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y la educación ambiental
ALICIA H. PULEO
Universidad de Valladolid
teoría. Podemos considerarlas parte del juicio moral, en cambio, eran rasgos con-
imaginario androcéntrico del que surge la siderados superiores; y se negaba que los
ilusoria definición de lo humano-masculi- poseyeran las mujeres 22, a pesar de los
no como puro espíritu desgajado de la numerosos indicios en sentido contrario.
Naturaleza, o Naturaleza autoconsciente Un ejemplo extremo de esta operación
destinada a dominar sin límites al Otro o es la reducción de los animales no huma-
Naturaleza no consciente de sí (por otro nos a extensión, a carne O a cualquier otra
lado, descripción inadecuada de lo no cualidad que interese explotar. Tiene su
humano con los datos etológicos que po- máximo exponente en la moderna granja
seemos actualmente). No obstante, quiero factoría. El dolor, la desesperación, la ne-
subrayar que una reconciliación con la cesidad de moverse o de ser amados no es
naturaleza podría y debería conservar la reconocida como existente. Ni siquiera
potencia de la caracterización antropológi- son víctimas del odio, sólo del desprecio,
ca sartreana como salvaguarda de nuestro de la abstracción y de las cifras de rendi-
margen de libertad con respecto a la opre- miento por metro cuadrado. Pero estamos
sión social e histórica disfrazada tan a me- ya en la cuarta operación de la lógica del
nudo de «natural». dominio: la instrumentalización.
El proceso de homogeneización niega Como su nombre indica, la instrumen-
la individualidad a los dominados. Esta talización es la reducción del dominado a
operación ha sido perfectamente descrita un mero medio para los fines del domina-
por la teoría feminista. Me limitaré a dor. La virtud del dominado consiste en la
recordar el agudo análisis realizado por adecuación a dichos fines. Así, cuando las
Celia Amorós al respecto: mientras que mujeres transgredían las normas de su
los hombres se autodefinen como «igua" sexo, eran estigmatizadas como perversas.
les» al menos formalmente, las mujeres El negro bueno era el resignado a su con-
son pensadas como «idénticas» 21; la indi- dición de esclavo o sirviente solícito. Pen-
vidualidad es una cualidad que depende sar la Naturaleza únicamente en términos
del poder y quien carece de él es «hetero- reduccionistas de «recursos» y de «gestión
designado». de recursos» equivale a negar su existen-
Desde una perspectiva feminista, so- cia independiente de los humanos. Si bien
cialista, antirracista y ecológica, podemos este enfoque ambientalista puede retrasar
decir que género, raza, clase social y espe- el suicidio ecológico de nuestra especie,
cie, en tanto distribuidores de poder, deter- no es suficiente para un verdadero cambio
minan quién puede ser reconocido como de rumbo.
individualidad única, no reemplazable ni Hiperseparación, denegación, incorpo-
reducible a patrones predeterminados. ración, homogeneización e instrumentali-
La incorporación es el proceso por el zación se conjugan hasta volverse contra
que el otro es definido como poseedor de los supuestamente privilegiados. Así, la
cualidades que corresponden a los deseos hiperseparación y denegación impiden
o necesidades del amo. Una de sus formas reconocer nuestro parentesco y dependen-
es la definición negativa. Se destaca la cia de la Naturaleza. La reducción de las
carencia de ciertas cualidades del domi" cualidades del oprimido a unas pocas fun-
nante que han sido declaradas superiores y cionales a la opresión (incorporación) y la
se le reconocen defectos o virtudes funcio- instrumentalización (por la que se niegan
nales. Belleza y sensualidad, o incluso los fines propios del dominado) terminan
sólo sexualidad, podrían ser claros ejem- instrumentalizando al propio anthropos
plos de cualidades adjudicadas tradicional- dominador. Como productores mal infor-
mente a las mujeres. La racionalidad y el mados y desprotegidos, sufrimos enferme-
NOTAS
I Sobre la educación ambiental basada en la defini- Biblioteca Nueva, 2004. Para una crítica del concepto
ción de desarrollo sostenible de la Conferencia de Río de «desarrollo sostenible», véase Joan Martínez Alier,
y en los Derechos Humanos de tercera generación, El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y
véase Francisco Aramburu, «Ética y Educación lenguajes de valoración, Barcelona, Icaria, 2004.
Ambiental», en José María García Gómez-Heras y 2 Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación
Carmen Velayos, Tomarse en serio la Naturaleza. Éti- de las Ciencias, núm. 3, vol. 1,2004. Este Compromi-
ca ambiental en perspectiva multidisciplinar, Madrid, so puede también consultarse en la Red.
3 Sobre el carácter político del concepto de Natu- 17 Jorge Riechmann, Tiempo para la vida. La cri-
raleza, véase Barbara Holland-Cunz, Ecofeminismos, sis ecológica en su dimensión temporal, Málaga,
trad. Arturo Parada, Madrid, .Ed. Cátedra, 1996. ed. del Genal, 2003.
4 Así lo entendían, ya en 1825, WiIliam Thompson 18 Celia Amorós, Tiempo de feminismo. Sobre fe-
y Anna Wheeler cuando titularon su obra La demanda minismo, proyecto ilustrado y postmodernidad, Ma-
de la mitad de la raza humana, las mujeres, contra la drid, Cátedra, 1997, pp. 21-22.
pretensión de la otra mitad, los hombres, de mante- 19 Michele Le Doeuff, L' étude et le rouet. Des
nerlas en la esclavitud política y, en consecuencia, femmes, de la philosophie, París, Seuil, 1989.
civil y doméstica (introducción de Ana de Miguel, 20 Toril Moi, Simone de Beauvoir. Conflits d' une
Comares, 2000). intellectuelle, Préface de Pierre Bourdieu, París, Dide-
5 Véase Armelle LeBras Chopard, Le zoo des phi- rot éditeur, 1995.
losophes. De la bestialisation al'exclusion, París, Plon, 21 Celia Amorós, op.cit., p. 211.
2000. Hay traducción castellana en Taurus, 2002. En 22 Para el paradigmático caso de Kant, véase «El
el curso del año 2005, en el debate suscitado por la reino de los fines y su gineceo: las limitaciones del
aprobación de la Ley española del matrimonio homo- universalismo kantiano a la luz de sus concepciones
sexual en el Congreso, para combatir esta ampliación antropológicas», en Roberto Aramayo, Javier Mu-
de los derechos a este grupo, hubo quien comparó guerza y Antonio Valdecantos (compiladores), El
públicamente la relación homosexual con la zoofilia. individuo y la historia. Antinomias de la herencia
6 Sobre esta cuestión, Alicia H. Puleo, «Derechos moderna, Barcelona, Paidós, 1995.
versus contextualismo: Personas, simios y la ética 23 Max Horkheimer y Theodor Adorno, Dialéctica
ecofeminista», Revista de Filosofía de la Universidad de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, Madrid,
de La Laguna, núm. 7, 2000, pp. 353-357; Anna Trotta, 2001, p. 291.
Charlton (1999), «Las mujeres y los animales», en 24 Así califica Javier Muguerza las tareas anima-
Teorema. Revista Internadonal de Filosofia, das, no ya por la confianza filosófica prometeica en la
vol. XVUI/3, 1999, pp. 103-116. Para una discusión erradicación total y final del mal y la injusticia, sino
sobre el status moral de los animales en la ética, véa- en <<la esperanza más humilde de que siempre nos
se Marta Tafalla (ed.), Los derechos de los animales, será dado luchar en pro de lo que creamos bueno y
Barcelona, Idea Books, 2004; Carmen Velayos, «Los justo o, cuando menos, en contra de lo que creamos
derechos de los animales: un reto para la ética», en malo e injusto», J. Muguerza, «¿Convicciones y/o
Jorge Riechmann (coord.), Ética Ecológica. Propues- responsabilidades? (Tres perspectivas de la ética en el
tas para una reorientación, Montevideo, Uruguay, siglo XXI»>, en Revista Laguna, núm. 11, septiembre
ed. Nordan-Comunidad, 2004, pp. 135-143; Jorge 2002, pp. 42-43.
Riechmann, Todos los animales somos hermanos. En. 25 Véase Celia Amorós, «Presentación (que intenta
sayos sobre el lugar de los animales en las socieda- ser un esbozo del status quaestionis»>, en C. Amorós,
des industrializadas, Madrid, Los libros de la Catara- (ed.), Feminismo y Filosofia, Madrid, Síntesis, 2000,
ta,2OO5. pp. 9-112.
7 Karen Warren, «The Power and the Promise of 26 Algunas pensadoras ecofeministas se inclinan por
Ecological Feminism», en K. Warren, Ecological Fe- reelaboraciones del biocentrismo originario de los indí"
minist Philosophies, Indiana University Press, 1996, genas norteamericanos. Tal es el caso de las ya citadas
pp. 19-41. Val Plumwood y Karen Warren. Vandana Shiva ve en
8 Val Plumwood, Feminism and the Mastery of la cosmovisión tradicional de su país, la India, una
Nature, Londres-Nueva York, Routledge, 1993. visión más armónica de los humanos en la Naturaleza
9 Ibid. (Abrazar la vida. Mujer, ecologia y desarrollo, Instituto
\O Libro 1, caps. n, IV y V. del Tercer Mundo de Montevideo, Uruguay (trad.),
11 Sherry Ortner, «¿Es la mujer con respecto al Cuadernos inacabados 18, Madrid, ed. horas y HO-
hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultu- RAS, 1995, Y Cosecha robada. El secuestro del sumi-
ra?», en O. Harris y K. Young, Antropologia y femi- nistro mundial de alimentos, Barcelona, Paidós, 2003).
nismo, Barcelona, Anagrama, 1979, pp. 109-131. 27 A este tipo de alianzas puntuales llama Val
12 Marilyn Strathern (ed.), Nature, Cultureand Plumwood en «Artemisa versus Gaia», en María Lui"
Gender, Cambridge University Press, 1980. sa Cavana, Alicia Puleo y Cristina Segura (coords.),
13 Carolyn Merchant, The Death of Nature, Lon- Mujeres y Ecologia: Historia, Pensamiento, Socie-
dres, Wildwood House, 1980. dad,Madrid, Almudayna, 2004,pp. 53-106.
14 Evelyn Fox Keller, Reflexiones sobre género y 28 I. Gebara, Intuiciones ecofeministas . Ensayo
ciencia, Ana Sánchez (trad.), Valencia, Ed. Alfons el para repensar el conocimiento y la religión, Graciela
Magnanim, 1991. Pujol (trad.), Madrid, Trotta, 2000, p. 121.
15 lbid., pp.126-127. 29 Jorge Riechmann, Un mundo vulnerable. Ensa-
16 Mary Mellor, Feminism and Ecology, Nueva yos sobreecologia, ética y tecnociencia, Madrid, Los
York, Polity Press, Cambridge University Press, 1997. Libros de la Catarata, 2000, p. 167.
30 Sobre la necesidad de una «ética estética» para 36 Así lo hace Michael Caduto del Instituto de
hacer frente al desafío medioambiental, se ha pronun- Ciencias Naturales de Woodstock, Vermont, USA, en
ciado en reiteradas ocasiones Ana P. Noguera de su Guía para la enseñanza de valores ambientales,
Echeverri, coordinadora del Grupo de Trabajo Acadé- Los Libros de la Catarata, 1992. Previene contra pre-
mico en Pensamiento Ambiental de Colombia. Ver, juicios étnicos o raciales en el material pero olvida el
Noguera, A. P., El reencarnamiento del mundo, Pro- prejuicio sexista.
grama de las Naciones Unidas para el Medio Ambien- 37 Un buen ejemplo de la posibilidad de combinar
te. PNUMA-Oficina Regional para América Latina y objetividad científica y formación de los sentimientos
el Caribe, Universidad Nacional de Colombia, 2004. morales hacia los demás seres vivos en la niñez es el
31 Carme Adán, Feminismo e coñecemento. Da
libro de David Suzuki y Barbara IIehner Exploremos el
experiencia das mulleres ao cíborg, A Coruña, Espi- entorno [Barcelona, P. Mayoral y C. Chinchilla (trads.),
ral Maior Universitas, 2003, p. 253. Labor, 1990]. Las excelentes explicaciones de la cade-
32 María Novo, La educación ambiental. Bases éti-
na trófica y de los procesos bioquímicos naturales se
cas, conceptuales y metodológicas, Madrid, Universi- acompañan de una delicada sensibilidad hacia todos los
tas, 1996. seres vivos. Así, por ejemplo, se recomienda devolver a
33 Barold Bungerford, Trudi Volk, Dixon Billy,
los insectos al mismo sitio en que estaban antes de la
Thomas Marcinkowski, Archibald Sia y Shahrir observación; los árboles son presentados como «gigan-
Jamaluddin, Programa de introducción de la educa-
tes» que albergan innumerables seres vivos...
ción ambiental en la formación de profesores de
38 Manuel Rico Vercher, El aprendizaje de valores
enseñanza primaria, UNESCO-PNUMA, Libros de la
en educación ambiental, Madrid, Ministerio de Obras
Catarata, 1996.
Públicas y Transportes, Secretaría de Estado para las
34 J. M. Coetzee, Elisabeth Costello, Barcelona,
Mondadori,2004,p.87. Políticas del Agua y el Medio Ambiente, 1992.
39 María José Jiménez Armesto y Laura Laliena
35 Así, Joan Martínez Alier (http://www.ecotro-
pia.com/d1010903) insiste, con razón, en la necesidad Andreu, Educación Ambiental, Madrid, Ministerio de
de que la educación ambiental sea transdisciplinaria, Educación y Ciencia, Secretaría de Estado de Educa-
pero la reduce a una combinación de ciencias natura- ción,1992.
40 Ésta es la clave del programa educativo Roots &
les y sociales, desterrando los valores éticos y las
emociones, en un comprensible deseo de objetividad Shoots puesto en marcha por Jane Goodall para for-
inexpugnable frente al escepticismo moral reinante en mar desde alumnado de primaria hasta el de Universi-
las sociedades de consumo. La motivación para el dad. Para una explicación bien argumentada de sus
aprendizaje provendrá, sostiene, de que a través de la fundamentos, véase Jane Goodal y Marc Bekoff, Los
transdisciplinaridad descubrirán «que todo encaja», diez mandamientos para compartir el planeta con los
en una palabra, el autor parece aquí confiar sólo en el animales que amamos, Barcelona, Paidós, 2003.
placer intelectual de la explicación científica aunque 41 María Xosé Agra, «Introducción», en M. X.
su propia posición tiene un claro fundamento ético, Agra (comp.), Ecología y feminismo, Granada, Coma-
perceptible en su obra. res, 1997, p. 20.