Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
2003
Educación y Diversidad Cultural
Son tres las posibles posiciones con que se puede enfrentar el encuentro con el
otro:
a) Una persona puede identificarse a tal grado con otra que no llegue a reconocer
las diferencias entre las identidades de ambas. No queda espacio para la
subjetividad o para la existencia individual. Las relaciones se vuelven de
sumisión y/o dominación y se hacen muy difíciles las relaciones equitativas y
libres.
1
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, artículos 1 y 3. Noviembre, 2001.
2
relaciones entre culturas se vuelven hostiles y destructivas, y se puede llegar a
un “fundamentalismo cultural” donde no se le reconozca legitimidad a las otras
culturas.
Chile no escapa a estas tensiones. En nuestro país junto con las desigualdades
económicas -tal vez sean las más visibles y dolorosas- se dan desigualdades en
el plano de la cultura. Por ejemplo, cuando se niega a las personas las
oportunidades de acceso a los recursos básicos basándose en sus características
culturales; cuando se les discrimina por su origen étnico, o por su lengua, o por
otros aspectos de su cultura que lo hacen diferente. La UNESCO ha acuñado el
término de "injusticia cultural"2 para referirse a esta realidad. Hay injusticia
cultural allí donde hay dominación cultural. La dominación y la injusticia, y no
las diferencias étnicas, son las que convierten a las culturas diferentes en
antagonistas.
b) Pero, por otro lado, frente a la diversidad puede darse también la aceptación, el
respecto y un proceso de creatividad y mutuo enriquecimiento. Para ello, lo
primero que debe darse es la capacidad de representar las diferencias para
luego entrar en un proceso de aceptación del otro. Se trata de reconocer que el
otro tiene el mismo derecho que cualquier ser humano a construir su identidad
y su conciencia.
La diversidad cultural es, por tanto, un hecho social, un dato de la realidad frente a
la cual caben dos posturas. O la diversidad se convierte en fuente de tensiones, de
prejuicios, de discriminación y exclusión social; o se constituye en fuente potencial
de creatividad y de innovación y, por tanto, en una oportunidad de crecimiento y
desarrollo humano. Ello dependerá de la orientación y de la fuerza con que las
políticas públicas favorezcan o no el empoderamiento de las comunidades, o la
participación de la gente en las decisiones sobre los problemas que los afectan.
Son las políticas públicas las que convierten el hecho de la diversidad cultural en un
fenómeno social cargado de valoración ética: la sociedad se construye sobre la base
de políticas que tienden al “pluralismo cultural” o sobre la base de políticas que
aumentan la “discriminación cultural”. Es lo que afirma la Declaración Universal de
la UNESCO sobre la “Diversidad Cultural”: el pluralismo cultural es la respuesta
política al hecho de la diversidad cultural3.
Sin embargo, también puede haber políticas públicas que, en forma abierta o
encubierta, refuerzan la construcción de una sociedad basada en la discriminación
cultural.
Ahora bien, entre todas las políticas públicas, el aporte de las políticas
educacionales a la construcción de modelos de desarrollo fundados en
consideraciones éticas ocupa un lugar preponderante. El Informe Delors ha
constituido un aporte significativo a este debate. En él se afirma que “la educación
tiene una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir a
una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los
seres humanos”4. Más adelante, el mismo Informe señala que “la educación debe
asumir la difícil tarea de transformar la diversidad en un factor positivo de
entendimiento mutuo entre los individuos y los grupos humanos”5.
2
UNESCO, Informe Mundial de Cultura 2000 - 2001, Ediciones UNESCO, España, 2001.
3
Declaración Universal de la UNESCO sobre Diversidad Cultural, artículo 2. “De la Diversidad Cultural al
Pluralismo Cultural”.
4
Jacques DELORS, La Educación Encierra un Tesoro. Ed. UNESCO. México. Pág. 99.
5
Ibid.
3
El que el Informe Delors y la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural
insistan en esta función de la educación se debe, entre otros factores, a que la
diversidad cultural no ha sido siempre considerada en el terreno de las prácticas
educativas como factor de desarrollo, sino como problema a resolver.
Para hacer más gráfica esta afirmación, quiero tomar como ejemplo lo que sucede
en el campo de las políticas sobre educación intercultural y cómo ellas han
enfrentado, en distintas épocas y con distintos discursos y supuestos, el tema de la
diversidad cultural.
a) El enfoque “asimilacionista”.
Este enfoque considera que las diferencias de lengua y costumbres de los pueblos
originarios han sido vistas como una traba para la incorporación efectiva de ellos a
los procesos de modernización nacionales. De esta forma, la diversidad cultural se
constituye en un problema educativo puesto que es ella la que les entorpece una
buena integración a la sociedad.
b) El enfoque multicultural
6
LLUCH y SALINAS “La Diversidad Cultural en la Práctica Educativa”. CIDE, Ministerio de Educación y
Cultura, Madrid.
4
Este enfoque corresponde a una orientación educativa que caracteriza a la
diversidad cultural como recurso. Se intenta potenciar la calificación del capital
humano, recuperando sus diversidades e identidades7.
c) El enfoque intercultural
En este enfoque se desea preparar a los estudiantes a vivir en una sociedad donde
la diversidad cultural se reconoce como legítima, y donde las diferencias culturales
se consideran una riqueza común y no un factor de división. Se quiere contribuir a
la construcción de una sociedad con igualdad de derechos y al establecimiento de
relaciones interétnicas armoniosas. Se reconocen las diferencias culturales, sin que
ello signifique la superioridad de unas culturas sobre otras.
Para garantizar una interacción armoniosa entre personas y grupos con identidades
culturales diferentes, la Declaración Universal de UNESCO sobre Diversidad Cultural
señala como aspiración el diseño de políticas que favorezcan la inclusión y la
participación de todos los ciudadanos. De esta manera se ejerce el pluralismo
cultural, que es inseparable del contexto democrático en que se desenvuelve la
sociedad.
A lo menos se pueden distinguir tres tensiones que las políticas educativas deben
enfrentar para definir si ellas se sitúan más cerca del polo de la “discriminación
cultural” o del “pluralismo cultural”.
7
MUÑOZ SEDANO, Antonio. “Enfoques y Modelos de Educación Multicultural e Intercultural”, artículo
publicado en Hacia una Educación Intercultural: Enfoques y Modelos, Universidad Complutense de
Madrid y Universidad de Manitoba, Canadá. “001.
8
MUÑOZ SEDANO, Ibidem.
9
Francesco CHIODI, Miguel BAHAMONDES. Una Escuela, Diferentes Culturas. CONADI, Ed. LOM, sin
fecha.
5
Estas tensiones se pueden resumir en tres vectores que traspasan el fenómeno de
la diversidad cultural: la pertinencia, la convivencia y la pertenencia.
6
convivencia cotidiana de la escuela. ¿Se combate en ella el prejuicio racial, se
estimula el respeto a su condición de indígenas, es incorporada la diversidad
cultural como un elemento dinamizador de los aprendizajes?
En Chile como en otros países se han hecho esfuerzos para suprimir de los
textos escolares las ilustraciones que presentan en inferioridad de condiciones a
la mujer y al indígena, pero todavía persisten en las prácticas pedagógicas y en
la cultura de la escuela actitudes manifiestas y encubiertas de racismo y
discriminación, particularmente respecto a los grupos indígenas.
10
Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2001.
7
la educación básica y media, todavía el año 2000 el 9,9% de la población entre
14 y 17 años no asistía a un establecimiento educacional, siendo esta población
la de menores recursos. Y la población más pobre, cuando va a la escuela, lo
hace en aquellas de menores recursos y, en muchos casos, con profesores mal
preparados. Esto quiere decir que la inclusión o la exclusión del sistema
educativo se juega por criterios sociales y también étnicos, porque los más
pobres suelen pertenecer, como en toda América Latina, a las poblaciones
indígenas y afrodecendientes. Son ellos quienes viven la mayor pobreza, la que
aumenta a condiciones extremas cuando a esta situación se suma el que sean
mujeres y/o discapacitados.
11
Sylvia SCHMELKES. “Educación Intercultural”. Conferencia presentada en la inauguraicón del
Diplomado en Derecho y Cultura Indígena, Talplan, México, 28 de septiembre, 2002.
8
legitimidad del otro. El foco de este problema se concentra en la preocupación
que las políticas tienen para formar a los estudiantes en las competencias
requeridas para la buena convivencia.
Finalmente, si se agruparan, por una parte, los extremos positivos de estas tres
tensiones y, por otro lado, sus extremos negativos, se conformarían dos
paradigmas en torno al tratamiento que la escuela hace de la diversidad cultural. El
“paradigma del pluralismo cultural” en torno a los extremos positivos de dichas
tensiones (aceptación del otro, tolerancia e inclusión), y el “paradigma de la
discriminación cultural” en torno a los extremos negativos de las mismas
(homogeneización, intolerancia y exclusión).
Hechas estas distinciones, sería conveniente entrar a analizar desde los vectores de
la pertinencia, la convivencia y la pertenencia las políticas educativas en sus
distintos niveles: a) las políticas curriculares, que comprenden los objetivos
fundamentales y contenidos mínimos, tanto verticales como transversales; los
programas de estudio de Enseñanza Básica y Enseñanza Media; la política de textos
escolares que incluye desde los criterios de licitación hasta cuántos ejemplares y a
quiénes se les distribuye; b) las políticas sobre docentes, que incluyen la formación
inicial y continua; el estatuto docente y otras normativas que regulan y mejoran las
condiciones laborales de los maestros; c) y las políticas sobre gestión escolar, que
abarcan el financiamiento (criterios para las subvenciones), la gestión local del
sistema (normas para la descentralización y desconcentración) y la gestión
institucional de las escuelas (participación de los padres y de la comunidad).
En todas estas políticas es posible analizar si, por ausencia o presencia, por interés
explícito o implícito, ellas se adscriben a un enfoque más cargado al paradigma de
la “discriminación cultural” o al del “pluralismo cultural”.