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Filemón

Las epístolas (o cartas) del Nuevo Testamento, como ya hemos dicho al


comienzo cuando estábamos estudiando la epístola a los Romanos, fueron una
nueva forma de revelación de parte de Dios. Antes de ellas, Dios utilizó la ley,
la historia, la poesía, la profecía, y los documentos llamados evangelios.
Cuando Dios utilizó las epístolas adoptó un método más directo y personal. Y
hay diferentes clases de epístolas. Algunas fueron dirigidas a iglesias; otras
fueron escritas a individuos y eran más íntimas.
Creemos, francamente, que cuando el Apóstol Pablo estaba escribiendo esta
carta a Filemón, no pensaba que iba a ser incluida en el Canon de las
Escrituras. Si hubiera sabido que la iba a leer tanta gente, quizás se habría
sentido cohibido. Al leer esta carta nos imaginamos que estamos leyéndola
mirando sobre los hombros de Filemón, leyendo su correspondencia personal.
Pablo le escribió a él personalmente. Esta circunstancia no quita ningún mérito
a la inspiración y valor de esta epístola. El Espíritu de Dios la incluyó en el
Canon de las Escrituras por una razón muy definida.
Ahora, detrás de esta carta hay, por supuesto, una historia. Filemón, vivía en
un lugar llamado Colosas. Estaba ubicado en la zona de Frigia en la sección de
Anatolia, que corresponde a la Turquía de hoy. Sin embargo, no existe ninguna
ciudad allí en la actualidad. Solamente se encuentran ruinas. Pero en los días
de Pablo ésta era una gran ciudad. Ya sabemos que una de las epístolas de
Pablo fue escrita a los creyentes de Colosas. No ha quedado ningún registro de
que Pablo haya visitado Colosas, pero como imaginamos que hay muchos
detalles que desconocemos, suponemos que Pablo puede haber visitado esa
ciudad.
La historia de esta epístola transcurre con el trasfondo de los oscuros
antecedentes de la esclavitud. Había aproximadamente 60 millones de
esclavos en el Imperio Romano, en el cual la población total no excedía los 120
millones. Un esclavo era como un objeto. Era tratado peor que un enemigo y
estaba sujeto a los caprichos de su amo.
En Colosas había un hombre rico que se había salvado depositando su fe en
Cristo. Aparentemente había llegado de Efeso, donde Pablo había estado dos
años enseñando, cada día, en la escuela de Tirano, y la gente acudía a
escucharle desde todas las poblaciones de esa área. Había millones de
personas en Asia Menor, y Filemón era simplemente uno de los hombres que
vino a conocer al Señor Jesús.
Ahora, Filemón tenía esclavos, y tenía uno llamado Onésimo. Onésimo trató de
aprovechar una oportunidad un día, como hubiera hecho cualquier otro
esclavo, y huyó de la casa. Él hizo lo que aparentemente hacía la mayoría de
los esclavos fugitivos en aquel día, se dirigió directamente a una gran ciudad. Y
este esclavo recorrió todo el camino hasta la ciudad de Roma. En medio de una
población tan numerosa, podía esconderse, pasar desapercibido, y nunca sería
reconocido.
Ahora, cierto día, este hombre Onésimo, que había sido un esclavo, se dio
cuenta de que había una esclavitud en la libertad, y que había una libertad en
la esclavitud. Cuando él era un esclavo, no se preocupaba sobre donde iba a
dormir, o sobre qué iba a comer. Su amo tenía que ocuparse de ello. Pero una
vez libre y en Roma, tenía un verdadero problema. Podemos imaginarle
caminando por una calle un día y viendo a un grupo de personas reunidas
escuchando a un hombre. Onésimo se infiltró en el grupo, se abrió paso hasta
el frente y allí vio que ese hombre estaba encadenado. Onésimo había huido
de las cadenas y pensó que estaba libre, pero cuando escuchó a ese hombre,
que por cierto se llamaba Pablo, seguramente pensó: "Este hombre está libre y
yo soy aun un esclavo, un esclavo del apetito; soy un esclavo de la economía.
Aun soy un esclavo, pero ese hombre, aunque esté encadenado, está libre".
Onésimo esperó a que se retirara toda la gente y entonces se acercó a Pablo.
Quería saber más sobre lo que Pablo estaba predicando, y el apóstol lo guió a
Cristo; es decir, le presentó el evangelio, le habló de cómo Jesús había muerto
por él, como había sido sepultado, pero resucitó al tercer día. Le pidió a
Onésimo que depositara su confianza en Cristo y él así lo hizo. Onésimo fue
entonces una nueva creación en Cristo Jesús.
Después Onésimo hizo lo que cualquier persona que se ha convertido hace.
Pensó en su vida pasada y en las cosas que había hecho mal y que quería
corregir. Seguramente le dijo a Pablo: "Pablo, hay algo que debo confesarte.
Soy un esclavo fugitivo". Pablo le preguntó de dónde había llegado a Roma, y
Onésimo le respondió que era de Asia Menor, de la ciudad de Colosas. Pablo
entonces le dijo: "Allí hay una iglesia. ¿Quién era tu amo?" A lo que Onésimo
respondió: Mi amo era Filemón". Y Pablo le volvió a preguntar: "¿estás
hablando de Filemón, el que vive en la calle principal?" "Si, el mismo"
respondió Onésimo. Y Pablo dijo entonces: "Bueno, él también es uno de mis
convertidos, y me debe mucho". Y Onésimo le preguntó: "Bueno, Pablo
¿debería yo regresar a él?" A lo cual Pablo contestó afirmativamente y le dijo
que al regresar se encontraría en una situación diferente, y que le enviaría a
Filemón una carta por medio de él. Y esta es la carta que tenemos ante
nosotros, la carta de Pablo a Filemón.
En el corazón humano siempre ha existido un gran deseo de ser libres. Pero en
la actualidad hay millones de personas que son esclavas del alcohol o de las
drogas. Otros son esclavos del dinero. No son libres, aunque lo parezcan. En
nuestro tiempo las personas se enorgullecen de ser libres. Piensan que están
libres, pero el Señor Jesús dijo, en Juan 8:36, Si el Hijo os liberta, seréis
verdaderamente libres. Nadie encontrará argumentos a favor o en contra de la
esclavitud en esta epístola. Lo que sí usted aprenderá es que hay una libertad
que está por encima de todas las esclavitudes del mundo. Es la libertad que
cada uno de nosotros quiere tener. Examinemos ahora de cerca esta carta a
Filemón.
El tema de carta desarrolla la revelación del amor de Cristo por nosotros; es
una demostración de cómo debería funcionar el amor fraternal. El propósito
principal de esta carta es revelar el amor de Cristo por nosotros en lo que hizo
por nosotros al interceder a favor nuestro ante Dios. Esta es una de las
mejores ilustraciones de la sustitución. En el v. 18 leemos lo siguiente: Si en
algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Podemos escuchar a Cristo
mostrando su acuerdo con ocupar nuestro lugar y en tener todo nuestro
pecado imputado a Él. Jesús ocupó nuestro lugar en la muerte, pero nos da Su
lugar en la vida. Dice el v. 17 de esta carta, Así que, si me tienes por
compañero, recíbelo como a mí mismo. Tenemos la posición de Cristo ante
Dios, o no tenemos ninguna posición en absoluto. Onésimo, un esclavo fugitivo
poco rentable, había de ser recibido como Pablo, el gran apóstol sería recibido
en la casa de Filemón.
El propósito práctico de esta carta es enseñar el amor fraternal. Pablo habló de
una nueva relación entre amo y siervo en las otras Epístolas de la Prisión. Aquí
demostró cómo debía funcionar dicha relación. Estos hombres, que pertenecían
a dos diferentes clases del Imperio Romano, que se odiaban y se perjudicaban
mutuamente, eran entonces hermanos en Cristo, y tenían que actuar como
tales. Y pensando en nuestro tiempo, ésta es la única solución para una
convivencia en paz en la economía, entre los que ejercen la autoridad y los que
obedecen. Leamos entonces el versículo uno de esta carta, que encabeza

Un cordial saludo a Filemón y a su familia


"Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón,
colaborador nuestro"
Pablo no mencionó aquí el hecho de que era un apóstol. Cuando él estaba
escribiendo a las iglesias, usó su título oficial: un apóstol de Jesucristo. Pero
ésta era una carta personal, a un amigo personal. No necesitaba defender su
apostolado. Su intención en esta ocasión fue ser muy personal, y creemos que
se habría sorprendido mucho si hubiera sabido que esta carta sería leída en
todo el mundo.
Él se presentó aquí como Pablo, prisionero de Jesucristo. Hemos observado
que algunos comentarios tratan de cambiar el significado de esta frase
enseñando que Pablo realmente quiso decir que era un prisionero porque
estaba predicando el evangelio de Jesucristo. Pero eso no fue lo que Pablo dijo
y él tenía la capacidad para expresar exactamente lo que tenía en su mente.
Estaba utilizando el idioma griego, que es muy flexible y versátil. Y él dijo que
era un prisionero de Jesucristo.
Si hubiéramos podido hablar con él y le hubiéramos preguntado si los Romanos
le habían colocado en la cárcel, nos habría dicho que no. Después le habríamos
preguntado si entonces no fueron los líderes religiosos los que por medio de
una acusación le hicieron encarcelar; e igualmente nos habría respondido que
no. Y entonces, ante la pregunta de quién le había encarcelado, nos habría
respondido que Jesucristo. Entonces le habríamos preguntado sorprendidos:
"¿entonces tu sirves a alguien que te ha puesto en la cárcel?" Y el apóstol nos
habría respondido: "Si, cuando Su voluntad sea que esté en la cárcel, estaré
en la cárcel. Cuando Su voluntad sea que esté fuera de la cárcel, entonces
estaré en libertad. Cuando Su voluntad sea que esté enfermo, estaré enfermo.
Yo le pertenezco a Él. Y como le pertenezco, he aprendido a contentarme en
cualquier estado o condición en que me encuentre. Así que todo va bien. No os
preocupéis por mí."
Obviamente, la epístola a Filemón es una de las Epístolas de la Prisión, junto
con Efesios, Filipenses y Colosenses.
Y dijo el apóstol después y el hermano Timoteo. Esto significa que él no solo
era el hermano de Filemón y de Pablo, sino también el hermano suyo,
estimado oyente, si usted está unido a Cristo. Todos somos hermanos en
Cristo.
Continuó diciendo y al amado Filemón. Parecía que estaba tratando de
halagarlo. Pero él sentía cariño por este hombre, e iba a pedirle algo. Y dice el
versículo 2:
"A la amada hermana Apia, a Arquipo, nuestro compañero de milicia, y a la
iglesia que está en tu casa"
Apia era aparentemente la esposa de Filemón. Mientras que Filemón era un
nombre griego, y él era ciudadano de Colosas, Apia era un nombre frigio. Este
detalle sugeriría que un hombre de negocios joven llamado Filemón viajó a
nuevas tierras. No se dirigió hacia el occidente, sino que fue hacia el oriente,
hacia la misma frontera. Inició sus actividades comerciales en Colosas, y se
convirtió en un hombre de recursos. Allí conoció a una joven frigia llamada
Apia y se casó con ella. Y ambos se convirtieron a Cristo.
Y continuó diciendo Pablo en el v. 2, A Arquipo, nuestro compañero de milicia.
Suponemos que éste era el hijo del matrimonio. No era un soldado del ejército
romano, sino un soldado de Jesucristo. Pablo había escrito que todos tenemos
que ser buenos soldados de Jesucristo.
Y dijo además aquí, y a la iglesia que está en tu casa. No solo se habían
convertido sino que tenían una iglesia en su casa. Reflexionemos por un
momento. En algunos casos el edificio de la iglesia se ha convertido en algo
tan sumamente importante para muchas personas, que no tiene ninguna
relación con el verdadero propósito de la iglesia local. La iglesia local en la
época de Pablo no era un edificio separado, pues no tenían ningún edificio.
Había en aquellos tiempos grandes templos dedicados a los dioses paganos,
pero la iglesia primitiva no tenía edificios propios; se reunía en los hogares. Se
ha calculado que por 200 años la iglesia se reunió en las casas. La idea de
colocar un énfasis exagerado en un edificio o en un proyecto de edificación,
parece fuera de lugar ante el ejemplo de aquellas iglesias cristianas. Y continuó
diciendo Pablo en el versículo 3:
"Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo."
Ese era el saludo acostumbrado que expresaba Pablo en todas sus cartas que
fueran dirigidas a una persona o a una iglesia. Bien, veamos entonces cómo
continuó esta carta.
En el versículo 4 comenzamos a leer algo sobre

La buena reputación de Filemón


"Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones"
Aquí tenemos un hombre por el cual Pablo oraba. Si usted está recopilando
una lista de oración del apóstol Pablo asegúrese de incluir en ella a Filemón. La
idea aquí reflejada aquí es que cada vez que el nombre de Filemón era
mencionado, Pablo oraba por él. Aparentemente Filemón era una persona
bastante importante. Ahora, en el versículo 5 leemos:
"Porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y para con
todos los santos"
La vida de Filemón era un vivo testimonio de su fe. Pablo la describió de una
manera hermosa. Este hombre mostró amor hacia el Señor Jesús y hacia los
otros creyentes. Su fe estaba dirigida hacia Jesús, y era fiel con los otros
cristianos. Luego, en el versículo 6 continuó diciendo:
"Y pido para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo
el bien que está en vosotros por Cristo Jesús"
Su fe era compartida. Y la frase todo el bien que está en vosotros era el
resultado de lo que el mismo Pablo escribió en Filipenses 2:13, afirmando que
Dios es quien produce en nosotros tanto el querer como el hacer para que se
cumpla su buena voluntad. Y dijo también en el versículo 7:
"Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, hermano,
han sido confortados los corazones de los santos."
Es decir, que Pablo experimentó un gran gozo y consuelo en el amor de
Filemón por los otros creyentes y por él. Los corazones confortados aquí
implicaban a la totalidad de la naturaleza psicológica. Era la vida interior de los
creyentes la que encontraba una gran satisfacción en él. Filemón era la clase
de persona que habría ofrecido hospitalidad en su casa a los predicadores y
maestros que los visitaban. Así también hay muchos que hoy constituyen una
bendición para la iglesia por la forma en que practican la hospitalidad y el
compañerismo cristiano.
Leamos ahora los versículos 8 y 9 en los que Pablo efectuó

Una petición de compasión para Onésimo


"Por eso, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que
conviene, prefiero rogártelo apelando a tu amor, siendo yo, Pablo, ya anciano,
y ahora, además, prisionero de Jesucristo."
Pablo estaba llegando al propósito de su carta. Planteó el tema con diplomacia,
con cautela y con amor. Iba a hacerle este pedido a favor de Onésimo basado
en 3 puntos: (1) Apeló a su amor. Este era el amor fraternal entre Pablo y
Filemón como creyentes en Cristo Jesús. (2) Tenemos la frase, siendo yo,
Pablo, ya anciano. Pablo tendría alrededor de 60 años de edad, pero se
consideraba un hombre anciano. Había sufrido mucho, habiendo sido
perseguido como misionero de Cristo. Esas experiencias le habían avejentado y
en ese carácter apeló a Filemón. (3) Pablo se presentó como prisionero de
Jesucristo. Era evidente que no podía presentarse personalmente ante
Filemón. Y dijo en el versículo 10:
"Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones"
Pablo no estaba casado pero tenía muchos hijos. Llamó hijos a Timoteo y a
Tito, y aquí a Onésimo. Estos eran sus hijos espirituales. Había conducido a
Onésimo al Señor aun cuando él mismo en ese tiempo era un prisionero. Y en
el versículo 11 continuó diciendo:
"El cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil."
El significado de la palabra "Onésimo" es "útil". Así es que Pablo estaba
haciendo un juego de palabras. Como esclavo, Onésimo no había sido muy útil.
No trabajaba porque deseara hacerlo y entonces no se concentraba en sus
tareas. Y podemos comprender su situación como esclavo. Pero vemos que
Pablo lo estaba enviando de regreso a Filemón como un creyente y entonces le
dijo: "Ahora te va a ser de utilidad. Sin embargo, no quiero que lo recibas
como a un esclavo". Y dicen los versículos 12 y 13:
"Te lo envío de nuevo. Tú, pues, recíbelo como a mí mismo. Yo quisiera
retenerlo conmigo, para que en lugar tuyo me sirviera en mis prisiones por
causa del evangelio."
Pablo le estaba pidiendo a Filemón que recibiera a Onésimo como si estuviera
recibiendo al mismo Pablo. El apóstol admitió que le hubiera gustado retener a
Onésimo, porque necesitaba a alguien allí para servirle en la precaria situación
en la que se encontraba en la cárcel. Pero Pablo no podía actuar así. Y dijo en
el versículo 14:
"Pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuera
forzado, sino voluntario."
¿Envió Filemón a Onésimo para que estuviera con Pablo? No lo sabemos con
seguridad pero creemos que sí. Y nos imaginamos que en el primer barco de
regreso a Roma allí se encontraba Onésimo, regresando a ver a Pablo, y con
muchas cosas para el apóstol. Y dicen los versículos 15 y 16:
"Quizá se apartó de ti por algún tiempo para que lo recibas para siempre, no
ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado,
mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el
Señor."
Habiéndose convertido Onésimo en un creyente, el estatus y relación con
Filemón eran diferentes. De acuerdo con la ley romana era aun un esclavo,
pero para Filemón sería más que eso. Sería un hermano. Y ahora veremos que
el

Inocente sustituyó al culpable


Este versículo, junto con el siguiente, nos da una de las mejores ilustraciones
de una sustitución plena y de la imputación. Detrás de la súplica de Pablo
estaba la súplica de Cristo al Padre a favor del pecador que confía en Cristo
como su Salvador. El pecador es recibido a la misma posición en que Cristo es
recibido. En otras palabras, el pecador salvado tiene tanto derecho en el cielo
como el que tiene Cristo, porque él ha recibido el derecho de Cristo a estar allí.
Como dijo Pablo en Efesios 1:6, Dios, en Su gracia nos aceptó en Cristo. Dijo
Pablo en el versículo 17 de esta carta a Filemón:
"Así que, si me tienes por compañero, recíbelo como a mí mismo."
Y ahora leamos el versículo 18, que contiene

Una hermosa ilustración de la imputación


"Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta."
Fue como si Pablo, al ser un creyente en Cristo, hubiera tenido una tarjera de
crédito, y dijo: "Si te ha perjudicado o te debe algo, cárgalo a mi cuenta."
Aquí tenemos una hermosa figura. Cuando yo vengo a Dios el Padre para
recibir la salvación, puedo oír a Cristo decir: "Si este hombre en algo te
perjudicó, o te debe algo, ponlo a mi cuenta". Porque Cristo pagó el castigo por
mis pecados en la cruz. Seguramente el Padre le respondería: "este hombre no
es apto para entrar al cielo". Entonces el Señor Jesús diría: "Si me tienes por
compañero, recibe a este hombre como a mí mismo". Esto es lo que significa
estar en Cristo, aceptado por Dios en El. Por ello aquí tenemos una imagen de
cómo Dios el Padre y el Señor Jesucristo le aceptan a usted, y me aceptan a
mí.
Y ahora leamos el versículo 19, que presenta

Asuntos generales, personales y pedidos


"Yo, Pablo, lo escribo de mi mano: yo lo pagaré (por no decirte que aun tú
mismo te me debes también)."
El Señor Jesucristo dio Su vida y derramó Su sangre para pagar la totalidad de
la deuda del pecado. Y aquí vemos que Pablo había guiado a Filemón al Señor.
¿Cómo podría el corresponderle? Y en los versículos 20 y 21 leemos la súplica
de Pablo a favor de Onésimo:
"Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor, conforta mi corazón
en el Señor. Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun
más de lo que te digo"
Una de las características de los verdaderos creyentes es que hacen más de lo
que se les pide. Quizás la razón por la cual algunos pasan necesidades es
porque hemos sido tacaños con el Señor. El Señor es generoso, por lo tanto
nosotros también deberíamos serlo. Y dijo Pablo en el versículo 22:
"Prepárame también alojamiento, porque espero que por vuestras oraciones os
seré concedido."
Pablo esperaba ser puesto en libertad y pidió que oraran al respecto. Y ya que
esta carta fue escrita probablemente durante la primera reclusión del apóstol,
en Roma, él fue después puesto en libertad y probablemente visitó a Filemón
personalmente. Y así concluyó la carta con saludos personales.
Y así, amigo oyente, concluimos esta breve carta del apóstol Pablo a Filemón.
Dios mediante, en nuestro próximo programa, regresaremos al Antiguo
Testamento para estudiar el libro de Daniel. Y esperamos que usted continúe
acompañándonos en este viaje a través de la Biblia.

I SAMUEL 3: Estado espiritual


Desde el capítulo anterior se puede ver que el ambiente espiritual en tiempos de
los jueces no era el ideal. El pueblo hacía lo que bien le parecía y el liderazgo
espiritual era corrupto.

El capítulo 3 comienza con una alusión al estado espiritual de Israel en el tiempo


en que Samuel llegó a servir a Dios:
(1 Sam. 3:1) El joven Samuel servía al SEÑOR en presencia de Elí. La palabra del
SEÑOR escaseaba en aquellos días, las visiones no eran frecuentes.

El pueblo no conocía la Palabra de Dios ni había revelación profética. La


experiencia religiosa se enfocaba más en los rituales que en una vida
transformada a la luz de la verdad y del poder de Dios.

En ese tiempo, Eli era el Sumo Sacerdote, pero él no oía de Dios. Los hijos de Elí
tampoco conocían a Dios (2:12). Ellos oían al pueblo, no al Señor. Por el contrario,
la Biblia señala que Samuel oía al Señor y le servía a Él (heb. Sharat: ministrar).
Samuel era un “Hijo de Sadoc”: él servía al Señor, no a los hombres (Eze. 40:46).

DOS TIPOS DE LEVITAS


En la descripción del Tercer Templo, el profeta Ezequiel hace una diferencia entre
dos tipos de sacerdotes: los levitas que sirven al pueblo y los que sirven a Dios.
(Eze. 44:10-16) Y los levitas que se alejaron de mí cuando Israel se descarriaba,
que se alejaron de mí tras sus ídolos, llevarán el castigo por su iniquidad. (11)
Serán servidores en mi santuario, encargados de las puertas del templo y
servidores en el templo; ofrecerán el holocausto y el sacrificio para el pueblo, y
estarán delante de ellos para servirles. (12) Por cuanto les sirvieron delante de sus
ídolos, y fueron tropezadero de iniquidad para la casa de Israel, por tanto he
jurado contra ellos,--declara el Señor DIOS-- que llevarán el castigo por su
iniquidad. (13) No se acercarán a mí para servirme de sacerdotes, ni se acercarán
a ninguna de mis cosas santas, ni a las cosas santísimas, sino que cargarán su
ignominia y las abominaciones que han cometido. (14) Los pondré como guardas
de las ordenanzas del templo, de todo su servicio y de todo lo que se ha de hacer
en él. (15) Pero los sacerdotes levitas, hijos de Sadoc, que se ocupaban de
guardar mi santuario cuando los hijos de Israel se alejaron de mí, se acercarán a
mí para servirme, y estarán delante de mí para ofrecerme la grosura y la sangre--
declara el Señor DIOS. (16) Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi
mesa para servirme y guardar mis ordenanzas.

Si alguien tiene el llamado a ser un líder espiritual, debe saber que en su servicio a
Dios tendrá que servir a Su pueblo. El amor de Dios se muestra amando al
prójimo (1 Juan 4:20-21). Sin embargo, en el proceso no se debe perder de vista
que a quien uno está sirviendo es a Dios. A quien uno debe agradar y con quien
uno debe quedar bien es con el Señor, y no necesariamente con la gente.

Ezequiel señala que algunos levitas tenían su vista puesta en el pueblo, y le dieron
la espalda a Dios. Por el contrario, los levitas hijos de Sadoc tenían sus ojos
puestos en el Señor, y a Él servían.

Tristemente, los hijos de Eli no servían a Dios, porque ni siquiera le conocían.


Tampoco podría decirse que servían al pueblo, porque se aprovechaban de ellos.
A quienes servían eran a ellos mismos.

Dios le dio la oportunidad a Eli para llamar la atención a sus hijos. Pero él prefirió
quedar bien con sus hijos que con Dios.

ELI, ACOSTADO Y CIEGO


La Biblia describe a Eli ya sea “sentado” o “acostado”.
(1 Sam. 3:2) Y aconteció un día, estando Elí acostado en su aposento (sus ojos
habían comenzado a oscurecerse y no podía ver bien ).

Su posición es significativa, ya que revela su estado pasivo. No actuaba, pues se


había acomodado.

Por otro lado, la Biblia dice que los ojos de Eli “comenzaban a oscurecerse y no
podía ver bien”. El se estaba quedando “ciego”. No podía ver en lo físico, pero
tampoco en lo espiritual.

SAMUEL OYÓ A DIOS


En contraste con Eli, el joven Samuel sí podía oír a Dios. Cuando el Señor lo
llamó, él no se quedó acostado, sino que se levantó de inmediato y respondió.
(1 Sam. 3:3-4) Cuando la lámpara de Dios aún no se había apagado y Samuel
estaba acostado en el templo del SEÑOR donde estaba el arca de Dios, (4) que el
SEÑOR llamó a Samuel, y él respondió: Aquí estoy.

Al principio, él creía que era Eli quien lo llamaba. Pero luego supo que era Dios.
(1 Sam. 3:5-8) Entonces corrió a Elí y le dijo: Aquí estoy, pues me llamaste. Pero
Elí le respondió: Yo no he llamado, vuelve a acostarte. Y él fue y se acostó. (6) El
SEÑOR volvió a llamar: ¡Samuel! Y Samuel se levantó, fue a Elí y dijo: Aquí estoy,
pues me llamaste. Pero él respondió: Yo no he llamado, hijo mío, vuelve a
acostarte. (7) Y Samuel no conocía aún al SEÑOR, ni se le había revelado aún la
palabra del SEÑOR. (8) El SEÑOR volvió a llamar a Samuel por tercera vez. Y él
se levantó, fue a Elí y dijo: Aquí estoy, pues me llamaste. Entonces Elí comprendió
que el SEÑOR estaba llamando al muchacho.

Eli estaba instruyendo a Samuel a que se acostara (heb. Shakav)—como él lo


hacía. Pero Samuel no se acomodó, sino que SIEMPRE se levantó (heb. Kum)
cuando Dios lo llamó. Aunque todavía no conocía al Señor (3:7), su disposición y
pronta respuesta lo llevaron a conocerlo rápido.

Nótese que Samuel dormía cerca del Arca, la cual se encontraba en el Santuario.
En realidad no era un lugar donde él debía estar ni mucho menos dormir.
Tampoco debía apagarse la luz de la lámpara (heb. Menora; Exo. 27:20-21). Esto
es una muestra del desorden del tiempo de los jueces. No se respetaba el orden
establecido por Dios.

Aun así, la cercanía de Samuel a la Presencia de Dios y su disposición a obedecer


ayudaron a levantarlo por sobre el estado de esos tiempos.

REVELACIÓN
Samuel creía que Eli lo estaba llamando en la noche…pero no era él.

La tercera vez fue la vencida, y Eli se dio cuenta que quien estaba llamando al
joven era el Señor mismo.
(1 Sam. 3:9-10) Y Elí dijo a Samuel: Ve y acuéstate, y si El te llama, dirás: "Habla,
SEÑOR, que tu siervo escucha." Y Samuel fue y se acostó en su aposento. (10)
Entonces vino el SEÑOR y se detuvo, y llamó como en las otras ocasiones:
¡Samuel, Samuel! Y Samuel respondió: Habla, que tu siervo escucha.
¿Por qué estaba Dios llamando a Samuel en medio de la noche? ¿Cuál era el
mensaje que quería darle?
(1 Sam. 3:11-14) Y el SEÑOR dijo a Samuel: He aquí, estoy a punto de hacer una
cosa en Israel la cual hará retiñir ambos oídos a todo aquel que la oiga. (12) Ese
día cumpliré contra Elí todo lo que he hablado sobre su casa, desde el principio
hasta el fin. (13) Porque le he hecho saber que estoy a punto de juzgar su casa
para siempre a causa de la iniquidad que él conocía, pues sus hijos trajeron sobre
sí una maldición, y él no los reprendió. (14) Por eso he jurado a la casa de Elí que
la iniquidad de su casa no será expiada jamás, ni por sacrificio ni por ofrenda.

La Palabra que Samuel recibió del Señor era confirmación de la palabra dada a Eli
por el otro profeta (cap. 2:27-36). Iba a venir juicio sobre la Casa de Eli porque no
atendió al llamado de Dios para poner en orden su casa.

El orden bíblico para un llamado de atención y juicio es primero en privado, y


luego con testigos. Dios ya le había hablado directamente a Eli, pero no atendió.
Ahora el Señor había escogido a Samuel como testigo para llamarle la atención.
Esa sería la última oportunidad de arrepentirse. De no aprovecharla, vendría el
juicio.

Como no hubo cambio en Eli y sus hijos, el Señor dijo que sus pecados no le
serían perdonados. Aun cuando hicieran sacrificios, sus pecados no iban a ser
expiados dado que no se habían arrepentido.

La palabra que Dios le dio a Samuel era muy dura. Por ello, es natural que el
joven tuviera miedo de decírsela a Eli. Sin embargo, Eli insistió.
(1 Sam. 3:15-18) Samuel se acostó hasta la mañana; entonces abrió las puertas
de la casa del SEÑOR; pero Samuel temía contar la visión a Elí. (16) Pero Elí
llamó a Samuel, y le dijo: Samuel, hijo mío. Y él respondió: Heme aquí. (17) Y Elí
dijo: ¿Cuál es la palabra que el SEÑOR te habló? Te ruego que no me la ocultes.
Así te haga Dios, y aún más, si me ocultas algo de todas las palabras que te
habló. (18) Entonces Samuel se lo contó todo, sin ocultarle nada. Y Elí dijo: El
SEÑOR es; que haga lo que bien le parezca.

¿Por qué Dios le reveló a Samuel esta palabra? No sólo porque él debía fungir
como testigo, sino porque era importante que él supiera que las malas acciones de
los hijos de Eli no eran bien vistas por el Señor.

NOTA: La palabra que se traduce como “visión” en el versículo 15, en hebreo es


“Mará”, que también significa: espejo. La revelación que Samuel recibió era un
reflejo de la otra profecía.

CRECIÓ Y ESTABA CON ÉL


En contraste con el alejamiento de los hijos de Eli, Samuel se iba acercando al
Señor conforme iba creciendo.
(1 Sam. 3:19-21) Samuel creció, y el SEÑOR estaba con él; no dejó sin
cumplimiento ninguna de sus palabras. (20) Y todo Israel, desde Dan hasta
Beerseba, supo que Samuel había sido confirmado como profeta del SEÑOR.

Samuel oía de Dios, y él transmitía lo que Dios le revelaba. También el texto dice
que todas las palabras que él profetizaba se cumplían.

Con el tiempo, Samuel fue reconocido como profeta en todo Israel.

El Señor se había alejado del Santuario debido al pecado de los sacerdotes. Pero
la Biblia dice que algo lo hizo volver:
(1 Sam. 3:21) Y el SEÑOR se volvió a aparecer en Silo; porque el SEÑOR se
revelaba a Samuel en Silo por la palabra del SEÑOR.

Es significativo que Samuel fuera el encargado de abrir las puertas del


Tabernáculo (3:15), ya que él abrió la puerta para que llegara la palabra de Dios a
Israel.

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