Roa Edwin 1

Evangelio de Mateo capítulos 1, 2, 3 y 4

27.09.2019

Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.

Sal. 16:1

El Evangelio según el Apóstol Mateo: La fidelidad de Dios

El Apóstol Mateo tiene, entre otros, el objetivo de proporcionar

datos duros (susceptibles de confrontación), relacionados con la
identidad de nuestro señor Jesuscristo. Traza con precisión el linaje
sanguíneo del señor Jesús, a fin de mostrar (tal como lo hará de forma
reiterada a lo largo de los siguientes tres capítulos y del resto de
su evangelio) que la profecía dada por el Padre a los suyos, se ha
cumplido.

Cada profecía es un compromiso de Dios con lo que ha de suceder,

en este caso el cumplimiento de la profecía al rey David:

Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo

levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus
extrañas, y afirmaré su reino.
2ª Sam. 7.12

Es decir, el apóstol Mateo se ocupa en todo momento de aportar datos

que hacen imposible pensar que el señor Jesús no es aquel que había

de venir según la palabra de los profetas del antiguo testamento

(incluido Juan el bautista).

El señor Jesús es Dios, por esta razón, el solamente podía nacer libre

de pecado; así pues no era posible concebirle mediante un acto carnal,

pues Él, antes de desgarrar el velo espacio-temporal, volviendo finito

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lo infinito a través de la carne, es espíritu. Por tal razón, sólo Él

puede ser el salvador de su pueblo y redimir a su pueblo de los pecados.

Y el redimirá a Israel de todos sus pecados.

Sal. 130.8

Dios es fiel. La fidelidad de Dios implica que, de manera indiscutible,

el Santo Señor cumplió, cumple y cumplirá todas y cada una de las

profecías y promesas hechas a su pueblo.

El capítulo 2 del Evangelio del Apóstol Mateo hace hincapié en la

fidelidad de Dios por lo que hace al cumplimiento de las profecías,

así pues en lo versículos 5, 6, 15, 17 y 23.

Y ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el

profeta: Y tú, Belén, de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los
príncipes de Judá; porque de ti saldrá un Guiador, que apacentará a
mi pueblo Israel.

Mat. 2.5-6

y estuvo allá hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese lo que

fue dicho por el Señor, por el profeta que dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.

Mat 2.15

Entonces se cumplió lo que fue dicho por el Señor por el profeta

Jeremías, que dijo: Voz fue oída en Ramá, lamentación, lloro y gemido
grande; Raquel que llora sus hijos, y no quiso ser consolada, porque
perecieron.

Mat. 2.17-18
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Y vino, y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se

cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que había de ser llamado
Nazareno.

Mat. 2.17-18

Los versículos anteriores no solamente son el ejemplo de la intención

histórica del Apóstol Mateo para dejar de manifiesto, la fidelidad de

Dios, sino que además, tales versículos tienen implícita la naturaleza

del señor Jesuscristo, esto es que Él es Dios hecho carne, hecho

hombre.

Es maravillosa la forma como el Evangelio del Apóstol Mateo enfatiza

la naturaleza del señor Jesús y propia complejidad que el Dios de los

Cielos consideró en agregar a la profecía de la llegada del señor

Jesús y así evitar una desafortunada usurpación de su identidad. Es

así, que por ejemplo en Mateo 3:1-3 se introduce una profecía que si

bien se cumpliría con la llegada del señor Jesús, a su vez dependía

del cumplimiento de la misma profecía en una persona distinta y en un

tiempo distinto que se traslapa con el tiempo de aquel que es el

tiempo en sí, el Alfa y el Omega.

Pues este es aquel de quien hablo el profeta Isaías, cuando dijo: Voz
del que clama en el desierto: preparad el camino del señor, Enderezad
sus sendas.

Mat. 3.3

Esta es el único tiempo en la biblia en que existe una profecía cuando

el señor Jesús ya se encontraba caminando entre nosotros.

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La fidelidad de Dios es tan abundante que incluso el mismo cumple sus

propias determinaciones, no obstante es soberano, no revoca lo que el

mismo ha dicho, por ello es que el acude a ser bautizado por Juan el

Bautista.

Pero respondiendo Jesús le dijo: Deja ahora; porque así nos conviene
cumplir toda justicia. Entonces le dejó.

Mat 3.15

Una muestra más de lo anterior se encuentra en el encuentro entre el

señor Jesús y el tentador, el Señor Jesús hace guerra a la tentación

y la combate con la propia palabra de Dios (la espada del espíritu).

Jesús mismo es verbo, la palabra materializada.

En la parte final del capítulo cuarto del Evangelio del Apóstol Mateo,

se reitera la Divinidad de Dios y su fidelidad en un mismo hecho, pues

al iniciarse el ministerio del señor Jesús en Galilea, además de

cumplir la palabra de Dios dada al profeta Isaías (Is. 9.1-2), también

nos recuerda Génesis 1.3: “Y dijo Dios, sea la Luz […]” y esa misma

luz, es la misma que vio Galilea de los gentiles.