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Mariposa de piedra

Mariposa marina brotas de las espumas,


donde el coral es una extraña rosa de piedra negra.
Vienes del sur, prisionera del silencio,
guiada por antiguas estrellas extintas
en el corazón del cosmos.
Ya hemos perdido la identidad
viajas con alas invisibles
y no hay escapatoria adónde huir,
somos presos del destino,
mudo, guías nuestros pasos en esta vida.
Nuestro origen resulta una improvisación
de relatos, recuerdos del mar y las arenas
conforme a los engranajes del tiempo.
Mi locura no tiene límites,
sólo conoce los confines,
resumida en la marejada escucho la lluvia, el viento
que en la metáfora de los albatros desparrama,
y en una amalgama de signos se descifra.
Sedienta me estremeces en la lujuria de tus senos
donde solo una gota de tu desnudez basta.

Luis Cruz Gutiérrez


Dormitando en un extraño Azur

Son bellas palabras


en el espacio y en el tiempo,
plasmación en exquisito verso
de un mundo interior,
de una asombrosa intuición
que penetra en la realidad invisible.
Es un poeta puro, del alma,
modelando el idioma
a la medida de su sentir;
explayándose en lejanas riberas
de un océano interior que suspira,
que deja sentir su oleaje
en el más crudo exterior.
Es lírica suprema
al servicio de una expresión
que no se podrá tildar de manida,
acercándose al giganteo ojo
que mantiene en su visión
los dos polos del existir:
universo y conciencia individual.
Pero, a veces, ese poeta oscuro,
dormita en un extraño azur
que refleja unos ojos luminosos
de mujer, sosteniendo pacientemente,
el verdadero afán de la humanidad.
La música, allí, es oleaje de mar.

José Reyes Ríos


Musa

A donde se fue mi musa


me dejo en el abismo con
un hueco sin relleno
con el cielo oscuro sin aliento,
con la flores marchitas y sin
sol resplandeciente. Erón
regresa para escribir... Sentir
el lápiz con las olas, con el
amor a escribir de nuevo en
papel. No has de mi un olvido,
no dejes el hueco vacio, los ojos
húmedo como los Arboles
desnudos. Regresa como los
pájaros en primavera.

Alba Padilla
Imaginando

No te siento, pero veo moverse


Las hojas, siento el viento en el
Rostro, pienso en ti, se que no
Volverás, me entristezco y ni siquiera
Ni pensar quiero.
Es inevitable no dejo de imaginarte,
Quiero que estés aquí pero te veo en el
Imaginar.
Me duele tu partida sin decirte adiós
Me dejaste. Empiezo
A recordarte a pensarte a imaginar
Tus lindos ojos.
Esos ojos que eran inevitables de ver.
Como una pared de cristal tapo lo que
Ciento a tu partida, la noche son testigo
De mi llanto.
Sólo pienso, porque a ti?
Soñamos con los ojos abiertos
Mostramos sonrisas, imaginamos
Juntos. Solo te observe y selle los
Nuestro con un lindo beso en el
Atardecer.

Alba Padilla
Imposible

Te ves tan imposible


como una fruta al cortar,
hacerte el parecer tan alto
para que no te puedan tomar.
Cuando te alcanzo me que sin
respirar. Al ver tus lindos ojos
hacia mi rostro. Tu rosados labios
y tu impecable forma.
Se ve tan difícil que
cuando estas hay no
lo pareces.
Pareces una Ola de mar
con las nubes azules y la
arena al pisar.
Te tomo como lo imposible
No te comeré solo te observare
Ya que eres lo imposible que
se volvió posible.

Marc López
Bebetela

Dile cosas bonitas a tu novia:


«Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de película de Hawks.»
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie
pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva) . Y cuando se lo crea
y comience a licuarse entre tus brazos,
no dudes ni un segundo:
bébetela.

Luis Alberto Cuenca


Voy a escribir un libro

Voy a escribir un libro que hable de las (poquísimas)


mujeres de mi vida. De mi primera novia,
me enseñó el amor y las puertas secretas
del cielo y del infierno; de Isabel, que se fue
al país de los sueños con el pequeño Nemo,
porque aquí lo pasaba fatal; de Margarita,
recordando unos jeans blancos y unos lunares
estratégicamente dispuestos; de Ginebra,
que le dejó a Lanzarote plantado por mi culpa
y fundó una familia respetable a mi costa;
de Susana, que sigue tan guapa como entonces;
de Macarena, un dulce que me amargó la vida
dos veranos enteros; de Carmen, que era bruja
y veía el futuro con ojos de muchacho;
de la red que guardaba los cabellos de Paula
cuando me enamoré de su melancolía;
de Arancha, de Paloma, de Marta y de Teresa;
de sus besos, que izaron la bandera del triunfo
sobre la negra muerte, y también de su helado
desdén, que recluyó tantas veces mi espíritu
en la triste mazmorra de la desesperanza.
Voy a escribir un libro que hable de las mujeres
que han escrito mi vida.

Luis Alberto Cuenca


Virgo y rosas

Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.


Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlele los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.

Luis Alberto Cuenca

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