Вы находитесь на странице: 1из 3

Passerini, Florencia Micaela

39.608.748

Comisión: Paula Bertúa

Teoría y Análisis Literario 2do cuatrimestre 2019

El presente trabajo, se propone demostrar la manifestación del yo en la otredad en los poemas de

Oliverio Girondo a partir de la posición que toma, o perspectiva que adopta el autor al momento

de describir aquellas escenas. La estrategia de darle voz al objeto representado, pero ¿cuál? De

torcer el punto de vista desde el cual se narra y vivencia la escena.

El borramiento del yo lírico en los poemas de Girondo, y especialmente en Veinte poemas para

ser leídos en el tranvía, es, según Beatriz Sarlo: “cultivar una distancia respecto de los objetos,

que pertenecen al mundo” (Sarlo, 1988). Con el cual, Girondo evita cargar de subjetividades o

“contaminar” los objetos descriptos y así poder lograr un extrañamiento en la percepción de sus

trabajos.

Sin embargo, al evitar la manifestación de este yo explícitamente, el autor se delata a sí mismo

en el diálogo con el lector. Como expresa Muschietti en uno de sus trabajos, las palabras que

utiliza Girondo inevitablemente, están cargadas de valoración ideológica. Sobre lo que dice y lo

que calla, se encuentra su representación: “El YO aparece escondido detrás del ELLO,

protagonista privilegiado de la representación textual”.

Esto mismo se puede ver en Exvotos cuando describe la escena de unas mujeres caminando por

la calle, mientras los hombres las “cortejan”.

“Las chicas de Flores, viven en la angustia de que las nalgas se les pudran, como manzanas que se han

dejado pasar, y el deseo de los hombres las sofoca tanto, que a veces quisieran desembarazarse de él

como de un corsé, ya que no tienen el coraje de cortarse el cuerpo a pedacitos y arrojárselo, a todos los

que les pasan la vereda”


Las palabras utilizadas, dejan entrever la percepción que él mismo tiene de esa situación. Al

describirlas “objetivamente”, narrando la situación desde un rincón marginal no podemos evitar

presuponernos lo que el autor piensa de la misma. Él narra lo que quiere narrar, cuenta lo que

más llama su atención y deja de lado otros matices. Relata lo que él percibe en aquellas chicas.

Lee sus cuerpos, sus miradas. Intenta descifrarlas, comprender lo que las aqueja.

Ahí es donde el narrador queda al descubierto. El yo que intenta difuminar, lo recuperamos en

las impresiones que esas chicas y la situación dejan en el narrador. A través de sus palabras

elegidas sutilmente para, que de a poco, el lector pueda recomponer por sí mismo, las partes del

rompecabezas. Su ideología.

Así mismo, la personificación de objetos es también demostración clave de la manifestación del

yo en el otro. Darles voz, vida a elementos propios del paisaje consiste en una estrategia que

resulta bastante significativa. Sucede algo muy similar en los poemas Verona y Pedestre. En

ambos, existe la descripción central de un objeto que se encuentra en el medio de la escena. Los

cuales, parecen ser narradores de la situación. En el primero, la Virgen María es una escultura

en el medio de la plaza. “La Virgen, sentada en una fuente, como sobre un “bidé”, derrama un

agua enrojecida por las bombitas de luz eléctrica que le han puesto en los pies”. Observadora de

todo lo que transcurre alrededor. Juzga con detenimiento las acciones y las ridiculiza. La voz

narradora, parece ser ella misma, sin dejar de ser ese yo, oculto entre esas palabras. Porque

después de todo, no deja de ser ese yo el que percibe el paisaje. El que lo experimenta en carne

propia y emite su valoración. Al igual que en Pedestre, el farol colocado en una esquina de las

calles, se anuncia como espía de lo que sucede en torno a sí mismo. “Con un brazo prendido a la

pared, un farol apagado tiene la visión convexa de la gente que pasa en automóvil”. Tiene una

visión completa del panorama. Y sucede lo mismo: es a través de la perspectiva de este objeto,

que se delata aquella subjetividad. El yo se proyecta a través del ello.

No hay duda en que Girondo cumple satisfactoriamente con esa percepción de extrañamiento

propia de las vanguardias del siglo pasado. Las lecturas de sus poemas dejan en claro un gran
manejo de aquella sensación de anonimato, de objetividad en las descripciones de estas escenas.

Al igual que fotografías, el autor congela en palabras las acciones expuestas. Revive, desde

otros ojos, aquel acostumbramiento monótono de la vida urbana. Dándole de un sopetón,

nuevos matices.

Por eso mismo, es propicio concluir, en que la percepción de extrañamiento no solo se logra a

partir de estas estrategias, sino también, en poner las propias palabras en las bocas de los otros.

Traspasar esa responsabilidad, desligarse de todo juicio y valoración personal. Dotar de

características humanas, de voz y conciencia a aquellos objetos claves en sus panoramas. En los

cuales, al intentar ocultarse a sí mismo, no logra más que hacerse evidente. Aquella

personificación, esa elección de palabras contrastivas, delata. Deja al descubierto a un Girondo

con su ideología y concepción del mundo tan caótica como fascinante.

Вам также может понравиться