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ENSAYO

Karen Lorena Lombana González

Las alteraciones mentales desde mi punto de vista en su mayoría se deben más a

factores sociales que biológicos, como sabemos el hombre es un ser social, por lo cual

podemos considerar que al estar en contacto con los demás su salud mental de puede ver

afectada, a continuación daré una clase de ejemplos que pueden soportar mi punto de vista,

(Rodríguez M et al, 2003) dice lo siguiente: “Un ambiente familiar con problemas

constituye una fuente de tensión emocional para sus integrantes”, si analizamos lo

anteriormente mencionado podemos decir que una persona que se encuentra en un ambiente

familiar difícil puede generar en alguno o varios de los integrantes consecuencias de salud

tanto física como mental. (Esteban M et al, 2012) mencionan que los condicionantes de la

salud mental en general y en nuestro medio en particular son los factores genéticos,

biológicos, el género, las experiencias personales, familiares, sociales o económicas, así

como la pobreza, por ende no podemos generalizar cual es el factor que causa las

alteraciones mentales en las personas, debido a que no todos tenemos las mismas vivencias

y mucho menos asimilamos toda esa información del ambiente de la misma manera; otros

factores que en la actualidad están causando estragos en la salud mental son las xenofobia,

el racismo, el rechazo, las críticas destructivas y la homofobia. Actualmente podemos ver

como las personas se atacan unas a otras y no les importa el daño que les pueden causar,

nos llenamos de odio y egoísmo por factores que son ajenos o propios a nosotros mismos y

sin duda alguna hemos perdido la esperanza en la humanidad, tal vez muchas personas

simplemente pueden ignorarlo y seguir con sus vidas como si nada, pero otras difícilmente

pueden olvidar este tipo de sucesos que nos hacen daño ya sea directamente o
indirectamente, ahí es en donde empieza realmente el problema puesto que empiezan a

creer las inseguridades, la ansiedad, la depresión y otras alteraciones mentales importantes

que cambian la vida de las personas, de sus cuidadores y de sus contextos.

Muchas de las personas que conformamos la sociedad no somos conscientes de lo

que pasa a nuestro alrededor, y mucho menos tenemos empatía con los demás, no nos

preocupamos por los demás simplemente nos importan nuestros propios intereses, hacemos

cosas sin pensar si afectamos a las personas que nos rodean, no nos importan las

necesidades de los demás y cuando necesitan ayuda nos alejamos y los dejamos a la deriva,

no solemos tenderle la mano a quienes nos necesitan por no meternos en “problemas”

cuando en realidad lo más valioso para un persona es ser escuchada, entendida, no juzgada

y tener esa libertad de decir lo que le ocurre, lo que le agobia y no la deja vivir en paz, por

eso creo plenamente que las alteraciones mentales se ven influenciadas por el contexto que

nos rodea.

La prescripción de fármacos en el marco de la salud mental puede ser muy útil si se

hace de una manera controlada y responsable, pues los fármacos ayudan a regular la

sintomatología, pero es recomendable también que las personas asistan al psicólogo con el

fin de recibir un tratamiento completo, ésta idea la puedo soportar con el análisis de los

datos probatorios que realizó la Organización Mundial de la Salud (2009) para el

tratamiento eficaz de los trastornos mentales, y llegó a la conclusión de que un enfoque

combinado psicosocial y farmacológico probablemente sea el que dé mejores resultados.

Aunque los fármacos pueden ser útiles, en algunos casos se tiende a depender de

estos mismos debido a su efecto, pues le permite a la persona sentirse mejor al momento

que administra la medicación y no sigue la prescripción al pie de la letra sino la administra


quieren y en cantidades que no son las más adecuadas, debido a que piensan que entre más

fármacos se administre más bien se va a sentir. En algunos casos las personas refieren su

sintomatología a un familiar, amigo o conocido y estos suelen relacionar historias similares

y les refieren medicamentos que se pueden suministrar, por lo cual la gente se automedica

sin tener en cuenta que no se usan las mismas dosis ni el mismo fármaco para todas las

personas y eso puede causar una secuela irreversible.

Un estudio realizado confirma que el riesgo de desarrollar un cuadro de

dependencia a las benzodiazepinas en los adultos mayores es multifactorial y guarda una

estrecha relación con las variaciones metabólicas de los fármacos en el envejecimiento, el

uso concomitante de otros fármacos y con los cambios por neuro senescencia de los

sistemas de neurotransmisión. Estos factores pueden incrementar la vida media de las BDZ

y condicionar una mayor permanencia de los metabolitos en el organismo, así como una

mayor susceptibilidad a los efectos de las BDZ, aun a dosis bajas. Los pacientes con

dependencia a las BDZ mostraron diferencias significativas en el patrón de consumo de las

mismas con respecto a los pacientes sin dependencia. Fundamentalmente presentaron un

inicio del consumo de estos fármacos a una edad más temprana, lo cual condicionó un

mayor tiempo de consumo. El uso crónico de BDZ se ha descrito como uno de los

principales factores de riesgo para el desarrollo de dependencia. Tanto la gravedad de los

síntomas depresivos y ansiosos como el uso crónico de benzodiazepinas parecen deteriorar

el desempeño cognoscitivo y el funcionamiento global de los pacientes. Factores

sociodemográficos y clínicos deberían tomarse en consideración en el momento de

prescribir benzodiazepinas, las cuales parecen no ser fármacos de primera elección ni

coadyuvantes apropiados para el tratamiento de la depresión con síntomas de ansiedad en


adultos mayores, (Minaya, Ugalde, & Fresán, 2009). El abuso de fármacos de prescripción

es un continuum con rangos que van desde el uso apropiado con indicación médica hasta el

uso inapropiado, con un patrón de abuso persistente y dependencia. En adultos mayores, el

abuso y uso inapropiado de BDZ tiene un patrón de consumo cualitativa y

cuantitativamente diferente que en los adultos jóvenes, ya que su consumo no va dirigido a

experimentar emociones de euforia y generalmente no las obtienen de manera ilegal,

(Minaya, Ugalde, & Fresán, 2009).

Los retos de los profesionales en psicología en el campo de la salud mental son muy

amplios debido a que existen muchos estigmas que limitan a las personas a buscar ayuda,

también existen algunos profesionales de la salud mental que no cuentan con las

habilidades necesarias para brindar una atención adecuada, por lo tanto el trato y el Rapport

que se establece no es el adecuado para que la persona se sienta en total libertad y

tranquilidad de confiarle sus problemas al profesional. Actualmente hay muchos factores

sociales que están causando un alto riesgo en la salud mental de las personas pero nadie le

presta la atención que se debería darle, por ejemplo hemos visto muchos casos de depresión

que terminan en suicidios, al principio todo el mundo lo lamenta y le presta atención pero

luego queda en el olvido, no nos estamos dando cuenta que los trastornos mentales son

reales y que son más comunes de los creemos, solo que las personas intentan ocultarlo para

parecer “normales” ante la sociedad y no sufrir ningún tipo de rechazo. Las personas temen

ir al psicólogo porque dicen que no están “locas” debido a que tienen un concepto erróneo

de lo que realmente hace un psicólogo y desconocen lo mucho que les aportar para su vida.

Este escenario emergente, llama también a los psicólogos a hacerse preguntas de

índole ético, particularmente en lo relativo a reflexionar acerca de su ejercicio en el ámbito


de la Salud Pública. Cabe en ese sentido, preguntarse qué es lo que se está entendiendo por

Salud Mental, y cómo y a quién han de dirigirse las acciones e intervenciones en este plano.

Un tema ético particularmente importante, dentro del sistema de pública de salud, se refiere

a la gran demanda de atención en salud mental, que por sí solo el sistema privado no podría

satisfacer, y que, como sistema público, enfrenta el deber de asegurar la más amplia

cobertura posible. Sin embargo, se puede imaginar que nunca será suficiente y constatar

que hay potenciales “pacientes” que nunca llegarán a ser atendidos, categoría en la cual se

ubican, a modo de ejemplo, los niños de la calle. Es así como le cabe al profesional de la

salud mental, mirar los problemas psicosociales del país, y hacer su aporte particular a la

superación de éstos, específicamente en la creación de otro tipos de intervenciones

psicosociales (diferente a la consulta privada) que contemple, por ejemplo, capacitación de

otros interventores para ayudar a aumentar la cobertura en la solución de las demandas de

salud mental de la población (Haz A, Díaz D, 2002).

Considero que tenemos un rol muy importante en la sociedad debido a que tenemos

la responsabilidad de escuchar a los que suelen callar ante los demás, de dar respuestas a

una persona que no sabe lo que le está sucediendo y sufre por incertidumbre, ser una red de

apoyo para los cuidadores de las personas que sufren de una alteración mental de cualquier

índole, tenemos en las manos la posibilidad de salvar vidas, de encender una luz de

esperanza en las personas que creen que ya no hay otra salida, también hay que tener en

cuenta que somos seres humanos como todos los demás tenemos problemas,

preocupaciones, responsabilidades y demás, pero también tenemos la gran habilidad de

dejar todo a un lado para brindarle nuestra colaboración a quien más lo necesita y hacer de

esa persona una prioridad.


Referencias

Rodríguez M, Osbert, Apolinaire Pennini, Juan José, & Alonso Alomá, Ismell. (2003).
Prevalencia de alteraciones de la salud mental y factores de riesgo
relevantes. Revista Cubana de Medicina General Integral, 19(4).
Esteban, M.M., Puerto, M.L., Fernández Cordero, X., Jiménez García, R., Gil de Miguel,
A., & Hernández Barrera, V. (2012). Factores que determinan la mala salud mental
en las personas de 16 a 64 años residentes en una gran ciudad. Anales del Sistema
Sanitario de Navarra, 35(2), 229-240.
Organización Mundial de la Salud. (2009). Tratamiento farmacológico de los trastornos
mentales en la atención primaria de salud, 1-80.
Minaya, O., Ugalde, O., & Fresán, A. (2009). Uso inapropiado de fármacos de
prescripción: dependencia a benzodiazepinas en adultos mayores. Salud Mental,
32, 405–411.
Haz A, Díaz D, R. M. (2002). Un desafío vigente para el psicólogo clínico : El
entendimiento de estrategias de intervención integrales para abordar problemas de
riesgo psicosocial. Revista de Terapia Psicológica, (October), 1–9.

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