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FACULTAD DE CIENCIA Y TECNOLOGIA E INDUSTRIA FACTI

DOCTORADO EN ADMINISTRACION PÚBLICA Y POLITICAS PÚBLICAS


CURSO ETICA Y POLITICAS PÚBLICAS
DOCENTE; M.A. Enrique Rincón

Integrantes de Grupo
Miguel Sebastián González Gómez Carnet. 20023900
Estanislao González Barrios 20034241
Abimael Osbeli Orozco R. 20013254
Carlos López Mendizábal 15011295

Quetzaltenango 4 de Noviembre del 2016


LA TEORIA DEL SERVIDOR PÚBLICO

Introducción

El cambio demográfico experimentado en los últimos años ha modificado el perfil


de nuestra población lo que trae como consecuencia el aumento de las demandas
sociales, ya que estas presentan condiciones distintas a las que se tenían en el
pasado.

Las diferentes demandas sociales, requieren generar un cambio de actitud por


parte de los Servidores Públicos, traducido en la formulación de
nuevas estrategias de políticas públicas, más acorde a las necesidades y
exigencias de la sociedad en su conjunto y la influencia del entorno Regional,
Nacional e Internacional.

Dice Aristóteles “Quien no sea capaz de vivir en sociedad porque crea bastarse por
si solo o porque no necesita de ella tiene que ser animal o un Dios” .

Para entender ¿Qué obliga al Servidor Público actuar con ética?, la verdad no
existe una ley que lo obligue, como tal, pero sin embargo, esta le sirve a los
Servidores Públicos para orientar y elegir su propia conducta (1)

Vemos como el Estado orienta a los Servidores Públicos hacia la adopción de


algunas normas o valores, pero en realidad estas actúan desde el inconsciente de
los individuos, y por esta razón se les da un carácter rígido, exagerado o autoritario,
experimentando una orientación mecánica que ni el mismo sabe por que tiene que
actuar en determinado sentido, prefiriendo seguir y dar cumplimiento estricto a la
normatividad, esta fuerza surge desde los estratos del inconsciente.

Si bien es cierto las normas Institucionales presentan la característica de


obligatoriedad, esta no suprime ni coarta la libertad humana de libre decisión.
En la medida en que el hombre transita por los diferentes estadios de su vida, va
descubriendo su libre albedrío y lo manifiesta de diferentes formas. Donde
conforme adquiere madurez, comienza a percibir su propio dominio donde su
autonomía constituye uno de sus valores máximos.

Veamos entonces que obliga al Servidor Público actuar con ética, y si la


normatividad Institucional presenta la característica de obligatoriedad.

Por lo tanto si hablamos de libertad (libre albedrío) estamos hablando también de


autonomía, misma que de acuerdo al Diccionario de la Lengua Española (2),
Libertad para que un individuo disponga de si mismo, también proviene de griego
autos; sí mismo; nomos; ley y significa la actitud de la persona que se da leyes así
misma. Cuando esta libertad se constituye como una obligación; comprometerse a
cumplir una cosa.

Lo que podemos establecer “hay que hacer el bien y evitar el mal”, es decir el bien
obliga, y esta obligación cuando es autónoma se vuelve incondicional.

Un servidor público es una persona que brinda un servicio de utilidad social. Esto
quiere decir que aquello que realiza beneficia a otras personas y no genera
ganancias privadas (más allá del salario que pueda percibir el sujeto por
este trabajo).
Los servidores públicos, por lo general, prestan servicios al Estado. Las
instituciones estatales (como hospitales, escuelas o fuerzas de seguridad) son las
encargadas de hacer llegar el servicio público a toda la comunidad.
El servidor público suele administrar recursos que son estatales y, por lo tanto,
pertenecen a la sociedad. Cuando una persona con un puesto de esta naturaleza
comete delitos tales como la malversación de fondos o incurre en la corrupción de
alguna forma, atenta contra la riqueza de la comunidad
El hecho de manejar recursos públicos confiere una responsabilidad particular a la
labor de los servidores públicos. Su comportamiento debería ser intachable, ya que
la sociedad confía en su honestidad, lealtad y transparencia
a actuación de un servidor público está sujeto a diversos reglamentos y normativas.
Cabe mencionar que en la Constitución nacional se detallan sus obligaciones.
En cuanto al régimen laboral de los servidores públicos, estos trabajadores suelen
contar con mejores condiciones que los empleados privados, para brindarles
independencia frente a las autoridades de turno (se impide que las nuevas
autoridades despidan a los empleados públicos y contraten a gente de su entorno)
y evitar que los más valiosos se vayan al sector privado. Es importante señalar que
los servidores públicos tienen la posibilidad de desarrollarse a nivel profesional de
un modo que no conseguirían en la mayoría de las empresas privadas

La importancia de los servidores públicos para su comunidad


Se dice que los seres humanos somos hijos del rigor, pero no es menos cierto que
los movimientos que buscan concienciar a los ciudadanos de ciertas problemáticas
tienen asimismo posibilidades de éxito. Y en muchos casos, el canal a través del
cual estas iniciativas llegan al pueblo es el servidor público
En junio de 2013, México lanzó una campaña que intenta sensibilizar a los
servidores públicos en materia de derecho infantil, con el objetivo de erradicar la
explotación de menores a largo plazo, exponiendo a la comunidad los riesgos y las
consecuencias que esta falta de compasión acarrea.
Se trata de una iniciativa que consta de dos etapas bien diferenciadas:
la capacitación de los servidores públicos, brindándoles no solo material teórico y
conocimientos técnicos, sino los recursos necesarios para responder a las
potenciales inquietudes de los ciudadanos; la divulgación de dichos conceptos en
la vía pública, la prensa y la televisión.
Los talleres, que se dictarán en varias regiones, tendrán por estudiantes a los
servidores públicos de los Comités Municipales; por otro lado, se pretende replicar
esta iniciativa en algunas escuelas de formación básica, para conseguir que tanto
los empleados del Gobierno como los padres de familia y los estudiantes de
primaria abran los ojos y no permitan que se continúe alimentando la explotación
infantil.
Independientemente de esta campaña de concienciación, la Secretaría del Trabajo
y Previsión Social, que debe garantizar protección a las personas cuya edad se
encuentre entre los 14 y los 16 años, se encarga de realizar inspecciones en
fábricas y focos de trabajos tales como la construcción, para verificar que no haya
niños trabajando. Sin embargo, esta medida es deficiente y fácil de burlar, como
toda imposición de autoridad; por eso se busca educar a través de la palabra, de
imágenes impactantes, de verdades y consecuencias innegables.
Los servidores públicos están muy cerca de la comunidad y son percibidos como
parte de ella; son también padres, abuelos, hijos, y deben proteger a sus niños de
la explotación infantil, tanto como lo hacen los demás.

SERVICIOS PÚBLICOS

Origen

La noción de servicio público nació y floreció en Francia caracterizada como


actividad de determinado tipo realizada por la administración en forma directa, o
indirectamente a través de concesionarios y fue el concepto que sirvió para la
construcción del viejo derecho administrativo. La relación con el servicio público era
lo que justificaba la competencia de los tribunales llamados contencioso
administrativos, la naturaleza de contrato administrativo que asumían ciertos
convenios con la administración, el régimen jurídico del dominio público, la
monopolización del servicio o falta de libre competencia, etc. Nuestra doctrina
abrevaba en tales fuentes, pero nuestra jurisprudencia lo hacía en la
estadounidense, que ni siquiera utilizaba tal noción sino que se refería al grado de
regulación que determinadas actividades privadas podían o debían tener.
Posteriormente la noción fue perdiendo importancia hasta quedar restringida a
mostrar un régimen jurídico especial en determinado tipo de actividad; pero como
este régimen jurídico es contingente a políticas económicas que han sido
cambiantes en el siglo XX, y vuelven a ser cambiantes en la primera década del
siglo XXI en nuestro país, la noción también debe mutar, desaparecer o reaparecer
según como se presente ese régimen jurídico en cada contexto económico
temporal.
Por ello se ha podido decir con acierto que lo que se escriba al respecto tiene
siempre “carácter efímero” y que se trata de palabras que “se escriben para ser
reescritas más adelante,” como el presente nos muestra en la Argentina.
No caigamos pues en el error de querer encontrar esencias inmutables donde sólo
están las arenas movedizas de las cambiantes políticas económicas
gubernamentales.
En esa época la expresión era utilizada, en nuestro país, para designar actividades
realizadas monopólicamente por particulares, por delegación y bajo control del
Estado, con un régimen de derecho público en el cual se fijaban las tarifas, se
ordenaban y controlaban las inversiones, se controlaba la prestación del servicio,
se aplicaban sanciones en caso de incumplimientos de metas cuantitativas o
cualitativas de inversión, etc.
La influencia en la interpretación de este sistema proviene de La época de las
nacionalizaciones
En la mitad del siglo XX se produjo aquí el proceso de nacionalización.
Contribuyeron diversos factores: insatisfacción con el poder monopólico de los
prestadores privados y la poca capacidad del Estado para controlarlos; la
trasnochada teoría económica local, que ahora se inclinaba por la estatización y
causas circunstanciales.
Los servicios privados que pasaron al Estado recibieron el mismo régimen jurídico
de la administración; servicio público y función administrativa se confundieron en un
mismo régimen jurídico y en una misma praxis administrativa. Los organismos de
control de los servicios públicos se desmontaron. El control del Estado sobre el
Estado prestador de servicios o empresario no parecía una tarea realizable.
Desapareció el concepto de la “tarifa” o “tasa” como contraprestación del servicio,
para transformarse en otra manifestación del poder tributario era otro impuesto
destinado a rentas generales y no tenía relación con el servicio prestado.
Ese precio tenía un carácter político, generalmente de tipo social, en que el Estado
atendía el crecimiento del servicio desde rentas generales y no desde la tarifa.
Todo ello llevó a una desinversión progresiva y generalizada en los servicios
públicos, con imposibilidad de revertir la tendencia cuando el endeudamiento

La noción del servicio público sustituye el concepto de soberanía como fundamento


del derecho público seguramente esta noción no es nueva. El día mismo en bajo la
acción de causas muy diversas, cuyo estudio no nos interesa en este momento, se
produjo la distinción entre gobernantes y gobernados, la noción de servicio publico
nació en el espíritu de los hombre, en efecto desde ese momento se ha
comprendido que ciertas obligaciones se imponían a los gobernantes para con los
gobernados y que la realización de esos deberes era a la vez la consecuencia y
la justificación de su mayor fuerza tal es esencialmente la noción del servicio
público.

TEORÍA JURÍDICA DEL SERVICIO PÚBLICO


Los servicios públicos, se encargan de la satisfacción de necesidades de carácter
general, son actividades importantes, atribuidas a la administración pública, quien
las realiza directamente o indirecta por medio de particulares.
El servicio público pone al alcance de todo individuo, al menor costo posible y bajo
condiciones que garanticen su seguridad, el aprovechamiento de la actividad
técnica satisfactoria de la necesidad de carácter general, en la que cada quien
puede identificar su propia necesidad individual; producto de la elaboración en el
que coparticipan la legislación, la jurisprudencia y la doctrina.

PRINCIPALES TEORÍAS DEL EL SERVICIO PÚBLICO


 Teoría propuesta por León Duguit, que considera al servicio público como toda
actividad que deba ser asegurada, reglada y controlada por los gobernantes.
 Teoría formulada por Gastón Jèze, conforme a la cual el servicio público viene a
ser toda actividad de la administración pública.
 Teoría promovida por Maurice Hauriou, que entiende al servicio público como
una parte de la actividad de la administración pública.
 Teorías que conceden escasa o ninguna importancia a la noción de servicio
público, entre las que figura la presentada por Henri Berthélemy, para quien la
noción de servicio público carece de importancia, por considerarla como un cajón
de sastre donde se reúnen instituciones tan disímbolas como "una corte de
apelación, una institución de beneficencia, una caja de ahorro, un ferrocarril
metropolitano, la imprenta nacional.

SERVICIOS PÚBLICOS PROPIOS E IMPROPIOS


El servicio público, tiene dos criterios, el orgánico y el funcional cuya contraposición
resolvió el profesor italiano Arnaldo de Valles mediante la distinción de los servicios
públicos propios y los servicios públicos impropios.

SERVICIO PÚBLICO PROPIO


El servicio público puede explicarse como una actividad técnica destinada al
público para satisfacer una necesidad de carácter general, bajo un régimen jurídico
especial, exorbitante del derecho privado; cuando tal actividad la reconoce la ley
como servicio público y la desempeña directamente la administración pública o,
indirectamente, por medio de particulares en quienes delega su ejecución.
SERVICIO PÚBLICO IMPROPIO

Es la actividad técnica satisfactoria de una necesidad de carácter general no está


considerada por la ley como servicio público y puede ser desarrollada directamente
por particulares, por no estar atribuida a la administración pública ni al Estado,
como un servicio público impropio o impropiamente dicho, llamado servicio público
virtual, servicio de interés público o servicio reglamentado.

ELEMENTOS DEL SERVICIO PÚBLICO


Figuran entre los elementos indispensables del servicio público: la necesidad que
pretende satisfacer el servicio, la actividad destinada a satisfacer dicha necesidad,
el universo de usuarios potenciales del servicio público, la intervención estatal, el
sujeto que desarrolla la actividad satisfactoria, los recursos empleados en la
prestación del servicio, y su régimen jurídico especial.

LOS RECURSOS NECESARIOS PARA LA PRESTACIÓN DEL SERVICIO


Otro elemento indispensable para la prestación de un servicio público lo
constituyen los recursos mínimos requeridos para tal efecto, los cuales pueden
agruparse en recursos humanos -conjunto de personas dedicadas a realizar las
tareas imprescindibles para tal efecto-, recursos materiales -bienes muebles e
inmuebles, maquinaria, herramienta, mobiliario y equipo indispensables- y recursos
financieros.

Ahora bien, en cuanto a la ética; de acuerdo con García (2001), Fernández (2000)
y Walton (1977), la ética considera los actos humanos en cuanto son “correctos” o
“incorrectos” o en cuanto a “justos” o “injustos” , con referencia a una serie de
valores de un grupo social. Los valores éticos deben fundarse en conocimientos y
normas racionales que permiten que la ética se convierta en una ciencia normativa

Desde mi punto de vista el objetivo de la ética lo constituye la aplicación de una


serie de normas morales tomando como base lealtad, honradez, la cortesía y el
honor, mismas que van a contribuir al fortalecimiento de las estructuras
Institucionales.

Las estrategias normativas Institucionales son de carácter preventivo como lo


establecido en nuestra Carta Magna, consagrando como derechos subjetivos
públicos, como la garantía de acceso efectivo a la jurisdicción del Estado, tomando
en cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas, sino también la protección y
promoción de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y forma
específicas de organización social (3).

Además de los objetivos nacionales, las estrategias, prioridades y programas que


regirán la actuación de las Dependencias y Entidades de la Administración Pública
Federal. Mediante un nuevo modelo de comportamiento y cultura política basada
en la ética pública. (4)

El desarrollo de cada una de las funciones se apoya en doce principios


fundamentales.

 Humanismo
 Equidad
 Cambio
 Inclusión
 Sustentabilidad
 Competitividad
 Desarrollo regional
 Apego a la legalidad
 Gobernabilidad democrática
 Federalismo
 Transparencia
 Rendición de cuentas

Estos fragmentos al momento de su interpretación nos ubican en el concepto que


Platón denominó “La Cosmovisión Idealista”.(5) Cada persona tiene su propia
cosmovisión, sus propias ideas, respecto de las cosas, las personas, las normas,
los valores y el universo en general.

En el caso de los Servidores Públicos su cosmovisión e interpretación de las cosas


evoluciona con la edad, el medio ambiente, la cultura de la gente y los valores entre
otros, estos le sirven para construir y explicar su propia visión de las cosas, mismas
que apenas son una sombra de la verdadera realidad.

En base a lo anterior vemos que la verdad absoluta es relativa y esta va de


acuerdo a su interpretación de las normas, si analizamos lo que contempla el
Webster´s New Collegiate Dictionary (2002) define a la ética como “la disciplina que
estudia lo que es bueno y lo que es malo, y la obligación y el deber moral”. El
problema en el Servidor Público lo constituye la existencia del mal considerado
como un problema real, entonces ¿Qué obliga al Servidor Público actuar con
ética?, si no es la ley, entonces es la actitud que este debe de asumir frente al mal.

Si partimos del hecho que constantemente se están presentando situaciones de


riesgo como son la corrupción, la impunidad, el atropello, la intolerancia, el rechazo,
la descortesía, la discriminación entre otros (6), el Servidor Público es tan
vulnerable que nadie puede mantenerse ausente o alejado de estos hechos, lo que
se pone en cuestión del bien y el mal, es la actitud del Servidor Público frente a
tales situaciones. Hay autores como Maquiavelo (7), que sostienen la intrínseca
necesidad de la existencia del mal.

Los filósofos tomistas, señalan que al no existir el bien queda un hueco y por eso
decimos que se da el mal, lo que llamamos malo es tan solo la privación de un
bien.
CLASIFICACIONES DE SERVIDOR PÚBLICO, FUNCIONARIO O EMPLEADO.

Existe una amplia distinción entre aquellos empleados con autorización para
representar la personalidad del Estado en determinados negocios como los
Secretarios de Estado, y el resto de los trabajadores de que dispone; detallando, en
el caso de los primeros, las distintas clases de servicios que prestan, ya fueran
para la administración general, por ejemplo, un gobernador; para la administración
especial el encargado de la hacienda pública; para la instrucción pública los
docentes; para la judicatura jueces y magistrados; para la diplomacia embajadores
y cónsules; o finalmente los consejeros de estado sin otra misión que la de
informar. No obstante dicha clasificación, ha sido muy superada en la actualidad,
ya que la teorías modernas se inclinan por diferenciar las clases de servicios
personales que le son prestados al Estado, dependiendo del motivo del desempeño
de sus funciones (legislativa, ejecutiva y judicial).

Lo que no ha variado es la pluralidad de formas que revisten los servicios


prestados y los regímenes que se aplican a la relación estado-servidor público, lo
que trae como consecuencia un sin número de clasificaciones de los empleados
del estado.

Dentro de las clasificaciones generales, encontramos la siguiente:

a) Representativos y profesionales. Según se desempeñen como representantes


del estado o técnicos;

b) Electivos o de nombramiento. Atendiendo al origen de su designación, esto


es, mediante sufragio o por decisión de la autoridad competente;

c) Federales, estatales y municipales. De conformidad a la estructura


administrativa de su adscripción;

d) Autoridades o agentes. Según su potestad de mando, siendo los segundos


meros auxiliares o ejecutivos;
e) Inamovibles y amovibles. De acuerdo a su estabilidad en el empleo. En
derecho mexicano, la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado
contempla el privilegio de inamovilidad para aquellos trabajadores de base que
hayan cumplido seis meses en funciones de manera ininterrumpida;

f) Colegiados y unipersonales. Cuando la función requiera del concurso de otros


servidores públicos, por ejemplo, los integrantes de un cuerpo colegiado, como los
comités de adquisiciones, o bien, los senadores y diputados en su actividad
legislativa; y los que deben desempeñarse de forma individualizada, y

g) Honoríficos o remunerados. Según reciba o no sueldo. Se hace necesario


aclarar que no todos los que prestan un servicio personal al Estado, por ese sólo
hecho, deben ser considerados trabajadores del Estado. Tal es el caso de quienes
en México, sujetos a una relación jurídica de carácter privado desempeñan
eventualmente una tarea para el Estado (por ejemplo, los profesionales), la cual
circunstancialmente debe ser satisfecha y o bien se carece para ella del personal
especializado o momentáneamente las cargas de trabajo así lo ameritan, vg. los
miembros del órgano de gobierno de la Comisión de Derechos Humanos del
Distrito Federal.

Por otro lado, tenemos otras clasificaciones, atendiendo a la naturaleza de la


función encomendada, según la forma o instrumento mediante el cual se sustenta
su contratación, estos son:

Servicios que se prestan en virtud de nombramiento. El nombramiento es el


más usual por el que el Estado se allega de los servicios personales necesarios
para cumplir con sus funciones; en torno a él, se ha ventilado una larga disputa
entre quienes lo consideran como un acto administrativo y los que lo catalogan
como contrato, particularmente, los servidores públicos federales, estatales o
municipales.

Existe, cuando menos, otra clase de servicio personal que se presta al Estado y
que es importarte mencionar: la que se otorga por virtud de un contrato colectivo de
trabajo, típico de algunas instituciones paraestatales, como Petróleos Mexicanos,
Instituto Mexicano del Seguro Social, Comisión Federal de Electricidad, etc., cuyas
relaciones laborales están regidas principalmente por el apartado A del artículo 123
constitucional y por la Ley Federal del Trabajo.

Servicios que se prestan por contrato. La práctica administrativa en este caso


está dirigida a la procuración de servicios necesarios para el Estado, de carácter
eventual o especializado, y para los que éste no requiere sostener una relación de
trabajo permanente con quienes lo presten. Por ello, decide captar profesionales
libres con los cuales establece un vínculo de carácter netamente civil, aunque en
algunos casos, es de carácter meramente administrativo, como los prestadores de
servicios bajo el régimen de honorarios.

De igual manera, se pueden clasificar a los trabajadores al servicio del Estado por
nivel jerárquico en: funcionarios y empleados:

• Empleados.- Es quien presta sus servicios para algún órgano del Estado, en
virtud de un nombramiento y que se desempeña normalmente en actividades de
apoyo al funcionario; su labor no implica un poder de decisión, disposición de la
fuerza pública o representación estatal alguna;

• Funcionarios.- Éstos disponen de un poder jerárquico con respecto de los


empleados y los demás funcionarios inferiores, poder que deriva en capacidad de
mando, de decisión y de disciplina; nos referimos a todos los llamados mandos
medios y a parte de los denominados mandos superiores desde jefe de unida
departamental hasta subsecretario, y

• Altos Funcionarios.- Es aquel que desempeña en el ámbito federal, un cargo de


elección popular, vg: Presidente de la República, diputado o senador; el que se
encuentra en el máximo nivel dentro del poder judicial como un ministro de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación; o que es titular de cualquier dependencia
del poder ejecutivo como es un Secretario de Estado. Conforme a la constitución
federal aquí quedan incluidos todos los servidores públicos a quienes para serles
exigida responsabilidad, requieren declaratoria de procedencia del órgano
legislativo.

Por su parte, la legislación mexicana clasifica a los funcionarios según ejercen la


función pública, esto es, los divide en:

a) Empleados de confianza; y

b) Empleados de base.

Ambos son los que en apariencia equivalen a la clasificación que distingue en


funcionarios y en empleados, específicamente, el apartado B del art. 123
constitucional en su frac. XIV, que hace referencia a que los cargos de confianza
serán los determinados por la ley, y además, deja protegidos los derechos de
quienes los desempeñen, tanto en materia de seguridad social como de protección
al salario. La Ley reglamentaria, Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del
Estado, en su art. 5° enlista a los trabajadores que son considerados de confianza
y, por exclusión, determina a los de base.

Por otra parte, encontramos una clasificación que atiende al criterio de su


adscripción:

Servidores públicos de la administración paraestatal local y municipal. Si en


el plano federal no se ha logrado una solución a la existencia de distintos sistemas
legales destinados a regular la función pública, menos aún en las entidades
federativas y los ayuntamientos. Así, hay diferentes criterios para regular a los
servidores de la administración centralizada local, a los de los otros poderes, a los
cuerpos de seguridad y a los trabajadores de los organismos paraestatales de la
entidad federativa y del municipio. Aunque resulta discutible si los empleados de
los entes descentralizados y de las sociedades de estado (municipales y estatales),
realizan o no función pública; es claro que sí efectúan un trabajo cuya regulación
no debe quedar desprotegida por el orden jurídico, en tanto continúa la discusión
acerca de cuál es la contraparte de la relación laboral, si el estado u otra persona.
A la fecha, predomina la indefinición y, por tanto la diversidad de regímenes legales
para normar las relaciones existentes entre la administración pública paraestatal
local y municipal; esto acarrea en el fondo una desprotección para el trabajador, y
para el jurista implica analizar cada caso concreto, a efecto de determinar qué
ordenamiento es el aplicable.

Servidores públicos de las entidades federativas y de los municipios. Según


la Constitución General de la República, los poderes de los estados miembros de la
federación se organizarán conforme la Constitución Política de cada uno de ellos y
las relaciones de trabajo entre las entidades federativas y sus trabajadores, se
regirán por las leyes que expidan las legislaturas locales con base en lo dispuesto
por el art. 123 de la Constitución Federal y sus disposiciones reglamentarias. El
texto original de dicho dispositivo suponía competencia de las legislaturas locales o
estatales para legislar en materia laboral, respecto a los servidores de los
gobiernos de las entidades federativas y de los municipios. Con motivo de la
reforma a dicho artículo en 1929, destinada a federalizar la materia del trabajo, la
carta magna fue omisa con respecto a la burocracia de los estados y
ayuntamientos. Dicha situación provocó una larga polémica en tomo a qué
legislación laboral les era aplicable a tales servidores públicos, si la federal del
trabajo, la burocrática federal, alguna que especialmente emitiera un gobierno local,
el código civil estatal, los acuerdos del gobernador, ninguna de ellas, etcétera.

En reforma de marzo de 1987, el constituyente permanente pone punto final a la


expresada polémica al establecer en los art. 115 frac. VIII, segundo Párr. y en el
116 frac. VI, a quién compete legislar en materia local burocrática, es decir, a la
legislatura de cada entidad federativa con base en el art. 123 y disposiciones de él
derivadas. Aunque el texto constitucional no dice si la base para esas leyes
burocráticas municipales ha de ser el apartado A o el B del art. 123, debemos
interpretar en el sentido que será el segundo el que servirá de modelo a esa
normatividad; siguiéndose supletoriamente el contenido del apartado A.
Ordinariamente, la función pública, que por lo común lleva implícita la permanencia
en su prestación, se cumple desde el oficio o cargo público, por quienes pueden
ser denominados genéricamente los "funcionarios públicos", de los cuales se tiene
la siguiente clasificación:

Primera: Funcionarios de jure y funcionarios de facto. Los cuales se refieren a lo


que por virtud del nombramiento realizan una función pública, y los que de hecho,
aunque ésta pudiera ser ilegal.

Segunda: Funcionarios rentados o remunerados (con fondos estatales en


definitiva), titulares o precarios en "empleos" o "puestos" dotados de estipendio o
sueldo; y funcionarios ad-honorem (o ad honoris o ad honorem, como se ha dado
en llamarles).

Tercera: Aunque poco determinada, es útil la agrupación de los funcionarios en


tres distintos niveles, según el grado de idoneidad que exhiban las personas o
reclaman los cargos, a saber, nivel inicial o inferior, nivel medio y nivel superior.

Cuarta: Por la naturaleza del servicio o función. Se distingue una "planta directiva,
profesional y técnica" de una "planta administrativa"; según el método funcional hay
una agrupación en clases: a) clase directiva; b) clase técnico-profesional; c) clase
semitécnica; d) clase administrativa; e) clase obrera; y f) clase de servicio.

ANALISIS DE CASO SOBRE LO QUE PIENSA EL CIUDADANO DE LA


ATENCION DEL FUNCIONARIO PÚBLICO EN EL CASO CONCRETO DE LA
POLICIA:

PERCEPCIÓN CIUDADANA

El desempeño policial La imagen de la Policía está relacionada directamente con


el tema del desempeño, lo cual se asocia con la brecha que se produce entre el
aumento de la delincuencia y la capacidad policial para enfrentarla.
Entre más grande es esta brecha, en términos de resultados (lo cual se resume en
el número de detenidos), mayor es la aprehensión y reserva ciudadana hacia la
Policía y su capacidad institucional.

Es importante hacer alguna referencia a este último término, capacidad


institucional, para destacar que la percepción va más allá de las personas (policías,
Directores, Secretarios y Subsecretarios de Seguridad), e incluye a la
institucionalidad en la que se insertan y, si se quiere ir al extremo, a la función de
seguridad que el Estado está obligado a desempeñar en beneficio de la
ciudadanía.

Al ciudadano común le interesan los resultados concretos para definir su


percepción del desempeño policial. No le interesa saber si el incremento
delincuencial está asociado al ritmo de urbanización, a la pérdida de valores, al
cierre de oportunidades o al crecimiento acelerado del desempleo. Al ciudadano le
interesa saber que puede estar en su casa o caminar tranquilamente por las calles
de la colonia, de la ciudad o de la aldea, y que no corre el riesgo de ser robado,
asaltado, violado, herido o muerto; en última instancia, si esto ocurre, lo menos que
espera es que la Policía capture a los delincuentes y que se le aplique todo el peso
de la Ley. Tampoco le interesa al ciudadano común saber si su seguridad depende
del policía de prevención o del policía de investigación y tampoco se preocupa por
averiguar los lazos que unen al policía con el fiscal o el juez para garantizar su
seguridad. Lo que le interesa es saber que el policía lo va a cuidar y que con su
trabajo le va a garantizar su seguridad. Todavía podemos ser más radicales y
plantear que poco o nada le interesa al ciudadano si el policía está bien pagado o
bien comido o si su vida y su integridad están garantizadas por un seguro
adecuado, quizás porque asume que ése es un problema del Estado y que no es
su problema.

Lo anterior nos remite a dos problemas muy concretos; uno de ellos es que, al
margen de lo que piense la ciudadanía, los conductores del Estado (Presidentes de
los poderes del Estado, Diputados, Secretario de Seguridad y Fiscal General de la
República) son los responsables de adoptar las medidas racionales que garanticen
la seguridad de las personas, sin inclinarse hacia la demanda de acciones radicales
que enfatizarían la represión, despreciarían la prevención y amenazarían
peligrosamente las garantías individuales y los convenios internacionales. Lo
anterior se expresa muy bien en la demanda de instituir la pena de muerte, ejercer
violencia en la captura, realizar allanamientos ilegales, encarcelar a menores
infractores con adultos delincuentes, etc.

Las víctimas y sus familiares quisieran aplicar el mayor grado de violencia en


contra de los victimarios, pero el Estado de Derecho establece procedimientos para
procesar e, inclusive, sancionar a un sospechoso de haber delinquido. Una
autoridad no puede permitirse el lujo de ser irresponsable y no pensar en las
consecuencias sociales y jurídicas que pueden desencadenarse de la adopción de
medidas fuertemente represivas. Su papel es el de adoptar medidas que medien
entre la prevención y la represión, entre la víctima y el victimario, y entre el interés
particular y el interés general, lo cual conduce a superar la inseguridad jurídica y
asegurar la vigencia del Estado de Derecho.

El otro problema concreto que se deriva de lo expresado, es el desentendimiento


ciudadano de lo público y, en este caso de la seguridad como un bien público.
Asumir que lo público es un asunto de los funcionarios y empleados del Estado,
dentro de los cuales se encuentran los policías, es algo muy común dentro de
nuestra cultura, lo que fácilmente nos conduce a ser implacables al momento de
juzgar el desempeño y los resultados del mismo.

El ciudadano tiende a creer que la Policía no combate eficientemente a la


delincuencia, por carecer quizás del recurso humano y del apoyo logístico
correspondiente para estar oportunamente en tiempo y en espacio en la escena del
delito y brindar así un eficiente servicio a la ciudadanía. Además, de manera
intuitiva tiende a pensar que debe modernizarse todo el sistema policial y
fortalecerse una de las ramas más importantes como es la investigación criminal. A
pesar de lo anterior, hay un sector de la población que es de la opinión que algunos
policías acuden sólo ocasionalmente con prontitud al llamado de la ciudadanía y
responden con desgano a este requerimiento. No obstante esta opinión, un tanto
puntual y con reservas, hay otro sector igualmente importante que piensa que las
cosas son diferentes al opinar que la eficiencia ha mejorado principalmente en
número, frecuencia y efectividad de los operativos, y en el combate frontal que el
actual gobierno ha declarado tanto al delincuente común como al crimen
organizado.

Sobre la percepción ciudadana de que la Policía combate


eficientemente a la delincuencia, los entrevistados opinan
negativamente en un 50.88%, en forma favorable en un 24.56% y a
veces en un 24.56%. Un punto importante a destacar es el hecho de que el
ciudadano se cree protegido si “siente” que la Policía lo cuida y esto va asociado a
la presencia policial en puntos estratégicos de la ciudad o de la colonia, lo que
supone una estrategia de mantenimiento policial en las calles que no corresponde
a la escasez de recursos en la Policía y tampoco a las prioridades que pudiera
establecer la Secretaría de Seguridad y, específicamente, el gobierno. Lo anterior
supone, por parte de los conductores de la política de seguridad, una gran
habilidad para combinar el control de la delincuencia de menor impacto económico
pero de mayor sensibilidad poblacional, con el control de la delincuencia de mayor
impacto pero de menor sensibilidad poblacional, situación que implica
consideraciones relacionadas con la voluntad política del gobierno, la imagen de la
Policía ante la ciudadanía, la tranquilidad de las personas con poder económico y
político, la imagen del país ante los extranjeros y las posibilidades de inversión y
turismo, y también con la política norteamericana de combate al narcotráfico. La
situación se vuelve más compleja si consideramos la variedad de la delincuencia
en las diversas regiones del país; así, mientras en una de ellas el principal delito
puede ser el robo y el asalto, en otras puede ser el secuestro, el abigeato o el
homicidio. Lo anterior implica que una política de seguridad debe contar con
estrategias específicas para las diferentes regiones y para los diferentes estratos
delincuenciales y, en función de ello, redistribuir los recursos e introducir
modificaciones importantes en el perfil de policía que se requiere para cada uno de
ellos, lo que, a su vez, supone cambios sustanciales en la educación y capacitación
policiales. Un gran porcentaje de la ciudadanía hondureña opina con negatividad
en cuanto al desempeño profesional del policía, ya que piensa que la educación, la
preparación y el entrenamiento deberían ser elementos integrales en un verdadero
policía o en el estereotipo del policía profesional. La educación conduce a prestar
un mejor servicio al llamado del ciudadano a quien la mayoría de las veces los
policías no tratan con el respeto pertinente o hacen caso omiso de su
requerimiento.

Por otra parte, la debida preparación académica y su respectivo entrenamiento


hacen que el policía se profesionalice en niveles suficientes para enfrentar con
capacidad y eficiencia al delincuente, reduciendo así, ostensiblemente el número
de casos que quedan sin una respuesta que satisfaga plenamente al ciudadano
afectado. Actualmente el policía carece de todo ello o lo tiene en condiciones
precarias, lo que lo inclina fácilmente al soborno y a la realización de actos
delincuenciales.

Existe otro sector poblacional, no menos importante que el anterior, que piensa
muy reservadamente del profesionalismo policial, ya que considera que en muy
pocas ocasiones el ciudadano se encuentra con un policía honesto, insobornable y
con suficiente ética que lo desligue en forma definitiva del delincuente y que,
además, posea don de servicio y demuestre prontitud y agilidad en atender el
llamado ciudadano. No obstante, un reducido grupo de individuos piensa lo
contrario.

En la encuesta realizada se recogieron las siguientes respuestas para la pregunta:


¿Cree que el desempeño policial es profesional? La tendencia
señalada fue la siguiente: Desfavorable 49.12%, a veces, 38.60% y
favorable, 12.28%. Otro elemento importante a destacar es el grado de
confianza ciudadana en que la Policía le puede ayudar en caso de emergencia.
Sobre este tema, un gran sector de la población opina desfavorablemente de la
confianza en la Policía para una emergencia, pues piensan que el policía está en
su puesto por el simple hecho de estarlo, sin importarle siquiera los problemas de
la ciudadanía a la cual ellos se deben. Lo anterior se basa en que, al solicitarle su
ayuda en una situación delincuencial, o hacen oídos sordos al llamado o, en su
defecto, presentan al ciudadano una interminable lista de pretextos, que hacen que
éste desista de tal ayuda. Este sector sigue opinando que si por casualidad son
ayudados, llegan tarde a la escena del delito o simplemente nunca llegan. Por tal
razón y ante la pérdida de tanto tiempo para un resultado infructuoso, prefieren
cruzarse de brazos o resolver las situaciones con sus propias manos. El otro sector
de esta población con opinión diferente, pero con similar importancia, es el que
piensa favorable o positivamente sobre este tema, como ser la opinión de que sí
brindan ayuda a la ciudadanía, pero de acuerdo a sus posibilidades, ya que
carecen del presupuesto necesario para reclutar nuevos policías y adquirir el
equipo correspondiente para contrarrestar el número de delitos que a diario se
presentan. Un reducidísimo número de habitantes prefiere no opinar.

El resultado obtenido de la población encuestada es de tendencia


negativa (50.88%), positiva (43.86%) y no responde (5.26%).

El tema puntual de los aspectos que debe mejorar la Policía en cuanto a su


desempeño, es un importante indicador de la imagen que la ciudadanía tiene de la
Policía en general y de los policías en particular. En este tema, una gran parte de la
población comparte el criterio de que el nivel académico es el principal elemento a
ser mejorado y que ello traería como consecuencia la mejoría de otros niveles
elementales intrínsecos al policía, que lo harían más aceptable ante la ciudadanía.
En los oficiales de la Policía son más relevantes la eficiencia, el conocimiento y el
nivel académico y en los policías de calle o en los mismos detectives, son
fundamentales la honestidad y el trato con el público, por su contacto directo con el
mismo. Asimismo, ellos piensan que antes de incrementar los policías en cantidad,
debe aumentarse el recurso presupuestario y que, al mismo tiempo, se mejoren en
calidad, para dar una mayor satisfacción a las demandas de la ciudadanía en
general.
Este fuerte grupo poblacional piensa que la honestidad, como un aspecto
preponderante del policía en su condición de servidor público, debe ser fortalecida
e incentivada fuertemente por parte del ente policial. La población entrevistada
señaló los aspectos que deben ser mejorados en la Policía, los cuales se
presentan en orden descendente: · Nivel Académico · Eficiencia · Recursos ·
Trato con el público · Honestidad · Mayor cantidad de policías ·
Conocimientos De lo expresado anteriormente se pueden extraer dos
señalamientos muy importantes: Uno de ellos es que existe un grupo de
aspectos que apuntan a la capacidad institucional de la Policía, como son el nivel
académico, los conocimientos y los recursos presupuestarios y humanos. El otro
señalamiento apunta a características de los policías en su desempeño y en su
contacto directo con la ciudadanía, referidas a la eficiencia, la honestidad y el trato
con el público. Ambos señalamientos están relacionados con la percepción
ciudadana de la eficiencia policial, pero mientras uno de ellos apunta a cuestiones
inherentes a la institucionalidad, relacionadas con la concepción integral que debe
tenerse del tipo de policía que necesita el país en su actual nivel de criminalidad y
con los recursos derivados de la limitada asignación presupuestaria por parte del
gobierno central y del Congreso Nacional, el otro se relaciona directamente con la
imagen que los policías transmiten a la ciudadanía en su desempeño cotidiano, la
cual, indudablemente, tiene deformaciones serias que deben ser modificadas con
urgencia.

La gente percibe al policía con el que se contacta diariamente, con problemas


graves de corrupción, ineficiencia y maltrato hacia la ciudadanía a quien, por
definición debe servir. Es indudable que no todos los policías son así, pero si la
ciudadanía observa la repetición de comportamientos negativos que no son
sancionados, saca la conclusión, errónea quizás, de que todos los policías son así
y que, además, son protegidos por sus superiores, lo que reafirma la percepción de
impunidad y complicidad.
BIBLIOGRAFÍA:

1. Leticia Salomón: El Desempeño Policial Y La Satisfacción De La Ciudadanía


Programa De Las Naciones Unidas Para El Desarrollo (PNUD), honduras, febrero
del 2004 pp35-55
2. Teoría Del Servidor Público http://definicion.de/servidor-publico
3. Los servicios públicos, origen y evolución scibd.
4. La Teoría del Servidor Público, Wuiquipedia. Octubre del 2016.

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