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El juicio de Dios: en qué

consiste realmente
Apocalipsis 20 nos explica lo que Cristo hará para
agregar miembros a su familia eterna tras regresar a
la tierra. ¿En qué consiste el juicio de Dios?

Durante mucho tiempo, los seres humanos han estado esperando que Cristo regrese
para establecer el Reino de Dios y juzgar a la humanidad. Al fin y al cabo, sólo el
cumplimiento de esta profecía puede traer justicia y paz a nuestro mundo tan lleno de
guerra y violencia.

El regreso de Cristo será un evento grandioso que sin lugar a dudas merece ser
esperado con el gozo y el anhelo descritos en Salmos 98: “Cantad alegres al Eterno,
toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos… Brame el mar y su
plenitud, el mundo y los que en él habitan; los ríos batan las manos, los montes todos
hagan regocijo delante del Eterno, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo
con justicia, y a los pueblos con rectitud” (Salmos 98: 4, 7-9, énfasis añadido).

Este juicio también incluirá a los pecadores, de quienes “profetizó Enoc, séptimo desde
Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer
juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que
han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han
hablado contra él” (Judas 1:14-15, énfasis añadido).

Como explica Judas, Dios dice muy claramente que eventualmente juzgaría a todos los
seres humanos desde el principio. De hecho, aun antes de los tiempos de Enoc Dios
entregó esta enseñanza a Adán y Eva, y luego razonó con su hijo Caín diciendo: “Si
haces bien, ¿no serás aceptado? Y si no haces bien, el pecado yace a la puerta y te
codicia, pero tú debes dominarlo” (Génesis 4:7, énfasis añadido, Biblia de las
Américas).

Lamentablemente, la humanidad ha vivido conforme sus deseos pecaminosos; “todos


pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Y dado que “la paga
del pecado es muerte”, todos merecemos esta fatídica pena (Romanos 6:23). Sin
embargo, Dios en su misericordia ha diseñado un plan para que nuestros pecados sean
perdonados a través del arrepentimiento y el bautismo (Hechos 2:38).

Hace aproximadamente 2.000 años, Cristo vino a la tierra para morir por los pecados
de la humanidad, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
(Juan 3:16). Y, en el futuro, Cristo “aparecerá por segunda vez, sin relación con el
pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:28).

El juicio es una oportunidad

Como estos pasajes lo indican, el juicio de Dios no es necesariamente algo que debamos
temer; también es nuestra oportunidad de entrar a su familia eterna. Obviamente, si
hacemos lo malo: “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31);
pero si amamos a Dios y le servimos, Él promete ser misericordioso y compasivo.
“Porque el Señor vindicará a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos”
(Deuteronomio 32:36, Biblia de las Américas).

También es importante comprender que el juicio de Dios es un proceso en el cual Él


nos observa mientras crecemos en madurez, entendimiento y servicio a través del
tiempo. Aunque finalmente habrá una sentencia, ésta no llegará sino hasta que
hayamos tenido el tiempo suficiente para comprender las instrucciones de Dios y
desarrollar un carácter justo por medio de la obediencia.

Al explicar esta definición del juicio como el proceso de crecer en entendimiento y


madurez espiritual, Pedro escribe: “es tiempo de que el juicio comience por la casa
[Iglesia] de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que
no obedecen al evangelio de Dios?” (1 Pedro 4:17).

Para los miembros de la Iglesia de Dios —los que comprenden sus leyes y se
comprometen a obedecerlas— el juicio se está llevando a cabo ahora.

El pasaje anterior nos lleva a Apocalipsis 20, que será la base de este artículo de aquí en
adelante. Este interesante capítulo revela cómo Cristo eliminará el engaño religioso
para que todos puedan conocer y comprender sus enseñanzas y cómo Dios llevará a
cabo su plan de salvación (incluyendo el juicio de la humanidad) por medio de tres
resurrecciones.

Contexto de Apocalipsis 20

Cuando llegamos a Apocalipsis 20 —un importante capítulo de la Biblia donde la frase


“mil años” describe el futuro Milenio de paz que Dios ha prometido— la gran
Babilonia ha caído, Cristo ha regresado a la tierra (momento representado en la Fiesta
de Trompetas) y el Reino de Dios ha comenzado (Apocalipsis 18:2; 19:6). Cristo
también habrá juzgado a la gran ramera, habrá dado vida espiritual e inmortal a sus
santos y se habrá casado con la Iglesia (Apocalipsis 19:2, 7-9; 1 Corintios 15:50-52).

Como parte del juicio de la humanidad, Él y su ejército habrán vencido a “a bestia, a los
reyes de la tierra y a sus ejércitos” que se reunieron para luchar contra Él (Apocalipsis
19:19). Además, tanto la bestia como el falso profeta —los dos seres humanos que
liderarán la última resurrección del Imperio romano y la imposición de la religión
falsa— habrán sido apresados y “lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde
con azufre” (Apocalipsis 19:20).

Este “lago de fuego” al parecer será un fuego que se encenderá en cierto lugar tras el
regreso de Cristo. De hecho, la Biblia lo compara al fuego que se encendía en el Valle de
Hinom (o “Gehena”) en las afueras de Jerusalén.
Primer paso: atar a Satanás

Tras haber acabado con la oposición humana, Cristo tendrá sólo una cosa más por
hacer antes de concentrarse totalmente en el plan de salvación de Dios: quitar de en
medio a Satanás el diablo —el ser que ha engañado a la mayoría de la humanidad a lo
largo de la historia (Apocalipsis 12:9; 1 Juan 5:18-19).

La primera parte de Apocalipsis 20 describe a un ángel que desciende del cielo para
atar a Satanás por mil años y arrojarlo al “abismo” —palabra traducida del
griego abussos (vv. 1-3).

Aquí el evento principal es que Satanás será atado (momento representado en el Día de
Expiación) para evitar que engañe al mundo durante el Milenio.

Primera resurrección

Al relatar su visión, Juan escribe: “vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y
por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no
recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil
años.

“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es
la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán
sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:4-6, énfasis
añadido).

Cuando Cristo regrese, sus fieles santos serán resucitados como seres espirituales para
reinar con Él (1 Corintios 15:51-53; 1 Tesalonicenses 4:16-17). Cuando Satanás sea atado
por mil años, quienes hayan sido llamados por Dios en este tiempo y hayan vivido en
obediencia a sus leyes resistiendo la influencia del diablo se convertirán en reyes y
sacerdotes y gobernarán con Cristo en el Milenio (Apocalipsis 1:6; 5:10).

Además, los seres humanos que habiten la tierra durante el Milenio recibirán la
oportunidad de conocer la verdad de Dios y ser salvos. Y, sin la influencia de Satanás en
el mundo, no tendrán el obstáculo del engaño religioso que tanto abunda en la
actualidad.

Si desea saber más sobre el Milenio, le invitamos a consultar los artículo “El Milenio de
1.000 años” y “La Fiesta de Tabernáculos” —la fiesta santa que representa este tiempo
de paz y prosperidad.

Satanás es liberado

“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar
a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de
reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar” (Apocalipsis
20:7-8).

Lamentablemente, muchos volverán a ser engañados por Satanás (el archienemigo de


la humanidad) aun después de haber sido testigos de las maravillas y privilegios de
vivir bajo el justo gobierno de Jesucristo.
Sin embargo, este ejército incitado por el diablo será destruido y Satanás será “lanzado
en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (vv. 9-10, énfasis añadido).

Algunas personas suponen erróneamente que este versículo describe el lago de fuego
como un lugar de tormento eterno para la bestia, el falso profeta y el resto de los seres
humanos que hayan vivido en desobediencia a Dios.

Pero aunque el lago de fuego será una realidad, no será un lugar de tormento eterno
para los pecadores. El fuego mata y destruye a los seres físicos; como Dios lo describe
en Malaquías 4:1: “viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos
los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová
de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”. En otras palabras, los pecadores
literalmente se quemarán en el lago de fuego hasta convertirse en ceniza (v. 3).

Lo que Apocalipsis 20 está diciendo es que Satanás será arrojado al mismo lago de
fuego al que la bestia y el falso profeta habrán sido arrojados mil años antes
(Apocalipsis 19:20).

Entonces, ¿quiénes “serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”?
(Apocalipsis 20:10). Seguramente Juan estaba pensando en Satanás y sus demonios
cuando dijo esto. La Biblia revela que Satanás y los ángeles caídos que le siguen
trabajan unidos para engañar al mundo y, por lo tanto, todos sufrirán el mismo castigo
(2 Corintios 11:14-15; Apocalipsis 12:9).

Como dicen las escrituras, el lago de fuego —también llamado “fuego eterno”— será
“preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41; consulte también Judas 1:6-7).
Aunque siendo seres espirituales el fuego no puede lastimarlos, Satanás y sus demonios
serán arrojados ahí por un poco de tiempo antes de recibir su castigo final: ser
arrojados a “la oscuridad de las tinieblas” donde serán atormentados mentalmente por
la eternidad (Judas 1:13).

Por último, la frase “por los siglos de los siglos” puede referirse a la eternidad, o bien a
un período definido de tiempo, así como “el castigo del fuego eterno” de Sodoma y
Gomorra duró sólo por el tiempo determinado por Dios (Judas 1:7, énfasis añadido).

La segunda resurrección

Después de que Satanás haya sido liberado por un breve tiempo y sea arrojado al lago
de fuego al final del Milenio, habrá una segunda resurrección para dar a los seres
humanos la oportunidad de volver a vivir. Éste es el período conocido como el juicio del
“gran trono blanco” (Apocalipsis 20:11-12).

La segunda resurrección será una resurrección a vida física para quienes nunca
tuvieron la oportunidad de escuchar y comprender lo que Dios espera de la humanidad.
Esta etapa del juicio de Dios, con su oportunidad de salvación, es representada en la
fiesta del Último Gran Día.

La tercera resurrección

Cuando los fieles que hayan sido llamados en esta vida hayan recibido la vida eterna en
la primera resurrección y quienes no hayan sido llamados antes reciban su oportunidad
de salvación en la segunda resurrección, entonces vendrá el turno para el grupo
restante (Juan 6:44) —aquellos que conocieron la verdad de Dios pero se rehusaron a
aceptarla y obedecer.

Al igual que los fieles, estas personas habrán tenido todo lo necesario para comprender
y vivir según la ley de Dios y, por lo tanto, habrán sido juzgadas durante su vida. No
existe otra oportunidad para ellos; su juicio habrá terminado. Sin embargo, habrán
muerto sin recibir la sentencia final.

En la tercera resurrección, los rebeldes serán resucitados a vida física para ser juzgados
por su conducta pecaminosa y ser misericordiosamente destruidos para siempre en el
lago de fuego, que para entonces se habrá extendido a toda la tierra (Apocalipsis 20:13-
14; 2 Pedro 3:7). Esto es lo que la Biblia describe como “muerte segunda”, una muerte
definitiva de la que no es posible resucitar y en la que no hay esperanza de vida
(Apocalipsis; 20:6, 14).

En resumen, Apocalipsis 20 describe el futuro castigo de Satanás y el juicio de Dios


para la humanidad, que incluye una oportunidad de salvación para todos los seres
humanos. Si desea una explicación más detallada de las resurrecciones, consulte el
artículo “Resurrecciones: ¿Qué son?”.

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