar formas
irregulares alargadas y con una composición principalmente de microcristales de
cuarzos, epidotas y minerales opacos, dicha asociación parece estar relacionada a
fases hidrotermales (Figura 29-A y B).
Figura 29. Fragmentos líticos. A. LR6 a) NII y b) NX. Nótese la forma irregular alargada del lítico.
B. LR12.2 NII. Nótese la cantidad de minerales opacos. Abreviaturas según Kretz (1983).
Autolitos.
Se encuentran en una escasa proporción del 2% en las muestras estudiadas y
consisten en asociaciones máficas de microcristales de piroxenos y plagioclasas
(composición basáltica). Tienen un tamaño promedio de 2 mm. y máximo de 2,5
mm. (Figura 30). Los piroxenos son de hábitos subhedrales con lados
redondeados mientras que las plagioclasas conservan su apariencia tabular.
Algunos presentan centros de reabsorción y texturas simplectitas entre piroxenos
y óxidos de Fe (Figura 30-A y B).
66
Figura 30. Autolitos. A. LR8 NII Nótese el centro de reabsorción y la distribución de los
microcristales. B. LR8 a) NII y b) NX. Detalle de la figura A; nótese las texturas simplectitas.
C. LR8.a) NII y b) NX. Nótese la redondez de los microcristales de piroxenos. Abreviaturas según
Kretz (1983).
67
9.2.2 Descripción de la masa fundamental
68
Figura 31. Características de la masa fundamental. A. LR5 NII. Nótese el color de la masa
fundamental y la dispersión de los microlitos. B. LR12.1 NII. Aumento en la cantidad de microlitos y
orientación marcada de los mismos. C. LR8 NII. Cantidad moderada de microlitos y tonalidad de la
matriz intermedia. D. LR12.2 NII. Mezcla de vidrios: V1= Vidrio oscuro, V2= Vidrio claro. E. LR12.2
a) NII y b) NX. Detalle de la mezcla de vidrios. Abreviaturas según Kretz (1983).
69
9.2.3 Secuencia de cristalización
Diversas denominaciones texturales se emplean para referirse a las relaciones de
inclusión, como por ejemplo la textura poikilitica, que según Mackenzie (1999), se
trata de cristales grandes de un mineral, llamados oikocristales, que encierran
numerosos pequeños cristales, o shadocristales, de otro u otros minerales. Asi
mismo los conceptos de textura ofítica y subofítica tratan sobre la interacción
particular entre cristales de plagioclasa y piroxeno.
Un término en particular conocido como textura en corona, donde un cristal es
rodeado por un borde o manto de uno o más cristales de otro mineral puede servir
también para establecer historias o secuencias de cristalización en ciertos casos
particulares.
Para efectos de este trabajo, en la descripción y análisis de las secciones
delgadas, no se emplearon los términos poikilítico, ofítico o subofítico, dado que
las definiciones puntuales de dichos términos no ilustraban de manera correcta y
completa las relaciones de inclusión observadas en las secciones, por lo que se
tomo la decisión de nombrarlas simplemente como inclusiones.
Dicho esto y después de de haber caracterizado cada uno de los fenocristales y la
masa fundamental que conforman las andesitas porfiríticas del Campo de lavas de
Tarapacá, es momento de plantear una posible secuencia de cristalización a partir
de las relaciones de inclusión entre dos grupos de fenocristales: piroxenos-
plagioclasas y piroxenos-oxihornblendas.
Piroxenos-plagioclasas.
Las plagioclasas (tipo labradorita), como se describió previamente es la fase
mineralógica que alcanzo los mayores tamaños, con formas generalmente
subhedrales, mientras que los piroxenos (tanto ortopiroxenos como
clinopiroxenos) son de menor tamaño y con formas principalmente euhedrales.
Figura 32.
Las relaciones de inclusión entre estas dos fases mineralógicas consisten
principalmente en relaciones tangenciales es decir, por un lado o borde (a manera
de adherencia, figura 32-A y D) y unos pequeños remanentes de cristales de
piroxeno al interior de las plagioclasas (ver figura 32-B y C).
Ya que los piroxenos se encuentran incluidos en las plagioclasas y que poseen un
mayor grado de euhedralismo, se puede establecer hasta este momento, que
estos cristalizaron primero que las plagioclasas y que el fundido en un principio era
de una composición más básica.
71
Figura 32. Relaciones de inclusión entre piroxenos y plagioclasas. A. LR5 a) NII y b) NX.
Plagioclasa con procesos de reabsorción y relación tangencial con clinopiroxeno. B. LR5 NII.
Plagioclasa con pequeñas inclusiones de ortopiroxeno y relacion tangencial. C. LR8 a) NII y b) NX.
Plagioclasa con textura sieve e inclusiones de ortopiroxeno además de relación tangencial.
D. LR12.1 NII. Plagioclasa con procesos de reabsorción y adherencia a ortopiroxeno.
Abreviaturas según Kretz (1983).
Piroxenos-oxihornblendas.
La relación de tamaños entre piroxenos-oxihornblendas, es mucho más pareja que
la vista entre piroxenos-plagioclasas, sin embargo al igual que en esta asociación,
con respecto a las formas de los cristales, los piroxenos (tanto ortopiroxenos como
clinopiroxenos), conservan el euhedralismo, mientras que las oxihornblendas
sobresalen por sus formas subhedrales a moderadamente euhedrales. Figura 33.
En esta asociación mineralógica, son mucho más comunes las inclusiones de
cristales de piroxenos en oxihornblendas (ver figura 28-D) y los contactos
suturados entre los mismos (figura 33-A y B), además de los ya mencionados
contactos tangenciales (figura 28-A y 33-D).
72
Figura 33. Relaciones de inclusión entre piroxenos y oxihornblendas. A. LR6 a) NII y b) NX.
Oxihornblenda en contacto suturado con clinopiroxeno. B. LR6 NII. Oxihornblenda en contacto
suturado con ortopiroxeno y tangencial con clinopiroxeno. C. LR5 NII. Oxihornblenda en contacto
tangencial con Ortopiroxeno. Abreviaturas según Kretz (1983).
siempre tienden a ser euhedrales y a estar incluidos en otros cristales, pero
comúnmente estos se forman durante estados tardíos de cristalización.
En el caso de las oxihornblendas, ellas debido a la energía superficial de sus
caras, tienen una tendencia marcada al euhedralismo por lo que este no es un
criterio confiable para establecer secuencia de cristalización. Entonces, teniendo
en cuenta que los piroxenos comúnmente se encuentran incluidos en las
oxihornblendas, se puede argumentar que los piroxenos se formaron previo a la
cristalización de las oxihornblendas.
74
9.2.3 Implicaciones de los aspectos petrográficos por el ascenso del magma
y el escape de volátiles
en que el magma alcanzo el campo de estabilidad de la hornblenda (1600 bares
aproximadamente), equivalente a una profundidad de 6.3 Km., asumiendo
densidades magmáticas de 2.62 g/cm3. Esto se traduce en una tasa de ascenso
magmática de 570-900 m/día.
En el caso de las oxihornblendas que hacen parte de las andesitas porfiríticas que
conforman el Campo de lavas de Tarapacá, el cálculo del espesor promedio de los
bordes, basado en estimación visual, arrojo datos en promedio de 0,2-0,25 mm.
(50-100 μm) en las muestras LR5, LR6, LR8 (ver figura 28 A y B) alcanzando un
máximo de 0,4 mm. (200 μm) en las muestras LR12.1 y LR12.2 (las más
occidentales, ver figura 28 C y D).
Estos espesores tan grandes en comparación con las muestras del Volcán Colima
se debe posiblemente a que estas fueron recolectadas aproximadamente a 3 Km.
de distancia del centro de emisión (vent), mientras que las del Campo de lavas de
Tarapacá se encuentran a una distancia aproximada de 25 Km., de su fuente
probable. Luhr (2002) contempla además la posibilidad de que los bordes de
reacción se formen de dos maneras, uno a medida que el magma asciende hasta
el cráter y otro durante el flujo del magma al interior de un canal de lava aislado
termalmente hasta alcanzar el termino del flujo. Entonces como los flujos del
Campo de lavas de Tarapacá recorrieron mucho más terreno, probablemente
confinados a un valle donde las condiciones de temperatura se mantuvieran
relativamente similares, los bordes de reacción en las hornblendas continuaron
formándose casi hasta el final de los flujos, y precisamente por esta razón las
muestras del sector más occidental, es decir, el más distal de la fuente, son las
que muestran los bordes más gruesos hasta invadir completamente el cristal (ver
figura 28-D).
Texturas de desequilibrio.
Aspectos como la mezcla de vidrios y los centros de reabsorción, sumados a los
bordes de reacción en las oxihornblendas, la textura cedazo y las zonaciones
relacionadas a las plagioclasas, son considerados para la mayoría de petrólogos
como indicadores de desequilibrio a nivel de la cámara magmática. Según
Calvache et al (1997), este desequilibrio se puede deber ya sea a la mezcla de
diferentes tipos de magmas, presión de agua variable, circulación de cristales
dentro de un reservorio de magma y/o diferentes composiciones de material
asimilado.
Nelson y Montana (1992) resaltan el papel de la descompresión y cambio en el
contenido de volátiles como responsable de las texturas de desequilibrio
particularmente en las plagioclasas; al igual que Reubi et al., 2002, quienes
argumentan que en determinados estados del sistema magmático las variaciones
en el contenido de volátiles y/o temperatura podrían representar un papel más
importante que la mezcla de magmas.
76
En el caso de los bordes de reacción de las oxihornblendas, se mencionó la
pérdida de volátiles como una consecuencia directa del lento ascenso del magma.
Dado que los flujos de lava objeto de este estudio, recorrieron una gran distancia,
siendo un fundido de composición andesítica la cual se esperaría que por su alta
viscosidad no viajara tanto, se puede concluir que la pérdida de volátiles jugo un
papel muy importante no solo en el avance de estos flujos, sino quizás también en
las texturas de desequilibrio observadas principalmente en las plagioclasas y en la
mezcla de vidrios en la muestra LR12.2.
77
10. GEOQUIMICA
Los análisis geoquímicos se realizaron para tres muestras (ver tabla 4), en los
laboratorios ACME en Vancouver, Canadá; con el objetivo de caracterizar los
flujos de lava que conforman el Campo de lavas de Tarapacá y posteriormente
comparar los resultados con los datos disponibles de flujos de lava producidos por
los volcanes más cercanos a la zona de estudio: el Volcán Nevado de Santa
Isabel y el Volcán Nevado del Ruiz.
Del Volcán Nevado de Santa Isabel solo se encontró la información de Núñez et
al., 1993, donde se caracterizan los flujos de lava en bloque más recientes del
denominado Complejo de Domos de Santa Isabel (entre 5700 y 3400 años AP.),
estos fueron recolectados en el sector sur del cráter y se relacionan con la
formación de la Laguna del Otún; comprenden tan solo Geoquímica de Óxidos
Mayores con el inconveniente adicional de que muchos de estos datos no son los
adecuados, es decir, no son los esperados para rocas de un ambiente de margen
continental activa (por ejemplo, valores de Al2O3 entre 2,7 y 5,5 wt%, y de MnO
entre 5,8 y 7,8 wt%) .
Los datos del Volcán Nevado del Ruiz se tomaron de Vatin-Pérignon et al., 1989,
quienes dividen los flujos de lava de este volcán en dos categorías principales,
lavas antiguas (Old Lavas, 1.8-1.0 Ma.), una de ellas recolectada en la zona de
influencia del Páramo de Santa Rosa y lavas recientes (Young Lavas, 0.8-0.6 Ma),
entre los que sobresale los flujos de lava en bloque de río Molinos. Se contaron
tanto con Geoquímica de Oxidos Mayores como de Elementos Traza y Tierras
Raras.
Lastimosamente no existen datos del Paramo de Santa Rosa ni de otros centros
de emisión en esta parte del Complejo Volcánico, lo que hace muy difícil poder
establecer relaciones claras entre el Campo de Lavas de Tarapacá con alguna
fuente probable y/o con un período de actividad eruptiva de tipo efusiva a nivel de
todo el Complejo. Por esta razón en este capítulo se presenta tan solo una
descripción general de la Geoquímica y algunas conclusiones producto de la
comparación de datos en especial los relacionados con el Volcán Nevado del Ruiz
el cual es uno de los edificios volcánicos mejor estudiados y por ende uno de los
que más información reúne.
78
10.1 DATOS
Tabla 5. Composición de roca total de las andesitas porfiríticas del Campo de lavas de Tarapacá,
óxidos mayores en porcentaje en peso (wt%) y elementos traza en partes por millón (ppm). FeO* =
Fe2O3/1.1113
Continuación…
Nb 6,1 5,8 6
Rb 50,5 48,3 49,4
Sn 1 1 1
Sr 592 598,3 594,5
Ta 1,3 0,3 0,4
Th 5,3 5,4 5,2
U 2,3 2,2 2,3
V 144 143 138
W 0,7 0,5 0,6
Zr 128,5 129 127,5
Y 19,2 23,2 17,8
La 19,8 21,7 18,2
Ce 38,5 41,1 39,3
Pr 5,38 5,71 4,88
Nd 21,4 23,7 19,8
Sm 4,3 4,7 3,9
Eu 1,19 1,27 1,14
Gd 3,8 4,14 3,45
Tb 0,66 0,71 0,61
Dy 3,08 3,41 2,87
Ho 0,59 0,68 0,56
Er 1,89 1,97 1,61
Tm 0,28 0,32 0,24
Yb 1,88 2,05 1,77
Lu 0,27 0,28 0,24
80
Figura 34. Diagramas de discriminación de series magmáticas donde se ilustra la relación entre las
rocas del Campo de lavas de Tarapacá con las lavas recientes del Nevado Santa Isabel y las lavas
antiguas y recientes del Nevado del Ruiz A. Diagrama TAS -Total álcalis vs. Sílice- para rocas
volcánicas (Le Maitre et al. 1989; en Rollinson, 1998). La subdivisión entre rocas de afinidad
alcalina y subalcalina es dada según Irvine y Baragar, 1971 (en Rollinson, 1998). B. Diagrama K2O
vs. Sílice para la subdivisión de series subalcalinas (Peccerillo y Taylor, 1976; en Rollinson, 1998).
Comparando con los flujos de lava de los Nevados Santa Isabel y Ruiz es evidente
el predominio de rocas de composición Andesítica y de afinidad subalcalina, en
particular en la subserie calcoalcalina, sin embargo, el alto contenido de álcalis
total en la mayoría de muestras del Nevado de Santa Isabel (lo que le otorga una
composición Traquiandesítica), marca una diferencia clara con el Campo de lavas
de Tarapacá probablemente relacionada con la diferencia de edades.
Para los diagramas de variación Harker se hizo una selección de aquellos óxidos
mayores que no muestran anomalías en los datos del Volcán Nevado de Santa
Isabel, estos son FeO*, Na2O, CaO y K2O, figura 35. La nube verde encierra las
rocas con comportamiento similar a las andesitas del Campo de lavas de
Tarapacá y la nube amarilla muestra las discrepancias con el Volcán Nevado de
Santa Isabel.
81
Figura 35. Diagrama de variación Harker para óxidos mayores seleccionados (FeO, Na2O, CaO y
K2O) contra sílice (valores en porcentaje en peso).
Con respecto al contenido de FeO* se observa una tendencia negativa para todas
las muestras graficadas mientras que para el Na2O los valores se observan
dispersos, nótese la sutil diferencia entre las rocas del Campo de Lavas de
Tarapaca (y afines en la nube verde) y las rocas del Nevado de Santa Isabel
encerradas en la nube amarilla. Los contenido de CaO muestra también una
tendencia negativa (nótese la ausencia de datos del Volcán Nevado de Santa
Isabel) y por el contrario el K2O se muestra ligeramente positivo a medida que
avanza la diferenciación.
Las relaciones decrecientes en los contenidos de FeO* y CaO a medida que la
SiO2 aumenta, se pueden deber probablemente al fraccionamiento de minerales
máficos como piroxenos y óxidos de Fe-Ti. El K2O, muestra un comportamiento
positivo con respecto al aumento de SiO2, lo que puede implicar la participación
del K en las fases mineralógicas a medida que la sílice aumenta.
A pesar de que las diferencias no son muy claras, se puede establecer a nivel
general una mayor afinidad de las rocas del Campo de Lavas de Tarapacá con las
andesitas del Volcán Nevado del Ruiz, de edades entre 1.8 Ma y 0.6 Ma, a partir
de esto se puede postular una posible relación con este periodo eruptivo que al
82
parecer estuvo asociado a una gran actividad de tipo efusiva, sin que esto
implique que la fuente del Campo de Lavas de Tarapacá sea el edificio volcánico
que hoy se conoce como Volcán Nevado del Ruiz.
Figura 36. Diagrama de variación entre elementos traza seleccionados (Rb, Sr, Zr, Th, Ba e Yb)
(valores en partes por millón) y el contenido de SiO2 (valores en porcentaje en peso)
84
Figura 37. Diagramas de normalización a MORB (valores según Pearce 1983, en Rollinson 1998)
y Condrito (valores según Sun and McDonough 1992, en Winter 2002)
85
11. EVOLUCIÓN
11.3 EDAD RELATIVA
Con respecto a la actividad que dio origen a los flujos de lava que conforman el
Campo de lavas de Tarapacá, no solo sorprende la cantidad de material extruido,
o la distancia que alcanzaron los flujos, sino también es de resaltar lo reciente de
dicha actividad, pues tanto aspectos estratigráficos como de la naturaleza misma
de la roca respaldan la hipótesis de una edad de emplazamiento menor a 1 Ma.
Figura 38. Modelo de elevación digital del área de estudio. Campo de lavas de Tarapacá en color
rojo. La flecha señala hacia el Norte.
87
11.2.1 Pre-actividad
Mucho antes de que se diera inicio a la actividad que originó los flujos de lava, aun
cuando los depósitos volcaniclásticos no habían sido depositados, en la zona de
estudio la estratigrafía local estaba conformada por el basamento cretácico. Las
cuencas de los ríos San Eugenio y Campoalegre ancestral formaban valles
profundos en medio de las unidades litodémicas aflorantes. Figura 39.
Figura 39. Esquema en el sector sur oriental de la zona de estudio antes del inicio de la actividad
volcánica. Nótese los valles profundos con vertientes empinadas. La flecha indica el norte.
alcanzando espesores considerables en una escala de tiempo amplia en la que
probablemente se presentaron episodios de no actividad volcánica intercalados
con depósitos volcaniclásticos. Figura 40.
Figura 40. Depositación de los Flujos Volcaniclásticos rellenando las cuencas y suavizando la
topografía.
los flujos de lava siguen conservando un espesor en promedio de 100 m. esto
puede deberse a que al salir del valle los flujos se expanden un poco pero
encuentran en el cerro San Juan (un posible paleoalto de Arquía) y probablemente
en el río San Eugenio una barrera natural que hace que se apilen uno sobre otro
alcanzando tal espesor.
Figura 41. Erosión de los flujos Volcaniclásticos e insición de los valles.
90
Figura 42. Depositación inicial de los flujos de lava.
91
Actualmente los ríos Campoalegre y Campoalegrito que drenan sus aguas desde
lo alto de la cordillera, continúan la actividad erosiva incisando los flujos de lavas y
formando de esta manera valles profundos y estrechos como en el sector El Obito
(ver anexo 1) Figura 44.
92
CONCLUSIONES
calcoalcalinas en márgenes continentales. Comparando con flujos recientes del
Volcán Nevado Santa Isabel, y flujos tanto recientes como antiguos del Volcán
Nevado del Ruiz, se encuentra mayor afinidad con los últimos, sin embargo no
existen suficientes y claras similitudes geoquímicas que permitan establecer a que
período eruptivo y mucho menos a que fuente en particular se pueden asociar los
flujos de lava objeto de este estudio.
Las relaciones estratigráficas de la zona de estudio, permiten establecer que al
encontrarse el Campo de lavas de Tarapacá suprayaciendo discordantemente los
depósitos volcaniclásticos (para los cuales se estima un período de
emplazamiento entre el Mioceno Tardío al Pleistoceno), la edad relativa de estos
debe ser inferior a 1 Ma.
Se recomienda que estudios posteriores se concentren en la parte media del
Complejo Volcánico Ruiz-Tolima, analizando petrográfica y geoquímicamente los
productos volcánicos principalmente del Nevado de Santa Isabel y del Páramo de
Santa Rosa, de los cuales no se tienen datos que permitan determinar una
correlación directa con el Campo de Lavas de Tarapacá a pesar de su cercanía.
94
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