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Clasicismo
Fusiones
Denominación[editar]
Mientras que las restantes artes redescubrían y copiaban en esta época los antiguos modelos
grecorromanos, los muy escasos restos musicales conocidos de la música de la
Antigüedad eran insuficientes para basarse en ellos, por lo que el clásico es un estilo musical
nuevo.
Por esta misma razón, la denominación música clásica nunca se usó para la música
grecorromana, prácticamente desconocida, y comenzó a ser utilizada por los románticos para
nombrar a la música de la época que les precedió, esta de la segunda mitad del siglo XVIII;
luego, por extensión, el nombre fue usado para toda la música culta occidental anterior al siglo
XX.
Estética y características generales[editar]
El siglo XVIII fue el de la Ilustración, y su estética se trasladó al estilo musical: gusto por lo
natural, lo equilibrado y lo claro; rechazo del artificio y el exceso de sofisticación de la música
barroca; imitación de la naturaleza, en forma de estructuras simples y frases simétricas
similares a las de la música folclórica; en la ópera, verosimilitud y cercanía al espectador de
los argumentos, e integración íntima del drama y la música.
Además el público de la música culta se extendió de la vieja aristocracia a la pujante
burguesía, que compraba masivamente ediciones de partituras y llenaba los teatros de ópera
y de concierto, lo que impulsó a los compositores a acercar su estilo a lo popular. La difusión
de la música aumentó y se internacionalizó, y con ella la fama de los compositores más
destacados, de modo que el estilo se unificó en toda Europa y los autores más conocidos
hicieron frecuentes giras por las principales capitales del continente.
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Molto allegro (I) de la Sinfonía no. 40 de Mozart. Con forma sonataglobal, los once primeros segundos
ejemplifican la típica melodía acompañada y simétrica del Clasicismo.
Como consecuencia de todo ello las características principales de la música del Clasicismo
son:
Johann Christian Bach, hijo de Johann Sebastian Bach, retratado por Thomas Gainsborough, 1776.
Una nueva generación de compositores formada por Johann Nepomuk Hummel, Luigi
Cherubini, Gaspare Spontini, Gioachino Rossini y Ludwig van Beethoven comenzó a cobrar
importancia. Formalmente, la sección de desarrollo de la forma sonata se hizo cada vez más
compleja. También se complicaron los acompañamientos para crear texturas más ricas, y la
armonía se volvió más flexible y elaborada. El piano ocupó un lugar central. Beethoven fue el
que produjo los cambios más profundos en el estilo y por ello es considerado el responsable
de la transición hacia el periodo romántico. Sus principales aportes fueron las innovaciones
armónicas, y la búsqueda de una mayor expresividad. También fue un pionero en cuanto a la
orquestación de sus sinfonías, ya que utilizó muchos instrumentos que no formaban parte de
la orquesta y esto impulsó la ampliación de la misma.
Formas instrumentales[editar]
Artículo principal: Sonata
Las formas instrumentales del Clasicismo reciben su nombre según el conjunto al que están
destinadas:
La sonata está escrita para un instrumento solista (generalmente el piano), o bien para
piano y un segundo instrumento (violín, flauta, etc.).
El trío, el cuarteto, el quinteto... denominan a obras escritas respectivamente para tres,
cuatro, cinco... instrumentos. Entre estas combinaciones quedan fijadas algunas plantillas,
como la del cuarteto de cuerda o el quinteto de viento.
La serenata, el divertimento y la casación suelen estar escritas para un conjunto de
tamaño medio (pequeña orquesta de cuerdas, banda de viento), para ser interpretados al
aire libre.
El concierto está escrito para un instrumento solista y orquesta.
La sinfonía es una obra escrita para orquesta sinfónica.
L'orchestre de l'Opéra, cuadro de Edgar Degas, 1870.
Todas estas obras son estructuradas de modo similar, tomando como modelo la sonata. Tiene
esta tres o cuatro movimientos:
En el primero se sigue un esquema con tres partes: primero una exposición en la que el
compositor nos presenta dos temas, uno enérgico, en la tonalidad principal, y otro más
melódico, en la dominante o el relativo mayor. En segundo lugar, el desarrollo, en el que
se establece un conflicto entre los dos temas, que son fragmentados, transportados,
variados... Finalmente la reexposición, en la que la tensión armónica se resuelve al volver
a escucharse los temas iniciales en la misma tonalidad.
El segundo movimiento, lento, suele ser más melodioso, utilizándose la forma lied, de
estructura ternaria y carácter lírico.
El tercer movimiento tiene un carácter más desenfadado, generalmente en forma
de minueto, danza de origen francés, o de scherzo (en el caso de Beethoven).
En el cuarto movimiento se adopta casi siempre la forma rondó, que alterna un tema
principal a modo de estribillo, en la tonalidad principal, con episodios en otros tonos.
En la sonata propiamente dicha los compositores solían prescindir a veces de alguno de los
cuatro movimientos canónicos, a su elección. El concierto nunca tiene minueto, quedando por
tanto estructurado siempre en sólo tres movimientos. Los divertimentos y serenatas, por el
contrario, solían ampliar la secuencia habitual con algún movimiento suplementario.
Si bien la mayoría de los instrumentos sinfónicos ya existían desde el Barroco, muchos de
ellos cambian y se adaptan a los nuevos requerimientos estilísticos y de composición de la
época: así, los de viento aumentan el número de agujeros y llaves para adaptarse a las
tonalidades con muchas alteraciones. Algunos instrumentos que surgen en este periodo son el
pianoforte, el arpeggione y el clarinete, mientras pierden vigencia casi hasta su extinción la
viola da gamba, el clavicordio, la flauta dulce (que volverá a renacer en el siglo XX), el bajón y
el laúd, entre otros. El fortepiano se impuso sobre el clave de tal forma que pasó a ocupar un
lugar central en la música de cámara e incluso en los conciertos solistas.
Este es un periodo clave también para la orquesta porque se configura la orquesta sinfónica
como tal, por influencia de Mozart, Haydn y la escuela de Mannheim. De la orquesta de
cámara heredada del Barroco se mantiene la sección de cuerdas como base, aunque esta es
ampliada en número y suele complementarse con al menos un par de oboes y de trompas. Al
avanzar el siglo queda fijada la sección de instrumentos de madera a dos: dos flautas
traveseras, dos oboes, dos clarinetes y dos fagotes. La sección de metal solía incluir entre dos
y cuatro trompas, dos trompetas (con timbales) y, ocasionalmente, uno o varios trombones. Se
abandona la práctica del bajo continuo, y con ello el clavecín en la orquesta, salvo para los
recitativos operísticos.
La ópera[editar]
Artículo principal: Ópera
Ya desde inicios del siglo XVIII se había convertido en un fastuoso espectáculo de corte, a
través del cual los monarcas y aristócratas exhibían su esplendor. Los temas se referían a la
mitología y representaban grandes tragedias lírico-heroicas, montadas con gran aparato: era
la llamada ópera seria, cantada en italiano.
Por el contrario, las clases sociales menos favorecidas contaban con su propio teatro musical,
la ópera buffa, pequeñas actuaciones satírico-burlescas. De breve duración y argumento
simple, recurren a la expresión directa en lenguaje coloquial y se sirven de dos o tres
personajes solamente, reduciendo al máximo los elementos musicales, en los que desde
luego están ausentes los coros y cobra la mayor importancia la melodía popular de fácil
construcción. La ópera buffa ganó importancia y nivel artístico durante el Clasicismo, y
aparecieron además versiones nacionales, escritas en la lengua local y con diálogos en lugar
de recitativos, como el Singspiel en Alemania, la zarzuela en España y la opéra-comique en
Francia.
La música religiosa[editar]
Un gran número de compositores siguió adscrito al servicio de la Iglesia, y continuaron
escribiendo por tanto formas religiosas como la misa y el motete, en general para orquesta,
coro y solistas, y en un estilo deliberadamente arcaico. Un ejemplo muy conocido de este
género es el Réquiem de Mozart.