Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
INTRODUCCIÓN
La materia prima noble, los enseres modernos y actualizados que esta industria
requiere, la exigencia de soluciones ciertamente no de compromiso para todos los
problemas de térmica enológica que se presenta a cada momento, la categoría de los
consumidores a lo que, por regla general, va dirigido este producto, son algunos de los
motivos que poner de la preparación de vino entre las actividades más ricas de
satisfacciones personales que un enólogo puede desear, y esto, naturalmente,
presidiendo de cualquier consideración de tipo económico.
Dependiendo de las profundas diversificaciones entre los varios tipos de vinos que se
pueden preparar, existen también las correspondientes distinciones en los criterios
idóneos para su valorización.
II. IMPORTANCIA
El vino tuvo gran importancia para las civilizaciones griega y romana. Los
griegos introdujeron viñas y produjeron vino en sus colonias del sur de Italia y
los romanos practicaron más tarde la vinicultura (la ciencia del cultivar para
producir vino) en todo su imperio (Amerine & Ough, 1976).
III. OBJETIVOS
Las características del vino las dan los factores que afectan a sus viñedos:
región con clima, suelo y topología, más los cuidados que le den los
productores que lo elaboran.
EL AROMA: Los tintos suelen tener un efecto más oscuro que los blancos, y
pueden recordar tanto el aroma de las bayas rojas como las cerezas o las
ciruelas. En un paso posterior es posible acercarse a los aromas vegetales de
flores, brotes, hojas o pastos.
Este punto de control será crítico en aquellos vinos que se embotellen con una
riqueza en azúcares tal que la contaminación microbiológico pueda producir la
fermentación de esos azúcares y como consecuencia de la presión interior
producida en la botella, llegar al estallido de la misma (Vogel, 1998).
Los vinos son "seres vivos". Tienen una duración biológica: nacen, se
desarrollan, tienen un periodo de apogeo, y finalmente un declive y muerte
Los vinos jóvenes, que no han tenido crianza, ya sean blancos, tintos, rosados o
espumoso, han de consumirse preferiblemente en los siguientes años a su
embotellado.
Los blancos con crianza pueden consumirse entre los 2 y 7 años, para
disfrutarlos en su mejor momento.
Los tintos de crianza tienen su momento óptimo de consumo entre 5 y 10 años
después de su elaboración.
Los tintos de larga guarda, reservas y grandes reservas, tienen una vida media
de entre 10 y 20 años