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Universidad Industrial de Santander

Facultad de Ciencias Humanas

Escuela de Trabajo Social

Asignatura Historia del Trabajo Social

Nombres: Daniela Rodríguez, Paola García y Gabriela Ríos.

Travi, Bibiana. (2006). La dimensión técnico – instrumental en Trabajo Social: Reflexiones y

propuestas acerca de la entrevista, la observación, el registro y el informe social. Buenos

Aires, Argentina: Espacio. Capítulo 1 “Algunas consideraciones acerca del proceso de

profesionalización del Trabajo Social” y Capítulo 2 “La dimensión técnico – instrumental en

Mary Ellen Richmond”. Pp. 27-79.

Capítulo 1: Algunas consideraciones acerca del proceso de profesionalización del Trabajo

Social

Al iniciar el texto, la autora pone a consideración las opiniones que surgieron junto con la

profesionalización del trabajo social, en la medida en que adquiere un estatus científico como

disciplina. En un primer momento, surgen opiniones que tienden a desvalorizar y relativizar

dicho proceso, pero por otro lado surgen visiones actuales que tienden a reivindicar la profesión,

que lleva a cabo un revisionismo revalorizando a la misma.

La profesionalización, en la manera como lo entiende Travi, es un proceso de formación que

tiene como objetivo adquirir conocimiento y habilidades propias de la disciplina. Así, se

compone de las siguientes características: un conocimiento disciplinar transmitido por instancias

de formación y acreditación que se consolida en la investigación y se regulan por principios

éticos; así como posee una organización interna que funciona como autoridad en el ejercicio de
la regulación de la profesión. Finalmente tenemos que existe un reconocimiento público de la

profesión.

En cuanto al recorrido histórico, en el texto se afirma que la profesionalización de trabajo

social nace a fines del siglo XIX y principios del XX en Estados Unidos. Su contexto socio-

económico se sitúa en una “época de grandes transformaciones” decimonónicas, incluyendo el

paso a un sistema de producción capitalista en gran escala (industrial) que incide en las formas

culturales, acompañado del aumento demográfico y la consolidación de Estados-nación y los

diferentes problemas sociales que todas estas condiciones acarrean: migraciones, pobreza,

desempleo, etc. Es en este momento donde emerge la “cuestión social” irrumpiendo en la

agencia pública. En este sentido, es el seno del movimiento reformista-progresista que se

impulsa el compromiso ético-político desde el campo del Trabajo Social a manera de asistencia

social y defensa de los derechos de las personas, en especial de las minorías; elaborando una

serie de estrategias que intentaron dar respuesta a estos problemas. Fue este movimiento

progresista profundamente humanista que da lugar al Trabajo social como profesión.

Cabe destacar el preponderante papel que tuvo y tiene la mujer en este campo, desde las

mismas luchas por reivindicación y emancipación. Es en este contexto que la mujer de igual

manera irrumpe en el espacio público para denunciar las condiciones sociales y su activa

participación permite lograr objetivos de liberación. En especial es de resaltar el papel de

pioneras como Mary Richmond y Jane Adams, quienes sentaron las bases teóricas para la

profesionalización del TS.

En el ámbito ideológico, la profesionalización incipiente del TS surge en el campo de

corrientes como el pragmatismo y el interaccionismo simbólico, interesados por problemas

sociales y por incidir en la acción pública. Además, se hizo presente el constante


cuestionamiento al sistema y se abordó de diferente manera la cuestión social. En ese sentido,

estas corrientes defienden que la resolución de problemas sociales se debe realizar conjugando la

investigación con la práctica política y académica, manteniendo principios éticos. Acá se

destacan figuras como William James, John Dewey y George Mead. De igual manera surgen

transformaciones de gran importancia en el ámbito de la educación superior, en donde tuvo

incidencia la irrupción del TS en la medida en que apuntaban al rol de un educador cualificado.

Además de transformaciones en otras disciplinas y sus círculos de asociación.

Resumiendo lo anterior, el TS en el contexto de inicios del siglo XX se desliga de las viejas

prácticas de caridad y beneficencia para iniciar un proceso de profesionalización de esta

disciplina, tendiendo a lo científico. Así, esta profesión adquiere una práctica regulada con

reconocimiento tanto público como académico, por lo que la autora logra demostrar que no fue

una simple “tecnificación de la asistencia”. El TS reorienta y renueva sus objetivos, innovando

en relación con técnicas e instrumentos.

Los fines del TS se vinculan al mejoramiento de condiciones de vida para contribuir al

proceso de desarrollo y progreso social. La idea es consolidar una sociedad “democrática, libre,

igualitaria y pacífica” (p.36). Por tanto, se denuncian los enfoques parciales y limitados, la

burocratización de la práctica y a deshumanización y rutinización de la atención. Y, por otro

lado, se da suma importancia a los enfoques cualitativos, la comunicación y la participación.

Capítulo 2: La dimensión técnico – instrumental en Mary Ellen Richmond.

Desde temprana edad, Mary Ellen Richmond – nacida en 1861 en Estados Unidos – estuvo en

un ambiente marcado por debates sociales en torno a la condición femenina, la discriminación

racial, etc. Fue estimulada a partir de su educación en casa en hábitos de lectura y pensamiento
crítico. Formada en disciplinas como sociología y filosofía, tuvo acercamientos laborales a

trabajadores sociales y movimientos de reforma social. Posteriormente inicia acciones para

lograr la profesionalización del Trabajo Social, así como la creación de centros de formación

especializados. En gran parte los debates tomaban lugar en las conferencias organizadas a nivel

nacional e internacional. Es allí donde surge el accionar de Richmond una vez plantea un plan de

estudios, vínculos de universidades y prácticas a las que deben estar orientadas el Trabajo Social.

Pero su accionar no sólo se limita a esto, sino que amplía su campo a la publicación de

numerosas obras de reflexión en torno a las prácticas y métodos del TS, a la dirección de

seminarios y de capacitaciones, y la formulación de reformas legislativas en relación con los

problemas sociales. De igual manera participa liderando procesos como secretaria de la

Organización Social de Caridad o como delegada en conferencias de beneficencia, así como en

actividades de docencia, investigación y demás. Finalmente, otro ámbito por resaltar es su lucha

por implementar una jerga académica propia de la disciplina, que combine la rigurosidad con la

precisión.

Al observar su trayectoria, se puede evidenciar e identificar a Mary Richmond como referente

a nivel tanto nacional como internacional no sólo en relación con conocimientos acerca de las

problemáticas sociales, sino también en la contribución para la profesionalización del Trabajo

Social, la organización institucional y la formación especializada. De igual manera sus

investigaciones sirven como base para tener claro los métodos, procesos y procedimientos en el

TS, materiales que sirven para direccionar la capacitación de profesionales.

Entre sus principales publicaciones encontramos El buen vecino en la ciudad moderna

(1907), Diagnóstico social (1917) y Caso social individual (1922).


Diagnóstico Social ha sido considerada como obra fundadora de la disciplina en la medida

que en ella la autora establece una teoría y método que fueron tomados como referentes para la

profesión. Igualmente fue resultado de una investigación que sistematizó experiencias

profesionales, analizando casos y formulando interrogantes acerca de la práctica del trabajador

social; así como el estudio de informes que tuvieron lugar en la práctica. De allí resultaron

técnicas y procedimientos que tecnificarían la labor y resignificarían la práctica profesional junto

con su experiencia y resultados. Finalmente cabe destacar las constantes críticas a las debilidades

de la incipiente profesión. De esta manera, el libro constituye una base de conocimientos teórico-

metodológicos para el desarrollo de la disciplina.

Por otro lado, Caso social individual consiste en una producción teórica que busca definir qué

es el TS de casos individuales y la razón por la cual se recurre al mismo. La base de esta obra fue

la propia experiencia profesional de la autora, en tanto analizó numerosas observaciones sociales

individuales. Así, de forma descriptiva e introductoria, esta obra propone una definición de

“Servicio social de casos individuales”.

En relación a la conceptualización del Trabajo Social, Richmond afirmó que es una profesión

que se desarrolla a través de una multiplicidad de operaciones y métodos, y su fin recae en hacer

progresar la especie humana llevando a cabo un trabajo con individuos o grupos, reformando la

sociedad e investigando. Además, vincula el TS con el mejoramiento de las condiciones de vida

y contribuir a desarrollar la sociedad. Debido a la naturaleza de los fines, el TS adopta diversas

formas que constituyen ramas de la profesión.

Por otro lado, el Servicio Social de Casos Individuales constituye para Richmond una forma

de TS a manera de especialidad. Para ella, el Servicio Social tiene que reunir las condiciones de

ser practicado por personas competentes (especialistas), ocuparse de casos difíciles y de


realizarse con independencia. Así, el SSCI es “el conjunto de métodos que desarrollan la

personalidad, reajustando consciente e individualmente al hombre a su medio social”. Y en

cuanto a sus objetivos, estos consisten en educar a través de un programa de participación que

permita al cliente (entendiéndolo como la persona intervenida) compartir con el TS la

responsabilidad de las decisiones a tomar, educando democráticamente.

Para llegar a estas definiciones inició un proceso de exclusión en el que aclara las prácticas

que NO son consideradas como TS. Posterior a eso toma experiencias realizadas en el TS, en

especial las intervenciones exitosas que hayan resultado en una verdadera transformación de la

situación inicial.

Richmond plantea que la comprensión y la acción se interpretan continuamente, es decir, el

conocer e intervenir forman un todo y parte de un solo proceso. A su vez, la intervención se

compone de las comprensiones (de la individualidad y de los recursos) y las acciones (directa e

indirecta). Estas sugieren una nueva clase de técnica especializada. Existe pues una relación

entre el conocer, intervenir y transformar.

Así mismo, Richmond plantea una diferencia entre “individualidad” y “personalidad”, ya que

es segundo se refiere a aquello que es innato y que el hombre adquiere por experiencia,

relaciones o educación. Por otro lado, deja en claro su concepción de los sujetos como activos y

no pasivos, siendo los mismos capaces y responsables. Así, el sujeto tiene la posibilidad de

desarrollar constantemente sus capacidades, debido a su capacidad misma de aprendizaje y

cambio.

En cuanto a las relaciones sociales, son estas las que dan al TS un método especial, ya que

permiten alcanzar al individuo por intermedio de su ambiente. El medio social sería entonces el
poder de la persona de mantener relaciones con semejantes, añadiendo el espacio en el que

ocurre. Mientras que la sociedad no es solo el medio por el cual se desarrolla la personalidad,

sino también la fuente y el origen de la misma. Así, se evidencia como Richmond incorpora

constantemente en sus postulados la relación entre individuo y sociedad dialéctica. En ese

sentido, el ser humano como ser social sólo se puede desarrollar en plenitud con otros seres

humanos.

El trabajador social también debe trabajar en formas para llegar a su “cliente”, optando por la

creatividad y alejándose de toda actividad rutinaria. Allí yace el desprecio por la técnica.

Richmond planta también fundamentos y fines a los que apunta el TS. Como fundamentos

podemos mencionar que debe existir una habilidad profesional reforzada por una filosofía,

orientando el ejercicio profesional. En cuanto a los fines, el TS está vinculado al mejoramiento

de las condiciones de vida, algo ya mencionado. La idea es igualar las oportunidades de todos de

forma democrática, así como garantizar la participación activa de los sujetos en el proceso de

intervención. El servicio Social ayuda pues al cambio social a favor del mejoramiento de las

condiciones de vida de los desprotegidos, a la justicia y democracia. Así, el trabajador social

lleva a cabo una labor de garante del acceso a los derechos y denunciante de sus violaciones.

El énfasis que da Richmond a la importancia de estudio de casis individuales radica en su

filosofía acerca del carácter independiente de los seres humanos, además que a partir de los

mismos se puede descubrir las relaciones sociales que convienen al individuo. Así mismo, hay

que tener en cuenta para ella que los seres humanos son diferentes, por ende, hay que igualar las

posibilidades de todos tratando de manera diferente a cada quien, respetando la diversidad y la

individualidad. Finalmente, la autora menciona que dentro de la filosofía de Richmond se


considera que los individuos poseen una voluntad y finalidades propias, no son sujetos pasivos

sino activos.

En cuanto a la dimensión técnico-instrumental, hay que tener en cuenta que para el ejercicio

profesional son condiciones imprescindibles el saber específico, la experiencia profesional y la

orientación filosófica; además de la creatividad y la imaginación. Las técnicas y los instrumentos

usados tienen un fin interventivo, tanto para aportar conocimiento como para transformar las

situaciones problema que afectan a los sujetos.

Entre las principales técnicas e instrumentos del TS encontramos: la entrevista, el registro y el

informe social.

La entrevista permite mantener una relación profesional con otras personas. El tipo de

entrevista que se lleva a cabo se da en función del propósito, ya sea conocer o intervenir

(producir cambio). Por esto se privilegia en la labor del TS, ya que permite cumplir los objetivos

profesionales, ya que es una forma de relación social profesional que lleva al diagnóstico social.

El proceso de intervención inicia con un primer encuentro que tiene lugar en la entrevista, en

donde se ponen en práctica las habilidades del trabajador social.

El encuadre está constituido por normas y parámetros que regulan la intervención profesional,

por lo que son las condiciones constantes que hacen posible el desarrollo de las labores. Existen

diferentes tipos de encuadre y establecer uno depende de la autonomía del profesional que elige

qué va a regir su quehacer. De igual manera, el encuadre constituye un parámetro de evaluación.

Es un instrumento mas no un fin. Como condiciones que hacen posibles el ejercicio profesional

encontramos: el lugar donde se hace una entrevista, el tiempo, el rol del profesional, los objetivos
y el vínculo profesional. El buen cumplimiento de estas condiciones permitirá el buen desarrollo

de la intervención misma, logrando los objetivos propuestos.

El registro cumple la función de ser un instrumento tanto para la investigación como para la

intervención, así como para la docencia. El registro es dado por el profesional y da cuenta de la

práctica llevada a cabo. Constantemente, en el registro se plasma la descripción y reflexión que

se van produciendo tanto en el entorno como en los sujetos y en el mismo quehacer del

profesional.

Por último, el informe social es una herramienta de comunicación que permite fundamentar la

toma de decisiones en relación con la situación problemática por parte del responsable de su

resolución. Para Richmond, este debe ser conciso, claro e imparcial. De igual manera, so una

herramienta que da cuenta de los hallazgos, del proceso de investigación y de los diagnósticos

sociales, pudiendo hacer visible las condiciones de vida de las personas. Finalmente, hay que

señalar que sirven de insumo para otras disciplinas.

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