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Yo reafirmo que Zamora fue un gran líder popular porque, al igual que Chávez, supo interpretar
que en el alma, en la conciencia, en el corazón de nuestro pueblo las ideas de Bolívar quedaron
sembradas para siempre. Rescato el pensamiento de Zamora, como continuidad histórica del
traicionado proyecto social de la Independencia. Así lo expresa él, en 1846, en El Pao de Zarate:
“… cueste lo que costare, lleguemos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema
de Independencia”.
“No habrá pobres ni ricos, ni esclavos ni dueños, ni poderosos ni desdeñados, sino hermanos que
sin descender la frente se traten bis a bis, de quien a quien”.
“Se acerca el deseado momento de fundar el Gobierno Federal que da al pueblo la dirección y
manejo de sus propios intereses, sin sujeción a ningún otro poder y se asegura un porvenir de
gloria y bienandanza a todos los venezolanos”.
“Habéis probado con vuestra abnegación que solo el pueblo quiere su bien y es dueño de sus
suerte y que de hoy más, Venezuela no será patrimonio de ninguna familia ni persona”.
Es claro pues que el General del Pueblo Soberano, además del gran guerrero que fue, dejó
elementos teóricos para la soberanía, para la construcción de una sociedad de iguales, para el
ejercicio del poder popular y su pensamiento fue y sigue siendo una lanza contra quienes
traicionan los ideales de justicia y dignidad por la que hemos luchado, como pueblo, sean estos
quienes sean y reclamen la glorias pasadas que reclamen para justificar sus odiosos privilegios. Así
se lo dice al pueblo apureño en una comunicación, fechada en Barinas, en mayo de 1859:
“Son insensatos los que olvidando el credo político de la democracia de la América, símbolo
formado por su Libertador se imbuyeron en las doctrinas del absolutismo escrito sobre la tumba
del héroe por los enemigos de la Independencia y enseñadas por el salvaje José Antonio Páez, que
verdugo de sí mismo y asesino de la Patria, lleva desde entonces el Arca Santa de nuestros
derechos navegando por entre lagos de sangre hermana”.
Este grave reclamo a la ignominia estremece el alma patriótica y nos demanda a quienes
asumimos la dirección de la Revolución Bolivariana, como no los exigió nuestro Comandante
Chávez mil veces, a no terminar así.
Finalmente, reivindicó la lealtad de Zamora a sus propios principios, que tal como Fabricio Ojeda,
honró con su propia vida y al igual que éste renunció a acomodarse en el poder y escogió el
sendero del sacrificio, como lo dejó escrito en su carta de renuncia al cargo de Gobernador de
Barinas, dirigida al Presidente Monagas, en Abril de 1853:
“Quiero defender los fueros populares en los campos de batallas (…) El juramento que tengo
prestado me obliga a cambiar mi vida por la libertad de mi Patria”.
Es tiempo ya, que la victoria de las ideas justas sea irreversible para el pueblo sabio y libre de
Venezuela. ¡Zamora vive, la lucha aún sigue!