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EL MISTERIO METASENSIBLE EN LA PROFUNDA COMPRENSIÓN DEL

SACRAMENTO DESDE SU DIMENSIÓN PERCEPTIBLE

"Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el


prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el
misterio de Dios, pues no quise saber entre vosotros sino a
Jesucristo, y éste crucificado."

I Corintios, 2:1 – 2

Debo confesar que desde hace unos cuantos meses vengo aclarando la
especialidad o rumbo que quiero darle a mis estudios, marcándose mucho más mi
interés por la teología y sobre todo la cuestión bíblica, pero ésta abordada desde
una investigación más bien crítica, observada desde los distintos métodos
aplicados por el conjunto de las diferentes ciencias históricas conocidas hasta hoy,
siendo la Crítica Textual una de las que más centran mi atención.

De modo que ya poco me interesa la disertación en abstracto, sobre las diferentes


enseñanzas bíblicas y eclesiales relacionadas con las doctrinas fundamentales del
cristianismo, es decir, el tratado sobre la Ultimidad o lo que llamamos Dios, el
sentido más estricto de nuestra palabra teología.

Sin embargo, entre las pocas cuestiones de reflexión romántica y en la que el


análisis científico participa muy protagónicamente (E. g. las cuestiones de la
semiótica y la simbología), permanece dentro de mi interés, una dulce
complacencia por los temas dirigidos desde el tratado sobre los Sacramentos.
Esta inquietud quizá porque, junto con mi anhelo de profundizar en las distintas
cuestiones científicas de nuestra fe desde la lupa histórica y lingüística, se
sostiene una intensa necesidad de mantenerme en incesante vivencia de aquella
dimensión a la que no podemos percibir con los sentidos físicos.

Como diría el padre Anselm Grün, encontrándonos en tiempos en los que se hace
cada vez más apremiante el deseo por vivir un genuina experiencia de calma, de
paz, de plenitud, de conexión con la dimensión del Uno, del Todo (Grün, 2012),
estoy, como otros tantos, en un tiempo de vida en el que necesito abrirme camino
cada día a una genuina experiencia de Dios que me permita hallar un sentido
profundo a mi existencia, más que solamente seguir obteniendo o produciendo un
saber puramente técnico. Es más, siento la profunda necesidad de que ese
estudio que deseo emprender en el campo de la erudición histórico-crítica de las
religiones, sea parte de mis experiencias íntimas de calma con Aquello que, aún
sin conocerle plenamente desde la dimensión material, es la Fuente de mi vida y
Motivo de mi existencia, deseando vivirle sin los rótulos de una heredada tradición
o los marcos de la insistencia en un dios intrínsecamente personal. Es allí donde,
quizá paradójicamente, queriendo vivir a la Ultimidad dentro de lo que pudiera
describirse como una espiritualidad No-teísta, aparece la Teología Sacramental
como un lenguaje más que idóneo para guiar mis pasos, como quien provee pistas
a un explorador novato, hacia la consecución de una real experiencia de fe y, en
cuanto lenguaje, nos revela esta rama del tratado sobre Dios, su carácter
naturalmente pedagógico e incluso didáctico, por lo que considero constituye un
puente fundamental entre la esencia más íntima de la fe en Jesús y la intimidad de
la realidad que vive el ser humano en su día a día: la dimensión simbólica como
idioma universal en la que mujer y hombre expresan, sobre todo, lo inaprensible
de sus vivencias.

Por todo lo anterior, y por más razones que me propongo desarrollar, deseo
atreverme a afirmar que la realidad del ser humano es completamente
sacramental, y de ello, me es indispensable retomar algunas de las ideas de mi
primer escrito sobre las experiencias de Pablo apóstol a la hora de verse y
sentirse en la necesidad de comunicar lo que con su Dios había vivido, sobre todo
el versículo base para la reflexión bíblica.

Recuerdo en este momento la frase del gran dramaturgo y poeta noruego, Henrik
Ibsen, ateo por demás, quien en algún momento dijo que «grande o pequeño, todo
hombre es poeta si sabe ver el ideal, más allá de sus actos», lo que para mí
confirma la necesidad de desarrollar una fuerza de comprensión interior si es que
se desea tener verdadera consciencia, lo más cercana posible a la plenitud de las
cosas reales, sus esencias y lo mismo con nuestras experiencias cotidianas.

Quiero ser un poco más atrevido al permitirme afirmar que, incluso aquello que
nosotros en momentos etiquetamos como profano, no me resulta menos sagrado
que lo que identificamos específicamente en cuanto tal, pues, siguiendo con el
pensamiento del maestro Ibsen, si tomásemos como ejemplo la dimensión
sentimental-afectiva del ser humano, hemos de notar que este siempre ha
manifestado la constante tendencia de realizar lo que conocemos como “actos de
locura en nombre del amor”, tales como la abdicación de Eduardo VIII al trono de
Inglaterra para poder casarse con la mujer amada (Díaz, 2018), o las cartas que
durante dos años escribiera Mark Twain a diario con el fin de conquistar a la mujer
de la que manifestó enamorarse tras verla por primera vez (The Regents of the
University of California, 2007 - 2017), me son evidencia de que tales hombres, y,
en efecto, muchas mujeres, actuaron con la pasión de quien alberga profundos
sentimientos tan inmensurablemente fuertes pero que no nos son, en absoluto,
perceptibles salvo para quienes hemos vivido experiencias de tal tipo, y que
manifiestan su componente visible en el signo advertible que comporta su acto,
pero cuya plenitud solamente entiende quien ha participado de aquel «misterio»
que se esconde en las insondables estelas de la interioridad humana,
específicamente, lo que conocemos como el amor. La lista sería inmensa, si en la
historia quisiésemos seguir buscando ejemplos de dichas locuras para nunca
acabar.

Y es que cual es mi sorpresa cuando descubro que, el padre Nos Muro, en su


condición de autoridad sobre el tema, dedica una importante sección del libro guía
para explicarnos esta cuestión sobre la experiencia humana. Nos dice que:

La realidad, esa poderosa infraestructura en la que se apoyan, a la vez que la


hacen, lo físico y lo espiritual, lo anímico y carnal, lo científico y popular, lo técnico
y artístico, es tan densa que no puede ser abarcada en su totalidad porque,
además de pertenecer a ella el sujeto que la percibe, advierte, también, que “la
verdad de una cosa contiene más que la cosa” vista por él. De ahí que el viejo
Salustio haya dicho que “el mundo es un objeto simbólico” porque, siendo lo que
se ve, apunta a lo que no se ve, es decir, a más mundo, a más realidad. (Nos-
Muro, 2004)

No en vano, el mismo escritor nos da luces de cómo es el sacramento, en cuanto


su sencillez a la vez que su halo de misterio y grandeza visibles, el lenguaje
preferente de la Divinidad para hacerse cognoscible al entender de la experiencia
humana, lo cual, sin duda, me resulta profundamente conmovedor:

Dios, al manifestarse al mundo, se ha servido de los mismos signos utilizados por


el hombre para comunicar con él. La caridad y pedagogía divinas llegan a tanto
que Dios se presenta en el mundo como un hombre más de carne y hueso. Así,
para darse a entender, sin invadirnos dice que es el pan bajado del cielo, el buen
pastor que da la vida por su rebaño49, la puerta del corral y el agua viva. (Nos-
Muro, 2004, pág. 112)

“Sin invadirnos”, ¡cuán hermoso! Realmente sin querer mostrarse demasiado


elaborado, inaprensible, sin violentarnos, entendiendo misericordiosamente la
verdad de nuestra humanidad como le reveló al salmista cuando entendió que la
Ultimidad perfectamente "se acuerda de que somos polvo" (sal. 103:14b). De allí
que nuestra Fuente de la vida sea, antes que muchas cosas, el mejor docente de
todos, pues parte de nuestra misma realidad, utilizando la sencillez, a la vez de la
profundidad del sacramento en cuanto símbolo para mostrarnos cuál sea la
anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que
excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (Ef.
3:18b – 19). Esto revela, para mí, una tierna intención y forma de Dios al
manifestarse en Jesús, de encontrar en el signo el mejor método de enseñanza, la
mejor pedagogía, mediante la cual podemos acercarnos a una vivencia de la fe
mucho más cargada de sentido y más conectada la con la sustancia de aquello a
lo que el elemento sensible nos intenta significar, si lo sabemos sentir con
nuestras almas, con un éxito suficiente gran parte de los momentos de nuestra
vida.

Fuertes son las razones que podemos sentir en Pablo, hombre de no pocas
experiencias místicas, cuando quiso explicar a los corintios la realidad
trascendente del amor y plenitud divinas manifiesta en nuestro Salvador, pero no
encontrando más recursos que la imagen de “Cristo Jesús en la Cruz” pues las
cosas que el Señor le ha revelado se le muestran demasiado profundas para
poder comunicarse de otra manera. En efecto, más adelante, haciendo una
paráfrasis de dos pasajes del AT., tendrá que resumirse diciendo que son «cosas
que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó
para los que le aman.» (1° Cor. 2:9). Por lo tanto, aquello que mejor puede
ayudarnos a entender tales misterios, es la figuración del sacrificio del Crucificado,
que se nos manifiesta, pese a que necesitaríamos más tiempo para entenderle en
su justa dimensión, después de habernos atrevido a aceptarle como nuestro Guía,
Sanador y Salvador

Es pues, en síntesis, que desde mi interioridad entiendo el componente material


del sacramento – la liturgia o ritual – como el mejor modo en que Dios se provee
para darnos las pistas de lo que más o menos es la naturaleza de esa vivencia
que tanto anhela podamos sentir y que, naturalmente, todo ser humano,
consciente de ello o no, siente la necesidad de experimentar.

BIBLIOGRAFÍA

Díaz, C. (8 de 11 de 2018). Historia-biografia.com. Obtenido de Historia-biografia.com:


https://historia-biografia.com/eduardo-viii/

Grün, A. (2012). La Mística; Descubrir el espacio interior. Madrid: Sal Terrae.

Nos-Muro, L. (2004). El Símbolo como vehículo del Sacramento. En L. Nos-Muro, LOS


SACRAMENTOS (pág. 95). Bilbao: DESCLÉE DE BROUWER.

The Regents of the University of California. (2007 - 2017). Mark Twain Project. Obtenido de Mark
Twain Project: http://www.marktwainproject.org/biographies/bio_clemens_livy.html

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