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«Jesuitas» redirige aquí. Para el postre del mismo nombre, véase Jesuitas (postre).
Compañía de Jesús
Ihs-logo.svg
S.J.
Nombre latino Societas Jesu o Societas Iesu1
Siglas S. J. o S. I.
Nombre común Jesuitas
Fundador San Ignacio de Loyola
Fundación 15 de agosto de 1534
Lugar de fundación Roma, Italia
Aprobación 27 de septiembre de 1540 por el papa Paulo III
Superior General Padre Arturo Sosa Abascal, S.J.
Lema Ad maiorem Dei gloriam
Religiosos 16 378 (2016)
Desaparición 1773 (supresión)
Curia Borgo Santo Spirito 4, CP 6139 Roma
Actividades Educación, misiones, trabajo intelectual
Personas destacadas San Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, papa
Francisco, Diego Laínez, san Pedro Fabro, san Francisco de Borja, san Pedro
Canisio, san Pedro Claver, san Alberto Hurtado, san Claudio de la Colombière, san
Pablo Miki, san José de Anchieta, Matteo Ricci, Alessandro Valignano, Pedro Kasui
Kibe, Jerónimo Nadal, Juan de Mariana, Cornelio a Lapide, Cristóbal Clavio,
Baltasar Gracián, José María Rubio, Gaspar Astete, san Roberto Belarmino, Étienne
Martellange, Athanasius Kircher, Claudio Acquaviva, Lorenzo Ricci, Tadeo
Brzozowski, Wlodimir Ledochowski, Pedro Arrupe, Francisco de Toledo, Luis de
Molina, Francisco Suárez, Ignacio Ellacuría, Francisco Javier Clavijero, Miguel
Agustín Pro, Jerónimo Martínez de Ripalda, Antonio Ruiz de Montoya, Denis Pétau,
Francisco Gárate, Joseph Knabenbauer, Joseph Maréchal, Pierre Teilhard de Chardin,
Rupert Mayer, Henri de Lubac, Jean Daniélou, Hugo Rahner, Karl Rahner, Bernard
Lonergan, Michel de Certeau, Carlo Maria Martini, Rutilio Grande, José López-Calo,
Francisco Díaz Taño, José de Arce y Rojas, Juan Ogilvie, Edmundo Campion, Alonso de
Frías y Zelarayán, Gaspar Xuárez
Sitio web www.sjweb.info
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Una de las primeras versiones del sello de la Compañía de Jesús (Iglesia del Gesù,
Roma). El trigrama "IHS", comprendido por las tres primeras letras griegas de
"ΙΗΣΟΥΣ" (Jesús).
La Compañía de Jesús (S. J.; en latín: Societas Iesu), cuyos miembros son
comúnmente conocidos como jesuitas, es una orden religiosa de clérigos regulares de
la Iglesia católica fundada en 1534 por el español Ignacio de Loyola,23 junto con
Francisco Javier, Pedro Fabro, Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de
Bobadilla, Simão Rodrigues, Juan Coduri, Pascasio Broët y Claudio Jayo en la ciudad
de Roma. Fue aprobada por el papa Paulo III en 1540.4
Con 16 088 miembros en 2017 (de los cuales 11 583 eran sacerdotes ordenados),5 es
la mayor orden religiosa católica hoy en día. Su actividad se extiende a los campos
educativo, social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos,
además de atender 1.509 parroquias en todo el mundo (a fecha de 2016).5
Índice
1 Descripción de la orden
2 Historia
2.1 Origen de la Compañía
2.2 Papel durante la Reforma católica
2.3 Los jesuitas en América
2.4 Expulsiones y supresión
2.5 Restauración
2.6 Siglo XX
2.7 Después de la II Guerra Mundial
2.8 Situación actual
2.9 Obras encomendadas en la actualidad
3 Denominación
4 Símbolos
5 Carisma
5.1 La labor educativa
5.1.1 Labor científica
6 Estructura interna
6.1 Membresía
7 Papa
8 En el cine y la literatura
9 Véase también
10 Referencias
11 Bibliografía y fuentes
12 Enlaces externos
Descripción de la orden
La Compañía de Jesús (SJ) es una orden religiosa de carácter apostólico y
sacerdotal, aunque la conforman también “hermanos legos” o coadjutores, es decir,
religiosos no ordenados. Está ligada al papa por un “vínculo especial de amor y
servicio”, su finalidad, según la Fórmula del Instituto, documento fundacional de
la Orden (1540) es «la salvación y perfección de los prójimos». En términos de
Derecho Canónico, la Compañía de Jesús es una asociación de hombres aprobada por la
autoridad de la Iglesia, en la que sus miembros, según su propio derecho, emiten
votos religiosos públicos y tienden en sus vidas hacia la “perfección evangélica”.
La formación en la Compañía de Jesús empieza con un noviciado que dura dos años.
Continúa con un proceso de formación intelectual que incluye estudios de
humanidades, filosofía y teología. Además, los jesuitas en formación realizan dos o
tres años de docencia o «prácticas apostólicas» (período de “magisterio”) en
colegios o en otros ámbitos (trabajo parroquial, social, medios de comunicación,
etcétera). El estudio a fondo de idiomas, disciplinas sagradas y profanas, antes o
después de su ordenación sacerdotal, ha hecho de los miembros de la Compañía de
Jesús, durante casi cinco siglos, los líderes intelectuales del catolicismo. La
formación en la Compañía termina con la Tercera probación, que también se conoce
como «Escuela del Corazón (o de los afectos)».
San Ignacio de Loyola, el fundador, quiso que sus miembros estuviesen siempre
preparados para ser enviados con la mayor celeridad allí donde fueran requeridos
por la misión de la Iglesia. Por eso, los jesuitas profesan los tres votos
normativos de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad) y, además, un
cuarto voto de obediencia al papa, «circa misiones».6 La Fórmula del Instituto
(confirmada por Julio III en 1550) dice: «Militar para Dios bajo la bandera de la
cruz y servir solo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice,
Vicario de Cristo en la tierra».
Basílica de Loyola.
La Compañía de Jesús desarrolló una actividad importante durante la Reforma
católica, sobre todo en los años inmediatamente posteriores al Concilio de Trento.
Su presencia en la educación occidental y en las misiones en Asia, África y América
ha sido muy activa. Ha contado entre sus filas a una larga serie de santos,
teólogos, científicos, filósofos, artistas y pedagogos: san Francisco de Javier,
san Luis Gonzaga, Matteo Ricci, Francisco Suárez, Luis de Molina, san José de
Anchieta, Juan de Mariana, san Roberto Belarmino, san Pedro Canisio, José de
Acosta, Antonio Ruiz de Montoya, Atanasio Kircher, San Pedro Claver, Eusebio Kino,
Francisco Javier Clavijero, san Alberto Hurtado, etc.
Entre 1965 y 2016 sus superiores generales fueron Pedro Arrupe (español, 1965-
1983), Peter Hans Kolvenbach (holandés, 1983-2008), y Adolfo Nicolás (español,
2008-2016 año en que presentó su renuncia por motivos de edad). El 2 de octubre de
2016 comenzó su Congregación General 36, para elegir nuevo prepósito (superior
general) y legislar sobre aspectos de la misión y carisma de la Orden. El 14 de
octubre resultó elegido como trigésimo primer general el venezolano Arturo Sosa,
perteneciente a la Asistencia de América Latina Septentrional.
Pablo VI describió a los jesuitas de la siguiente manera (1975): «Donde quiera que
en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o
hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en las trincheras sociales,
entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano allí han estado y están los
jesuitas».
Historia
Origen de la Compañía
Regimini militantis Ecclesiae, cuadro de Johann Christoph Handke del siglo XVIII.
En 1533 llegaron a París Diego Laínez, Alfonso Salmerón, Nicolás de Bobadilla y
Simão Rodrigues, que se unieron al grupo de Ignacio. El 15 de agosto de 1534,
fiesta de la Asunción de la Virgen, los siete se dirigieron a la cripta de la
capilla del Martyrium, ubicada en lo que es hoy la calle Yvonne Le Tac, en la
colina de Montmartre, donde pronunciaron tres votos: pobreza, castidad y peregrinar
a Jerusalén. Después de los votos de Montmartre se incorporaron al núcleo inicial
tres jóvenes franceses, «reclutados» por Fabro: Claudio Jayo, Juan Coduri y
Pascasio Broët. Los diez se encontraron en Venecia y misionaron el norte de Italia
a la espera de embarcarse hacia Jerusalén. Al no poder viajar a Palestina debido a
la guerra entre Venecia y el Imperio Otomano, el grupo se dirigió a Roma. Allí,
tras una larga deliberación espiritual, decidieron fundar la Compañía de Jesús, que
fue aprobada el 27 de septiembre de 1540 por Paulo III, quien les reconoció como
nueva orden religiosa y firmó la bula de confirmación, Regimini militantis
ecclesiae (Por el gobierno de la iglesia militante).
En 1556, cuando murió el fundador, eran 1000 compañeros. El segundo general fue
Diego Laínez.
Diego Laínez, como general, participó del coloquio teológico de Poissy, convocado
por la reina de Francia para debatir con los protestantes. La Facultad de Teología
de La Sorbona y el Parlamento de París se opusieron en este período al
establecimiento legal de la Compañía en Francia.
El sucesor de Laínez fue san Francisco de Borja, el santo duque de Gandía, que
colaboró con san Ignacio desde que Borja enviudó e incluso fue ordenado sacerdote
en secreto para poder ayudar a san Ignacio y la Compañía sin comprometerla. Elegido
III general por la CG II, gobernó desde 1565 hasta 1572, tiempo en que los colegios
jesuitas prosperaron: pasaron de 50 en 1556 a 163 a 1574. Inició la remodelación de
la Iglesia Madre de la Compañía, el Gesù. Borja siguió muy de cerca la evolución de
la Contrarreforma en Alemania. Muchas fundaciones jesuitas atendieron a reforzar la
causa católica.
Matteo Ricci, jesuita italiano, consiguió ingresar a China en 1583. A inicios del
siglo XVII lo tenemos instalado ya en Pekín, donde propiciará la difusión del
cristianismo entre la casta intelectual del Celeste Imperio.
Por otra parte, luego de que el Imperio otomano venciese los ejércitos húngaros en
la batalla de Mohács en 1526, tras la muerte del rey Luis II de Hungría, pronto el
reino se dividió en tres partes, una occidental bajo el control de Fernando I de
Habsburgo, hermano de Carlos I de España, una central bajo el control del sultán
turco y una oriental que se convirtió en un Estado semindependiente conocido como
el principado de Transilvania gobernado por la nobleza húngara. Estos, pronto
adoptaron el luteranismo y el calvinismo para no reconocer la autoridad de los
Habsburgo, quienes habían heredado el trono húngaro. De esta manera, los príncipes
transilvanos mantuvieron una confesión protestante sólida, floreciendo así esta en
el este del reino. Inicialmente, en 1579, uno de los primeros príncipes de
Transilvania, el conde Esteban Báthory (posteriormente también rey de Polonia),
resultó ser gran defensor del catolicismo, pues llevó a los jesuitas a la ciudad
húngara de Kolozsvár, donde concedió toda clase de privilegios para ellos e hizo
encerrar en prisión a Ferenc Dávid, reformador unitario. En 1581 fundó una
residencia para estudiantes jesuitas en esta ciudad, tomando fuerza rápidamente
este movimiento de la Contrarreforma en Hungría.
Por otra parte, para contrarrestar el protestantismo, los Habsburgo, conocidos por
su profundo compromiso con Roma, pusieron en marcha una política recatolizadora
enérgica a finales del siglo XVI, cuya figura principal fue el jesuita Pedro
Pázmány, arzobispo de Esztergom (1616 – 1637), quien había estudiado en Kolozsvár
en el instituto fundado por el príncipe Esteban Báthory. Las obras literarias de
Pedro Pázmány, así como sus discursos y prédicas caracterizadas por elaboradas
argumentaciones teológicas fungieron de herramienta para solidificar las bases
católicas en el reino húngaro.
México: Los jesuitas llegaron a México por San Juan de Ulúa, Veracruz, el 9 de
septiembre de 1572 y a la ciudad de México el 28 del mismo mes, donde Alonso de
Villaseca les otorgó unos solares dos cuadras atrás de la Catedral Metropolitana de
la Ciudad de México. Allí fundaron el Colegio Real y más Antiguo de San Ildefonso,
edificio considerado una de las obras cumbres del barroco mexicano.12 Llevaron a
cabo una importante labor misional en el norte del virreinato, en
Chihuahua,Sinaloa, Sinaloa, Nayarit, Durango, Coahuila, Baja California y
Zacatecas. El trabajo jesuita se extendió hasta el 25 de junio de 1767, cuando
fueron expulsados y sus propiedades tomadas militarmente, hasta que el 19 de mayo
de 1816 Fernando VII restituyó a la Compañía.12
Perú: El 28 de marzo de 1568 desembarcó en el Puerto del Callao por vez primera la
orden jesuita para hacerse cargo de las misiones evangelizadoras en el Virreinato
del Perú. Llegaron a estas nuevas tierras cuando San Francisco de Borja era
Superior General en Roma. Los Jesuitas del Perú desde entonces se vincularon con la
realidad política y social del Virreinato del Perú, además de preocuparse por la
educación y las obras misionales. Gracias a ese empeño fundaron importantes
colegios como el Máximo de San Pablo y el Real de San Martín de Porres en Lima; el
famoso San Francisco de Borja, dedicado a la formación de los hijos de caciques, y
el Colegio de San Bernardo para los hijos de españoles como también la Universidad
de San Ignacio, en el Cusco, entre otros. En 1767, como en las demás colonias
españolas, los jesuitas del Perú fueron expulsados por orden del rey Carlos III.
Este mandato fue cumplido por el virrey Manuel de Amat y Junyent. La Compañía es
autorizada a volver al Perú en 1871.1314
Río de la Plata: En 1603, el vigésimo séptimo gobernador de Nueva Andalucía del Río
de la Plata Hernandarias modificó la legislación sobre el trabajo de los
aborígenes, promoviendo la supresión de las mitas y encomiendas, por las cuales los
españoles gozaban de los frutos del trabajo de los nativos a cambio de su
evangelización, en la práctica inexistente. Obtuvo la aprobación de esta reforma
por parte del rey Felipe III de España, y en 1608 se dispuso la creación de las
reducciones jesuíticas y franciscanas en la región del Guayrá (actual estado de
Paraná, Brasil). Las Misiones jesuíticas guaraníes legaron a ubicarse en las
regiones del Guayrá, Itatín, Tapé (las tres en el actual Brasil), Uruguay (Brasil,
Argentina y Uruguay actuales), Paraná (Argentina, Paraguay y Brasil actuales) y las
áreas guaycurúes en el Chaco (Argentina y Paraguay contemporáneos), fueron
establecidas en el siglo XVII dentro de territorios pertenecientes al imperio
español en la Gobernación del Río de la Plata y del Paraguay y sus gobernaciones
sucesorias a partir de su división en 1617: la Gobernación del Paraguay y la
Gobernación del Río de la Plata, todas dependientes del inmenso Virreinato del
Perú.
La finalidad de estas propiedades era sostener sus colegios, que, debido a una
rigurosa concepción del voto de pobreza, eran gratuitos. Sin embargo, la riqueza de
estos complejos y haciendas atrajo la ambición de las coronas y particulares y, a
la larga, fue un factor para la supresión de la Orden.
Expulsiones y supresión
Artículos principales: Expulsión de los jesuitas, Expulsión de los jesuitas del
Imperio Español de 1767 y Supresión de la Compañía de Jesús.
Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la
Compañía de Jesús por su defensa incondicional del papado, su actividad
intelectual, su poder financiero y su influjo político. Ciertamente, se habían
ganado poderosos enemigos: los partidarios del absolutismo, los jansenistas y los
filósofos franceses (Voltaire, Montesquieu, Diderot). No faltaron tampoco las
intrigas de ciertos grupos en la misma Roma. El contexto político europeo se
caracterizó en estos años por el advenimiento del llamado despotismo ilustrado y
por un declive notorio del prestigio político del papado y la voluntad política de
los Borbones y de la corona Portuguesa de robustecerse en detrimento de la Iglesia.
Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la corona española
a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de
1767 y cuyo dictamen fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes (futuro conde de
Campomanes), regalista y por entonces fiscal del Consejo de Castilla.17 Al mismo
tiempo, se decretaba la incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos
reinos (haciendas, edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto
«tesoro» en efectivo que se esperaba. Los hijos de san Ignacio tuvieron que dejar
el trabajo que realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para
la formación de la juventud en la América hispana) y sus misiones entre indígenas,
como las famosas reducciones guaraníes y las menos célebres, pero no menos
esforzadas misiones en el noroeste de México (Baja California, Sonora y sierra
Tarahumara) y a lo largo del Amazonas (misiones del Marañón).
En 1789 —el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en
el que se inició la Revolución francesa— fue fundada por el obispo John Carroll —
exjesuita— la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la de Georgetown,
en Washington D.C.; en el siglo XIX, sería integrada a la Compañía restaurada.
Restauración
Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la Revolución francesa,
las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica,
Pío VII decidió restaurar a la Compañía. De hecho, los jesuitas habían sobrevivido
en Rusia —unos cuantos centenares— protegidos por Catalina II. La restauración
universal era vista como una respuesta al desafío que representaban quienes eran
vistos en ese entonces como los enemigos de la Iglesia: la masonería y los
liberales, principalmente.
Siglo XX
A inicios del siglo XX el padre general es el alemán Franz Xaver Wernz y los
jesuitas, alrededor de 15 000. Durante la Primera Guerra Mundial asume el
generalato el polaco Wlodimir Ledóchowski que, considerado un excelente líder y
administrador, desarrolla vigorosamente la Orden en sus tradicionales frentes:
educación y misiones. No faltaron los jesuitas que se destacaron como capellanes y
camilleros en las trincheras; entre ellos se cuentan el paleontólogo y filósofo
francés Pierre Teilhard de Chardin y el beato alemán Rupert Mayer, apodado el
“apóstol de Múnich”. Capellán del ejército y héroe de guerra, sus sermones contra
el nazismo motivaron su envío a un campo de concentración.21
Hacia el final de los años 1930, los jesuitas de Estados Unidos sobrepasan a los
españoles en número y pasan a formar el grupo regional más grande con más de 8000
jesuitas.
El misionero español san José de Anchieta fue, junto con Manuel da Nóbrega, el
primer jesuita que Ignacio de Loyola envió a América.22
El general Wlodimir Ledochowski muere durante la contienda y el vicario general
Norbert de Boynes no puede convocar una Congregación General (XXIX) hasta
septiembre de 1946, cuando se elige al canonista belga Jean-Baptiste Janssens como
vigésimo séptimo prepósito general. Durante su gobierno, se desarrolló en Francia
una escuela de pensamiento liderada por teólogos jesuitas (Jean Daniélou, Henry de
Lubac) y dominicos (Yves Congar), la llamada “Nueva Teología”, que a juicio de Pío
XII y la Curia Romana, ponía en peligro la ortodoxia y unidad católicas. El papa
publicó la encíclica Humani generis (1950), condenando severamente las posturas de
estos teólogos.
A pesar del aprecio que Pablo VI siente por la Orden, le llegan frecuentes quejas
de los obispos por desafíos de ciertos jesuitas al Magisterio. El mismo papa
recibió críticas de teólogos jesuitas por su encíclica Humanae Vitae. Durante la CG
de 1975, Pablo VI prohíbe explícitamente hacer cambios en lo referente al cuarto
voto, impasse recogido por los medios de comunicación. La innovación al interior de
la Orden puso en peligro la propia naturaleza de la Compañía tal como la fundó san
Ignacio, expresada en una de sus características fundamentales: el voto de
obediencia al papa. En 1981, cuando Arrupe quedó paralizado por una embolia, Juan
Pablo II actuó por encima del Instituto SJ y nombró un delegado pontificio y un
adjunto para el gobierno de la Orden, los padres Paolo Dezza y Giuseppe Pittau,
respectivamente, figuras que no están presentes en la legislación jesuítica. La
respuesta de la Compañía a esta medida extraordinaria fue ejemplar, salvo algunas
voces críticas (carta de Karl Rahner y otros teólogos al papa). Pero todos los
observadores serios reconocieron que la transición se hizo en un ambiente de paz.
En 1983, cuando por fin se reunió la Congregación General 33, el lingüista
neerlandés Peter Hans Kolvenbach fue elegido como 29.° general.
Durante el largo generalato de Kolvenbach (1983-2008) se normalizaron las
relaciones de la Compañía de Jesús con la Santa Sede. El general modificó ciertas
estructuras de gobierno, renovó el apostolado educativo y apoyó la creación de
nuevos centros sociales y obras dedicados al trabajo con refugiados y migrantes.
Estas orientaciones fueron ratificadas por una nueva Congregación General, la 34,
reunida en 1995. El número de jesuitas continuó disminuyendo lentamente durante los
años 80 y 90, hasta situarse en 20 000 a inicios del siglo XXI. El principal
declive numérico se registra en Europa, en menor medida en Estados Unidos y América
Latina. En cambio, la Compañía de Jesús crece en África (1427 jesuitas en 2009) y,
sobre todo, en la India (4004, según el Servicio de Información SJ de abril de
2009).
Situación actual
La Compañía de Jesús ha cambiado a lo largo de los siglos. Sus publicaciones
dirigidas al exterior afirman que el cambio ha sido externo, en ciertas formas.
Algunos detractores (el exjesuita Malachi Martin, el historiador y político español
Ricardo de la Cierva) hablan de un relajamiento en su espíritu, incluso de haber
adoptado criterios modernistas. A inicios del siglo XXI la Compañía incluye en su
seno diferentes identidades eclesiales, desde las conservadoras, hasta las más
progresistas. Un ejemplo de estas últimas posiciones es la teología de la
liberación desarrollada por algunos jesuitas, entre otros sacerdotes y religiosos,
en América Latina durante los años 1960 y 70.
El hecho de tomar partido ha sido a veces peligroso para los jesuitas. En 1983, el
sacerdote James F. Carney (el “padre Guadalupe”), fue asesinado en Honduras por
militares debido a su ideología revolucionaria. Seis años más tarde, en el año 1989
en el marco de la "Ofensiva Final" de la guerra civil salvadoreña, el jesuita
Ignacio Ellacuría y otros cinco religiosos de la Compañía, murieron a manos de la
Fuerza Armada de El Salvador, fueron asesinados por los militares debido a una
larga e intensa actividad en defensa de los derechos humanos en ese país. Varios
han muerto en guerras civiles en África, India y el sudeste de Asia, realizando
acciones de ayuda social.
La Compañía de Jesús tiene fuertes debates internos, signo visto como fortaleza o
debilidad dependiendo de los criterios. En esta línea, el 6 de mayo de 2005 se hizo
público el retiro de Thomas Reese, S.J., como editor de America, la prestigiosa
revista jesuita de Estados Unidos. La Congregación para la Doctrina de la Fe pidió
a la Compañía su remoción argumentando que su línea editorial ponía en duda el
magisterio de la Iglesia. Y, en marzo de 2007, el mismo instituto condenó la obra
del teólogo salvadoreño, de origen español, Jon Sobrino, uno de los padres de la
teología de la liberación, porque «sus proposiciones no están en conformidad con la
doctrina de la Iglesia». «La medida no puede ser interpretada como una sanción o
condena» del teólogo, señaló el portavoz de la Santa Sede, el sacerdote Federico
Lombardi, jesuita como Sobrino. Entre otros famosos jesuitas cuestionados o
censurados en su momento por la misma Iglesia católica, se encuentran Jacques
Dupuis, Pierre Teilhard de Chardin, John Courtney Murray y (en una orientación
totalmente distinta de los anteriores) el escritor argentino Leonardo Castellani,
quien fue expulsado de la Orden por los jesuitas mismos.
Además, son asesores de una institución laica de derecho pontificio: las Comunidad
de Vida Cristiana (CVX), con los que comparten la misma espiritualidad.
Denominación
El nombre de «jesuitas» se empezó a utilizar en Alemania, como le hizo notar San
Pedro Canisio a San Pedro Fabro en una carta de 1545: «seguimos llevando adelante
las obras de nuestro instituto, no obstante la envidia y las injurias de algunos
que incluso nos llaman 'jesuitas'». La denominación se extendió al resto de Europa.
Ignacio de Loyola había leído durante su convalecencia en 1521 libros piadosos,
entre ellos la Vida de Cristo del cartujo Ludolfo de Sajonia (fallecido en 1378),
que había sido traducido del latín al castellano por fray Ambrosio Montesino
(Alcalá, 1502). Un capítulo de dicha obra dice:
¡Jesús, Jesús, cuánto dice un nombre! Este nombre de Cristo es nombre de gracia;
mas este nombre de Jesús es nombre de gloria. Por la gracia del bautismo se toma el
nombre de cristiano y, de la misma manera, en la gloria celestial serán llamados
los santos jesuitas, que quiere decir salvados por la virtud del Salvador.
Sin embargo, el término «jesuita», que en su variante peyorativa data de 1544-1552,
nunca fue usado por Íñigo de Loyola. Las Constituciones de la Compañía de Jesús
(1554) hablan de «los de la Compañía», y la Santa Sede, hasta los años 70, siempre
hizo referencia a «los religiosos de la Compañía de Jesús». En síntesis, el
apelativo «jesuita» les fue aplicado inicialmente a los miembros de la Compañía de
modo despectivo, pero con el paso del tiempo adquirió un tono neutral o positivo.
La palabra "jesuita" no fue inventada, ni mucho menos utilizada, por San Ignacio de
Loyola. Tampoco por la Compañía, que no utilizó dicho término en ninguna de sus
Constituciones o documentos oficiales desde la aprobación de la orden en 1540 hasta
1975. Según indica el padre Araoz, durante los primeros años de la Compañía a los
"seguidores de San Ignacio" se les denominaba de muy distintos modos: "iñiguistas",
"papistas", "sacerdotes reformados", "teatinos" o "apóstoles". De hecho, el término
"jesuitas" surgió como un modo despectivo de nombrar a los miembros de la
congregación recién aprobada por Paulo III, sobre todo en Austria y Alemania,
países donde había triunfado la Reforma (...). La evolución semántica de este
término fue derivando hacia tres posibles significados: la atribución a los
religiosos de esta orden de fechorías de todo género; como sinónimo de "astuto" e
"hipócrita"; o simplemente como un modo coloquial de designarles. (Diario ABC, 5 de
enero de 2008)
Este último sentido acabó por imponerse en el mundo católico. En la Congregación
General 32 (1975) se utilizó por primera vez el término “jesuita” en un documento
oficial.
Símbolos
El lema de los jesuitas es Ad maiorem Dei gloriam, también conocido por su
abreviatura AMDG. En latín significa "A la mayor gloria de Dios".
A modo de curiosidad, hay que indicar que el sello utilizado por la Compañía de
Jesús en su día influyó de manera notoria en la formación de los símbolos patrios
argentinos, sobre todo a través del llamado Sol de Mayo, que también siempre ha
tenido treinta y dos rayos, alternando uno recto y otro ondulado, aunque
sustituyendo todos sus demás elementos por los pertinentes rasgos faciales. Así
siempre ha sido ya desde la acuñación de la llamada "primera moneda patria de las
Provincias del Río de la Plata", en 1813. Además, la notable presencia de la
Compañía de Jesús en todo el territorio del antiguo Virreinato del Río de la Plata
también aparece hoy día testimoniada en la actual bandera de la provincia argentina
de Córdoba, adoptada a finales de 2010.
Carisma
Una de las ideas claves para explicar el ideario ignaciano es su espiritualidad,
entendida como una forma concreta de plasmar su seguimiento de Cristo. Esta
característica fue desarrollada por San Ignacio en el libro de los Ejercicios
espirituales y se refleja también a lo largo de las Constituciones de la Compañía,
de las cartas del Fundador y otros documentos de los primeros jesuitas (Jerónimo
Nadal, Luis González de Cámara, los santos Pedro Fabro y Francisco Xavier...). Se
caracteriza por el deseo que expresó San Ignacio de «buscar y encontrar a Dios en
todas las cosas». Esto significa que es una espiritualidad vinculada a la vida, que
invita a los que la siguen a levantar la mirada hacia la globalidad, pero
aterrizando en lo concreto y lo cercano.
Implica un gran dinamismo, ya que obliga a estar siempre atentos a los nuevos retos
y tratar de responder a ellos. Esto ha conducido a los jesuitas a realizar su
trabajo, en muchas ocasiones, en las llamadas «fronteras», sean geográficas o
culturales. Esta espiritualidad ha impregnado no solo el estilo de los jesuitas,
sino también de otras Congregaciones Religiosas y numerosos grupos de laicos.
Eran muy reconocidos los métodos que empleaban en materia de educación, que
básicamente se fundamentaban, desde 1599, en la Ratio Studiorum y en la IV Parte de
las Constituciones de la Compañía. Desde 1986 han actualizado sus métodos y
paradigmas educativos por medio del documento Características de la Educación SJ,
al que siguió en 1993 Pedagogía Ignacia: un planteamiento práctico.
Algunos antiguos alumnos de centros jesuitas que se pueden destacar son: Descartes,
Voltaire, Cervantes, Quevedo, San Francisco de Sales, José Ortega y Gasset, Antoine
de Saint-Exupéry, Charles de Gaulle, Vicente Huidobro, Alfred Hitchcock, Vicente
Fox, Fidel Castro y James Joyce. De entre los literatos españoles cabe añadir,
además de los mencionados, a Calderón de la Barca, Gabriel Miró, Miguel Hernández y
otros.
Labor científica
Artículo principal: Anexo:Jesuitas científicos
Estructura interna
La Compañía de Jesús está regida por el Padre o Prepósito General, que goza de
grandes atribuciones de acuerdo a su Instituto (nombra a los provinciales y a los
superiores de algunas casas y obras muy importantes); su cargo es vitalicio. Sin
embargo, puede renunciar a este si una causa grave lo inhabilita definitivamente
para sus tareas de gobierno. En otros casos, como enfermedad o edad avanzada, el
General puede nombrar un Vicario Coadjutor. Pero, por encima de él, la Congregación
General es el órgano supremo de gobierno de la Compañía.
El conjunto de las normas y principios que guían la vida de los jesuitas está
recogido en las Constituciones, redactadas por Ignacio de Loyola. Para facilitar el
gobierno, la Orden está dividida en sectores geográficos o lingüísticos llamados
asistencias (actualmente son nueve) y, dentro de cada una de ellas, en provincias
que suman un total de 64.
Membresía
A la muerte de San Ignacio, la compañía contaba con unos 1000 miembros, entre
sacerdotes y hermanos legos.
En 1965 la Compañía alcanza su máxima expansión, con más de 36.000 jesuitas, de los
cuales 20.301 habían sido ordenados sacerdotes; además de dirigir 2.195 parroquias.
Desde entonces se observa una acusada disminución del número de jesuitas, debido a
la escasez de vocaciones y a numerosas secularizaciones, que ha motivado la
unificación de algunas provincias y el cierre de obras o el traspaso de la
dirección de algunas a seglares. Algunas personas consideran que los precedentes de
la actual situación de la Compañía datan desde mediados de los años 1950, cuando
comenzaron a disminuir las vocaciones en Europa.[cita requerida]
En el Anuario Pontificio de 2018, que refleja las cifras de 2017, los jesuitas
aparecían con 16 378 miembros, de los cuales 11 785 eran sacerdotes ordenados,5
siendo la mayor orden religiosa masculina católica hoy en día, seguida por los
salesianos y los franciscanos. Su actividad se extiende a los campos educativo,
social, intelectual, misionero y de medios de comunicación católicos, además de
atender 1.541 parroquias en todo el mundo.5
Papa
En el cine y la literatura
La misión, película de 1986 dirigida por Roland Joffé, ganadora del Festival de
Cannes. Ambientada en el siglo XVIII en las reducciones jesuíticas del Paraguay y
noreste de Argentina, recrea los eventos que condujeron a la destrucción de esas
misiones y a la supresión de la Compañía de Jesús. La famosa banda sonora del filme
fue compuesta por Ennio Morricone.
Sotana negra (Black Robe), filme canadiense de 1991 acerca de un jesuita francés
del siglo XVII que misiona entre los algonquinos del Canadá.
El vizconde de Bragelonne, novela de Alejandro Dumas, en la que Aramis, uno de los
tres mosqueteros, se ha convertido en jesuita y desempeña un papel importante en la
trama.
Retrato del artista adolescente, libro de James Joyce (exalumno de la Compañía) en
la que el protagonista, Stephen Dedalus, es estudiante de dos centros jesuitas
irlandeses: Clongowes Wood College y Belvedere.
"Un caso de conciencia" (A Case of Conscience), es una novela de ciencia ficción
del escritor estadounidense James Blish, publicada por primera vez en 1958 por
Ballantine Books. Narra la historia de un jesuita que investiga una raza alienígena
que no tiene religión mas posee un perfecto sentido de moralidad innato, lo que
contradice las enseñanzas católicas. La novela recibió en 1959 el premio Hugo a la
mejor novela de ciencia ficción o fantasía.
El gorrión (The Sparrow), obra de Mary Doria Russell, publicada en español como
Rakhat: la última misión de la Compañía, es una premiada novela de ciencia ficción
de 1996 acerca de una misión jesuita enviada a una civilización extraterrestre. Su
secuela, escrita dos años más tarde, se llama Los niños de Dios.
El exorcista, libro de William Peter Blatty, llevado al cine con el mismo nombre
por William Friedkin. El filme, protagonizado por Max von Sydow y con guion del
autor de la novela, fue rodado en las universidades jesuitas estadounidenses de
Georgetown (donde se graduó Blatty) y Fordham. Dos sacerdotes de la Compañía
intervienen en un caso de posesión diabólica en Washington.
El hombre de la máscara de hierro, película de 1998 dirigida por Randall Wallace y
basada en la novela de Dumas El vizconde de Bragelonne, en la que Jeremy Irons
interpreta a Aramis, "General oculto" de los jesuitas, según la trama.
Padre Pro, cinta de 2007 basada en la vida del mártir Miguel Agustín Pro, dirigida
Miguel Rico Tavera. Este jesuita mexicano, ejecutado durante los conflictos
anticlericales de los años 1920 conocidos como Guerra Cristera, fue beatificado por
Juan Pablo II.
El último jesuita, novela histórica de Pedro Miguel Lamet, él mismo sacerdote de la
Compañía, sobre la supresión de la Orden en el siglo XVIII por el papa Clemente XIV
tras las presiones y conjuras políticas del rey Carlos III.
Hyperion es una saga de ciencia ficción escrito por Dan Simmons y publicado en
1989; una de sus historias tiene como protagonistas a dos sacerdotes jesuitas.
La araña negra, novela de Vicente Blasco Ibáñez donde se descubre el intrigante
mundo de la Compañía de Jesús y su relación con el poder.
La vocation suspendue (la vocación suspendida) es una novela semiautobiográfica de
Pierre Klossowski publicada en 1950 en la que se narran las peripecias de un
seminarista en crisis y en la que aparece un intrigante jesuita catalán que se hace
pasar por un pintor vanguardista disipado que examina y pone a prueba la vocación
de los jóvenes aspirantes al sacerdocio.
Silence (Silencio), filme de Martin Scorsese basado en la novela homónima del
escritor japonés Shūsaku Endō. La película recrea el viaje que realizan dos
jesuitas portugueses para encontrar al que fue su maestro, el padre Cristóvão
Ferreira, y la subsiguiente persecución que enfrentan.
Los galgos del Papa, novela histórica (2017) de Agustín Muñoz Sanz. Trata del
episodio de intento de secesión de la facción española de la Compañía, enfrentada a
la central de Roma cuando era prepósito general Claudio Acquaviva (Quinta
Congregación General).31
Véase también
General de la Compañía de Jesús
Anexo:Santos de la Compañía de Jesús
Referencias
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enfrentarse al ateísmo, encomendada por Pablo VI en 1965.
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Frase reproducida en el folleto La amenaza secreta, consultado el 20 de junio de
2014
Reproducida en el sitio Frase de, consultado el 20 de junio de 2014
Fueron expulsados los miembros de la Compañía de Jesús de todos los dominios
hispánicos: contabilizando los de Ultramar eran cerca de 6000.
Clemente XIV (21 de julio de 1773). «Breve de supresión 'Dominus ac Redemptor'.».
Roma. Consultado el 17 de enero de 2015. «[...] con la plenitud de la potestad
Apostólica, suprimimos, y extinguimos la sobredicha Compañía, abolimos y anulamos
todos y cada uno de sus oficios, ministerios y empleos, Casas, Escuelas, Colegios,
Hospicios, Granjas, y cualesquiera posesiones sitas en cualquiera Provincia, Reino,
ó Dominio, y que de cualquiera modo pertenezcan á ella; y sus estatutos, usos,
costumbres, decretos, y constituciones, aunque estén corroboradas con juramento,
confirmación Apostólica, ó de otro cualquiera modo [...]».
Isidoro Pinedo (2007). «Muerte y resurrección de la Compañía de Jesús (1773-
1814)». Jesuitas: una misión, un proyecto. Bilbao: Universidad de Deusto. pp. 74-
75. ISBN 84-9830-696-5. «[...] el calvario del último general de la antigua
Compañía, el florentino Lorenzo Ricci, que no terminaría sino con su muerte en la
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Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina (mayo de 2012). «Antillas».
Archivado desde el original el 12 de agosto de 2013. Consultado el 10 de marzo de
2013.
El primer general en dimitir fue Pedro Arrupe.
Diario ABC, de 5 de enero de 2008, pág. 28
El monograma IHS.
Datos estadísticos
"El Papa es el argentino Jorge Bergoglio", El País, 13 de marzo de 2013.
Cf. Anuario Pontificio 2013 (consultado el 18-1-2014).
El primer caso se presentó con Claudio Jayo o Claudio Yayo, en vida de Ignacio de
Loyola. El tema se trata extensamente en la obra de Santos Hernández, Ángel (1998).
Jesuitas y obispados. Tomo I: La Compañía de Jesús y las dignidades eclesiásticas.
Madrid: Universidad Pontificia Comillas. ISBN 84-89708-48-7. Consultado el 6 de
julio de 2016.
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