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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

(UAPA)

Participante:

CRISMEILY SANCHEZ

Matricula:

14-3270

Asignatura:

Historia Dominicana 1

Tarea:

Facilitador:

Alejandrina Miolán

Investigar en fuentes bibliográficas y/o electrónicas sobre:


Repercusión en Santo Domingo de la Revolución Francesa y la Revolución
Haitiana.

La riqueza de la caña de azúcar gracias a la esclavitud en las Antillas produjo una


mayor competencia entre las potencias europeas por la posesión de las islas. En
1603 los españoles abandonan la mitad occidental de La Española, permitiendo
que veinte años más tarde comenzara la colonización francesa en la Tortuga. La
concentración en el lado occidental se debió a los constantes ataques de piratas
en el noroeste. Los galos estaban dirigidos por François Levasseur, quien fue
muerto por sus hombres, deseosos de no quedar bajo el control parisino, habría
que esperar hasta la expedición de Bertrand d’Ogeron para que los forajidos se
sometieran.

Durante los años 1660 sus asentamientos se expanden por la costa occidental
mientras los ingleses en 1655 conquistan Jamaica; el poderío español en el mar
Caribe se reduce a Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, todos territorios poco
poblados y desarrollados.4 La colonia de boucaniers, «bucaneros», comenzó con
una economía de subsistencia basada en la producción de café y añil a manos de
los engagés, sirvientes blancos que seguían a sus patrones a la isla o presos que
hacían trabajos forzados.

Estos engagés quedaban libres a los tres años de servicio y convivieron


cotidianamente con los primeros negros traídos por los économe, especialistas en
la trata de esclavos. Sin embargo, en esas primeras etapas la principal razón de la
existencia de la colonia eran los flibuste, filibusteros, que atacaban el comercio
español, su botín financio las primeras haciendas. El 1680 el ministro Jean-
Baptiste Colbert elevó los aranceles al tabaco, principal producto de producción de
la isla. La mayoría de los propietarios quebraron y vendieron sus tierras, unos
pocos las compraron y empezaron a producir azúcar, añil, algodón y café.

En el amplio mundo de relatar la historia, parecía que la interpretación de la misma


estaba para ser hecha únicamente dentro de las fronteras en donde sucedían los
acontecimientos. La isla sufrió cambios infinitos, manejados frecuentemente entre
las potencias europeas. Nuestro territorio pasó de una mano a la otra sin que los
habitantes del Santo Domingo Español supieran cuál bandera izar o cuál idioma
hablar. En principio de la colonización, el nuevo continente era una gran mesa
servida con platos exquisitos y hambrientos comensales.

El usufructo de esta etapa duró aproximadamente 300 años, tiempo suficiente


para borrar fronteras, culturas, sistemas de vida, la imagen urbana de las ciudades
y prácticamente todo rastro de vida, historia y una huella humana de miles de
años. Los mismos que nos colonizaron evolucionaron y crearon principios con que
manejar los cambios socio-económicos para darle respuesta a una nueva
sociedad.

Está claro que lo que fue válido en Francia a través de la Revolución Francesa, en
las colonias resultó ser un desastre económico, al suprimir el régimen esclavista y
estos acontecimientos provocaron las revoluciones.

En año de 1743, el 20 de mayo, nació en la hacienda del Conde de Breda, en los


alrededores de Cabo Frances, un hijo de un esclavo Hyppolite Gaou, de padres
africanos sin ninguna condición particular. Su nombre era Francois Dominique
Toussaint “Loverture”, apodo que pronto se convirtió en un apellido en la historia.
Este apodo significaba “la abertura”. La mayor parte de su juventud la pasó como
un esclavo más, pasando diferentes trabajos, entre ellos mozo de cuadra, siendo
más tarde promovido a cochero.

La Era Francesa en Santo Domingo


La Revolución Francesa fue el cambio político más importante que se produjo en
Europa a fines del siglo XVIII, sirvió de ejemplo para otros países y promovió la
democracia en el mundo.

La influencia de la Revolución Francesa fue enorme. El gobierno, la economía y


las relaciones sociales fueron modificados en Francia, en gran parte de Europa y
el mundo. Sus ideas y sus hechos repercuten todavía en la actualidad. Nuestras
ideas de libertad, democracia, derechos y deberes; nacieron de este conflicto
europeo de finales del siglo 18.

La Revolución Francesa fue un enfrentamiento social y político, que sacudió a


Francia y otras naciones de Europa que enfrentaban el sistema del antiguo
régimen basado en la monarquía.

Inició cuando el Tercer Estado, institución que representaba las mayorías, se


reveló y tomó el poder en 1789. La revolución finalizó con un golpe de estado de
Napoleón Bonaparte en 1799.

La Revolución Francesa derrotó al absolutismo del rey y estableció un nuevo


régimen donde la burguesía, y las masas populares fueron la fuerza política
dominante.

La burguesía , que nació antes de la revolución, ya había acumulado gran poder


económico y ahora buscaba el poder político. Una crisis económica se inició en
Francia después de unas malas cosechas y un mal manejo de la economía por
parte de las autoridades.

Los burgueses eran comerciantes y fabricantes de artículos que necesitaban


libertad de movimiento, expresión, cambiar de trabajo, entre otras, con el fin de
expandir sus mercados. El régimen feudal, que era el modelo francés, impedía
todo esto. Para poder moverse de un feudo a otro había que pagar impuestos, lo
mismo sucedía cuando navegaba por un río, si atravesaba 5 feudos debías pagar
5 impuestos que dependía de la decisión del terrateniente.
Lois Ferrand y sus medidas 1802-1808

El gobierno de Ferrand en su primera etapa trató de fortalecer su hegemonía en la


mayor parte del territorio posible, previendo en cualquier momento una invasión de
los haitianos a Santo Domingo, lo cual sucedió cuando el gobernador Ferrand
emitió un decreto en 1805 bajo los siguientes términos: “Se desconoce la
existencia de la República de Haití, a la cual se le declara la guerra, se legaliza el
robo de niños haitianos para luego ser vendidos como esclavos”.

El contenido del decreto era inaceptable, pues proponía de nuevo la esclavitud y


también para los haitianos, aprovechar la oportunidad para expulsar los
remanentes del ejército francés de 1802.

El gobierno haitiano se propuso realizar una nueva invasión al territorio oriental y


con esa finalidad formó un formidable ejército haitiano, compuesto por 21 mil
hombres, el cual el fue dividido en dos grandes columnas: una entró por el sur,
comandada por Petion y Geffrard y una segunda que tuvo como punto de origen
Cabo Haitiano, comandada por Chistophe y Dessalines. Había una ansiedad para
llegar a Santo Domingo. Existía resistencia a todo lo largo de la trayectoria, la cual
se respondía degollando a sus enemigos y un permanente saqueo de las
propiedades que se encontraban a su paso.

Por su aislamiento de Francia y debilidad, Ferrand solo había logrado mantener el


control militar de la ciudad de Santo Domingo y sus alrededores, así como de la
Bahía y Península de Samaná. Fue en estas zonas en las que la actividad
económica prosperó a partir de 1805 en base al corte de maderas preciosas y
tintóreas, la producción de café y azúcar y al escaso comercio que se realizaba,
principalmente, con los Estados Unidos y Cuba. La burguesía mercantil simple de
la ciudad de Santo Domingo, integrada en su casi totalidad por comerciantes
franceses, apoyaba, por tanto, a Ferrand y si el comercio interior de la ciudad
adquirió cierta actividad, ésta fue ajena al resto de la colonia y favorecía, más que
a nadie, a los negociantes galos y a los favoritos de Ferrand en el área
metropolitana.

Los colonialistas franceses habían restablecido la esclavitud, abolida por


Toussaint Louverture el 26 de enero de 1801. Durante la llamada Era de Francia
en Santo Domingo no solamente se explotó en las plantaciones al negro esclavo,
sino que también la discriminación racial alcanzó niveles hasta ese momento
desconocidos por la población mulata y negra, absolutamente mayoritaria. En
efecto, en el año 1808 la población dominicana ascendía a 80,000 personas de las
cuales, 18,000 (22%) eran esclavos negros; 2,000 (3%) negros libres; 50,000
(63%) mulatos, y apenas 10,000 (12%) blancos,4 lo que significaba que el 88% de
la población era negra o mulata con limitadísimos derechos civiles y políticos en la
estrecha sociedad colonial. Obvio era, por tanto, que esos sectores mayoritarios
de la población repudiaran la presencia francesa en Santo Domingo.

La Reconquista 1808-1809

La guerra de la Reconquista (1808 – 1809) es como en República Dominicana se


conoce lo que en esencia fue la guerra de la Independencia de España. En Santo
Domingo se le llama Reconquista por el hecho que fue cuando los dominicanos,
con ayuda del Gobernador de Puerto Rico, reconquistaron el territorio español de
Santo Domingo del mando francés que imperaba desde 1802. En España también
se peleó en contra de los franceses, quienes habían invadido España por orden de
Napoleón Bonaparte y mantuvieron el poder por varios años.

En 1808, en el suroeste del país operaban ya, con apoyo haitiano, los cabecillas
Ciriaco Ramírez y Cristóbal Uber Franco, respaldados por el gobernador de Puerto
Rico, general Toribio Montes. Sánchez Ramírez aprovechó la ocasión de una nave
española surta en Samaná para escribir, el 17 de septiembre de ese año, al
gobernador Montes. El 28 del mismo mes llegaba a la costa de Macao, procedente
de Puerto Rico, la goleta española “Monserrate” con la noticia de que pronto
llegarían los auxilios solicitados a Montes por Sánchez Ramírez.

Con este aliento redobló el caudillo sus diligencias al tiempo que el gobernador
francés Ferrand, al tanto de los acontecimientos, se disponía a sofocar la
inminente rebelión. Ganadas una a una para la causa de la Reconquista las
autoridades criollas que estaban al servicio de Francia en la región oriental, le fue
fácil a Sánchez Ramírez tomar posesión de la villa del Seibo el 26 de octubre.

Mientras afianzaba rápidamente sus posiciones, el 29 llegaban a la cercana boca


del río Yuma (Boca de Yuma) los auxilios enviados por el gobernador Montes
desde Puerto Rico.

El propio Sánchez Ramírez montó a caballo y se dirigió a aquel puerto a recibirlos.


Los elementos bélicos habían sido embarcados en un bergantín, una goleta y dos
lanchas cañonera y consistían en cuatrocientos fusiles con sus bayonetas,
doscientos sables, las municiones correspondientes. Además, llegaron doscientos
hombres voluntarios, la mayor parte emigrados. El bergantín y la goleta, que
respectivamente se llamaban “Federico” y “Render”, debían regresar a Puerto Rico
cargados de caoba.

En ese momento se recibió la noticia de que Ferrand se dirigía personalmente


hacia el Seibo con una fuerza respetable, decidido a dominar la revuelta. El
momento era grave para los revolucionarios. Urgía hacer de Samaná un bastión
de la Reconquista porque sin la posesión de esta plaza fuerte portuaria podía
fracasar la empresa. Entonces Sánchez Ramírez aprovechó la presencia de
barcos de guerra ingleses en costas dominicanas y se comunicó con el
comandante Dashwood, de la fragata La Franchise. Este aceptó hacerse cargo de
atacar la guarnición francesa de Samaná, para lo cual le aseguró el caudillo criollo
que podía contar con la cooperación del comandante de armas de Sabana de la
Mar, Diego de Lira, ya comprometido para la causa hispanista.

De los desembarcados en Boca de Yuma, procedentes de Puerto Rico, el único


verdadero militar que se quedó en tierra dominicana para hacer la campaña fue el
teniente de milicias Francisco Díaz. Se incorporó al contingente de Sánchez
Ramírez en calidad de paisano voluntario.

Por ser de los pocos que entre los reconquistadores tenían conocimiento de las
tácticas guerreras, Sánchez Ramírez le encomendó dirigir el traslado del
armamento y bagaje al Seibo. Luego lo encargó de organizar la gente reunida, del
alistamiento de las armas y de la elección de la posición que fuera más ventajosa
para esperar al enemigo que se acercaba. Después de un estudio de toda la zona,
Díaz escogió el paraje de Margarín.

El 3 de noviembre en la madrugada estaba el caudillo dominicano a la cabeza de


sus huestes en Higüey organizando compañías y distribuyendo armas y
municiones. Bien temprano se reunieron las tropas frente al santuario de Nuestra
Señora de la Altagracia y oyeron misa. Al término de la ceremonia se recibió la
noticia de que los franceses estaban muy cerca del Seibo por lo que Sánchez
Ramírez dio la orden de emprender la marcha hacia el Oeste, al encuentro del
enemigo.

El día 5 le amaneció en el Seibo. Aquí continuó organizando su improvisado


ejército e incorporando al mismo a los voluntarios que llegaban. El
acondicionamiento y distribución de armas y pertrechos estaba a cargo del
teniente Díaz. Ya en la noche llegó a manos de Sánchez Ramírez “una terrible
intimación del general francés Ferrand”, en la que le anunciaba que entraría
arrolladoramente en el Seibo el 7.

A la intimación de Ferrand contestó Sánchez Ramírez haciéndole saber, por la vía


del parlamento, que estaba dispuesto a medir sus fuerzas con las francesas. Al
general napoleónico le sonó aquello como una fanfarronada y no pudo menos que
sonreír. Seguro de su armamento y de la superioridad táctica de sus hombres, ya
se veía venciendo fácilmente a los criollos, impreparados y mal armados. No hizo
caso de las advertencias que indicaban que los guerreros encabezados por
Sánchez Ramírez no eran para menospreciarse, sobre todo por su hábil manejo
del arma blanca, y alegremente se dispuso a darles la batalla.
Ideales de Ciriaco Ramírez y Juan Sánchez Ramírez.

Ciriaco y Juan Sánchez Ramírez no sólo han sido reconocidos por la distinción de
calles y provincias con sus nombres. La historia tradicional lo proclaman Jefes de
la Reconquista, Héroes Gloriosos de la memorable batalla de Palo Hincado,
invictos, ilustres y valiente brigadier que derrotó a los franceses, Reconquistador
que puso estratégico sitio a la ciudad de Santo Domingo en 1808, vencedor en la
obra de la Reconquista, y al describir el sentimiento popular tras su muerte, José
Núñez de Cáceres escribió: “Sólo se ven y oyen por las calles lágrimas y sollozos
del más vivo dolor por la pérdida del Padre de la Patria”.

Para el historiador Emilio Cordero Michel, sin embargo, el ex Gobernador y


Capitán General de Santo Domingo, nombrado por Fernando Séptimo en premio a
su amor y celo por sus Reales Ejércitos, es un personaje “muy oscuro de nuestra
historia porque no solamente es el que fusila y extermina los movimientos
independentistas, sino porque fue un retrógrado: cuando se luchaba en otros
países de América por la independencia frente a España, y aquí el objetivo de
Ciriaco Ramírez, Cristóbal Huber y Salvador Félix era proclamar un estado
independiente, él lo que plantea es retornar al colonialismo español”.

Opina que la figura ha sido privilegiada por “sectores colonialistas que si ayer
fueron españolizados, hoy son pro-yanquis, o fueron afrancesados o anglófilos. No
creían, y aún no creen, en la viabilidad del Estado dominicano como libre,
independiente, soberano”.

Al preguntarle si no cree entonces que el polémico brigadier es digno del


homenaje de una calle comunica que ese tributo lo han recibido funestos
personeros del trujillato mientras expedicionarios de junio de 1959 y otros que
combatieron la tiranía y sufrieron torturas y fueron asesinados permanecen en el
olvido.
Batalla de Palo Hincado.

El día 6 de noviembre avanzó el jefe dominicano hasta Magarín y le pareció que el


sitio no había sido bien escogido por el teniente Francisco Díaz. Además, un recio
temporal le dañaba las pocas armas de fuego y municiones de que disponía.
Apreciando que el paraje de Palo Hincado, a media legua al oeste de la población
del Seibo, reunía mejores condiciones, llevó allí su gente y dictó sus órdenes para
esperar a pie firme al enemigo.

No confiando momentáneamente en Díaz, resolvió tomar él solo todas las


disposiciones en la noche del 6, víspera de la fecha anunciada por Ferrand para
su entrada en el Seibo. La lluvia no cesaba, con todas sus adversas
consecuencias. En la madrugada del 7 les escampó en el hato de la Candelaria y
Sánchez Ramírez hizo secar al fuego los fusiles, amunicionar la tropa y proveer de
lanzas a los de a caballo, presto a combatir “el furor y la rabia de los Napoleones
que infestaban la Primada de las Indias por la infamia de un español
desnaturalizado”.

Los reconquistadores llegaron a Palo Hincado entre las nueve y las diez de la
mañana. El brigadier puso a Francisco Díaz en una posición de confianza en lo
más alto del terreno, al frente de los casi trescientos combatientes que portaban
fusiles. En el mismo lugar se instaló Sánchez Ramírez con su estado mayor,
impartiendo órdenes para distribuir convenientemente sus tropas.

Entre muchas otras disposiciones tomó la de ordenar al puertorriqueño José de la


Rosa emboscarse con treinta fusileros a retaguardia del enemigo para distraerle la
atención después que rompiese el fuego en el frente. De la Rosa había sido uno
de los llegados a Boca de Yuma el 29 de octubre, procedentes de Puerto Rico.

Situado en el centro de su ejército, en la eminencia mencionada, el brigadier


colocó a su derecha a Manuel Carvajal y a su izquierda a Pedro Vásquez. Miguel
Febles le servía de ayudante mayor.
A la arenga del caudillo siguieron tensos momentos de silencio y atención. Los
franceses avanzaron y rompieron el fuego cerca del medio día.

Una caballería gala se avalanzó para cortar la izquierda hispano-criolla. Los


jinetes dirigidos por el capitán Antonio Sosa no perdieron tiempo y corrieron al
encuentro de ella, obligando a los atacantes a tirar de las bridas. Este primer
choque cuerpo a cuerpo fue sangriento. Sánchez Ramírez impartió a la caballería
de su ala derecha, encabezada por el capitán Vicente Mercedes, la orden de
avanzar, operación que se ejecutó con gran rapidez, arrollando al enemigo. Diez
minutos de pelea bastaron para que el campo quedara cubierto de cadáveres
franceses.

La táctica de los hispanos-criollos consistió, como lo consigna el Diario de


Sánchez Ramírez, en convertir rápidamente el duelo a balazos a distancia en
combate cuerpo a cuerpo, en que eran duchos los aguerridos dominicanos. La
ejecutaron con tal presteza y osadía que de la parte de ellos sólo hubo siete
muertos. Entre éstos, significativamente, los jefes de los dos cuerpos de
caballería, los capitanes Antonio Sosa y Vicente Mercedes.

Viendo deshechos sus batallones, el general Ferrando dispuso el retorno


precipitado a Santo Domingo con un grupo de oficiales supervivientes. Los
persiguió un escuadrón capitaneado por el coronel Pedro Santana, padre del
homónimo futuro caudillo de la República. Los fugitivos ganaron distancia al
aventurarse a cruzar un torrente que no se arriesgaron a salvar los perseguidores,
lo que les permitió detenerse a descansar en la cañada de Guaiquía. En este
paraje el infeliz Ferrand, dominado por el abatimiento, se quitó la vida de un
pistoletazo en la cabeza.

En esta forma se libró la célebre batalla de Palo Hincado el 7 de noviembre de


1808. Fue "el tercero de los grandes acontecimientos bélicos en que cobró fuerza
triunfante la secular voluntad dominicana de seguir hablando en español. Los
anteriores habían sido la victoria sobre los ingleses en 1655 y la batalla de la
Sabana Real el 21 de enero de 1691".
Período de la España Boba 1809-1821

Al terminar la Guerra de Reconquista, la colonia de Santo Domingo quedó


devastada y en la más absoluta miseria. La situación no varió en los años
siguientes, ya que el Gobierno de España debía afrontar las luchas internas de
sus Cortes (acicateadas por intereses franceses), los movimientos de
emancipación que emergían en sus grandes colonias de América del Sur y
México, así como la amenaza que los Estados Unidos representaban para sus
posesiones coloniales en América del Norte.

Miseria generalizada. Cinco administraciones o gobiernos coloniales se


sucedieron entre 1809 y 1821, sin que se produjera un cambio sustancial en la
vida económica de la parte oriental de la isla:

• Agricultura casi en su totalidad de subsistencia.

• Las exportaciones se limitaron al tabaco, algún cuero y, posteriormente, a


maderas, algunas mieles y aguardiente.

• Se redujo al mínimo la producción de café y cacao.

• Ganadería arruinada.

• Escasez de dinero circulante.

Se tuvo que volver a solicitar el subsidio del situado que, en todos esos años, sólo
arribó en dos ocasiones y por montos mínimos.

A continuación, un extracto del Compendio de la Historia de Santo Domingo


(Págs. 25 y 26 del Tomo II, 1982), de José Gabriel García, que resume la vida en
esa época:

“…que por eso llegó a tomar la época a que aludimos el nombre vulgar de la
‘España boba', pues que eran tan pocas las necesidades exigidas por la vida
social a causa de la miseria reinante, que no había pobres propiamente dichos,
teniendo todas las clases relativamente las mismas necesidades.
No se conocía la ostentación en el vestir, ni la moda variaba sino de tarde en
tarde; no había teatros, ni paseos públicos, ni fondas, ni casas públicas de recreo
o de prostitución en donde malgastar el dinero; de modo que una pequeña
hacienda cultivada por ocho o diez esclavos, producía lo bastante para que una
familia se considerara feliz, dando el mismo resultado cualquiera de los mezquinos
sueldos que señalaba el presupuesto, con los cuales se conformaban los
empleados del rey, a quienes la escasez de artículos de lujo y la baratura de los
de consumo ordinario, les proporcionaba considerables ahorros.

Los artesanos y los agricultores alcanzaban la satisfacción de sus necesidades a


poca costa, y en medio de la sencillez de sus costumbres, los más infelices de los
dominicanos vegetaban, más bien que vivían, tranquilamente, entregados a sus
placeres favoritos: la mesa, el juego de gallos, los bailes nacionales, las corridas
de toros y las festividades religiosas, situación que no llenaba de ninguna manera
las aspiraciones de la gente pensadora, ni ofrecía la perspectiva de un risueño
porvenir.”

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