Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
El cristiano oye la palabra, recibe los sacramentos, hace ejercicios de piedad, pero parece que
todo esto no tiene consecuencias en su vida pública y privada. Estados y sociedades la mayoría
católica se organizan y estructuran al margen –y frecuentemente en oposición- a los valores
cristianos: sistemas económicos carentes de sentido humano y comunitario; vida social en donde
se profundiza la desigualdad y crece la violencia.
La Pastoral Social propone que la Palabra anunciada y celebrada llegue a plasmarse en la vida
de los cristianos; primero al interior mismo de la comunidad eclesial, única forma de que ésta se
constituya en testimonio de Jesús; y en segundo lugar, fuera de ella, impregnando las estructuras
sociales y adelantando así la llegada del Reino de Dios.
El concepto de “Pastoral Social” tiene relativamente poco tiempo de ser aceptado y usado, porque
anteriormente se le llamaba “Acción Social”, pero este término originaba muchas confusiones, de
tal manera que poco a poco se va utilizando el término “Pastoral Social”. Este término se utiliza
por primera vez en el Segundo Congreso Latinoamericano de Cáritas, Bogotá 1965, y es sólo a
comienzos de los „80s que ya definitivamente se acepta y usa el término “Pastoral Social”.
La Pastoral Social tiene elementos que la definen: es una acción desde la reflexión y la
contemplación. Es una vivencia de la caridad cristiana y, en consecuencia, es una acción de toda
la Iglesia. Veamos algunas descripciones que nos dan elementos para una definición de la
Pastoral Social.
1. La Pastoral Social consiste en la acción orgánica de todo el Pueblo de Dios, que se esfuerza
en la construcción de un orden temporal que permita a los hombres la realización de su vocación
total.
2. Es la actitud de servicio por la cual la Iglesia, Pueblo de Dios, se hace presente en la sociedad,
en sus personas y estructuras, para orientar y promover el desarrollo integral del hombre, de
acuerdo a los principios evangélicos.
3. La Pastoral Social, prolongación de la acción de Cristo, que vive y actúa resucitado en medio
de sus discípulos, en la búsqueda de la liberación integral del hombre, es por su propia naturaleza
un proceso eclesial en medio de las actividades seculares; por tanto, exige una conciencia de
Iglesia, crea una comunidad de amor, busca dar testimonio de unidad, requiere comunión con los
pastores y, bajo el dinamismo del Espíritu, realiza acciones conjuntas y eficaces.
6. Es la acción social por la cual la Iglesia se hace presente en la sociedad, en sus personas y en
sus estructuras, para animar, ayudar y orientar y promover la liberación integral a la luz del
Evangelio.
8. La Iglesia reivindica como derecho y deber propios la práctica de una Pastoral Social, no en la
línea de un proyecto puramente temporal, sino como formación y orientación de conciencias, por
sus medios propios y específicos, para que la sociedad sea más justa.
Pastoral Social es la acción evangelizadora de la Iglesia que tiene como misión animar a la luz del
Evangelio y la enseñanza social de la Iglesia, el proceso de transformación de la realidad social
en México, con el protagonismo de los pobres y excluidos, para construir en armonía con la
creación, una sociedad justa, fraterna y solidaria, signo del Reino de Dios.
Nace de la Palabra de Dios (Tradición y Sagrada Escritura). De ahí toma la pastoral social su
inspiración e iluminación, la sustancia del mensaje que transmite, los valores que busca trasladar
a la sociedad humana; a la luz de la palabra, leída e interpretada en comunidad cristiana,
descubre la realidad y percibe el plan de Dios sobre cada momento de la historia.
La Palabra de Dios fundamenta la visión sobre el hombre, el destino de los bienes del mundo, el
sentido de las relaciones sociales, el sentido del poder y autoridad como servicio (cfr. OA 4).
La Pastoral Social prolonga la acción renovadora y liberadora de Cristo que vive y actúa
resucitado en sus discípulos. Cristo, Buen Pastor, elige, segrega y enriquece con su Espíritu a
unos hombres y mujeres, y los devuelve a la humanidad convertidos en testigos y fermento de su
Reino.
Uno de los grandes desafíos de la Iglesia es convencer a los cristianos que ellos son sujetos de la
Pastoral Social “en primera persona”, y que esta responsabilidad no se cumple con el recurso fácil
de la limosna, o el pensar de que “otros lo harán”, o “eso le toca la párroco o al obispo”.
Se inserta en la Iglesia local. El trabajo de Pastoral Social debe crear una comunidad de servicio.
La comunidad cristiana no debe quedarse en reducirse en el cumplimiento de prácticas rituales y
delegar a unos cuantos el deber de la caridad.
3
SERVICIOS DE LA PASTORAL SOCIAL
El profeta denuncia los abusos e injusticias; es el defensor de los pobres, de los desvalidos, del
hombre que no encuentra lugar en las formas institucionales. Pero la profecía es también
anuncio. El profeta discierne la voz de Dios en la historia partiendo de la realidad; discierne para
llamar a la conversión; recuerda el amor de Dios y sus exigencias.
La Pastoral Social debe promover un verdadero diálogo para que los participantes confronten sus
puntos de vista e intereses: compartan experiencias y conocimientos, sin imponer la opinión
personal. Se debe animar un auténtico discernimiento.
Para el recto discernimiento, es importante seguir principios y criterios que ayuden a esclarecer lo
que en verdad quiere Dios para el hombre, y esto lo ofrece la Doctrina Social de la Iglesia. La
evangelización va unida a una cristología (Verdad sobre Jesucristo), una eclesiología (verdad
sobre la Iglesia) y una antropología (verdad sobre el Hombre) de tal manera que la Pastoral social
va en la línea de la formación y orientación de las conciencias para que la sociedad sea más justa
(Juan Pablo II, Viaje Pastoral al Brasil).
Se debe idear nuevos modelos sociales en donde la solidaridad sea una realidad, trabajo difícil en
esta nueva situación de globalización, en donde parece que incluso el pecado personal y
colectivo también se globalizan.
La justicia es la virtud de la promoción humana: su impulso y su fin. La justicia es el presupuesto
de todo amor verdadero; pero no estaría bien orientada una Pastoral Social si se toma como raíz
y centro una justicia no orientada y animada por la caridad, esencia de esa misma Pastoral.
No hay promoción posible, sino dentro de una comunidad en la que la persona tenga la
oportunidad de despertar sus virtualidades. La Iglesia impulsa la organización popular, no la
dirige, por eso imparte una sólida educación en la fe y una doctrina social.
La promoción humana implica despertar la conciencia del hombre en todas sus dimensiones, y
ayudarle a ser protagonista de su propio desarrollo. La Iglesia ha sido bienhechora de los pobres,
pero eso no significa que su ideal no es ser la institución rica que distribuye dinero a los pobre,
sino la Iglesia pobre que realiza el espíritu de las bienaventuranzas que predica.
4
En la promoción del hombre y de la comunidad se deben evitar varios peligros como: el
paternalismo, el quedarse en un mero asistencialismo o una mera ayuda filantrópica, o bien la
desviación a la ideología marxista.
1. En sentido estricto es la gestión del bien común a través del ejercicio del poder y la autoridad,
en sus diversas formas, por medio de personas e instituciones (cfr. GS 74).
2. En sentido más amplio, es la participación en la promoción del bien común. Todos y cada uno
de los miembros de la sociedad tiene el derecho y el deber de participar en la construcción de una
mejor comunidad y sociedad con diferentes acciones: culturales, sociales, pastorales, etc.
Sin embargo, también el ambiente político se ve de una manera muy negativa, ya sea por los
excesos del poder, ya sea por la promesas no cumplidas, ya sea por la falta de justicia pronta y
expedita que no se ve por donde puede llegar, ya sea por la corrupción que en muchas
dependencias de gobierno existen, ya sea por la indiferencia de parte de las autoridades para
ayudar realmente al necesitado, ya sea por los programas de ayuda que solamente son de tipo
populista y partidista.
La complejidad del hecho político y la autonomía temporal hacen difícil la relación entre fe y
política, y plantea un verdadero desafío a la Pastoral Social que invita al cristiano a tomar
conciencia de su responsabilidad política (cfr. GS 76).
Principios orientadores:
• Iglesia y Política están al servicio de la vocación personal y social de los hombres.
• El cristiano debe ver implicada su fe en las opciones políticas que asuma.
• No es posible deducir de la fe proyectos políticos concretos, pero la fe puede dar principios de
orientación y criterios de verificación y valoración.
• La fe introduce en el ámbito político exigencias éticas: dignidad de la persona, respeto a los
pobres, defensa de los débiles, condena de los totalitarismos, supremacía de los valores del ser
sobre los del dinero, etc.
• La fe ejerce una función crítica a las concreciones de la praxis política.
• La acción responsable de los cristianos en el ámbito político se presenta como criterio de
autenticidad y credibilidad del anuncio evangélico.
4.-Servicio de Misericordia.
La primera labor que tradicionalmente aparece como expresión de caridad y servicio es la de las
obras de asistencia: aliviar el dolor, la miseria, la ignorancia, etc.
Es cierto que se corre el riesgo del “paternalismo” o “asistencialismo”, pero es también parte de la
labor de la Pastoral Social: el aliviar de manera inmediata la necesidad del otro. Hoy se descubre
que el alivio de las necesidades económicas, sociales y culturales que urgen en el momento, es
objeto propio de la Pastoral Social.
5
Quien se encuentra en una necesidad que lo hunde en la miseria tiene derecho a ser asistido. Por
justicia se da obligatoriamente, por amor se da generosamente.
Por eso, lo que el mundo de hoy necesita y requiere de la Iglesia, en este campo, es que los
sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares cristianos, consagrados a la pastoral del servicio de
asistencia posean, junto a la perfección técnica y a la capacidad profesional, un espíritu que
anime su trabajo y su ambiente, para difundir la caridad en los sistemas racionalizados de servicio
social.
Por otra parte, junto a las pobrezas tradicionales: desempleo, carencia de habitación,
enfermedades, analfabetismo, desnutrición, etc. aparecen nuevas miserias, tan dolorosas o más
que las anteriores: droga, prostitución, desadaptación de adolescentes y jóvenes, familias
desintegradas o seccionadas, mujeres solas con la responsabilidad de ser papá y mamá, etc.
Le toca a la Iglesia continuar con la acción de Jesús que se compadecía y daba solución a las
necesidades de la gente de su tiempo. Es parte de la Pastoral Social hacer patente la presencia
de ese
Dios Amor que se interesa por su pueblo, que oye los gritos de su pueblo, que ve la situación en
que vive y que no se queda indiferente, sino que actúa a favor de sus elegidos.
La Pastoral Social está llamada a evangelizar humanizando. Cualquier acción o proceso, que se
realice o se impulse como presencia evangélica en el mundo desde la situación de los pobres,
marginados y excluidos, es para hacerlos sujetos de la historia. Las tareas que concretan el amor
preferencial por los pobres y marginados son la asistencia, la promoción, la liberación y la
aceptación fraterna.
Estas tareas propias de Pastoral Social, implican un conjunto de objetivos, pasos, medios y
actividades que han de realizarse para analizar y enfrentar las situaciones o problemáticas que se
viven, poniendo en marcha experiencias alternativas que permitan ir transformando, las actitudes
personales que hacen difícil la convivencia, el ámbito social, que hay que humanizar y organizar,
y las políticas públicas que dan cauce legal a la atención a las exigencias del bien común.
Este método es una verdadera experiencia espiritual de encuentro con Jesucristo vivo y presente
en la historia. Es, por tanto, una experiencia que nos lleva a la conversión, a la comunión y a la
solidaridad. Este encuentro con Jesucristo, el apóstol de la Pastoral Social lo hace principalmente
en la persona de los pobres, con los que Cristo se identifica, e implica necesariamente un proceso
personal e reencuentro y reconciliación con Dios, de reincorporación a la comunidad y de
compromiso social, la búsqueda del perdón a través del arrepentimiento sincero, el propósito de
enmienda, el rechazo del mal y del desorden y el rescate de los valores perdidos.
6
El método del discernimiento evangélico de la realidad social supone de quienes lo realizan una
actitud creyente, con la capacidad de mirar la realidad de forma contemplativa. Sus pasos son
tres: conocer la realidad (ver), a la luz del Evangelio (juzgar) y discernir las opciones y asumirlas
(actuar).
Este primer paso del discernimiento nos pide que hagamos un diagnóstico de la realidad. Si éste
es acertado, las propuestas de acción serán eficaces.
A la luz del Evangelio. Es compara lo que pasa con lo que quisiéramos que pasara, de acuerdo al
designio de Dios sobre la humanidad. Esto nos permite tomar una postura, tener una opinión, ser
críticos. Tenemos que confrontar la realidad con nuestros puntos de referencia, con los valores y
contra valores que se viven en la actual situación. Se trata de expresar lo que pensamos de la
situación analizada y cómo nos gustaría que fuera.
Discernir las opciones y asumirlas. Es desarrollar acciones con objetivos de transformación ante
las situaciones analizadas y enjuiciadas y es tomar conciencia de que nuestras propuestas de
acción ya son en sí alternativas.
Es plantear las denuncias, las reivindicaciones, las acciones educativas y organizativas: ¿Qué
pretendemos hacer? ¿Con quién? ¿Qué medios vamos a utilizar? ¿Cuándo lo vamos a hacer?
¿Cómo vamos a revisarlo?
La asistencia social requiere una tipología de pobreza, ya que implica una serie de matices
propios que habrá que distinguir entre los pobres:
a) Quienes viven situaciones de pobreza extrema, marginación, exclusión y alguna forma de
vulnerabilidad, ancianos, analfabetas, enfermos de SIDA, etc.
b) Quienes sufren discapacidad y el abandono de los suyos, que sufren disfuncionalidad soledad,
rechazo, marginación, estigmatización social, pérdida de autoestima, etc.
c) Quienes son víctimas de adicciones desintegradoras de su personalidad y de su desarrollo
básico.
d) Quienes forman parte de la población desocupada-rechazada para el trabajo productivo,
obligada a la inactividad o subactividad.
e) Quienes sufren reclusión en las cárceles, penitenciarías o centros de readaptación social y sus
familiares; los perseguidos por la justicia o por otras causas.
Quienes son víctimas de la exclusión que produce la globalización porque han quedado lejos de
los nuevos lenguajes universales, e inhabilitados para los nuevos procesos de producción.
El amplio espectro de situaciones que requieren de asistencia social hacen de esta una urgencia
vital, a la que no se puede responder con una vaga “beneficencia” sino con programas que
tengan como criterio principal el desarrollo básico de las personas.
La asistencia social tiene mucho por hacer en la promoción de la solidaridad en las familias y en
las diferentes instituciones para atender de manera digna y eficaz a los casos individuales.
Movilizar la solidaridad a través del voluntariado permitirá despertar las capacidades, aunque
sean limitadas, de quienes son asistidos.
7
3. La Promoción Humana: pasar de situaciones menos humanas a situaciones más
humanas.
Aquí se tiene la tarea de despertar la conciencia social, fortalecer la capacidad de liderazgo y
animar el surgimiento de procesos comunitarios, procurando el fortalecimiento de redes locales y
el mejoramiento de la calidad de vida. La promoción humana busca la creación de estructuras
sociales, que dentro del marco de la justicia, equidad y participación, impulsen la inclusión de
todos y todas en el desarrollo integral de la comunidad local, nacional e internacional.
El verdadero desarrollo es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos
humanas a condiciones de vida más humanas. Se trata de un desarrollo integral y solidario.
Ahora bien, para la promoción de este desarrollo se requiere realizar actividades de tipo
educativas, ya que la educación es la base para un cambio individual y colectivo, que implica la
dignificación de personas y pueblos. Esta tarea educativa es lenta y progresiva ya que debe
provocar un compromiso personal y colectivo.
Se trata de ir cambiando las “estructuras de pecado” que impiden la solidaridad y el bien común,
para ir conformando estructuras más acordes con las exigencias del Reino de Dios. Implica
ayudar a las comunidades cristianas para que sean capaces de fermentar una amplia
movilización de grupos sociales que tengan como objetivo la superación de la comunidad
promoviendo la capacitación, participación y organización de los grupos populares para que
lleguen a incidir en un cambio social de las “estructuras de pecado” que general las
desigualdades sociales.
Para poder dar esta respuesta de manera adecuada y con capacidad de incidencia
transformadora es necesario:
a) articular todos los esfuerzos;
b) hacer las vinculaciones necesarias para fortalecer los procesos donde se descubre una justa
lucha por los valores del Reino;
c) trabajar en equipo para facilitar la corresponsabilidad en las propuestas, la planificación y la
ejecución de actividades, sin protagonismos personales.
La Doctrina Social de la Iglesia, que sólo el Magisterio puede autentificar, se ha inspirado siempre
en la experiencia de los cristianos. Para aportar a la elaboración de la Doctrina Social de la
Iglesia, es preciso compartirla, no mirarla desde fuera. Los Sumos Pontífices, desde León XIII, sin
cesar han dado a la Iglesia un servicio invaluable al profundizar, actualizar y difundir la Doctrina
Social de la Iglesia.
8
Se trata de conocer, asimilar y poner en práctica las enseñanzas del Magisterio, ya que la
Doctrina Social es el “alma” de la Pastoral Social. Esta doctrina no es un cuerpo definitivo y
cerrado, es una secuencia siempre abierta, nunca definitivamente acabada.
Promoción, Asistencia y Difusión de la Doctrina Social de la Iglesia son las tareas fundamentales
de la Pastoral Social.
Un trabajo organizado, planificado y programado es siempre muy útil para que sea eficaz y
nuestras fuerzas no se desgasten en acciones aisladas y sin futuro.
1. Es muy deseable que en la Parroquia se tenga un Plan de Pastoral que oriente la acción
evangelizadora.
2. Si se tiene el Plan de Pastoral, entonces ahí se cuenta con un diagnóstico de la realidad, que
nos dará las urgencias y prioridades para iniciar el trabajo en lo Social.
4. Una vez formado el equipo, recibir una capacitación sobre el ser y el hacer del Equipo
Parroquial de Pastoral Social (EPPSO).
5. De acuerdo a las urgencias de la parroquia, el EPPSO en unión con el párroco eligen aquello
que sea prioritario y sobre lo cual se va a trabajar.
Para la capacitación del EPPSO se puede pedir el apoyo de la Comisión Diocesana de Pastoral
Social. Esta capacitación consiste en tener un conocimiento suficiente en Doctrina Social de la
Iglesia; Ubicación de la Pastoral Social; Metodología de análisis de la realidad; Metodología para
una planificación participativa y eficaz.
El seguimiento de los EPPSO se puede dar a nivel decanato. El encargado a nivel decanato
tendrá la tarea de ver el caminar de estos equipos, y junto con ellos ver que se puede realizar a
nivel decanato, para responder a las necesidades de las parroquias, y qué subsidios se pueden
pedir al CODIPAS.
9
acompañar cada uno de los momentos de la Pastoral Social, desde el acercamiento a la realidad
hasta el diseño de los programas y acciones para incidir en ella.
Para incidir en la realidad, hay que situarnos en ella e interpretarla con definida actitud cristiana.
No lo podemos hacer si no es refiriéndola al Evangelio que la ilumina, a la enseñanza del
Magisterio que actualiza la Palabra y a la reflexión teológica que la profundiza.
Para auxiliarse en esta tarea la Pastoral Social cuenta con la Doctrina Social de la Iglesia, que
tiene como objetivo principal “interpretar esas realidades, examinando su conformidad o
diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre y su vocación terrena y a la vez
trascendente, para orientar en la consecuencia la conducta cristiana” (SRS 41).
Conviene no olvidar que para la Iglesia, el mensaje social del Evangelio no debe considerarse
como una teoría, sino, por encima de todo, un fundamento y un estímulo para la acción. La
enseñanza social será creíble, nos dice el Documento de Puebla, en la medida que responsa de
manera eficaz a los desafíos y problemas graves que surgen de nuestra realidad y se corrobore
por el testimonio de las obras (DP 476).
La Doctrina Social de la Iglesia dicta los criterios fundamentales de la acción pastoral en campo
social: anunciar el Evangelio; confrontar el mensaje evangélico con las realidades sociales,
proyectar acciones cuya finalidad sea la renovación de tales realidades, conformándolas a las
exigencias de la moral cristiana.
Formar la conciencia social de las personas y la conciencia social colectiva es tarea de los
apóstoles de la Pastoral Social que deben dar especial atención a los espacios creadores de
cultura: la familia, los ambientes de trabajo, las escuelas, las universidades, los medios de
comunicación, las organizaciones civiles, los partidos políticos y las mismas estructuras de
gobierno.
Para que la Enseñanza Social de la Iglesia pueda incidir en la organización social, inspirar los
procesos sociales, incluso la misma legislación, es necesario hacerla presente en el espacio
público, como una propuesta que se refiere a situaciones y problemas concretos, como
perspectiva ética alternativa, como crítica, en nombre de los derechos fundamentales y de los
derechos sociales. Libros, revistas, periódicos diocesanos, boletines parroquiales, programas de
radio y televisión, son lugares indicados para posicionar la enseñanza social en el foro público.
10