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con quién me quedo, con Cristo crucificado o Cristo resucitado y como todos los hombres
temen al escándalo de la cruz se dijo: Cristo resucitó y se quedó entre nosotros en forma de
pan para que le adoremos, entonces su mirada se centró más en el sagrario que en la cruz,
pero no podía desprenderse del todo de la tentación de mirar la cruz y ver a Cristo clavado
en ella.
a de irse, se levantó hizo la genuflexión y el nombre del padre y lentamente empezó a
retirarse por el pasillo central, caminando victorioso como una novia que acababa de
casarse.
Iba totalmente cambiado, en su rostro brillaba una luz que lo hacía diferente. El encuentro
personal con Dios siempre cambia, cuando Moisés subió al Monte Sinaí, después de
cuarenta días en un encuentro con Dios bajó irreconocible.
Mientras se dirigía a su casa, pasó frente a la farmacia, miró su reloj y dijo: aún es
temprano, voy a saludar a Miriam, entró en la farmacia, grande fue la sorpresa de Miriam al
verlo entrar, pero él para no llamar la atención o tal vez para llamar la atención, como aquel
que en una asamblea se sienta atrás con la intención que lo inviten a pasar al frente.
Ocupamos el último lugar con la intención de ser el primero. Se acercó lentamente a ella y
le dijo hola, quiero un analgésico para el dolor de cabeza.
Ella percatándose de la broma y siguiéndole dijo: lo siento tienes que irte al laboratorio que
te hagan uno especial. De esa presentación jocosa de ambos, empezó una amena
conversación. No deberías estar en el colegio preguntó Miriam, si pero es que hoy no
- oportunidad. No te arrepientas de lo que hiciste, pero no te quedes con la
herida abierta, reflexiona y analiza sobre lo que te ocurrió y trata de vendar y curar la herida,
por cada puerta que Dios cierra abre diez.
Miriam lo escuchaba atentamente, pero no solo lo escuchaba sino que le miraba con unos
ojos que una mujer enamorada puede tener y le dijo: qué vas a hacer esta noche, si no tenés
nada que hacer podemos ir a tomar tereré en alguna plaza, bueno, si quieres, verdad. Con
esa simple invitación las noches de José empezarían a tener otros matices. Si me encantaría,
sería un placer y un honor para mí compartir un tereré contigo, me siento el hombre más
privilegiado del mundo, quien no daría todo por compartir contigo un tereré.
- Yo te llamo cuando llego a casa.
Voy a esperar tu llamada dijo José, pero ahora tengo que irme porque se me hace tarde, nos
vemos a la noche dijo y se marchó pero antes de retirarse presumiendo de su ego no perdió
la oportunidad para vanagloriarse diciendo: no te preocupes niña que peores cosas te
esperan en la vida que mi ausencia, todo esto lo decía en broma, aprovechándose de la
confianza que se había ganado.
Ella se quedó encantada con todo lo que le decía y con su forma de ser y se dijo en sus
adentros, no creo que haya peor cosa en la vida que tu ausencia, cuando ya salía lo llamó y
le dijo lo que pensaba, no creo que haya peor cosa que tu ausencia, pero el tomándolo como
una broma le dijo: Cuánto te debo, ella siguiéndole la corriente le dijo: no es nada lo hago
con gusto, ambos estaban encantados pues el diálogo era fluido y ameno, pero él le dijo: ya
tengo que irme, hablamos en la noche y esta vez si se marchó y ella le miraba mientras él se
perdía en la distancia y se hacía ilusiones de que él se fijara en ella.
Si quieres saber el valor de una hora, pregúntale a un joven que tiene una cita con una
dama. Desde que partió para su casa José no hizo otra cosa más que mirar su reloj y esperar
que la noche caiga para recibir la llamada de Miriam, tal vez nunca en su vida esperó tanto
a la noche como ese día, pero no solo el esperaba ansioso que el día termine, la misma
ansiedad, sentía Miriam, las horas se hicieron largas e interminables para ambos, pero como
el mundo no se detiene ni avanza más rápido por capricho o ansiedad de nadie, todo seguía
Por que no encontrarás,
A otra persona que te ame como yo
Pero yo si encontraré
A alguien a quien amar como a ti.
Siguieron hablando y apreciando la hermosa noche por un buen rato más y Miriam cada
vez se sentía más atraída por José y se ponía a pensar, este es el ideal de hombre con quien
siempre me vi casada, reúne todas las condiciones para ser un buen esposo. La mayoría de
las mujeres siempre se pasan quejando de sus novios o esposos y encuentran un varón
quien las escuchan y se enamoran de él.
Es muy agradable estar contigo dijo José, si fuera por mi me quedaría contigo toda la
noche, pero mañana es un nuevo día y todo vuelve a la normalidad, tú debes trabajar y yo
debo estudiar, pero espero que esta no sea la última vez que compartamos una noche
preciosa y un rico tereré, yo también espero dijo Miriam, y concluyeron en volver al día
siguiente a la misma hora, hasta que el hábito se hizo costumbre y la costumbre se hizo una
ley y llegaron a caer en la rutina, pero una rutina que cada vez se hacia más interesante y
atractiva.
Las citas comenzaron siendo esporádicas, terminaron siendo habituales, la relación se
estaba haciendo cada vez más compleja, ya que Miriam cada vez se estaba involucrando
más y esperaba que José de el primer paso, cosa que nunca se dio hasta que un día cuando
era la despedida como de costumbre Miriam dijo con una voz tierna, te puedo pedir un
favor, si está a mi alcance no hay problema respondió él, no sabiendo que estaba a punto de
dar un gran paso que cambiaría la dirección de la historia
- Te puedo dar un beso dijo Miriam, José la miró bien, atraído y seducido por
su belleza no pudo negarse.
Y así como Jesús fue entregado por amor con un beso, con un beso esa noche, una nueva
página en la historia de ambos se estaba escribiendo, pero como José era una persona muy
crítica, perceptiva y objetiva, sabía a lo que se estaba exponiendo y dijo después de unos
besos apasionados como los que nunca había experimentado. Nosotros no podemos ser más
que amigos, porque acá uno de los dos va terminar perdiendo y esa sos vos, porque a las
mujeres generalmente se le queda la culpa de todo, así que es mejor que pongamos las
cartas sobre la mesa, esta prohibido enamorarse de mí, porque yo no sé si estoy preparado
para responderte dijo José y no quiero que sufras.
Miriam lo miró bien a los ojos y le dijo, si no temo por mí, yo temo por ti, entonces José
respondió: tú cuidas de ti y yo cuido de mí, te parece, perfecto dijo Miriam, lo tomó del
rostro y empezaron a besarse, como si fuera la última vez, pero los dardos de pasión corrían
de un labio para el otro y se esparcían por la sangre de ambos, hasta que el gran sueño
terminó cuando José dijo: Tengo que irme por que se hace tarde, hablamos mañana y
Miriam lo contemplaba como se perdía en el horizonte desde el portón de su casa.
José estaba confundido, su deseo de santidad y sus principios éticos y morales lo
traicionaban y lo atormentaban. La moral no canalizada y extremista atormenta al hombre
mientras no se libere de ella. No sabía qué hacer y lo que acababa de hacer le parecía un
escándalo. La mayor arma de la hipocresía es el escándalo, el hombre que se escandaliza de
su debilidad y no pone su confianza en el Señor no puede ser feliz. Nos preocupamos por
las cosas del Señor y nos olvidamos del Señor de las cosas.
Fue a su casa y no sabía qué hacer, pues tenía miedo de enamorarse, se sentó en la cama y
se puso a mirar la pared concentrado y embelesado en ella, cuando de pronto se acordó de
los grandes santos que hacían mortificaciones a su cuerpo para no pecar entonces dijo: voy
a hacer penitencia para que el deseo carnal desaparezca y se sometió a grandes ayunos, se
levantaba por la madrugada a rezar, comía poco, dormía poco, y no se afeitaba para que el
deseo desapareciera, para que el deseo de la concupiscencia desapareciera.
Pasó una semana sin saber nada de Miriam, cada vez que le llamaba él decía que no estaba,
desviaba su trayecto al colegio para no pasar por la farmacia hasta que por causa del destino
se encontraron por el camino sin querer, Miriam al verlo con la barba larga le dijo: pareces
un mendigo, que pasó contigo, pero el casi no le dirigió la palabra más que para saludarle y
decirle estoy apurado y la dejó plantada.
Terminó la jornada y José empezó a reflexionar sobre lo que le había pasado y dijo no se
merecía un desprecio así de mi parte nadie se lo merece, mañana hablaré con ella, pero
tiene razón al tratarme de un mendigo pues lo soy, soy un mendigo del amor, cansado se
dispuso a descansar pero antes se puso a escribir.
Cansado he amanecido
Agobiado por mis pecados
Pero al caer la tarde
Muy ligero me he sentido
Pues Dios con mis pecados
El solo ha podido
Y mirándome a los ojos
Fueron al olvido
Apenas terminó de escribir, miró su reloj, se levantó hizo la genuflexión ante el santísimo y
se retiró, detrás de él las puertas de la Iglesia se iban cerrando, sin darse cuenta se pasó toda
la mañana en la iglesia.
Llegó a su casa cansado y sin saber por qué, al entrar en su casa no encontró a nadie y una
nota sobre la mesa que decía “José, tu padre y yo no estaremos durante el día porque
tenemos una jornada de cuestiones de trabajo, aquí tienes dinero para comprarte algo para
comer. T.Q.M. Tu mamá”
De tan cansado que estaba José no tenía apetito así que se fue directo a la cama a descansar,
pero su cansancio más que cansancio era ansiedad, una ansiedad producida por la espera y
el temor de encontrarse con Miriam. El amor siempre nos asusta y nos sorprende.
Sin darse cuenta se quedó profundamente dormido y cuando despertó ya eran casi las
19:00hs. Dios mío dijo al despertar, parece que me dormí, sí que estaba cansado.
Mientras que él se disponía a prepararse para su visita sin tanto protocolo en su vestimenta,
que zapatos o ropas se pondría, sino simplemente se puso un pantalón bies, un zapato color
vino y una camisa amarilla, en lo único que puso mucho empeño fue en su peinado, se puso
un gel y cuidadosamente se peinaba, con un peinado perfecto, se puso un perfume Calvin
Klein que nunca usaba, más que en ocasiones especiales.
Todo ese procedimiento de preparación no le duró más de veinte minutos, mientras que
Miriam ya hacía dos horas que había suspendido todas sus actividades y se dedicó a
prepararse, se probó todos los vestidos que tenía, se los sacaba y ponía, hasta que por fin
encontró uno que le agradaba. Un vestido blanco que le quedaba al cuerpo con un escote
seductor, estaba más bella que nunca y desde una hora antes ya tenía todo listo esperando a
José, miraba su reloj y veía que el tiempo no transcurría, parecía que su reloj se detuvo.
Eran las 19:45hs. Cuando José se dispuso a salir, aún sus padres no habían vuelto, así que
en la misma hoja en que su madre le dejo la nota escribió: “Mamá les esperé a que vinieran
para pedirles permiso pero ya no puedo esperarles más así que decidí escribirles, me voy a
cenar con Miriam no sé a qué hora volveré, no se preocupen por mí, estaré bien y les
prometo que mañana les pediré permiso oficialmente. T.Q.M. José”