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Por Alberto Valderrama. 1 Samuel 30:3. Cuando Abraham Lincoln ejercía la abogacía
llegó a abatirse y dijo: Me siento el hombre más miserable del mundo. La gente
grande, y también la gente común, llega a sentirse desalentada y abrumada. Juan el
Bautista, Elías, Simón Pedro y otros enfrentaron días de depresión. Los psiquiatras
dicen que la enfermedad predominante de nuestros días es la depresión, que en
ocasiones alcanza proporciones endémicas.
1.1.- Una fe débil permite que ocurra el desaliento: 1Samuel 27:1 dice: David dijo
en su corazón: “Ahora bien, algún día voy a perecer por la mano de Saúl...”. El
temblaba y admitía que le faltaba confianza. Dios había cuidado de él antes. Un león
y un oso se habían convertido en sus trofeos. Hasta Goliat había caído a los pies de
David. Se hizo más viejo, más sabio y más poderoso, sin embargo, se cuestionaba si
Dios podría salvarlo de Saúl.
1.2.- Los problemas nos atacan y pueden debilitar nuestra fe: Pero, ¿no está Dios
todavía con nosotros? El nos ha dado a Jesús... las Escrituras... al Espíritu Santo... y
la iglesia. Y con todo, la fe a menudo parece muy frágil. En tiempos así, cuando
nuestra fe se debilita, es que nos abatimos.
1.3.- Vivir con la compañía equivocada abre la puerta al desaliento: David enfrentó a
Saúl diciendo: Nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los
filisteos. (1 Samuel 29:1) Los filisteos eran enemigos de Dios, ¡y también de David!
Sin embargo, él vivió entre ellos por 16 meses. La estrategia que David usó es
peligrosa. Nos susurra: ¡Deja la iglesia! ¡Vuélvete mundano! ¿Y luego qué sucede? El
resultado probable es el desaliento o la depresión. Tenemos docenas de cristianos en
cada iglesia que padecen de desaliento porque han huido al campamento de los
filisteos. El campamento enemigo no es lugar para el pueblo de Dios.
1.4.- Una gran pérdida o retroceso producen desaliento: Mientras David vivía entre
los filisteos decidió atacar otra fuerza enemiga cercana. Mientras estaba fuera los
amalecitas atacaron su campamento y se llevaron a los familiares de David y de sus
hombres. El campamento de David fue quemado y él sufrió una gran pérdida.
1.5.- El desaliento nos ataca cuando perdemos lo que llamamos nuestro: Problemas
financieros, separación familiar, muerte y la pérdida de la salud hacen que la gente
se sienta desalentada. Las inundaciones barren las tierras agrícolas y destruyen las
ciudades. El fuego devora lo que tenemos y la depresión nos sobreviene.
1.6.- La crítica trae desaliento: Los soldados de David empezaron a criticarlo cuando
perdieron sus familias y sus bienes. Culparon a David por lo que el enemigo había
hecho. Quisieron apedrearlo y David se angustió mucho (1 Samuel 30:6) Una
manera rápida de desalentar a otro es criticándolo. Vuélvase quisquilloso...
encuentre faltas... quéjese... sea negativo... enójese. Señale las faltas de los demás,
¡y entonces se hundirán! Mark Twain, un famoso humorista y autor, se casó con una
cristiana radiante. El empezó a criticar la fe de su esposa, su Biblia, su iglesia. Los
años pasaron. La esposa enfermó gravemente. Durante su fatal enfermedad, Mark
Twain le dijo: Querida, ten fe. Confía en el Señor. ¡Cree! Ella le contestó, No puedo.
¡Hace mucho que destruiste mi fe! Seamos cuidadosos en la manera de tratar a los
miembros de nuestra iglesia, a nuestras familias y a nuestros vecinos.
2.2.- También podemos usar el recurso de la oración: 1 Samuel 30:7,8 dice que
David le pidió a Abiatar que trajera el efod. Esa vestimenta como chaleco era usado
por los sacerdotes cuando oraban. David consultó a Jehová. Nosotros también
podemos. Si tenemos problemas y estamos desalentados debemos probar el sendero
de la oración. Muchas personas han sido alentadas y dirigidas al camino de regreso
por la oración. Como David necesitamos orar si queremos la victoria sobre la
desesperación.
2.4.- Necesitamos darle la gloria a Dios: David dijo: Jehová,... nos ha guardado, y ha
entregado en nuestras manos a los... que vinieron contra nosotros (1 Samuel 30:23)
David le dio la gloria a Dios.