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terminación del conflicto con las FARC. Es sin duda un hito en la cruda historia de
nuestro país, cerrando más de cincuenta y dos años de guerra con esta
organización alzada en armas, la más grande y antigua del hemisferio occidental.
No obstante no es solo de relevancia para el pasado sino que también para
el futuro. A partir de esa fecha, comenzó un proceso complejo y amplio, cuya
duración se estima en unos quince años, para implementar completa e
integralmente todo lo acordado, con implicaciones que van mucho más allá de la
dejación de armas y la reincorporación de los excombatientes a la sociedad civil,
pues se incluyen aspectos como el desarrollo rural integral, la solución al problema
de las drogas ilícitas, y la ampliación y fortalecimiento de nuestra democracia,
además de la garantía del derecho de las víctimas a la verdad, la justicia, la
reparación y la no repetición.
Se debe tener en cuenta que veníamos de una dura guerra, que se había
exacerbado en los últimos años, y de varios intentos de diálogos fallidos,
comenzando por el que realizo el gobierno de Belisario Betancur a comienzos de
los ochenta, pasando por los diálogos de Caracas y Tlaxcala durante el gobierno
de Cesar Gaviria, hasta el más ambicioso y por lo mismo más doloroso por su
fracaso el que adelanto el presidente Andrés Pastrana en la zona de distensión del
Caguán.
El estudio de los diversos conflictos armados internos que se han terminado
en el mundo nos muestra que la mayoría de ellos, si no todos, concluyeron en una
mesa de negociaciones y no en el campo de batalla. Por supuesto el esfuerzo del
dialogo requiere de unas condiciones previas para que sea exitoso y así lo
aprendimos de los intentos fallidos del pasado y de otros procesos de paz en el
mundo, debe haber una correlación de fuerzas que lleve a la insurgencia a la
certeza de que su objetivo no lo podrán alcanzar jamás por las vías de la violencia,
debe existir una voluntad real de las partes para terminar el conflicto y debe
garantizarse el respaldo internacional.
Así comenzó un proceso de paz con las FARC que felizmente, no fue uno
más, sino que fue el proceso definitivo que las llevo a dejar las armas, a aceptar el
sometimiento a una justicia transicional, que también tendrá potestad de juzgar a
los agentes del estado por crímenes cometidos con ocasión del conflicto y a
convertirse como son hoy, en un partido político que juega con las reglas de la
democracia y de nuestra constitución.
Nuestro proceso de paz no fue un proceso perfecto, este es el fruto de una
ardua discusión, de largos años de sacrificio y dedicación por parte de los equipos
negociadores y de mucha gente más, que al final llevaron a un texto que, si bien
no puede satisfacer plenamente a cada delegación (porque como en todo acuerdo
siempre deben existir concesiones) ha traído el fin de un largo y doloroso conflicto
armado que produjo más de doscientos setenta mil muertos y más de ocho
millones de víctimas y desplazados.
La posibilidad de la paz
Sergio Jaramillo caro
Cuando el conflicto se prolonga por más de cinco décadas, como ocurrió en
nuestro país, es también porque hay intereses y costumbres que impiden y
frustran cualquier intento de solución. La pregunta, entonces, era: si ¿Colombia
padecía un conflicto insoluble?
Entonces la mejor manera de ganar en un conflicto, en la medida en que
alinea los intereses de cooperación de las partes y las motiva a terminar la guerra
de cooperación de las partes y las motiva a terminar la guerra.
Este texto escrito por el mismísimo alto comisionado para la paz es
bastante relevante para este trabajo, ya que se enfoca en el proceso de paz pero
más exactamente desde una óptica pre legislativa, debido al paso a paso de
acercamientos descritos por el comisionado.
El primer paso fue, sencillamente, reconocer que había una ventana de
oportunidad para la paz y, sobre todo, reconocer el conflicto. Eso fue lo que hizo el
presidente Juan Manuel Santos Calderón en el año 2010. Al mismo tiempo
después de tres procesos de paz fallidos en la Uribe, en Tlaxcala y, por último en
el Caguán, se sabía que otro fracaso cerraría las puertas en el futuro a cualquier
intento de negociación, por lo cual en este proceso se debió actuar con extrema
cautela.
A finales del 2010, el presidente Santos reconoció públicamente, mediante
un proyecto de ley “la ley de victimas” que en Colombia había un conflicto armado
interno. Algo que realmente era obvio, (cosa que nunca acepto el gobierno de
Álvaro Uribe Vélez) no obstante la importancia de esto se deducía en 2 razones,
primero, porque el eje de cualquier negociación es el desarme de la guerrilla a
cambio de su tránsito a la política. Ese tránsito encuentra su justificación en que
significa el cierre de un conflicto armado, deduciéndose en el fortalecimiento de la
democracia. Además es el marco del conflicto el que permite determinar que
conductas son licitas y cuales a su vez deben ser sancionadas, porque constituyen
una violación a las normas del derecho de la guerra o derecho internacional
humanitario.
El segundo paso fue construir un entrono y participación internacional, en
2010, Colombia estaba completamente aislada en el continente, por eso, uno de
los primeros actos de Santos fue al asumir la presidencia fue sentarse con el
presidente en su momento Hugo Chávez para bajar la tensión, a los pocos meses
con la intervención de la canciller María Ángela Holguín se lograron normalizar las
relaciones con nuestros vecinos.
Después del traumático proceso del Caguán, en el que se invitó a cerca de
dos docenas de países amigos sin saber muy bien para que, en esta ocasión se
decidió ser más minimalista, buscando la ayuda meramente necesaria, los
primeros y principales países de apoyo fueron Cuba y Noruega, a quienes se
invitó para hacer las veces de garantes, con Cuba como anfitrión. ¿Por qué cuba?
Pues bien se pensó que Cuba tenía un interés en ayudar a poner fin al conflicto,
siendo esto exactamente lo que sucedió, le dio a las FARC las garantías de
seguridad necesarias, además ofreció un lugar donde adelantar las negociaciones
con toda tranquilidad y suministro todos los recursos humanos y materiales para
hacer un éxito de la negociación, Noruega, por su parte, aportó todo su reconocido
profesionalismo y acompañó con mucha inteligencia (por ejemplo, llevando grupos
de expertos en justicia transicional a hablar con las FARC de principio a fin de la
negociación).
Por otra parte, se reunió un grupo de asesores internacionales con mucha
experiencia en negociaciones de paz. Todo conflicto es distinto y lo mismo ocurre
con toda negociación de paz. Como diría Carl von Clausewitz, “la primera
condición para que una negociación funcione es entender la naturaleza del
conflicto que se está tratando de resolver.
Luego en la fase pública se invitó a Chile y Venezuela para que hicieran
parte como “acompañantes” del proceso.
El tercer paso fue insistir en sostener primero conversaciones secretas y
llegar a un acuerdo marco antes de iniciar cualquier proceso de paz público.
Después de un año y medio de usar canales secretos y de enviar y recibir
mensajes a través de los buenos oficios de Henry Acosta Patiño, se iniciaron las
conversaciones secretas en la Habana el 24 de febrero de 2012.
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