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UNA NOCHE YO LO VI
Una noche yo lo vi…
Todo era muy distinto
Sus labios eran rojos
Como los pétalos de una rosa
En busca de otros labios
En los cuales descansar
José terminó de leer la carta, miró a Carmen y le preguntó adónde pudo ir, no tengo ni la menor idea
dijo ella desesperada, mientras José pensaba y dijo creo que se donde está y sin decir nada, salió
corriendo, fue a su casa, tomó su bicicleta a gran velocidad se dirigió al mirador de Ytapytapunta, lugar
más estratégico para tirarse al río, ya que era un lugar lleno de rocas y tal vez nadie se enteré jamás que
ella se haya lanzado al río. El día se venía encima el sol se asomaba, mientras Miriam estaba sentada en
la cima más alta sobre una roca contemplando la salida del sol por última vez, cuando de repente
alguien dijo: es hermosa verdad, esa voz le pareció conocida, se dio vuelta y encontró a José parado
detrás de ella. No le regales tu vida a la muerte, deja que ella corra tras de ti, porque tarde o temprano
te alcanzará, pero arrebátale toda la vida que puedas fueron las palabras de José.
Ella al verlo, se lanzó en sus brazos y empezó a llorar, perdóname no sé cómo pasó, no te preocupes
todo estará bien dijo él, además quiero que sepas que tu no vas a morir, te vas a curar te lo prometo,
pero debes saber que lo único que te puede curar es el amor, volvió a repetirle una vez más José. Y
además que sería de mi vida sin ti. No temas a la muerte pero tampoco la desafíes, no temas a la
muerte, pero tampoco le regales tu vida, deja que ella corra tras ella.
LA MUERTE
La muerte es el acto
Más grande de la humildad
En la que el hombre descubre
Su inmensa fragilidad
Y que la vida no es más
Que un simple transitar
Rumbo a la eternidad
Donde la humildad
Recompensada será
Al pronunciar esa hermosa poesía, José tomó a Miriam, la alzó en su bicicleta y fueron a casa, donde
encontraron a Carmen llorando, hola mamá lo siento dijo Miriam al entrar y Carmen saltó en sus
brazos, perdóname hija por no haberte dicho la verdad, no te preocupes todo está bien dijo Miriam, la
abrazó y se quedaron así por un buen tiempo y esa mañana sus vidas cambiaron, los tres hicieron la
promesa que nadie tenía que enterarse que ellos estaban enfermos. La fuerza interior de José transmitía
mucha paz y consuelo tanto a Miriam como a Carmen y les impulsaba a seguir viendo. La fuerza
interior no es solo para algunos, sino para todos, todos tienen derecho a ser feliz, cuando uno tiene en
frente al otro se reconoce en la experiencia del otro y se identifica, eso era lo que ocurría con ellas, se
veían identificadas con la experiencia interior de José.
Desde ese día todo fue distinto, cada día que pasaba era un nuevo día para vivir, la rutina de la vida se
había alejado de ellos, el sol salía todos los días en el mismo lugar y a la misma hora, pero cada día
tenía un matiz diferente y era distinto, cada día descubrían cosas nuevas en su vida y comenzaron a
hacer una lectura de la historia de salvación que Dios hacía con ellos y escribían su presente.
Todo empezó a cambiar, José asistía regularmente al colegio, la relación con sus padres mejoró y todos
los días se quedaba una hora arrodillado frente al crucifijo pidiéndole por la salud de Miriam, él estaba
convencido que ella se curaría, cumplieron su promesa, nadie más que ellos tres sabían lo que estaba
ocurriendo. Todo esos buenos momentos que estaban pasando llegarían a su fin y el era conciente de
eso y todo comenzó cuando tuvo el mismo sueño, con la hermosa mujer pero esta vez ya no llevaba un
niño al rey sino una hermosa rosa, que la depositó a sus pies, con ese sueño José comprendió que ya era
hora.
José se enfermó gravemente. Todo estaba bien cuando de pronto se desvaneció en el colegio y fue
socorrido urgentemente y derivado al Sanatorio del cual ya no saldría nunca más. Era una mañana en
que José estaba dando una exposición sobre historia universal, cayó desvanecido y cuando despertó ya
estaba internado.
Nadie sabía lo que tenía hasta los médicos llamaron a sus padres y le preguntaron si sabían que su hijo
estaba infectado con el virus del VIH, que tenía SIDA, ambos quedaron sorprendidos al oír la noticia,
pero la cosa se complicó más cuando les dijeron que su situación era grave y que no sabían cuantos
días le quedaban.
Mucha gente venia a verlo, sus compañeros, amigos, vecinos, pero su situación cada vez era peor, ya
casi no podía hablar, pero su madre nunca se separó de su lado. Él sabía que de esta no pasaría, Miriam
tampoco se separaba de su lado, al ver a los tres juntos en la sala les dijo: Ustedes saben que me voy a
morir y quiero pedirles un último deseo, a ti papá quiero pedirte que me traigas la caja que esta en mi
ropero, a ti mamá que me prometas que cuidaras de Miriam como una hija en mi ausencia y a ti Miriam
quiero pedirte que te hagas unos estudios, quiero que sepas que estas curada como te lo prometí, Díos
te lo ha concedido.
Miriam y Pedro fueron a cumplir el último deseo de José y dejaron a Margarita cuidándole, quien le
prometió que cumpliría su pedido al pie de la letra, ella se quedó toda la noche con él, al día siguiente
cuando que se aproximaba la hora presentía que su muerte estaba cerca, se despidió de Margarita e hizo
pasar Pedro con la caja y le pidió que le abriera y la leyera lo que decía la carta que él una vez le había
entregado, pues nunca la había leído. Pedro tomó la carta y empezó a leerla y decía: Hijo tu eres un
gran santo, acuérdate de mi cuando estés en el cielo, José que cada vez se le hacia más difícil respirar,
con mucho esfuerzo dijo: Si es que Dios me recibe, ten por seguro que le pediré que te reserve un lugar,
te quiero mucho papá, Pedro no se aguanto más verle así a José, le dio un beso en la frente y salió.
Luego entró Miriam vio la caja, él con mucho esfuerzo le dijo te curaste verdad, ella llorando no sabía
de alegría o de tristeza le dijo sí y le enseño los análisis, es un milagro dijo ella, tu primer milagro, tu
eres santo, luego le dijo que tomase la caja y saque de adentro una cajita donde estaba el corazón
partido y la poesía que le había dado y le dijo: Entrégaselo a una persona que lo merezca más que yo y
prométeme amarla como yo a ti, lo único que temo dejar en este mundo es a ti, pero sé que el Señor
cuidará de ti y te hará muy feliz, Miriam no sabía qué decir y se puso a llorar pero él le dijo no llores
por mí solo ama y sé feliz, ya casi no podía hablar, cuando pidió a Miriam que le llame a Margarita, le
dio un beso, se puso a llorar, sobre su pecho y luego llamó a Margarita, a quien le dijo: toma la caja y
saca un papel que hay dentro, pero antes le recordó la promesa que le hizo hacer, cuida de Miriam,
cuídala como una hija, y como susurrando le dijo: te amo mamá, gracias por amarme tanto no hubiera
podido llegar a donde llegué si no fuera por ti, gracias mamá y le pidió que le de un beso y que lo
abrasase fuerte y luego llamase a Miriam y a Pedro y les leyera la carta.
Vinieron Pedro y Miriam, y Margarita abrió la carta y empezó a leerla: “Aunque hable las lenguas de
los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbralo que retiñe.
Aunque tenga el don de la profecía y conozca todos los misterios y toda la ciencia, aunque tenga fe
como para mover montañas, si no tengo amor nada soy, aunque reparta todos mis bienes y entregue mi
cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me sirve.
El amor es paciente, amable, el amor no es envidioso, no es jactasioso, no es decoroso, no busca su
interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal, no se alegra con la injusticia, se alegra con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no acaba nunca, desaparecerán las profecías, cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía. Cuando venga lo perfecto desaparecerá lo
parcial. Cuando era niño hablaba como niño, pensaba como niño. Al hacerme hombre dejé todas las
cosas de niño. Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de
un modo parcial, entonces conoceré como soy conocido.
Ahora subsisten la fe, la esperanza y el amor estas tres ….. COMPLETAR CON ALGO. Pero la mayor
de todas ellas es el amor (1 cor 13).
Margarita hizo un suspenso y miró a José, que a medida que iba escuchando la carta parecía que iba
descansando en una gran paz y prosiguió.
SI ME AMAN
No lloren si aman…
Si conocieran el don de Dios y lo que es el cielo…
Si pudieran oír el cántico de los ángeles
Y verme en medio de ellos…
Si por un instante pudieran contemplar como yo…
La belleza ante la cual, las bellezas palidecen…
CRÉANME
Cuando llegue el día que Dios
Ha fijado y conoce, y sus almas vengan
A este cielo en el que ha precedido la mía…
Ese día volverán a verme
Sentirán que les sigo amando, que les amé…
Y encontraran mi corazón con todas sus ternuras purificadas
Volverán a verme en transfiguración, en éxtasis feliz
Ya no esperando la muerte, sino avanzando con ustedes
Que les llevaré de la mano por los senderos nuevos de la luz
Y vida.
Enjuaguen sus llantos y no lloren si me aman. (San Agustín)
Cuando terminó de leerles la carta José expiró.