Alessandro Pronzato, un escritor italiano, sacerdote, periodista, tiene unos libros de
una notable lucidez, fundada especialmente en su particular hermenéutica del
Evangelio. Cuando habla de la santidad ha escrito una obra que se titula “Y, ¿cómo lo han conseguido?” En ese libro Alessandro dialoga con las santas y santos, conocidos y desconocidos, en un diálogo ágil de preguntas y respuestas, concisas y profundas. Este texto vale la pena leerlo. Me gustaría solamente subrayar estas palabras del encuentro con San Exagerado. Le pregunta Pronzato al Santo: A los educadores de los jóvenes, ¿qué les aconsejaría?
“- Prueben a jugar con lo máximo, a mostrarse intratables en las exigencias
esenciales. No den descuentos. Dejen de prestar soluciones de facilidad, las benévolas concesiones, los guiños equívocos. Para remediar los vacíos, no cedan a la tentación del barniz exterior, quizás ruidoso y atractivo, para estimular la curiosidad. Quítense de la cabeza la ilusión de engrosar las filas reduciendo las exigencias, concediendo facilidades, suavizando las rudas provocaciones evangélicas. Osen la claridad. Subrayen honestamente el precio, decididamente caro, del mensaje cristiano. Propongan sin miedos la calificación del “más difícil”. “- El ideal cristiano pierde su fuerza, su carga y su atractivo, cuando nos obstinamos en transformarlo en ley, en normas, prohibiciones, preceptos y permisos, reducirlo a un “mínimo indispensable”. “- La peor traición al cristianismo consiste en revestir las ásperas paradojas del evangelio con razonamientos pulidos y silogismos que funcionen perfectamente. Y después en diluir sus provocaciones en recetas moralísticas. Finalmente, en haber recurrido al derecho romano para “reglamentar” el sermón de la montaña”. “- La ley decisiva del cristiano es la superación”. (pág. 231)