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En mendigo de amor me he convertido

Y por el amor fui seducido


Por el mundo voy caminando
Y el amor voy implorando
Que mi pobre corazón
Lo llene de su amor
Muy ansioso voy mendigando
Y mi corazón va sanando

En mendigo del amor


Se ha convertido mi corazón
Que derrama lágrimas de dolor
Y se desangra de pasión
Por causa del amor
Que en mi fiel amigo se convirtió
Y guiado por sus pasos
Voy trazando mi destino

Por causa suya fui marginado


Y en un bufón de todos
La vida me ha transformado
Y gracias a ella fui descubriendo
Lo hermoso que es ser mendigo
Y con su sombra hoy me cobijo
Y en medio de mis angustias
Voy contento por la vida

A los ojos de los hombres


Ser mendigo es horrible
Pero no hay cosa más sabrosa
Que el hombre pueda degustar
Que ser mendigo del amor
Pues su corazón rebosará
Y de amor se cubrirá
Y una gran paz alcanzará.
s hace reconocernos débiles y limitados y nos invita al perdón y a la misericordia. Gracias
al pecado conocemos la muerte y gracias a la muerte podemos experimentar la belleza de la
vida y la gloria de la resurrección.
No vio a Miriam, miró su reloj y dijo: “Ya es tarde y a lo mejor Miriam aún no vino, vendré
después de salir del colegio”. Esta muy impaciente porque su corazón anhelaba el perdón
de Miriam por el desprecio con que la trató el día anterior, esas ganas y el deseo de ser
perdonado lo impulsaba a descubrir los grandes misterios de la vida y del amor.
Con el solo deseo que el tiempo transcurriese lo más rápido posible llegó al colegio.
Apenas llegó y ya quería marcharse de vuelta, no por que no le agradaban las clases, sino
porque deseaba ver a Miriam, pedirle perdón y sentirse perdonado.
Ese día tenía dos horas de ética la materia que más le agradaba, por sus principios y porque
Héctor el profesor, se había convertido en uno de sus grandes amigos, la hora pasaba
lentamente, parecía que el tiempo se había detenido y la ansiedad cada vez se apoderaba
más de él.
La primera hora de clases prácticamente no estuvo en clase, estaba físicamente pero
espiritualmente estaba en la farmacia hablando con Miriam, se disociaba de la realidad con
gran facilidad. La afectividad descontrolada, desmedida nos aleja de la realidad y nos hace
vivir en un mundo ideal, en una burbuja.
Eran cuarenta minutos extensos y cansadores, pero al fin sonó el del receso, que fue un
suspiro para la gran carrera de resistencia que estaba corriendo contra el tiempo, fue una
campana llena de oxígeno aliviador, para un cuerpo agotado y cansado que ya no podía
respirar, pero el receso fue un parpadeo, un abrir y cerrar de ojos.
Empezó la clase de ética con el mismo entusiasmo, disociado de la realidad, estirando los
minutos, que cada vez se hacían más largos e interminables. Pasaron casi cuarenta minutos
de la clase y José ni se enteró de qué se trataba la clase, hasta que de pronto el profesor hizo
una pregunta.
- Bueno a ver si comprendieron, quién me puede decir lo que es la bondad
Todo el curso permaneció en silencio y nadie se atrevía a romperlo por temor a la
equivocación, hasta que Héctor insistió diciendo, bueno ya que nadie se anima a responder
preguntaré dedocráticamente.
Todos estaban en silencio y muchos con las cabezas gachas haciéndose de los
desentendidos, pero José ni cuenta se daba de lo que estaba pasando, estaba más despistado,
más perdido que Tarzán en el día de la madre.
Héctor se había dado cuenta de la situación de José y a propósito le preguntó a ver José,
ven acá pasa al frente y explica a tus compañeros qué es la bondad, qué fue lo que
entendiste sobre la bondad, sorprendido por la pregunta, José se paró y permaneció en
silencio frente al curso durante unos minutos mirándolos a todos con muchas expectativas y
sin saber qué decirles
- Vamos José, dinos qué entendiste, qué es la bondad
- Perdón profesor es que no estaba prestando atención
- A ver entonces cuéntanos qué te pasa, por qué no estabas prestando atención,
a lo mejor podemos ayudarte.
José no sabía si decirles que estaba enamorado y que se sentía mal porque el día anterior
trató mal a Miriam o callarse, hasta que pensó y dijo: “Mejor les digo lo que es la bondad”
Antes que nada quiero pedirles perdón al profesor y a los compañeros por no prestar
atención, y no creo que tenga la respuesta correcta, la más científica, ni la profesionalidad
de definirles la bondad, pero se los diré y les aseguro que está cargado del más puro amor y
respeto a ustedes, pero yo creo que la bondad no es don, tampoco una elección, sino la
consecuencia del trabajo que el hombre realiza por conocerse.
La bondad es reconocer nuestros límites y posibilidades, aceptar nuestros defectos y
virtudes, es el resultado de un largo esfuerzo por conocernos para proyectarnos hacia los
demás y aceptarlos sin exigirles nada, porque el que es bueno ama, y el que ama no exige.
En eso consiste la bondad en la consecuencia del trabajo por conocernos.
No se puede dar soluciones para todos los problemas de la vida tampoco respuestas a todas
las dudas o temores, pero sí podemos escucharlas y buscar juntos las soluciones a quienes
la necesitan.
No se puede evitar que las personas tropiecen, pero sí puedes ofrecerles una mano para que
no caigan.
No se puede cambiar el pasado ni el futuro, pero cuando alguien lo necesite podemos estar
ahí.
No se puede trazar límites dentro de los cuales las personas deben actuar, pero si ofrecerles
el espacio necesario para crecer.
No se puede evitar los sufrimientos cuando alguna pena les parte el corazón, pero podemos
llorar con ellas y recoger los pedazos para amarlos de nuevo.
No se les puede decir quiénes son ni quiénes deberían ser, solamente podemos quererles tal
cual son y ser solo un amigo.
Estaba aún hablando José sobre la bondad cuando de pronto sonó el timbre del receso. Es
suficiente por hoy dijo Héctor y se marchó mientras los alumnos se acercaban a José,
algunos a felicitarlo por la excelente exposición y otros para criticarle diciéndole que vivía
en las nubes. Nunca se puede dar el gusto a todos, por más bellos y buenos que sean
nuestros actos siempre habrá quienes los rechacen o los malinterpreten, porque el orgullo y
la envidia siempre están presentes en todos los acontecimientos del hombre, pues forma
parte de su vida.
Todos salieron al recreo que no fue más largo que un suspiro. Nosotros hacemos que el
tiempo se apresure o se detenga de acuerdo a nuestro interés y nos volvemos esclavos de él.
Cuando más apurado estamos el tiempo transcurre lentamente y cuando más lo disfrutamos
y queremos que se detenga, pero se evapora como el agua con el calor del sol.
Para los jóvenes que empiezan a estudiar, el tiempo les parece una eternidad, miran hacia
delante y parece que tienen una meta que nunca van a alcanzar, pero para un joven quien lo
está terminando mira atrás y se pregunta; como pasó tan rápido el tiempo sin darme cuenta.
Una niña de doce años cuenta los días para que pasen los tres años que le faltan para
cumplir los quince que le parecen interminables y cuando cumple los diez y ocho años dice
que rápido pasaron los tres años.
Hagamos lo que hagamos el tiempo no se detiene ni se entretiene por nuestros caprichos, el
sigue su curso normal, es el hombre quien lo detiene o lo apresura guiado por sus
emociones, pasiones, y sentimientos.
Cuando entraron de vuelta a la clase dispuestos a continuar, transcurrieron diez minutos
interminables para José, ya que el reglamento decía si el profesor no llega en diez minutos
el alumno puede retirarse. Apenas el cronometro marcó los últimos cinco segundos que
faltaban para completar los diez minutos, José persuadió a sus compañeros para retirarse,
apalancándose en el reglamento. Hay algunas cosas en la que todos pueden llegar a un
acuerdo, cuando los intereses son comunes y este era uno de esos casos, todos estaban de
acuerdo y no dudaron en abandonar el aula y el colegio, algunos iban directo a sus casas a
aprovechar su tiempo, otros a pasar con unos compañeros y fomentando el compañerismo,
pero José no se adhirió a ningún grupo sino que fue directamente a la farmacia a ver a
Miriam.
Al llegar encontró a Miriam atendiendo.
- Hola, será que puedo robarte un minuto de tu tiempo, necesito hablar contigo
- Ahora mismo creo que será imposible, tengo mucho trabajo, y yo también
tengo muchas cosas que contarte y hace rato que te estoy esperando, por qué tardaste tanto
en venir.
- Es que no me animaba por cobarde y orgulloso pero veo que tú no te
mereces el desprecio con el que te traté ayer y quiero pedirte que me perdones.
- No tengo nada que perdonarte, tendrás tus motivos, actuaste así y quien soy
yo para juzgarte
José se quedó sorprendido por la reacción de Miriam, pues él esperaba otra respuesta, una
justificación tal vez o una defensa, una acusación, lástima, pero no misericordia. El que
ama no exige solo ama y acepta al otro con sus defectos y virtudes, pero sin ninguna
exigencia, contrariamente al que cree que ama y lo confunde con el querer. El querer lo
exige todo y el amor lo entrega todo.
Estaba a punto de abrir la boca José para invitarla esa noche a cenar, cuando Miriam se le
adelantó y le dijo: “Discúlpame que no te pueda atender más, es que tengo mucho trabajo”.
¿Qué te parece si esta noche cenamos en mi casa ya que mis padres no están y recién llegan
mañana?
- Eso es transmisión de pensamiento pues yo quería invitarte.
- Está bien, te espero esta noche a las 20:00hs, para cenar, que te parece.
- Ahí estaré, no lo dudes
- Ahora debes marcharte, discúlpame
- No te preocupes, ya me voy, nos vemos esta noche
José se retiró muy aliviado y con el corazón lleno de gozo y su cronómetro empezaba a
funcionar direccionado a la noche que aún estaba distante y la agonía parecía larga e
inalcanzable. El tiempo es el peor tirano del hombre, pero a la vez su mejor aliado.
A la mañana aún le quedaba mucho tiempo José, miró su reloj y dijo: “Aún me queda
tiempo, Dios sí que sabe hacer las cosas” se dirigió a la Iglesia pues tenía la intención de
confesarse
Se sentó en uno de los primeros bancos, sacó un papel y un bolígrafo y empezó a hacer su
reflexión de conciencia y una vez que lo terminó se acercó al cura a confesarse
- Ave María Purísima
- Sin pecado concebida
- A ver, hijo mío, cuéntame cuáles son tus pecados
- Antes que nada hace como un mes que no me confieso, me cuesta
reconocerme pecador, soy un soberbio, egoísta, vanidoso y orgulloso, soy un perezoso para
estudiar, trabajar y rezar, malgasto mi dinero sabiendo que está mal, falto el respeto a mis
padres, cometí el pecado de omisión, hice lo que no debía y no hice lo que debía, mi peor
pecado, padre, es no amar, traté con indiferencia y desprecio a una mujer que no se merecía.
- Muy bien, estás arrepentido, te has dado cuenta del pecado y sus
consecuencias. Cuál es tu propuesta, tu proyecto
- Uy padre si le voy a decir todos mis proyectos y propuestas no acabaremos
hoy
- ¿Pero qué es lo que pretendes?
- En realidad lo que quiero es aprender a amar pero no puedo
- No te atormentes tanto ni te pongas metas que no puedas alcanzar, trázate
objetivos a corto plazo. Por ejemplo decide amar solo hoy a una persona a quien no le caes
bien. No te escandalices de tus debilidades, de tus pecados, de tu incapacidad de amar,
recuerda que lo que para el hombre es imposible para Dios es posible. Para Dios nada es
imposible.
Dios es amor y por amor nos creó con la capacidad para amar, pero para ello debemos
reconocernos como seres imperfectos, sino perfectibles, de los cuales Dios se vale para
hacer su obra de salvación. No intentes tanto amar y realizar demasiado esfuerzo para el
efecto, sino déjate amar, no te cierres al amor, no intentes amar sino reconócete amado y
todo será distinto.
Díos crea de la nada, donde no existe nada ahí Dios crea, allí donde no existe la más
mínima oportunidad para que el amor surja, ahí Dios crea de la nada tu capacidad de amar.
Dios crea el amor.
Tienes la Sagrada Escritura, que es puro amor, debes entretenerte con ella, descubrir el
amor en ella y hacerla vida. Y verás cómo todo será distinto.
Como penitencia te daré tres tareas, la primera que leas la primera carta de Corintios
capítulo trece, la medites y reflexiones sobre ella, la segunda que consigas la Encíclica
Deus Caritas, es del Papa Benedicto XVI, donde expone en forma muy sencilla el amor de
Dios y la tercera que te reconcilies con tu amiga y le pidas perdón.
No te exijas tanto, ten misericordia de ti, recuerda que Dios te ama y no te exige, te ama
como eres.
Ahora te voy a dar la absolución de tus pecados, pero antes, tienes algo más que decir
- No, eso es todo Padre
- Por el poder que la Santa Iglesia me concede yo te absuelvo de tus pecados
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Tus pecados han sido perdonados puedes irte en paz
- Gracias padre.
Lleno de paz José se levantó y fue nuevamente a sentarse en uno de los primeros bancos y
daba gracias a Dios por su inmenso amor. Tomó la Biblia que estaba sobre un altar frente al
santísimo, la abrió en Corintios trece como le había dicho el padre como penitencia y
empezó a leerlo y meditaba cada versículo que leía detalladamente.
Lo leía atentamente hasta que llegó al versículo cuarto en el que se detuvo: “El amor es
paciente, es amable; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso;
no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se
alegra con la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera; todo lo soporta….”
Dos de las tres penitencias ya las cumplió, pues antes de confesarse ya había pedido perdón
a Miriam y a la noche completaría la tercera.
Después de leer el texto y meditarlo se levantó y se puso de rodillas frente al sagrario y
permaneció así más de una hora, luego se paró y se volvió a sentar en el banco, sacó un
bolígrafo y un papel y se puso a escribir.
DÓNDE ESTÁN MIS PECADOS
Cargados con mis culpas
Mi corazón se retorció
Y una gran grieta
Lentamente se abrió
Por el peso de mis pecados
Vivía desangrado
Y con mucha dificultad
Mi vida podía purificar.

Dónde están mis pecados


Quién se los ha llevado
Pues mi corazón
Ya está sanado
La grieta se ha cerrado
Y la vida he recobrado
Quién se los ha llevado
Sin habérmelo consultado

Hoy estoy purificado


Sin haberlo merecido
Cuánto me has amado
Oh señor, Dios mío
Para ponerme en la lista
De tus grandes elegidos
Muchas veces sin saberlo
Otras sin merecerlo

Cansado he amanecido
Agobiado por mis pecados
Pero al caer la tarde
Muy ligero me he sentido
Pues Dios con mis pecados
El solo ha podido
Y mirándome a los ojos
Fueron al olvido

Apenas terminó de escribir, miró su reloj, se levantó hizo la genuflexión ante el santísimo y
se retiró, detrás de él las puertas de la Iglesia se iban cerrando, sin darse cuenta se pasó toda
la mañana en la iglesia.
Llegó a su casa cansado y sin saber por qué, al entrar en su casa no encontró a nadie y una
nota sobre la mesa que decía “José, tu padre y yo no estaremos durante el día porque
tenemos una jornada de cuestiones de trabajo, aquí tienes dinero para comprarte algo para
comer. T.Q.M. Tu mamá”
De tan cansado que estaba José no tenía apetito así que se fue directo a la cama a descansar,
pero su cansancio más que cansancio era ansiedad, una ansiedad producida por la espera y
el temor de encontrarse con Miriam. El amor siempre nos asusta y nos sorprende.
Sin darse cuenta se quedó profundamente dormido y cuando despertó ya eran casi las
19:00hs. Dios mío dijo al despertar, parece que me dormí, sí que estaba cansado.
Mientras que él se disponía a prepararse para su visita sin tanto protocolo en su vestimenta,
que zapatos o ropas se pondría, sino simplemente se puso un pantalón bies, un zapato color
vino y una camisa amarilla, en lo único que puso mucho empeño fue en su peinado, se puso
un gel y cuidadosamente se peinaba, con un peinado perfecto, se puso un perfume Calvin
Klein que nunca usaba, más que en ocasiones especiales.
Todo ese procedimiento de preparación no le duró más de veinte minutos, mientras que
Miriam ya hacía dos horas que había suspendido todas sus actividades y se dedicó a
prepararse, se probó todos los vestidos que tenía, se los sacaba y ponía, hasta que por fin
encontró uno que le agradaba. Un vestido blanco que le quedaba al cuerpo con un escote
seductor, estaba más bella que nunca y desde una hora antes ya tenía todo listo esperando a
José, miraba su reloj y veía que el tiempo no transcurría, parecía que su reloj se detuvo.
Eran las 19:45hs. Cuando José se dispuso a salir, aún sus padres no habían vuelto, así que
en la misma hoja en que su madre le dejo la nota escribió: “Mamá les esperé a que vinieran
para pedirles permiso pero ya no puedo esperarles más así que decidí escribirles, me voy a
cenar con Miriam no sé a qué hora volveré, no se preocupen por mí, estaré bien y les
prometo que mañana les pediré permiso oficialmente. T.Q.M. José”

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