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LA ANGUSTIA COLECTIVA CRUCEÑA

Paula Peña Hasbún

Santa Cruz está ardiendo. El fuego ha consumido gran parte de su riqueza natural,
la flora arde; la fauna que puede, huye, la otra queda carbonizada en su intento de
salir del monte en llamas, es un paisaje desolador que ha generado una angustia
colectiva ante la impotencia de una realidad que nos agobia.

Pero no solo arde la naturaleza, la sociedad cruceña está también en llamas,


acusándose mutuamente de la tragedia por la que estamos pasando. Se culpan
entre sectores, entre instituciones y entre gobiernos. Se señala a los dirigentes
como los causantes de esta desgracia, y nos denigramos entre los que aquí
vivimos. En las redes se opina, con o sin conocimiento sobre todas las temáticas,
se hacen evidentes nuestras miserias. Muchos, desde aquí mismo, como desde el
resto del país, acusan al modelo cruceño de ser el culpable de las llamas que
están quemando nuestra forma de vida.

En 2005 en un debate en la ciudad de La Paz uno de los intelectuales del MAS,


me dijo públicamente, que cuando ellos lleguen al gobierno, ocuparían todo el
Oriente, porque formaba parte de sus pisos ecológicos y que desde épocas
ancestrales ellos lo habían ocupado. Afirmó que con la Revolución Nacional de
1952, llegaron hasta el río Grande y los años siguientes hasta el río San Julián, y
que ellos lo harían hasta el río Paraguay. Vale la pena recordar, que ese proceso
de ocupación del territorio cruceño, destruyó para siempre el Monte Grande, un
ecosistema, que muy pocos ambientalistas de hoy recuerdan. Miles de hectáreas
desaparecieron, fue el precio de la colonización del Oriente.

El MAS ganó las elecciones de ese año, la advertencia de ese intelectual se fue
haciendo -año a año- una realidad, especialmente después de la aprobación de su
constitución en enero de 2009. La nueva constitución transformó los territorios
comunitarios de origen (TCO), en territorios indígenas originarios campesinos
(TIOC). Con ello, se dio el marco legal para que esos espacios sean ocupados ya
no solo por los indígenas del lugar sino por cualquier originario y campesino de
cualquier parte del país.

Y así fueron ocupando el territorio cruceño, primero las áreas protegidas de


competencia del gobierno central y después lo que el gobierno ha denominado
tierras baldías. Si bien es cierto que la ocupación de Pando primero y de Beni
después, se hizo en forma de shock, en Santa Cruz la han hecho en forma
gradual. Según el director de la Fundación CEJIS, en el debate de radio El Deber
de miércoles 18, los datos que ellos manejan, muestras que se han realizado 1400
asentamientos en el departamento de Santa Cruz hasta 2016. No sabemos
ciertamente cuantos asentamientos se han hecho hasta el presente, ya que no
hay acceso a esa información de parte del INRA. Cada asentamiento tendrá al
menos unas doscientas cincuenta personas, por lo que usted puede calcular
cuantos han llegado, especialmente a los municipios opositores al gobierno del
MÁS.

Estas ocupaciones fueron denunciadas por los gobiernos municipales de San José
y de Roboré, y en el último año de San Miguel. Los alcaldes, manifestaron, que los
asentamientos o acarreo de gente se hacían en momentos electorales. Declararon
también, que esos asentamientos estaban ocupando las áreas protegidas y que
sería destruido el patrimonio que ellas cobijaban. Así mismo, los expertos
franceses explicaron que esta nueva ocupación, no se realizaba a machete, sino
con el uso maquinaria.

La ley 741 de septiembre de 2015 legalizó los asentamientos, el INRA dotó de


títulos a un sinnúmero de comunidades, les permitió ocupar tierras de vocación
forestal, sin siquiera presentar planes de uso predial. Aumentó de cinco a veinte
las hectáreas, que podían ser legalmente desmontadas, chaqueadas y quemadas.
Esas son las quemas legales. La Fundación Tierra, a la que nadie puede acusar
de ser pro cruceña, por el contrario en 2008 publicó un libro, que en palabras de
su autora, buscaba demostrar el racismo de la sociedad cruceña, ha afirmado, a
través de su director que la línea de fuego coincide con la de los asentamientos.
(Los Tiempos, 27/08/19). Los datos del SATIF, establecen que en 2015 hubo
1.936 focos de calor y al año siguiente- con la autorización de esa ley- subió a
8.340

Si ese fuego entra a propiedades medianas o grandes, la ley las multa, ya que
establece que los propietarios deben tomar previsiones para no permitir que el
fuego se propague en su terreno. Además de perder su producción, deben pagar
las multas que la ABT les impone. Por lo que resulta muy difícil afirmar, que los
productores queman voluntariamente sus pastizales.

Esta tragedia ha puesto en vilo a la sociedad cruceña y a la sociedad boliviana,


jóvenes de todo el país arriesgan su vida para apagar el fuego, gente de todos
lados ha apoyado de una u otra manera, gobiernos amigos han enviado
especialistas. Y detrás de todos ellos, una vez el fuego se apaga, llegan los
emisarios del régimen, regalando heno, sal, ofreciendo la construcción de casas,
de pozos de agua y con ello comprando los votos de quienes menos tienen y
menos pueden hacer frente a la tragedia que están viviendo.

Acusar al modelo cruceño, de la calamidad que estamos pasando me parece que


no es correcto.
Que el modelo tiene fallas, seguro. Pero de ahí acusar a productores, a
ganaderos, a industriales y a exportadores, dista mucho de la realidad. Hay que
ser críticos con la información que manejamos, debemos escuchar a los
científicos, como Tim Killing o Roberto Unterladstatter; a los expertos que han
explicado las características del fuego de sexta generación, debemos discriminar y
saber desde donde viene la información, antes de compartirla. Pedir que no haya
Feria Exposición, recuerda al cerco del dirigente Surco de 2008, cuando su
objetivo era acabar con la misma, por todo lo que ella representa.

He titulado este texto, angustia colectiva, basándome en el concepto que


desarrolló Pierre Renouvin sobre la importancia de la psicología colectiva, como
determinante para el triunfo o la derrota de los pueblos. No podemos permitir que
la angustia por la que estamos pasando, nos lleve al enfrentamiento, al
descreimiento en nosotros mismos, a perder la confianza en lo que hemos
construido con tanto esfuerzo, con tantas luchas, con vidas perdidas y otras
encarceladas o exiliadas. Hemos llegado hasta aquí, hemos resistido los últimos
catorce años tantos embates, no claudiquemos ante este último que busca
quitarnos la esperanza.

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