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Humano, demasiado humano

Vivimos en un mundo lleno de violencia. Esta reflexión nace al


menos en parte en respuesta a los tiroteos en los EE.UU. la semana
pasada.(1) Pero igual podemos pensar en la situación de los
líderes sociales en Colombia(2) o la violencia crónica del país
donde resido.(3) Enfrentarse con tanta violencia o personalmente o
a través de relaciones con alguien afectado por la violencia
(muerte, extorsión, desplazamiento forzado) puede ser traumático
para alguien que viene de un ambiente completamente distinto,
siendo Chequia uno de los países más pacíficos del mundo, según el
índice de paz global(4) y considerando que América Latina es uno
de los continentes más creyentes aún(5) lo que, asumiendo que el
cristianismo predica el evangelio del amor al prójimo, supondría
menores niveles de violencia en éstos países. Pero no es así, por
condiciones sociales muy compleja. Pero la iglesia pentecostal,
aunque falte mucho más por hacer ha sido instrumental en la
transformación de muchos miembros de las pandillas y su conversión
a la fe y a la disminución de la violencia en el país.(6)

Según parece, el ser humano es un ser social. Naturalmente nos


unimos en distintos grupos sociales, políticos o religiosos. Nos
agrupamos según nuestra raza, género, orientación sexual etc. Y en
esa realidad a primera vista muy beneficiosa está también nuestra
caída, porque empezamos a sobre valorar la pertenencia a un
determinado grupo por encima de los demás. Los psicólogos sociales
nos demuestran con experimentos más sencillos los procesos de
formación de nuestra identidad socialmente adquirida y la
rivalidad o polarización que surge a partir de ahí, de dos
instintos básico, uno de inclusión y otro de exclusión(7). Éste
tipo de comportamiento no es únicamente humano. El comportamiento
social es parte de la vida de otros seres vivos. Lo que nos hace
diferentes, lo que nos hace "a imagen y semejanza de Dios" (Gn
1:26-27) es precisamente nuestra capacidad de relacionarnos con
los demás, incluso con nuestros enemigos (Mt 5:43-48). A pesar de
compartir el 98 por ciento del ADN, amar al enemigo es algo
imposible para un chimpancé, nuestro pariente vivo más próximo
(8).

En muchas ocasiones nos encontramos dentro de estructuras sociales


que nos mueven en una dirección determinada, a veces sentimos que
somos llevados en contra de nuestra propia voluntad. Ahora bien,
la grandeza de los seres humanos reside en que tengamos la
capacidad, a través del Espíritu de Dios crear relaciones humanas
nuevas dentro de una comunidad donde a pesar de tener una fuerte
identidad de hijos de Dios (Rm 8:14-17) existe una apertura
radical para que el otro, sea éste otro definido como "judío o
griego, esclavo o libre, hombre o mujer" (Gal 3:28), entre dentro
de nuestro círculo y conozca la posibilidad de llegar a ser
plenamente humano, conformado a la imagen del Hijo (Rm 8:29).(9)
Las condiciones sociales, políticas, religiosas saltan a la vista
de cada página del Nuevo Testamento con fariseos, saduceos,
judíos, romanos, ricos, pobres, mujeres, hombres y sus vidas
coditianas. Pero Jesús mismo introduce una discontinuidad y hace
caso omiso de muchas normas que comúnmente guiaban el quehacer
diario. Lucas 7 y 8 pueden servirnos como ejemplo:

- Jesús sana al siervo de un centurión romano, sin preocuparse por


su fe o por el tipo de relación que existía entre los dos.
- Jesús resucita al hijo único de una viuda que de otro modo
quedara económicamente desamparada.
- Jesús responde a los mensajeros de Juan con un contundente, "los
ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los
sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es
anunciado el evangelio" (v. 22)
- Jesús perdona a la prostituta en la casa de Simón, el fariseo
sin que estigmatizara a la mujer por su pasado
- Jesús se deja acompañar por un grupo de mujeres sin que le
importe la menstruación de las mujeres que hacía a los hombres y
mujeres ritualmente impuros.

A través de los evangelios vemos a un Jesús humano, demasiado


humano. Porque lo humano es lo que nos abraza, lo que nos une como
personas. Lo que nos hace a imagen y semejanza de Dios. Así Jesús
nos mostró qué tipo de violencia es permitido. La violencia de
amor. Pocos lo han expresado mejor que Oscar Romero:

"La única violencia legítima,


es la que se hace a sí mismo Cristo
y nos invita a que hagamos a nosotros mismos:
"El que quiera venir en pos de mí niéguese a sí mismo",
violéntese a sí mismo,
reprima, en él, los brotes de orgullo,
mate en su alma los brotes de avaricias,
de codicias, de soberbias, de orgullo.
Mate eso en su corazón.
Esto es lo que hay que matar,
ésa es la violencia que hay que hacer
para que allí surja el hombre nuevo,
el único que puede construir una civilización nueva,
una civilización de amor." (10)

Pero la fe no se trata sólo de "kenosis", de negarse a uno mismo.


Más bien se trata de reemplazar lo malo con lo verdaderamente
humano. Apóstol Pablo nos insta a que hagamos caso de "todo lo que
es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo
lo amable, todo lo que es de buen nombre" (Fil. 4:8) Dentro de
nuestras casas, iglesias o comunidades tenemos trabajo por hacer
mientras esperamos. La fe que necesitamos ahora para enfrentar la
violencia, antes que nada, tiene que ser una fe terrenal. Una fe
instrumental y tangible en las vidas de los demás (Rm 6:18-19).
Ella nos ayudará a preparar el terreno para esa nueva humanidad
que ha de nacer en cada uno de nosotros. Dejar el espacio para que
el Espíritu nos impulse igual que a la iglesia naciente aquel día
del Pentecostés, la que aunque estaba reunida en casa (Hch 2:1-2)
enseguida se vio obligada a salir a las calles de Jerusalén (Hch
2:5ss) y más allá, para "trastornar el mundo entero" (Hch 17:6)
con la buena nueva que el hombre Jesús, es el Señor. El Señor que
derrama su Espíritu sobre todos y todas para que seamos todos, un
solo cuerpo.

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(1) https://cnnespanol.cnn.com/2019/08/04/tiroteos-masivos-ohio-
el-paso-texas-mississipi-california-unidos-fin-de-semana-estados/
(2) https://www.nodal.am/2019/07/protestas-masivas-contra-los-
asesinatos-de-lideres-sociales-en-colombia/
(3) https://elfaro.net/es/201806/columnas/21997/El-pa%C3%ADs-de-
las-maras.htm
(4) http://visionofhumanity.org/app/uploads/2019/07/GPI-
2019web.pdf
(5) https://www.pewforum.org/2014/11/13/religion-in-latin-america/
(6) Robert Brenneman, Homies and Hermanos: God and Gangs in
Central America. (New York: Oxford University Press, 2012)
(7) Lilliana Mason, Uncivil Agreement: How Politics Became Our
Identity. (Chicago: The University of Chicago Press, 2018)
(8) Adam Rutherford, Humanimal: How Homo sapiens Became Nature’s
Most Paradoxical Creature (New York: The Experiment, 2019)
(9) Paul Trebilco, Outsider Designations and Boundary Construction
in the New Testament: Early Christian Communities and the
Formation of Group Identity. (Cambridge: Cambridge University
Press, 2017)
(10) Oscar Romero, La violencia del amor. (Farmington, PA: Plough
Publishing, 2004)

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